Abandonamos por un momento el terreno de los satélites de algunos planetas y el mundo astronómico en general, pero nos vamos por un momento al mundo astrológico con nuestra siguiente pregunta
29. ¿Por qué el Zodíaco lo forman animales?
Si aportamos la definición del diccionario de la RAE, no descubriremos la relación entre el Zodíaco y los animales, a no ser que sepamos griego y deduzcamos la relación por la etimología del nombre.
(Del lat. zodiăcus, y este del gr. ζῳδιακός).
1. m. Astr. Zona o faja celeste por el centro de la cual pasa la Eclíptica. Tiene de 16 a 18 grados de ancho total; indica el espacio en que se contienen los planetas que sólo se apartan de la Eclíptica unos 8 grados y comprende los 12 signos, casas o constelaciones que recorre el Sol en su curso anual aparente, a saber, Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.
El diccionario nos dice que la palabra zodíaco proviene del griego ζῳδιακός, y aquí tenemos la relación con los animales, ya que el adjetivo significa “relativo a las constelaciones de animales”, pues “animal” en griego es ζῷον; y de esta palabra derivan los nombres españoles zoológico, zoomorfo, zoofilia, protozoo, zoolatría, zooide, zoología, zootecnia, zoótropo, zoófito, etc.; también la palabra ζῴδιον nos interesa; significa “figurita de animal, marioneta” y en plural (ζῴδια) se refiere a los signos del zodíaco.
El adjetivo ζῳδιακός se utiliza frecuentemente con dos sustantivos κύκλος (círculo) y ὁδός (camino), para referirse al Zodíaco. Diodoro Sículo, en su Biblioteca Histórica II, 31, cuando habla de los caldeos y su gusto por la astronomía, usa el término ζῳδιακὸν κύκλον y escribe:
τῶν δὲ πλανήτων ἴδιον ἕκαστον ἔχειν δρόμον καὶ διηλλαγμένως καὶ ποικίλως χρῆσθαι τοῖς τάχεσι καὶ τῇ τῶν χρόνων διαιρέσει. πλεῖστα δὲ πρὸς τὰς γενέσεις τῶν ἀνθρώπων συμβάλλεσθαι τούτους τοὺς ἀστέρας ἀγαθά τε καὶ κακά: διὰ δὲ τῆς τού των φύσεώς τε καὶ θεωρίας μάλιστα γινώσκειν τὰ συμβαίνοντα τοῖς ἀνθρώποις. [2] πεποιῆσθαι δέ φασι προρρήσεις ἄλλοις τε βασιλεῦσιν οὐκ ὀλίγοις καὶ τῷ καταπολεμήσαντι Δαρεῖον Ἀλεξάνδρῳ καὶ τοῖς μετὰ ταῦτα βασιλεύσασιν Ἀντιγόνῳ τε καὶ Σελεύκῳ τῷ Νικάτορι, ἐν ἅπασι δὲ τοῖς ῥηθεῖσιν εὐστοχηκέναι δοκοῦσιν: ὑπὲρ ὧν ἡμεῖς τὰ κατὰ μέρος ἐν οἰκειοτέροις ἀναγράψομεν καιροῖς. [3] προλέγουσι δὲ καὶ τοῖς ἰδιώταις τὰ μέλλοντα συμβαίνειν οὕτως εὐστόχως ὥστε τοὺς πειραθέντας θαυμάζειν τὸ γινόμενον καὶ μεῖζον ἢ κατ᾽ ἄνθρωπον ἡγεῖσθαι. [4] μετὰ δὲ τὸν ζῳδιακὸν κύκλον εἴκοσι καὶ τέτταρας ἀφορίζουσιν ἀστέρας, ὧν τοὺς μὲν ἡμίσεις ἐν τοῖς βορείοις μέρεσι, τοὺς δ᾽ ἡμίσεις ἐν τοῖς νοτίοις τετάχθαι φασί, καὶ τούτων τοὺς μὲν ὁρωμένους τῶν ζώντων εἶναι καταριθμοῦσι, τοὺς δ᾽ ἀφανεῖς τοῖς τετελευτηκόσι προσωρίσθαι νομίζουσιν, οὓς δικαστὰς τῶν ὅλων προσαγορεύουσιν.
Cada planeta tiene su propio curso particular, los planetas se diferencian entre ellos en la velocidad y el tiempo de sus revoluciones. Las estrellas tienen gran influencia en el nacimiento de los hombres y deciden el destino bueno o malo: y por su naturaleza los observadores conocen lo que va a suceder a los hombres. 2. Así lo hicieron, dicen, las predicciones de muchos reyes, entre otros, al vencedor de Darío, Alejandro, y los reyes Antígono y Seleuco Nicator, predicciones que parecen haber sido todas cumplidas y de las que hablaremos en su momento. 3. También predicen a los particulares las cosas que tienen que pasarles, y esto con tanta precisión que aquellos que lo han experimentado se admiran y creen que es algo superior a lo humano. 4. Fuera del círculo zodiacal, determinan la posición de veinticuatro estrellas de las cuales la mitad está al norte y la otra al sur; las llaman jueces del universo: las estrellas visibles se asignan a los seres vivos, las estrellas invisibles a los muertos.
Casi todo el mundo conoce los signos del Zodíaco. Eratóstenes, en su obra Catasterismos, nos permitirá un acercamiento al origen mítico de cada uno. Las traducciones son de Antonio Guzmán Guerra, en Alianza Editorial (Clásicos de Grecia y Roma). También aportaremos textos de Arato en sus Fenómenos y de Germánico César en su versión y paráfrasis en versos latinos de la obra de Arato de Solos.
Aries:
Eratóstenes, Catasterismos XIX:
Fue el carnero que transportó a Frixo y Hele. Se trataba de un animal inmortal, regalado a los dos niños por su madre, Néfele. Según narran tanto Hesíodo como Ferécides, su lana era de oro. Cuando los llevaba por los aires, dejó caer a Hele sobre la zona más estrecha del mar, que recibió de ella el nombre de Helesponto (mar de Hele), al tiempo que se la cayó uno de sus cuernos. El dios Posidón salvó a la joven y se unió a ella, con la que tuvo un hijo llamado Peón. El carnero, por su parte, transportó a salvo a Frixo hasta el Ponto Euxino (Mar hospitalario), a casa de Eetes, a quien regaló el vellocino de oro como recuerdo. El carnero ascendió así al cielo, y por eso es una constelación de brillo tenue. Lleva una estrella sobre la cabeza, tres en el hocico, dos en la cerviz, una brillante en el extremo de la pezuña delantera, cuatro en el lomo, una en la cola, tres bajo el vientre, una en la cadera y otra finalmente en el extremo de la pezuña trasera. Suman un total de diecisiete.
Frixo y su hermana Hele escapaban, en efecto, del odio de su madrastra Ino, hija de Cadmo, el fundador de Tebas, la segunda esposa de su padre Atamante, que había repudiado a su primera esposa Néfele; volaban a lomos de un carnero alado de vellón de oro. Hele se mareó y cayó al mar mientras Frixo llegaba felizmente a tierra. El carnero fue sacrificado a Zeus y su vellocino de oro quedó transformado en un precioso talismán que atrajo más tarde el interés de loa Argonautas.
Arato, en Fenómenos (224-232) escribe sobre lel Carnero o Aries:
Αὐτοῦ καὶ Κριοῖο θοώταταί εἰσι κέλευθοι, ὅς ῥά τε καὶ μήκιστα διωκόμενος περὶ κύκλα οὐδὲν ἀφαυρότερον τροχάει Κυνοσουρίδος Ἄρκτου. Αὐτὸς μὲν νωθὴς καὶ ἀνάστερος οἷα σελήνηι σκέψασθαι, ζώνηι δ᾿ ἂν ὅμως ἐπιτεκμήραιο 230 Ἀνδρομέδης· ὀλίγον γὰρ ὑπ᾿ αὐτὴν ἐστήρικται, μεσσόθι δὲ τρίβει μέγαν οὐρανόν, ἧχί περ ἄκραι Χηλαὶ καὶ ζώνη περιτέλλεται Ὠρίωνος.
Allí están también los vertiginosos caminos del Carnero, que, lanzándose a través de círculos enormes, no corre más lento que la Osa Cinosura. Es tenue y oscuro al mirarlo con la luna, pero a pesar de eso lo podrías descubrir gracias a la cintura de Andrómeda; pues está fijo un poco debajo de ella y pisa en la mitad del cielo inmenso, precisamente donde giran las puntas de las Pinzas y la cintura de Orión.
Germánico tradujo al latín:
Inde subest Aries, qui longe maxima currens
Orbe suo spatia ad finem non tardius Vrsa 225
Peruenit et quanto breuiore Lycaonis Arctos
Axem actu torquet, tanto pernicior ille
Distantis cornu properat contingere metas.
Clara nec est illi facies nec sidera possunt,
Officiat si Luna, sua uirtute nitere. 230
Sed quaerendus erit zonae regione micantis
Andromedae; terit hic medii diuortia mundi,
Vt Chelae, candens ut balteus Orionis.
A continuación se encuentra Aries, que, recorriendo en su órbita hasta el fin el trayecto más largo con mucho, (225) llega a su meta no más tarde que la Osa, y, mientras que la Osa de Licaón gira en torno al eje con un trayecto muy corto, de forma análoga se apresta él a alcanzar muy rápidamente con su cuerno los distantes extremos [del firmamento]. Su apariencia no es brillante y sus estrellas no pueden (230) resplandecer con vigor propio si se interpone la luna. No obstante, deberás buscarlo por la zona del brillante ceñidor de Andrómeda: aquí roza la línea que marca la mitad del mundo, como las Pinzas, como el brillante cinturón de Orión.