La verdad es que es curioso que algunos de los entradores a las callejuelas que conforman la intrincada y extensa red de viviendas de la marjalería lleven nombres mitológicos. Las principales vías de esta muy poblada en verano zona de la ciudad son los caminos Fondo, Donació, Caminàs, Serradal, La Plana, Fileta, La Mota, Senillar, Travessera, Bovar, Obra, Molinera, Taxida, En Riera, Primer Canal, Segon Canal, entre otros. Pero además hay un sinfín de vías secundarias en las cuales se ubican una gran cantidad de segundas residencias (chalets, masets, alquerías) donde muchos castellonenses pasan los veranos. Toda esta zona estaba plantada de arroz hasta los años 60.
De este lugar sacamos esta información.
La zona costera de la provincia de Castellón está ocupada en su mayor parte por marjales, es decir, zonas húmedas con aguas permanentes o que se inundan con mucha frecuencia debido a lo cerca de la superficie que está el nivel freático. Estas zonas presentan además “ullals” (resurgencias acuíferas de gran potencia en forma de agujero redondo de un diámetro de algunos metros, abiertas en les llanuras aluviales, en la zona de contacto con las tierras calcáreas) que los alimentan de agua dulce. La abundancia de agua y de vegetación convierte a las marjales en «paraísos» de biodiversidad, puesto que gran cantidad y variedad de aves las utilizan como zona de cría, de residencia permanente o de descanso en sus movimientos migratorios.
En Castellón a la zona de marjal se le conoce como marjalería y en la actualidad presenta más de 4000 construcciones, muchas de ellas utilizadas como vivienda permanente. Esto ha reducido el espacio disponible para la fauna y ha aumentado los problemas de contaminación del agua, lumínica o acústica. Aún así, podemos encontrarnos con decenas de especies diferentes de aves, sobre todo en primavera y verano. La polla de agua, la garceta, la garza real o el ánade real son ejemplos de residentes (viven todo el año aquí). El chorlitejo chico, la cigüeñuela, la golondrina y otras ocupan la zona en primavera y verano para luego volver a sus zonas de origen (donde pasan el invierno). Algunas aves pasan la primavera y el verano en el interior de la provincia y con el frío bajan a la costa, es el caso del colirrojo tizón o el pinzón. También hay aves de presa, como el cernícalo vulgar o el busardo ratonero, que utilizan la marjal como territorio de caza.
Por supuesto, en estas zonas podemos encontrar muchos más animales aparte de las aves. Los invertebrados son los más abundantes, pero anfibios como la rana común son muy frecuentes y reptiles como la culebra acuática o la tortuga de marjal, cada vez más escasa y desplazada por el galápago de Florida, todavía pueden verse. Caso aparte sería el fartet y el samaruc, peces abundantes en el pasado y hoy muy difíciles de contemplar.
Capítulo a parte merecen las numerosas acequias, de origen árabe, de la zona. Aquí se puede leer sobre ellas.
Bueno, hecha la digresión sobre esta interesante zona de la ciudad por la que disfruto caminando, volvamos a los mitos. Bueno, no. Antes debo decir que considero un privilegio vivir en Castellón; es cierto que lamento no tener un río (me encantan las ciudades con ríos, bueno, tenemos uno, pero seco) o no disponer de monumentos históricos o un casco histórico bonito; pero tenemos cosas positivas: un clima envidiable, un sol radiante durante muchos días del año, el olor a azahar de los numerosos naranjos cercanos al casco urbano, el Grau o distrito marítimo, una afortunadamente amplia oferta cultural, una ciudad moderna con bastantes zonas verdes y una ordenación urbana racional en los últimos años, pasados los caóticos años 60 y 70 en los que la ciudad creció de forma irracional con construcciones totalmente distintas unas junto a otras; y, sobre todo, para quienes nos gusta caminar, la posibilidad de llegar caminando, bien a la playa (en una hora llego de mi casa a la playa del Pinar para caminar con los pies descalzos junto a la orilla), o bien a la montaña (también en una hora llego a una zona riquísima en senderos de montaña desde los cuales se contempla, a un lado, el mar y al otro, el interior montañoso de la provincia en el que destaca, magnífico, el Penyagolosa con sus 1813 metros.
Ahora sí. Vamos con dos entradores más que nos llevan a otros tantos personajes mitológicos: el entrador Galatea y el entrador Orión.
Galatea, nombre relacionado con la leche, en griego γάλα, es hija de Nereo y de una divinidad marina que desempeña un papel en las leyendas populares de Sicilia. Galatea, la doncella blanca que habitaba en el mar en calma, es amada por Polifemo, el Cíclope siciliano de monstruoso cuerpo. Pero ella no le corresponde, pues está enamorada del bello Acis, hijo del dios Pan (o Fauno, en la tradición latina) y de una ninfa. Hallándose Galatea descansando un día, al borde del mar, sobre el pecho de su amante, Polifemo los vio, y como Acis intentara huir, le arrojó una enorme roca y lo aplastó. Galatea restituyó a Acis la naturaleza de su madre la ninfa y lo convirtió en un río de límpidas aguas.
A veces se atribuye a los amores de Polifemo y Galatea el nacimiento de tres héroes: Gálata, Celto e Ilirio, epónimos, respectivamente, de los gálatas, los celtas y los ilirios. Es, pues, posible que una versión de la leyenda de Galatea haya narrado los amores de Polifemo y la nereida, pero no nos ha llegado de ellos testimonio directo.
En Homero, Ilíada XVIII 45 hallamos el nombre de Galatea; ofrecemos el contexto:
σμερδαλέον δ’ ᾤμωξεν· ἄκουσε δὲ πότνια μήτηρ
ἡμένη ἐν βένθεσσιν ἁλὸς παρὰ πατρὶ γέροντι,
κώκυσέν τ’ ἄρ’ ἔπειτα· θεαὶ δέ μιν ἀμφαγέροντο
πᾶσαι ὅσαι κατὰ βένθος ἁλὸς Νηρηΐδες ἦσαν.
ἔνθ’ ἄρ’ ἔην Γλαύκη τε Θάλειά τε Κυμοδόκη τε
Νησαίη Σπειώ τε Θόη θ’ Ἁλίη τε βοῶπις 40
Κυμοθόη τε καὶ Ἀκταίη καὶ Λιμνώρεια
καὶ Μελίτη καὶ Ἴαιρα καὶ Ἀμφιθόη καὶ Ἀγαυὴ
Δωτώ τε Πρωτώ τε Φέρουσά τε Δυναμένη τε
Δεξαμένη τε καὶ Ἀμφινόμη καὶ Καλλιάνειρα
Δωρὶς καὶ Πανόπη καὶ ἀγακλειτὴ Γαλάτεια
Νημερτής τε καὶ Ἀψευδὴς καὶ Καλλιάνασσα·
ἔνθα δ’ ἔην Κλυμένη Ἰάνειρά τε καὶ Ἰάνασσα
Μαῖρα καὶ Ὠρείθυια ἐϋπλόκαμός τ’ Ἀμάθεια
ἄλλαι θ’ αἳ κατὰ βένθος ἁλὸς Νηρηΐδες ἦσαν.
τῶν δὲ καὶ ἀργύφεον πλῆτο σπέος· αἳ δ’ ἅμα πᾶσαι 50
στήθεα πεπλήγοντο, Θέτις δ’ ἐξῆρχε γόοιο·
Dio Aquileo un horrendo gemido; oyóle su veneranda madre, que se hallaba en el fondo del mar, junto al padre anciano, y prorrumpió en sollozos, y cuantas diosas nereidas había en aquellas profundidades, todas se congregaron a su alrededor. Allí estaban Glauce, Talía, Cimodoce, Nesea, Espio, Toe, Halia, la de los grandes ojos, Cimotoe, Actea Limnorea, Melita, Yera, Anfítoe, Agave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Dexámene, Anfínome, Calianira, Doris, Pánope, la célebre Galatea, Nemertes, Apseudes, Calianasa, Climene Yanira, Yanasa, Mera, Oritia, Amatía, la de hermosas trenzas, y las restantes nereidas que habitan en lo hondo del mar. La blanquecina gruta se llenó de ninfas, y todas se golpeaban el pecho. Y Tetis, dando principio a los lamentos, exclamó.
Apolodoro, Biblioteca Mitológica I, 2, 7 nos da también la lista de Nereidas:
Νηρέως δὲ καὶ Δωρίδος τῆς Ὠκεανοῦ Νηρηίδες, ὧν τὰ ὀνόματα Κυμοθόη Σπειὼ Γλαυκονόμη Ναυσιθόη Ἁλίη, Ἐρατὼ Σαὼ Ἀμφιτρίτη Εὐνίκη Θέτις, Εὐλιμένη Ἀγαυὴ Εὐδώρη Δωτὼ Φέρουσα, Γαλάτεια Ἀκταίη Ποντομέδουσα Ἱπποθόη Λυσιάνασσα, Κυμὼ Ἠιόνη Ἁλιμήδη Πληξαύρη Εὐκράντη, Πρωτὼ Καλυψὼ Πανόπη Κραντὼ Νεόμηρις, Ἱππονόη Ἰάνειρα Πολυνόμη Αὐτονόη Μελίτη, Διώνη Νησαίη Δηρὼ Εὐαγόρη Ψαμάθη, Εὐμόλπη Ἰόνη Δυναμένη Κητὼ Λιμνώρεια.
De Nereo y Doris las Nereidas, cuyos nombres son Cimótoe, Espeo, Glaucónome, Nausítoe, Halia, Erató, Sao, Anfítrite, Eunice, Tetis, Eulímene, Ágave, Eudora, Doto, Nerea, Ferusa, Galatea, Acteea, Pontomedusa, Hipótoe, Lisianasa, Cimo, Éyone, Halimede, Plexaura, Eucrante, Proto, Calipso, Pánope, Cranto, Neomerís, Hipónoe, Yanira, Polínome, Autónoe, Mélite, Dione, Nesea, Dero, Evágora, Psámate, Eumolpe, Yone, Dinámene, Ceto y Limnorea.