Hablábamos en el anterior capítulo de la presencia del basilisco en textos bíblicos. Jan Bondeson nos dice en La Sirena de Fiji y otros ensayos sobre historia natural y no natural, que muchos filólogos creen, sin embargo, que el “basilisco” de la Biblia es una mala traducción de una palabra hebrea que significa una clase de serpiente particularmente venenosa. El basilisco se encuentra con frecuencia en el arte eclesiástico medieval. En los frescos de las iglesias del norte de Europa un motivo popular es una mujer en el infierno que amamanta a dos basiliscos como castigo por adulterio; es muy posible que estos esbozos horripilantes fueses hechos para recordar a los feligreses la importancia de una vida moral y decorosa. El basilisco se encuentra con frecuencia entre varias decoraciones grotescas de las iglesias, en Francia, en Italia así como en el norte de Europa. Sin embargo, la pintura de Carpaccio que representa a san Trifonio sometiendo al basilisco no pinta un basilisco real: la criatura tiene cuatro patas, el cuerpo de un león y la cabeza de una mula. O los conocimientos que Carpaccio tenía de la fisiología del basilisco eran muy deficientes o la criatura representada en esta pintura pretendió ser meramente alguna clase de monstruo grotesco; otra posibilidad es que el nombre de la pintura fuera añadido en fecha más tardía.
Una representación temprana notable de un basilisco en el arte eclesial se encuentra en el tímpano de un pórtico de granito de la antigua iglesia de Källs Nöbbelöv, en el sur de Suecia, realizado por el maestro escultor Tove en 1180. Esta representación muestra un basilisco medieval característico, con cabeza de gallo, alas y cola retorcida como la de una serpiente, que es sometido por san Miguel, el cual hunde su espada en el pico abierto de la bestia.
San Trifonio de Frigia libera a la hija del emperador Gordiano de un demonio (1507) Vittore Carpaccio (1460-1526) Venecia. Scuola di San Giorgio degli Schiavoni.
Aportamos, también, tres textos de médicos antiguos que hablan sobre el basilisco. El primero es de Galeno, en su De theriaca ad Pisonem, conocida como la Triaca, donde escribe:
ὁ μὲν γὰρ βασιλίσκος, ἔστι γὰρ τὸ θηρίον ὑπόξανθον, καὶ ἐπὶ τῇ κεφαλῇ τρεῖς ὑπεροχὰς ἔχον, ὥς φασιν, ὅτι καὶ ὁραθεὶς μόνον καὶ συρίττων ἀκουσθεὶς ἀναιρεῖ τοὺς ἀκούσαντας καὶ τοὺς ἰδόντας αὐτόν· καὶ ὅτι τῶν ἄλλων ζώων, εἴ τι καὶ ἅψαιτο τοῦ ζώου ἀνῃρημένου, καὶ αὐτὸ τελευτᾷ εὐθέως, καὶ διὰ τοῦτο πᾶν αὐτοῦ τὸ γένος τῶν ἄλλων θηρίων ἐγγὺς εἶναι φυλάττεται.
Pues el basilisco es un fiera amarillenta que posee sobre la cabeza tres prominencias que, según dicen, al ser visto o cuando se le escucha silbando destruye a los que lo escuchan o lo miran. Y del resto de animales, si alguno toca a este animal muerto, lo mata en seguida y por eso todas las otras clases de animales se guardan de estar cerca.
En los Iatricorum Libro XIII, 34 de Ecio Amideno, podemos leer:
῾Ο Βασιλίσκος ἔστι μεγέθει παλαιστῶν τριῶν, ὑπόξανθος καὶ ὀξυκέφαλος· ἐπί τε τὴν κεφαλὴν τρεῖς ὑπεροχὰς ἔχει δύναμιν δὲ κέκτηται μεγίστην ὑπὲρ τὰ ἄλλα ἑρπετὰ πάντα, ὡς μὴ δύνασθαι τινὰ αὐτῶν μηδὲ τὸν συριγμὸν αὐτοῦ ὑπομένειν· ἀλλὰ κἀν ἐπὶ τροφὴν ἢ ποτὸν τινὰ τῶν ἄλλων ἐπείγηται ἰοβόλων, καὶ αἴσθηται τὴν τοῦ βασιλίσκου παρουσίαν, ὑποχωρεῖν, μηδὲν τῆς ἀναγκαίας τροφῆς πρὸς τὸ ζῆν φροντίσαντα. Τοῖς δὲ ὑπ᾿ αὐτοῦ δηχθεῖσι συμβαίνει φλόγωσις ὅλου τοῦ σώματος καὶ πελίωσις· ἀπορρέουσί τε καὶ αἱ τρίχες τοῦ σώματος εὐθέως, καὶ ἐν ἀκαρεῖ χρόνῳ ὁ θάνατος ἕπεται· ἀλλὰ μὴν καὶ τοῦ νεκροῦ σώματος [θανόντος] οὐδὲ ἓν ζῶον σαρκοφάγον θιγγάνει· εἰ δὲ ὑπὸ λιμοῦ βιασθὲν ἅψοιτο, αὐτίκα καὶ αὐτῷ ὁ θάνατος ἐπισκήπτει. Φασὶ δὲ ὅτι καὶ ὁραθεὶς μόνον καὶ συρίττων ἀκουσθείς, ἀναιρεῖ τοὺς βλέψαντἀς τε αὐτὸν καὶ τοὺς ὑπ᾿ αὐτοῦ ὁραθέντας καὶ τοὺς ἀκούσαντας αὐτοῦ· ὅθεν μάταιον καὶ περιττὸν ἡγούμεθα βοηθήματα ἐπὶ τούτων ἀναγράφειν.
El basilisco tiene un tamaño de tres palmos y es amarillento y de cabeza puntiaguda. Tiene sobre la cabeza tres prominencias y detenta un grandísimo poder sobre todas las demás serpientes, hasta el punto que ninguna de ellas puede ni siquiera soportar su silbido. Y aunque alguna de los otros animales venenosos se vea impulsado a comer o beber, si percibe la presencia del basilisco, se retira, sin preocuparse del alimento necesario para vivir. Y a los que son mordidos por él les sobreviene una inflamación de todo el cuerpo y lividez. Se les caen los cabellos del cuerpo al punto y en un corto espacio de tiempo sigue la muerte. Pero ni siquiera un animal carnívoro toca el cuerpo muerto. Y, si impulsado por el hambre, lo toca, al punto la muerte cae sobre él. Y dicen que con sólo ser visto o con sólo ser oído cuando silba, destruye a los que lo miran, a los que son vistos por él y a los que lo escuchan. Por lo que creemos que es inútil y vano prescribir remedios contra ello.
Otro médico, Dioscórides, en los dos breves capítulos que dedica al basilisco (el Llll «Del Basilisco» y el LXIX «De los mordidos del Basilisco», con que termina el libro sexto, último de la obra) sigue puntualmente a Erasistrato. Así reproduce Andrés Laguna los capítulos de Dioscórides:
[Περὶ βασιλίσκου.] ᾿Ερασίστρατος ἐν τῷ καλουμένῳ περὶ δυνάμεων καὶ θανασίμων, περὶ τοῦ καλουμένου βασιλίσκου ῥητῶς οὕτω φησίν· ὅταν δὲ ὁ βασιλίσκος δάκῃ, πληγὴ ὑπόχρυσος γίνεται. Τὰ μὲν οὖν ἐν τοῖς πλείστοις τῶν ἰοβόλων παρακολουθοῦντα σημεῖα τοιαῦτά ἐστι· μεταβαίνοντες δ᾿ ἐπὶ τὴν θεραπείαν, πρῶτον τὰ κοινὰ τῆς θεραπείας, ὡς δυνατὸν, παραδώσομεν.
«Erasistrato en el libro que hizo de los remedios, y de los venenos mortíferos, habla muy brevemente del llamado Basilisco, diciendo si el Basilisco mordiere, la herida se vuelve luego amarilla, y casi de la color del oro. Las señales pues que acompañan la mayor parte de las fieras que arrojan de si ponzoña, son tales cuales habemos ya declarado. Por donde pasando ahora a la curación, tratemos primero de la general y común, según nuestras fuerzas bastaren.»
[Περὶ τῶν ὑπὸ βασιλίσκου δηχθέντων.] Τοῖς δὲ ὑπὸ βασιλίσκου δηχθεῖσιν, ὡς ᾿Ερασίστρατός φησι, βοηθεῖ καστορίου α, πινομένη σὺν οἴνῳ· ὡσαύτως δὲ καὶ ὁ τῆς μήκωνος ὀπός. Τοιοῦτος μὲν ὁ θηριακὸς τρόπος.
«Contra las mordeduras del Basilisco, según escribió Erasistrato, es remedio saludable una drama de castoreo bebida con vino: y así mismo el opio: las cuales cosas deben bastar, acerca de la cura conveniente a las injurias de las fieras que arrojan de sí ponzoña.
Dioscórides
En el libro Pedacio Dioscorides Anazarbeo, Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos, traducido de lengua griega en la vulgar castellana e ilustrado con claras y sustanciales anotaciones y con las figuras de inumerables plantas exquisitas y raras por el Doctor Andrés Laguna, médico de Julio tercero Pontífice Máximo, leemos sobre el basilisco:
Es vulgar opinión, y ridícula que el Basilisco nace del huevo de un gallo viejo, y ansi le pintan semejante a un gallo, con cola natural de serpiente, la qual forma de animal no se halla in rerum natura, de modo que la debemos tener por quimera. Es el Basilisco una serpiente larga de un palmo, y algún tanto roxa, la qual tiene encima de la cabeça tres puntas de carne un poquito elevada, y alrededor dellas un blanco círculo, à manera de una corona, por razón del qual le llaman Basilisco los Griegos, y Regulo los Latinos, que quiere decir Reyezuelo. Nace, y hallase muy frequente en la Region Cyrenaica esta fiera, cuya malignidad es de tanta eficacia que su resollo corrompe todas las plantas por donde passa, y con su silvo extermina las otras fieras. Eite pues no solamente mordiendo, pero también mirando (según arriba diximos) suele ser pestilente, y mortífero. Tiene la misma facultad de matar la llamada Catoblepa, que describe Plinio en el capítulo 21 del libro 4.
Andrés Laguna
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