Jean-Philippe Rameau es un compositor barroco francés, en cuyas óperas y cantatas destacan las referencias a la mitología clásica. Una simple enumeración de las mismas nos lo puede hacer ver:
Orphée, (cantata, ca 1721), Thétis (cantata, 1727), Hippolyte et Aricie (ópera, 1733-34), Castor et Pollux (ópera, 1737), Les fêtes d’Hébé (ópera-ballet, 1739), Dardanus (ópera, 1739), Pandore ou Prométhée (ópera, 1740, nunca representada), Platée ou Junon jalouse (ópera, 1745), Les fêtes de Polymnie (ballet, 1745), Pygmalion (acto de ballet, libreto de Ballot de Sauvot según un texto de Antoine Houdar de La Motte. Representado por primera vez en París el 27 de agosto de 1748), Io (ballet inacabado, sin fecha exacta).
También Anacreonte, poeta de la antigüedad griega que cantó al amor y a los placeres de la vida, da pie a Jean-Philippe Rameau para titular con su nombre a dos de sus comedia-ballet distintas. La primera data de 1754, construída sobre un texto de Louis de Cahusac, se sabe que fue bien recibida en la residencia real de Fontainebleau.
La segunda, el Anacréon de 1757, es un encargo del compositor al poeta Gentil-Bernard (Pierre-Joseph Bernard), autor del de Cástor y Pólux, y aprovechó parte de una obra suya de tres años antes y que apenas se había representado, Les Surprises de l’Amour, ballet en cuatro actos: I. L’Enlèvement d’Adonis. II. La Lyre enchantée, III. Anacréon. IV. Les Sibarites (libreto de Marmontel, acto de ballet estrenado en 1753 con el título Sibaris).
El Anacréon de 1757, pequeña ópera en un acto, es una pieza encantadora. Gentil-Bernard confeccionó su libreto sobre una especie de simetría. Al elogio conjunto del Amor y de Baco que celebra el poeta Anacreonte en el primer cuadro se contrapone otra alabanza de la misma naturaleza al final de la obra. Pero la primera escena se interrumpe por la brutalidad de las Ménades, sacerdotisas de Baco que no toleran tal armonía, mientras que la última será precedida por una declaración de principios del Amor, generoso en su victoria, autorizando a los humanos a ofrecer sacrificios a dos divinidades que tan sólo son rivales en apariencia. “El Amor nos permite beber, Baco no prohíbe que amemos”, esta es la moraleja, fácil y placentera, que podrá extraerse de la fábula. Sobre un ligero bastidor Rameau borda una música exquisita, en la que destaca la variedad del ritmo, con cambios continuos que ilustran el también variado contraste de cuadros de escena, y de la que nada desmerecen las danzas que ornan los interludios. (Información extraída del librito que acompaña el CD Ópera Barroca Francesa, de la colección Concierto Barroco de Ediciones del Prado.
Aquí dejamos la primera muestra de esta ópera de Rameau.
De Albin Lesky, en su Historia de la Literatura griega, hemos extraído la siguiente información sobre Anacreonte de Teos.
Más de medio siglo separa el apogeo de la lírica lesbia del de Anacreonte, el poeta jónico nacido en la isla de Teos y sucesor de los líricos de Lesbos, cantor del amor como ellos, pero en un mundo totalmente distinto al de aquellos, con una elegancia más cuidada en la que muchas veces el espíritu suple a la pasión.
Nacido hacia mitad del siglo VI, alcanzó su florecimiento por el 530 a. C. viviendo en las cortes de los tiranos de la época: Polícrates en la isla de Samos e Hiparco, el hijo de Pisístrato, en Atenas. Parece que murió viejo, puesto que en varios poemas nos habla de su vejez, y así lo ha pintado la tradición.
Es un poeta de corazón, un amigo del placer que ha pasado medio siglo coronándose de rosas, cantando el amor y el vino y habiendo guardado hasta el fin este humor por el que ha perdurado en la memoria de los hombres como el prototipo de la ligereza brillante y amable.
Tuvo muchos imitadores que copiaron su temática en las llamadas “anacreónticas“, pero estos secuaces convirtieron su gracia en simpleza y el placer entre dulce y doloroso de la vida, en una debilidad por el vino y el amor. Estos poemas anacreónticos quedan reducidos a un parloteo superficial lejos de la sinceridad de expresión, claridad y brillo de las imágenes del verdadero Anacreonte.
Transformó la monodia personal y espontánea de los poetas lesbios en una poesía de banquete cortesano, donde los temas del amor y del vino son cultivados como manifestaciones del buen vivir. Desea cantar en su obra los fulgurantes dones de Afrodita y los alegres placeres de la fiesta, placeres netamente eróticos, las dulzuras de la vida, con una curiosa conciliación de opuestos típica de un arte jónico maduro: amor y odio, delirio y sobriedad.
Canta el vino, la gastronomía, la música, el amor, como cosas buenas de la vida; es una poesía de relajación, más que la expresión de ideales políticos o morales. Incluso en la manifestación de los propios sentimientos, controla el fuego de la pasión política o amorosa de Alceo y Safo, subordinando el corazón a la cabeza, introduciendo en medio de los sentimientos líricos una sonrisa irónica.
Recuérdese que en su obra Alceo incitaba en el banquete a sus correligionarios a embriagarse totalmente por la noticia de la muerte del tirano Mirsilo, su enemigo político. Anacreonte, en cambio, bebe con mesura entre los tiranos bajo cuyo amparo y en cuya corte vive y declara que no quiere nada que tenga que ver con guerras o rencillas. Es por tanto falsa la idea que se generó en la posteridad de un Anacreonte borrachín, erotómano y desmedido amante de la orgía.
No debemos tomar demasiado en serio el erotismo de Anacreonte, aunque, por otra parte,, tampoco se trata de descartarlo con ironía. No son juegos y amoríos fáciles los que se expresan en estos versos; ellos reflejan la dulzura de la vida con tal intensidad, que en ocasiones llega a ser dolor.
En ocasiones, los abundantes epítetos son totalmente originales, como en el poema 2D (Anthologia Lyrica Graeca) que invoca a Dioniso, que anda por los montes en amores con el novillo Eros, las ninfas de ojos oscuros y Afrodita, vestida de púrpura. O cuando Eros, arrojando una mirada al mentón grisáceo del poeta, pasa al vuelo agitando sus doradas alas
Su poesía es, al contrario, delicada; manifiesta una gran sensibilidad para el colorido, para la utilización de imágenes originales y para lo delicado y frágil. Parece que sus obras formaban cinco libros en época alejandrina y en ellos, además de las canciones, había yambos, elegías y epigramas.
Raffaele Cantarella en La Literatura Griega Clásica escribe:
Simplicidad de eterno joven ávido de goce y de belleza, y atemorizado ante la vejez y la muerte; gracia ligera y elegante que expresa plenamente la serenidad del alma; sonriente y fino escepticismo que modera todo sentimiento de violencia, y una perfecta medida artística conformada de íntimo equilibrio y juicio en una rara limpidez de expresión, son las características esenciales del alma y de la poesía de Anacreonte. No es responsable Anacreonte, como no lo es Petrarca del petrarquismo ni Tasso de la Arcadia, de la deformación más bien vulgar que hizo de él la leyenda, representándolo como un viejo erotómano y borrachín; o de las innumerables “anacreónticas” edulcoradas que desenfrenadamente invadieron no sólo la literatura griega y bizantina hasta el siglo XV, sino incluso durante todos los siglos XVII y XVIII europeos, hasta el joven Goethe.
Finalmente, Carlos García Gual dice:
El vino y el amor, el amor fugaz y acaso ya imposible para el viejo poeta, son tópicos de la poesía de Anacreonte, poeta cortesano en Samos y en Atenas, gozador de lo que la vida amable pone al alcance. Más conocido por las obras de sus imitadores, por esas tardías “anacreónticas”, que por sus breves fragmentos auténticos, Anacreonte es muy superior a todos sus secuaces por la claridad de sus versos, por la sinceridad de sus expresiones y el brillo de sus imágenes, diluidas luego en tópicos un tanto amanerados y facilones.
Poemas:
(43 D)
ἄγε δὴ φέρ’ ἡμὶν ὦ παῖ
κελέβην, ὅκως ἄμυστιν
προπίω, τὰ μὲν δέκ’ ἐγχέας
ὕδατος, τὰ πέντε δ’ οἴνου
κυάθους ὡς ἀνυβριστῶς
ἀνὰ δηὖτε βασσαρήσω.
ἄγε δηὖτε μηκέτ’ οὕτω
πατάγωι τε κἀλαλητῶι
Σκυθικὴν πόσιν παρ’ οἴνωι
μελετῶμεν, ἀλλὰ καλοῖς
ὑποπίνοντες ἐν ὕμνοις.
Venga ya, tráenos, muchacho,
la copa, que de un trago
la apuro. Échale diez cazos
de agua, y cinco de vino,
para que sin excesos otra vez
celebre la fiesta de Baco.
Vamos, de nuevo, sin tanto
estrépito y griterío ahora
practiquemos el beber con vino,
no al modo escita, sino brindando
al compás de hermosos himnos.
(2 D)
ὦναξ, ὧι δαμάλης ῎Ερως
καὶ Νύμφαι κυανώπιδες
πορφυρῆ τ᾿ ᾿Αφροδίτη
συμπαίζουσιν, ἐπιστρέφεαι
δ’ ὑψηλὰς ὀρέων κορυφάς·
γουνοῦμαί σε, σὺ δ’ εὐμενὴς
ἔλθ’ ἡμίν, κεχαρισμένης
δ’ εὐχωλῆς ἐπακούειν·
Κλεοβούλωι δ’ ἀγαθὸς γένεο
σύμβουλος, τὸν ἐμόν γ’ ἔρω-
τ’, ὦ Δεόνυσε, δέχεσθαι.
Oh Soberano, compañero de juegos
de Eros seductor y de las Ninfas
de párpados azules y de la purpúrea
Afrodita, tú que recorres
las elevadas cumbres de los montes.
A ti te imploro, y tú benévolo
acúdenos a escuchar
nuestro ruego agraciado.
Se tú de Cleobulo un buen
consejero, y que acepte,
oh Dioniso, mi amor.
(5 D)
σφαίρηι δηὖτέ με πορφυρῆι
βάλλων χρυσοκόμης ῎Ερως
νήνι ποικιλοσαμβάλωι
συμπαίζειν προκαλεῖται
ἡ δ’, ἐστὶν γὰρ ἀπ᾿ εὐκτίτου
Λέσβου, τὴν μὲν ἐμὴν κόμην,
λευκὴ γάρ, καταμέμφεται,
πρὸς δ’ ἄλλην τινὰ χάσκει.
Echándome de nuevo su pelota de púrpura
Eros de cabellera dorada
me invita a compartir el juego
con la muchacha de sandalias de colores.
Pero ella, que es de la bien trazada Lesbos,
mi cabellera, por ser blanca, desprecia,
y mira, embobada, hacia alguna otra.
(44 D)
πολιοὶ μὲν ἡμὶν ἤδη
κρόταφοι κάρη τε λευκόν,
χαρίεσσα δ’ οὐκέτ’ ἥβη
πάρα, γηραλέοι δ’ ὀδόντες,
γλυκεροῦ δ’ οὐκέτι πολλὸς
βιότου χρόνος λέλειπται·
διὰ ταῦτ’ ἀνασταλύζω
θαμὰ Τάρταρον δεδοικώς·
᾿Αίδεω γάρ ἐστι δεινὸς
μυχός, ἀργαλῆ δ’ ἐς αὐτὸν
κάτοδος· καὶ γὰρ ἑτοῖμον
καταβάντι μὴ ἀναβῆναι.
Canosas ya tengo las sienes
y blanquecina la cabeza,
pasó ya la juventud graciosa,
y tengo los dientes viejos;
del dulce vivir el tiempo
que me queda ya no es mucho.
Por eso sollozo a menudo,
estoy temeroso del Tártaro.
Pues es espantoso el abismo
del Hades, y amargo el camino
de bajada… Seguro además
que el que ha descendido no vuelve.
(88 D)
πῶλε Θρηικίη, τί δή με
λοξὸν ὄμμασι βλέπουσα
νηλέως φεύγεις, δοκεῖς δέ
μ’ οὐδὲν εἰδέναι σοφόν;
ἴσθι τοι, καλῶς μὲν ἄν τοι
τὸν χαλινὸν ἐμβάλοιμι,
ἡνίας δ’ ἔχων στρέφοιμί
σ’ ἀμφὶ τέρματα δρόμου·
νῦν δὲ λειμῶνάς τε βόσκεαι
κοῦφά τε σκιρτῶσα παίζεις,
δεξιὸν γὰρ ἱπποπείρην
οὐκ ἔχεις ἐπεμβἀτην.
Potrilla tracia, ¿Por qué me miras
de reojo, y sin piedad me huyes,
y piensas que no sé nada sabio?
Ten por seguro que a ti muy bien
yo podría echarte el freno,
y con las riendas en la mano
dar vuelta a las lindes del estadio.
Pero ahora paces en los prados
y juegas con ágiles cabriolas,
porque no tienes un jinete
experto en la doma de yeguas.
La traducción es de Carlos García Gual en Antología de la poesía lírica griega, en Alianza Editorial (782).
Y el segundo ejemplo de Rameau.
Un comentario de Pedro, realizado el 3 de febrero de 2010, me ha permitido revisar este artículo.
Añado este enlace del programa de radio Clásica Acompasa2 en el que se habla de la ópera de Rameau ofrezco y este documento (Anacreonte de Cherubini) sobre el Anacreonte de Cherubini (aviso: cuesta mucho de cargar), en el que, además del libreto y la sinopsis de la obra del italiano, hay artículos sobre sus óperas y sobre los precedentes literarios y teatrales del Anacreonte.
interesante y bonitas imagenes!
Gracias, Alexandra. Comentarios como el tuyo animan a seguir con este trabajo. Es agradable saber que alguien lee el fruto de las horas pasadas ante el ordenador, en la consulta de datos y en la redacción de los artículos. Adelante con el estilo. Me pasaré por allí, aunque la moda no es lo mío.
El contenido del blog es muy interesante.Denota una persona profunda y con mucho contenido interior,sin saber si es chico/a,señor/a.
Somos seguidores del blog,(mi pareja y yo) aunque no hagamos comentario todos los días leemos el artículo.
Muchas gracias por sus horas ante el pc,seguro que como nosotros,hay muchisima más gente seguidora.
Ni caso del blog en el que colaboro,es totalmente atípico.
Gracias, Camaleón, por su benévolo comentario que, sin duda, es una respuesta al que hice yo a Alexandra y denota su voluntad de animarme a escribir más. Lo haré, aunque sé y soy consciente de que muchos de mis artículos no sean lo suficientemente interesantes (es difícil buscar asuntos de que hablar y hacerlo todos los días, máxime cuando en la red se ha hablado ya de casi todo y cuando uno elige un tema, se da cuenta, con cierta decepción, de que ya hay otras personas que lo han tratado y, en muchas ocasiones, mejor; en fin, a ese hecho responde el nombre de mi blog) o expresen una línea ideológica o de trabajo que muchos no compartan. Aquí también radica la riqueza del ser humano: la diversidad de opiniones, gustos, creencias, ideologías etc. que, sin embargo, deben propiciar una relación y un diálogo basado en el mutuo respeto y el conocimiento de los puntos de vista y opiniones de los demás.
Es por eso que, si alguna vez escribo algo de baja calidad o que no case con sus gustos o manera de pensar, tengan comprensión y magnanimidad con lo que escribo.
Muchas gracias.
Adhiero a elcamaleòn.sigo sus articulos.comentar no es lo frecuente.
Que gran opereta, la de Rameau, es este Anacreón.
Lo cierto, y hasta donde mi conocimiento alcanza, es que el barroco, y muy particularmente el francés, se sumergió profundamente en las aguas de la mitología para enmarcar su óperas y sus tragedias líricas que es término que Jean Baptiste Lully acuñó cuando inició la verdadera ópera francesa. Al margen de sus actuaciones contra la competencia sirviéndose de su relación con Luis XIV, lo cierto es que creó auténticas bellezas musicales como el Atys, Cadmus et Hermione, Persee…. Siempre me llamó muchísimo la atención el uso del prólogo para cantar las alabanzas del rey Sol con una música arrebatadora.
Se fue Lully y … al tiempo llegó Rameau que consiguió romper con el cuadro de la tragedia lírica y crear obras igual de hermosas.
Espero no haberme salido de la línea del blog pero como habrán podido comprobar soy un enamorado de esta música.
¿Nihil novum sub solem? Para mí si hay algo nuevo. Este blog.
Gracias por el trabajo realizado.
Muchas gracias, Pedro, por tu comentario; me ha hecho revisar el artículo sobre Anacreonte y he añadido un enlace al blog del programa de Radio Clásica Acompasa2, que hablaba de la ópera de Rameau y un documento en PDF, que he encontrado en Internet, sobre el Anacreonte de Luigi Cherubini, que incluye un apartado sobre los precedentes teatrales y literarios, donde hay referencias a la obra de Jean Philippe Rameau.
En abosuluto te sales de la línea del blog, pues el autor del mismo es también un enamorado o apasionado de esta y otras tantas magníficas músicas.
Pues me alegra mucho saber que no me he salido del tema pero me alegra mucho más saber que eres un aficionado más a la obra de Rameau. Yo no escondo mis filias al barroco francés cuyas óperas y tragédias líricas son prácticamente descartadas, cuando no despreciadas, por los, supuestos, entendidos de la ópera. En fín… es para mí una época tan hermosa la que se vive en la Francia de Luis XIII hasta Luis XV. El desarrollo de las artes fue impresionante tanto en música, con lo ya mencionados y otros más, como en literatura (Moliere, Baró), la pintura (La Tour, Poussin).
En fín, es un placer para el intelecto y para los sentidos. Si se me permite creo que este vídeo de Youtube (lástima de poca calidad del vídeo) expresa mis sentimientos mejor que mis palabras.
Gracias otra vez.
[…] y Omega, Alusiones míticas en las odas a santa Cecilia, Santa Cecilia 2011), Orfeo, sobre ópera (Anacreonte de Rameau o Ariadna en Naxos, de Strauss, o las óperas mitológicas de Gluck), un disco (Idomeneo como […]