Finalizamos el resumen de la traducción de Museo a cargo de Boscán, que realiza María Jesús Franco Durán, (Universidad de Salzburgo, Austria) en su trabajo El mito de Hero y Leandro: algunas fuentes grecolatinas y supervivencia en el Siglo de Oro español.
Comienza el invierno -aquí Boscán no indica si se producen más citas- y Leandro no puede nadar a causa del mal tiempo. Otra vez, siguiendo a Ovidio, se mezclan los sentimientos de Hero que quiere poner la lumbre en la ventana a pesar de que ya se ha apagado varias veces a causa del viento, aviso ya de la desgracia presentada en Museo, y nos narra la impaciencia de Leandro mirando continuamente el mar, alternando la esperanza con la desesperación. Por fin Leandro comienza su trayectoria después de ver la lámpara encendida y:
«Súbitamente en esto, las tres parcas
sus cuchillos tomaron en las manos,
apercibidas, aguardando el punto
para cortar los tratos y las vidas
de los tristes amantes mal logrados».
Después de invocar a Venus y a Neptuno, el mar lo absorbe en el preciso instante en que se apaga la lumbre. Hero se deja caer desde la ventana cuando ya ha visto el cuerpo de Leandro en la orilla del mar. Y Boscán finaliza la historia: «así se fueron juntas las dos almas I a los Campos Elíseos para siempre».
Sabemos que Boscán realizó su composición después de la muerte de Garcilaso. Es inevitable que algunos de los versos de esta fábula nos recuerden a los del soneto. Boscán nos presenta un Leandro «de fuego ardiente abrasándolo dentro de su alma» que «con animoso acuerdo decide enfrentarse con las olas». Ante las dificultades del trayecto, que ya ha emprendido, repite las mismas palabras que emite Leandro en el soneto garcilasiano para calmar a las aguas, recuerdo del epigrama de Marcial al que ya aludimos pero que seguramente Boscán tomó directamente de su contemporáneo. Pero mientras que para Garcilaso son los últimos momentos de Leandro -las olas no han escuchado sus súplicas y finalmente parece- Boscán introduce una variante porque sabemos que Leandro «a la orilla llegó».
También Francisca Moya del Baño, en su trabajo final de licenciatura El tema de Hero y Leandro en la literatura española, se refiere a Boscán y su traducción:
Pero es el Renacimiento quien resucita el poema de Museo. Se hacen de él diversas ediciones. Demetrio Ducas inaugura nuestra imprenta griega de Alcalá de Henares con el Poema de Hero y Leandro, que parece ser de fecha de 1514.
Dice D. Marcelino (Menéndez Pelayo): “El poema se divulgó rápidamente, y por su brevedad, sencillez y corrección gramatical, sirvió muy pronto de libro a los helenistas”. Y continúa más adelante: “Habiendo sido Museo el primer autor griego impreso en España y el que más comúnmente debía leerse en las cátedras, es muy verosímil que Boscán se fijase en él desde su juventud y en él hiciese el aprendizaje de la lengua”. Afirma, pues, D. Marcelino que es verosímil que conociese el poema de Museo en la edición de Demetrio Ducas. A nosotros nos parece del todo inverosímil; tampoco creemos que en él hiciese el aprendizaje de la lengua.
Juzgamos que Boscán no sabía griego, y hay que destacar que la edición complutense está toda absolutamente en griego, sin comentarios, aclaraciones, ni mucho menos traducción latina o castellana. Debía dominar muy bien el griego para poder seguir el texto, como afirma Menéndez Pelayo.
Hemos intentado resolver el problema, investigar si Boscán sabía el griego suficiente como para traducir directamente a Museo, pero de la vida de Boscán no se tienen demasiados datos, son pocas las biografías que hay y no se alude a que conociese el griego. Respecto al Poema de Hero y Leandro se dice que es imitación de Museo; algunos biógrafos afirman que es traducción, afirmación no aceptable y perceptible al comparar la diferencia de extensión: 360 hexámetros de Museo; frente a 2.793 endecasílabos en Boscán.
Tampoco en la Edición de las obras poéticas de Boscán, hecha por Martín de Riquer, Barcelona 1957, se ofrecen datos precisos: sólo: “Compuso “Hero y Leandro” sacándole de Museo”.
No obstante, pese a no haber encontrado ningún dato a nuestro favor, aunque no encontrado en contra ya puede tomarse como un válido argumento ex silentio, estimamos que Boscán no supo el griego necesario para vérselas directamente con Museo; pudo a lo más tener algunas nociones más o menos elementales. Pero, por otra parte, nos encontramos con un hecho, y es que el Poema de Boscán no implica sólo un conocimiento del “tema”, ya a través de Ovidio, o por una tradición literaria más o menos extendida, sino que supone casi necesariamente el conocimiento de la obra de Museo, pues es a éste a quien sigue, aunque amplíe y parafrasee con gran frecuencia.
(Desde luego a Ovidio también debió conocerle, pues por una parte existía en el siglo XV la traducción de las Heroidas llamada el Bursario, atribuída a Juan Rodríguez del Padrón, y además en su obra se advierte una clara influencia ovidiana).
Por tanto, debió conocer el Poema griego, pero no en la edición de Demetrio Ducas, sino en otra. Hemos intentado ver si ya en aquella época existía alguna traducción latina, y hemos encontrado que sí, que la de Aldo Manucio lleva una traducción latina de Marco Musuro; aunque no está fechada, parece ser de 1494. Es seguro, pues, que Boscán debió conocer algún ejemplar de esta Edición, y por tanto pudo seguir la obra dc Museo.
También conoció Boscán la Favola di Leandro e Ero de Bernardo Tasso, pues en los pasajes en que Boscán se aparta de Museo sigue fielmente a Tasso. No sería aventurado decir que a través de Tasso conoció Boscán la edición de Aldo Manucio.
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