Y vamos ya con el Evangelio del Pseudo Mateo, del que hemos tomado algunos capítulos dedicados al nacimiento e infancia de María. Pertenece dicha obra a los Apócrifos de la Natividad. Aurelio de Santo Otero, en la introducción al Pseudo Mateo de su edición crítica y bilingüe de los evangelios apócrifos en la BAC, dice:
Fue Tischendorf quien dio este título al texto publicado por Thilo en 1832 según el manuscrito de París n. 5557 A (siglo XIV). Se inspiró para ello en la carta de san Jerónimo a Cromacio y Heliodoro, que figura como prólogo en el citado códice. Esta (la carta) atribuye el escrito al evangelista San Mateo, si bien otros manuscritos lo atribuyen a Santiago el Menor…
Ésta es la actitud reflejada por la supuesta carta de San Jerónimo a Cromacio y Heliodoro, que sirve de prólogo a nuestro apócrifo. En este ambiente debió de tener éste su origen a mediados del siglo VI. Su estilo algo bárbaro y las ideas monásticas de que se hace eco acreditan su composición por esta época. Recuérdese que es precisamente entonces cuando San Benito implanta el monaquismo en Occidente y compone su regla.
El Ps. Mt. (Pseudo Mateo) se compone de dos partes marcadamente distintas. La primera (c. 1-17) es una reelaboración del Protoevangelio (el de Santiago), si bien pudo derivar, según Amann (Evangiles Apocryphes), del Liber de Infantia Salvatoris et de Maria vel obstetrice, condenado por el Decretum Gelasianum (n. 14). La segunda (c. 18-42) contiene elementos heterogéneos. Algunos episodios parecen originales, mientras que otros están tomados del evangelio apócrifo del Pseudo Tomás.
Su influjo durante la Edad Media fue muy grande en la literatura y el arte. C. Druthmar se hace eco de casi todos los datos suministrados por él. La abadesa Hroswitha de Gandersheim lo versifica dándole el título de Historia nativitatis laudabilisque conversationis intactae Dei Genitricis, quam scriptam reperi sub nomine sancti Iacobi fratris Domini. Estas historias entran de lleno en las leyendas posteriores de Jacobo de Voragine y Vicente de Beauvais y repercuten en los escritos místicos de Santa Brígida, sor María de Agreda y A. C. Emmerich.
Hasta aquí el texto de Aurelio de Santos y vamos con el Pseudo Mateo.
Inmaculada Concepción (1660), óleo sobre lienzo de 166 x 108 cm, de Francisco de Zurbarán. National Galley de Dublín
CAPUT IV.
Post haec autem, expletis mensibus nouem, peperit Anna filiam, et uocauit nomen eius Mariam. Cum autem tertio anno perlactasset eam, abierunt simul Ioachim et Anna uxor eius ad templum Domini, et offerentes hostias Domino tradiderunt infantulam suam Mariam in contubernium uirginum, quae die noctuque in Dei laudibus permanebant. Quae cum posita esset ante templum Domini, quindecim gradus ita cursim ascendit, ut penitus non aspiceret retrorsum, neque, ut solitum est infantiae, parentes requireret. In quo facto omnes stupore attoniti tenebantur, ita ut ipsi pontifices templi mirarentur.
Cumplidos nueve meses después de esto, Ana dio a luz una hija, y les puso por nombre María. Al tercer año, sus padres la destetaron. Luego se marcharon al templo, y, después de ofrecer sus sacrificios a Dios, le hicieron donación de su hijita María, para que viviera entre aquel grupo de vírgenes, que se pasaban día y noche alabando a Dios. Y, al llegar frente a la fachada del templo, subió tan rápidamente las quince gradas, que no tuvo tiempo de volver su vista atrás y ni siquiera sintió añoranza de sus padres, cosa tan natural en la niñez. Esto dejó a todos estupefactos, de manera que los mismos pontífices del templo quedaron llenos de admiración.
La educación de la Virgen (1615-1616), atribuido a Velázquez. Universidad de Yale
[5] CAPUT V.
Tunc Anna repleta Spiritu Sancto in conspectu omnium dixit, «Dominus, Deus exercituum, memor factus est uerbi sui et uisitauit populum suum uisitatione sancta sua, ut gentes quae insurgebant in nos, humiliet et conuertat cor eorum ad se; aperuit aures suas precibus nostris, et exclusit a nobis insultationes inimicorum nostrorum. Sterilis facta est mater, et genuit exultationem et laetitiam in Israel. Ecce potero offerre munera Domino, et non poterunt a me prohibere uolebant inimici mei. Dominus convertat corda eorum ad me, et det mihi gaudium sempiternum.»
Entonces Ana, llena del Espíritu Santo, dijo en presencia de todos: “El Señor Dios de los ejércitos, ha recordado su palabra, y ha recompensado a su pueblo con su bendita visita, para humillar a las naciones que se levantaban contra nosotros, y para que su corazón se vuelva hacia Él. Ha abierto sus oídos a nuestras plegarias, y ha hecho cesar los insultos de nuestros enemigos. La que era estéril, es ahora madre, y ha engendrado la exaltación y el júbilo en Israel. He aquí que yo podré ofrecer dones al Señor, y que mis enemigos no podrán ya impedírmelo nunca más. Vuelva el Señor sus corazones hacia mí, y procúreme una alegría eterna”.
[6] CAPUT VI.
Erat autem Maria in admiratione omni populo. Quae cum trium esset annorum, ita maturo gressu ambulabat et perfectissime loquebatur et in Dei laudibus studebat, ut non infantula esse putaretur, sed magna, et quasi triginta annorum iam esset, ita in orationibus insistebat. Et resplendebat facies eius sicut nix, ita ut uix possent in eius uultum intendere. Insistebat autem opere lanificii, et omnia quae mulieres antiquae non potuerunt facere, ista in tenera aetate posita explicabat.
Y María causaba admiración a todo el mundo. A la edad de tres años, marchaba con paso tan seguro, hablaba tan perfectamente, ponía tanto ardor en sus alabanzas a Dios, que se la habría tomado no por una niña pequeña, sino por una persona mayor, pues recitaba sus plegarias como si treinta años hubiera tenido. Y su semblante resplandecía como la nieve, hasta el extremo de que apenas podía mirársela. Y se aplicaba a trabajar en la lana, y lo que las mujeres adultas no sabían hacer, ella, en edad tan tierna, lo hacía a perfección.
Santa Ana enseñando a leer a la Virgen (hacia 1655), óleo sobre lienzo de 219 x 165 cm, de Bartolomé Esteban Murillo. Museo del Prado. Madrid
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