La semana transcurrió sin mayor novedad que una excursión con el Liceo a Innsbruck y un fin de semana en casa trabajando en la cacería de Süssmayer. El curso estaba terminando, los profesores apretaban las tuercas a los alumnos en todas las materias y Nicoletta empezaba a estar un poco desbordada por el esfuerzo adicional que suponía el trabajito de marras. Pero, por otra parte, se sentía especialmente motivada para realizarlo y lo había convertido en un reto personal.
Quería demostrar al señor Süssmayer y, sobre todo, demostrarse a sí misma, que la dedicación y el esfuerzo tienen siempre una recompensa.
A su mente acudían las palabras del profesor Süssmayer el día que presentó su “regalito”:
“No les deseo suerte; ya saben que la suerte no funciona en los estudios; esfuerzo, dedicación, tiempo y paciencia serán sus mejores aliados en la resolución de la tarea”.
Ad astra per aspera, dice el aforismo latino, que Nicoletta conocía por haberlo visto en el escudo del estado de Kansas. Se llega a las estrellas a través de las dificultades, podríamos traducirlo. También los paquetes de tabaco Pall Mall que, para desgracia de Nicoletta, fumaba su padre, presentan el aforismo con el orden invertido: per aspera ad astra. En este paquete hay otra frase latina: in hoc signo vinces.
Desde luego, hasta ahora la suerte no le había ayudado en nada. Horas de búsqueda en libros, enciclopedias, electrónicas o de papel, consultas en manuales de mitología, religión, arte o literatura; eso era lo que hasta ahora le había permitido pasar la primera criba.
Quedaban aún dos para llegar a la pregunta final.
Deseaba estar en la nueva lista que el “rospo” colgaría en el tablón del departamento de Latín. Así podría recibir la tercera y última entrega y, una vez superada ésta, llegar a la pregunta final, que no intuía difícil. De hecho, ya empezaba a barruntar cuál podría ser ésta.
El lunes siguiente a las 12’00 h, los seis alumnos que habían recibido la segunda entrega, dieron al señor Süssmayer sus respuestas en la clase de Cultura Clásica.
– Esta tarde a las 17’00 horas estará en el acostumbrado tablón la relación de alumnos que hayan respondido correctamente a la segunda entrega de la cacería de tesoros. A aquellos alumnos que aparezcan en la lista, les daré en ese mismo momento la nueva tanda de preguntas.
Terminó la jornada escolar, comió en casa, paseó un poco por el centro y a las 16’45 entró en el Liceo. En el vestíbulo estaban sus cinco compañeros. Charlaron un rato, esperaron a que fueran las 17’00 horas y subieron al segundo piso, donde estaba el departamento de Latín.
Doce ojos miraron una hoja con el anagrama del Liceo que estaba enganchada con chinchetas en la parte superior izquierda del tablón, bajo el nombre del profesor.
Nicoletta leyó:
Relación de alumnos que han superado la 2ª Fase de la Cacería de Tesoros de la Asignatura de Cultura Clásica
Albertini, Michele
Del Vescovo, Nicoletta
Formichella, Chiara
Moretti, Piero
¡Sí! Entre Albertini y Formichella estaba su nombre, y esta vez correctamente escrito en la D de del Vescovo.
Dos alumnos se habían quedado en el camino: Luca y Alexandra, buena amiga de Nicoletta.
Los dos “eliminados” se despidieron de los cuatro “elegidos” deseándoles suerte, y los cuatro de la lista golpearon la puerta del departamento.
– Adelante, señores. ¡Buenas tardes, señores Albertini, del Vescovo, Formichella y Moretti! ¡Enhorabuena! Han hecho un buen trabajo. Intuyo que va a estar la cosa muy reñida, ya que su nivel es muy bueno y parejo.
Bueno, no les entretengo más. No se pueden permitir el lujo de perder mucho tiempo. Aquí tienen la tercera y última entrega. Recuerden: el plazo finaliza el próximo lunes a las 17’00 h.
Recogieron el sobre, salieron del departamento, intercambiaron algunas impresiones y, a la puerta del Liceo, cada uno tomó una dirección.
Nicoletta tenía que pasar por la biblioteca municipal para consultar libros para un trabajo de Lengua Alemana.
Una vez sentada en su sitio en la sala de lectura de la biblioteca decidió echar una ojeada a las nuevas preguntas.
Deja una respuesta