Seguimos preguntones, pero damos nosotros la respuesta a cuestiones cuya explicación está en el mundo griego antiguo.
15. ¿Por qué especialmente sufren pánico los rebaños, de ovejas, o de personas?
16. ¿Por qué los esfuerzos titánicos son grandes?
15. El diccionario de la RAE dice:
pánico, ca. (Del lat. panĭcus, y este del gr. Πανικός).
1. adj. Referente al dios Pan.
2. adj. Se dice del miedo extremado o del terror producido por la amenaza de un peligro inminente, y que con frecuencia es colectivo y contagioso. U. t. c. s. m.
Pan era el dios de los pastores y los rebaños, al parecer, originario de Arcadia, aunque su culto se generalizó por toda Grecia e incluso más allá del mundo helénico. Se le representa como un genio, mitad hombre mitad animal. Su cara barbuda tiene una expresión de astucia bestial, está llena de arrugas y, su mentón es muy saliente. Lleva dos cuernos en la frente. Tiene el cuerpo velludo, y los miembros inferiores son los de un macho cabrío, los pies están provistos de pezuñas hendidas, las patas son secas y nerviosas.
Está dotado de prodigiosa agilidad; rápido en la carrera, trepa fácimente por las rocas, sabe también ocultarse entre la maleza, ya para espiar a las Ninfas, ya para dormir la siesta en las horas calurosas del mediodía. Entonces es muy peligroso molestarle. Le place especialmente el frescor de las fuentes y la sombra de los bosques. En esto encarna no sólo los gustos de los propios pastores, sino los de sus rebaños. Pan es también una divinidad dotada de una actividad sexual considerable. Persigue a ninfas y muchachos con igual pasión. Incluso tenía la fama de buscar la satisfacción en sí mismo cuando había fracasado en su persecución amorosa.
Los atributos ordinarios de Pan son una siringa, un cayado de pastor, una corona de pino o un ramo, también de pino, en la mano. Sus mitos son raros, y las leyendas en que aparece en escena son generalmente tardías, producto de la imaginación de los poetas alejandrinos, que con frecuencia han evocado este demonio pintoresco, familiar en el idilio rústico. Las leyendas que parecen más antiguas son las que se refieren a su nacimiento. Son muy diversas.
Los poemas homéricos ignoran a Pan. No obstante, un llamado “himno homérico” lo celebra y cuenta que es hijo de Hermes del monte Cileno y de la hija de Dríope. Cuando nació, su madre se asustó ante el ser monstruoso que acababa de dar a luz. Pero Hermes envolvió al recién nacido en una piel de liebre y lo llevó al Olimpo. Lo instaló cerca de Zeus y mostró su hijo a los demás dioses; al verlo, todos se regocijaron, particularmente Dioniso (en cuyo cortejo Pan, tan semejante a Sileno y los sátiros, figura sin dificultad). Y los dioses le pusieron por nombre Pan porque les alegró el corazón a “todos” (etimología popular de Pan, que se relaciona con la palabra griega πᾶν, “todo”. Esta etimología será nuevamente adoptada por los mitógrafos y los filósofos, que verán en el dios la encarnación del Universo, del Todo.)
Parece que el dios Pan se aparecía a los rebaños y causaba en los animales un gran miedo. También se atribuían al dios Pan ruidos de origen desconocido en montañas y valles. Corominas dice:
Pánico (S. XVII) viene del griego «panikón» (Πανικόν), abreviación de «dêima panikón» (δεῖμα Πανικόν), “terror causado por Pan”, divinidad silvestre griega a quien se atribuían ruidos de origen desconocido en montañas y valles.
Otra explicación:
Al parecer la palabra “pánico” proviene del dios griego Pan, que en la batalla de Maratón, que enfrentó a los griegos contra los persas, para ayudar a los griegos sembró el terror entre las tropas persas. A ese terror se lo llamó «Terror Pánico«. Aunque Pánico se utiliza para todas las cosas que tienen que ver con el dios Pan, luego se usó ese adjetivo para nombrar un estado de conciencia que denota un peligro inminente y que es colectivo y contagioso.
Por su parte, el escritor y viajero Pausanias, en su Descripción de Grecia X, 23, 7 escribe, a propósito de su descripción de la batalla entre los griegos y los gálatas de Breno:
ἐν δὲ τῇ νυκτὶ φόβος σφίσιν ἐμπίπτει Πανικός· τὰ γὰρ ἀπὸ αἰτίας οὐδεμιᾶς δείματα ἐκ τούτου φασὶ γίνεσθαι.
Pero durante la noche fueron presas del pánico, pues dicen que los miedos que no tienen ninguna causa vienen del dios Pan.
Otra explicación en este video:
16. Una de las definiciones de titánico que da el diccionario es “desmedido, excesivo, como de titanes”. Y ofrece los ejemplos orgullo titánico, empresa titánica, fuerzas titánicas. Lo cierto es que el sustantivo “esfuerzo” se usa muy a menudo con el adjetivo “titánico” para denotar que esos esfuerzos son muy grandes, enormes, gigantescos.
Estamos refiriéndonos a los Titanes a los que, tradicionalmente, se ha descrito como gigantes poderosos, hijos de Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra), como sus hermanos los Cíclopes (Brontes, Estéropes y Arges) y los Hecatónquiros (Coto, Briareo y Giges).
Los titanes y titánides son 12, seis varones y seis hembras: Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósnine, Febe, Tetis y el más joven Cronos (el planeta Saturno, Cronos en latín, tiene un satélite llamado Titán). Estos hermanos y hermanas se unieron entre sí para engendrar toda una serie de divinidades secundarias. Representan la primera generación divina y tuvieron que mantener una batalla cósmica contra los Olímpicos, los hijos del titán Cronos y la titánide Rea, en la lucha por el poder. A los hijos de Cronos les ayudaron los Hecatónquiros, a quienes liberaron de su cautiverio bajo la tierra, donde los había confinado Cronos. Los Olímpicos, en efecto, guiados por Zeus, declararon la guerra a la anterior generación de deidades, los Titanes.
Éstos fueron encabezados por Crono e incluían a Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Atlas y Menecio. Los Olímpicos eran guiados por Zeus e incluían a Hestia, Hera, Deméter, Hades y Poseidón. Probablemente Estigia y sus hijos también lucharon en el bando de los Olímpicos.3 Además, los Hecatónquiros y los Cíclopes, que habían sido encarcelados por Crono, ayudaron a los Olímpicos. Se decía que los Hecatónquiros ayudaron a los Olímpicos arrojando enormes piedras a los Titanes, de cien en cien. Los Cíclopes ayudaron fabricando las famosas armas de Zeus, los rayos.
La batalla fue terrible; unos y otros exhibían el poder de sus brazos y de su fuerza. Todos los seres enfrentados destacaban por su poder y su fuerza; también los titanes y de aquí el adjetivo titánico. Era tal la virulencia del enfrentamiento que el mar resonaba terriblemente y la tierra retumbaba con gran estruendo; el cielo gemía estremecido y desde su raíz vibraba el Olimpo por el ímpetu de los inmortales. Hasta el Tártaro llegó la sacudida de las pisadas, así como el sordo ruido de la indescriptible refriega y de los violentos golpes.
Así narra Hesíodo (Teogonía 687-726) el fin de la batalla y el confinamiento de los Titanes en el Tártaro:
Ya no contenía Zeus su furia, sino que ahora se inundaron al punto de cólera sus entrañas y exhibió toda su fuerza. Al mismo tiempo, desde el cielo y desde el Olimpo, lanzando sin cesar relámpagos, avanzaba sin detenerse; los rayos, junto con el trueno y el relámpago, volaban desde su poderosa mano, girando sin parar su sagrada llama. Por todos lados resonaba la tierra portadora de vida envuelta en llamas y crujió con gran estruendo, envuelto en fuego, el inmenso bosque. Hervía la tierra toda y las corrientes del Océano y el estéril ponto. Una ardiente humareda envolvió a los Titanes nacidos del suelo y una inmensa llamarada alcanzó la atmósfera divina. Y cegó sus dos ojos, aunque eran muy fuertes, el centelleante brillo del rayo y del relámpago. Un impresionante bochorno se apoderó del abismo y pareció verse ante los ojos y oírse con los oídos algo igual que cuando se acercaron Gea y el vasto Urano desde arriba. Pues tan gran estruendo se levantó cuando, tumbada ella, aquél se precipitó desde las alturas. ¡Tanto estruendo se produjo al chocar los dioses en combate! Al mismo tiempo, los vientos expandían con estrépito la conmoción, el polvo, el trueno, el relámpago y el llameante rayo, armas del poderoso Zeus, y llevaban el griterío y el clamor en medio de ambos. Un estrépito impresionante se levantó, de terrible contienda; y saltaba a la vista la violencia de las acciones. Declinó la batalla; pero antes, atacándose mutuamente, luchaban sin cesar a través de violentos combates. Entonces aquéllos, Coto, Briareo y Giges insaciable de lucha, en la vanguardia provocaron un violento combate.
Trescientas rocas lanzaban sin respiro con sus poderosas manos y cubrieron por completo con estos proyectiles a los Titanes. Los enviaron bajo la anchurosa tierra y los ataron entre inexorables cadenas después de vencerlos con sus brazos, aunque eran audaces, tan hondos bajo la tierra como lejos está el cielo de la tierra; esa distancia hay desde la tierra hasta el tenebroso Tártaro. Pues un yunque de bronce que bajara desde el cielo durante nueve noches con sus días, al décimo llegaría a la tierra; e igualmente un yunque de bronce que bajara desde la tierra durante nueve noches con sus días, al décimo llegaría al Tártaro.
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