Seguimos con las fuentes clásicas sobre la reina Hécuba y continuamos con Homero.
En XXIV, 188 y siguientes, Hécuba intenta disuadir a su esposo Príamo de su intención de ir al campamento aqueo a suplicar a Aquiles que le entregue el cadáver de su querido hijo Héctor:
῾Η μὲν ἄρ᾿ ὣς εἰποῦσ᾿ ἀπέβη πόδας ὠκέα ῏Ιρις,
αὐτὰρ ὅ γ᾿ υἷας ἄμαξαν ἐΰτροχον ἡμιονείην
ὁπλίσαι ἠνώγει, πείρινθα δὲ δῆσαι ἐπ᾿ αὐτῆς.
αὐτὸς δ᾿ ἐς θάλαμον κατεβήσετο κηώεντα
κέδρινον ὑψόροφον, ὃς γλήνεα πολλὰ κεχάνδει·
ἐς δ᾿ ἄλοχον ῾Εκάβην ἐκαλέσσατο φώνησέν τε·
δαιμονίη Διόθεν μοι ᾿Ολύμπιος ἄγγελος ἦλθε
λύσασθαι φίλον υἱὸν ἰόντ᾿ ἐπὶ νῆας ᾿Αχαιῶν,
δῶρα δ᾿ ᾿ Αχιλλῆó φερέμεν τά κε θυμὸν ἰήνῃ.
ἀλλ᾿ ἄγε μοι τόδε εἰπὲ τί τοι φρεσὶν εἴδεται εἶναι;
αἰνῶς γάρ μ᾿ αὐτόν γε μένος καὶ θυμὸς ἄνωγε
κεῖσ᾿ ἰέναι ἐπὶ νῆας ἔσω στρατὸν εὐρὺν ᾿Αχαιῶν.
῾Ως φάτο, κώκυσεν δὲ γυνὴ καὶ ἀμείβετο μύθῳ·
ὤ μοι πῇ δή τοι φρένες οἴχονθ᾿, ἧς τὸ πάρος περ
ἔκλε᾿ ἐπ᾿ ἀνθρώπους ξείνους ἠδ᾿ οἷσιν ἀνάσσεις;
πῶς ἐθέλεις ἐπὶ νῆας ᾿Αχαιῶν ἐλθέμεν οἶος
ἀνδρὸς ἐς ὀφθαλμοὺς ὅς τοι πολέας τε καὶ ἐσθλοὺς
υἱέας ἐξενάριξε· σιδήρειόν νύ τοι ἦτορ.
εἰ γάρ σ’ αἱρήσει καὶ ἐσόψεται ὀφθαλμοῖσιν
ὠμηστὴς καὶ ἄπιστος ἀνὴρ ὅ γε οὔ σ᾿ ἐλεήσει,
οὐδέ τί σ᾿ αἰδέσεται. νῦν δὲ κλαίωμεν ἄνευθεν
ἥμενοι ἐν μεγάρῳ· τῷ δ᾿ ὥς ποθι Μοῖρα κραταιὴ
γιγνομένῳ ἐπένησε λίνῳ, ὅτε μιν τέκον αὐτή,
ἀργίποδας κύνας ἆσαι ἑῶν ἀπάνευθε τοκήων
ἀνδρὶ πάρα κρατερῷ, τοῦ ἐγὼ μέσον ¸παρ ἔχοιμι
ἐσθέμεναι προσφῦσα· τότ᾿ ἄν τιτὰ ἔργα γένοιτο
παιδὸς ἐμοῦ, ἐπεὶ οὔ ἑ κακιζόμενόν γε κατέκτα,
ἀλλὰ πρὸ Τρώων καὶ Τρωϊάδων βαθυκόλπων
ἑσταότ᾿ οὔτε φόβου μεμνημένον οὔτ᾿ ἀλεωρῆς.
Cuando esto hubo dicho, fuese Iris, la de los pies ligeros. Príamo mandó a sus hijos que prepararan un carro de mulas, de hermosas ruedas, pusieran encima una arca y la sujetaran con sogas. Bajó después al perfumado tálamo, que era de cedro, tenía elevado techo y guardaba muchas preciosidades; y llamando a su esposa Hécabe, hablóle en estos términos:
¡Hécabe infeliz! La mensajera del Olimpo ha venido por orden de Zeus a encargarme que vaya a las naves de los aqueos y rescate al hijo, llevando a Aquileo dones que aplaquen su enojo. Ea, dime, ¿qué piensas acerca de esto? Pues mi mente y mi corazón me instigan a ir allá, hacia las naves, al campamento vasto de los aqueos.
Así dijo. La mujer prorrumpió en sollozos, y respondió diciendo:
¡Ay de mí! ¿Qué es de la prudencia que antes te hizo célebre entre los extranjeros y entre aquellos sobre los cuales reinas? ¿Cómo quieres ir solo a las naves de los aqueos y presentarte al hombre que te mató tantos y tan valientes hijos? De hierro tienes el corazón. Si ese guerrero cruel y pérfido llega a verte con sus propios ojos y te coge, ni se apiadará de ti, ni te respetará en lo mas mínimo. Lloremos a Héctor sentados en el palacio, a distancia de su cadáver; ya que cuando le parí, el hado poderoso hiló de esta suerte el estambre de su vida: que habría de saciar con su carne a los veloces perros, lejos de sus padres y junto al hombre violento cuyo hígado ojalá pudiera yo comer hincando en él los dientes. Entonces quedarían vengados los insultos que ha hecho a mi hijo; que éste, cuando aquél le mató, no se portaba cobardemente, sino que a pie firme defendía a los troyanos y a las troyanas de profundo seno, no pensando ni en huir ni en evitar el combate.
Finalmente, en XXIV, 746 y siguientes, Hécuba interviene tras Andrómaca en el funeral de Héctor con este parlamento:
῾Ως ἔφατο κλαίουσ᾿, ἐπὶ δὲ στενάχοντο γυναῖκες.
τῇσιν δ᾿ αὖθ᾿ ῾Εκάβη ἁδινοῦ ἐξῆρχε γόοιο·
῞Εκτορ ἐμῷ θυμῷ πάντων πολὺ φίλτατε παίδων,
ἦ μέν μοι ζωός περ ἐὼν φίλος ἦσθα θεοῖσιν·
οἱ δ᾿ ἄρα σεῦ κήδοντο καὶ ἐν θανάτοιό περ αἴσῃ.
ἄλλους μὲν γὰρ παῖδας ἐμοὺς πόδας ὠκὺς ᾿Αχιλλεὺς
πέρνασχ᾿ ὅν τιν᾿ ἕλεσκε πέρην ἁλὸς ἀτρυγέτοιο,
ἐς Σάμον ἔς τ᾿ ῎Ιμβρον καὶ Λῆμνον ἀμιχθαλόεσσαν·
σεῦ δ᾿ ἐπεὶ ἐξέλετο ψυχὴν ταναήκεó χαλκῷ,
πολλὰ ῥυστάζεσκεν ἑοῦ περὶ σῆμ᾿ ἑτάροιο Πατρόκλου,
τὸν ἔπεφνες· ἀνέστησεν δέ μιν οὐδ᾿ ὧς.
νῦν δέ μοι ἑρσήεις καὶ πρόσφατος ἐν μεγάροισι
κεῖσαι, τῷ ἴκελος ὅν τ᾿ ἀργυρότοξος ᾿Απόλλων
οἷς ἀγανοῖσι βέλεσσιν ἐποιχόμενος κατέπεφνεν.
Esto dijo llorando, y las mujeres gimieron. Y entre ellas, Hécabe empezó a su vez el funeral lamento:
¡Héctor, el hijo más amado de mi corazón! No puede dudarse de que en vida fueras caro a los dioses, pues no se olvidaron de ti en el trance fatal de tu muerte. Aquileo, el de los pies ligeros, a los demás hijos míos que logró coger, vendiólos al otro lado del mar estéril, en Samos, Imbros o Lemnos, de escarpada costa; a ti, después de arrancarte el alma con el bronce de larga punta, te arrastraba muchas veces en torno del sepulcro de su compañero Patroclo, a quien mataste, mas no por esto resucitó a su amigo. Y ahora yaces en el palacio tan fresco como si acabaras de morir y semejante al que Apolo, el del argénteo arco, mata con sus suaves flechas.
Apolodoro nos habla de Príamo y Hécuba en Biblioteca III, 12 1-5:
Πρίαμος δὲ Ἀρίσβην ἐκδοὺς Ὑρτάκῳ δευτέραν ἔγημεν Ἑκάβην τὴν Δύμαντος, ἢ ὥς τινές φασι Κισσέως, ἢ ὡς ἕτεροι λέγουσι Σαγγαρίου ποταμοῦ καὶ Μετώπης. γεννᾶται δὲ αὐτῇ πρῶτος μὲν Ἕκτωρ· δευτέρου δὲ γεννᾶσθαι μέλλοντος βρέφους ἔδοξεν Ἑκάβη καθ’ ὕπνους δαλὸν τεκεῖν διάπυρον, τοῦτον δὲ πᾶσαν ἐπινέμεσθαι τὴν πόλιν καὶ καίειν. μαθὼν δὲ Πρίαμος παρ’ Ἑκάβης τὸν ὄνειρον, Αἴσακον τὸν υἱὸν μετεπέμψατο· ἦν γὰρ ὀνειροκρίτης παρὰ τοῦ μητροπάτορος Μέροπος διδαχθείς. οὗτος εἰπὼν τῆς πατρίδος γενέσθαι τὸν παῖδα ἀπώλειαν, ἐκθεῖναι τὸ βρέφος ἐκέλευε. Πρίαμος δέ, ὡς ἐγεννήθη τὸ βρέφος, δίδωσιν ἐκθεῖναι οἰκέτῃ κομίσαντι εἰς Ἴδην· ὁ δὲ οἰκέτης Ἀγέλαος ὠνομάζετο. τὸ δὲ ἐκτεθὲν ὑπὸ τούτου βρέφος πένθ’ ἡμέρας ὑπὸ ἄρκτου ἐτράφη. ὁ δὲ σῳζόμενον εὑρὼν ἀναιρεῖται, καὶ κομίσας ἐπὶ τῶν χωρίων ὡς ἴδιον παῖδα ἔτρεφεν, ὀνομάσας Πάριν. γενόμενος δὲ νεανίσκος καὶ πολλῶν διαφέρων κάλλει τε καὶ ῥώμῃ αὖθις Ἀλέξανδρος προσωνομάσθη, λῃστὰς ἀμυνόμενος καὶ τοῖς ποιμνίοις ἀλεξήσας [, ὅπερ ἐστὶ βοηθήσας]. καὶ μετ’ οὐ πολὺ τοὺς γονέας ἀνεῦρε. μετὰ τοῦτον ἐγέννησεν Ἑκάβη θυγατέρας μὲν Κρέουσαν, Λαοδίκην, Πολυξένην, Κασάνδραν, ᾗ συνελθεῖν βουλόμενος Ἀπόλλων τὴν μαντικὴν ὑπέσχετο διδάξειν. ἡ δὲ μαθοῦσα οὐ συνῆλθεν· ὅθεν Ἀπόλλων ἀφείλετο τῆς μαντικῆς αὐτῆς τὸ πείθειν. αὖθις δὲ παῖδας ἐγέννησε Δηίφοβον Ἕλενον Πάμμονα Πολίτην Ἄντιφον Ἱππόνοον Πολύδωρον Τρωίλον· τοῦτον ἐξ Ἀπόλλωνος λέγεται γεγεννηκέναι.
Margarita Rodríguez de Sepúlveda traduce así en Gredos:
Príamo cedió Arisbe a Hírtaco, y tomó por segunda esposa a Hécuba, hija de Dimante, o según algunos de Ciseo y según otros del río Sangario y de Metope. Su primer hijo fue Héctor. Cuando iba a nacer el segundo, Hécuba soñó que daba a luz una antorcha encendida que se extendía por toda la ciudad y la quemaba. Al conocer Príamo el sueño de Hécuba, llamó a su hijo Ésaco, que era oniromántico por haberlo instruido su abuelo materno, Mérope. Ésaco predijo que el niño había de causar la ruina de su patria y aconsejó que lo expusieran. Cuando nació el niño, Príamo se lo entregó a un criado para que lo dejara en el Ida; el criado se llamaba Agelao. El niño, abandonado por él, fue alimentado por una osa durante cinco días. Cuando Agelao lo encontró a salvo, llevándoselo a sus campos lo crió como hijo propio y lo llamó Paris. Al llegar a la adolescencia aventajaba a muchos en belleza y fuerza; se le apodó Alejandro porque rechazaba a los ladrones y defendía los rebaños (᾿Αλέξανδρος procede de ἀλέξω “defender” y ἀνδρός “hombre”). Poco después descubrió a sus padres.
Después de éste, Hécuba tuvo hijas, Creúsa, Laódice, Políxena y Casandra; Apolo, deseoso de unirse a ésta, le prometió enseñarle la mántica. Pero ella, después de haberla aprendido, lo rechazó, por lo que Apolo privó a sus profecías del poder de persuasión. Después Hécuba tuvo hijos: Deífobo, Héleno, Pamón, Polites, Ántifo, Hipónoo, Polidoro y Troilo; se dice que éste fue engendrado por Apolo.