Y tras el poema de Francisco de Aldana, que glosaba el soneto XXIX de Garcilaso, al que alude García Gual en su prólogo a la edición de Gredos, proseguimos con lo que dice el helenista mallorquín en el citado prólogo a la edición de Montes Cala, en Gredos:
Cierto que el tema de los amantes de Sesto y Abido ya estaba en la Literatura Española mucho antes del Renacimiento, por influencia de dos famosas cartas, la XVIII y XIX, de las Heroidas de Ovidio. Alfonso X el Sabio, que tradujo algunas de las epístolas de las Heroidas, resumió la leyenda de Hero y Leandro en un pasaje de su General Estoria (según muestran muy precisa y claramente Pilar Saquero y Tomas González Rolán en su introducción al Bursario de Juan Rodríguez del Padrón, Madrid, 1984, págs. 22 y ss.). Fue, ya en el siglo XV, Juan Rodríguez del Padrón quien en su Bursario tradujo al castellano, acompañándolas de algún breve comentario, las dos epístolas ovidianas: la de Leandro a Hero y la de Hero a Leandro. Comparar los poemas ovidianos con el de Museo no es tarea para un prólogo como éste, pero resulta un curioso contraste el de las dos cartas paralelas compuestas con delicada retórica y el epilio poético de tono novelesco y final trágico, compuesto por un poeta tardío y erudito como es Museo.
María Jesús Franco Durán, en el citado trabajo (El mito de Hero y Leandro: algunas fuentes grecolatinas y supervivencia en el Siglo de Oro español) afirma:
Garcilaso se inspiró directamente en el epigrama XXVb de Marcial:
Cum peteret dulces audax Leandro amores
est fessus tumidis iam premeretur aquis
sic miser instantes adfatus dicitur undas:
«Parcite dum propero, mergite cum redeo.»
(XXV b
Dirigiéndose el audaz Leandro hacia sus dulces amores y, cansado, viéndose apurado por lo encrespado de las aguas, se dice que el desgraciado dirigió esta súplica a las amenazantes olas: “Perdonadme cuando tengo prisa por llegar, sumergidme cuando vuelva”.
Traducción de José Guillén, en Institución “Fernando el Católico” (CSIC), Zaragoza, 2004)
Marcial, así como Garcilaso, no nos relata la historia completa, sino que únicamente nos presenta a Leandro en el momento de pasar el Helesponto y que, vencido por el esfuerzo, se dirige en vano a las olas antes de morir.
Y añade Franco Durán:
Sin embargo, el mérito de Garcilaso fue el de introducir el tema en la literatura de Siglo de Oro. Su soneto, que estaba impreso en pliego suelto desde 1536, tuvo muchos imitadores y Hero y Leandro se convirtieron en un recurso temático que fue enriqueciéndose y moldeándose con las diversas versiones de otros poetas.
Sá de Miranda es uno de los primeros autores que engrosa la lista de los que imitaron a Garcilaso en el tratamiento del tema. En su soneto «A la muerte de Leandro» encontramos muchos paralelismos con aquel autor, aunque hay algunas novedades: Sá de Miranda localiza espacialmente la acción entre Sesto y Abido y en el segundo terceto Leandro desafía a las olas diciéndoles que no van a impedir su llegada, aunque sea muerto.
Más fiel a la fuente garcilasiana es Gutierre de Cetina que compuso un soneto en la misma línea y que no aporta novedades en cuanto al tema, pero va depurando el estilo poético.
García Gual, por su parte, en el prólogo a la edición de Montes Cala, en Gredos dice:
Más fieles al texto griego son las dos versiones castellanas en verso – en endecasílabos libres- de José Antonio Conde (Madrid, 1797) y Miguel Jiménez Aquino (Cádiz, 1922). Ambas están recogidas y comentadas sucintamente en el libro de F. Moya ya citado (El tema de Hero y Leandro en la Literatura espanola, Murcia, 1966). Van al final del apéndice, que recoge a modo de curiosa antología toda una serie de poemas y una comedia (la de Mira de Amescua, Comedia de Hero y Leandro) que testimonian la larga estela de ecos y reflejos dejados por el tema en nuestra literatura. Además de un romance anónimo judeo-español, figuran obras de Garcilaso, Gutierre de Cetina, Francisco Sáa de Miranda, Juan de Coloma, un romance anónimo y un soneto de autor desconocido, Diego Ramírez Pagán, Hernando de Acuña, Fernando de Herrera, Diego de Mendoza, Juan de Arjona, Valdés y Meléndez, Dona Hipólita de Narváez, Lope de Vega, Diego de Mexia, Salas Barbadillo, López de Zárate, Góngora, Bocángel, Medrano y Barrionuevo, Quevedo, Trillo y Figueroa, Manuel Salinas, Valmaseda, Ignacio de Luzán, Nicolás Fernández de Moratín, José Antonio Conde y Jiménez de Aquino. Los dos traductores cierran así una larga y significativa lista – e n la que aún se podría añadir algún nombre más, como los de Francisco de Aldana y Juan de Arquijo, por ejemplo, y algunos romances.
Nosotros ofrecemos algunas de las obras citadas por García Gual y Franco Durán, y que aporta Francisca Moya del Baño, en el apéndice citado por García Gual, por orden cronológico de nacimiento del autor:
Diego Hurtado de Mendoza (1417-1479) escribe, imitando a Virgilio, sobre Hero y Leandro, sin citarlos, parece que movido por la nueva escuela de Boscán.
¿Quién dio fuerzas al joven, que de hecho
le enciende Amor y le revuelve en fuego’?
En noche obscura el tespestoso estrecho
atravesar con lluvia y tiempo ciego,
cortar las bravas olas ·con el pecho;
truena y abrasa el cielo, y el mar luego
rompe las altas peñas resonando,
mas él con su furor pasa nadando.
No lo tienen turb·ados elementos,
ni los padres con lágrimas y llanto;
el mar negro sacado de cimientos,
no le aparta el, deseo, y pone espanto;
no la virgen· que en ansias y tormentos
suspensa pasará aquel entretanto,
y al fin morirá·muerte lastimera
sobre el cuerpo tendido en la ribera.
Diego Hurtado de Mendoza (1504-1575)
El aragonés Juan de Coloma (¿-1517) escribió también sobre los amantes helespontíacos:
En el soberbio mar se vía metido
Leandro y de sus ondas trastornado,
Y menos del temor de muerte helado
que del fuego de amores encendido,
cuando de congoxoso y oprimido,
de aliento y fuerza ya desesperado,
de aquel estorbo ya desamparado
más que de su morir y entristecido,
habló desta manera, mas fué en vano,
echando el alma en el postrer acento,
d’ uña cansada voz y dolorida:
“Oh riguroso mar y airado viento,
dexadme adonde voy allegar sano
y luego me ahogad a la venida.”
Hero se lamenta por Leandro muerto (ca. 1635-1637), óleo sobre lienzo de 155 x 215 cm., de Jan van den Hoecke. Kunsthistorisches Museum de Viena. Gemäldegallerie, Sala XII
ya lo estabamos extrañando!
Gracias. Todavía nos queda un poquito de recorrido, pero no mucho.