Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for 6 de enero de 2012

Buscamos, no obstante, el término μθεσις en el Philolog.us y encontramos esto:

μθ-εσις, εως, , (μεθημι)

A. relaxation, «ψυχῆς» Ph.1.354.

Liddell, Scott, and Jones entry courtesy of the Perseus Digital Library

 No era, pues, la palabra que buscábamos, como luego quedó claro. Pero se abría un nuevo pequeño reto: ¿Ph.? ¿Qué autor es éste? Pensé en Focio, pero no era. Tuve que esperar a llegar a casa para consultar el Dictionnaire Grec-Français de A. Bailly, ya que en su versión online tampoco aparece el mencionado término.

Y ahí estaba, en la página 1237:

μθεσις, εως, (): action de laisser aller, abandon, Phil. 1, 354 (μεθημι)

Aquí ya tenemos otra pista. El autor es Phil. Sólo había que buscar en la Liste des auteurs et des ouvrages cités en abrégé dans ce dictionnaire que aparece al principio del voluminoso diccionario de Bailly, para descubrir que Phil. es Philon, d’Alexandrie, philosophof juif, 1er / 2e s. av. et apr. (?) J. C. [éd. C. E. Richter, 1928-30, et fragm. inédits par C. Tischendorf, 1868].

Así pues, nuestro ignoto autor es Filón de Alejandría. Conviene, primero, que lo presentemos.

Raffaele Cantarella, en su libro La literatura griega de la época helenística e imperial, en el capítulo decimotercero dedicado a la Literatura judeo-helenística y cristiana, nos dice esto sobre Filón:

La tradición greco-judaica, comenzada por los Setenta, continúa en una vasta literatura, actualmente perdida en casi su totalidad, excepto las obras de Filón y Josefo: sólo quedan pocos y escasos fragmentos, cuya cronología no siempre es posible precisar…

En esta corriente se insertan las dos mayores personalidades de la cultura greco-judaica. Filón (Φίλων), conocido con el sobrenombre de Judío, nació en Alejandría entre el 30 y el 20 a. C., de una familia importante, si no sacerdotal. La única fecha segura de su vida es la de una embajada a Roma en el 39-40, ante Calígula, después de los conflictos del 38 entre hebreos y paganos; Filón estaba al frente a de delegación hebrea, Apión de la pagana. Murió alrededor del 45. En su carácter de versátil polígrafo ha sido comparado en el campo de la cultura greco-judaica con Plutarco; su vastísima producción literaria se articula en las siguientes secciones principales con numerosas obras, de las que sólo mencionaremos las principales:

  1. Obras de carácter filosófico: De aeternitate mundi, de la que nos ha llegado sólo la primera parte que es una reseña sobre la historia del problema; De providentia, en dos libros, originariamente en forma de diálogo, que sólo ha llegado completo en la versión Armenia; Alexander, sive de eo quod rationem habeant bruta animalia, diálogo que nos ha llegado en las mismas condiciones que el anterior.
  2. Obras exegéticas sobre el Pentateuco. Entre los numerosos escritos, algunos perdidos, otros fragmentarios y otros conocidos sólo a través de traducciones, que tienen este argumento, mencionaremos: Legum allegoriae, en parte perdidas; De somniis (quedan dos de los cinco libros); Quaestiones et solutiones in Genesim ei in Exodum (Quaestiones, seis libros, sólo en la versión Armenia, Solutiones, dos de los cinco libros, en la versión Armenia; de ambos, abundantes fragmentos griegos); De orificio mundi; De Abrahamo; De specialibus legibus, cuatro libros acerca de la ley mosaica.
  3. Obras histórico-apologéticas: De vota Moysi, tres libros; De vita contemplativa, sobre la secta hebraica de los terapeutas; Contra Flaccum, un perseguidor de los hebreos, y Legatio ad Gaium, sobre las circunstancias de la embajada a Roma.

La producción de Filón es fundamentalmente importante para el conocimiento de la cultura judía en un momento especial, puesto que Filón vivió precisamente en tiempos de Jesucristo. Muchas de sus obras, especialmente las exegéticas, son valiosas monografías sobre los argumentos histórico-apologéticos. Así, por ejemplo, los recientes (N. B.: la obra de Cantarella es de 1968, mientras los manuscritos del Mar Muerto se hallaron entre 1947 y 1956) hallazgos de los rollos del Mar Muerto que contienen los libros sagrados de una secta hebrea han reactualizado las noticias que nos ha dejado Filón sobre los esenios, no sólo en una obra específica, parcialmente perdida (De vita contemplativa), sino también en alusiones ocasionales. Por lo tanto, desde el punto de vista literario e histórico, la vastísima cultura de Filón en ambas culturas, griega y judía, es de sumo interés. Es oportuno señalar que, como escritor, también se muestra completamente helenizado. No sólo la lengua no tiene huellas de semitismos, sino que su prosa, atentamente estudiada por la riqueza de documentación que ofrece, muestra que conoce bien el empleo de las cadencias rítmicas de la prosa contemporánea (Caritón, Plutarco, Longo), con visible preferencia por algunas cláusulas especialmente rebuscadas.

Pero la verdadera ambición de Filón era ofrecer una síntesis filosófico-religiosa de las culturas griega y judía, síntesis en la cual el pensamiento griego debía constituir casi la estructura racional y la justificación de la religiosidad hebrea. En consecuencia, la complementación de dos elementos necesarios para formar una concepción orgánica y total de la vida espiritual. Fue una tentativa interesante y muy significativa, aunque resultó ineficaz y su finalidad principal no tuvo continuación; puesto que fue prácticamente ignorada por el mundo judaico, mientras que nada podía decir a la mentalidad religiosa de los griegos, tan distinta de aquélla. Por el contrario es interesante observar que las mayores huellas de su influencia se observan en el mundo cristiano; quizá ya en algunos escritos neotestamentarios, después en los padres apostólicos y los apologistas (pertenece a Filón, por ejemplo, la idea en que se funda el De mortibus persecutorum, del castigo de Dios a los perseguidores), más aún en Clemente y Orígenes, por la importancia que asume en ellos la exégesis bíblica alegórica y espiritual.

La tentativa de sincretismo, que inspira a Filón, excluye, desde el principio, la originalidad. Bastan los títulos citados para mostrar su formación: fundamentalmente platónica, pero también aristotélica (a través de Posidonio, según parece), y con huellas de neopitagorismo (una obra perdida trataba sobre la simbología de los números). Todo se centraba en torno a la idea fundamental de un dios trascendente que no actúa directamente sino por medio del Logos, su hijo, a cuya imagen crea el mundo. Por su parte, también el hombre para llegar a Dios, necesita numerosas potencias intermediarias. Como se ha observado, esta concepción implica una contradicción con la religiosidad judía, en la cual el dios – ya castigue, reconforte o aconseje – siempre se siente próximo al hombre. Sólo por medio del éxtasis (concepto que tendrá una larga vida en la mística cristiana), el hombre alcanza la suprema beatitud, que es la contemplación de Dios.

Hasta aquí el texto de Raffaele Cantarella.

Read Full Post »