Es el poema 100 de los Epigramas de Goethe, obra fechada en Venecia en 1790. Esta obra lleva como encabezamiento la siguiente frase:
Wie man Geld und Zeit vertan, Cómo malgastar tiempo y dinero
Zeigt das Büchlein lustig an. Este divertido librito enseñará
El poema es el siguiente:
Traurig, Midas, war dein Geschick: in bebenden Händen
Fühltest du, hungriger Greis, schwere verwandelte Kost.
Mir, im ähnlichen Fall, geht’s lust’ger; denn was ich berühre,
Wird mir unter der Hand gleich ein behendes Gedicht.
Holde Musen, ich sträube mich nicht; nur daß ihr mein Liebchen,
Drück’ ich es fest an die Brust, nicht mir zum Mährchen verkehrt?
Midas, triste fue tu destino; con manos temblorosas
palpabas, hambriento anciano, pesada comida transformada.
Mi caso es más divertido, si bien se parece, pues cuanto toco
en mis manos se transforma de inmediato en vivo poema.
Dulces musas, yo no me resistí; pero no me transforméis en ficción
a mi amada cuando la estreche contra mi corazón
(La traducción es de Alfonsina Janés, en Bosch, Erasmo Textos Bilingües.)
Breve, pero bello poema el de Goethe, consciente de estar en un momento creador excepcional, ya que, igual que Midas convertía en oro cuanto tocaba, él convierte en creación literaria, en poesía, cualquier cosa. Sólo quiere que su amor no se convierta en ficción y permanecza siendo real.
Las fuentes para saber algo de Midas las tenemos en Ovidio, Metamorfosis XI, 85 y siguientes:
Nec satis hoc Baccho est, ipsos quoque deserit agros
cumque choro meliore sui vineta Timoli
Pactolonque petit, quamvis non aureus illo
tempore nec caris erat invidiosus harenis.
hunc adsueta cohors, satyri bacchaeque, frequentant,
at Silenus abest: titubantem annisque meroque
ruricolae cepere Phryges vinctumque coronis
ad regem duxere Midan, cui Thracius Orpheus
orgia tradiderat cum Cecropio Eumolpo.
qui simul agnovit socium comitemque sacrorum,
hospitis adventu festum genialiter egit
per bis quinque dies et iunctas ordine noctes,
et iam stellarum sublime coegerat agmen
Lucifer undecimus, Lydos cum laetus in agros
rex venit et iuveni Silenum reddit alumno.
Huic deus optandi gratum, sed inutile, fecit
muneris arbitrium gaudens altore recepto.
ille male usurus donis ait ‘effice, quicquid
corpore contigero, fulvum vertatur in aurum.’
adnuit optatis nocituraque munera solvit
Liber et indoluit, quod non meliora petisset.
laetus abit gaudetque malo Berecyntius heros
pollicitique fidem tangendo singula temptat
vixque sibi credens, non alta fronde virentem
ilice detraxit virgam: virga aurea facta est;
tollit humo saxum: saxum quoque palluit auro;
contigit et glaebam: contactu glaeba potenti
massa fit; arentis Cereris decerpsit aristas:
aurea messis erat; demptum tenet arbore pomum:
Hesperidas donasse putes; si postibus altis
admovit digitos, postes radiare videntur;
ille etiam liquidis palmas ubi laverat undis,
unda fluens palmis Danaen eludere posset;
vix spes ipse suas animo capit aurea fingens
omnia. gaudenti mensas posuere ministri
exstructas dapibus nec tostae frugis egentes:
tum vero, sive ille sua Cerealia dextra
munera contigerat, Cerealia dona rigebant,
sive dapes avido convellere dente parabat,
lammina fulva dapes admoto dente premebat;
miscuerat puris auctorem muneris undis:
fusile per rictus aurum fluitare videres.
Attonitus novitate mali divesque miserque
effugere optat opes et quae modo voverat, odit.
copia nulla famem relevat; sitis arida guttur
urit, et inviso meritus torquetur ab auro
ad caelumque manus et splendida bracchia tollens
‘da veniam, Lenaee pater! peccavimus’ inquit,
‘sed miserere, precor, speciosoque eripe damno!’
mite deum numen: Bacchus peccasse fatentem
restituit pactique fide data munera solvit
‘ne’ ve ‘male optato maneas circumlitus auro,
vade’ ait ‘ad magnis vicinum Sardibus amnem
perque iugum nitens labentibus obvius undis
carpe viam, donec venias ad fluminis ortus,
spumigeroque tuum fonti, qua plurimus exit,
subde caput corpusque simul, simul elue crimen.’
rex iussae succedit aquae: vis aurea tinxit
flumen et humano de corpore cessit in amnem;
nunc quoque iam veteris percepto semine venae
arva rigent auro madidis pallentia glaebis.
Y no bastante esto para Baco es. Esos mismos campos también abandona
y con un coro mejor los viñedos de su Timolo
y el Pactolo busca, aunque no de oro en aquel
tiempo, ni por sus caras arenas envidiado era.
A él su acostumbrada cohorte, sátiros y bacantes le frecuentan,
mas Sileno falta. Tambaleante de años y de vino
unos aldeanos lo cautivaron, frigios, y atado con guirnaldas
al rey lo condujeron, Midas, a quien el tracio Orfeo
en sus orgias había iniciado, junto con el cecropio Eumolpo.
El cual, cuanto hubo reconocido a su aliado y camarada de sacrificios,
de tal huésped por la llegada una fiesta generosamente dio
durante una decena de días, y a ellos unidas por su orden sus noches.
Y ya de las estrellas el sublime tropel careaba
el Lucero undécimo, cuando a los lidios campos alegre
el rey llega, y su joven ahijado le devuelve a Sileno.
A éste el dios le dio el grato pero inútil arbitrio
de pedir un presente, contento de haber recuperado a su ayo.
Él, que mal había de usar de estos dones: «Haz que cuanto
con mi cuerpo toque se convierta en bermejo oro».
Asiente a sus deseos y de esos presentes, que para daño de él serían, se libera
Líber, y hondo se dolió de que no hubiera pretendido mejores cosas.
Contento se marcha y se goza de su mal de Berecinto el héroe,
y de lo prometido la fe, tocando cada cosa, prueba,
y apenas a sí mismo creyendo, no con alta fronda ella verdeante,
de una encina arrancó una vara: vara de oro se hizo.
Recoge del suelo una roca: la roca también palideció de oro.
Toca también un terrón: con su contacto poderoso el terrón
masa se torna. De Ceres desgaja unas áridas aristas:
áurea la mies era. Arrancado sostiene de un árbol su fruto:
las Hespérides haberlo donado creyeras. Si a los batientes altos
acercó los dedos, los batientes irradiar parecen.
Él, además, cuando sus palmas había lavado en las líquidas ondas,
la onda fluente en sus palmas a Dánae burlar podría.
Apenas las esperanzas suyas él en su ánimo abarca, de oro al fingirlo
todo. Al que de tal se gozaba las mesas le pusieron sus sirvientes
guarnecidas de festines y no de tostado grano faltas.
Entonces en verdad, ya si él con la diestra las ofrendas
de Ceres había tocado, de Ceres los dones rígidos quedaban,
ya si los festines con ávido diente a desgarrar se aprestaba,
una lámina rubia a esos festines, acercádoles el diente, ceñía.
Había mezclado con puras ondas al autor de ese obsequio:
fúsil por sus comisuras el oro fluir vieras.
Atónito por la novedad de ese mal, y rico y mísero,
escapar desea de esas riquezas, y lo que ahora poco había pedido, odia.
Abundancia ninguna su hambre alivia. De sed árida su garganta
arde y como ha merecido le tortura el oro malquerido,
y al cielo sus manos y sus espléndidos brazos levantando
«Dame tu venia, padre Leneo: hemos pecado», dice,
«pero conmisérate, te lo suplico, y arrebátame este especioso daño.
Tierno el numen de los dioses. Baco al que haber pecado confesaba
restituyó y libera a los obsequios por él dados del cumplimiento de lo pactado,
y: «Para que no permanezcas embadurnado de tu mal deseado oro,
ve», dice, «al vecino caudal de la gran Sardes,
y por su cima subiendo, contrario al bajar de sus olas,
coge el camino, hasta que llegues del río a sus nacimientos
y en su espumador manantial, por donde más abundante sale,
hunde tu cabeza, y tu cuerpo a la vez, a la vez tu culpa lava».
El rey sube al agua ordenada: su fuerza áurea tiñó la corriente
y de su humano cuerpo pasó al caudal.
Ahora también, ya percibida la simiente de su vieja vena,
sus campos rigurosos son de tal oro, de él palidecientes sus húmedos terrones.
La traducción es de Ana Pérez Vega, y está sacada del Centro Virtual Miguel de Cervantes .
Por su parte, Higino en la fábula 191 también habla de Midas y de dos episodios con él relacionado: el que ya ha narrado Ovidio, convertir en oro todo lo que tocaba; y el relacionado con la competición de flauta entre Apolo y Pan (o Marsias), en la que, sin ser solicitado su juicio, se atrevió a decir que la victoria la merecía Marsias. Su castigo por parte de Apolo fue que le crecieran unas orejas de asno.
REX MIDAS.
Midas rex M<y>gdonius filius Matris deae a T<i>molo … sumptus eo tempore quo Apollo cum Mars<y>a uel Pane fistula certauit. Quod cum T<i>molus uictoriam Apollini daret, Midas dixit Mars<y>ae potius dandam. Tunc Apollo indignatus Midae dixit: “Quale cor in iudicando habuisti, tales et auriculas habebis”. Quibus auditis effecit ut asininas haberet aures.
Eo tempore Liber pater cum ex<erci>tum in Indiam duceret Silenus aberrauit, quem Midas [exercitum] hospitio liberaliter accepit atque ducem dedit qui eum in comitatum Liberi deduceret. At Midae Liber pater ob beneficium deoptandi dedit potestatem, ut quicquid uellet peteret a se. Quo<d> Midas petiit ut quicquid tetigisset aurum fieret. Quod cum impetrasset et in regiam uenisset, quicquid tetigerat aurum fiebat. Cum iam fame cruciaretur, petit a Libero ut sibi speciosum donum eriperet; quem Liber iussit in flumine Pactolo se abluere, cuius corpus aquam cum tetigisset facta est colore aureo; quod flumen nunc Chrysorrhoas appellatur in Lydia.
Midas, rey migdonio, hijo de la diosa Madre, por el Tmolo … elegido en el tiempo en que Apolo compitió con Marsias o Pan con la flauta. Mientras Tmolo atribuía la victoria a Apolo, Midas dijo que se debía atribuirl mejor a Marsias. Entonces Apolo, indignado, dijo a Midas: “Tal como tuviste el corazón al juzgar, así tendrás las orejas”. Y después que estas palabras fueron oídas, hizo que tuviera las orejas de asno.
En aquel tiempo, mientras el padre Líber conducía su ejército a la India, Sileno se perdió, y Midas lo recibió como huésped de forma muy cortés y le dio un guía para que lo acompañase al séquito de Líber. Pero el padre Líber dio a Midas por su gesto la posibilidad de pedirle cualquier cosa que quisiera. Midas pidió que cualquier cosa que hubiera tocado se convirtiera en oro. Y después de haber obtenido esto y hubo llegado a su palacio, cualquier cosa que tocaba se convertía en oro. Pero cuando ya era atormentado por el hambre, pidió a Líber que le quitara el espléndido don; a éste Líber le ordenó que se bañara en el río Pactolo, cuyas aguas se volvieron del color del oro cuando hubieron tocado su cuerpo; y este río ahora en Lidia se llama Crisorroe (corriente de oro).
En Jenofonte, Anábasis I, 2, 13 leemos:
ἐνταῦθα ἦν παρὰ τὴν ὁδὸν κρήνη ἡ Μίδου καλουμένη τοῦ Φρυγῶν βασιλέως, ἐφ’ ἧ λέγεται Μίδας τὸν Σάτυρον θηρεῦσαι οἴνῳ κεράσας αὐτήν.
Aquí había junto al camino una fuente llamada de Midas, rey de Frigia, en la que se dice que se dice que Midas cazó al sátiro mezclando vino en ella.
Finalmente, en Aristófanes encontramos una alusión a Midas en Pluto, 286:
ΚΑ. ᾿Αλλ’ οὐκέτ’ ἂν κρύψαιμι. Τὸν Πλοῦτον γάρ, ὦνδρες, ἥκει
ἄγων ὁ δεσπότης, ὃς ὑμᾶς πλουσίους ποήσει.
XΟ. ῎Οντως γὰρ ἔστι πλουσίοις ἡμῖν ἅπασιν εἶναι;
ΚΑ. Νὴ τοὺς θεούς, Μίδας μὲν οὖν, ἢν ὦτ’ ὄνου λάβητε.
Carión: Ya no os lo ocultaré más. Mi amo, señores,
Ha venido trayendo consigo a Pluto, que os hará ricos a vosotros.
Corifeo: ¿De verdad seremos ricos todos nosotros?
Carión: Sí, por los dioses, auténticos Midas, si os salen orejas de burro.
Podemos ver a Midas en el cuadro La calumnia de Apeles de Botticelli. Aparece a la derecha, con orejas de asno, escuchando las falsas palabras que le susurran al oído dos mujeres, que representan a la Ignorancia y la Sospecha.
[…] en la interpretación de la flauta y la lira. Entre los jueces, Tmolo está por Febo, mientras que Midas prefiere el canto torpe de Pan. Para castigar su falta de discernimiento, Apolo le pone orejas de […]
[…] música o la poesía; como en Verdi (Dos citas mitológicas en “Rigoletto”), Rossini, Goethe (Una cita de Midas, Príapo y compañía, Presencia mitológica en las Elegías romanas), John Keats (La belleza es […]