En el terreno musical, aparte del Lied, con el que iniciamos esta serie, el mito de Prometeo está presente en otros autores.
Ludwig Van Beethoven (1770-1827) compuso la música de ballet para «Las criaturas de Prometeo» Op. 43 (Die Geschöpfe des Prometheus).
En 1800, Beethoven recibió el encargo de componer la partitura para un ballet que habría de ser coreografiado por el famoso Salvatore Viganò, considerado el mejor bailarín y el mejor coreógrafo del momento, prestigio que mantuvo durante el primer tercio del siglo XIX. La coreografía estaba basada en un libreto que no sólo se apartaba radicalmente del mito original de Prometeo, sino que además omitía por completo el carácter heroico y rebelde del titán. Beethoven escribió su partitura de ballet, dividida en una obertura y 16 números de danza. Entre estos números hay varios diseñados especialmente para el lucimiento del coreógrafo Viganò y su esposa. El estreno de Las criaturas de Prometeo se llevó a cabo el 28 de marzo de 1801 en el Teatro Hofburg o Burgtheater de Viena, y dedicado a la princesa Christiane von Lichnowski. Viganò mantuvo en su repertorio Las criaturas de Prometeo durante toda su larga carrera en el Teatro alla Scala, con diversas revisiones para adecuarlo a los cambios del gusto, manteniendo mucha de la música original de Beethoven y escribiendo él mismo, muy competente compositor, la música complementaria. Fue, con toda probabilidad, la única oportunidad que tuvo Beethoven de colaborar con un artista de talla semejante a la suya propia. En 1813, Viganò propondrá una nueva versión de esta obra en la Scala de Milán y añadirá páginas extraídas de La Creación de Joseph Haydn.
En 1929, para el 100º aniversario de la muerte de Beethoven, Jacques Rouché, director de la Ópera de París, hace reconstituir la partitura e invita a George Balanchine a montar este ballet. Éste cae enfermo y es sustituido por Serge Lifar. Tras el clamoroso éxito del estreno, Lifar será nombrado primer bailarín y profesor de ballet de la Ópera de París.
La base argumental de este ballet alegórico es la leyenda de Prometeo, a quien los griegos presentaban como un espíritu sublime, que refinó el género humano, a través de las ciencias y las artes. La trama gira en torno a dos estatuas que cobran vida al influjo de la armonía, y con el nacimiento experimentan las pasiones terrenales. Prometeo las conduce al Parnaso para que Apolo, dios de las Artes, las ilumine con su sabiduría. La partitura pertenece al primer período compositivo de Beethoven, y registra una profunda semejanza mozartiana. Consta, como hemos dicho, de una Obertura, introducción y 16 cuadros con estas indicaciones de tempo:
- Ouvertüre
- Einleitung (Allegro non troppo)
- Poco adagio – Allegro con brio
- Adagio – Allegro con brio
- Allegro vivace
- Maestoso – Andante
- Adagio – Andante quasi allegretto
- Un poco adagio – Allegro
- Grave
- Allegro con brio – Presto
- Adagio – Allegro Molto
- Pastorale. Allegro
- Andante
- Maestoso – Adagio – Allegro
- Allegro
- Andante – Adagio – Allegro
- Andantino – Adagio – Allegro
- Finale. Allegretto
Sin embargo, sólo la Obertura goza de cierta fama y es lo que generalmente se escucha en los conciertos. En el video se pueden escuchar la Obertura y la Introducción (Allegro non troppo). Al final aparece por primera vez el tema heroico sobre el que elevará la gloriosa construcción final de la Sinfonía número 3 (Heroica).
En este otro video podemos escuchar el número 7 del ballet Adagio-Andante quasi allegretto, un bello número con un solo de violoncello muy hermoso, que llega tras un breve clímax en la cuerda y una preparación en el arpa. Hay también intervenciones muy delicadas de arpa, flauta, clarinete y fagot.
El Prometeo de Beethoven fue uno de sus primeros éxitos, con más de 20 representaciones en Viena entre 1801 y 1802. En un programa de mano de la época podemos leer lo siguiente:
Este ballet alegórico está basado en el mito de Prometeo. Los filósofos griegos, que conocían el mito, contaron la historia de la siguiente manera: representaron a Prometeo como un elevado espíritu que, encontrando a los seres humanos de su tiempo en un estado de ignorancia, los pulió gracias al arte y el conocimiento y dándoles leyes de buena conducta. De acuerdo con estas fuentes, el ballet presenta dos estatuas animadas que, bajo el influjo de armonía, son capaces de alcanzar todas las pasiones de la existencia humana. Prometeo las conduce al Parnaso para recibir instrucción de Apolo, dios de las artes.
Se ha dicho que Las criaturas de Prometeo es música utilitaria destinada a un ballet de rígido argumento. Es ahí donde hay que entender algunos números de impersonal clasicismo que contrastan con la fortaleza de otros elementos que reaparecerán en la tercera y sexta sinfonías, como La tempestad y el tema heroico de la Tercera, y la Pastorale, que es un anticipo de la también llamada Sinfonía “Pastoral”. Basta imaginar en escena a Salvatore Viganò, bailarín, coreógrafo y compositor, quien junto con su esposa María Medina protagonizó el estreno. Él había seleccionado a Beethoven para su tercera producción como director de la compañía de ballet vienesa para la que había sido nombrado en 1799, y él daría cuerpo a Prometeo, el héroe griego que había encontrado a la humanidad en estado de ignorancia primigenia y tuvo el mérito, según la mitología, de refinar a los seres humanos mediante las artes y la ciencia, y ofrecerles leyes universales.
El estreno, ante la emperatriz Maria Theresia, se anunció como Los hombres de Prometeo, el más grande ballet del “clasicismo” que ha sobrevivido, junto al Don Juan de Gluck.
La obra empieza con un travieso Prometeo, escapado del Olimpo que con la llama divina moldea unas figuras, hombre y mujer; las figuras creadas por Prometeo toman vida, pero se da cuenta de que sólo toman vida, esto es, no tienen ni razonamiento ni sentimiento; no tienen alma. Así que decide destruirlas. Antes, sin embargo, presenta su «creación» ante Apolo, para que este las instruya en las artes y las ciencias. Así, las criaturas, de nombre Euterpe y Anfión comienzan a jugar por todas partes.
Es aquí cuando la música hace acto de presencia y se dan cuenta de que están vivos, y encima, o además, se dan cuenta de que uno es hombre y otro es mujer.
Marzo les inicia en la danza, y así danzan ante Baco, que se muestra gozoso de la vida de los personajes creados por el titán.
Pero aparece Melpómene, musa de la tragedia, que, dándose cuenta de que Prometeo ha creado unas criaturas cuyo destino será la muerte, mata a Prometeo como castigo. Pero, Talía, musa de la comedia, ante el desconsuelo general por la muerte de su creador, concede la inmortalidad a Prometeo.
Al final, todos danzan junto a Marzo, en honor de Baco y Pan.
Aquí se pueden oír los primeros segundos de cada número.
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