Vamos con la cantata Le nozze di Teti, e di Peleo, y seguimos ahora con nuestra traducción al español de la traducción, a su vez a cargo de Emanuela Guastella, del texto de Philip Gossett, en el citado librito que acompaña a la grabación que poseemos de DECCA.
Cuando Rossini llegó por primera vez a Nápoles, en el otoño de 1815, el ejército de Napoleón hacía poco que había partido; le había sustituido el rey Fernando IV de Borbón. El 1816 Maria Carolina, hija de Francesco, primer hijo de Fernando IV, rey de Nápoles, y heredero al trono, se casaba con el Duque de Berry, hijo del futuro Charles X de Francia. Con ocasión de los festejos, se encargó a Rossini la composición de una cantata de argumento mitológico, que fue representada el 24 de abril de 1816 en el Teatro del Fondo de Nápoles.
Éste es el comentario publicado el día siguiente en un periódico local:
El público captó todas las felices alusiones que el clarísimo Señor caballero [Angelo Maria] Ricci, autor del drama, había sabido trazar de las bodas de Tetis y Peleo [la nereida y el héroe padres de Aquiles], para celebrar las de una princesa nuestra con un príncipe de Francia.
Debía tratarse de festejos absolutamente espléndidos, a juzgar por las didascalias del libretto impreso y del excepcional reparto que incluía a Isabella Colbran, Andrea Nozzari y Giovanni David.
El destino, no obstante, no fue favorable a la pareja: en 1820 el Duque de Berry fue asesinado y murió en los brazos de su joven esposa. La cantata de Rossini desapareció hasta 1966, cuando se tuvo la fortuna de encontrar el manuscrito autógrafo en el Conservatorio de Nápoles.
La música de Rossini es maravillosamente proporcional al evento. Los números son un tanto breves, en general, pero la composición y la orquestación son deliciosas y variadas; la música ha sido tomada de las primeras óperas. Algunos de los préstamos más interesantes provienen de El Barbero de Sevilla, que había sido representado por primera vez dos meses antes, en febrero de 1816. Es divertido escuchar algunos temas del final del acto primero (“Freddo ed immobile”), del trío (“Zitti, zitti, piano, piano”) y el aria del Conde (“Cessa di più resistere”) asignada en la cantata a Ceres en “Ah non potrian resistere”, antes de encontrar su ubicación final en la Cenerentola.
Quien conoce las primeras óperas de Rossini reconocerá también las referencias a La pietra del paragone, La Scala di seta, Torvaldo e Dorliska, Sigismondo e Il turco in Italia.
Vamos con la estructura de la obra y el texto de Angelo Maria Ricci. Cuando en el texto aparecen referencias a personajes, lugares o elementos mitológicos damos una breve explicación de los mismos.
Preludio
Destacadas intervenciones de cuerdas, trompa, clarinete y flauta se mezclan con tutti orquestales, en los que ya es posible rastrear el gusto de Rossini por el crescendo, en el que, en el futuro, mostrará una gran maestría.
1. Coro:
Suoni il monte, echeggi il piano
D’un armonico fragor,
e la gioia di lontano
ripercota in ogni cor.
Qual s’avanza eroe sovrano
Ch’è di Tetide l’amor?
Il suo nome, e il nodo arcano
Si dipinga in ogni fior.
Suoni el monti, echeggi il piano, etc.
Que suene el monte, que resuene el valle
de un clamor armónico,
y la alegría desde lejos
entre en todos los corazones.
¿Quién es el héroe soberano
que es el amor de Tetis?
Que su nombre, y su unión misteriosa
se pinten en cada flor.
Que suene el monte, que resuene el valle, etc.
El coro inicial ya nos centra en la acción: se trata de la unión misteriosa, la boda de Tetis y del héroe soberano, es decir, Peleo. Tal vez sea licencia poética, pero ese “suoni il monte” debe ser la alusión al escenario de las bodas de los dos protagonistas: el monte Pelión.
Aunque sea brevemente, debemos hablar de los protagonistas de las bodas.
Tetis, nos dice Pierre Grimal, es una de las nereidas, hija de Nereo, el viejo del mar, y de Dóride. Por tanto, es una divinidad marítima e inmortal, la más célebre de todas las nereidas. No obstante, existe una tradición oscura que presenta a Tetis como la hija del centauro Quirón.
Tetis (Θέτις) fue criada por Hera, de igual forma que ella lo había sido por Tetis (Τηθύς, la hija de Urano y Gea). En la leyenda varios episodios se explican por los lazos de afecto que unen a la nereida con la esposa de Zeus. Por ejemplo, Tetis recoge a Hefesto al ser éste arrojado por Zeus desde lo alto del Olimpo por haber querido intervenir a favor de Hera. Tetis, por orden de Hera, se hace cargo del timón de la nave Argo durante la travesía de las Simplégades. Finalmente, según ciertos mitógrafos, se negó al amor de Zeus, cuando éste quiso unirse a ella, para no disgustar a Hera.
Cierto que otras tradiciones interpretan este episodio de modo distinto, y cuentan que Zeus y Posidón habían querido conquistarla los dos, hasta el día en que un oráculo de Temis reveló que el hijo que nacería de Tetis sería más poderoso que su padre. Los dos grandes dioses no insistieron y se apresuraron a dársela a un mortal. Otros atribuyen este oráculo a Prometeo, el cual habría precisado que el hijo destinado a nacer de los amores de Zeus y Tetis sería un día señor de los cielos. Sea de ello lo que fuere, Tetis, que era ya inaccesible a las divinidades, sólo podía casarse con un hombre. Quirón, el centauro, lo supo y se apresuró a aconsejar a su protegido Peleo que aprovechase esta ocasión para casarse con una divinidad. Ésta, empero, opuso muchas dificultades. Como todas las divinidades marítimas tenían el don de transformarse y lo utilizó. Sin embargo, Peleo logró vencerla y casarse con ella.
Peleo, rey de Ptía, en Tesalia, es sobre todo célebre por haber sido el padre de Aquiles. Es hijo de Éaco y Endeis, hija de Escirón. Tiene un hermano, Telamón, y un hermanastro, Foco, hijo de Éaco y de la nereida Psámate. Telamón y Peleo, envidiosos de la destreza de Foco en todos los ejercicios físicos, resolvieron dar muerte a su hermano y echaron a suertes para saber cuál de los dos debía asesinarlo. La suerte designó a Telamón, que mató a Foco lanzándole el disco a la cabeza. Otras tradiciones afirman que se trató de una muerte accidental, o bien que el principal culpable fue Peleo. Sea de ello lo que fuere, Éaco descubrió el fratricidio y desterró a sus dos hijos lejos de Egina. Mientras Telamón pasaba a Salamina, Peleo se dirigía a la corte de Euritión, hijo de Áctor, en Ptía (Tesalia), el cual lo purificó del fratricidio, le otorgó en matrimonio a su hija Antígona y le cedió la tercera parte de su reino. Con Antígona, Peleo tuvo una hija, Polidora, que casó con Boro, hijo de Perietes.
Sobre su otra purificación, tras la muerte involuntaria de su suegro Euritión, durante la cacería de Calidón, hablaremos en el capítulo siguiente de esta serie.
A continuación, Peleo casó con Tetis, hija de Nereo, a la que los dioses habían decidido dar por marido un mortal. Ella rehusó, pero, por su condición de divinidad marina, poseía, como hemos visto, el don de cambiar de forma a voluntad, y, usando, de él, transformóse sucesivamente, para escapar a los abrazos de Peleo, en fuego, agua, viento, árbol, pájaro, tigre, león, serpiente, y, finalmente, en jibia. Peleo, aleccionado por el centauro Quirón, la sujetó fuertemente, y al final volvió a convertirse en diosa y mujer.
La boda se celebró en el monte Pelión, y a ella asistieron los dioses; las Musas cantaron el epitalamio, y todos ofrecieron un regalo a los recién casados. Entre los más notables se citan una lanza de fresno, ofrecida por Quirón, y dos caballos inmortales, Balio y Janto, obsequio de Posidón. Más tarde, estos corceles reaparecerán uncidos al carro de Aquiles.
El matrimonio no fue feliz. Es verdad que Tetis dio hijos a Peleo, pero los mataba al tratar de hacerlos inmortales. Así, cuando Peleo, para salvar a Aquiles, el nacido en último lugar, se lo arrancó de las manos cuando ella lo ponía al fuego, Tetis huyó, negándose luego, obstinadamente, a volver a su lado.
Quizá sea necesario aportar ya una de las fuentes para conocer algo de estas bodas. Es el Carmen LXIV de Catulo. Ofrecemos en este artículo la primera parte:
Peliaco quondam prognatae vertice pinus
dicuntur liquidas Neptuni nasse per undas
Phasidos ad fluctus et fines Aeeteos,
cum lecti iuvenes, Argivae robora pubis,
auratam optantes Colchis avertere pellem
ausi sunt vada salsa cita decurrere puppi,
caerula verrentes abiegnis aequora palmis.
diva quibus retinens in summis urbibus arces
ipsa levi fecit volitantem flamine currum,
pinea coniungens inflexae texta carinae.
illa rudem cursu prima imbuit Amphitriten.
quae simul ac rostro ventosum proscidit aequor,
tortaque remigio spumis incanuit unda,
emersere freti candenti e gurgite vultus
aequoreae monstrum Nereides admirantes.
illa, haud ante alia, viderunt luce marinas
mortales oculis nudato corpore Nymphas
nutricum tenus exstantes e gurgite cano.
tum Thetidis Peleus incensus fertur amore,
tum Thetis humanos non despexit hymenaeos,
tum Thetidi pater ipse iugandum Pelea sensit.
o nimis optato saeclorum tempore nati
heroes, salvete, deum genus! o bona matrum
progenies, salvete iterum, salvete, bonarum!
vos ego saepe mero, vos carmine compellabo.
teque adeo, eximie taedis felicibus aucte,
Thessaliae columen, Peleu, cui Iuppiter ipse,
ipse suos divum genitor concessit amores
tene Thetis tenuit pulcherrima Nereine,
tene suam Tethys concessit ducere neptem,
Oceanusque, mari totum qui amplectitur orbem?
quis simul optatae finito tempore luces
advenere, domum conventu tota frequentat
Thessalia, oppletur laetanti regia coetu:
dona ferunt prae se, declarant gaudia vultu.
deseritur Cieros, linquunt Pthiotica Tempe
Crannonisque domos ac moenia Larisaea,
Pharsalum coeunt, Pharsalia tecta frequentant.
rura colit nemo, mollescunt colla iuvencis,
non humilis curvis purgatur vinea rastris,
non falx attenuat frondatorum arboris umbram,
non glebam prono convellit vomere taurus,
squalida desertis robigo infertur aratris.
ipsius at sedes, quacumque opulenta recessit
regia, fulgenti splendent auro atque argento.
candet ebur soliis, collucent pocula mensae,
tota domus gaudet regali splendida gaza.
pulvinar vero divae geniale locatur
sedibus in mediis, Indo quod dente politum
tincta tegit roseo conchyli purpura fuco.
Así traduce este primer fragmento Ana Pérez Vega:
En el pelíaco vértice un día nacidos pinos,
se dice que por las límpidas olas de Neptuno nadaron,
del Fasis hacia los flujos y los confines eeteos,
cuando selectos jóvenes, de la argiva juventud los robles,
la áurea piel anhelando arrebatar de los colcos, 5
se atrevieron los vados salados a recorrer en rápida popa,
las azules superficies barriendo con palmas de abeto.
La divina para ellos, la que retiene en las supremas ciudades los recintos,
ella misma hizo, que con leve soplo volara, un carro,
la pínea trama unciendo a la encorvada quilla. 10
Ella a Anfitrite, ruda en esta carrera, la primera imbuyó,
la cual, una vez que con su espolón hendió la ventosa superficie,
y, volteada a remo, de espumas se encaneció la onda,
emergieron del candente torbellino del estrecho sus rostros
las ecuóreas Nereides, el prodigio admirando. 15
En aquella luz, † no en otra †, vieron a las marinas
Ninfas los mortales con sus ojos, desnudado su cuerpo,
hasta las mamas sobresaliendo del torbellino cano.
Entonces, de Tetis por el amor, que Peleo se encendió se cuenta,
entonces Tetis no despreció, humanos, unos himeneos, 20
entonces, que a Tetis uncirse debía Peleo, el Padre mismo sintió.
Oh en un tiempo de los siglos demasiado anhelados nacidos,
héroes, salud tened, de los dioses el linaje, oh de sus madres buena 23a
progenie, salud tened de nue<vo, de sus madres buenas> 23b
A vosotros yo a menudo, con mi canción, a vosotros os apelaré,
y a ti, tan eximiamente por estas teas felices acrecido, 25
de Tesalia el baluarte, Peleo, al que Júpiter mismo,
el mismo de los dioses genitor, concedió sus amores,
¿acaso a ti Tetis no te tuvo, bellísima Nerina?
¿Acaso a ti Tetis no te concedió que te llevaras a su nieta,
y el Océano, el que de mar todo rodea al orbe? 30
A los cuales, una vez que cumplido el tiempo las anheladas luces
llegaron, toda Tesalia la casa con su concurso
frecuenta: se llena la regia de su alegre asistencia.
Sus dones llevan ante sí, en su rostro declaran sus gozos.
Desierta queda Cieros/Esciros, dejan la ptiótica Tempe 35
y de Crannón las casas y las murallas lariseas;
a Farsalo llegan, los farsalios techos concurren.
Las tierras no cultiva nadie, se mullen los cuellos de los novillos,
no, humilde, con los curvos rastrillos se purga la viña,
no la hoz atenúa, de los podadores, del árbol la sombra, 41
no el terrón arranca con la inclinada reja el toro, 40
sucia robín los desiertos arados recubre.
Mas de él las sedes, por donde quiera que opulenta se expande
la regia, de fulgente oro resplandece y plata.
Brilla el marfil en los solios, le lucen las copas a la mesa, 45
toda la casa goza, del real tesoro espléndida.
El lecho genital, empero, de la diosa, se coloca
de las sedes en medio, el que, pulido con indo diente,
teñida de róseo molusco, cubre una púrpura con fuco.
Deja una respuesta