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Archive for 15 de junio de 2016

Baader Hero et Léandre 1866

Héro y Léandre (1866), óleo sobre lienzo de 106 x 180 cm, de Louis Marie Baader (1828-1920). Museo de Grenoble

Nos centrábamos en el anterior capítulo de esta serie en los versos 84-98 del poema Hero y Leandro de Museo el Gramático. En el 94 encontramos la expresión ὀφθαλμὸς δ’ ὁδός ἐστιν.

  1. (Y el ojo es su senda). Todo este excurso teórico sobre el proceso del enamoramiento, contenido en los versos 94-98, es una muy ajustada imitación de Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte I, 4, 4-5:

Ὡς δὲ εἶδον, εὐθὺς ἀπωλώλειν: κάλλος γὰρ ὀξύτερον τιτρώσκει βέλους καὶ διὰ τῶν ὀφθαλμῶν ἐς τὴν ψυχὴν καταρρεῖ: ὀφθαλμὸς γὰρ ὁδὸς ἐρωτικῷ τραύματι. Πάντα δέ με εἶχεν ὁμοῦ, ἔπαινος, ἔκπληξις, τρόμος, αἰδώς, ἀναίδεια: ἐπῄνουν τὸ μέγεθος, ἐκπεπλήγμην τὸ κάλλος, ἔτρεμον τὴν καρδίαν, ἔβλεπον ἀναιδῶς, ᾐδούμην ἁλῶναι: τοὺς δὲ ὀφθαλμοὺς ἀφέλκειν μὲν ἀπὸ τῆς κόρης ἐβιαζόμην, οἱ δὲ οὐκ ἤθελον, ἀλλ̓ ἀνθεῖλκον ἑαυτοὺς ἐκεῖ τῷ τοῦ κάλλους ἑλκόμενοι πείσματι, καὶ τέλος ἐνίκησαν.

Nada más verla, al punto estuve perdido, pues la belleza hiere más profundamente que un dardo y se desliza por los ojos hasta el alma, ya que el ojo es la vía para la herida amorosa. Y toda clase de impresiones me dominaban a la vez: admiración, pasmo, temblor, vergüenza, desvergüenza. Admiraba su estatura, me pasmaba de su belleza, me palpitaba el corazón, la miraba con impudor, me daba vergüenza de ser sorprendido así. Me forzaba a desprender mis ojos de la muchacha, pero ellos no querían: al contrario, se aferraban allí, arrastrados por la seducción de la belleza, y triunfaron al final.

La traducción es de Máximo Brioso Sánchez, en Gredos.

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No obstante, el referente para los aspectos teóricos aquí esbozados es indudablemente el Fedro platónico (cf. especialmente, 251b y 255c: los ojos son el cauce por donde pasa el flujo de la belleza), si bien a la teoría filosófica de la emanación de hermosura pueden hallársele antecedentes en la tragedia clásica.

Ἰδόντα δ᾽ αὐτὸν οἷον ἐκ τῆς φρίκης μεταβολή τε [251b] καὶ ἱδρὼς καὶ θερμότης ἀήθης λαμβάνει· δεξάμενος γὰρ τοῦ κάλλους τὴν ἀπορροὴν διὰ τῶν ὀμμάτων ἐθερμάνθη ᾗ ἡ τοῦ πτεροῦ φύσις ἄρδεται, θερμανθέντος δὲ ἐτάκη τὰ περὶ τὴν ἔκφυσιν, ἃ πάλαι ὑπὸ σκληρότητος συμμεμυκότα εἶργε μὴ βλαστάνειν, ἐπιρρυείσης δὲ τῆς τροφῆς ᾤδησέ τε καὶ ὥρμησε φύεσθαι ἀπὸ τῆς ῥίζης ὁ τοῦ πτεροῦ καυλὸς ὑπὸ πᾶν τὸ τῆς ψυχῆς εἶδος· πᾶσα γὰρ ἦν τὸ πάλαι πτερωτή.

Y es que, en habiéndolo visto, le toma, después del escalofrío, como un trastorno que le provoca sudores y un inusitado ardor. Recibiendo, pues, este chorreo de belleza por los ojos, se calienta con un calor que empapa, por así decirlo, la naturaleza del ala, y, al caldearse, se ablandan las semillas de la germinación que, cerradas por la aridez, les impedía florecer; y, además, si el alimento afluye, se esponja el tallo del ala y echa a nacer desde la raíz, por dentro de la sustancia misma del alma, que antes, por cierto, estuvo toda alada. Anda, pues, en plena ebullición y burbujeo, y como con esa sensación que tienen los que están echando los dientes cuando ya van a romper, ese picor y escozor en las encías, así le pasa al alma del que empieza a echar las plumas.

Ὅταν δὲ χρονίζῃ τοῦτο δρῶν καὶ πλησιάζῃ μετὰ τοῦ ἅπτεσθαι ἔν τε γυμνασίοις καὶ ἐν ταῖς ἄλλαις ὁμιλίαις, [255c] τότ᾽ ἤδη ἡ τοῦ ῥεύματος ἐκείνου πηγή, ὃν ἵμερον Ζεὺς Γανυμήδους ἐρῶν ὠνόμασε, πολλὴ φερομένη πρὸς τὸν ἐραστήν, ἡ μὲν εἰς αὐτὸν ἔδυ, ἡ δ᾽ ἀπομεστουμένου ἔξω ἀπορρεῖ· καὶ οἷον πνεῦμα ἤ τις ἠχὼ ἀπὸ λείων τε καὶ στερεῶν ἁλλομένη πάλιν ὅθεν ὡρμήθη φέρεται, οὕτω τὸ τοῦ κάλλους ῥεῦμα πάλιν εἰς τὸν καλὸν διὰ τῶν ὀμμάτων ἰόν, ᾗ πέφυκεν ἐπὶ τὴν ψυχὴν ἰέναι ἀφικόμενον καὶ ἀναπτερῶσαν, [255d] τὰς διόδους τῶν πτερῶν ἄρδει τε καὶ ὥρμησε πτεροφυεῖν τε καὶ τὴν τοῦ ἐρωμένου αὖ ψυχὴν ἔρωτος ἐνέπλησεν.

Y cuando vaya pasando el tiempo de este modo, y se toquen los cuerpos en los gimnasios y en otros lugares públicos, entonces ya aquella fuente que mana, a la que Zeus llamó «deseo», cuando estaba enamorado de Ganimedes, inunda caudalosamente al amante, lo empapa y lo rebosa. Y semejante a un aire o a un eco que, rebotando de algo pulido y duro, vuelve de nuevo al punto de partida, así el manantial de la belleza vuelve al bello muchacho, a través de los ojos, camino natural hacia el alma que, al recibirlo, se enciende y riega los orificios de las alas, e impulsa la salida de las, plumas y llena, a su vez, de amor el alma del amado.

La traducción es de Emilio Lledó Íñigo, en Gredos.

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Emilio Lledó Íñigo, Premio Princesa de Asturias de Comunicación Humanidades 2015

El tema se convertirá en un tópico en la literatura erótica: cf. Jenofonte, Banquete IV, 21:

Κλεινίᾳ δ’, ἔφη, ὦ Σώκρατες, οὐκ ἂν ἐπιτρέψαις; καὶ ὃς εἶπεν: οὐ γὰρ παύσῃ σὺ Κλεινίου μεμνημένος; ἂν δὲ μὴ ὀνομάζω, ἧττόν τί με οἴει μεμνῆσθαι αὐτοῦ; οὐκ οἶσθα ὅτι οὕτω σαφὲς ἔχω εἴδωλον αὐτοῦ ἐν τῇ ψυχῇ ὡς εἰ πλαστικὸς ἢ ζωγραφικὸς ἦν, οὐδὲν ἂν ἧττον ἐκ τοῦ εἰδώλου ἢ πρὸς αὐτὸν ὁρῶν ὅμοιον αὐτῷ ἀπειργασάμην;καὶ ὁ Σωκράτης ὑπέλαβε: τί δῆτα οὕτως ὅμοιον εἴδωλον ἔχων πράγματά μοι παρέχεις ἄγεις τε αὐτὸν ὅπου ὄψει; ὅτι, ὦ Σώκρατες, ἡ μὲν αὐτοῦ ὄψις εὐφραίνειν δύναται, ἡ δὲ τοῦ εἰδώλου τέρψιν μὲν οὐ παρέχει, πόθον δὲ ἐμποιεῖ.

“¿Y no te confiarías”, dijo, “al juicio de Clinias?” .A lo que él respondió: “¿Es que no vas a dejar de recordar a Clinias?”. “Y aunque no lo cite por su nombre, ¿crees que me voy a acordar menos de él?, ¿no sabes que tengo en el alma una imagen suya tan clara que si tuviera que esculpirle o pintarle no reproduciría con menos fidelidad su figura que si lo estuviera mirando a él mismo? Y Sócrates replicó: “En ese caso, ¿por qué, si tienes una imagen tan parecida, me molestas llevándome donde puedas verlo?”. “Porque, Sócrates, su vista me hace gozar, mientras que la de la imagen no me da placer y engendra añoranza”.

Traducción de Juan Zaragoza, en Gredos.

Jenofonte de Éfeso, Habrócomes y Antia I, 3, 2:

Διέκειτο δὲ καὶ Ἀνθία πονήρως, ὅλοις μὲν καὶ ἀναπεπταμένοις τοῖς ὀφθαλμοῖς τὸ Ἁβροκόμου κάλλος εἰσρέον δεχομένη, ἤδη δὲ καὶ τῶν παρθένοις πρεπόντων καταφρονοῦσα· καὶ γὰρ ἐλάλησεν ἄν τι, ἵνα Ἁβροκόμης ἀκούσηι, καὶ μέρη τοῦ σώματος ἐγύμνωσεν ἂν τὰ δυνατά, ἵνα Ἁβροκόμης ἴδηι· ὁ δὲ αὑτὸν ἐδεδώκει πρὸς τὴν θέαν καὶ ἦν αἰχμάλωτος τοῦ θεοῦ.

También Antia lo pasaba mal, al penetrar por sus ojos abiertos de par en par la belleza de Habrócomes que le entraba dentro, y ya incluso despreciaba el decoro de una joven, pues hablo para que Habrócomes la oyera y desnudó las partes de su cuerpo que le era posible, para que Habrócomes las contemplara. Y el se había entregado a su contemplación y era prisionero del dios.

Traducción de María Cruz Herrero Ingelmo, en Akal/Clásica.

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