El punto culminante del acto, y tal vez de la ópera, es el diálogo, casi a modo de agón, entre Admeto y Alcestis. Tras los primeros momentos de incertidumbre, en los que Admeto se extraña del silencio, de la ausencia de miradas, de las lágrimas de Alcestis, llegamos al momento de la revelación: Alcestis es quien ha cumplido la condición del oráculo. Los reproches de Admeto son terribles ante tal noticia: peor que morir él, será quedar en la tierra sin su esposa querida.
Escena V
La alegría de Admeto de volver a ver a Alcestis queda enturbiada por las lágrimas de ésta, que no es capaz de dirigir la mirada y abrazar a su marido. En el diálogo, Alcestis inquiere a Admeto si conoce el oráculo y éste responde afirmativamente, y añade que si Alcestis le revela quién es, recibirá el correspondiente premio. Alcestis le revela que es ella misma, ante el estupor general y la sorpresa indignada de Admeto que recuerda que nunca le pidió a Alcestis tal acto:Io quando mai ti chiesi questa prova d’amor! La congoja de Admeto va en aumento, ya que ahora deberá vivir sin su querida esposa, lo que echa en cara a Alcestis.
Scena Quinta
(Alceste, Ismene, Seguito d’Alceste e detti)
ADMETO
Adorata consorte, e pur di nuovo
ti riveggo, son teco, son tuo,
ti stringo al sen.
Per te penoso m’era il morir;
per la diletta Alceste
amo tanto la vita.
I cari figli così mi serbi il ciel,
com’io sol bramo
nel nostro dolce laccio
passarne i giorni, e poi
morirti in braccio.
ALCESTE
(fra sé)
Misera! Che dirò?
ADMETO
Non mi rispondi!
Ma perché non mi parli!
Ah perché con quelle lagrime
m’avveleni il mio contento?
Perché? Perché?
Dunque io godo un sol momento
e poi sempre ho da soffrir.
Idol mio!
ALCESTE
Mancar mi sento.
ADMETO
Non rispondi.
ALCESTE
Ah che martir!
ADMETO
Uno sguardo…
ALCESTE
E senza piangere!
ADMETO
Un amplesso…
ALCESTE
Oh Dio, l’estremo!
ADMETO
Ah, m’ascolta…
ALCESTE
Io gelo, io tremo.
ADMETO
Parla almen…
ALCESTE
Che posso dir?
ADMETO
È mia pena il tuo tormento,
sei mia speme e mio tesoro.
ALCESTE
Mille volte io così moro
pria di giungere a morir.
ADMETO
Consorte! Alceste! E perché più palese
a me non è tutto il tuo core?
A parte perché più non son io
de’ tuoi contenti, delle tue pene?
ALCESTE
Ah, la fedel sposa non affligger così!
Tu vivi! E al mondo altri non v’è
che più ne goda,
e v’abbia di me parte miglior.
ADMETO
Ma perché tanto dunque t’affanni?
ALCESTE
Oh Dio, non curar di saperlo.
ADMETO
Altri perigli minaccia il cielo?
Ah, mi conservi Alceste, e poi tutto
si sfoghi in me lo sdegno suo! M’ami?
ALCESTE
Se t’amo?
Lo san gli dei, lo sa il mio cor.
T’adoro, t’adorerò.
La tomba il mio pudico affetto
estinguer non potrà. L’anima mia
seco trarrà nel fortunato Eliso
questo tenero amor.
Per la tua vita mille vite io darei.
ADMETO
E i cari figli?
ALCESTE
Non ti turbar, son salvi i figli.
ADMETO
E come, temer puoi che la sorte
che ci ride felice ancor si cangi?
Vivo; sei mia;
son salvi i figli, e piangi!
ALCESTE
Ma non sai?
Ma ti è ignoto, come Apollo parlò?
ADMETO
Lo so; t’intendo; v’è chi more per me.
Senti, io comprendo
del magnanime voto
la sublime virtù.
Tuo sposo apprese il prezzo della vita;
un sì gran dono avanza ogni mercé!
Ma se t’è noto questo eroe,
questo amico,
questo benefattor, scoprilo:
io giuro che eterno in questi lidi
il suo nome vivrà; che alla sua sposa,
a’ genitori, a’ figli,
padre, figlio, consorte sempre sarò:
che dopo te, mia vita, la miglior parte
avranno di tutti i miei pensieri
e del cor mio. Parla.
ALCESTE
Oh Dei!
ADMETO
Piangi?
ALCESTE
Ah sposo!
ADMETO
E ben!
ALCESTE
Son io.
ISMENE, EVANDRO
Santi numi del ciel!
ADMETO
Tu, come Alceste! Tu stessa!
Oh, colpo atroce!
Oh nero giorno!
Oh d’una cieca mente, misero error!
Tu m’ami e te non ami,
e a segno di morir, di lasciarmi,
di privarmi di te.
Che mai facesti!
Io quando mai ti chiesi
questa prova d’amor!
Quando? Rispondi, parla,
stracciami il cor!
Ma quando, oh Dio!
ALCESTE
Sposo, non v’è più tempo.
I voti miei son scritti in cielo.
Il tuo presente stato lo palesa abbastanza,
e mai più chiaro il dio parlò.
ADMETO
No; No crudel, non posso vivere,
tu lo sai senza di te.
Non mi salvi ma m’uccidi
Se da me così dividi
la più viva, la più tenera,
cara parte del mio cor.
E un sì barbaro abbandono,
e l’orror d’un tale addio,
virtù credi e chiami amor!
Nel tiranno affanno mio
Ogni morte, oh numi, è un dono:
d’una vita così misera
peggior sorte oh Dio non v’è!
No crudel, ecc.
(Parte e seco Evandro)
Escena Quinta
(Entra Alcestis con su séquito e Ismene)
ADMETO
Adorada esposa,
nuevamente te vuelvo a ver,
estoy contigo y puedo estrecharte en mi pecho.
Por ti me era penoso morir;
por mi adorable Alcestis
amo la vida.
Sólo deseo ver crecer
los queridos hijos con los que el cielo
ha bendecido nuestro dulce matrimonio,
y luego,
poder morir en tus brazos.
ALCESTIS
(para sí)
¡Pobre de mí!… ¿Qué le diré?
ADMETO
¡No me contestas!
Pero ¿por qué no me hablas?
¡Ah! ¿Por qué con esas lágrimas
enturbias mi felicidad?
¿Por qué? ¿Por qué?
¿Por qué disfruto sólo un momento
y luego siempre tengo de sufrir?
¡Amor mío!
ALCESTIS
Me siento morir.
ADMETO
No contestas.
ALCESTIS
¡Ay, qué martirio!
ADMETO
Una mirada…
ALCESTIS
¡No puedo llorar!
ADMETO
Un abrazo…
ALCESTIS
¡Oh dioses, es el fin!
ADMETO
¡Ah, escúchame!…
ALCESTIS
Me paralizo, tiemblo.
ADMETO
¡Háblame al menos!…
ALCESTIS
¿Qué puedo decir?
ADMETO
Es mi pena tu tormento,
eres mi esperanza y mi tesoro.
ALCESTIS
Mil veces muero así
antes de morir definitivamente.
ADMETO
¡Esposa! ¡Alcestis!
¿Por qué no me abres tu corazón?
¿Por qué ya no soy
parte de tu felicidad y de tus penas?
ALCESTIS
¡Ay, a la fiel esposa no aflijas así!
¡Tú vives! Y en el mundo no hay otro
al que más ame,
y obtenga lo mejor de mí.
ADMETO
Pero ¿por qué tanta ansiedad?
ALCESTIS
¡Ay dioses, no busques saberlo!
ADMETO
¿Con otro peligro nos amenaza el cielo?
¡Ah, que me conserve a Alcestis, y luego
descargue sobre mí todo su desdén! ¿Me quieres?
ALCESTIS
¿Si te quiero?
Lo saben los dioses, lo sabe mi corazón.
¡Te adoro, te adoraré siempre!
La tumba no podrá extinguir mi púdico cariño.
Mi alma llevará consigo
hasta el dichoso Elíseo
este tierno amor.
¡Por tu vida, mil vidas yo daría!
ADMETO
¿Y mis amados hijos?
ALCESTIS
No te preocupes, tus hijos están a salvo.
ADMETO
¿Y cómo puedes temer que cambie
la suerte que nos sonríe feliz?
Vivo, eres mía,
nuestros hijos están bien, ¡y lloras!
ALCESTIS
Pero ¿tú no sabes?
Pero ¿desconoces lo que dijo Apolo?
ADMETO
Lo sé; te entiendo; alguien muere por mí.
Yo comprendo
del magnánimo juramento
la sublime virtud.
Tu esposo aprecia el valor de la vida;
¡un don tan valioso supera cualquier gracia!
Pero si conoces a ese héroe,
a ese amigo,
a ese benefactor, revélamelo:
yo juro que eternamente en este reino
su nombre vivirá; que a su esposa,
a sus padres, a sus hijos;
padres, hijos, cónyuge siempre cuidaré:
que después de ti, durante mi vida, tendrán
la mejor parte de todos mis pensamientos
y de mi corazón. Habla.
ALCESTIS
¡Ay, dioses!
ADMETO
¿Lloras?
ALCESTIS
¡Ay, esposo mío!
ADMETO
¡Y bien!
ALCESTIS
Soy yo.
ISMENE, EVANDRO
¡Santos dioses del cielo!
ADMETO
¡Tú, Alcestis! ¡Tú misma!
¡Ay, qué golpe atroz!
¡Ay, qué negro día!
¡Ay, de una mente ciega, grave error!
Tú me amas y tú no te amas,
so pena de morir, de dejarme,
de privarme de ti.
¡Qué hiciste!
¿Cuándo te pedí
esa prueba de amor?
¿Cuándo?… ¡Contesta, habla,
desgárrame el corazón!
¡Cuando, oh dioses!
ALCESTIS
Esposo mío, ya es tarde.
Mis promesas están registradas en el cielo.
Tu estado actual lo demuestra suficientemente,
y jamás el dios habló más claro.
ADMETO
¡No, no cruel, no puedo vivir,
bien lo sabes, sin ti!
Así no me salvas, al contrario, me matas
si de mí así separas
la más viva, la más tierna,
la más querida parte de mi corazón.
¡Y a tan cruel abandono,
a semejante adiós,
crees que es una virtud y le llamas amor!
Ante tan despiadada aflicción
toda muerte ¡oh dioses! es un regalo.
De una vida tan miserable
peor suerte ¡oh, dioses! no hay.
No cruel, etcétera.
(Sale y Evandro lo acompaña)