Prosigue el capítulo 34 de Las aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi.
Quando ritornò in sé da quello sbigottimento, non sapeva raccapezzarsi, nemmeno lui, in che mondo si fosse. Intorno a sé c’era da ogni parte un gran buio: ma un buio così nero e profondo, che gli pareva di essere entrato col capo in un calamaio pieno d’inchiostro. Stette in ascolto e non senti nessun rumore: solamente di tanto in tanto sentiva battersi nel viso alcune grandi buffate di vento. Da principio non sapeva intendere da dove quel vento uscisse: ma poi capì che usciva dai polmoni del mostro. Perché bisogna sapere che il Pesce-cane soffriva moltissimo d’asma, e quando respirava, pareva proprio che tirasse la tramontana.
Pinocchio, sulle prime, s’ingegnò di farsi un poco di coraggio: ma quand’ebbe la prova e la riprova di trovarsi chiuso in corpo al mostro marino allora cominciò a piangere e a strillare: e piangendo diceva:
– Aiuto! aiuto! Oh povero me! Non c’è nessuno che venga a salvarmi?
– Chi vuoi che ti salvi, disgraziato?… — disse in quel buio una vociaccia fessa di chitarra scordata.
– Chi è che parla così? — domandò Pinocchio, sentendosi gelare dallo spavento.
– Sono io! sono un povero Tonno, inghiottito dal Pesce-cane insieme con te. E tu che pesce sei?
– Io non ho che vedere nulla coi pesci. Io sono un burattino.
– E allora, se non sei un pesce, perché ti sei fatto inghiottire dal mostro?
– Non son io, che mi son fatto inghiottire: gli è lui che mi ha inghiottito! Ed ora che cosa dobbiamo fare qui al buio?…
– Rassegnarsi e aspettare che il Pesce-cane ci abbia digeriti tutt’e due!…
– Ma io non voglio esser digerito! — urlò Pinocchio, ricominciando a piangere.
– Neppure io vorrei esser digerito, — soggiunse il Tonno, — ma io sono abbastanza filosofo e mi consolo pensando che, quando si nasce Tonni, c’è più dignità a morir sott’acqua che sott’olio!…
– Scioccherie! — gridò Pinocchio.
– La mia è un’opinione, — replicò il Tonno, — e le opinioni, come dicono i Tonni politici, vanno rispettate!
– Insomma… io voglio andarmene di qui… io voglio fuggire…
– Fuggi, se ti riesce!…
– È molto grosso questo Pesce-cane che ci ha inghiottiti? — domandò il burattino.
– Figùrati che il suo corpo è più lungo di un chilometro, senza contare la coda.
Nel tempo che facevano questa conversazione al buio, parve a Pinocchio di veder lontan lontano una specie di chiarore.
– Che cosa sarà mai quel lumicino lontano lontano? — disse Pinocchio.
– Sarà qualche nostro compagno di sventura, che aspetterà come noi il momento di esser digerito!….
– Voglio andare a trovarlo. Non potrebbe darsi il caso che fosse qualche vecchio pesce capace di insegnarmi la strada per fuggire?
– Io te l’auguro di cuore, caro burattino.
– Addio, Tonno.
– Addio, burattino; e buona fortuna.
– Dove ci rivedremo?…
– Chi lo sa?… È meglio non pensarci neppure!
Cuando volvió de su desmayo no sabía en qué mundo se encontraba. En torno suyo reinaba una gran oscuridad pero tan negra y profunda, que le parecía hallarse en la bolsa de tinta de un calamar. Quiso escuchar, pero no oyó ruido alguno; únicamente sentía de cuando en cuando una bocanada de aire que le daba en la cara. Al principio no podía saber de dónde vendría aquel aire; pero después comprendió que salía de los pulmones del monstruo. Porque hay que advertir que el monstruo padecía mucho de asma, y cuando respiraba parecía que se había desatado el huracán. Al pronto trató Pinocho de infundirse a sí mismo algún valor; pero cuando ya tuvo la seguridad de que se encontraba encerrado en el cuerpo del monstruo marino, empezó a llorar y a gritar, diciendo:
-¡Socorro! ¡Socorro! ¡Desgraciado de mí! ¿No hay quien venga a salvarme?
-¿Y quién va a salvarte, desgraciado? – contestó en aquella oscuridad una voz cascada, como de guitarra sin templar.
-¿Quién me ha hablado? – preguntó Pinocho, sintiendo aún mayor espanto.
-¡Soy yo: un mísero bacalao que el dragón ha engullido lo mismo que a ti! ¿Y tú, qué pez eres?
¡Que pez ni qué narices! ¡Yo no soy pez de ninguna clase! ¡Yo soy un muñeco!
– Pues si no eres un pez, ¿Por qué te has dejado tragar por el monstruo?
-¡Hombre, eso no se le ocurre más que a un bacalao! He hecho todo lo posible para que no me tragara; pero se ha empeñado, y como este diablo de dragón corre que se las pela. Bueno, ¿y qué hacemos en esta oscuridad?
– Resignarnos y esperar a que el dragón nos digiera a los dos.
-¡Es un lindo porvenir! – dijo Pinocho.
Y poniéndose muy triste de repente, empezó a llorar como un becerro.
– Hombre, a mi tampoco me hace una gracia extraordinaria – contestó el bacalao – ; pero soy filósofo, y me resigno. Bien mirado, hasta me alegro; porque cuando uno nace bacalao, es más honroso morir en el agua que en el aceite frito.
-¡Valiente majadería! – dijo Pinocho.
– Es una opinión; y como dicen los peces de la política, todas las opiniones deben ser respetadas.
– Bueno, yo lo que digo es que quiero salir de aquí, que quiero escaparme.
– Prueba, si lo consigues, mejor para ti.
-¿Es muy grande este dragón que nos ha tragado? – preguntó el muñeco.
– Figúrate que su cuerpo tiene más de un kilómetro de largo, sin contar la cola.
Mientras así conversaba Pinocho en aquella oscuridad, le pareció ver allá lejos, pero muy lejos, una especie de resplandor.
-¿Qué será aquella lucecita que se ve allá lejos? – dijo Pinocho.
– Será algún compañero nuestro de desgracia, que estará esperando, igual que nosotros, el momento de ser digerido.
– Me voy a buscarle. ¿Quizá sea algún pez viejo que pueda enseñarme la salida!
– Te lo deseo con toda mi alma, simpático muñeco.
-¡Adiós, amable bacalao!
-¡Adiós, muñeco, y buena suerte!
-¿Dónde volveremos a vernos?
-¡Vete a saber! ¡Vale más no pensarlo!
Hola, buen día
Disculpa, perdón que haga este comentario que es fuera totalmente de la publicación. Pero tengo una duda que me atormenta y creo que usted podría resolverla:
Hace mucho, según parece, publicó en lo que parece su anterior blog una traducción a un pasaje de Séneca, me gustaría saber, en la medida de lo posible, cuál es la cita precisa de dicho pasaje, quiero decir: obra, libro, capítulo, etc.
Y, de ser posible, si tuviese el texto latino original sería de mucha ayuda.
Pongo aquí la liga de lo que pregunto: http://portomecum.blogspot.com/2006/10/quin-dijo-omnia-mea-mecum-porto.html (es un pasaje, repito de Séneca, en azul justo arriba del apartado de Santillana)
En verdad si fuese posible contestar lo antes posible estaría eternamente agradecido.
Buen día (=
Y buenísimo el blog, por cierto.
Hola, Alfonso:
Muchas gracias por el comentario. Supongo que se refiere Usted a este fragmento:
Si algún día desde el cieno de la tierra llegamos a aquella altura sublime y excelsa, nos aguardan la tranquilidad del alma y, disipado todo error, la plena libertad. ¿Quieres saber lo que ésta supone? No temer a los hombres, ni a los dioses; no codiciar ni lo deshonesto, ni lo excesivo; poseer el máximo dominio de sí mismo. Es un bien inestimable llegar a la propia posesión. Salud.
Pues bien, se trata de la epístola 75, del Libro IX, párrafo 18, de las Epistolas Morales a Lucilio de Séneca. La traducción, como indico en el blog, es de Ismael Roca Melià, en la editorial Gredos. El pasaje (Epístolas Morales a Lucilio IX, 75, 18) en latín es así:
Expectant nos, si ex hac aliquando faece in illud evadimus sublime et excelsum, tranquillitas animi et expulsis erroribus absoluta libertas. Quaeris quae sit ista? Non homines timere, non deos; nec turpia velle nec nimia; in se ipsum habere maximam potestatem: inaestimabile bonum est suum fieri. Vale.
También se puede leer, si no falla el enlace, aquí.
Espero que le hay sido de utilidad.