Vamos ahora con el libreto de la cantata, que ofrecemos en su original alemán y en nuestra traducción.
Primero debemos decir que la plantilla orquestal de la obra se compone, en nuestra versión de TELDEC, con Nikolaus Harnoncourt y el Concentus Musicus Wien, de:
– 12 violines
– 3 violas
– 2 cellos
– 1 contrabajo
– 2 flautas traveseras
– 2 trompas naturales
– órgano y clavicémbalo
En el inicio de la obra tenemos un recitativo, que empieza con rápidas figuraciones en la cuerda, que junto a la “excitada” voz de la solista nos ponen en situación, ya que intuimos, pese a no entendamos el idioma, que la mujer que habla teme algo. En Keine Höhle… la música se mueve momentáneamente más pacífica, para recobrar su vigor en Ha, nun…
Si comparamos el texto del recitativo con las Metamorfosis de Ovidio, descubrimos que en la narración del de Sulmona, Ino no habla, sino que huye con Melicertes, demente y con los cabellos sueltos.
exululat passisque fugit male sana capillis
teque ferens parvum nudis, Melicerta, lacertis
‘euhoe Bacche’ sonat:
profiere alaridos, huye demente con los cabellos sueltos,
y llevándote a ti, pequeño Melicertes, en brazos sus desnudos,
va gritando: “Euhoe, Baco”
Aquí es la propia Ino la que nos informa de que es perseguida por su enloquecido marido, que no tiene quien la salve, no halla protección en ningún lugar y se ha dado cuenta de que es Juno la causante de su desgracia (Ha, nun erkenn ich Dich, grausame Königin der Götter).
Recitativo:
Wohin, wo soll ich hin?
Mein rasender Gemahl verfolgt mich.
Ohne Retter irr ich umher,
so weit das Land mich trägt,
und bin entdeckt, wohin ich irre.
Keine Höhle, Kein Busch, kein Sumpf verbirget mich.
Ha, nun erkenn ich dich, grausame Königin der Götter.
Atamante enfurecido, mata a Learco. Ino y Melicertes se arrojan al mar. Ilustración en la versión francesa de Nicolás Renouard de las Metamorfosis (1651)
¿A dónde, adónde puedo ir?
Mi iracundo marido me persigue.
Sin salvadores ando errante aquí y allá,
Tan lejos como me lleva la tierra,
Y soy descubierta allá por donde vague.
Ninguna gruta, ningún bosque, ningún pantano me oculta.
¡Ay!, ahora te reconozco, cruel reina de los dioses.
La siguiente aria se inicia con rápidas notas en la cuerda, que en todo momento secundan la voz de la soprano solista. La sensación general es de movimiento, de tensión. La música se vuelve más calmada en el Du has Dich an Semele ja, aunque algo de tensión se mantiene en rápidas figuraciones esporádicas de violines y cellos. Con el da capo se recupera la tensión y el movimiento. Destacables las coloraturas en Götterkind y la fuerza sobre Ungöttliche Saturnia.
Una vez reconocida la autora de los males que la afligen, Ino se nos revela como hermana de Semele, la madre de Dioniso, de quien la propia Ino fue nodriza. Nos dice cómo Semele murió a causa de los rayos de Júpiter; en efecto, Juno / Hera, para vengarse de Semele le dijo que pidiera a Júpiter / Zeus que se mostrara ante ella en toda su gloria. Cuando así lo hizo Zeus por los ruegos de la tebana, a la que había prometido conceder cuanto le solicitara, sus rayos la carbonizaron, aunque Zeus se dio prisa en sacar de su vientre al pequeño Dioniso en su sexto mes de gestación. Lo cosió a su muslo y allí nació el dios, siendo criado por Ino, hermana de Semele, en la corte de Atamante.
Lo podemos leer en los Diálogos de los dioses IX (Posidón y Hermes) de Luciano de Samosata:
Zeus y Semele de Luca Ferrari (1605-1654)
POSEIDÓN. — ¿Es posible, Hermes, tener una entrevista con Zeus?
HERMES. — En absoluto, Poseidón.
POSEIDÓN. — De todos modos, anuncia mi visita.
HERMES. — Que no molestes, te estoy diciendo; es un momento inoportuno, así que ahora mismo no lo vas a poder ver.
POSEIDÓN. — ¿Es que está con Hera?
HERMES. — No; se trata de un tema de otra índole.
POSEIDÓN. — Comprendo; es que está dentro Ganimedes.
HERMES. — Tampoco es eso; es que está pachucho.
POSEIDÓN. — ¿Y de dónde le viene el mal? Me extraña lo que dices.
HERMES. — Me da vergüenza decírtelo; tal es lo que le pasa.
POSEIDÓN. — Pues no debería darte, que para eso soy tu tío.
HERMES. — Acaba de dar a luz, Poseidón.
POSEIDÓN. — ¡Vamos, anda! ¿Que ha parido él? ¿Y de quién es el hijo? ¡A ver si es que nonos hemos dado cuenta de que era andrógino! Su vientre, desde luego, no delataba ninguna hinchazón.
HERMES. — Llevas razón, es que no tenía ahí el feto.
POSEIDÓN. — Comprendo, ha dado a luz otra vez por la cabeza como cuando parió a Atenea; pues sí que tiene una cabeza «paritoria».
HERMES. — Que no, que estaba concibiendo en el muslo el feto extraído de Sémele.
POSEIDÓN. — Cojonudo, el tipo este que se queda embarazado y da a luz por todas las partes de su cuerpo. Pero ¿quién es Sémele?
HERMES. — Una tebana, la única de las hijas de Cadmo; anduvo con ella y la dejó embarazada.
POSEIDÓN. — Y después, Hermes, ¿dio a luz él en vez de ella?
HERMES. — Pues sí, por muy absurdo que te parezca. Resulta que Hera —ya sabes que es muy celosa— va en secreto a casa de Sémele y la convence de que le pida a Zeus que se acercara a ella con truenos y relámpagos. Como Zeus se dejó convencer y acudió con el rayo, el tejado ardió en llamas y resulta que Sémele muere por acción del fuego. Entonces va y me ordena que corte y abra el vientre de la mujer y le saque el feto sietemesino. Una vez que lo hice, rasgándose su propio muslo va y se lo coloca dentro para que allí se desarrolle hasta el final; y ahora ya, al tercer mes, lo ha parido y, de resultas de los dolores, está pachucho.
Semele before Zeus (Galería Pinups¬goddesses), ilustración de Joanna Barnum
La traducción es de José Luis Navarro, en Gredos.
Aria:
Ungöttliche Saturnia,
Wird Rachsucht Dich ewig entflammen?
Wer kann mein Mitleid verdammen?
Ich hab ein Götterkind ernährt.
Du hast dich an Semelen ja
Mit Jupiters Blitze gerochen:
Was hat die Schwester verbrochen?
War meine Tat des Todes wert?
Hera recibe la cabeza de Argo (1730-1732) de Jacopo Amigoni (1682-1752)
Impía Saturnia,
¿Te inflamará siempre el deseo de venganza?
¿Quién puede condenar mi compasión?
He nutrido a un niño divino.
Te has vengado de Semele
Con los rayos de Júpiter:
¿Qué crimen ha cometido la hermana?
¿Mereció mi acción la muerte?
El siguiente recitativo se inicia muy meditativo y con suave acompañamiento al principio, para repentinamente volverse movido al llegar a las palabras Hin fliehet, dem gescheuchten Rehe en consonancia con la letra. Luego la música se va apagando hasta el casi suspiro de Nein, weiter kann ich nicht, Ich kann nicht höher klimmen.
De nuevo toma vigor la música en Götter! Ach! rettet, rettet mich! Con rápidas figuraciones de los violines acompañando la desesperada voz de Ino. El final, desde Du blauer Abgrund, es como una súplica de Ino; al terminar sus palabras, no obstante, hay un realmente sorprendente efecto de las cuerdas, con enérgicos golpeos de las cuerdas de los instrumentos para dar una conclusión inquietante al movimiento.
En cuanto al texto, Ino busca la compasión de los dioses describiendo su vagabundeo por entre rocas y zarzas con su hijo Melicertes en brazos, huyendo cual ciervo perseguido, hasta que las fuerzas la abandonan y ya no puede más. Entonces pide ayuda a los dioses, sobre todo cuando ve acercarse a Atamante con las manos manchadas con la sangre de su otro hijo Learco. Al final nos informa de su decisión de lanzarse desde un acantilado al abismo azul con Melicertes en brazos.
Ino y Melicertes se arrojan al mar (1830) de Karóly Markó, el Viejo (1793-1860)
Recitativo:
O all ihr Mächte des Olympus!
Ist kein Erbarmen unter euch?
Hier schwank’ ich unter der geliebten Last,
Die mein’ zerfleischten Arm umfaßt;
Hin fliehet, dem gescheuchten Rehe,
Der aufgejagten Gemse gleich,
Die königliche Tochter Kadmus,
Springt von Klipp’ auf Klippen, dringt
Durch Dorn und Hecken.
Nein, weiter kann ich nicht,
Ich kann nicht höher klimmen.
Götter! Ach! rettet, rettet mich!
Ich sehe den Athamas; an seinen Händen
Klebt noch seines Sohnes Blut.
Er eilt, auch diesen zu zerschmettern.
O Meer! o Erde! Er ist da!
Ich hör ihn schreien! Er ist da!
Ich hör ihn keuchen! Jetzt ergreift er mich.
Du blauer Abgrund, nimm von dieser Felsenspitze
Den armen Melicertes auf!
Nimm der gequälten Ino Seele!
Atamante, Ino y Melicertes, grabado para las Metamorfosis de Ovidio de Joachim von Sandrart (1606-1688)
¡Oh, vosotros, poderes del Olimpo!
¿No hay ninguna piedad entre vosotros?
Aquí me tambaleo yo bajo la querida carga,
Que sujeta mi lacerado brazo;
Vuela aquí y allá como un corzo asustado,
Igual que una gamuza repentinamente acosada,
La hija real de Cadmo,
Salta de roca en roca,
Penetra en espinos y setos.
No, ya no puedo más,
Ya no puedo escalar más alto.
¡Dioses! ¡Ah, liberadme!
Veo a Atamante: en sus manos
Está aún pegada la sangre se su hijo.
Se acerca, para destrozar a éste.
¡Oh mar! ¡Oh, tierra! ¡Aquí está!
¡Lo oigo gritar! ¡Aquí está!
¡Lo oigo jadear!
¿Ahora, ahora va a cogerme?
¡Tú, abismo azul, recibe desde lo alto de este acantilado
Al pobre Melicertes,
Acoge el alma torturada de Ino!
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