El desafío de las Piérides (1520), óleo sobre lienzo de 31 x 63 cm. de Rosso Fiorentino. Museo del Louvre, París.
A propósito del ejemplar de urraca (Pica pica) que poseemos en el museo de Ciencias Naturales del IES Ribalta de Castellón estábamos refiriéndonos a las Piérides, convertidas en estas aves, tan presentes, por otra parte, en nuestras ciudades, al menos en Castellón, en la actualidad.
Ovidio, Metamorfosis, V, 294-317 y 663-679 también alude a las Piérides:
Musa loquebatur: pennae sonuere per auras,
voxque salutantum ramis veniebat ab altis.
Suspicit et linguae quaerit tam certa loquentes
unde sonent hominemque putat Iove nata locutum;
ales erat. Numeroque novem sua fata querentes
institerant ramis imitantes omnia picae.
Miranti sic orsa deae dea ‘nuper et istae
auxerunt volucrum victae certamine turbam.
Pieros has genuit Pellaeis dives in arvis,
Paeonis Euippe mater fuit; illa potentem
Lucinam noviens, noviens paritura, vocavit.
Intumuit numero stolidarum turba sororum
perque tot Haemonias et per tot Achaidas urbes
huc venit et tali committit proelia voce:
«Desinite indoctum vana dulcedine vulgus
fallere!; nobiscum, si qua est fiducia vobis,
Thespiades, certate, deae. nec voce, nec arte
vincemur totidemque sumus: vel cedite victae
fonte Medusaeo et Hyantea Aganippe,
vel nos Emathiis ad Paeonas usque nivosos
cedamus campis! dirimant certamina nymphae.
«Turpe quidem contendere erat, sed cedere visum
turpius; electae iurant per flumina nymphae
factaque de vivo pressere sedilia saxo.
La Musa decía: unas plumas sonaron por las auras y la voz de los que saludan llegaba de las ramas altas. Levanta la mirada y busca de dónde unas lenguas que tan claro hablan suenen, y un humano cree la hija de Júpiter que ha hablado. Un ave era, y en número de nueve, de sus hados quejándose, se habían establecido sobre las ramas, imitándolo todo, unas picazas. A la admirada diosa, así le comenzó la diosa: «Hace poco también éstas acrecieron de los voladores la multitud, vencidas en un certamen. Píeros las engendró, rico en peleos campos, y la peonia Evipe su madre fue: ella a la poderosa Lucina nueve veces, nueve veces al ir a parir, invocó. Henchidas estaban de su número esta multitud de estúpidas hermanas y a través de tantas hemonias, a través de tantas acaidas ciudades, aquí llegan, y con tal voz entablan los combates: «Cesad al indocto pueblo con esa vana dulzura de engañar. Con nosotras, si alguna es la confianza vuestra, Tespíades, contended, diosas. Ni en voz ni en arte seremos vencidas, y otras tantas somos. O retiraos vencidas del manantial de Medusa y de la hiantea Aganipe, o nosotras de los ematios llanos hasta donde los peonios nivosos nos retiraremos. Diriman las contiendas las ninfas». Vergonzoso ciertamente contender era, pero ceder pareció más vergonzoso. Las elegidas juran por sus corrientes, las ninfas, y, hechos de viva roca, ocuparon sus asientos.
‘Finierat doctos e nobis maxima cantus;
at nymphae vicisse deas Helicona colentes
concordi dixere sono: convicia victae
cum iacerent, «quoniam» dixi «certamine vobis
supplicium meruisse parum est maledictaque culpae
additis et non est patientia libera nobis,
ibimus in poenas et, qua vocat ira, sequemur.«
Rident Emathides spernuntque minacia verba,
conantesque loqui et magno clamore protervas
intentare manus pennas exire per ungues
adspexere suos, operiri bracchia plumis,
alteraque alterius rigido concrescere rostro
ora videt volucresque novas accedere silvis;
dumque volunt plangi, per bracchia mota levatae
aere pendebant, nemorum convicia, picae.
Nunc quoque in alitibus facundia prisca remansit
raucaque garrulitas studiumque inmane loquendi.’
Las Piérides (1886), óleo sobre lienzo de 150 x 95 cm de Gustave Moreau. Museo Gustave Moreau de París.
Había finalizado sus doctos cantos de nosotras la mayor; mas las ninfas, que habían vencido las diosas que el Helicón honran con concorde voz dijeron: como insultos las vencidas lanzaran: «Puesto que», dijo, «por el certamen a vosotras una humillación haber merecido poco es, y maldiciones a vuestra culpa añadís, y no es la paciencia libre para nosotras, pasaremos a los castigos y adonde la ira nos llama iremos». Ríen las Emátides y desprecian las amenazadoras palabras, y al intentar a nuestros ojos con gran clamor tender sus contumaces manos, plumas salir por las uñas contemplaron suyas, cubrirse sus brazos de plumón, y la una con un rígido pico endurecerse la cara de la otra ve, y unos pájaros nuevos acceder a las espesuras, y mientras quieren darse golpes de pecho, por sus movidos brazos suspendidas en el aire quedaron, de los bosques insultos, la picazas. Ahora también en estos alados su locuacidad primitiva ha permanecido y su ronca garrulidad y el afán desmedido de hablar.
La traducción es de Ana Pérez Vega.
Milano real (Milvus milvus). Museo de Ciencias Naturales del IES Ribalta de Castellón.
Disponemos también en el museo de Ciencias Naturales del instituto de un ejemplar de milano real (Milvus milvus; milvus significa en latín milano) y este ave accipitriforme nos lleva a la figura de Dedalión.
Pierre Grimal nos dice en su Diccionario de Mitología Griega y Romana:
Dedalión es hermano de Ceix e hijo del astro de la mañana, Lucifer (Eósforo). De carácter violento, aficionado a la caza y a los combates, había efectuado numerosas conquistas. Tenía una hija, llamada Quíone. Dotada de gran belleza, había tenido muchos pretendientes; pero un día en que Hermes y Apolo pasaban por el país que ella habitaba, ambos se enamoraron de la muchacha. Ella les dio dos hijos: el de Hermes se llamó Autólico, y el de Apolo fue el músico Filamón. Pero Quíone no supo mantenerse en sus límites y tuvo la osadía de pretender que su belleza superaba la de Ártemis, por lo cual la diosa lo mató de un flechazo. En su dolor, Dedalión fue transformado por Apolo en milano, ave que conserva los instintos violentos que tenía cuando era un ser humano.
Nuestro ya amigo Higino, en Fábulas, 200 nos habla de Quíone y Dedalión:
Chione.
Cum Chione siue ut alii poetae dicunt Philonide Daedalionis filia Apollo et Mercurius una nocte concubuisse dicitur. Ea peperit ex Apolline Philammonem, ex Mercurio Autolycum. Quae postea in uenatione in Dianam est locuta superbius; itaque ab ea sagittis est interfecta. At pater Daedalion unicam filiam flendo ab Apolline est conuersus in auem daedalionem, id est accipitrem.
Se dice que Apolo y Mercurio se acostaron en una misma noche con Quíone o, como otros poetas afirman, con Filónide, hija de Dedalión. Ella engendró de Apolo a Filamon y de Mercurio a Autólico. Más tarde, en el transcurso de una cacería, habló ella con demasiada altivez contra Diana, y en consecuencia fue asaeteada por ésta. Su padre Dedalión, llorando a su hija única, fue convertido por Apolo en el ave “dedalión”, esto es, en gavilán.
En efecto, Higino usa el término latino accipiter (gavilán), palabra que da nombre al orden (Accipitriformes) y familia (Accipitridae) del milano.
Dedalión, de Manolo Yanes