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Archive for febrero 2008

ποικιλόθρον’ ἀθανάτ ᾿Αφρόδιτα,

παῖ Δίος δολόπλοκε, λίσσομαί σε,

μή μ’ἄσαισι μηδ’ὀνίαισι δάμνα,

πότνια, θῦμον·

ἀλλὰ τυίδ’ ἔλθ’, αἴ ποτα κἀτέρωτα

τὰς ἔμας αὔδας ἀίοισα πήλοι

ἔκλυες, πάτρος δὲ δόμον λίποισα

χρύσιον ἦλθες

ἄρμ’ ὐπασδεύξαισα· κάλοι δέ σ’ἆγον

ὤκεες στροῦθοι περὶ γᾶς μελαίνας

πύκνα δίννεντες πτέρ’ ἀπ’ ὠρἀνωἴθε-

ρος διὰ μέσσω,

αἶψα δ’ ἐξίκοντο· σὺ δ’, ὦ μάκαιρα,

μειδιαίσαισ’ ἀθανάτωι προσώπωι

ἤρε’ ὄττι δηὖτε πέπονθα κὤττι

δηὖτε κάλημμι,

κὤττι μοι μάλιστα θέλω γένεσθαι

μαινόλαι θύμωι· τίνα δηὖτε πείθω

ἂψ σάγην ἐς σὰν φιλότατα; τίς σ’, ὦ

Ψάπφ’, ἀδικήει;

καὶ γὰρ αἰ φεύγει, ταχέως διώξει·

αἰ δὲ δῶρα μὴ δέκετ’, ἀλλὰ δώσει,

αἰ δὲ μὴ φίλει, ταχέως φιλήσει

κωὐκ ἐθέλοισα.

ἔλθε μοι καὶ νῦν, χαλέπαν δὲ λῦσον

ἐκ μερίμναν, ὄσσα δέ μοι τέλεσσαι

θῦμος ἰμέρρει, τέλεσον· σὺ δ’ αὔτα

σύμμαχος ἔσσο

Inmortal Afrodita, la de trono pintado,

hija de Zeus, tejedora de engaños, te lo ruego:

no a mí, no me sometas a penas ni angustias

el ánimo, diosa.

Pero acude acá, si alguna vez en otro tiempo,

al escuchar de lejos de mi voz la llamada,

la has atendido y, dejando la áurea morada

paterna, viniste,

tras aprestar tu carro. Te conducían lindos

tus veloces gorriones sobre la tierra oscura.

Batiendo en raudo ritmo sus alas desde el cielo

cruzaron el éter,

y al instante llegaron. Y tú, oh feliz diosa,

mostrando tu sonrisa en el rostro inmortal,

me preguntabas qué de nuevo sufría y a qué

de nuevo te invocaba,

y qué con tanto empeño conseguir deseaba

en mi alocado corazón. «¿A quién, esta vez

voy a atraer, oh querida, a tu amor? ¿Quién ahora,

ay Safo, te agravia?

Pues si ahora te huye, pronto va a perseguirte;

si regalos no aceptaba, ahora va a darlos,

y si no te quería, en seguida va a amarte,

aunque ella resista».

Acúdeme también ahora, y líbrame ya

de mis terribles congojas, cúmpleme que logre

cuanto mi ánimo ansía, y sé en esta guerra

tú misma mi aliada.

Aeneadum genetrix, hominum divomque voluptas,

alma Venus, caeli subter labentia signa

quae mare navigerum, quae terras frugiferentis

concelebras, per te quoniam genus omne animantum

concipitur visitque exortum lumina solis:

te, dea, te fugiunt venti, te nubila caeli

adventumque tuum, tibi suavis daedala tellus

summittit flores, tibi rident aequora ponti

placatumque nitet diffuso lumine caelum.

¡Madre de los Enéadas, placer de hombres y dioses,

Vivificadora Venus, que bajo los astros rodantes del cielo

el mar portador de navíos y las tierras productoras de frutos,

llenas de seres vivos, ya que gracias a ti toda especie de vivientes

es concebida y tan pronto ha nacido contempla la luz del sol;

ante ti, oh diosa, huyen los vientos, se dispersan las nubes del cielo

a tu llegada, en tu honor la ingeniosa tierra esparce a tus pies

suaves flores,  a ti sonríen las llanuras del mar

y el cielo sereno que irradia difusa claridad.

Hacemos un paréntesis en la serie que estamos dedicando a la cortesana Frine, pero no nos apartamos mucho del asunto. Si Frine sirvió de modelo a Praxíteles y Apeles para esculpir o pintar a Afrodita, la diosa del amor y la belleza será la protagonista de nuestro artículo de hoy. En él ofreceremos cuatro canciones pop que tienen por protagonista a Venus.

Hemos comenzado el artículo con dos textos.

El primero, en griego, es el fragmento 1 de Safo, en la edición de Edgar Lobel y Denys Page (L-P), Poetarum Lesbiorum Fragmenta, Oxford: Clarendon Press, 1955. Como se puede apreciar está dedicado a Afrodita. La poetisa recurre a la diosa del amor para que la ayude en la consecución de sus objetivos amorosos y se convierta en su aliada. Este motivo lo encontraremos en una de las canciones que más adelante ofrecemos.

El segundo texto, en latín, es el preámbulo de De rerum natura, de Lucrecio, que hemos ofrecido en traducción de Ismael Roca. Si Safo pedía a Afrodita ayuda en sus vicisitudes amorosas, Lucrecio invoca a Venus, madre de los romanos, ya que fue la madre de Eneas, como diosa vivificadora de la naturaleza, para que le asista en la composición de su poema y otorgue, también, la paz a los romanos.

El título de este «post» une el comienzo del poema de Safo (ἀθανάτ ᾿Αφρόδιτα / Inmortal Afrodita) con las dos primeras palabras del segundo verso de Lucrecio (alma Venus / vivificadora Venus). Hemos elegido este título, porque, por una parte, la pervivencia de Venus en canciones del siglo XX corroboran la idea de su inmortalidad; inmortalidad, por otro lado, atribuible al amor que la diosa griega representa, y que sigue moviendo al mundo e inspirando creaciones artísticas. Otra cualidad del amor, en su capacidad de suscitar la atracción sexual y, por ende, la procreación está recogido en el epíteto «alma» (vivificadora), pues, como el propio Lucrecio afirma más adelante: «En fin, por los mares, por los montes y los ríos impetuosos, por las frondosas moradas de las aves y las verdeantes campiñas, infundiendo en los corazones de todos el dulce aguijón del amor, logras que con ardor propaguen las generaciones según su especie».

Comenzamos nuestro recorrido pop.

En 1962 Howard Greenfield escribió la canción Venus in blue jeans (Venus en pantalones vaqueros), en colaboración con Jack Keller. En ella un enamorado compara a su nuevo amor con una Venus adolescente. A la comparación de la nueva compañera con Venus se añaden una Mona Lisa con coleta y una Cenicienta. El nuevo amor es una obra de arte que habla y camina, un ángel, un cuento de hadas hecho realidad, la octava maravilla del mundo.

La versión que proponemos es la de Mark Wynter. También la han interpretado Jimmy Clanton, B. Bruno, Sammy Hall, Barry Mann, Ray Adams, Big Buddy Lucas & The Wigglers.

She’s Venus in blue jeans
Mona Lisa with a ponytail
She’s a-walkin’ talkin’ work of art
She’s the girl who stole my heart
My Venus in blue jeans
Is the Cinderella I adore
She’s my very special angel too

A fairy tale come true
They say there’s seven wonders in the world
But what they say is out of date
There’s more than seven wonders in the world
I just met number eight
My Venus in blue jeans
Is ev’rything I hoped she’d be
A teenage goddess from above
And she belongs to me
She’s Venus in blue jeans
Mona Lisa with a ponytail
She’s a-walkin’ talkin’ work of art
She’s the girl who stole my heart
My Venus in blue jeans
Is the Cinderella I adore
She’s my very special angel too
A fairy tale come true
They say there’s seven wonders in the world
But what they say is out of date
There’s more than seven wonders in the world
I just met number eight
My Venus in blue jeans
Is ev’rything I hoped she’d be
A teenage goddess from above

And she belongs to me


Robert van Leeuwen escribió en 1969 la canción Venus, dentro del álbum At home, sobre la belleza y el amor. Robbie era componente del grupo holandés Shoking Blue disuelto en 1974. La canción obtuvo un enorme éxito y ha tenido numerosas versiones.

La que aquí ofrecemos es la del trio femenino Bananarama y, lo advertimos, el video es bastante sensual y contiene alguna imagen que puede ser considerada demasiado provocativa. Nos hemos decidido a escoger esta versión y este video por recoger el carácter sexual, de deseo y exaltación amorosa que también están presentes en Venus/Afrodita.

A goddess on a mountain top
Was burning like a silver flame,
The summit of beauty and love,
And Venus was her name.
She’s got it,
Yeah, baby, she’s got it.
Well, I’m your Venus,
I’m your fire at your desire.
Well, I’m your Venus,
I’m your fire at your desire.
Her weapon were her crystal eyes
Making ev’ry man mad;
Black as a dark night she was,
Got what no one else had.
Wow!
She’s got it,
Yeah, baby, she’s got it.
Well, I’m your Venus,
I’m your fire at your desire.
Well, I’m your Venus,
I’m your fire at your desire.
Ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah!
Ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah!
She’s got it,
Yeah, baby, she’s got it.
Well, I’m your Venus,
I’m your fire at your desire.
Well, I’m your Venus,
I’m your fire at your desire.



Seguimos nuestro recorrido con Marc Cohn y su Walk on Water (1990). La canción trata sobre dos amantes en  la orilla del mar esperando el “nuevo nacimiento” de Venus de la espuma del mar. La diosa baila en el aire, sonríe a la luna y contempla a los apasionados amantes en las dunas.

Let’s go down to the sound tonight
Tide is low and we can walk on water
Reel me in under that starry light
Just like the fisherman’s daughter
Baby when the bands and the barkers go home
They say that Venus she rises
From out of the foam
She dances on air and laughs at the moon
And watches young lovers in fiery dunes
So are you willing to wait for the miracle
Willing to wait it through
Are you willing to wait for the miracle
Or don’t you believe they’re true?
There’s an old man sitting by the side of the pier
He’s got his cross and his camera
And his bottle of beer
He just sits all day and all through the night
Praying for a vision or a heavenly light
‘Cause he’s willing to wait for the miracle
Willing to wait it through
He’s willing to wait for the miracle
What else is he gonna do?
What else is he gonna do?
Now me I don’t need no heavenly sign
‘Cause I got the water and the wine
So baby please let your lovelight shine
‘Cause we’re all gonna meet our maker
Sometime
That’s why I’m willing to wait for the miracles
I’m willing to wait them through
I’m willing to wait for the miracles
But I just can’t wait — for you
Just can’t wait for you
Let’s go down to the sound tonight
And walk on water
Walk on water
Walk on water


Terminamos con la canción Venus escrita en 1959 por Edward H. Marshall en la que un amante de nuestros días pide a Venus que le envíe la chica perfecta. El video que hemos elegido es una interpretación en directo de Frankie Avalon.

Hey, Venus, oh, Venus

Hey, Venus, oh, Venus

Venus, if you will

Please send a little girl for me to thrill

A girl who wants my kisses and my arms

A girl with all the charms of you.Venus, make her fair

A lovely girl with sunlight in her hair

And take the brigthtest stars up in the skies

And place them in her eyes for me

Venus, goddess of love that you are

Surely the things I ask

Can’t be too great a task.

Venus, if you do I promise that I always will be true

I’ll give her all the love I have to give

As long as we both shall live.

Hey, Venus, oh, Venus

Make my wish come true

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Friné en el arte.

En este segundo apartado nos centramos en las obras artísticas que tomaron como modelo a Friné.

La primera obra es Friné en los baños (Phryne Going to the Public Baths as Venus: Demosthenes Taunted by Aeschines) de Joseph Mallord William Turner, un óleo sobre lienzo de 1838,  de 165 x 193,5 conservado en la Tate Gallery de Londres.

 

Los asuntos de la antigüedad clásica van a ser en ocasiones temática para los cuadros de Turner, siguiendo las obras de Poussin y Claudio de Lorena como referencia. Pero, por supuesto, en este asunto el pintor británico va a otorgar toda la prioridad al paisaje que le rodea, donde la amplitud de perspectiva es enorme y perfecta. En esta ocasión, el maestro londinense emplea un tema ateniense, pero también utilizará temática romana como en la obra Antigua Roma. Otros cuadros de ambiente grecorromano de Turner son Dido y Eneas, Venus y Adonis, El foro romano, Baco y Ariadna, Glauco y Escila, Eneas y la Sibila junto al Averno, La despedida de Hero y Leandro, La Discordia eleigiendo la manzana en el Jardín de las Hespérides, La caída del imperio cartaginés, Ulises burlando a Polifemo, Jasón, Eco y Narciso,  Apolo y Pitón, Aníbal cruzando los Alpes.

Friné, como hemos visto, era una de las cortesanas más solicitadas de la Atenas de Pericles debido a su belleza y elegancia. Será la modelo favorita y la amante de Praxíteles. La encantadora Friné vivía con cierta discreción, acudiendo a tertulias literarias y artísticas, aunque fue acusada de impiedad y condenada a muerte, salvándose al mostrarse desnuda al tribunal por indicación de su abogado Hiperides.

Turner nos muestra el momento en el que dos adversarios políticos, Esquines y Demóstenes, se reprochan asuntos propios junto a la bella hetera. Sin embargo, todo el asunto pasa a un segundo plano al interesarse el maestro londinense no por lo anecdótico sino por las atmósferas que diluyen los contornos. El colorido claro es reforzado por la luz empleada por Turner, consiguiendo crear un efecto tremendamente romántico.  

Teatral es la Friné de Gérôme, cuadro cuya visión ha motivado esta serie de artículos, donde, sin embargo, la sugestión operística es abandonada a favor de la ironía, por no decir de la irrisión, de una comedia bella y buena. Gérôme sitúa la escena en un lugar cerrado, una especie de hemiciclo que evoca, en dimensiones reducidas, la Cámara de los Diputados o el Senado. No se sospecha ni siquiera de lejos que Gérôme ignorase que Frine fue llevada ante el tribunal de los heliastas y que éste, como su propia nombre indica, tenía su sede al aire libre, al sol. El artista nos lleva a la sonrisa con muchas pistas. La escena representada no es en realidad seria, al menos no en la mitad derecha de la tela, donde si ve una hilera de viejos vanidosamente vestidos de púrpura, ridiculizados sin ahorro de detalles, sobre todo en su fisonomía: lubricidad, estupor, reprobación o a veces también la simple somnolencia se dibuja en sus rostros. Frente a estos espectadores, despojados de su autoridad de jueces y degradados al rango de público de cabaret, la parte izquierda de la tela acoge la belleza pura del cuerpo de Frine, desnudado por el gesto enfático de su abogado (un logrado efecto) que le quita su único velo, de un azul vergonzosamente “virginal”. Entre la escena y el público de la platea, en la boca del apuntador, nos atreveríamos a decir, una estatuilla de oro que representa a Atenea susurra el verdadero texto de la pieza a quien, entre el público, no hubiera entendido la idea: la diosa, en realidad, hace muecas a estos señores.

 

Injustamente infravalorada, la obra de Gérôme constituye un delicioso apólogo cuyo título podría ser, en línea con el clima del setecientos, El libertinaje que triunfa sobre los libertinos. Gérôme entra de lleno en este siglo XIX mucho menos estúpido de cuanto se ha querido decir. No es casual que Frine la cortesana, Frine la sacrílega, haya conocido su momento de gloria (su come back, por usar la jerga actual) en los años más señalados de la moral victoriana. En los cuadros de Gérôme se descubren precisamente la misma fascinación de la carne, del placer siempre prohibido o peligroso. Gérôme, por su pensamiento político y sus evidentes opciones morales, se muestra inteligente y escéptico. Es sensible al potencial ridículo de ciertas leyes, de ciertas instituciones. ¿Los placeres de la carne son reprimidos? ¿Son despreciados? ¿Se encuentra una cierta libertad sólo en el ghetto del lupanar? Gérôme le toma gusto a ridiculizar estos viejos hipócritas que imponen reglas morales absurdas que ellos mismos no están dispuestos a respetar. 

En el retrato que hace de Frine, Gustave Boulanger expresa, en cambio, un verdadero y propio miedo a la mujer. La encantadora cortesana, adornada por su belleza juvenil e culpable sólo de insolencias veniales, cede el paso a un demonio de mujer, a aquella Eva eterna y fatal que nuestros abuelos han confundido con Lilith o Pandora. Suavemente recostada sobre cojines que sugieren inequívocamente los placeres del sexo sacrílego, esta Frine diabólica parece al acecho de una víctima más que de un amante. No es necesario insistir en la banales angustias que la seducción y la belleza pueden suscitar. No es necesario insistir en la ambigüedad del deseo masculino, donde aprensión y euforia se entrecruzan: famoso erotómano y excelente escritor, Pierre Louÿs ¿no ha compuesto quizás Les chansons de Bilitis, seductor homenaje tanto al “sexo belllo” como al sexo propiamente dicho?

Pero no ha quizás también escrito aquella inolvidable y terrorífica lección práctica que es La femme et le pantin (La mujer y el pelele)? Frine, pues, emerge del olvido para personalizar la belleza del deseo carnal, su inocencia, el coraje de la impudicia y, al mismo tiempo, los terribles peligros que, en oposición a estas mismas cualidades, toda mujer bella, joven y libre suscita naturalmente. El cuadro de Gérôme puede ser considerado como una auténtica obra maestra, porque el artista representa de modo admirable las costumbres de su época. Nadie sería tan ingenuo para sostener que su Frine evoque otra cosa distinta a una Grecia de pura fantasía, próxima a la de Pierre Louÿs siendo totalmente opuesta. Como ya hemos dicho, los viejos sentados frente a la bella hetera hacen pensar en los senadores de la República, en provincianos de buenos pensamientos y privados tanto de sentido del humor como de indulgencia, más que en los heliastas que, hace 2400 años, debieron juzgar a la cortesana… y, obviamente, la absolvieron.

En 1889 otro de estos pintores chapados a la antigua, todos extraordinariamente en boga en la época, el polaco Henryk Siemiradzki, pintaba una Frine en las fiestas de Poseidón en Eleusis en el que la divina tiene la complacencia de dejar brillar el marfil y el mármol de su desnudez en medio de un centenar de comparsas, sobre una tela – ¡era el mínimo! – de cuatro metros por ocho. El cuadro,  cuyas dimensiones son casi las de una escena para un espectáculo operístico, se inscribe más en el ámbito del teatro que en el del arte pictórico propiamente dicho, y, en cualquier caso, su contenido se aleja mucho de la historia, o si no de la leyenda. Aquí el episodio representado por el pintor es aquél, conocidísimo, de la aparición de Frine como Afrodita Anadiomene en el transcurso de la procesión de los atenienses hacia Eleusis.

La imagen que ofrecemos es una copia, de 1894, de Nikolay Pavlenko, sobre el original de Henryk Siemiradzki, de 91 x 131 cm.

’Friné volviendo a ponerse sus velos’ de Pradier (finales del siglo XIX). 

 

El escultor James Pradier se convirtió en heredero de los valores clásicos en el siglo XIX. El francés realizó varias esculturas de la bella Friné, cortesana, esposa y modelo de Praxíteles, cuya figura se idealizó enormente en el siglo XIX, siendo tema recurrente de artistas y escritores de la época. Pradier adapta a la modernidad la escultura clásica a través de una sensualidad que le acerca a los escultores románticos.

Hasta aquí este breve repaso por la presencia de Friné en la pintura o la escultura.

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Seguimos con nuestro repaso de las fuentes clásicas que nos hablan de Frine. 

 

Plinio el Viejo, en su Historia Natural XXXIV, 69 y siguientes, se refiere también a Frine.

Praxiteles quoque, qui marmore felicior, ideo et clarior fuit, fecit tamen et ex aere pulcherrima opera: Proserpinae raptum, item catagusam et Liberum patrem, Ebrietatem nobilemque una Satyrum, quem Graeci periboëton cognominant, et signa, quae ante Felicitatis aedem fuere, Veneremque, quae ipsa aedis incendio cremata est Claudii principatu, marmoreae illi suae per terras inclutae parem, 70 item stephanusam, pseliumenen, Oporan, Harmodium et Aristogitonem tyrannicidas, quos a Xerxe Persarum rege captos victa Perside Atheniensibus remisit Magnus Alexander. fecit et puberem Apollinem subrepenti lacertae comminus sagitta insidiantem, quem sauroctonon vocant. spectantur et duo signa eius diversos adfectus exprimentia, flentis matronae et meretricis gaudentis. hanc putant Phrynen fuisse deprehenduntque in ea amorem artificis et mercedem in vultu meretricis.

También Praxíteles, que destacó en el mármol y por este material fue más famoso, realizó sin embargo bellísimas obras de bronce: el rapto de Proserpina, la Catagusa (Ceres devolviendo a su hija Proserpina a los dominios de Plutón), el padre Líber, a la Ebriedad y el famoso Sátiro, al que los griegos llaman “Periobetos” (muy famoso); y estatuas, que estuvieron ante el templo de la Felicidad, y una Venus, que ardió en el incendio del templo en el reinado de Claudio, semejante a aquella estatua marmórea suya, famosa en el mundo entero.También realizó una Stephanusa (trenzadora de guirnaldas), una Pseliumene (Coronada), a Opora (mujer portadora de vino), a los tiranicidas Harmodio y Aristogitón, que tomados por Jerjes, rey de los persas, devolvió, tras la derrota de Persia, Alejandro Magno a los atenienses. Esculpió también al joven Apolo asaeteando un lagarto que trepa hacia él, al que llaman Sauróctono. Son también admiradas dos estatuas suyas que expresan emociones distintas, las de una matrona llorando y de una cortesana alegre. Creen que ésta era Frine y distinguen en ella el amor del artista y en el rostro de la cortesana la recompensa.

 

 

Diógenes Laercio, Vida de los filósofos, Jenócrates, IV, 7, cuenta la siguiente anécdota de Jenócrates, en la que nuestra meretriz es también protagonista:

σεμνς δ τ τ’ λλα Ξενοκρτης κα σκυθρωπς εί, στε ατ λέγειν συνεχς τν Πλάτωνα, «Ξενόκρατες, θε τας Xάρισι.» διῆγέ τ’ ἐν ᾿Ακαδημείτὰ πλεστα· κα ε ποτε μέλλοι ς στυ νιέναι, φασ τος θορυβώδεις πάντας κα προυνίκους ποστέλλειν ατο τ παρόδ. καί ποτε κα Φρύνην τν ταίραν θελσαι πειρσαι ατόν, κα δθεν διωκομένην πό τινων καταφυγεν ες τ οκίδιον. τν δνεκα τονθρωπίνου εσδέξασθαι, κανς ντος κλινιδίου δεομέν μεταδοναι τς κατακλίσεως· κα τέλος πολλκλιπαροσαν πρακτον ναστναι. λέγειν τε πρς τος πυνθανομένους ς οκ π’ νδρός, λλ’ π’ νδριάντος νασταίη. νιοι δ Λαΐδα φασ παρακατακλναι ατ τος μαθητς· τν δ οτως εναι γκρατστε κα τομς κα καύσεις πολλάκις πομεναι περ τ αδοον.

Por lo demás, Jenócrates era de rostro grave y severo, de manera que Platón solía decirle: «Sacrifica a las Gracias, Jenócrates». Por lo ordinario habitó en la Academia. Si alguna vez iba a la ciudad, dicen que todos los tumultuantes y alborotadores se apartaban del camino cuando pasaba él. Y que habiendo entrado en su casa con designio de solicitarlo la meretriz Friné, haciendo como que huía de algunos, como él la recibiese por humanidad, y no tuviese más de una cama, le cedió una parte de ella, como se lo suplicaba. Finalmente, cansada de rogarle que satisficiese a su deseo, se fue sin conseguirlo. A los que le preguntaban de lo sucedido, decía: Que ella no salía de estar con un hombre, sino con una estatua. Algunos dicen que sus discípulos le metieron a Laida en su cama; pero que él fue tan continente, que más quiso darse muchos cortes y aun fuego a sus genitales que hacer algo malo.

 

 

Del escritor Alcifrón no sabemos mucha cosa. Sólo que se nos ha conservado una colección de cartas, distribuidas en cuatro libros de desigual extensión. De todas ellas nos interesan las Cartas de Cortesanas, en las que hay alusiones a nuestra protagonista y al juicio del que ya hemos hablado, en el que fue defendida por Hiperides. También hay en las cartas información sobre la vida de estas heteras.

La traducción es la de Elisa Ruiz García, en la editorial Gredos.

La primera carta es de Friné a Praxíteles y habla por sí misma:

No estés receloso, pues has realizado una obra bellísima, como nadie ha visto jamás de cuantas han sido creadas por manos de hombre. Conseguiste que una estatua de tu propia amante se alce en un recinto sagrado: estoy colocada en medio de Afrodita y de Eros, obras también tuyas. Y no me envidies este honor, ya que cuantos nos contemplan elogian a Praxíteles. Gracias a tu maestría artística, he llegado a estar situada entre unos dioses sin que los tespios lo juzguen inconveniente. Una sola cosa le falta todavía a tu regalo: que vengas hasta mí, para que podamos yacer en el lugar sagrado. Ciertamente, no ofenderemos a unos dioses a los que nosotros mismos hemos dado vida. Adiós.

La segunda carta que ofrecemos es de Báquide al propio Hiperides. Según la carta Eutias, el acusador de Friné, era su amante. Además es curioso que Báquide prometa a Hiperides una estatua de oro, si deja por escrito su discurso de defensa. La carta dice así:

Todas y cada una de nosotras, las cortesanas, te estamos tan agradecidas como Friné, pues, aunque el pleito, que el maldito Eutias ha entablado, afecta solamente a ella, sin embargo, el riesgo nos alcanza a todas. En efecto, si no conseguimos de nuestros clientes el dinero que les pedimos por nuestros servicios o si sufrimos un proceso por impiedad, en el caso de que encontremos quienes nos paguen, mejor será abandonar este género de vida y no tener nosotras problemas, ni tampoco buscárselos a los que nos frecuentan. De ahora en adelante ya no inculparemos a nuestra profesión, porque Eutias se ha mostrado como un amante despreciable, sino que estaremos orgullosas, ya que Hiperides se ha comportado como un caballero. ¡Ojalá recibas por tu generosidad bienes sin cuento! Tú te has ganado a pulso una excelente amante y nosotras estamos dispuestas a corresponderte en su nombre. Si llegaras a dejar por escrito la defensa que hiciste en favor de Friné, entonces nosotras, las cortesanas, te erigiremos, sin duda alguna, una estatua de oro, en el lugar de Grecia que prefieras.

La siguiente carta, de Báquide a la propia Friné, hace una afirmación interesante: de nada hubiera servido el desnudo de la hetera, aquí provocado por ella misma, sin el discurso de defensa de  Hiperides.

Ésta es la carta:

Aun siendo grande mi preocupación por el peligro que tú afrontabas, querida amiga, no se puede comparar con mi actual satisfacción, ya que has conseguido liberarte de Eutias, un malvado amante, y has encontrado uno excelente, Hiperides. Creo que el proceso te ha traído buena suerte. El célebre juicio te ha hecho famosa tanto en Atenas como en toda Grecia. Eutias, en cambio, recibirá un justo castigo al quedar privado de tu trato. A mi modo de ver, dejándose llevar de la rabia por su estupidez congénita, ha superado los límites de los celos amorosos. Ten la certeza de que en este momento aquél te ama más que Hiperides. Está claro que quiere ser objeto de tus atenciones, a causa de tu agradecimiento por su intervención, y que se deja amar. En cambio, aquél está profundamente irritado por haber perdido el pleito. Tú vas a recibir de nuevo ruegos, súplicas y abundante dinero de su parte. Querida amiga, no nos causes perjuicio a nosotras, las cortesanas, ni contribuyas – accediendo a las peticiones de Eutias – a que se piense que Hiperides actuó erróneamente al defenderte. Tampoco prestes oído a los que afirman que si no hubieras enseñado los pechos, tras haber abierto tu vestido, de nada habría servido el defensor. Pues era precisa la defensa de aquél, para que este mismo gesto resultase oportuno. 

 

 

Hasta aquí la parte de nuestro trabajo dedicada a ofrecer las fuentes clásicas, no todas, somos conscientes de ello, que nos hablan de la figura de Frine.

En nuestro próximo artículo hablaremos de Frine en el arte.

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Seguimos en nuestro blog con esta serie dedicada a glosar la figura de la hetera griega Frine y su presencia en la literatura y el arte. Iniciamos el estudio con un breve repaso de las fuentes que nos han transmitido información sobre la cortesana de Tespias.

Conectando con el último dato que nos daba Pausanias (Descripción de Grecia, X, 15) sobre la ofrenda hecha por Frine en Delfos, tenemos el texto de Diógenes Laercio, Vida de los filósofos, Diógenes, VI, 60

Φρύνης Ἀφροδίτην χρυσῆν ἀναθείσης ἐν Δελφοῖς τοῦτον ἐπιγράψαι, “ἀπὸ τῆς τῶν Ἑλλήνων ἀκρασίας”.

Habiendo Frine dedicado en Delfos una Venus de oro, Diógenes le puso esta inscripción: “Se hizo de la incontinencia de los griegos.”

Ateneo de Naucratis, Deinosofistas o Banquete de los eruditos, XIII, 59, nos da amplia información sobre Frine. Lo que a continuación sigue es una larga parrafada en griego, luego traducida. Algunos lectores del blog puede que se asusten; siempre traducimos los textos ofrecidos en griego. La razón de aportar el texto griego es doble: tratándose de un blog sobre latín, griego, cultura clásica y su pervivencia, es, en cierto sentido, lógico la presencia de la lengua griega como lengua de la fuente citada; en segundo lugar, pensamos que a determinados lectores, alumnos o profesores de griego, les puede servir, de alguna forma, el texto griego.

Vamos, sin más, con Ateneo.

Φρνη κ Θεσπιν. κρινομνη δ π Εθου τν π θαντ πφυγεν· διπερ ργισθες Εθας οκ  τι επεν λλην δκην, ς φησιν ῞Ερμιππος. δ ῾Υπερεδης συναγορεων τ Φρν, ς οδν νυε λγων πδοξο τε σαν ο δικαστα καταψηφιομενοι, παραγαγὼν αὐτὴν εἰς τοὐμφανὲς καὶ περιρήξας τοὺς χιτωνίσκους γυμνά τε τὰ στέρνα ποιήσας τοὺς ἐπιλογικοὺς οἴκτους ἐκ τῆς ὄψεως αὐτῆς ἐπερρητόρευσεν δεισιδαιμονῆσαί τε ἐποίησεν τοὺς δικαστἀς τὴν ὑποφῆτιν καὶ ζάκορον ᾿Αφροδίτης ἐλέῳ χαρισαμένους μὴ ἀποκτεῖναι. καὶ ἀφεθείσης ἐγράφη μετὰ ταῦτα ψήφισμα, μηδένα οἰκτίζεσθαι τῶν λεγόντων ὑπέρ τινος μηδὲ βλεπόμενον τὸν κατηγορούμενον τὴν κατηγορουμένην κρίνεσθαι.

ἦν δὲ ὄντως μᾶλλον Φρύνη καλὴ ἐν τοῖς μὴ βλεπομένοις. διόπερ οὐδὲ ῥᾳδίως ἦν αὐτὴν ἰδεῖν γυμνὴν· ἐχέσαρκον γὰρ χιτώνιον ἠμπείχετο καὶ τοῖς δημοσίοις οὐκ ἐχρῆτο βαλανείοις. τῇ δὲ τῶν ᾿Ελευσινίων πανηγύρει καὶ τῇ τῶν Ποσειδωνίων ἐν ὄψει τῶν Πανελλήνων πάντων ἀποθεμένη θοἰμάτιον καὶ λύσασα τὰς κόμας ἐνέβαινε τῇ θαλάττῃ· καὶ ἀπ᾿αὐτῆς ᾿Απελλῆς τὴν ᾿Αναδυομένην ᾿Αφροδίτην ἀπεγράψατο.καὶ Πραξιτέλης δὲ ὁ ἀγαλματοποιὸς ἐρῶν αὐτῆς τὴν Κνιδίαν ᾿Αφροδίτην ἀπ᾿αὐτῆς ἐπλσατο καὶ ἐν τῇ τοῦ ρωτος βσει τῇ ὑπὸ τὴν σκηνὴν τοῦ θετρου ἐπέγραψε· Πραξιτέλης ὃν ἔπασχε διηκρίβωσεν Ἔρωτα, ἐξ ἰδίης ἕλκων ἀρχέτυπον κραδίης, Φρύνῃ μισθὸν ἐμεῖο διδοὺς ἐμέ. φίλτρα δὲ βλλω οὐκέτ’ οἰστεύων, ἀλλ ᾿ἀτενιζόμενος. 

 

ἐκλογὴν δὲ αὐτῇ τῶν ἀγαλμτων ἔδωκεν, ετε τὸν ρωτα θέλοι λαβεῖν ετε τὸν ἐπὶ Τριπόδων Σάτυρον. δὲ ἑλομένη τὸν Ἔρωτα ἀνέθηκεν αὐτὸν ἐν Θεσπιαῖς. αὐτῆς δὲ τῆς Φρύνης οἱ περικτίονες ἀνδριντα ποιήσαντες ἀνέθηκαν ἐν Δελφοῖς χρύσεον ἐπὶ κίονος Πεντελικοῦ· κατεσκεύασε δ’ αὐτὸν Πραξιτέλης. ὃν καὶ θεασμενος Κρτης ὁ κυνικὸς ἔφη τῆς τῶν Ελλήνων ἀκρασίας ἀνθημα. ἕστηκε δὲ καὶ ἡ εἰκὼν αὕτη μέση τῆς ᾿Αρχιδμου τοῦ Λακεδαιμονίων βασιλέως καὶ τῆς Φιλίππου τοῦ ᾿Αμύντου, ἔχουσα ἐπιγραφὴν ‘Φρύνη ᾿Επικλέους Θεσπική’, ὥς φησιν ᾿Αλκέτας ἐν β περὶ τῶν ἐν Δελφοῖς ᾿Αναθημτων. 

 ᾿Απολλόδωρος δ᾿ἐν τῷ περὶ Εταιρῶν δύο ἀναγρφει Φρύνας γεγονέναι, ὧν τὴν μὲν ἐπικαλεῖσθαι Κλαυσιγέλωτα, τὴν δὲ Σαπέρδιον. Ηρόδικος δὲ ἐν ἕκτῳ Κωμῳδουμένων τὴν μὲν παρ τοῖς ῥήτορσί φησιν ὀνομαζομένην Σηστὸν καλεῖσθαι δι τὸ ἀποσήθειν καὶ ἀποδύειν τοὺς συνόντας αὐτῇ, τὴν δὲ Θεσπικήν. ἐπλούτει δὲ σφόδρα ἡ Φρύνη καὶ ὑπισχνεῖτο τειχιεῖν τς Θήβας,  ἐἀν ἐπιγρψωσιν Θηβαῖοι ὅτι ‘᾿Αλέξανδρος μὲν κατέσκαψεν, ἀνέστησεν δὲ Φρύνη ἡ ἑταίρα’, ὡς ἱστορεῖ Καλλίστρατος ἐν τῷ περὶ Εταιρῶν.

εἴρηκεν δὲ περὶ τοῦ πλούτου αὐτῆς Τιμοκλῆς ὁ κωμικὸς ἐν Νεαίρ προκεῖται τὸ μαρτύριον καὶμφις ἐν Κουρίδι. παρασιτεῖ δὲ τῇ Φρύνῃ Γρυλλίων εἷς ὤν τῶν ᾿Αρεοπαγιτῶν, ὡς καὶ Σάτυρος ᾿Ολύνθιος ὑποκριτὴς Παμφίλῃ. ᾿Αριστογείτων δὲ ἐν τῷ κατ Φρύνης τὸ κύριόν φησιν αὐτῆς εἶναι ὄνομα Μνησαρέτην. οὐκ ἀγνοῶ δὲ ὅτι τὸν ἐπιγραφόμενον κατ᾿αὐτῆς Εὐθίου λόγον Διόδωρος ὁ περιηγητὴς ᾿Αναξιμένους φησὶν εἶναι. 

Ποσείδιππος δ᾿ὁ κωμικὸς ἐν ᾿Εφεσί τδε φησὶν περὶ αὐτῆς. Φρύνη ποθἡμῶν γέγονεν ἐπιφανεστάτη πολὺ τῶν ἑταιρῶν. καὶ γὰρ εἰ νεωτέρα τῶν τότε χρόνων εἶ, τόν γἀγῶν᾿ἀκήκοας. βλάπτειν δοκοῦσα τοὺς βίους μείζους βλάβας τὴν ἡλιαίαν εἷλε περὶ τοῦ σώματοςκαὶ τῶν δικαστῶν καθ᾿ἕνα δεξιουμένη μετὰ δακρύων διέσωσε τὴν ψυχὴν μόλις. 

Frine era de Tespias. Llevada a juicio por Eutias fue absuelta de una acusación por la que se pedía la pena de muerte. Irritado por ello Eutias ya no presentó otra acusación, como dice Hermipo. Pero Hiperides que defendía a Frine, como no conseguía nada con su discurso y siendo muy probable que los jueces la condenaran, llevándola a la vista de todos, desgarrando su túnica y haciendo que su pecho quedara desnudo, pronunció unos lamentos tan patéticos ante su vista e hizo que los jueces fueran sorprendidos por un temor divino ante la servidora y sacerdotisa de Afrodita, dejándose dominar por la piedad, y no la condenaran. Y una vez absuelta se promulgó una ley para que ningún abogado empleara los lamentos en defensa de alguien y que los jueces contemplaran al acusado o a la acusada al emitir sentencia.

Pero Frine era realmente más hermosa en las partes que no se le veían, por lo que tampoco era fácil contemplarla desnuda. Vestía con una túnica que le cubría todo el cuerpo, y no frecuentaba los baños públicos. En la fiesta de las Eleusinias y en la de Posidón, tras quitarse el manto y dejar sueltos sus cabellos se metió en el mar, a la vista de todos los griegos. A partir de ella pintó Apeles su Afrodita Anadiomene. Y Praxíteles, el escultor, su amante, modeló su Afrodita Cnidia según su imagen y en la base de la estatua de Eros que se halla bajo la escena del teatro escribió: “Praxíteles ha  dedicado su mayor cuidado a esculpir el Amor que sentía, extrayendo el modelo de su propio corazón, dándome a Frine como mi propio pago. Y lanzo filtros de amor, ya no disparando flechas, sino mirando fijamente”.

Y le dio la posibilidad de elegir entre las estatuas, si quería coger el Eros o el Sátiro del camino de los Trípodes. Ella eligió el Eros y lo ofrendó a su ciudad de Tespias. Los vecinos de la propia Frine hicieron una estatua de oro y la ofrecieron en Delfos en una columna de mármol pentélico. Y la modeló Praxíteles. Al verla Crates el cínico (en cambio, Diógenes Laercio atribuye la frase a Diógenes de Sínope, Vida de los filósofos, VI, 60) dijo que era una ofrenda de la incontinencia de los griegos. Se hallaba esta estatua entre la de Arquídamo, rey de los lacedemonios y la de Filipo, el hijo de Amintas, y tenía esta inscripción:”Frine, hija de Epicles, de Tespias”, como dice Alcetas en su segundo libro de su Tratado sobre las Ofrendas de Delfos.

 

Apolodoro en su libro Sobre las Heteras dice que hubo dos Frine, una de las cuales fue llamada Clausigelota y la otra Saperdion. Pero Heródico en su sexto libro de Personajes citados por los cómicos, dice que la mencionada por los oradores se llamaba Sestos, porque ella tamizaba y desnudaba a sus amantes, y la otra era la de Tespias. Frine se enriqueció mucho y prometió que reconstruiría las murallas de Tebas, si los tebanos inscribían en ellas: “Alejandró destruyó estas murallas y la hetera Frine las levantó de nuevo”, como narra Calístrato en su libro Sobre las Heteras.

Habló también sobre su riqueza el poeta cómico Timocles, en su Neera, ya se ha expuesto su testimonio, y también Amfis en su Curis. Grilion, uno de los areopagitas era parásito de Frine, como Sátiro, el actor de Olinto, lo era de Pámfila. Aristogitón en su Contra Frine dice que su nombre verdadero era Mnesarete. Y estoy seguro de que Diodoro el Periegeta afirma que el discurso de acusación contra ella que se atribuye a Eutias era en realidad de Anaxímenes.

Pero Posidipo, el cómico, en su obra Mujeres efesias dice lo siguiente sobre ella: “Antes de nosotros Frine fue con mucho la más famosa de las heteras. Y aunque eres más joven que su época, has oído hablar se su juicio. Se estimó que había corrompido a todos los ciudadanos y fue llevada ante la Heliea con peligro de su vida… y suplicando entre lágrimas por separado a cada uno de los jueces finalmente salvó su vida.

Hasta aquí este extenso fragmento de Ateneo, que hemos ofrecido por la gran cantidad de información que nos ofrece; es una de las fuentes más completas sobre Frine.

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