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Archive for noviembre 2009

artemisacteóncerámica1

Continuamos con la Fábula de Acteón de Luis Barahona de Soto, cuyas cuarenta primeras décimas ofrecimos en la entrada anterior

LI

Y las manos con que cobra 500

el hombre de otros mortales

la ventaja en que les sobra,

hechas con los pies iguales,

mudaron la forma y obra.

De piel dura se vistieron 505

los miembros, y así perdieron

su forma, niervo por niervo,

hasta que un ligero ciervo

entre todos compusieron.

LII

Las señales corporales 510

tienen significación

de las espirituales;

que cual es la inclinación

ellas se nos muestran tales.

Solamente tu aspereza 515

no pareció a tu belleza,

que mil reinos mereció,

señora, y en ti mintió

la ley de naturaleza.

LIII

Cuanto al aspereza, digo, 520

tú muy mejor lo sabrás,

pues la has usado conmigo;

que en virtud y en lo demás

más que pudo usó contigo.

Quizá es mi dicha o planeta 525

que en todo fuiste perfeta;

pues eres, sin haber mella,

noble y discreta cual bella,

bella cual noble y discreta.

LIV

Conmigo estás rigurosa, 530

que nací en hora menguada:

que ya te he visto, engañosa,

con quien yo digo, no ha nada,

menos grave y más piadosa.

Hasme, señora, abatido, 535

apocado, entorpecido,

y no con tanta razón

como Diana a Acteón,

de hombre en bestia convertido.

LV

El odio en placer mudado, 540

le miraban con gran risa

las ninfas al desdichado,

burlando de la divisa

del gallardo enamorado.

Vengadas ya de su ira, 545

como de hombre de mentira,

no han vergüenza, mas les place;

porque la vergüenza nace

del seso del que nos mira.

LVI

Y él, viéndolas tan mudadas, 550

como aún la suya ignorase,

¡oh necedades usadas!

¿Quién duda que no pensase

que le eran aficionadas?

Porque el cuitado no siente 555

de qué se alegra la gente:

que siempre el cornudo fue

el último que los ve,

porque los tiene en la frente.

LVII

Mas un provechoso engaño 560

poco dura y mucho duele,

y más éste en ser tamaño:

hizo el agua lo que suele

y demostrole su daño.

La que, por su mal, buscó, 565

la que el cuerpo le mostró

por quien perdió su cordura,

la que mudó su figura,

ésa le desengañó.

LVIII

Vido la sombra de aquellos 570

que suelo yo aborrecer

por estar otro sin ellos,

puestos do solía tener

antes los rubios cabellos:

comenzó luego a temblar 575

conociéndose, y llorar;

que por menos mal tuviera

si mudara, o si perdiera,

lo que quedó por mudar.

LIX

Mas contemple el que más sabe 580

quién hay de pecho tan duro,

quién tan fuerte, que se alabe

que pudo dormir seguro

con ladrones y sin llave.

Y quién, al golpe mortal 585

de ver su cabeza tal

(dígalo quien lo ha pasado),

no tembló, como el tocado

de rabia y gota coral.

LX

Viéndole su entendimiento 590

hecho bestia por amor,

verás si tendría tormento;

mas yo lo veré mejor,

pues que sintió lo que siento.

Comenzaba a aborrecello, 595

afligillo, entorpecello,

y esto tengo por cordura;

que al mal que no tiene cura

mayor mal es conocello.

LXI

No huye tan diligente 600

el can de rabia herido

cuando descuidadamente

su rostro pintado vido

en la clara y limpia fuente,

cuanto, sin tardarse nada, 605

viendo su cara afeada,

huyó el cuitado amador;

que es la vergüenza mayor

ante la persona amada.

LXII

Y por aquella aspereza 610

de breñas tanto voló,

sin un punto de pereza,

que aun él se maravilló

de su nueva ligereza.

Ni sed ni calor sentía; 615

sus pies de vista perdía;

el viento no le alcanzaba;

las piedras do el pie sentaba,

ni aun el suelo, no veía.

LXIII

Después que el monte cercó, 620

volvió do estaba Diana,

como aquel que madrugó

y se vuelve a la mañana

al lugar de do salió.

Su destino le procura 625

volver a la hermosura

do tenía de morir;

que por demás es huir

cada cual de su ventura.


LXIV

¡Qué gusto recebiría 630

el desventurado amante,

si tal vergüenza sentía,

volviendo a verse delante

de aquella de quien huía!

Yo lo entiendo, que lo siento: 635

que muero cuando me ausento,

por no verte, aunque te llevo,

y vuelvo a verte de nuevo

para doblar mi tormento.

LXV

Parose a considerar, 640

ya que se vio puesto allí,

si será mejor llegar

a que quien le puso así

le acabase de matar.

¿Qué otro mal temer pudiera? 645

Y éste mucho menos fuera,

y esperaba un bien sin nombre;

que quien tal lo hizo de hombre

lo hiciese hombre de fiera.

LXVI

Aquesto pudo temer 650

el desdichado amador,

no le hiciese volver

en otra cosa peor,

que no fuese para ver.

Mas yo no sé en qué pudiera 655

volverlo que peor fuera,

más triste y más abatido;

contémplelo aquel que ha sido

algún tiempo lo que él era.

LXVII

Y así, puesto en tal discordia, 660

ningún peligro le espanta,

y, al fin, redujo en concordia

que nunca en belleza tanta

faltara misericordia.

A sus pies arrodillado, 665

descubrirle su cuidado

quiso y su pena mortal;

mas todo le sale a mal

al que es desaventurado.

LXVIII

Que con un gemido cuyo 670

dolor las entrañas tuyas,

señora, y el rostro tuyo

moviera, lágrimas suyas

vertió en el rostro no suyo.

Aunque no sé si moviera 675

tu rostro; mas otra fiera

que no fuera tan cruel

moviera, a lo menos, él,

como Diana no fuera.

LXIX

Que ésta y tú debéis de ser 680

las dos que en toda la tierra

nacistes para poder

hacer a las gentes guerra

y mudallas de su ser.

Esta fue nuestra fortuna; 685

¿por dicha, en nación alguna,

hay frente tan bien guardada,

que no la tenga lisiada

con sus menguantes la luna?

LXX

¿Hay do no se hayan sentido 690

cosquillas, miedos y celos?

Pues por ti, ¡cuántos ha habido!

Yo bastara, que, en mis duelos,

milagro y ejemplo he sido.

Díganlo vuestros blasones, 695

do pintáis mil corazones,

y, en medio, las dos ufanas,

diciendo: «De dos Dianas

veis aquí mil Acteones».

LXXI

Y así, las rodillas puestas, 700

no cesando de gemir,

y las orejas enhiestas,

quisiera el triste decir

tales palabras como éstas:

«Ya has mostrado tu poder 705

y lo que sabes hacer:

hazaña ha sido de diosa,

y será más milagrosa

volviéndola a deshacer.

LXXII

Ten misericordia agora 710

deste cuerpo que pagó

sin ofenderte, señora;

el tuyo es el que pecó,

que nos prende y enamora.

Tú, señora, lo causaste; 715

sin causa me castigaste;

¿a quién no tornara mudo

el claro cuerpo desnudo

con que el alma me ligaste?

LXXIII

Y si el cuitado Acteón 720

no merece tanto bien,

dame esta consolación:

que goce deste desdén

un día tu Endimïón.

Que aunque le vuelvas después 725

a la gloria en que le ves,

si él por mí se viere así,

podré decir entre mí:

«Mal de muchos, gozo es».

jacques_leegenhoek_diane_et_endymion


LXXIV

¿Qué es esto, que yo no he sido 730

el primero ni el que más

en el mundo te ha ofendido,

só el primero que jamás

tus castigos ha sufrido?

Ni te pude ofender cuanto 735

ha ya pagado mi llanto,

si no es que es la culpa inmensa,

o que mi amor te es ofensa;

que no podré pagar tanto.

LXXV

El rústico que abrasó 740

tu templo y sagrado techo

con una muerte pagó;

y a mí, con otro en mi pecho,

aún una no me bastó.

Ya que no es galardonado, 745

no sea el amor castigado

con tanta crueldad, te ruego;

sea, siquiera, igual el fuego

al mérito y al pecado.

LXXVI

¿En qué más pecó Acteón 750

por adorar tu belleza

que en lo que pecó Orïón,

sacrílego a tu pureza,

y por pena ha galardón?

Nadie nuestras causas viera 755

que la mía no escogiera,

yo príncipe, y él pastor,

él de Venus, yo de Amor;

¡y él de estrella, y yo de fiera!

dianayorión

LXXVII

Aunque dicen, y es verdad, 760

que de vos son remitidos

con menos dificultad

los pecados cometidos

contra vuestra castidad,

yo, que menos mal pensé, 765

más parece que pequé;

aunque, si no me estorbaras,

yo sé que me perdonaras,

si hay en los refranes fe.

LXXVIII

Esto es lo que llaman hado: 770

coger uno los sudores

de lo que otro ha trabajado,

y, entre tantos ofensores,

ser el justo el castigado.

Quédese todo a tu cuenta; 775

tú das la gloria y la afrenta;

tu querer es el derecho;

que yo estaré satisfecho

con que estés dello contenta.

LXXIX

¡Oh tú, Tiresias dichoso, 780

que viste un cuerpo desnudo,

tan divino y más piadoso,

aunque yo no sé si pudo

ser tan gentil y hermoso!

Tú, en el yerro igual conmigo, 785

sin querer fuiste testigo:

bañar en su fuente viste

a Minerva, y recebiste

mayor premio que castigo.

LXXX

De lumbre fuiste privado, 790

y otra te dio con que vieses

lo futuro por pasado,

y un tal bastón con que fueses

más que con vista guiado.

Castigos bien desiguales: 795

que a ti los ojos mortales,

y a mí todos me faltaron,

y ésos y aquéstos miraron

los secretos celestiales».

LXXXI

Aquesto pudo pensar 800

de hablar, y no habló

el triste, ni hubo lugar,

que es lo que dijera yo

si me dejaras hablar.

Mas por habla le ha salido 805

un doloroso gemido

que a ellas forzó de reír,

y a él de vergüenza a huir,

de sí mismo muy corrido.

LXXXII

Pues ya a este tiempo llegaba 810

la trulla de los sirvientes

que la caza procuraba,

y cerros, valles y fuentes

con asechanzas cercaba.

Gran tropel, gran grita había; 815

todo el monte se hundía:

¡tanto caballo, escudero,

tanto cazador, montero,

cual tal príncipe tendría!

LXXXIII

No hay tagarote o neblí, 820

aleto, azor, esmerjón,

sacre, alfaneque o borní,

buho, alcotán, melión,

gerifalte o baharí.

Con lebreles se embaraza, 825

con sabuesos da la traza,

galgos y podencos lleva

y perdigueros de prueba,

para varïar la caza.

LXXXIV

Cerros, valles, llanos, cuestas, 830

hinchen los hados crueles,

no de cosas como aquéstas,

pigüelas y cascabeles,

sino dardos y ballestas.

Cuál el arco blando y sano, 835

cuál el venablo en la mano,

cuál cornetas, cuál bocinas,

con que las selvas vecinas

atronaban y lo llano.

LXXXV

Cuál varias redes tendía, 840

cuál las guardas ordenaba,

cuál los estorbos desvía,

y cuál bien consideraba

por dónde pasar podría.

Cuál las ramas desgajadas 845

mira por do están echadas,

cuál anda tomando el viento,

y cuál, si el suelo está liento,

le sigue por las pisadas.

LXXXVI

Por el rastro le sacaron, 850

y después de descubierto,

con el orden lo acosaron

y con el mismo concierto

que de su industria tomaron.

Él, entonces, despertado, 855

alzó la vista alterado,

temiendo lo que sería,

de la clara vocería

de los suyos asombrado.

LXXXVII

Y, habiéndolos conocido, 860

olvidado de quien era,

como poco [ha] lo había sido,

quiso estarse, y mejor fuera;

que ahorrara lo corrido.

Mas, como un perro llegó, 865

y él, como el daño sintió,

huyó porque no le asiesen,

pesándole que supiesen

tan bien lo que él les mostró.

LXXXVIII

Puso esfuerzo tan de veras 870

a la carrera el temor,

que no fueran tan ligeras

las piernas de algún ventor,

si tú, Diana, quisieras.

Iguales somos en todo; 875

que yo, por el mismo modo,

huyendo destos tormentos,

doy en pasados contentos,

que me ponen más de lodo.

LXXXIX

Consideraba el cuitado 880

(aunque no le aprovechaba,

por estar ya tan cercado)

las partes donde cazaba

y do teme ser cazado.

Quiere dellas desviarse, 885

mas viene luego a enredarse

en otras partes peores;

que de tantos cazadores

nadie pudiera librarse.

XC

Ya le faltaba el vigor 890

en tanta tribulación,

y quisiera con amor

decirles: «Yo soy Acteón:

conocé a vuestro señor».

La cabeza al cielo alzó, 895

y a dar sus quejas probó

a sus monteros feroces;

mas faltáronle las voces,

y, en lugar dellas, gimió.

XCI

En esto, con diente fiero 900

le agarran, echando llamas,

Melanquetes, el primero,

el segundo, Teridamas,

y Oresitrofo el tercero;

Icnobates y Leucón, 905

Hárpalo, Dromas, Ladon,

Alce, Tigris y Dorceo,

Nape, Terclas, Hileo,

Melampo, Lagne y Terón.

XCII

Pues los demás, enseñados 910

a acometer y sagaces

en rastrear, que ocupados

tenían por ambas haces

los montes jamás cortados,

los aires despedazando 915

con la nariz, y buscando

los demás con sus ladridos,

llegaron a los gemidos

del que estaban desmembrando.

XCIII

Y todos, muy diligentes, 920

dan en el triste, que está

hecho presa de sus gentes,

que casi no tenía ya

donde le hincasen dientes.

Pues la compaña llegada 925

de la gente asalariada

para esto por su dinero,

no se tiene por montero

quien no le daba lanzada.

XCIV

Y así, la selva resuena 930

de su gente que llamaba

«¡Acteón!» a boca llena,

pensando que se holgaba

con lo que le dio tal pena:

cual suelen mis pensamientos, 935

siendo de mi mal contentos,

recordarme, porque vea

tu memoria, que acarrea

para mí grandes tormentos.

XCV

Buscábanle con hervor, 940

con cuidado y vigilancia;

piensan que sin su señor

era menos su ganancia,

¡y fuera sin él mayor!

Él a su nombre quisiera 945

responderles, si pudiera;

mas alzábales la cara,

y harto más se holgara

si nunca jamás los viera.

XCVI

Bien, señora, como cuando 950

con estos celos mortales

me mandaste estar callando,

que publicaba mis males,

no pudiendo más, mirando.

Así el cuitado haría, 955

pues que hablar no podía,

viendo como le mataba

la compaña que pensaba

que en aquello le servía.

XCVII

No le ven los malandantes, 960

aunque le ven cual está,

y él holgara (no te espantes),

que no le vieran ya,

o que le vieran cual antes.

Así como yo quisiera, 965

mudado en forma de fiera,

pues desdeñado me has,

o que no me vieses más,

que me vieses cual era.

XCVIII

Y así todos ensangrientan 970

sus dientes en el cuitado

a quien piensan que contentan,

cual se han en mí ensangrentado

tus ojos, que me sustentan.

Danme una vana esperanza, 975

conociendo tu mudanza,

de que al fin será cual es

para matarme después

con nueva desconfianza.

XCIX

Ya no pudo sostenerse 980

el miserable en los pies,

y, al fin, hubo de tenderse,

cual mis manos ahora ves

que no pueden defenderse.

Y aquellas rabias extrañas, 985

usando en él de sus mañas,

así le despedazaron

cual las tuyas, que rasgaron

con desamor mis entrañas.

Actaeon_Caserta


C

Y entre tantos embarazos, 990

por más milagro, se cuenta

que nunca abajó sus brazos

Diana, ni fue contenta

hasta hacerlo pedazos.

Los mismos términos veo 995

yo, señora, en mi deseo,

y en la priesa que me das,

que al cabo me dejarás

como al hijo de Aristeo.

CI

Aunque si tú estás contenta 1000

de mi martirio, señora,

tal gloria me representa,

que conozco desde agora

que me alcanzas en la cuenta.

Pues si, por haber mirado, 1005

Acteón fue así tratado,

yo, que miré y deseé,

a cuenta desto, no sé

en qué debo ser mudado.

acteónalbani


P. S.: A este artículo le corresponde el honor de ser el que hace 200 de los publicados en este blog. El primer post se colgó el 7 de octubre de 2007. Desde entonces han pasado 2 años, 1 mes y 20 días, esto es, 780 días, lo que supone un artículo cada cuatro días, aproximadamente. El mes más prolífico fue enero de 2009, con 24 artículos, los más estériles julio de 2008 y septiembre de 2009, con tan sólo 2.

Por supuesto ha habido artículos mejores y peores, elaborados y casi improvisados, largos y más breves, algunos de los que nos sentimos satisfechos y otros que, una vez leídos en el blog, como si fuéramos un lector ajeno, nos han parecido muy flojos. Otros, como el presente y el anterior, en los que nos limitamos a ofrecer algo que se puede consultar en otro lugar, pueden parecer, con toda la razón,  a alguien algo superfluo, sin sentido. Pero la decisión de hacerlo ha sido ponderada y, aunque sólo sea por los enlaces y las imágenes, nos compensa.

En fin, de todo tiene que haber

A este «honor» se suma otra coincidencia: hace apenas unas horas se han superado las 100.000 visitas a este espacio, lo que significa que cada día han entrado en este blog, de media, 128 personas. Siempre me he preguntado cómo se cuenta esto de las visitas: ¿es una visita el que simplemente, buscando en la red, abre por apenas unos segundos una página web? ¿los que entran en el blog leen los artículos completos? ¿buscan imágenes? ¿toman información completa? ¿cómo llegan? ¿hay lectores fieles que leen todos los artículos completos? ¿se nos leerá allende los mares o sólo se nos conoce en el territorio más cercano?

Es la grandeza de la red y un acicate para los muchos que escribimos en blogs: que lo que ofrecemos sea de provecho para muchas personas.

Ha habido, finalmente, 268 comentarios, incluidos los míos.

A todas las personas que han entrado, hayan hecho o no comentarios,  muchas gracias. Espero que lo que aquí se ha publicado les haya sido de provecho y lo siga siendo.

Y recordar, finalmente, que cada vez nos sentimos más satisfechos del nombre que elegimos para nuestro blog. Como asiduos lectores de otros blogs, páginas y sitios internáuticos, descubrimos que siempre hay alguien que ya ha tratado lo que nos proponemos nosotros. Es cierto que, en un principio, nos molesta o contraria la idea de no ser originales, pero después pensamos que nuestro enfoque es diferente. Nos consuela, en definitiva, la frase del Eclesiastés: NIHIL SUB SOLE NOVUM.

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De manera apresurada, poco profunda y un tanto a marchas forzadas redactamos este artículo. Los lectores perdonarán su, un tanto deslavazada, redacción. No queríamos dejar pasar el día de Santa Cecilia sin una mención a la patrona de la música. Hemos unido esta figura a otro santo del día, presente en el Nuevo Testamento, Filemón, uno de los dedicatarios de una epístola de San Pablo. Finalmente, las lecturas de la liturgia de hoy son ricas en formas verbales, en griego y latín, y presentan algún elemento presente en la iconografía religiosa bizantina y románica.

El santoral de hoy 22 de noviembre, en el que litúrgicamente se celebra la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, último domingo del Tiempo Ordinario, nos dice que celebramos a Santa Cecilia, San Filemón, San Benigno y San Pedro Esqueda.

Nos centramos en los dos primeros.

De Cecilia ya hemos hablado en este y otros espacios y poco podemos añadir. Patrona de los músicos, mártir cristiana de Roma (que da nombre a la Academia de Música de esa ciudad) e inspiradora de obras musicales como las Odas de Purcell y Handel, o las misas de Haydn y Gounod.

Sobre Filemón, dedicatario de una epístola de San Pablo, leemos en el Diccionario de la Biblia de W. R. F. Browning:

La más corta de las cartas de Pablo que se conservan; es una súplica a Filemón, escrita mientras Pablo estaba en la cárcel, para que sea misericordioso con su esclavo Onésimo, que se había convertido al cristianismo (versículo 16: οκέτι ς δολον λλ πρ δολον, δελφν γαπητόν, μάλιστα μοί, πόσ δ μλλον σο κα ν σαρκ κα ν Κυρί / Iam non ut servum, sed pro servo carissimum fratrem, maxime mihi: quanto autem magis tibi et in carne, et in Domino./ no ya como esclavo, sino, más que esclavo, como hermano querido, singularmente para mí, pero ¡cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor!) y que buscó refugio en Pablo. Onésimo había llegado con objetos robados (versículo 18: ε δέ τι δίκησέν σε φείλει, τοτο μο λλόγα / si autem aliquid nocuit tibi, aut debet, hoc mihi imputa / que si en algo te perjudicó o algo te debe, eso ponlo a mi cuenta), y la perspectiva de la vuelta era espantosa. Los castigos a los esclavos que se fugaban eran severos, y Pablo no solamente ruega que Filemón le dé un trato amable, sino que ¡incluso parece insinuar que podría desprenderse de Onésimo para que éste pasara al servicio de Pablo (versículo 13: ν γ βουλόμην πρς μαυτν κατέχειν, να πρ σο μοι διακον ν τος δεσμος το εαγγελίου / quem ego volueram mecum detinere, ut pro te mihi ministraret in vinculis Evangelii / al cual yo quisiera retener a mi lado, para que en tu lugar me sirviese en estas prisiones del Evangelio)! Se insta a Filemón a que camine la milla de más (versículo 21: πεποιθς τ πακο σου γραψά σοι, εδς τι κα πρ λέγω ποιήσεις / Confidens in obedientia tua scripsi tibi: sciens quoniam et super id, quod dico, facies / seguro de tu obediencia, te escribo esto, sabiendo que harás aún más de lo que te digo; véase Mateo 5, 41) y que no imponga los castigos (que podían llegar hasta la muerte) que, con la ley romana en la mano, tenía todo el derecho a imponer. Ignacio (107 EC) menciona a un obispo de Éfeso llamado Onésimo (que significa “útil”, de ahí la paronomasia de Pablo en el versículo 11: τόν ποτέ σοι χρηστον νυν δ [κα] σο κα μο εχρηστον / qui tibi aliquando inutilis fuit, nunc autem et mihi et tibi utilis, / el que un tiempo te fue desaprovechado, mas ahora tanto a ti como a mí nos es bien provechoso) y según una teoría que no goza de aceptación general, fue Onésimo quien realizó la colección de las epístolas de Pablo.

Filemón vivía en Colosas, ciudad que está mucho más cerca de Éfeso que de Roma; de ahí que algunos autores hayan sostenido que lo más probable es que esta carta se enviara desde Éfeso junto con la epístola a los Colosenses (a la que está íntimamente asociada); pero los únicos indicios del encarcelamiento de Pablo en Éfeso son las vagas generalizaciones de 1 Co 15, 32 y de 2 Co 11, 23. También se ha afirmado que el amo del esclavo era en realidad Arquipo (versículo 2: κα πφί τ δελφ κα ᾿Αρχίππ τ συστρατιώτ μν κα τ κατ οκόν σου κκλησί / et Appiæ sorori carissimæ, et Archippo commilitoni nostro, et ecclesiæ, quæ in domo tua est / y a Apia, la hermana, y a Arquipo, nuestro compañero de armas, y a la Iglesia que se reúne en tu casa). Sin embargo, lo que la carta deja perfectamente claro es que Pablo está tratando de implicar al conjunto de la Iglesia local (versículos 1: παλος δέσμιος χριστο ησο κα τιμόθεος δελφς Φιλήμονι τ γαπητ κα συνεργ μν/ Paulus vinctus Christi Jesu, et Timotheus frater, Philemoni dilecto, et adjutori nostro / Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, a Filemón, el amigo querido y colaborador nuestro; y 23:  σπάζεταί σε ᾿Επαφρς συναιχμάλωτός μου ν χριστ ησο, Μρκος, ᾿Αρίσταρχος, Δημς, Λουκς, ο συνεργοί μου / Salutat te Epaphras concaptivus meus in Christo Jesu, Marcus, Aristarchus, Demas, et Lucas, adjutores mei / Te saludan Epafras, mi compañero de prisión en Cristo Jesús; Marcos, Aristarco, Demas, Lucas, mis colaboradores.), pues los riesgos asumidos por Onésimo, encarecidos a Filemón y ciertamente aceptados por Pablo, eran muy considerables. También está claro que la institución de la esclavitud no se condena como tal, aunque la común fe cristiana de esclavo y amo requiere una relación totalmente transformada.

Las lecturas de la liturgia de hoy son interesantes por varios aspectos.

Primero conviene que las ofrezcamos en griego, latín y castellano. La primera es del profeta Daniel (7, 13-14):

θερουν ν ρματι τς νυκτς κα δο μετ τν νεφελν το ορανο ς υἱὸς νθρπου ρχμενος ν κα ως το παλαιο τν μερν φθασεν κα νπιον ατο προσηνχθη κα ατ δθη ρχ κα τιμ κα βασιλεα κα πντες ο λαο φυλα γλσσαι ατ δουλεσουσιν ξουσα ατο ξουσα αἰώνιος τις ο παρελεσεται κα βασιλεα ατο ο διαφθαρσεται.

Aspiciebam ergo in visione noctis, et ecce cum nubibus caeli quasi Filius hominis veniebat, et usque ad antiquum dierum pervenit: et in conspectu eius obtulerunt eum. Et dedit ei potestatem, et honorem, et regnum: et omnes populi, tribus, et linguae ipsi servient: potestas ejus, potestas aeterna, quae non auferetur: et regnum eius, quod non corrumpetur.

Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.

El texto griego es rico en formas verbales:

–          imperfectos: contracto (θερουν; del verbo θεωρέω: mirar)

–          la forma perifrástica ρχμενος ν que en latín se expresa como veniebat, y cuyo primer elemento (el participio medio ρχμενος) hallaremos de nuevo en el texto del Apocalipsis.

–          Aoristos sigmáticos: φθασεν, de φθάνω, “avanzar”.

–          Aoristos pasivos: προσηνχθη, δθη de προσφέρω, “llevar a”, y δίδωμι, “dar”, respectivamente.

–          Futuros pasivos: παρελεσεται y διαφθαρσεται, de παρέρχομαι, “pasar”, “quedar atrás” y διαφθείρω, “destruir”,  respectivamente.

Por supuesto, aparece la palabra “reino” (βασιλεα) por dos veces, ya que se celebra la fiesta de Jesús, rey.

El Apocalipsis (1, 6-8) nos presenta tres elementos interesantes:

κα ποίησεν μς βασιλείαν, ερες τ θε κα πατρ ατοῦ, ατ δόξα κα τ κράτος ες τος αἰῶνας [τν αώνων]· μήν. δο ρχεται μετ τν νεφελν, κα ψεται ατν πς φθαλμς κα οτινες ατν ξεκέντησαν, κα κόψονται π ατν πσαι α φυλα τς γς. ναί, μήν. γώ εμι τ λφα κα τ , λέγει κύριος θεός, ν κα ν κα ρχόμενος, παντοκράτωρ.

et fecit nos regnum, et sacerdotes Deo et Patri suo: ipsi gloria et imperium in sæcula sæculorum. Amen. Ecce venit cum nubibus, et videbit eum omnis oculus, et qui eum pupugerunt. Et plangent se super eum omnes tribus terræ. Etiam: amen. Ego sum alpha et omega, principium et finis, dicit Dominus Deus: qui est, et qui erat, et qui venturus est, omnipotens.

E hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén. El vendrá entre las nubes y todos lo verán, aún aquellos que lo habían traspasado. Por él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén. Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que vendrá, el Todopoderoso.

Tanto en Daniel como en el Apocalipsis de Juan están presentes las nubes (δο μετ τν νεφελν το ορανο ς υἱὸς νθρπου ρχμενος ν / δο ρχεται μετ τν νεφελν), con las mismas expresiones y verbos.

Destacable es la expresión γώ εμι τ λφα κα τ (Yo soy el Alfa y la Omega), como referencia a que Cristo es principio y fin. Y también ν κα ν κα ρχόμενος (el que es, el que era y el que vendrá). Las palabras ν están presentes en las representaciones de Jesús de los iconos ortodoxos.

Finalmente, la palabra παντοκράτωρ (omnipotens / Todopoderoso) nos trae a la memoria las representaciones bizantinas y románicas de Cristo.

De la Wikipedia copiamos:

En concreto, en el arte bizantino y románico, con el término pantocrátor se designa la imagen con que se representa al Todopoderoso, Padre e Hijo, es decir, Creador y Redentor. La figura, siempre mayestática, muestra a una u otra persona divina en similar actitud: con la mano diestra levantada para impartir la bendición y teniendo en la izquierda los Evangelios o las Sagradas Escrituras. En ocasiones, se representa sólo el busto; otras veces, la figura completa entronizada que, cuando se trata del Padre, sostiene en sus rodillas a Cristo hijo.

Dos son los lugares habituales para exhibir el pantocrátor en las iglesias: al exterior, en los tímpanos de las portadas, esculpido en piedra; o, en el interior, pintado en las bóvedas de horno de los ábsides. En todo caso, se suele enmarcar en un cerco oval conocido como mandorla (del italiano mandorla = almendra) y ocupan el espacio adyacente las cuatro figuras del tetramorfos, es decir, alegorías de los cuatro evangelistas.

Así, un año más nos acordamos de Cecilia y manifestamos nuestro amor por la música.

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acteónalbani

En la literatura posterior tenemos la Fábula de Acteón de Luis Barahona de Soto. Hemos dudado en ofrecerla aquí completa, ya que hubiéramos podido perfectamente, y quizá eso hubiera sido lo correcto, ofrecer un enlace al sitio de donde la hemos obtenido, pero, al final, hemos optado por ofrecerla en dos largas entregas.

I

De un alma que fue vestida

con dos cuerpos, de hombre y fiera

y de otra alma que, regida

de un cuerpo más que de cera,

fue cual piedra endurecida, 5

de un milagro y de otro extraño

diré, y de un dolor tamaño, que pocos lo conocieron,

sino aquellos que supieron

lo que yo sé, por mi daño.

II

¡Oh tú, que, para mi mal, 10

sola en el mundo naciste,

bella, cruel, desleal,

sabia, y que de todo fuiste

modelo y original,

oye lo que cantar quiero: 15

verás en ciervo ligero

mudado al señor de Tebas

do el tormento que en mí pruebas

fue figurado primero.

III

Con poco que estés atenta, 20

en sus trabajos verás

los de aquel que te los cuenta,

y si quiés saberlo más,

tu desamor y mi afrenta.

Verás sobre su divisa 25

los del que en su mal no avisa,

puestos para más despecho,

y, cual yo, el cuitado hecho

del mundo fábula y risa.

IV

No demandaré favor 30

a aquella musa que en vano

supo decir mi dolor;

mas al celoso Vulcano,

que es el padrastro (léase a partir del verso 266 del enlace) de Amor

La materia será el caso, 35

aresAfroditaTarquinia

y su fragua mi Parnaso,

y sus golpes mis desmayos,

y mis palabras los rayos

de su fuego, en que me abraso.

V

Una muy copiosa fuente 40

muy alegre y fresca está

en la tierra cuya gente

le nació a Cadmo de la

quijada de una serpiente,

de un monte jamás rozado, 45

de sangre nunca manchado,

cercada al Austro y Poniente,

descubierta al sol de Oriente

y cubierta al cierzo helado.

VI

Y aunque, por larga costumbre, 50

de diversas ramas lleno,

que se tejen en la cumbre,

defiende el cerrado seno

del alegre sol la lumbre,

con las hojas compitiendo 55

el sol, a veces venciendo,

y a veces siendo medroso

va un claroescuro hermoso

de las sombras componiendo.

VII

Allí, gentil, largo y liso, 60

está el árbol que guardó

el nombre de Cipariso,

y el otro do se escondió

Dafnes del pastor de Anfriso,

y aquel árbol que parece 65

que por Tisbe se entristece,

la fruta en sangre bañada,

que a la morisca Granada

con sus hojas enriquece.

VIII

Y otros árboles sin cuento, 70

de los que suelen poblar

la tierra con su cimiento,

y dividir y azotar

con sus pimpollos el viento.

De una lucha entre ellos brava 75

con el que entonces soplaba

siendo cada cual herido,

un mormollo y un ruido

dulcísimo se escuchaba.

IX

El sol, en ellos hiriendo, 80

iba de varios olores

otro nuevo produciendo,

y de diversos colores

otro mejor componiendo;

y así, el viento, disfrazado 85

de un nuevo color, mezclado

nuevo olor, nuevo ruido,

hiciera alegre el sentido

del más triste enamorado.

dianayacteónbrueghel

X

Entre la arboleda estaba 90

de natural piedra viva

un güeco de do manaba

el agua que desde arriba

abajo se despeñaba.

Después ésta se vertía 95

sobre otra peña y corría

por un arco, parte a parte,

do natura venció al arte

y el arte a la fantasía.

XI

Y del verdor que a la par 100

crece estaba tan cubierta,

que pocos sabían hallar

la no frecuentada puerta

para el ameno lugar.

Y así la tierra, cavada 105

del agua en ella quebrada,

hecha pequeña laguna,

no se vio en edad alguna

del todo en lumbre bañada.

XII

El margen de césped vivo, 110

de nervosa y ciega trama

que, de tierra, al fugitivo

licor la ñudosa grama

hizo en su lugar nativo,

va las ondas terminando, 115

do esquivas cañas silbando,

y agudos juncos ludiendo,

con blandas ovas tejiendo,

iban su curso cegando.

XIII

Va desde aquí la corriente 120

del agua tan sosegada,

que apenas la vista siente

si corre, o si está parada;

si va a levante o poniente.

Limpia, clara, blanda y pura, 125

liviana, que se apresura

de la boca a las entrañas

de sabor y de marañas,

de olor y color segura.

XIV

Por la suave harmonía 130

que la frecuencia confusa

de los pájaros hacía,

parece que alguna musa

la concertaba y regía.

No goza esta fuente tal 135

el ganado pastoral:

que fuente, bosque y dehesa

es de Diana, princesa

del Colegio Virginal.

XV

Aquí la diosa solía 140

en el caluroso estío

olvidar la montería

y en el líquido rocío

sus castos miembros metía.

Y siendo entonces llegada, 145

de sus ninfas rodeada,

arco y flechas a una dio

y otra el manto le tomó

con que vino cobijada.

XVI

Otra con blanco cendal 150

fue limpiando del sudor

la garganta de cristal,

que derritiera en amor

al más duro pedernal.

Otra le cogió el cabello, 155

tal, que no era tal como ello

madeja de oro crespada,

y en una y otra lazada

lo añudó, y [a] Amor entre ello.

XVII

Otra ninfa, diligente, 160

la ropa de grana y oro

le quitó liberalmente,

y descubriose un tesoro

más bello que el sol de Oriente:

descubriose el blanco pecho, 165

de masa celestial hecho:

dos montes y una cañada

de blanca nieve cuajada,

y el Amor allí deshecho.

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XVIII

Dos le quitan el calzado, 170

y un color se descubrió

de leche y sangre, rosado,

que cuando al suelo tocó

hizo florecer el prado.

La pierna gruesa y ceñida 175

a Elena dejó vencida,

y el pequeño y blanco pie

con un solo puntapié

diera a mil Narcisos vida.

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XIX

Y luego en el mismo instante, 180

doce de las más preciadas,

con amoroso semblante,

de sus ropas despojadas,

se le pusieron delante,

las cuatro con delicados 185

vasos de mirra colmados,

bálsamo, y ámbar, y enciensos,

y otros olorosos censos

de los nabateos collados.

XX

Las otras cuatro trajeron 190

varias suertes de conservas

que de las frutas hicieron

y de las mejores yerbas

que en todo el mundo cogieron.

Las otras, dulce comida 195

trajeron para la vida,

pues la conserva inmortal

aquella que es, por ser tal,

sólo a los dioses debida.

XXI

Comenzaron a verter 200

sobre aquel cuerpo divino

licores, y ellos a oler,

y ¡qué olor! pues dél les vino

más que ellos pueden tener.

¡Oh venturoso licor, 205

que tuvo tanto valor,

que mereciese tocar

do no mereció llegar

el gran poder del Amor!

XXII

De la conserva tomó 210

después desto parte poca;

no la tomó, mas la dio;

pues, metiéndola en su boca,

eterna la conservó.

Fue entre sus labios deshecha, 215

y, de serlo satisfecha,

con gran ventaja, pues que

della en breve espacio fue

la preciosa carne hecha.

XXIII

Miró sus miembros en vago 220

cual el soberbio pavón

(que hicieron tal estrago),

y ella y todo su escuadrón

se echaron juntas al lago.

Iban todas de arrancada, 225

en escuadra concertada,

y así todo el lugar lleno,

cual por el cielo sereno

de grullas larga manada.

XXIV

¡Quién las viera libremente, 230

sin ropa al ojo importuna,

ir cortando la corriente

desde la balsa o laguna

al principio de la fuente,

donde, así como las caras, 235

las más preciadas y raras

partes que se pueden ver

no quisieron esconder

las aguas, cual vidrio claras!

XXV

Por lo más alto del cielo 240

iba el sol, y suspendió,

de gozoso, el curso y vuelo,

y, parándose, abrasó

con sus rayos todo el suelo.

Y el viento que iba soplando 245

fuese de nuevo esforzando

con la grande claridad,

y trajo tal sequedad,

que dejó el mundo anhelando.

XXVI

Solamente aquel lugar, 250

porque a Diana le place,

ella le hizo templar

con la virtud con que hace

menguar y crecer el mar.

El viento no le alcanzaba; 255

y el sol tan colado entraba,

que su furor y su brío

sólo de la peña el frío

le resistía y templaba.

XXVII

Allí Diana regía 260

sus corros, giros y danzas,

y cada ninfa hacía

las pruebas y las mudanzas

do más destreza tenía.

Cuál dellas nadó más trecho; 265

cuál dellas más a provecho;

cuál dellas se za[m]bulló,

y cuál el lago cercó,

vuelto al cielo el rostro y pecho.

XXVIII

Ya Filodoce tenía 270

una trepa comenzada,

cuando, con gran vocería

y aullidos, fue alborotada

la virginal compañía;

que, siendo entonces llegado, 275

de estío y sed fatigado,

el cazador Acteón,

causó grande turbación

en el colegio sagrado.

XXIX

Que unas dellas se escondieron, 280

en las aguas za[m]bullidas;

otras la espalda volvieron;

otras de ramas crecidas

de árboles se cubrieron.

A otras vieras sentar, 285

a otras, gritando, abrazar

a la diosa casta y clara,

y otras mirarle a la cara,

sin osarse menear.

acteónalbani

XXX

Otras ante él se ponían, 290

porque la vista cebase

en lo que le descubrían,

y a Diana no mirase,

que era lo que más temían:

porque es punto de primor, 295

si de pena o de dolor

se halla el hombre cercado,

escoger, si es avisado,

de dos daños el menor.

XXXI

Otras, con ánimo puro, 300

estando en torno abrazadas

del cuerpo nada seguro,

hicieron encadenadas

un hermoso y bello muro.

Mas poco vale lo hecho; 305

que él la mira, a su despecho:

tan gentil Diana estaba,

que por cima las sobraba

con más que garganta y pecho.

XXXII

Cual suele en playa espaciosa 310

nave rica, con despojos

de una batalla famosa,

llevarse tras sí los ojos

sin parar en otra cosa,

así, de ninfas cercada, 315

ella sola fue mirada

del que por su mal la vio,

que en sólo aquesto acertó,

para no acertar en nada.

XXXIII

Acertola a conocer, 320

no del todo, por quien era;

que esto, a podello saber,

bien más acertado fuera

si no la acertara a ver.

Vido el rostro sin igual, 325

los topacios y el coral,

puestos por arte sutil,

el aljófar y el marfil,

la púrpura y el cristal.

XXXIV

De un brazo que alto tenía 330

vio el molledo blanco y grueso;

la mano, que al sol vencía,

con que el duro arco de güeso

alargaba y encogía.

Digo que miró la mano 335

que después le dio tal mano;

mirola parte por parte;

que, aunque estaba puesto aparte,

pudo ganarle de mano.

XXXV

Vio el cabello atado y liento 340

y dejó enlazarse en él,

tras la vista, el pensamiento,

y éste se llevó tras dél

voluntad y entendimiento.

No supo mirar por sí, 345

hasta verse preso allí

de amor en el ciego abismo;

mas yo hiciera lo mismo

si la viera antes que a ti.

XXXVI

Finalmente, en ella vio 350

el extremo de belleza

que en ti sola se cifró,

y el extremo de aspereza,

después del que sufro yo.

Y, como yo lo hiciera, 355

comenzó, que no debiera,

con donaire y cortesía,

a decir lo que sentía,

y ojalá más no sintiera:

dianawatteau

XXXVII

«Alma preciosa que digna 360

fuiste del cuerpo más bello

que la vista determina,

o seas humana, si sello

pudieras, sin ser divina;

o seas del sublime coro, 365

que por tal te creo y adoro;

o seas la virgen buscada

que fue de Plutón robada

entre Pachino y Peloro;

XXXVIII

o seas desta arboleda 370

ninfa, o de estas claras fuentes,

o la que en mudable rueda

levanta y abaja gentes,

sin jamás tenerla queda;

sé tú quienquiera que seas, 375

así entre tus manos veas

la cosa más deseada

si hay alguna tan sagrada

que desees y no poseas;

XXXIX

y así consigas Vitoria 380

del que causó turbación

algún tiempo en tu memoria,

si puede caber pasión

en almas llenas de gloria,

que…». Dijo, y quedose aquí; 385

que viéndole estar así,

con lo que otra se amansara,

la diosa volvió la cara,

cual de grana o carmesí.

XL

¿Quién vio el color que parece 390

cuando con vario arrebol

la ciega nube se ofrece

delante el dorado sol

que por partes la esclarece?

Y ¿quién vio en el alborada 395

la fresca aurora rosada?

Pues con gesto más galano

volvió el rostro soberano

la casta diosa enojada.

XLI

Aunque no dél vergonzosa, 400

estaba de su vergüenza

encogida y temerosa;

mas viendo su desvergüenza,

salió corrida y furiosa.

Cuando Acteón conoció 405

en qué y contra quién pecó,

quisiera no haber nacido,

y mejor le hobiera sido

que morir como murió.

XLII

Púsose el color robado, 410

y comenzaba a temblar

como aquel que está azogado,

o al modo que suele estar

el can ante el león echado.

Y ella le muestra el semblante 415

como la madre al infante

de quien ha sido enojada,

o como leona airada,

muertos sus hijos delante.

XLIII

Y dijo con voz sañuda 420

lo que las fatiga más

a las mujeres, sin duda:

«Traidor, no te alabarás

de que me viste desnuda.

Y la caza que deseas, 425

por quien mi fuente rodeas,

te daré por enemiga,

y que, para más fatiga,

sin ti y con ella te veas».

XLIV

Y como el arco ni jara 430

en la mano no halló,

tomando del agua clara,

con ella le roció

pecho y manos, pies y cara.

Iba sudando y, mojado, 435

quedó de súbito helado

y algún tanto temeroso;

mas el deseo amoroso

no por eso resfriado.

XLV

No sólo le resfrió, 440

que aquesto lo menos fue,

porque la agua en sí tomó

una fuerza, un no sé qué,

que más que fuego abrasó.

Convirtió de otro metal 445

toda la parte mortal;

comenzó el pecho a querer,

y el hígado a apetecer

cosas de otro natural.

XLVI

El corazón, que solía 450

las empresas peligrosas

buscar lleno de osadía,

en las muy pequeñas cosas

mostraba ya cobardía.

Y este mismo corazón, 455

que antes sirvió a la razón,

y el seso que fue su asiento,

ambos de un consentimiento,

declinan jurisdición.

XLVII

A la razón no dañó, 460

porque era parte inmortal;

mas del arte la dejó

que es la persona real

que fuerza y poder perdió.

De nadie ya obedecida, 465

de todos aborrecida,

¿qué vale sin gobernar,

entre la gente vulgar,

por sus vasallos regida?

XLVIII

Los afectos naturales, 470

odio, amor, ira y deseo,

miedo, esfuerzo y otros tales,

tienen el gobierno feo

todos conformes e iguales.

Ni entre sí tienen contienda, 475

ni en ellos hay quien se entienda,

uno loco, otro grosero,

y el que madrugó primero

lleva a los otros de rienda.

XLIX

Luego, sin más dilatallo, 480

en diversa proporción

vieras al cuerpo mudallo;

que siempre la inclinación

del señor sigue el vasallo.

Cuando la razón regía, 485

el rostro alzado tenía;

mas luego que se perdió,

el rostro a tierra bajó;

que alzallo no merecía.

L

Los ojos abrió mayores 490

y más largo tendió el cuello;

percibió más los olores;

mudó en pelo el tierno vello,

teñido de dos colores;

las orejas se extendieron; 495

las carnes se endurecieron,

y adornaron su cabeza

dos cuernos que, a poca pieza,

sus doce puntas tuvieron.

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artemisacteóncerámica1

 

El propio Ovidio en otra obra, Heroidas, dice:

 

erit] testis et Actaeon, quondam fera creditus illis,

ipse dedit leto cum quibus ante feras;

(Ovidio, Heroidas XX 103-104)


será testigo también Acteón, otrora tomado por un fiera por aquéllos,

con los cuales él mismo antes había dado muerte a las fieras.


Aún hay más referencias  a Acteón en Ovidio, en este caso en los Tristia II, 103-106:

 

cur aliquid vidi? cur noxia lumina feci?

cur imprudenti cognita culpa mihi?

inscius Actaeon vidit sine veste Dianam:

praeda fuit canibus non minus ille suis.

scilicet in superis etiam fortuna luenda est,

nec veniam laeso numine casus habet.


¿Por qué tuve yo que ver algo? ¿Por qué torné culpables mis ojos? ¿Por qué, ¡imprudente de mí!, tuve yo conocimiento de aquel delito? Sin pretenderlo, Acteón contempló desnuda a Diana, y, sin embargo, no por ello fue menos presa de sus propios perros; y es que, a los ojos de los dioses, hasta el zar hay que expiarlo y un hecho casual no obtiene el perdón, si ha sido ofendida una divinidad.

La traducción es de José González Vázquez en Gredos.

Seneca

Séneca, en su tragedia Edipo 751-763, también se refiere a Acteón. En una sorprendente ironía, Acteón repara en su aspecto al contemplarse en las aguas de una fuente donde se había bañado antes la diosa Diana.

Quid? Cadmei fata nepotis,

cum uiuacis cornua cerui

frontem ramis texere nouis

dominumque canes egere suum?

praeceps siluas montesque fugit

citus Actaeon agilique magis

pede per saltus ac saxa uagus

metuit motas zephyris plumas

et quae posuit retia uitat

donec placidi fontis in unda

cornua uidit uultusque feros,

ubi uirgineos fouerat artus

nimium saeui diua pudoris.


¿Qué decir de los hados del nieto de Cadmo,

Cuando unos cuernos de vigoroso ciervo

Le cubrieron la frente con sus ramas

Y acosaron los perros a su propio dueño?

Huye precipitado por selvas y por montes

El veloz Acteón y, ahora con pie más ágil,

Errante por gargantas y peñascos,

Teme las plumas movidas por el céfiro

Y evita redes que él mismo colocó;

Hasta que vio en las aguas de una apacible fuente

Sus cuernos y su aspecto de animal;

Allí había refrescado sus virginales miembros

La diosa del pudor demasiado cruel.


La traducción es de Jesús Luque Moreno, en Gredos.

También en Las Fenicias del propio Séneca, Edipo se refiere a dos personajes de fatal destino: Acteón y Penteo:

Ibo, ibo qua praerupta protendit iuga

meus Cithaeron, qua peragrato celer

per saxa monte iacuit Actaeon suis

noua praeda canibus, qua per obscurum nemus

siluamque opacae uallis instinctas deo

egit sorores mater et gaudens malo

uibrante fixum praetulit thyrso caput;


Iré, iré por donde extiende sus escarpadas crestas

Mi Citerón, por donde a pesar de haber recorrido rápidamente

A través de las rocas el monte, cayó muerto Acteón convertido

En nueva presa para sus propios perros, por donde a través del oscuro bosque

Y la foresta de un umbrío valle a sus compañeras excitadas por el dios

guió una madre y gozando de un furor

vibrante llevó atado al extremo de su tirso la cabeza de su hijo.

Suplicio Penteo


En las Metamorfosis o El asno de oro de Apuleyo, II, 4, en la descripción del atrio de la casa de Birrena, en la que hay una magnífica estatua de Diana, escoltada por una jauría de perros, y a cuyas espaldas se erguía una roca en forma de gruta; en la cornisa de la roca colgaban frutas y racimos, se dice:

Inter medias frondes lapidis Actaeon simulacrum curioso optutu in deam [sum] proiectus iam in ceruum ferinus et in saxo simul et in fonte loturam Dianam opperiens uisitur.


En medio de la enramada, un Acteón de piedra se adelanta hacia la diosa con indiscreta mirada; media cambiado ya en ciervo, se le ve a la vez en la piedra de la roca y en el agua de la fuente acechando la entrada de Diana en el baño.

La traducción es de Lisardo Rubio Fernández, en Gredos.

 

apuleius

 

 

Estacio, en La Tebaida, IV, 572-574 escribe:

 

necdum ille aut habitus aut uersae crimina formae

mutat Aristaeo genitus: frons aspera cornu,

tela manu, reicitque canes in uulnus hiantes.


Y todavía aquél su aspecto o las manchas de su transformación

ha cambiado, el hijo de Aristeo; su frente áspera por los cuernos,

los dardos en la mano y mira los perros que con las fauces abiertas lo atacan.


Claudiano, en su Contra Rufino II, 418-420, dice:

 

sic mons Aonius rubuit, cum Penthea ferrent

Maenades aut subito mutatum Actaeona cornu

traderet insanis Latonia virgo Molossis


Así enrojeció de sangre el monte Aonio, cuando a Penteo llevaban

Las Ménades o a Acteón, súbitamente transformado en ciervo,

Entregó la virgen hija de Leto a sus locos perros molosos.


Plácido Lactancio (siglos IV o VI d. C.) en sus Narrationes fabularum quae in P. Ovidii Nasoni libri XV Metamorphoseon occurrunt, III, fabula II, escribió:

Actaeon, Aristaei et Autonoes filius, in cervum.

Diana cum in valle Gargaphie aestivo tempore fatigata ex adsidua venatione se ad fontem perlueret, Actaeon, Aristaei et Autonoes filius, eundem locum petens ad refrigerandum se et canes, quos exercuerat, feras persequens in conspectum deae incidit; qui ne eloqui posset, habitus eius in cervum ab ea conversus est, ita ut pro fera laceratus a suis canibus sit.

Acteón, hijo de Aristeo y Autónoe, en ciervo.

Cuando Diana en el valle de Gargafia, en el tiempo estival, cansada a causa de su asidua dedicación a la caza se bañaba en la fuente llamada Partenio, Acteón, el hijo de Aristeo y Autónoe, buscando este mismo lugar para refrescarse él y sus perros a los que había ejercitado mientras perseguía fieras, posó su vista en la diosa; él, sin poder hablar, fue convertido su aspecto en ciervo por la diosa, de modo que tomado por una fiera, fue despedazado por sus propios perros.

 

Fabio Fulgencio Plancíades, autor de principios de siglo VI d. C., en sus Mythologiae, III, 3, nos ha dejado esta

Fabula Acteonis

Curiositas semper periculorum germana detrimenta suis amatoribus nouit parturire quam gaudia. Acteon denique venator Dianam lavantem vidisse dicitur; qui in cervum conversus a canibus suis non agnitus eorumque morsibus devoratus est. Anaximenes qui de picturis antiquis disseruit libro secundo ait venationem Acteonem dilexisse; qui cum ad maturam pervenisset aetatem consideratis venationum periculis, id est quasi nudam artis suae rationem videns timidus factus est; inde et cor cervi habens, unde et Homerus ait: «oinobarès kunòs ommat’ ekon kradien d’elafoio», id est: ebriose, oculos canis habens et cor cervi. Sed dum periculum venandi fugiret, affectum tamen canum non dimisit, quos inaniter pascendo pene omnem substantiam perdidit; ob hanc rem a canibus suis devoratus esse dicitur.

La curiosidad siempre hermana de los peligros supo producir a sus seguidores más perjuicios que alegrías. El cazador Acteón se dice que vio a Diana lavándose; éste convertido en ciervo, no siendo reconocido por sus propios perros fue devorado por sus dentelladas. Anaxímenes que disertó en su libro segundo sobre los cuadros antiguos dice que Acteón amaba la caza; cuando llegó a la edad madura examinados los peligros de las cacerías, esto es, viendo casi la pobre razón de su arte se volvió tímido; desde entonces tenía un corazón de ciervo, de donde Homero dice: “borracho, teniendo ojos de perro y corazón de ciervo”. Pero aunque huía de los peligros de la caza, sin embargo no dejó su afecto por los perros, a los que alimentó inútilmente perdiendo todas sus fuerzas; por esa razón se dice que fue devorado por sus perros.

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Antes de seguir con Menelao, nos ha parecido oportuno ofrecer este vídeo, buen ejemplo de la naturaleza musical de La Bella Helena:

O este trío de Menelao, Agamenón y Calcas:

Pero vayamos con el segundo engaño al pobre Menelao. Le llega por parte de quien él cree es el augur de Venus y que no es otro que Paris disfrazado.

El joven troyano llega en una galera y anuncia que Helena debe ir a la isla de Citera, isla consagrada a Afrodita, donde debe realizar preciosas ofrendas. Si así ocurre, Esparta obtendrá el favor de Venus. Todos están de acuerdo, excepto Helena. Una vez en la embarcación, Paris se quita el disfraz y anuncia que el viaje no es a Citera, sino a Troya. Tras el estupor general, los griegos resuelven declarar la guerra a Troya para recuperar a Helena.

LE GRAND AUGURE.

Et tout d’abord, ô vile multitude,

Sachez-le bien, je n’ai pas l’habitude

D’être reçu sur un rythme plaintif:

Vous auriez dû chanter un chœur alerte et vif.

Le culte de Vénus est un culte joyeux:

Je suis gai, soyez gais, il le faut, je le veux!

LE CHŒUR.

Il est gai!

LE GRAND AUGURE.

Il est gai! Soyez gais!

LE CHŒUR.

Il est gai! Soyez gais! Soyons gais!

LE GRAND AUGURE.

Il est gai! Soyez gais! Soyons gais! Je le veux!

Et tsing, tsing, balaboum, balaboum,

Balaboum, poum, poum!

Lalaïtou, poum, poum!

LE PEUPLE.

Et tsing, tsing, balaboum, balaboum,

Balaboum, poum, poum!

LE GRAND AUGURE.

Je sais qu’il est de profonds moralistes

Qui font état d’être sombres et tristes,

Mais ces gens-là se trompent lourdement:

L’homme vraiment honnête est rempli d’enjouement.

Le culte de Vénus est un culte joyeux:

Je suis gai, soyez gais, il le faut, je le veux!

LE CHŒUR.

Il est gai!

LE GRAND AUGURE.

Il est gai! Soyez gais!

LE CHŒUR.

Il est gai! Soyez gais! Soyons gais!

LE GRAND AUGURE.

Il est gai ! Soyez gais! Soyons gais! Je le veux!

Et tsing, tsing, balaboum, balaboum,

Balaboum, poum, poum!

Lalaïtou, poum, poum!

LE CHŒUR.

Et tsing, tsing, balaboum, balaboum,

Balaboum, poum, poum!

Lalaïtou, poum, poum!

CALCHAS.

Quelle tenue pour un augure!

LE GRAND AUGURE.

Vous dites, confrère?

CALCHAS.

Je dis: «Quelle tenue pour un augure!…»

LE GRAND AUGURE.

Je suis gai!… je suis gai!… (Saluant.) Roi des rois, bouillant Achille, les deux Ajax, Oreste, salut et respect!…

Et la reine? je ne la vois pas…

AGAMEMNON.

Elle boude.

LE GRAND AUGURE, saluant Parthénis et Léæna.

Ah! C’est vous, belle Parthénis!… vous aussi, piquante Léæna!…

PARTHÉNIS.

Vous savez nos noms?

LE GRAND AUGURE.

Un bon général connaît toujours ses meilleurs soldats…

AGAMEMNON.

Vous êtes vraiment gai, grand augure!

LE GRAND AUGURE.

Ça nous est recommandé, à Cythère… Soyez tranquilles, mes enfants! Vénus est bonne personne, au fond… elle pardonnera.

TOUS.

Vive le grand augure!

LE GRAND AUGURE.

Elle pardonnera… bien entendu, à la condition que le roi Ménélas fera tout ce qu’il faudra faire.

ACHILLE.

Pourquoi ça?

CALCHAS.

C’est la règle.

MÉNÉLAS, allant à Pâris.

Sans doute… mais si, cependant…

LE GRAND AUGURE.

Il n’y a pas de «si cependant…» N’ayez pas peur… on ne vous demandera rien que de très raisonnable… la reine sera seulement tenue de faire un petit voyage…

TOUS.

Où ça?

LE GRAND AUGURE.

À une dizaine de lieues d’ici… une petite île qui est là-bas… A Cythère.

AGAMEMNON.

À Cythère!

LE GRAND AUGURE.

Oui, elle viendra avec moi sur la galère de Vénus… et, de sa main, elle sacrifiera cent génisses blanches à la déesse.

MÉNÉLAS.

À la bonne heure!… quand on me demande des choses raisonnables… Qu’est-ce que je désire, moi?… que tout s’arrange… Qu’est-ce qu’il faut pour ça?… que la reine fasse un petit voyage à Cythère et sacrifie cent génisses blanches… Rien de mieux!… la reine fera ce voyage… et c’est mon peuple qui payera les génisses blanches.

LE PEUPLE.

Vive Ménélas!

MÉNÉLAS, se retournant vers le peuple.

Oui, mes enfants, vous les payerez.

AGAMEMNON.

Très joli, tout ça… mais il faut que la reine consente…

LE GRAND AUGURE.

Mais où est-elle donc, la reine?

AJAX PREMIER, regardant à droite.

La voici!

Pendant le chœur suivant, Hélène entre par la droite.

SCÈNE VIII

Les Mêmes, HÉLÈNE.

FINALE.

CHŒUR GÉNÉRAL.

Elle vient! c’est elle!

Elle vient! la voici!

Mon Dieu! qu’elle est belle,

Malgré son souci!

HÉLÈNE, à elle-même.

Quels accents se sont fait entendre?

Ils ne m’étaient pas inconnus.

MÉNÉLAS, présentant Pâris à Hélène.

Le grand augure de Vénus!…

À Cythère il faudrait vous rendre,

Pour plaire à la déesse et calmer son courroux.

LES ROIS et ORESTE.

Ah! Calmez son courroux!

HÉLÈNE, à Ménélas.

L’offense vient de vous…

Laissez-moi!

LE GRAND AUGURE, bas, à Ménélas.

Je vais lui parler.

AGAMEMNON et CALCHAS.

Mais que lui direz-vous?

LE GRAND AUGURE.

Mais que lui direz-vous? Les dieux vont m’inspirer!

Bas, à Hélène.

Je suis celui qui t’adore,

Pâris, le berger naïf…

HÉLÈNE, bas, émue.

Qu’entends-je?…

PARIS, bas.

Vas-tu refuser encore

De monter sur mon esquif?

HÉLÈNE.

Non! L’honneur m’attache au rivage.

MÉNÉLAS.

Cédez à mon autorité.

AGAMEMNON et CALCHAS.

Ce n’est qu’un tout petit voyage.

HÉLÈNE, à part.

C’est encor la fatalité!

CHŒUR GÉNÉRAL.

Partez, noble reine,

Partez, belle Hélène!

MÉNÉLAS.

Allons, pars pour Cythère,

Fais cela pour moi!

LE CHŒUR.

Obéissez au roi!

ORESTE.

Oui, montez dans sa galère!

CALCHAS, à part.

Y a quelqu’chos’là-d’ssous…

CHŒUR.

Nous vous implorons tous.

AGAMEMNON.

Les voyageurs pour Cythère!…

Le train va partir.

HÉLÈNE, à part.

Ma foi, partons pour Cythère!

Ça leur fait plaisir…

Oui, ça leur fait plaisir!

CHŒUR GÉNÉRAL.

Va, pars pour Cythère!

Sur cette galère

Coquette et légère,

Va, pars pour Cythère!

Gagne promptement

Ce pays charmant,

Où règne l’amour.

Pendant ce chœur, Pâris et Hélène s’embarquent sur la galère. — Tous les rois et le peuple les saluent.

PARIS, sur la galère, se faisant reconnaître.

Ne l’attends plus, roi Ménélas,

Tes yeux ne la reverront pas!

Je suis Pâris, et c’est vers Troie

Que Pâris emporte sa proie!

Stupéfaction générale.

CHŒUR.

Que notre colère

Déchaîne la guerre!

Effrayons la terre!

Oui, pour te venger

Du prince étranger,

Compte sur nos bras,

Ô roi Ménélas!

Tous les rois menacent Pâris et Hélène qui s’éloignent sur la galère. Tableau.

La imagen de calzonazos queda clara en el final del Acto II, cuando, a pesar de haber sorprendido a los amantes en su propia alcoba y tras haber llamado a todos los dioses como testigos, acaba él mismo como culpable. En efecto, los príncipes griegos, por un lado, llevados por el patriotismo ofendido, intentan expulsar al príncipe troyano, que se defiende bravamente y promete abiertamente que se llevará pronto a Helena. Por otro lado, en cambio,  secundan las amargas acusaciones de la reina pillada «in fraganti» contra el rey que la ha sorprendido; ella dice que es inapropiado y grosero, por lo que hace a los sentimientos, que un marido que vuelve a casa después de viaje de negocios, no lo anuncie formalmente a su esposa, para que ella se prepare y lo reciba tierna y amorosamente.

Otro momento en el que queda claro el carácter de calzonazos de Menelao es la Entrada de los reyes. En esta versión que se ofrece, Menelao no dice Je suis le mari de la reine (yo soy el marido de la reina), ya de por sí significativo, sino que lo que canta Michel Sénéchal, que aquí interpreta a Menelao, es:   je suis le pou de la reine (yo soy el piojo de la reina).


MARCHE ET CHŒUR.

Voici les rois de la Grèce!

Il faut que chacun s’empresse

De les nommer par leur nom…

Ménélas, homme tranquille

Avec le bouillant Achille

Et le grand Agamemnon.

Pendant le chœur, on a disposé des sièges à droite. Les rois entrent successivement; — les deux Ajax paraissent les premiers.

LES DEUX AJAX.

Ces rois remplis de vaillance,

c’est les deux Ajax…

AJAX DEUXIÈME.

Étalant avec jactance

Leur double thorax…

AJAX PREMIER.

Parmi le fracas immense

Des cuivres de Sax.

LES DEUX AJAX.

Ces rois remplis de vaillance,

C’est les deux Ajax!

LE CHŒUR.

Ces rois remplis de vaillance,

C’est les deux Ajax!

ACHILLE, entrant.

Je suis le bouillant Achille,

Le grand myrmidon,

Combattant un contre mille,

Grâce à mon plongeon.

J’aurais l’esprit bien tranquille,

N’était mon talon…

Je suis le bouillant Achille,

Le grand myrmidon!

LE CHŒUR.

Voici le bouillant Achille,

Le grand myrmidon!

MÉNÉLAS, entrant.

Je suis le mari de la reine,

Le roi Ménélas!

Je crains bien qu’un jour Hélène,

Je le dis tout bas,

Ne me fasse de la peine…

N’anticipons pas!…

Je suis le mari de la reine,

Le roi Ménélas!

LE CHŒUR.

C’est le mari de la reine,

Le roi Ménélas!

AGAMEMNON, entrant.

Le roi barbu qui s’avance,

C’est Agamemnon!

Et ce nom seul me dispense

D’en dire plus long:

J’en ai dit assez, je pense,

En disant mon nom…

Le roi barbu qui s’avance,

C’est Agamemnon!

LE CHŒUR.

Le roi barbu qui s’avance,

C’est Agamemnon!

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parisyhelena

La segunda parte del título del post nos revela al protagonista: Menelao. Al pobrecillo rey de Esparta lo van a engañar por dos veces su esposa Helena y Paris, el “homme à la pomme”, el juez del monte Ida, que eligió a Afrodita como la diosa más hermosa, en la opereta La Bella Helena.

Para contextualizar ofrecemos una sinopsis de la obra:

PRIMER ACTO. En Esparta, mientras el Gran Augur de Júpiter, Calcas, se queja de la decadencia de los sacrificios a los dioses, la reina Helena, que languidece en su matrimonio con el débil rey Menelao, se interesa por los rumores sobre un concurso de belleza entre las diosas celebrado en el Monte Ida. Paris, hijo del rey de Troya Príamo, llega a continuación disfrazado de pastor, y le revela a Calcas que ha sido él, en efecto, quien obligado a emitir un juicio, le concedió la manzana del triunfo a Venus; la diosa agradecida, le ha prometido a la mujer más bella del mundo, que no es otra que Helena.

Después de una alocada irrupción de Orestes, hijo de Agamenón y sobrino por tanto de Helena y Menelao, se presentan los reyes de Grecia para celebrar la fiesta de Adonis. Una charada en forma de adivinanza ha de revelar al hombre más inteligente; tras el fracaso del ardiente Aquiles y los dos Ayax, es el falso pastor quien se adelanta y da con la solución. Helena, que ya se había sentido fatalmente atraída por el joven al verle antes de la prueba, corona transida de amor al vencedor, que confiesa a todos entonces su verdadera personalidad. En medio del júbilo general, un oráculo amañado por Calcas bajo el dictado de Venus obliga al apático Menelao a marcharse a Creta, dejando sola en Esparta a su bella esposa.

bellahelena

SEGUNDO ACTO. A pesar de las cuatro semanas de soledad y abstinencia, Helena se resiste a la fatalidad amorosa que (inspirada por Venus) le está empujando a ceder al asedio del hermoso Paris, muy contrariado por sus negativas. Mientras el séquito de Agamenón se entrega al juego y al alcohol, Helena sueña con su amor imposible por el joven. Pero el sueño se hace realidad, y cuando ella y Paris están a punto de alcanzar el éxtasis, se presenta Menelao en la alcoba. A la indignación del marido se suman las fantasías guerreras de Agamenón beodo, el disimulo de Paris y la protesta semi-inocente de Helena. Pero con la precipitada marcha del príncipe troyano se evitará, de momento, la tragedia.

TERCER ACTO. En el retiro veraniego de Nauplia, la corte vive en un desenfreno instigado por Venus, que quiere vengarse del fracaso de sus planes de premiar a Paris con Helena. Agamenón y el sacerdote Calcas ruegan a Menelao que se sacrifique cediendo a los designios de la diosa y cediendo a su esposa, que sigue proclamando su fidelidad. Pero Menelao tiene otra solución: ha pedido el consejo del augur de Venus, que resolverá el dilema. Ante la ira de Calcas, que resiente la competencia, llega un barco de Citerea, y en él su Gran Augur, que no es otro que Paris disfrazado. Después de predicar la alegría al pueblo, dictamina: la reina ha de embarcar para la isla de Citerea, custodiada por él mismo y haciendo sacrificios a la diosa. La propuesta es muy bien recibida por todos, excepto por Helena, que sólo al saber quien se esconde detrás del disfraz, acepta. El barco zarpa con los enamorados, pero pronto el engaño es advertido, y Agamenón y Menelao se disponen al combate. La guerra de Troya está al llegar.

Vamos ya a las escenas que nos interesan. Al final del Acto I, Paris, que se ha impuesto a los reyes y príncipes griegos en un concurso de charadas, se las ha arreglado para comprar al adivino Calcas y a su ayudante Filócomo, de manera que el trueno que utiliza como señal de los mensajes de Zeus suena para comunicar que Menelao debe ir por espacio de un mes a Creta. El objetivo de Paris no es otro que tener el campo libre en Esparta con una Helena sin marido.

PARIS, bas, en montrant Ménélas.

Je le serais bien davantage

Si Ménélas était absent.

CALCHAS, bas.

Je vais arranger ça.

(Se précipitant vers le temple, dont il ouvre la porte.)

Je vais arranger ça. Philocôme, à l’ouvrage!

Formidable coup de tonnerre. — saisissement général.

AGAMEMNON.

Bon! La foudre gronde!

Et voilà le monde

Tout interloqué!

LE CHŒUR.

Ce coup de tonnerre

Annonce à la terre

Un communiqué!

CALCHAS, sur le parvis du temple et comme taquiné par une main invisible.

Depuis les pieds jusqu’à la tête

Je sens comme un frémissement!…

Finis, Jupiter! Que c’est bête!

LE CHŒUR.

Écoutons tous, c’est le moment.

CALCHAS, comme inspiré.

Les dieux décrètent par ma voix,

Par ma voix Jupiter décrète

Qu’il faut que Ménélas aille passer un mois…

MÉNÉLAS, s’approchant de Calchas, (parlé).

Où donc?…

CALCHAS.

Dans les montagnes de la Crète.

MÉNÉLAS.

Allons, bon! partir pour la Crète!

HÉLÈNE.

Allez, partez pour la Crète…

LE PEUPLE, à Ménélas.

Allez, partez pour la Crète!

MÉNÉLAS.

Que diable vais-je faire en Crète?

HÉLÈNE, à Ménélas.

Va-t’en, mon loulou,

Va-t’en n’importe où.

(À elle-même.)

Le roi plaintif qui s’embarque

Est bien imprudent,

Et le peuple entier remarque

Que, dans un moment,

Il sera pour ce monarque

Fâcheux d’être absent…

Le roi plaintif qui s’embarque

Est bien imprudent.

TOUS.

Le roi plaintif qui s’embarque

Est bien imprudent.

CHŒUR GÉNÉRAL

Pars pour la Crète,

Va, pars, que rien ne t’arrête,

Ni flots ni tempête…

Gagne, Ménélas, le pays lointain,

Où te mène, hélas! La voix du destin!


La escena se puede ver aquí.

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campusRiuSec2

He recibido hoy un correo de la Plataforma por el griego y el latín en la que se me informa de que mañana, en la VII Jornada de Cultura Clásica, representantes de la Plataforma informarán sobre la situación actual; luego transcriben lo que mañana dirán y se centran de manera especial en las ponderaciones.

En este informe que mañana darán a conocer hay un dato que no me cuadra; dicen concretamente:

Situación actual.

A pesar de que este curso nuestras materias se valoran con 0,2 en la fase de mérito, el problema continúa. Ya se publicó la valoración para el curso 2010-11 y nuestras materias se valoran 0,1 para carreras que tradicionalmente elegían un itinerario humanístico como Derecho, Periodismo o Comunicación Audiovisual. Estamos a tiempo para cambiar esa tendencia pues todavía no se ha publicado la ponderación de materias para el curso 2011-12 y sucesivos.

Por lo pronto, creo que deberíamos utilizar el léxico exacto de las PAAU y decir Prueba Específica y no fase de mérito. Después se afirma que todavía no se ha publicado la ponderación de materias para el curso 2011-2012 y sucesivos. Creo que la del curso 2011-2012 (esto es, el año en que se incorporarán a la universidad los alumnos que en el curso actual están estudiando 1º de bachillerato) sí está publicada. En la página web de la UJI de Castellón al menos sí.

En otro artículo ofrecí las ponderaciones de los cursos 2010-2011 y 2011-2012 para el Griego en todos los grados de las universidades valencianas

En un documento muy colorido se puede observar en color morado cómo el Griego pondera, para los Grados que se estudian en la UJI,  0’2 en:

–           Relaciones Laborales y Recursos Humanos

–           Maestro de Educación Infantil

–           Maestro de Educación Primaria

–           Estudios Ingleses

–           Traducción e Interpretación

Pondera 0’1 en el resto de Grados (11), entre ellos, como significativos:

–           Derecho

–           Publicidad y Relaciones Públicas

–           Comunicación Audiovisual

–           Periodismo

–           Turismo

–           Historia y Patrimonio

En resumen: pondera 0’2 en 5 Grados y 0’1 en 11.

Por su parte, Latín pondera 0’2 en:

–           Relaciones Laborales y Recursos Humanos

–           Maestro de Educación Infantil

–           Maestro de Educación Primaria

–           Estudios Ingleses

–           Traducción e Interpretación

–           Historia y Patrimonio

–           Humanidades y Estudios Interculturales

Y 0’1 en:

–           Derecho

–           Publicidad y Relaciones Públicas

–           Comunicación Audiovisual

–           Periodismo

–           Turismo

En resumen: pondera 0’2 en 7 Grados y 0’1 en 9.

rectoratuji

Si nos fijamos en los “contrincantes” del Latín, y, sobre todo, del Griego, en los institutos en los sobres de matrícula, es decir, Literatura Universal, Geografía, Historia del Arte, Economía de la Empresa y Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales, observamos lo siguiente:

  • Economía de la Empresa: Pondera 0’2 en 11 Grados y 0’1 en otros 15. Es la asignatura de modalidad del Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales que pondera (bien sea 0’2 o 0’1) en más Grados.
  • Matemáticas Aplicadas: pondera 0’2 en 12 Grados y 0’1 en 4 Grados. Debemos destacar que pondera 0’2 en Derecho, Periodismo y Turismo.
  • Historia del Arte pondera 0’2 en 8 Grados y 0’1 en otros 8.
  • Literatura Universal pondera 0’2 en 9 Grados y 0’1 en 7.
  • Geografía pondera 0’2 en 13 Grados y 0’1 en 3.

Recapitulando, éste es el resumen:

MATERIA DE MODALIDAD PONDERA 0’2 EN PONDERA 0’1 EN
Geografía 13 3
Matemáticas Aplicadas 12 4
Economía de la Empresa 11 15
Literatura Universal 9 7
Historia del Arte 8 8
Latín 7 9
Griego 5 11

Hoy hemos tenido reunión de equipo directivo y ha vuelto a salir el asunto de las dichosas ponderaciones, ya que ayer los secretarios de los centros tuvieron reunión en la UJI para ser informados de las nuevas PAAU. Nos han mostrado un librito que les han dado con toda la información: la fase general y cómo puntúa, la fase específica y cómo se valora y las ponderaciones del curso 2010-2011 y del curso 2011-2012.

En la reunión del equipo nos han dicho que los alumnos se podrán examinar en la Fase Específica de cualquier materia de modalidad (hasta 20), la hayan cursado o no. En un primer momento se dijo que sólo podrían examinarse de tres (3). Luego, mis compañeros de equipo han dado mucha importancia a las ponderaciones y han hablado de explicar a los alumnos de 4 de ESO qué son las ponderaciones, para que así elijan lo que les conviene de cara a su acceso a la universidad. He intentado hacerles ver que no es un asunto tan importante; creo que lo es más tener un buen expediente o hacer una buena fase general, pero no sé si les he convencido. ¿De qué le vale a un alumno que la Geografía, por ejemplo, que esta materia pondera 0’2 en Periodismo, si su expediente es de 5’5 y en la fase general saca un 6 de media?

Periodismo exige para el curso 2009 en la UJI una nota de corte de 6’43 (sobre 10). Es de suponer que, si con las nuevas PAAU la nota máxima es un 14 (10 de la fase general y 4 de la específica), las notas de corte se adecuaran a esta nota máxima. Según ello, la nota de corte de Periodismo, haciendo una regla de tres, sería de 9. No tendría sentido que la nota de corte quedara intacta, pues, de este modo, la fase específica no tendría razón de ser.

Si este hipotético alumno tiene 6 de media se multiplica por 0’4 = 2’40; su expediente de 5’5 se multiplica por 0’6 = 3’30. En total obtiene un 5’70 en la fase General. Le faltan 3’30 para llegar al 9. Esa puntuación se puede conseguir sacando con las dos mejores notas de la fase específica un 16’5, que se multiplicaría por 0’2, si las dos materias en las que saca la mejor nota ponderan así en Periodismo; supongamos que son Geografía y Economía de la Empresa.

Así que, tanto en el correo de la Plataforma, como en la reunión del equipo directivo las ponderaciones se han convertido en asunto estrella.

Al final, lo que se conseguirá es que todos los alumnos se matriculen en la fase específica, porque se está instalando en el ambiente una psicosis colectiva de falta de plazas, de numerus clausus, de notas de corte, de quedarse fuera del Grado que se quiere estudiar, etc.

Recordemos: la nota de las PAAU es:

40%CFG + 60%NMB + a*M1+b*M2

Donde CFG es Calificación de la Fase General (que debe ser igual o superior a 4).

NMB es la Nota Media del Bachillerato.

Para que se sume la nota de la Fase Específica la nota de la Fase General debe ser igual o superior a 5.

a y b son las ponderaciones (0’1 ó 0’2) que se multiplican por la M1 y M2 (Materias de Modalidad elegidas por el alumno en la fase específica en las que haya sacado mejor nota). Para aplicar la ponderación la nota de las materias debe ser igual o superior a 5.

Ejemplo:

40%CFG (8’33) + 60%NMB (9’00) + a (0’2)*M1 (8’53)+b (0’2)*M2 (7’89) = 12’020

Estoy empezando a creer que nos estamos obsesionando con ellas (prueba de ello es este post). El diccionario de la RALE dice, bajo la acepción ponderación:

ponderación.

(Del lat. ponderatĭo, -ōnis).

1. f. Atención, consideración, peso y cuidado con que se dice o hace algo.

2. f. Exageración de algo.

3. f. Acción de pesar algo.

4. f. Compensación o equilibrio entre dos pesos.

Me temo que estamos cayendo en la acepción segunda y no en la primera. Realmente ¿piensan Ustedes que las ponderaciones son tan determinantes? Creo que, en sí, no lo son y sí lo es, en cambio, el énfasis, la obsesión o la presentación o explicación de este asunto que se haga en los centros.

Habrá que hacer un esfuerzo por neutralizar esta obsesión por las ponderaciones y centrar la orientación de los ¿orientadores? de los centros de secundaria en la nota media del bachillerato y en el estudio de aquello que realmente le gusta al alumno, haciéndole ver que una buena fase general es importante.

Si los orientadores o algunos compañeros marean a nuestros alumnos con que tal o cual asignatura ponderan 0’2 en más grados que Latín o Griego, deberemos contraatacar indicando que da más puntos un expediente de 8 (8×0’6 = 4’8) que dos 10 en dos materias de modalidad (10×0’2 + 10+0’2 = 4).

En definitiva, la batalla está en los centros de secundaria, no tanto en las universidades. Es cierto que lograr que algunos Grados modifiquen su ponderación de 0’1 para Griego y Latín es muy importante, pero, al final, no hay tantos Grados que exijan una alta nota de corte.

En fin, veremos cómo acaba todo esto.

selectividad2

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Nuestra intención con estos artículos es ofrecer unas graciosas e interesantes escenas operísticas en las que podemos ver a un Júpiter disfrazado no de toro, para raptar a Europa, ni de águila, para llevarse al Olimpo a Ganimedes, ni de lluvia dorada, para unirse a Dánae, ni de Anfitrión para engendrar de Alcmena a Heracles, ni de Ártemis, para unirse a Calisto, ni de cisne, para unirse a Leda, sino de mosca, para hacer suya a la ninfa Eurídice.

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También veremos a un Menelao calzonazos al que engaña Paris por dos veces, una para enviarlo de visita a Creta y tener el campo libre con Helena, y la segunda para llevársela a Troya.

Aparecen dichas escenas en sendas óperas u operetas: Orfeo en los Infiernos y La Bella Helena de Jacques Offenbach.

Orfeo en los Infiernos, considerada como la madre de las operetas, fue la primera de una serie basada en unas muy particulares formulaciones ideológicas consistentes en la interpretación satírica, e incluso distorsionada, de los mundos de los cuentos de hadas, las leyendas o los mitos. La saga a la que nos referimos fue pergeñada por Offenbach en colaboración con los fenomenales libretistas Henri Meilhac (cuyo auténtico nombre era Héctor Crémieux) y Ludovic Halévy.

El producto de este ideario halló de inmediato adeptos en todo el mundo. Existen dos versiones de la partitura, la primera en su género en superar la forma cerrada en un solo acto y de ambicionar unas dimensiones próximas a las de la ópera: la original, dada a conocer en el Théâtre des Bouffes-Parisiens el 21 de octubre de 1858 (versión en 2 actos y cuatro escenas) y la revisión en cuatro actos, redefinida como opéra-féerie, estrenada en el Théâtre de La Gaîté de París el 7 de febrero de 1874.

Orfeo en los Infiernos posee unas enormes concomitancias con la que, tal vez y después de ella, sea la opereta más popular de Offenbach: La Belle Helène, título que fue concebido por su autor seis años después de Orfeo

En ambas composiciones, Offenbach y sus libretistas hicieron una muy cómica adaptación de las aventuras de los famosos héroes mitológicos llevándolas a los tiempos de la Francia del Segundo Imperio y aprovechando para poner sobre el escenario críticas ácidas sobre el sistema, sirviéndose de una música de gran atractivo, chispa, variedad rítmica y brillantez.

En la escena I del acto II de Orfeo en los Infiernos se nos muestra el Infierno, el gabinete de Plutón. Allí el dios retiene a Eurídice, mientras ésta es vigilada por un eunuco llamado John Styx, que se lamenta cuando recuerda tiempos mejores, más alegres y sustanciosos. Eurídice se muestra implacable con Styx, sin hacer el mínimo caso de sus quejas. Es más, la joven está ahora mucho más hastiada que nunca, el aburrimiento es todavía mayor que cuando convivía con Orfeo. Aristeo, ya por completo desenmascarado (vestido con la ropa de Plutón), ha perdido todo el interés por Eurídice una vez que ésta ha aceptado todas sus condiciones.

Mientras todos los habitantes del Olimpo la buscan desesperadamente, Eurídice está fascinada por un insecto que se ha introducido por el ojo de la cerradura que le niega la libertad. El insecto es una mosca con alas doradas que permite que Eurídice la coja entre las manos. El bicho es, en realidad, Júpiter, que, como en otras ocasiones, ha adoptado un disfraz para conseguir sus fines. El dios promete a la joven que le alegrará la vida:

N 24 Duo de la Mouche

EURYDICE

Il m’a semblé sur mon épaule

sentir un doux frémissement!…

JUPITER

(à part)

Il s’agit de jouer mon rôle

plus un mot!

Car dès ce moment

je n’ai droit qu’au bourdonnement!

(Imitant  bourdonnement de la mouche)

Zi! Zi!

EURYDICE

Ah! la belle mouche!

Le joli frelon

JUPITER

Zi! Ma chanson la touche,

chantons, chantons ma chanson!

EURYDICE

La belle mouche!

JUPITER

Ma chanson la touche,

chantons ma chanson!

EURYDICE

Ah, la belle mouche!

Le joli frelon!

Bel insecte à l’aile dorée

veux-tu rester mon compagnon?

JUPITER

(imitent la mouche)

Zi!

EURYDICE

Ces lieux dont du forças l’entrée,

hélas, me servent de prison.

JUPITER

Zi!

EURYDICE

Ne me quitte pas, je t’en prie,

reste, on prendra bien soin de toi!

Ah! je t’aimerai, mouche jolie,

reste avec moi, reste avec moi!

JUPITER

Quand on veut se faire adorer

il faut se laisser désirer…

EURYDICE

(courent à lui)

Je la tiens par son aile d’or!

JUPITER

Pas encore! Pas encore!

EURYDICE

Fi, la méchante, la méchante!

JUPITER

J’ai pris des ailes, ma charmante,

j’ai bien le droit de m’en servir!

EURYDICE

Elle ne cherche qu’a me fuir!

De cette gaze légère,

sans l’étouffer, je puis faire

un filet à papillon.

(Elle s’approche sur la pointe des pieds.)

JUPITER

Attention! Attention!

EURYDICE

Ah! la voilà prise! plus de résistance!

JUPITER

La plus prise des deux n’est pas celle qu’on pense!

EURYDICE

Chante, chante!

JUPITER

Zi!

ENSEMBLE

Zi! Zi!

EURYDICE

Ah! je la tiens! Ah! c’est charmant!

JUPITER

Ah! je la tiens! Ah! c’est charmant!

N. 24: Dúo del Moscardón

EURÍDICE

¡Me ha parecido sentir en mi hombro

como un suave temblequeo!…

JÚPITER

(aparte)

Debo comenzar a ejercer mi papel,

¡así que, no más palabras!

¡Porque desde este momento

solo zumbar me permito!

(Imitando el zumbar del moscardón.)

¡Zi, zi!

EURÍDICE

¡Ah! ¡Un bello moscardón!

¡Un galante avispón!

JÚPITER

¡Zi! ¡Mi canción le impresionó,

cantemos, cantemos mi canción!

EURÍDICE

¡El bello moscardón!

JÚPITER

¡Mi canción le impresionó,

cantemos, cantemos mi canción!

EURÍDICE

¡Ah! ¡Bello moscardón!

¡Galante avispón!

Bello insecto de alas doradas

¿Para hacerme compañía has venido?

JÚPITER

(zumbando)

¡Zi!

EURÍDICE

Este lugar cuya entrada tú has forzado,

¡ay! es para mí una prisión.

JÚPITER

¡Zi!

EURÍDICE

¡No te vayas, te lo ruego,

quédate y el tiempo no desperdiciarás!

¡Ah! ¡Yo te amaré, hermoso moscardón,

quédate conmigo, quédate conmigo!

JÚPITER

Cuando uno quiere que lo adoren,

hay que hacerse desear…

EURÍDICE

(corriendo hacia él)

¡Robaré tus alas doradas!

JÚPITER

¡Todavía no! ¡Todavía no!

EURÍDICE

¡Vuelas, malvado, malvado!

JÚPITER

¡He pedido prestadas las alas, cariño,

y tengo el derecho de usarlas!

EURÍDICE

¡Me son necesarias para poder huir!

Esas sedas ligeras,

sin lastimarte, podré usarlas

como una mariposa.

(Se acerca a Júpiter)

JÚPITER

¡Atención, atención!

EURÍDICE

¡Ah! ¡Las tengo! ¡No te resistas!

JÚPITER

¡Al que has atrapado no es a quién tú crees!

EURÍDICE

¡Canta, canta!

JÚPITER

¡Zi!

AMBOS

¡Zi! ¡Zi!

EURÍDICE

¡Ah! ¡Las tengo! ¡Ah! ¡Son bellísimas!

JÚPITER

¡Ah! ¡Te tengo! ¡Ah! ¡Eres hermosísima!


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Príapo y compañía

priapo1

Estos días estoy releyendo las Elegías Romanas de Goethe. En los próximos días o semanas se publicará aquí algún otro artículo sobre esta obra. Pero hoy, a vuela pluma y sin mucha profundización, me he decidido a ofrecer la Elegía XI.

Se me antoja un poema precioso y preciso. El poeta ofrece a las Gracias unas pocas hojas y unos capullos de rosa. Las Gracias son divinidades de la belleza, y, tal vez, en su origen, potencias de la vegetación. Esparcen la alegría en la Naturaleza, en el corazón de los humanos e incluso en el de los dioses. Habitan en el Olimpo en compañía de las Musas, con las cuales forman a veces coros. Pertenecen al séquito de Apolo, el dios músico. Se representan generalmente como tres hermanas llamadas Eufrósine, Talía y Áglae, tres jóvenes desnudas cogidas por los hombros; dos de ellas miran en una dirección y la del medio, en al dirección opuesta. Su padre es Zeus; su madre, Eurínome, hija de Océano. A veces, su madre es Hera en vez de Eurínome.

Se atribuye a las Gracias toda clase de influencias sobre los trabajos del espíritu y las obras de arte. Han tejido con sus propias manos el velo de Harmonía. Acompañan gustosas a Atenea (diosa de las labores femeninas y de la actividad intelectual), así como a Afrodita y Eros, y a Dioniso.

graciasfresco

Esto es lo que dice Pierre Grimal en su Diccionario de Mitología Griega y Romana. Y es curioso que todos los nombres de dioses que aparecen en este artículo del Diccionario (Zeus, Hera, Apolo, Atenea, Afrodita, Eros y Dioniso) lo hacen también en el poema de Goethe (Jupiter = Zeus, Juno = Hera, Phöbus = Apolo, Minerva = Atenea, Bacchus = Dioniso, Cythere = Venus).

 

grimal

 

Alfonsina Janés en su introducción a la edición de las Poesías de Goethe en Bosch dice:

Las Elegías romanas son una alabanza de lo natural. La ética que las anima es el epicureísmo, el hedonismo; el hombre tiene la obligación de ser feliz; la vida práctica se orienta hacia las necesidades verdaderas del hombre de sentimientos naturales. Las elegías cantan una vida sin temores, el recogimiento, la renuncia al ajetreo de la vida pública y de la fama, la dedicación al estudio de la naturaleza y del arte, la discreción, el carácter sagrado de las fuerzas naturales, el reconocimiento pleno de los límites humanos, la aceptación sin temor de la caducidad y la muerte, el poder del amor que domina a hombres y dioses, el culto al amor por parte de todos aquellos a quienes ha sometido…

Pues bien, casi todo ello está presente en esta elegía: el poeta coloca las hojas en el altar de las Gracias (divinidades de la belleza y de la naturaleza; influencia sobre los trabajos del espíritu y obras de arte) sin temor (vida sin temores).

El artista disfruta en su taller (dedicación al estudio de la naturaleza y del arte). Un taller, pensamos, lleno de estatuas de divinidades (Goethe se dedicaba al dibujo), que le hacen compararlo a un Panteón, en la acepción primigenia del término, esto es, un templo dedicado a todos los dioses.

Y allí están Júpiter y su esposa Juno, uno bajando su cabeza y la otra alzándola. ¿Arrepentido el primero de una nueva aventura amorosa, altiva la segunda y echándole en cara su nueva infidelidad?

Goethe presenta a Apolo (Phöbus) con un atributo típico del dios de la música y el Sol: su rizada cabellera.

Cabeza de Apolo (MRABASF E-595) 01

Atenea no está para bromas.

El ligero Hermes (recordemos sus atributos: sandalias aladas) es tierno y travieso.

 

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En las miradas anhelantes de Afrodita a Baco, y en el recordado abrazo del dios del vino, podemos rastrear otro de los temas de Goethe en sus Elegías: el poder del amor que domina a hombres y dioses, el culto al amor por parte de todos aquellos a quienes ha sometido.

Pero, ¿quién es “der herrliche Sohn”, el espléndido o extraordinario hijo de Baco (Dioniso) y Venus (Afrodita = Cythere)? Pues no es otro que Príapo, representado en forma de personaje itifálico cuya misión era guardar las viñas y los jardines, particularmente los vergeles. Como dios asiático y por su condición de dios de la fecundidad, Príapo fue incluido en el cortejo de Dioniso, tanto más fácilmente cuanto que presentaba ciertas afinidades con Sileno y los sátiros.

Pausanias, en Descripción de Grecia, IX, 31, 2 nos dice:

ἐνταῦθα καὶ Τηλέφῳ τῷ Ηρακλέους γάλα ἐστὶν ἔλαφος παιδὶ μικρῷ διδοῦσα καὶ βοῦς τε παρ αὐτὸν καὶ ἄγαλμα Πριάπου θέας ἄξιον. τούτῳ τιμαὶ τῷ θεῷ δέδονται μὲν καὶ ἄλλως, ἔνθα εἰσὶν αἰγῶν νομαὶ καὶ προβάτων ἢ καὶ ἑσμοὶ μελισσῶν· Λαμψακηνοὶ δὲ ἐς πλέον ἢ θεοὺς τοὺς ἄλλους νομίζουσι, Διονύσου τε αὐτὸν παῖδα εἶναι καὶ Αφροδίτης λέγοντες.῾᾿ 

Hay también allí una cierva dándole leche a Télefo, hijo de Heracles, un niño pequeño, y junto a él un buey y una imagen de Príapo digna de ver. Este dios es venerado donde pastan cabras y ovejas y hay enjambres de abejas. Pero los de Lámpsaco lo veneran más que  a los demás dioses, y dicen que es hijo de Dioniso y de Afrodita. (traducción de María Cruz Herrero Ingelmo, en Gredos)

En otras versiones, es hijo de Afrodita y Adonis o de Afrodita y el propio Zeus. Según ciertos mitógrafos, la deformidad física de Príapo era debida a los maleficios de Hera. Cuando Afrodita llegó al país de los etíopes, después de su nacimiento, sorprendió a todos los dioses por su belleza. Zeus quedó enamorado de sus gracias y se unió con ella. Afrodita estaba a punto de tener un hijo, pero Hera, temerosa de que este hijo, si reunía la belleza de su madre y el poder de su padre, se convirtiese en un peligro para los Olímpicos y, por otra parte, celosa de los amores de su marido, tocó el vientre de Afrodita, de modo que el niño nació deforme. Al venir al mundo, Príapo tenía un miembro viril enorme, desmesurado (nótese el fenómeno del priapismo). Al verlo, Afrodita temió que si hijo, y también ella misma, fuesen objeto de las burlas de los dioses y lo abandonó en el monte. Lo descubrieron unos pastores, los cuales lo criaron y tributaron culto a su virilidad. Por eso, según se decía, Príapo quedó como un dios rústico.

La información sobre Príapo vuelve a ser de Pierre Grimal y su libro citado.

No nos queda más que ofrecer el poema y su traducción. La traducción es de Alfonsina Janés, en Bosch, serie Erasmo, textos bilingües.

La traductora prefiere verter al español “wenigen” (pocas) como “estas”.

 

Euch, o Grazien…

XI

Euch, o Grazien, legt die wenigen Blätter ein Dichter

Auf den reinen Altar, Knospen der Rose dazu,

Und er tut es getrost. Der Künstler freuet sich seiner

Werkstatt, wenn sie um ihn immer ein Pantheon scheint.

Jupiter senket die göttliche Stirn, und Juno erhebt sie;

Phöbus schreitet hervor, schüttelt das lockige Haupt;

Trocken schauet Minerva herab, und Hermes, der leichte,

Wendet zur Seite den Blick, schalkisch und zärtlich zugleich.

Aber nach Bacchus, dem weichen, dem träumenden, hebet Cythere

Blicke der süßen Begier, selbst in dem Marmor noch feucht.

Seiner Umarmung gedenket sie gern und scheinet zu fragen:

«Sollte der herrliche Sohn uns an der Seite nicht steh’n?»

 

 

Gracias, sobre vuestro puro altar, coloca un poeta estas hojas

y además los capullos de la rosa;

y lo hace sin temor. El artista disfruta en su taller

aunque lo que lo rodea se asemeja a un panteón.

Júpiter baja su divina frente y Juno la alza;

hace su aparición Febo y va meciendo su ensortijada cabeza;

Minerva mira hacia abajo poco afable, y Hermes, el ligero,

aparta la vista a un lado, travieso y tierno a la vez.

Mas a Baco, el dúctil, el soñador, eleva Cítere

miradas de dulce anhelo, húmedas incluso en el mármol.

Piensa feliz en su abrazo y parece preguntar:

«¿No debiera por ventura el extraordinario hijo encontrarse a nuestro lado?»


goethe

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