Quienes sigan este espacio, ya saben que, de cuando en cuando, y a pesar de ser un blog dedicado a la cultura clásica y el mundo grecolatino, nos permitimos el lujo de hacer referencia a cuestiones de carácter religioso que enlazamos con la finalidad de nuestro blog por el uso de las lenguas clásicas en los textos bíblicos.
Pues bien, se celebra hoy, a nivel litúrgico, la Solemnidad de Cristo Rey, fiesta antiguamente muy popular y celebrada, pero que también suele asociarse a grupos conservadores católicos que han hecho del grito “Viva Cristo Rey” uno de sus dudosas y equivocadas señas de identidad. Esta fiesta, en el domingo 34 del tiempo ordinario, cierra el año litúrgico, que no coincide con el civil. El domingo próximo será el primero del tiempo litúrgico del Adviento, inicio de un nuevo ciclo litúrgico, que además comporta cambio de ciclo de lecturas; pasamos del A, en el que se ha leído a Mateo, al B, con Marcos como evangelista de referencia.
Lejos de las alharacas pasadas o el uso de la figura de Jesús, rey del universo, con fines políticos o reivindicativos de sectores conservadores o involucionistas, la fiesta de hoy está muy relacionada con la frase de San Juan de la Cruz: en el atardecer de la vida te examinarán del amor.
Eso será lo decisivo: ¿Qué he hecho yo por hacer la vida más sencilla, más fácil, menos dolorosa, más soportable, más alegre a mis prójimos? ¿He sabido ver en aquellas personas que me rodean la figura de Cristo? ¿He servido a los demás o me he servido de ellos?
No me valdrá sacar una relación de actos piadosos, de oraciones rezadas, de celebraciones litúrgicas realizadas, de donativos entregados. Si no he amado, suspenderé el examen. Sí, te examinarán del amor. Y, como diría un alumno, ¿Qué saldrá en el examen? Jesús nos lo recuerda en el evangelio de hoy.
En ese sentido me viene a la memoria el que fuera obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón, Don José María Cases Deordal. Hombre sencillo y orante, caritativo y muy cercano a la gente. Ha sido definido por los que le conocieron de cerca como un santo, hasta el punto que se han iniciado los trámites para su beatificación.
Hablo de él, porque su lema episcopal (los lemas episcopales dicen mucho del estilo de quienes los adoptan) era: quamdiu fecistis uni ex his fratribus meis minimis, mihi fecistis, esto es, “cada vez que lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. Toda una declaración de intenciones. Don José María había elegido como lema la respuesta de Jesús a quienes le preguntaban cuando sí o cuando no lo vistieron, le dieron de comer o beber, le visitaron o lo acogieron. Evidentemente, reconocía que aquello que vale es el amor ejercido con los demás, que no es sino el amor tenido a Dios.
José Antonio Pagola hace el siguiente comentario del evangelio:
El relato no es propiamente una parábola sino una evocación del juicio final de todos los pueblos. Toda la escena se concentra en un diálogo largo entre el Juez que no es otro que Jesús resucitado y dos grupos de personas: los que han aliviado el sufrimiento de los más necesitados y los que han vivido negándoles su ayuda. A lo largo de los siglos los cristianos han visto en este diálogo fascinante «la mejor recapitulación del Evangelio», «el elogio absoluto del amor solidario» o «la advertencia más grave a quienes viven refugiados falsamente en la religión». Vamos a señalar las afirmaciones básicas. Todos los hombres y mujeres sin excepción serán juzgados por el mismo criterio. Lo que da un valor imperecedero a la vida no es la condición social, el talento personal o el éxito logrado a lo largo de los años. Lo decisivo es el amor práctico y solidario a los necesitados de ayuda. Este amor se traduce en hechos muy concretos. Por ejemplo, «dar de comer», «dar de beber», «acoger al inmigrante», «vestir al desnudo», «visitar al enfermo o encarcelado». Lo decisivo ante Dios no son las acciones religiosas, sino estos gestos humanos de ayuda a los necesitados. Pueden brotar de una persona creyente o del corazón de un agnóstico que piensa en los que sufren. El grupo de los que han ayudado a los necesitados que han ido encontrando en su camino, no lo han hecho por motivos religiosos. No han pensado en Dios ni en Jesucristo. Sencillamente han buscado aliviar un poco el sufrimiento que hay en el mundo. Ahora, invitados por Jesús, entran en el reino de Dios como «benditos del Padre». ¿Por qué es tan decisivo ayudar a los necesitados y tan condenable negarles la ayuda? Porque, según revela el Juez, lo que se hace o se deja de hacer a ellos, se le está haciendo o dejando de hacer al mismo Dios encarnado en Cristo. Cuando abandonamos a un necesitado, estamos abandonando a Dios. Cuando aliviamos su sufrimiento, lo estamos haciendo con Dios. Este sorprendente mensaje nos pone a todos mirando a los que sufren. No hay religión verdadera, no hay política progresista, no hay proclamación responsable de los derechos humanos si no es defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y restaurando su dignidad. En cada persona que sufre Jesús sale a nuestro encuentro, nos mira, nos interroga y nos suplica. Nada nos acerca más a él que aprender a mirar detenidamente el rostro de los que sufren con compasión. En ningún lugar podremos reconocer con más verdad el rostro de Jesús.
Destaco esta frase: No hay religión verdadera, no hay política progresista, no hay proclamación responsable de los derechos humanos si no es defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y restaurando su dignidad.
Pero hasta ahora no hemos dicho nada del título de nuestro artículo. Lo hemos elegido porque el texto griego del evangelio nos puede servir para observar dos de los tipos de aoristos griegos: los sigmáticos y los radicales temáticos. Existen además los radicales atemáticos.
Los aoristos pueden formarse añadiendo las desinencias personales (secundarias en el modo indicativo) directamente a la raíz, aoristos radicales atemáticos; podemos distinguir los radicales atemáticos sin alternancia larga / breve, como ἔστην, ἔβην, ἔγνων de ἵστημι, βαίνω, γιγνώσκω, respectivamente; o los que presentan alternancia larga / breve, como ἔδωκα frente a ἔδομεν, ἔθηκα frente a ἔθεμεν, ἧκα frente a εἷμεν de δίδωμι, τίθημι, ἵημι, respectivamente.
Precedidos de la vocal temática, tenemos los radicales temáticos, como ἔλιπον, ἔμαθον o ἔλαθον, de λείπω, μανθάνω, λανθάνω, respectivamente, que se conjugan como los imperfectos de análoga formación, sólo que con cambio de raíz: imperfecto ἐμάνθανον frente a aoristo ἔμαθον.
Finalmente, el aoristo sigmático está caracterizado por la presencia constante de una sigma como morfema. Siempre que la desinencia personal tiene una inicial consonántica, se ha introducido una α breve. En la tercera del singular, la ε breve podría relacionarse con la flexión del perfecto, pero ambos temas tienen pocos puntos comunes. A partir de aquí, el antiguo aoristo atemático con alternancia se convirtió en un tema en –σα, claro y de fácil conjugación.
En los verbos en oclusiva la característica de aoristo (σα) precedida de la consonante de la raíz dio lugar a cambios fonéticos. Las labiales (π, β, φ), guturales (κ, γ, χ) y dentales (τ, δ, θ), seguidas de la sigma (σα) se transforman en ψ y ξ en los dos primeros casos, mientras que desaparecen en el tercero.
Así γράψω, ἔγραψα (γράφω), πλέξε, ἔπλεξα (πλέκω), ψεύσω, ἔψευσα (ψεύδω).
En los verbos en líquida y nasal, tenemos un aoristo asigmático, como el futuro (cuya característica es la ausencia de la σ y, en consecuencia, la aparición de hiatos que se resuelven con las esperadas contracciones: –έσω <–έω <–ῶ / –έσομαι <–έομαι < –οῦμαι); pero en el aoristo se produce un alargamiento compensatorio de la vocal radical de manera que la ε pasa a diptongo ει y la α pasa a η (excepto cuando le precede una ι o una ρ), como en ἤγγειλα, ἔνειμα, ἔφηνα, ἔσπειρα, ἐμίανα, ἐπέρανα de ἀγγέλλω, νέμω, φαίνω, μιαίνω, περαίνω, respectivamente.
Vamos con el texto griego del evangelio:
ὅταν δὲ ἔλθῃ ὁ υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου ἐν τῇ δόξῃ αὐτοῦ καὶ πάντες οἱ ἄγγελοι μετ᾽ αὐτοῦ, τότε καθίσει ἐπὶ θρόνου δόξης αὐτοῦ· καὶ συναχθήσονται ἔμπροσθεν αὐτοῦ πάντα τὰ ἔθνη, καὶ ἀφορίσει αὐτοὺς ἀπ᾽ ἀλλήλων, ὥσπερ ὁ ποιμὴν ἀφορίζει τὰ πρόβατα ἀπὸ τῶν ἐρίφων, καὶ στήσει τὰ μὲν πρόβατα ἐκ δεξιῶν αὐτοῦ τὰ δὲ ἐρίφια ἐξ εὐωνύμων.
τότε ἐρεῖ ὁ βασιλεὺς τοῖς ἐκ δεξιῶν αὐτοῦ, δεῦτε, οἱ εὐλογημένοι τοῦ πατρός μου, κληρονομήσατε τὴν ἡτοιμασμένην ὑμῖν βασιλείαν ἀπὸ καταβολῆς κόσμου· ἐπείνασα γὰρ καὶ ἐδώκατέ μοι φαγεῖν, ἐδίψησα καὶ ἐποτίσατέ με, ξένος ἤμην καὶ συνηγάγετέ με, γυμνὸς καὶ περιεβάλετέ με, ἠσθένησα καὶ ἐπεσκέψασθέ με, ἐν φυλακῇ ἤμην καὶ ἤλθατε πρός με.
τότε ἀποκριθήσονται αὐτῶ οἱ δίκαιοι λέγοντες, Κύριε, πότε σε εἴδομεν πεινῶντα καὶ ἐθρέψαμεν, ἢ διψῶντα καὶ ἐποτίσαμεν; πότε δέ σε εἴδομεν ξένον καὶ συνηγάγομεν, ἢ γυμνὸν καὶ περιεβάλομεν; πότε δέ σε εἴδομεν ἀσθενοῦντα ἢ ἐν φυλακῇ καὶ ἤλθομεν πρός σε;
καὶ ἀποκριθεὶς ὁ Βασιλεὺς ἐρεῖ αὐτοῖς, ἀμὴν λέγω ὑμῖν, ἐφ᾽ ὅσον ἐποιήσατε ἑνὶ τούτων τῶν ἀδελφῶν μου τῶν ἐλαχίστων, ἐμοὶ ἐποιήσατε.
τότε ἐρεῖ καὶ τοῖς ἐξ εὐωνύμων, πορεύεσθε ἀπ᾽ ἐμοῦ [οἱ] κατηραμένοι εἰς τὸ πῦρ τὸ αἰώνιον τὸ ἡτοιμασμένον τῶ διαβόλῳ καὶ τοῖς ἀγγέλοις αὐτοῦ· ἐπείνασα γὰρ καὶ οὐκ ἐδώκατέ μοι φαγεῖν, ἐδίψησα καὶ οὐκ ἐποτίσατέ με, ξένος ἤμην καὶ οὐ συνηγάγετέ με, γυμνὸς καὶ οὐ περιεβάλετέ με, ἀσθενὴς καὶ ἐν φυλακῇ καὶ οὐκ ἐπεσκέψασθέ με.
τότε ἀποκριθήσονται καὶ αὐτοὶ λέγοντες, Κύριε, πότε σε εἴδομεν πεινῶντα ἢ διψῶντα ἢ ξένον ἢ γυμνὸν ἢ ἀσθενῆ ἢ ἐν φυλακῇ καὶ οὐ διηκονήσαμέν σοι;
τότε ἀποκριθήσεται αὐτοῖς λέγων, ἀμὴν λέγω ὑμῖν, ἐφ᾽ ὅσον οὐκ ἐποιήσατε ἑνὶ τούτων τῶν ἐλαχίστων, οὐδὲ ἐμοὶ ἐποιήσατε.
καὶ ἀπελεύσονται οὖτοι εἰς κόλασιν αἰώνιον, οἱ δὲ δίκαιοι εἰς ζωὴν αἰώνιον.
Destaquemos los aoristos:
Sigmáticos:
Indicativo: ἐπείνασα (πεινάω), ἐποτίσατέ (ποτίζω), ἐπεσκέψασθέ (ἐπισκέπτομαι), ἐθρέψαμεν (τρέφομαι), ἠσθένησα (ἀσθενέω), ἐποτίσαμεν (ποτίζω), ἐποιήσατε (ποιέω), ἐδίψησα (διψάω), διηκονήσαμέν (διακονέω)
Imperativo: κληρονομήσατε (κληρονομέω)
Radicales temáticos:
Infinitivo: φαγεῖν (ἔδω / ἐσθίω)
Subjuntivo: ἔλθῃ (ἔρχομαι)
Indicativo: συνηγάγετέ (συνάγω), περιεβάλετέ (περιβάλλω), εἴδομεν (εἴδω / ὁράω), συνηγάγομεν (συνάγω), περιεβάλομεν (περιβάλλω), ἤλθομεν (ἔρχομαι)
Radicales atemáticos con alternancia larga / breve:
Indicativo: ἐδώκατέ (δίδωμι), ἤλθατε (ἔρχομαι).
Hay además otras formas verbales:
Indicativos de presente activos: ἀφορίζει (ἀφορίζω), λέγω
Imperativos de presente activos: πορεύεσθε (πορεύω).
Participios de presente activos: λέγοντες (λέγω), πεινῶντα (πεινάω), διψῶντα (διψάω), ἀσθενοῦντα (ἀσθενέω), λέγων (λέγω).
Participios de aoristo pasivos: ἀποκριθεὶς (ἀποκρίνω).
Imperfectos medios: ἤμην (εἰμί).
Futuros activos: καθίσει (καθίζω), ἀφορίσει (ἀφορίζω), στήσει (ἵστημι), ἐρεῖ (εἴρω / λέγω).
Futuros medios: ἀπελεύσονται (ἀπέρχομαι).
Futuros pasivos: συναχθήσονται (συνάγω), ἀποκριθήσονται (ἀποκρίνω), ἀποκριθήσεται (ἀποκρίνω).
Participios de perfecto pasivos en εὐλογημένοι (εὐλογέω), ἡτοιμασμένην, ἡτοιμασμένον (ἑτοιμάζω), κατηραμένοι (καταράομαι).
Sólo nos queda ofrecer la traducción del texto:
Cuando el Hijo del Hombre llegue en su gloria, y todos sus ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria y ante él comparecerán todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Colocará a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de la derecha: Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, era forastero y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, estaba encarcelado y vinisteis a verme. Los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber, forastero y te recibimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte? El rey les contestará: Os aseguro que lo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis. Después dirá a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, era forastero y no me acogisteis, estaba desnudo y no me vestisteis, estaba enfermo y encarcelado y no me visitasteis. Ellos replicarán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, inmigrante o desnudo, enfermo o encarcelado y no te socorrimos? Él responderá: Os aseguro que lo que no hicisteis a uno de estos más pequeños no me lo hicisteis a mí. Éstos irán al castigo perpetuo y los justos a la vida eterna.
Y hasta aquí este artículo redactado con precipitación y cuyas imágenes son todas diferentes escudos episcopales con su lema en latín, sacado de frases evangélicas.
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