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Archive for enero 2016

cristoprecipicio

Los lectores de este blog ya saben que nos gusta escribir, de vez en cuando sobre las lecturas de la misa dominical, si en lengua griega y latina hay elementos interesantes. Y en este cuarto domingo de tiempo ordinario, festividad, por otra parte de San Juan Bosco, patrono fundador de los salesianos, los hay.

En primer lugar analizaremos muy brevemente el uso de un verbo que aparece hoy en el evangelio de Lucas 4, 29 y que encontramos, en otro contexto, en un pasaje que los estudiantes de 2º de bachillerato de la Comunidad Valenciana que traduzcan la opción de Jenofonte, reconocerán en las Helénicas II, 1, 31 y 32.

En efecto, leemos en Lucas 4, 28-30:

καὶ ἐπλήσθησαν πάντες θυμοῦ ἐν τῇ συναγωγῇ ἀκούοντες ταῦτα, καὶ ἀναστάντες ἐξέβαλον αὐτὸν ἔξω τῆς πόλεως, καὶ ἤγαγον αὐτὸν ἕως ὀφρύος τοῦ ὄρους ἐφ᾽ οὖ ἡ πόλις ᾠκοδόμητο αὐτῶν, ὥστε κατακρημνίσαι αὐτόν·αὐτὸς δὲ διελθὼν διὰ μέσου αὐτῶν ἐπορεύετο.

Et repleti sunt omnes in synagoga ira, haec audientes. Et surrexerunt, et eiecerunt illum extra civitatem: et duxerunt illum usque ad supercilium montis, super quem civitas illorum erat aedificata, ut praecipitarent eum. Ipse autem transiens per medium illorum, ibat.

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, se abrió paso entre ellos y se alejaba. (Traducción de la Biblia de Conferencia Episcopal Española en editorial BAC).

Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron. Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó. (Traducción de la Biblia online de los jesuitas).

Lo primero es destacar algunas diferencias en la traducción española del pasaje, respecto al original griego.

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La primera (BAC) dice “al oír esto” (ἀκούοντες ταῦτα), más correcto, aunque sin gran diferencia con la de los jesuitas (“al oírlo”).

La segunda, respecto a la construcción ἐπλήσθησαν θυμοῦ formada por el verbo “llenarse de” y el sustantivo θυμός de variada significación (espíritu, alma, principio de vida, fuerza vital, fuerza, deseo, apetito, inclinación, coraje, sede de la ira, ira, cólera).  La BAC traduce por “se pusieron furiosos”, mientras la Biblia online de los jesuitas por “se indignaron”. Creemos que aquí está más acertada la BAC.

De esta palabra procede nuestra lipotimia (λιποθυμία), esto es, “abandono de las fuerzas”, del verbo λείπω (abandonar) + el comentado θυμός, palabra ya existente en griego antiguo y usada por Hipócrates de Cos, Aforismos I, 23 o De las articulaciones, 68, y en Plutarco, Pompeyo 49.

Aforismos I, 23:

τὰ χωρέοντα μὴ τῷ πλήθει τεκμαίρεσθαι, ἀλλ᾽ ὡς ἂν χωρέῃ οἷα δεῖ, καὶ φέρῃ εὐφόρως: καὶ ὁκου δεῖ μέχρι λειποθυμίης ἄγειν, καὶ τοῦτο ποιέειν, ἢν ἐξαρκέῃ ὁ νοσέων.

No se debe juzgar de las evacuaciones por su cantidad, sino que es preciso atender a si tienen las cualidades necesarias, y si las sobrelleva bien el enfermo. Y si fuera preciso llevarlas hasta el desmayo, hágase, siempre que el paciente pueda soportarlas.

aforismos

Sobre las articulaciones, 68:

ὅσα δὲ κατὰ τὰ ἄρθρα τὰ κατὰ τοὺς δακτύλους ἀποκόπτεται τελείως, ταῦτα ἀσινέα τὰ πλεῖστά ἐστιν, εἰ μή τις ἐν αὐτῇ τῇ τρώσει λειποθυμήσας βλαβείη: καὶ ἰητρείη φαύλη ἀρκέσει τῶν τοιούτων ἑλκέων.

La sección completa de las falanges en las articulaciones no ocasiona peligro en mayor número de veces, a no ser que en el acto mismo de la herida sobrevenga una lipotimia que sea funesta: estas lesiones no exigen otro tratamiento que el ordinario.

La tercera diferencia es la traducción de πόλις “por ciudad” (Jesuitas) y “pueblo” (BAC)

Preferimos “sobre el que estaba edificada la ciudad” (=ἐφ᾽ οὖ ἡ πόλις ᾠκοδόμητο αὐτῶν), excepto el artículo “la”, que hubiéramos traducido por “su”, recogiendo el sentido de αὐτῶν.

Obsérvese, además, el uso de la palabra ὀφρῦς, ὀφρύος (en griego “ceja”; supercilium, en latín, de donde “sobrecejo”), que, por extensión, y por la forma, ya en griego significaba “risco, peñasco, peñón”.

Erice

El final de la perícopa (αὐτὸς δὲ διελθὼν διὰ μέσου αὐτῶν ἐπορεύετο) ofrece la variante más acertada “él” en la Biblia jesuita, frente al Jesús de la BAC, al que remite el griego αὐτὸς, pero es un pronombre anafórico y no se cita a Jesús.

La diferencia de traducción es pequeña, pero significativa, además de lo ya citado (“el” frente a “Jesús”).

Pero Jesús, se abrió paso entre ellos y se alejaba

Aquí se convierte en verbo personal al participio διελθὼν (unido al verbo personal siguiente con un “y”) y se mantiene la literalidad del imperfecto ἐπορεύετο, dando un matiz de duración acertado.

Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó

Los jesuitas optan por mantener el participio (abriéndose paso), pero traducen el imperfecto original con un pretérito indefinido con una traducción distinta a la BAC; “marcharse” en lugar de “alejarse”, ambos correctos y sin demasiada diferencia.

Ambos, no obstante, coinciden plenamente en la traducción del verbo que da lugar a este artículo. Traducen los dos con intención de despeñarlo la expresión ὥστε κατακρημνίσαι αὐτόν (ut praecipitarent eum). Y aquí tenemos al verbo κατακρημνίζω (precipitar, echar abajo). El verbo lo hallamos en Plutarco (Cayo Mario 45: –Σέξτον τινὰ Λουκῖνον κατεκρήμνισεν – = hizo precipitar a un tal Sexto Licinio; Silla, 1: δοκῶν κρύπτειν ἕνα τῶν προγεγραμμένων καὶ κατακρημνίζεσθαι διὰ τοῦτο μέλλων, ὠνείδισε τὸν Σύλλαν = que se creía ocultaba a uno de los proscritos, y que, por tanto, había de ser precipitado, insultó a Sila), Polibio, Historias III, 116, 12 (τοὺς δὲ κατεκρήμνισαν ἀπὸ τῶν ἵππων = los precipitaron de los caballos).

katakremnizo

En Demóstenes, Sobre la falsa embajada, 19, 327, hallamos de nuevo el verbo:

ἐὰν δέ τις περὶ τῶν ἱερῶν χρημάτων μνησθῇ, κατακρημνίζεται, ἡ πόλις δὲ τὴν προμαντείαν ἀφῄρηται.

Si alguien dice algo sobre el dinero sagrado, es despeñado, y la ciudad es privada del derecho de preferencia en el oráculo.

El verbo lo encontramos en la Biblia, Segundo Libro de las Crónicas 25, 12:

καὶ δέκα χιλιάδας ἐζώγρησαν οἱ υἱοὶ Ιουδα καὶ ἔφερον αὐτοὺς ἐπὶ τὸ ἄκρον τοῦ κρημνοῦ καὶ κατεκρήμνιζον αὐτοὺς ἀπὸ τοῦ ἄκρου τοῦ κρημνοῦ καὶ πάντες διερρήγνυντο.

Los hombres de Judá capturaron vivos a otros diez mil y los llevaron hasta la cumbre de La Roca. Desde allí los despeñaron, y todos murieron destrozados.

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Louis de Boulogneurania_und_melpomene

Urania y Melpómene de Louis de Boulogne

Estamos repasando brevemente las fuentes sobre Urania, casi siempre ligadas a las otras Musas. Nos referimos ya a la Teogonía hesiódica.

También el fragmento 305 de Hesíodo, un escolio a Homero, Ilíada XVIII 570, nos habla de Urania:

Οὐρανίη δ᾿ ἄρ᾿ ἔτικτε Λίνον πολυήρατον υἱόν

ὃν δή, ὅσοι βροτοί εἰσιν ἀοιδοὶ καὶ κιθαρισταί,

πάντες μὲν θρηνεῦσιν ἐν εἰλαπίναις τε χοροῖς τε,

ἀρχόμενοι δὲ Λίνον καὶ λήγοντες καλέουσιν

Y Urania entonces dio a luz a Lino, hijo muy amado, al que en verdad todos los aedos y citaristas mortales que existen celebran con trenos en los banquetes y coros; y a Lino invocan al comenzar y al terminar”.

Finalmente, Pausanias, Descripción de Grecia IX, 29, 5-6, nos habla de Urania, a propósito del poeta Lino:

τὴν δὲ εὐθεῖαν ἐρχομένῳ πρὸς τὸ ἄλσος ἔστιν εἰκὼν Εὐφήμης ἐπειργασμένη λίθῳ· τροφὸν δὲ εἶναι τὴν Εὐφήμην λέγουσι τῶν Μουσῶν. ταύτης τε οὖν εἰκὼν καὶ μετ᾿ αὐτὴν Λίνος ἐστὶν ἐν πέτρᾳ μικρᾷ σπηλαίου τρόπον εἰργασμένῃ· τούτῳ κατὰ ἔτος ἕκαστον πρὸ τῆς θυσίας τῶν Μουσῶν ἐναγίζουσι. λέγεται δὲ ὡς ὁ Λίνος οὗτος παῖς μὲν Οὐρανίας εἴη καὶ ᾿Αμφιμάρου τοῦ Ποσειδῶνος, μεγίστην δὲ τῶν τε ἐφ᾿ αὑτοῦ καὶ ὅσοι πρότερον ἐγένοντο λάβοι δόξαν ἐπὶ μουσικῇ, καὶ ὡς ᾿Απόλλων ἀποκτείνειεν αὐτὸν ἐξισούμενον κατὰ τὴν ᾠδήν.

Y yendo por el camino directo hacia el bosque sagrado hay un retrato de Eufeme esculpido en una piedra. Dicen que Eufeme era la nodriza de las Musas. Pues bien, el retrato de ésta, y detrás el de Lino, están en una roca pequeña trabajada a modo de cueva. A este Lino, cada año antes del sacrificio a las Musas, ofrecen sacrificios como a un héroe. Se dice que este Lino era hijo de Urania y Anfímaro, hijo de Posidón, y que obtuvo mayor gloria en la música que sus contemporáneos y sus predecesores, y que Apolo lo mató por ser su rival en el canto.

La traducción es de María Cruz Herrero Ingelmo, en Gredos.

Vistas brevemente las fuentes sobre Urania, en las cuales aparece casi siempre ligada a las demás Musas, pasemos a algún comentario sobre el poema.

Simon_Vouet_-_The_Muses_Urania_and_Calliope (1)

Las Musas Urania y Calíope (ca. 1634), óleo sobre tabla de 90 x 125 cm, de Simon Vouet. National Gallery of Art, Washington

Gregorio Torres Nebrera en Entendimiento del poeta. De Rubén Darío a Claudio Rodríguez, página 210, escribe:

“Urania” tiene varias concomitancias con el poema El águila (primer poema de Como quien espera el alba, 1941-1944): versos endecasílabos libres, sin rima, para percibir mejor la “música callada” (como la de San Juan) que declaraba preferir el poeta, y la referencia mitológica que hay en el personaje elegido, la novena de las musas, consagrada a la Astronomía.

Supone pues el poema un nuevo canto a la armonía tan nostálgicamente echada de menos en los primeros años de exilio, y que en este libro se intenta recuperar a veces, por encima del propio y dolorido desengaño. De hecho el poema presenta una disposición perfectamente armónica, compuesto por seis estrofas de cinco versos cada una, y en su centro – verso 16 – la explícita evocación a la más divina musa de las nueve, la que alienta la armonía neoplatónica, pitagórica del plano celeste, reflejado en el plano terreno (perfecto locus amoenus dibujado en los primeros versos) en el que el poeta quiere encontrar su mayor sosiego; una paz hecha de música, silencio (“música callada”) y luz – los árboles que hacen pentagrama musical del paisaje, la estrella que orna la frente de la musa de hermosura virgen -, y todo ello resumido en un luisiano “concierto celeste” (Fray Luis de León no anda lejos de este deseo cernudiano de hallar en la armonía sideral la tranquilidad perdida en los duros avatares del vivir terreno). En 1941, en un largo ensayo sobre Juan Ramón Jiménez, escribía Cernuda esto del gran poeta de las Odas: “Algo mágico ocurre con la realidad cuando la poesía la trasmuta: la noche estrellada que hace siglos contemplaron los ojos de Fray Luis de León, la guardan sus versos, y hoy la vemos en ellos, clara y pura, como con nuestros propios ojos”.

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Neil C. McKinlay en The poetry of Luis Cernuda. Order in a world of chaos, página 115, añade:

Todo es paz y calma en el idílico paisaje del poema, y hay una sensación de armonía y orden. Urania, una de las nueve Musas de la mitología griega, está “inmóvil”, lo que enlaza su figura con los “troncos altos” de la primera estrofa y de esa manera transmite al lector la idea de que está integrada en el paisaje. Otro hecho llamativo de Urania es la referencia a su “hermosura virgen”. Las colecciones III, IV y V de La realidad y el deseo están cargadas de referencias a los devastadores efectos del amor físico, mientras ahora el acento recae en una dimensión platónica totalmente espiritual. Además, el nombre Urania era el epíteto de la diosa Afrodita, describiéndola como “celestial”. Esto está corroborado por su descripción en la última parte de la segunda estrofa, especialmente en la forma en que la luz en sus ojos “no conoce sombra alguna”. Estos contrasta fuertemente con la oscuridad, melancólica escena tan común en la poesía anterior. El poema abunda en imágenes de orden, reflejadas a su vez por la estructura regular de estrofas de cinco versos. Nada en el mundo moderno puede manchar esta paz y orden.

El segundo verso de la primera estrofa es una alusión a la visión del mundo platónico, en el que las esferas de los planetas se entrelazan armoniosamente. Lo particularmente llamativo es el hecho de que “el corazón” está ahora siendo “domado”. La pasión, pues, puede ser dominada y controlada. No tiene la fuerza violenta que “arrastra afanes al paso” (Donde habita el olvido, III, 4). La disparidad entre este poema y la tensión de la vida moderna es resumida en la forma de que “la tormenta/no turba el cielo augusto de su frente”: la vida moderna es todavía una “tormenta”, y no debemos cegarnos a ello, pero eso no significa que la visión deba estar sujeta a la misma ruina. El poema culmina entonces con la aparición del poeta en la estrofa final

Si en otros días di curso enajenado

A la pasión inútil, su llanto largo y fiebre,

Hoy busco tu sagrado, tu amor, a quien modera.

El objetivo de orden a través del amor parece finalmente haberse conseguido. Pasión y deseo son ahora reconocidas como algo “inútil”, reemplazados por el orden celestial y la trascendencia del mundo mitológico griego. Temporalmente separado de la “pasión inútil”, el poeta es ahora capaz de meditar de una forma que puede conseguir lo que parecía estar más o menos irrevocablemente perdido. Se debe enfatizar, no obstante, que el orden es todavía sólo una realidad con meditación. Urania no está físicamente presente.

Vemos, pues, como McKinlay ofrece en su análisis una fusión entre la musa Urania y el epíteto Urania de Afrodita.

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Retrato alegórico de Urania, óleo sobre lienzo de 91 x 73 cm. Seguidor de Louis Tocqué

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Como veíamos en el primer capítulo de esta serie dedicada a la muerte del caballo de Alejandro Magno, Aulo Gelio recoge esa característica de Bucéfalo de no permitir que, una vez enjaezado para el combate, lo montara otro que no fuera el rey.

Aulo Gelio escribe: ubi ornatus erat armatusque ad proelium, haud umquam inscendi sese ab alio nisi ab rege passus sit = tan pronto era guarnecido y preparado para el combate, nunca consintió ser cabalgado por otro que no fuera el rey.

Mientras Plinio lo hace así: Neminem hic alium quam Alexandrum regio instratu ornatus recepit in sede = El caballo, una vez engalanado con los arreos reales, no permitió que lo montara ningún otro más que Alejandro.

Respecto a los honores tributados a Bucéfalo y la dedicación de una ciudad, escribe Gelio: Tum rex Alexander parta eius belli victoria oppidum in isdem locis condidit idque ob equi honores «Bucephalon» appellavit = Entonces el rey Alejandro, obtenida la victoria en aquella guerra, fundó una ciudad en aquel mismo lugar, y en honor a su caballo, le dio el nombre de Bucéfalon.

Mientras Plinio dice: propter quae rex defuncto ei duxit exequias urbemque tumulo circumdedit nomine eius = por lo que, cuando murió, el rey le rindió funerales y situó alrededor de su tumba una ciudad con su nombre.

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Las Vidas Paralelas de Plutarco (50-120 d. C.), en su comparación de Alejandro y Julio César, es otra las fuentes sobre Bucéfalo

Es en los capítulos 6 y 61 donde nos habla también de la doma (6) y la muerte (61) de Bucéfalo:

6: Trajo un Tésalo llamado Filonico el caballo Bucéfalo para venderlo a Filipo en trece talentos, y, habiendo bajado a un descampado para probarlo, pareció áspero y enteramente indómito, sin admitir jinete ni sufrir la voz de ninguno de los que acompañaban a Filipo, sino que a todos se les ponía de manos. Desagradóle a Filipo, y dio orden de que se lo llevaran por ser fiero e indócil; pero Alejandro, que se hallaba presente: “¡Qué caballo pierden- dijo-, sólo por no tener conocimiento ni resolución para manejarle!” Filipo al principio calló; mas habiéndolo repetido, lastimándose de ello muchas veces: “Increpas- le replicó- a los que tienen más años que tú, como si supieras o pudieras manejar mejor el caballo”; a lo que contestó: “Este ya se ve que lo manejaré mejor que nadie”. “Si no salieres con tu intento- continuó el padre- ¿cuál ha de ser la pena de tu temeridad?” “Por Júpiter- dijo-, pagaré el precio del caballo”. Echáronse a reír, y, convenidos en la cantidad, marchó al punto adonde estaba el caballo, tomóle por las riendas y, volviéndole, le puso frente al sol, pensando, según parece, que el caballo, por ver su sombra, que caía y se movía junto a sí, era por lo que se inquietaba. Pasóle después la mano y le halagó por un momento, y viendo que tenía fuego y bríos, se quitó poco a poco el manto, arrojándolo al suelo, y de un salto montó en él sin dificultad. Tiró un poco al principio del freno, y sin castigarle ni aun tocarle le hizo estarse quedo. Cuando ya vio que no ofrecía riesgo, aunque hervía por correr, le dio rienda y le agitó usando de voz fuerte y aplicándole los talones. Filipo y los que con él estaban tuvieron al principio mucho cuidado y se quedaron en silencio; pero cuando le dio la vuelta con facilidad y soltura, mostrándose contento y alegre, todos los demás prorrumpieron en voces de aclamación; mas del padre se refiere que lloró de gozo, y que besándole en la cabeza luego que se apeó: “Busca, hijo mío- le dijo-, un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes”.

61: Ἐκ δὲ τῆς πρὸς Πῶρον μάχης καὶ ὁ Βουκεφάλας ἐτελεύτησεν, οὐκ εὐθύς, ἀλλ᾿ ὕστερον, ὡς οἱ πλεῖστοι λέγουσιν, ἀπὸ τραυμάτων θεραπευόμενος, ὡς δ᾿ Ὀνησίκριτος, διὰ γῆρας ὑπέρπονος γενόμενος· τριάκοντα γὰρ ἐτῶν ἀποθανεῖν αὐτόν. ἐδήχθη δ᾿ ἰσχυρῶς Ἀλέξανδρος, οὐδὲν ἄλλ᾿ ἢ συνήθη καὶ φίλον ἀποβεβληκέναι νομίζων, καὶ πόλιν οἰκίσας ἐπ᾿ αὐτῷ παρὰ τὸν Ὑδάσπην Βουκεφαλίαν προσηγόρευσε. λέγεται δὲ καὶ κύνα Περίταν ὄνομα τεθραμμένον ὑπ᾿ αὐτοῦ καὶ στεργόμενον ἀποβαλών, κτίσαι πόλιν ἐπώνυμον. τοῦτο δὲ Σωτίων φησὶ Ποτάμωνος ἀκοῦσαι τοῦ Λεσβίου.

De resultas de la batalla contra Poro murió Bucéfalo, no desde luego, sino al cabo de algún tiempo, cuando, según los más, se le estaba curando de sus heridas, pero, según dice Onosícrito, fatigado con un trabajo que no podía ya llevar por su vejez, pues tenía treinta años cuando murió. Sintiólo profundamente Alejandro, creyendo haber perdido en él nada menos que un amigo y un doméstico; y edificando en su memoria una ciudad junto al Hidaspes, la llamó Bucefalia. Dícese que habiendo perdido también un perro llamado Peritas, al que había criado y del que gustaba mucho, edificó otra ciudad de su nombre. Soción escribe que así se lo oyó decir a Potamón, de Lesbos.

Traducción obtenida de aquí.

ladomadeBucefalo

La doma de Bucéfalo de Rafael, fresco en la Stanza delle Nozze. Villa Farnesina, Roma.

En la Suda, Letra lambda, entrada 2055 (Κοππατίας), líneas 8-11, hay también una alusión a Bucéfalo y su muerte:

οὐδὲ γὰρ βουκεφάλας καλοῦμεν διὰ τὸ μορφὴν τοιαύτην ἔχειν, ἀλλὰ διὰ τὸ οὕτω κεχαράχθαι· οἷος οἶμαι καὶ ὁ τοῦ ᾿Αλεξάνδρου τοῦ Μακεδόνος ἵππος ἦν, ᾧ τελευτήσαντι τὴν Βουκέφαλον ᾿Αλεξάνδρειαν ἔκτισεν, ἐντάφιον αὐτῷ τῆς ἀρετῆς χαριζόμενος πόλιν.

Después de todo, no llamamos [caballos] de cabeza de buey [βουκεφάλας] por ser esa su forma, sino por estar así marcados. Tal, creo, era también el caballo de Alejandro, en honor al cual, cuando murió, construyó Bucéfalon Alejandría, dedicándole la ciudad como un monumento a su virtud.

Bucéfalo, que como ya sabemos significa “cabeza de buey”, era un tipo de marca antiguamente usada en los caballos. Era una de las más comunes, junto a Ϻ, San, y Ϙ, Koppa. Los caballos marcados con la San se llamaron Σαμφόραι, Samforai; los marcados con una Kopa, Κοππατίαι, Koppatiai; y los marcados con “cabeza de buey”, Βουκέφαλοι, Bucéfalos.

Esta marca se estampaba en las nalgas de los caballos y sus arneses, según sabemos por el escoliasta de La nubes de Aristófanes y Hesiquio.

En Aristófanes, Caballeros 603 leemos:

Τί δρῶμεν; οὐκ ἐλᾷς ὦ σαμφόρα;

¿Qué hacemos? ¿No vas a remar tú, el de la marca de san?

La traducción es de Luis Gil, en Gredos que dice en nota: como marcas de caballos se empleaban el san y la koppa, variantes dorias de las letras sigma y kappa.

Luis M. Macía Aparicio, en ediciones Clásicas, traduce: ¿Qué hacemos? Vamos, Sánfora, empuja.

Y en nota añade: en cuanto al nombre del caballo, Sánfora, a lude a la marca con la letra san que lleva en las ancas.

lasnubes

Imagen de Emblemata et aliquot nummis antiqui operis, cum emendatione et auctario copioso ipsius autoris, libro de emblemas publicado en 1564 o antes por Johannes Sambucus (János Zsámboky: 1531 – 1584): Fidipides y Estrepsiades discuten ante Sócrates, que está en un cesto colgante.

Volvemos a hallar la palabra en Las nubes 122:

οὐκ ἄρα μὰ τὴν Δήμητρα τῶν γ᾽ ἐμῶν ἔδει,

οὔτ᾽ αὐτὸς οὔθ᾽ ὁ ζύγιος οὔθ᾽ ὁ σαμφόρας:

ἀλλ᾽ ἐξελῶ σ᾽ ἐς κόρακας ἐκ τῆς οἰκίας.

En ese caso no comerás a mis expensas, por Deméter; ni tú, ni tu yunta, ni el Sánfora, sino que te mandaré a los cuervos, fuera de mi casa.

En la misma obra, verso 1298, la  hallamos de nuevo:

ὕπαγε. Τί μέλλεις; οὐκ ἐλᾷς ὦ σαμφόρα;

Largo. ¿Qué esperas? ¿No corres, Sánfora?

caballomarcado

Finalmente, ¿cómo no?, tenemos la muerte de Bucéfalo en el Libro de Aleixandre, 2092-2094, con la que concluimos la serie:

Buçifal con la muerte ouo de recreer

entendio-lo el rey ouo a deçender

fue leal el caboso non se dexo caer

fasta que uio el rey en sus piedes tener

Buçifal cayo muerto a piedes del sennor

et finco apeado el buen enperador

mintriemos si dixiessemos que non auie dolor

mando-lo soterrar a muy grant onor

Despues fizo el rey do iazie soterrado

poblar una ciudat de muro bien obrado

dixieron-le Buçifalia nonbre bien señalado

por que fuera assi el cauallo llamado.

aleixandrealianza

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habitabilidadenplanetas

Estábamos ofreciendo lo que Pierre Grimal dice en su Diccionario de Mitología Griega y Romana sobre los Gigantes, a propósito de la misión de la sonda Cassini en Encélado, uno de los Gigantes, pero también un satélite de Saturno. En el anterior capítulo hablamos de la misión del Cassini y de Encélado, así como de los satélites de Saturno.

Ante esta actitud, los Olímpicos se aprestaron a la lucha. Los principales adversarios de los Gigantes fueron, sobre todo, Zeus y Atenea, la diosa de los combates. Zeus, armado del poderoso rayo y protegido por la égida, la mágica coraza que se hizo con la piel de la cabra Amaltea, y Atenea, cubierta también por la égida, que comparte con su padre, y protegida por su escudo redondo adornado con la cabeza de Medusa. Su principal aliado es Heracles, el mortal cuya ayuda es necesaria a fin de que se cumpla la condición impuesta por los Destinos para la muerta de los Gigantes. Heracles está en el carro de Zeus y combate a distancia, tirando flechas.

A veces Dionisio toma parte activa en la batalla, armado con su tirso, así como con antorchas, y secundado por los sátiros. Luego, a medida que la leyenda va enriqueciéndose, intervienen otras divinidades: Ares, Hefesto, Afrodita y Eros, Posidón, etc.

Caída de los Gigantes-Giulio Romano-Palacio del Te-1531-36

La caída de los Gigantes (1530-1534), pintura al fresco de Giulio Romano. Sala de los Gigantes, Palacio del Té, Mantua

Los mitógrafos han perpetuado el recuerdo de la participación de algunos Gigantes en esta lucha: Alcioneo fue muerto por Heracles con ayuda de Atenea, la cual aconsejó al héroe que lo arrastrase lejos de Palene, su país natal, parque cada vez que caía recuperaba sus fuerzas al tocar la tierra de donde había salido. Porfirión atacó a Heracles y Hera, pero Zeus le inspiró un deseo lascivo por su esposa, y mientras el gigante intentaba arrancarle los vestidos, el dios lo fulminó, y Heracles lo remató con una flecha. Efialtes sucumbió herido por un flechazo de Apolo que le perforó el ojo izquierdo, a la par que otra flecha de Heracles le penetraba por el derecho; Dionisio mató a Éurito de un golpe de tirso; Hécate, a Clitio, a golpes de antorcha; Hefesto, a Mimante, sirviéndose de proyectiles de hierro incandescente.

Encélado, logró huir, pero mientras corría, Atenea le echó encima la isla de Sicilia. La diosa desolló a Palante y se sirvió de su piel como una coraza durante el resto del combate. Políbotes fue perseguido por Posidón a través de las olas y llegó a la isla de Cos. El dios rompió una parte de la isla, la llamada Nisiros, y la precipitósobre el gigante. Hermes, cubierto con el casco de Hades, que tiene la virtud de hacer invisible, mató a Hipólito, mientras Ártemis derribaba a Gratión. Las Moiras, armadas con sus mazos de bronce, dieron muerte a Agrio y Toante, y en cuanto al resto de los Gigantes, Zeus les lanzó sus mortíferos rayos, y Heracles los remató con sus flechas.

El escenario de la batalla se sitúa generalmente en la península de Palene, en Tracia, pero una tradición local lo ubicaba también en Arcadia, en las márgenes del Alfeo.

Otras tradiciones más recientes añaden más nombres de gigantes, aunque por lo general se trata de Titanes incluidos abusivamente en aquella categoría o bien de otros monstruos, tales como Tifón, Briareo, los Alóadas, etc. que no pertenecen a la misma raza, aunque merezcan el nombre de “gigantes” por su inmenso cuerpo y prodigiosa fuerza.

GigantomaquiaGiulioRomano

Otra vista de la obra de Giulio Romano en Mantua

La Gigantomaquia, o lucha de los Gigantes contra los dioses, ha sido un tema favorito de la plástica, especialmente con vistas a adornar los frontones de los templos: los cuerpos de los monstruos, rematados en serpientes, se prestaban admirablemente a rellenar los ángulos de los frontispicios y terminar una composición.

La fuentes principales sobre los Gigantes son Hesíodo, Teogonía 183 y siguientes y Apolodoro, Biblioteca Mitológica I, 6, 1-2.

Aquí tenemos el texto hesiódico:

ὃ δ᾽ ἐκ λοχεοῖο πάις ὠρέξατο χειρὶ

σκαιῇ, δεξιτερῇ δὲ πελώριον ἔλλαβεν ἅρπην

μακρὴν καρχαρόδοντα, φίλου δ᾽ ἀπὸ μήδεα πατρὸς

ἐσσυμένως ἤμησε, πάλιν δ᾽ ἔῤῥιψε φέρεσθαι

ἐξοπίσω· τὰ μὲν οὔ τι ἐτώσια ἔκφυγε χειρός·

ὅσσαι γὰρ ῥαθάμιγγες ἀπέσσυθεν αἱματόεσσαι,

πάσας δέξατο Γαῖα· περιπλομένων δ᾽ ἐνιαυτῶν

γείνατ᾽ Ἐρινῦς τε κρατερὰς μεγάλους τε Γίγαντας,

τεύχεσι λαμπομένους, δολίχ᾽ ἔγχεα χερσὶν ἔχοντας,

Νύμφας θ᾽, ἃς Μελίας καλέουσ᾽ ἐπ᾽ ἀπείρονα γαῖαν.

caidaGigantesdetalle

Caída de los Gigantes de Giulio Romano, detalle

μήδεα δ᾽ ὡς τὸ πρῶτον ἀποτμήξας ἀδάμαντι

κάββαλ᾽ ἀπ᾽ ἠπείροιο πολυκλύστῳ ἐνὶ πόντῳ,

ὣς φέρετ᾽ ἂμ πέλαγος πουλὺν χρόνον, ἀμφὶ δὲ λευκὸς

ἀφρὸς ἀπ᾽ ἀθανάτου χροὸς ὤρνυτο· τῷ δ᾽ ἔνι κούρη

ἐθρέφθη· πρῶτον δὲ Κυθήροισιν ζαθέοισιν

ἔπλητ᾽, ἔνθεν ἔπειτα περίῤῥυτον ἵκετο Κύπρον.

ἐκ δ᾽ ἔβη αἰδοίη καλὴ θεός, ἀμφὶ δὲ ποίη

ποσσὶν ὕπο ῥαδινοῖσιν ἀέξετο· τὴν δ᾽ Ἀφροδίτην

[ἀφρογενέα τε θεὰν καὶ ἐυστέφανον Κυθέρειαν]

κικλῄσκουσι θεοί τε καὶ ἀνέρες, οὕνεκ᾽ ἐν ἀφρῷ

θρέφθη· ἀτὰρ Κυθέρειαν, ὅτι προσέκυρσε Κυθήροις·

El hijo, saliendo de su escondite, logró alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, enorme y de afilados dientes, y apresuradamente segó los genitales de su padre y luego los arrojó a la ventura por detrás.

No en vano escaparon aquéllos de su mano. Pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un año, dió a luz a las poderosas Erinias, a los altos Gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en su mano largas lanzas, y a las Ninfas que llaman Melias sobre la tierra ilimitada. En cuanto a los genitales, desde el mismo instante en que los cercenó con el acero y los arrojó lejos del continente en el tempestuoso ponto, fueron luego llevados por el piélago durante mucho tiempo. A su alrededor surgía del miembro inmortal una blanca espuma y en medio de ella nació una doncella.

Primero navegó hacia la divina Citera y desde allí se dirigió después a Chipre rodeada de corrientes. Salió del mar la augusta y bella diosa, y bajo sus delicados pies crecía la hierba en torno. Afrodita la llaman los dioses y hombres, porque nació en medio de la espuma, y también Citerea, porque se dirigió a Citera.

La traducción es de Aurelio Pérez Jiménez, en Gredos.

Caída Gigantes Perino del Vaga 1531

Caída de los Gigantes (1529-1533), fresco de Pierino del Vaga en la Villa del Principe, Palazzo de Andrea Doria, de Génova

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Carlo-Maratta-RebecayEliezerenelpozo

Rebeca y Eliezer en el pozo (1655), óleo sobre lienzo de 119 x 157 cm, de Carlo Maratta. Museum of Art, Indianápolis, Estados Unidos.

Repasábamos la presencia de la palabra ὑδρία en la Biblia y habíamos aportado pasajes del Génesis.

Vuelve a aparecer en los versículos 43, 45 y 46 de dicho primer libro de la Biblia, dos (2) veces en acusativo y 1 en genitivo:

ἰδοὺ ἐγὼ ἐφέστηκα ἐπὶ τῆς πηγῆς τοῦ ὕδατος καὶ αἱ θυγατέρες τῶν ἀνθρώπων τῆς πόλεως ἐξελεύσονται ὑδρεύσασθαι ὕδωρ καὶ ἔσται ἡ παρθένος ᾗ ἂν ἐγὼ εἴπω πότισόν με μικρὸν ὕδωρ ἐκ τῆς ὑδρίας σου

καὶ ἐγένετο πρὸ τοῦ συντελέσαι με λαλοῦντα ἐν τῇ διανοίᾳ εὐθὺς Ρεβεκκα ἐξεπορεύετο ἔχουσα τὴν ὑδρίαν ἐπὶ τῶν ὤμων καὶ κατέβη ἐπὶ τὴν πηγὴν καὶ ὑδρεύσατο εἶπα δὲ αὐτῇ πότισόν με καὶ σπεύσασα καθεῖλεν τὴν ὑδρίαν αὐτῆς ἀφ᾽ ἑαυτῆς καὶ εἶπεν πίε σύ καὶ τὰς καμήλους σου ποτιῶ καὶ ἔπιον καὶ τὰς καμήλους μου ἐπότισεν

Yo me pondré junto a la fuente, y diré a la muchacha que salga a sacar agua: Dame de beber un poco de agua de tu cántaro. 

No había acabado de decirme esto, cuando salía Rebeca con el cántaro al hombro; bajó a la fuente, sacó agua, y yo le pedí: Dame de beber. Ella enseguida bajó el cántaro y me dijo: Bebe tú, que voy a abrevar tus camellos; bebí yo y ella abrevó los camellos.

El pasaje repite casi exactamente lo dicho  en los versículos 14-20, pues Eliezer está contando a Labán, hermano de Rebeca, su misión de buscar esposa para Isaac.

Aparece luego en Jueces 7, 16, 19 y 20, en casos distintos en el 16, según se trate del Codex Alexandrinus o del Codex Vaticanus, que aquí ofrecemos, indicando la variante del Alexandrinus:

  1. καὶ διεῖλεν τοὺς τριακοσίους ἄνδρας εἰς τρεῖς ἀρχὰς καὶ ἔδωκεν κερατίνας ἐν χειρὶ πάντων καὶ ὑδρίας κενὰς καὶ λαμπάδας ἐν ταῖς ὑδρίαις (Alexandrinus: ἐν μέσῳ τῶν ὑδριῶν).
  2. (…) καὶ ἐσάλπισαν ἐν ταῖς κερατίναις καὶ ἐξετίναξαν τὰς ὑδρίας τὰς ἐν ταῖς χερσὶν αὐτῶν.
  3. καὶ ἐσάλπισαν αἱ τρεῖς ἀρχαὶ ἐν ταῖς κερατίναις καὶ συνέτριψαν τὰς ὑδρίας (…).

Dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos y entregó a cada soldado una trompeta, un cántaro vacío y una antorcha en el cántaro.

(…) tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que llevabas en las manos.

Entonces los tres grupos tocaron las trompetas y rompieron los cántaros.

El episodio narra la batalla entre Gedeón y Madián.

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Batalla de Gedeón contra los madianitas (1626), óleo sobre lienzo de 98 x 137 cm, de Nicolás Poussin. Museos Vaticanos.

Después aparece en el pasaje que estamos comentando, Primer Libro de los Reyes 17, 10-17 y que ya hemos ofrecido. Más tarde, en el Primer Libro de los Reyes 18, 34:

 καὶ εἶπεν “λάβετέ μοι τέσσαρας ὑδρίας ὕδατος καὶ ἐπιχέετε ἐπὶ τὸ ὁλοκαύτωμα καὶ ἐπὶ τὰς σχίδακας” καὶ ἐποίησαν οὕτως.

Después dijo: «Llenen de agua cuatro cántaros y derrámenla sobre el holocausto y sobre la leña». Así lo hicieron.

Todavía en el Antiguo Testamento nos encontramos con el vocablo en Eclesiastés 12, 6:

 ἕως ὅτου μὴ ἀνατραπῇ σχοινίον τοῦ ἀργυρίου καὶ συνθλιβῇ ἀνθέμιον τοῦ χρυσίου καὶ συντριβῇ ὑδρία ἐπὶ τὴν πηγήν καὶ συντροχάσῃ ὁ τροχὸς ἐπὶ τὸν λάκκον.

Sí, acuérdate de él antes que se corte la hebra de plata y se quiebre la ampolla de oro, antes que se haga pedazos el cántaro en la fuente y se rompa la cuerda del aljibe.

Volvemos a encontrar la palabra ὑδρία en el Nuevo Testamento y, más en concreto en Juan 2, 6-7:

 ἦσαν δὲ ἐκεῖ λίθιναι ὑδρίαι ἓξ κατὰ τὸν καθαρισμὸν τῶν ἰουδαίων κείμεναι, χωροῦσαι ἀνὰ μετρητὰς δύο ἢ τρεῖς. λέγει αὐτοῖς ὁ ᾿Ιησοῦς, γεμίσατε τὰς ὑδρίας ὕδατος. καὶ ἐγέμισαν αὐτὰς ἕως ἄνω.

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde.

 

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Bodas de Caná (1819), óleo sobre lienzo de 135 x 208 cm, de Julius Schnorr von Carosfeld. Hamburger Kunsthalle

El diccionario Liddell-Scott-Jones nos dice que ὑδρία significa “jarra”, “recipiente de cerámica para agua”.

Citan dos pasajes de Aristófanes, Avispas, verso 926:

ἐμοὶ δέ γ᾽ οὐκ ἔστ᾽ οὐδὲ τὴν ὑδρίαν πλάσαι.

Y yo no tengo siquiera con qué enyesar mi botijo (traducción de Luis M. Macía Aparicio, en Ediciones Clásicas).

¡Y yo no tengo ni para componer el jarro del agua! (traducción de Francisco Rodríguez Adrados, en Cátedra; añade en pie de página que eso solía hacerse con queso masticado)

La asamblea de las mujeres, 678, donde aparece otro recipiente:

Πραξάγορα

τοὺς κρατῆρας καταθήσω

καὶ τὰς ὑδρίας, καὶ ῥαψῳδεῖν ἔσται τοῖς παιδαρίοισιν

τοὺς ἀνδρείους ἐν τῷ πολέμῳ, κεἴ τις δειλὸς γεγένηται,

ἵνα μὴ δειπνῶσ᾽ αἰσχυνόμενοι.

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Hidria de figuras rojas mostrando un sátiro y una mujer (Paestum, 360–350 a. C). Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas. Museo del Louvre, Pabellón Sully, Primer piso, sala 44

Praxágora:

Allí pondré las crateras y los cántaros de agua, y los jovencitos podrán alabar desde allí a los valientes en la guerra, y si alguno se ha portado como un cobarde, lo podré allí para que no coma de vergüenza (traducción de Luis M. Macía Aparicio, en Ediciones Clásicas).

Praxágora:

Para colocar las cráteras y los cántaros de agua; un coro de niños celebrará desde ella la gloria de los valientes y el oprobio de los cobardes; así, si hay alguno de éstos, se retirará de la mesa avergonzado. (traducción sacada de Wikisource).

Aportan también un ejemplo de la Biblia de los LXX, en concreto de Eclesiastés, 12, 6:

ἕως ὅτου μὴ ἀνατραπῇ σχοινίον τοῦ ἀργυρίου καὶ συνθλιβῇ ἀνθέμιον τοῦ χρυσίου καὶ συντριβῇ ὑδρία ἐπὶ τὴν πηγήν καὶ συντροχάσῃ ὁ τροχὸς ἐπὶ τὸν λάκκον.

Antes de que se rompa el hilo de plata, y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cántaro en la fuente, y se raje la polea del pozo.

También en Juan 2, 6:

ἦσαν δὲ ἐκεῖ λίθιναι ὑδρίαι ἓξ κατὰ τὸν καθαρισμὸν τῶν ᾿Ιουδαίων κείμεναι, χωροῦσαι ἀνὰ μετρητὰς δύο ἢ τρεῖς.

Había allí seis tinajas de piedra para las abluciones de los judíos, con una capacidad de setenta a cien litros cada una.

(Ya habíamos aportado anteriormente estos pasajes de Eclesiastés y Juan, al hablar de la presencia de este recipiente en la Biblia).

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Las bodas de Caná (1511), óleo sobre tabla de 100 x 128 cm, de Gerard David. Museo del Louvre. París

En Aristóteles, Retórica 1367 a 7 leemos:

καὶ ἡ παροιμία δὲ τὸ ἐπὶ θύραις τὴν ὑδρίαν.

Y el proverbio: “(romper) el cántaro en la puerta”. Significa “trabajo perdido”.

La segunda traducción que dan Liddell-Scott-Jones es “recipiente” de cualquier clase; de vino, en Aristófanes, Fragmento, 136:

ΓΥΝΗ· νὴ Δί᾿, ὀλίγας ἡμέρας. ἐγὼ δ᾿ ἀπολοπίζειν τε κάτ’ ἐπ᾿ ἀνθράκων ὑδρίαν διανίζειν πεντέχουν· μείζονα ταῖς πολιόχρωσι βεμβράσιν τεθραμμένη κοπίδι τῶν μαγειρικῶν ἀθάρης ἀνακαλύψασα μεστὸν τρύβλιον λορδοῦ κιγκλοβάταν ῥυθμόν.

Olla de dinero, en Aristófanes, Aves, 602:

Ἐυελπίδης· πωλῶ γαῦλον, κτῶμαι σμινύην, καὶ τὰς ὑδρίας ἀνορύττω.

Evélpides: Vendo el paquebote, me compro un azadón y a desenterrar ollas

Un escolio al citado verso dice: ἐν ὑδρίαις γὰρ ἔκειντο οἱ θησαυροί = pues en las ollas estaban los tesoros.

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Significa también “urna de votación”. Como en Isócrates, Sobre un asunto bancario, 33:

Πυθόδωρον γὰρ τὸν σκηνίτην καλούμενον, ὃς ὑπὲρ Πασίωνος ἅπαντα καὶ λέγει καὶ πράττει, τίς οὐκ οἶδεν ὑμῶν πέρυσιν ἀνοίξαντα τὰς ὑδρίας καὶ τοὺς κριτὰς ἐξελόντα τοὺς ὑπὸ τῆς βουλῆς εἰσβληθέντας;

¿Quién de vosotros no sabe que Pitodoro, llamado el “tabernero”, que por Pasión dice y hace todo, el año pasado abrió las urnas y sustrajo los nombres de los jurados allí depositados por el Consejo?

La traducción es de Juan Manuel Guzmán Hermida, en Gredos.

También en Plutarco, Tiberio Graco, 11:

ἐνστάσης δὲ τῆς ἡμέρας καὶ τὸν δῆμον αὐτοῦ καλοῦντος ἐπὶ τὴν ψῆφον, ἡρπάσθησαν ὑπὸ τῶν πλουσίων αἱ ὑδρίαι, καὶ τὰ γινόμενα πολλὴν εἶχε σύγχυσιν.

Llegado el día, llamaba al pueblo para proceder la votación; pero los ricos habían quitado las urnas, y este incidente produjo un grandísimo alboroto.

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Hidria ática de figuras negras. Aquiles arrastrando el cuerpo de Héctor hasta la tumba de Patroclo en presencia de Príamo y Hécuba. Primera mitad del siglo VI a. C. Museo de Bellas Artes de Boston

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eroeleandrocatalani

Estamos reapasando el mito de Hero y Leandro, a propósito de la audición el pasado 10 de octubre de 2015 de Ero e Leandro (Poema sinfónico, 1884 del compositor italiano Alfredo Catalani.

Como es habitual en este lugar, estamos dando un repaso a las fuentes clásicas sobre el mito y empezamos en el artículo anterior a ofrecer la traducción española de Heroidas XVIII de Ovidio, Carta de Leandro a Hero. Seguimos pues con ella.

Cualquier cosa que ocurra la soportaré. Que pueda tan solo levantar por los aires este cuerpo que a menudo estuvo suspendido en el agua dudosa. Entretanto, mientras los vientos y el mar me niegan todo, doy vueltas en mi mente a los primeros momentos de mi amor furtivo. La noche estaba comenzando (en verdad es un placer recordarlo) cuando yo, enamorado, salía de las puertas de mi casa paterna. E inmediatamente, despojándome de la ropa al mismo tiempo que del temor, arrojaba mis flexibles brazos al agua del mar.

(…)

La ola reverberaba con la imagen de la luna al reflejarse y había un resplandor propio del día en medio de la callada noche. Ninguna voz por ninguna parte, ningún murmullo llegaba a mis oídos, si no era el del agua removida por mi cuerpo. (…) Y ya, fatigados mis brazos bajo uno y otro hombro, me elevo, alzándome con fuerza hacia la superficie de las aguas. Tan pronto como vi desde lejos la luz, dije: “En ella está mi fuego, aquellas playas tienen mi luz”. Y súbitamente las fuerzas regresaron a mis cansados brazos, y las olas me parecieron menos fatigosas de lo que habían sido. Para que no pueda yo sentir el frío de las heladas profundidades me asiste el amor que arde en mi corazón apasionado.

Cuanto más me acerco y más cercanas se me hacen las playas, y cuanto menos me falta por llegar, más placer encuentro en la travesía. Pero cuando ya incluso puedo ser visto por ti, entonces inmediatamente renuevas mi coraje al ser mi espectadora y consigues que tenga fuerzas. Ahora también me esfuerzo por agradar a mi amada nadando y lanzo mis brazos para que tus ojos los vean. A tu nodriza le cuesta trabajo impedirte que te lances al mar; pues eso también lo vi y en ello no me engañabas. Pero no consiguió, sin embargo, aunque te retenía al marchar, que tu pie no se humedeciera con las olas más avanzadas.

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Me recibes con tu abrazo y compartes conmigo unos besos gozosos, besos, oh dioses soberanos, dignos de ser buscados a través del mar; y de tus hombros te quitas y me das tu manto y secas mi cabellera húmeda del agua del mar. Lo demás, la noche y nosotros y la torre cómplice lo sabemos, así como el candil que me enseña el camino a través del estrecho. Los placeres de aquella noche son tan difíciles de contar como las algas del mar del Helesponto. Cuanto menor era el tiempo que se nos daba para nuestros encuentros, tanto más nos cuidábamos de aprovecharlo.

Y ya, cuando el alba se disponía a poner en fuga a la noche, había salido el Lucífero, precursor de la Aurora. Multiplicábamos besos apresurados y arrebatados sin orden y nos lamentábamos de que fuera corta la duración de la noche. Y así vacilando al oír la llamada de la nodriza, abandono la torre y me dirijo a la fría playa. Nos separamos llorando y regreso otra vez al mar, volviendo la vista a mi amada, mientras podía, una y otra vez. Si algún crédito se merece la verdad, al marchar hacia allí me parece que soy un nadador, pero al volver me tengo a mí mismo por un náufrago. Esto también te digo, por si lo crees: el camino que me lleva a ti me parece cuesta abajo, mas el que me trae de ti me parece una empinada cuesta de agua inmóvil. Vuelvo a mi patria contra mi voluntad. ¿Quién podrá creerlo? Y contra mi voluntad, por supuesto, me quedo ahora en mi ciudad. ¡Ay de mí! ¿Por qué, unidos en el espíritu, nos separan las olas?, ¿y por qué, si tenemos un único pensamiento, no nos tiene una única tierra? O bien a mí me acoja tu Sesto, o bien a ti te acoja mi Abido; tu tierra me gusta tanto como la mía. ¿Por qué me alboroto yo cada vez que se alborota el mar? ¿Por qué el viento, un motivo ligero, puede serme un obstáculo?

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Frixo y Hele en una ilustración de un libro de 1902 en la que se reproduce un fresco de Pompeya datado entre el 45 y el 79 d. C.

Ya los curvados delfines conocen nuestros amores y pienso que no les soy desconocido a los peces. Ya se abre ante mí el frecuentado sendero de las acostumbradas aguas, no de otro modo que el camino trillado por las muchas ruedas. Antes me quejaba de que no tuviera camino si no era de este modo, pero ahora me quejo de que también este me falte por causa de los vientos. Las aguas de la hija de Atamante blanquean con desmesuradas olas y apenas en su puerto permanece a salvo la barca. Este mar, cuando por primera vez fue llamado así por haberse ahogado la doncella, seguramente estaba como ahora. Y ya bastante infame es este lugar por haber perecido aquí Hele, para que a mí me perdone; en su nombre lleva escrito el crimen. (…)

A menudo mis brazos languidecen por el continuo movimiento y apenas puedo arrastrarlos en su fatiga a través de las aguas inconmensurables. Pero cuando les he dicho: “pronto os daré el cuello de mi amada para que lo abracéis, recompensa no fútil de vuestro esfuerzo”, enseguida se fortalecen y se esfuerzan por conseguir su recompensa, como un rápido corcel en Elea al que se le da suelta desde la línea de salida. Yo mismo, pues, miro por mis amores, en los que me abraso, y es a ti, joven más digna del cielo, a quien voy siguiendo. Digna del cielo, sí, pero ¡quédate todavía en la tierra o dime también a mí por dónde es el camino que lleva a los celestiales! Aquí estás, y muy poco es el tiempo que pasas al lado de tu mísero amante; y junto con mi espíritu, comienzan a removerse los mares. ¿De qué me sirve que no me separe de ti un extenso mar? ¿Acaso es menos obstáculo para nosotros esta estrecha franja de agua? Dudo si preferiría, apartado y lejos de todo el mundo, tener, con mi amada, lejos también mi esperanza.

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Litografía de Hero y Leandro en El Mundo Ilustrado

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Cleobis y Bitón (1649), óleo sobre lienzo de 61 x 74 cm, de Nicolas Loir. Museo de Bellas Artes de Budapest

Seguimos con las fuentes clásicas sobre el rey Creso de Lidia. Estábamos con la Suda y veíamos que la entrada kappa 2499 tomaba, a su vez, como fuente a Heródoto, Historias I, 30-31. Ofrecimos en el anterior capítulo el párrafo 30. Aquí está el 31

ὣς δὲ τὰ κατὰ τὸν Τέλλον προετρέψατο ὁ Σόλων τὸν Κροῖσον εἴπας πολλά τε καὶ ὀλβία, ἐπειρώτα τίνα δεύτερον μετ᾽ ἐκεῖνον ἴδοι, δοκέων πάγχυ δευτερεῖα γῶν οἴσεσθαι. ὃ δ᾽ εἶπε «Κλέοβίν τε καὶ Βίτωνα. Τούτοισι γὰρ ἐοῦσι γένος Ἀργείοισι βίος τε ἀρκέων ὑπῆν, καὶ πρὸς τούτῳ ῥώμη σώματος τοιήδε· ᾿Αεθλοφόροι τε ἀμφότεροι ὁμοίως ἦσαν, καὶ δὴ καὶ λέγεται ὅδε ὁ λόγος. ᾿Εούσης ὁρτῆς τῇ Ἥρῃ τοῖσι Ἀργείοισι ἔδεε πάντως τὴν μητέρα αὐτῶν ζεύγεϊ κομισθῆναι ἐς τὸ ἱρόν, οἱ δέ σφι βόες ἐκ τοῦ ἀγροῦ οὐ παρεγίνοντο ἐν ὥρῃ· ᾿Εκκληιόμενοι δὲ τῇ ὥρῃ οἱ νεηνίαι ὑποδύντες αὐτοὶ ὑπὸ τὴν ζεύγλην εἷλκον τὴν ἅμαξαν, ἐπὶ τῆς ἁμάξης δέ σφι ὠχέετο ἡ μήτηρ· Σταδίους δὲ πέντε καὶ τεσσεράκοντα διακομίσαντες ἀπίκοντο ἐς τὸ ἱρόν.

Como Solón, con su relato sobre la gran dicha de Telo, había suscitado la curiosidad de Creso, éste le preguntó, entonces, quién era, entre los hombres que había conocido, el segundo después de Telo, en la plena convicción de que, al menos, se llevaría el segundo lugar. Pero Solón respondió: «Cléobis y Bitón. Estos individuos, que eran naturales de Argos, contaban con suficientes medios de vida y, además, con un vigor corporal de unas proporciones tales, que ambos eran a la par campeones atléticos; más aún, de ellos se cuenta la siguiente historia. Con ocasión de celebrar los argivos una fiesta en honor de Hera, su madre tenía que ser ineludiblemente trasladada en carro al santuario, pero sus bueyes no habían regresado del campo a la hora debida. Entonces los jóvenes, como el tiempo apremiaba, se uncieron ellos mismos a la gamella y arrastraron el carro, sobre el que iba su madre, llegando al santuario después de haber recorrido cuarenta y cinco estadios (8 km., y además cuesta arriba, pues el Hereo, en el camino de Argos a Micenas, a 5 km, de esta última, estaba situado, respecto al nivel del mar, a más altura que Argos).

Ταῦτα δέ σφι ποιήσασι καὶ ὀφθεῖσι ὑπὸ τῆς πανηγύριος τελευτὴ τοῦ βίου ἀρίστη ἐπεγένετο, διέδεξέ τε ἐν τούτοισι ὁ θεὸς ὡς ἄμεινον εἴη ἀνθρώπῳ τεθνάναι μᾶλλον ἢ ζώειν. Ἀργεῖοι μὲν γὰρ περιστάντες ἐμακάριζον τῶν νεηνιέων τὴν ῥώμην, αἱ δὲ Ἀργεῖαι τὴν μητέρα αὐτῶν, οἵων τέκνων ἐκύρησε·

῾Η δὲ μήτηρ περιχαρής ἐοῦσα τῷ τε ἔργῳ καὶ τῇ φήμῃ, στᾶσα ἀντίον τοῦ ἀγάλματος εὔχετο Κλεόβι τε καὶ Βίτωνι τοῖσι ἑωυτῆς τέκνοισι, οἵ μιν ἐτίμησαν μεγάλως, τὴν θεὸν δοῦναι τὸ ἀνθρώπῳ τυχεῖν ἄριστον ἐστί. Μετὰ ταύτην δὲ τὴν εὐχὴν ὡς ἔθυσάν τε καὶ εὐωχήθησαν, κατακοιμηθέντες ἐν αὐτῷ τῷ ἱρῷ οἱ νεηνίαι οὐκέτι ἀνέστησαν ἀλλ᾽ ἐν τέλεϊ τούτῳ ἔσχοντο. Ἀργεῖοι δὲ σφέων εἰκόνας ποιησάμενοι ἀνέθεσαν ἐς Δελφοὺς ὡς ἀριστῶν γενομένων.»

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Cleobis y Bitón, kouroi  de época arcaica (identificados por inscripciones en la base); dedicadas a Delfos por la ciudad de Argos. Firmadas por Polimedes de Argos. Mármol, ca. 580 a. C. 216 y 218 cm. de altura. Museo Arqueológico de Delfos

Y, una vez realizada esta proeza a la vista de todos los asistentes, tuvieron para sus vidas el fin más idóneo y en sus personas la divinidad hizo patente que para el hombre es mucho mejor estar muerto que vivo. Resulta que los argivos, rodeando a los muchachos, los felicitaban por su fuerza; y, por su parte, las argivas lo hacían con su madre por tener unos hijos como aquéllos. La madre, entonces, exultante por la proeza y los elogios, pidió con fervor a la diosa, de pie ante su imagen, que concediera a Cléobis y Bitón, sus hijos que tanto la habían honrado, el don más preciado que alcanzar puede el hombre. Tras esta súplica, y una vez concluidos los sacrificios rituales y el banquete, los muchachos se echaron a descansar en el propio santuario y ya no se levantaron: ese fue el fin que tuvieron. Y los argivos mandaron hacer unas estatuas de ellos (sus estatuas – dos kuroi del siglo VI a. C. – se descubrieron precisamente en Delfos) y las consagraron e Delfos, pues habían sido unos hombres excepcionales.

Más adelante, Heródoto nos ofrece unas preciosas palabras de Solón sobre la felicidad:

Οὐ γάρ τι ὁ μέγα πλούσιος μᾶλλον τοῦ ἐπ᾽ ἡμέρην ἔχοντος ὀλβιώτερος ἐστί, εἰ μή οἱ τύχη ἐπίσποιτο πάντα καλὰ ἔχοντα εὖ τελευτῆσαὶ τὸν βίον. Πολλοὶ μὲν γὰρ ζάπλουτοι ἀνθρώπων ἀνόλβιοι εἰσί, πολλοὶ δὲ μετρίως ἔχοντες βίου εὐτυχέες.

Porque una persona sumamente rica no es, desde luego, más dichosa que otra que viva al día, a no ser que la fortuna, en medio de su completa felicidad, le acompañe hasta llevar a buen fin su vida. En efecto, muchos hombres inmensamente ricos son desgraciados, en tanto que muchos otros, con medios de vida modestos, son afortunados.

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Solon (1474), óleo sobre lienzo de Pedro de Berruguet Joos van Wassenhove (Justo de Gante), originariamente en la galería de hombres ilustres del Palacio Ducal de Urbino.

Al final de la entrada se cita a Claudio Eliano. Encontramos la cita en el Fragmento 67 (23-24) de Περὶ θείων ἐναργειῶν (Sobre las manifestaciones divinas) en la edición de Jacoby:

ὃ δὲ Σόλων τῆς παρούσης τῷ Κροίσῳ τύχης κατεφρόνησεν, ἐκέλευσέ τε τοῦ βίου παντὸς τὸ τέλος ἀναμένειν μηδὲ προπηδᾶν, μηδὲ ἐπειγόμενον τοῖς εὐδαίμοσιν ἑαυτὸν ἐγκαταγράφειν· ἀτέκμαρτα γὰρ καὶ ἄδηλα εἶναι τὰ ἀνθρώπινα, ἕως ἂν ἑκάστῳ ἡ ψυχὴ ἔσω τοῦ τῶν ὀδόντων ἕρκους ᾖ.

Y Solón despreció la fortuna de Creso, y le indicó que esperara al final de toda la vida y no se adelantara, ni que, ansioso, se contara entre los afortunados. Pues las cosas humanas son oscuras e inciertas, hasta que el alma de cada uno esté dentro del cerco de los dientes.

ὃ δὲ πεῖραν καθιεὶς καὶ ἐπιβουλεύων ἐλέγξαι πανταχόθεν, τὰ τοῦ λέβητος καὶ τῆς χελώνης καὶ τοῦ ἀρνοῦ ἐν Λυδοῖς ἐπαλαμᾶτο.

Y él poniendo en práctica una trama para poner en evidencia (al oráculo) a toda costa, mezcló en Lidia muy hábilmente en una olla carne de tortuga y de cordero.

ἀναθήμασι σοβαροῖς ἐκόσμησε τὸν νεών.

Y adornó el templo con ofrendas impresionantes.

ὑπὲρ τῶν μελλόντων ἀτρέπτως τε καὶ παναληθῶς προθεσπίζουσα.

Prediciendo sobre los hechos futuros constantemente y con toda verdad.

κελεύσαντος Κύρου ἵνα καταπρησθῇ ζῶν. ὃ δὲ ἀνηνέγκατο ἄρα στενάξας, καὶ ἐς τρὶς ἐκάλεσε τὸν Σόλωνα.

αἰθρίας γὰρ οὔσης καὶ πανηλίου ἡμέρας ἄφνω καὶ ἀδοκήτως νέφη συνδραμεῖν οἷα δήπου βαθύτατα, καὶ καταρρῆξαι πάμπολυν ὑετόν.

Y Ciro ordenó que fuera quemado vivo. Y él entonces, tras un gemido suspiró y llamó a Solón tres veces.

Pues estando raso y siendo de día a pleno sol repentina e imprevistamente se presentaron una nubes densísimas y descargaron una abundante lluvia

En Heródoto I, 87, 2 encontramos también la referencia a la tormenta que apagó la pira:

ἐκ δὲ αἰθρίης τε καὶ νηνεμίης συνδραμεῖν ἐξαπίνης νέφεα καὶ χειμῶνά τε καταῤῥαγῆναι καὶ ὗσαι ὕδατι λαβροτάτῳ, κατασβεσθῆναί τε τὴν πυρήν.

De pronto, en un cielo despejado y sereno, se amontonaron nubes, estalló una tormenta, descargó un fuerte aguacero y se apagó la hoguera.

claudioelianovariahistoria

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UraniaJohannHeinrichTischbein

Urania (1782), óleo sobre lienzo, de 37 x 46 cm., obra de Johann Heinrich von Tischbein. Neue Galerie – Museumslandschaft Hessen Kassel  (Germany – Kassel)

Terminábamos nuestro anterior capítulo de esta serie sobre Cernuda clásico con una interpretación de Beatriz Ibáñez a propósito del poema Urania en el que la autora se refería a la Afrodita Urania platónica. Por eso, conviene que aportemos el fragmento de El Banquete (181b-c) platónico al que alude nuestra autora:

Ὁ μὲν οὖν τῆς Πανδήμου Ἀφροδίτης ὡς ἀληθῶς πάνδημός ἐστι καὶ ἐξεργάζεται ὅ τι ἂν τύχῃ· καὶ οὗτός ἐστιν ὃν οἱ φαῦλοι τῶν ἀνθρώπων ἐρῶσιν. ἐρῶσι δὲ οἱ τοιοῦτοι πρῶτον μὲν οὐχ ἧττον γυναικῶν ἢ παίδων, ἔπειτα ὧν καὶ ἐρῶσι τῶν σωμάτων μᾶλλον ἢ τῶν ψυχῶν, ἔπειτα ὡς ἂν δύνωνται ἀνοητοτάτων, πρὸς τὸ διαπράξασθαι μόνον βλέποντες, ἀμελοῦντες δὲ τοῦ καλῶς ἢ μή· ὅθεν δὴ ξυμβαίνει αὐτοῖς ὅ τι ἂν τύχωσι τοῦτο πράττειν, ὁμοίως μὲν ἀγαθόν, ὁμοίως δὲ τοὐναντίον. ἔστι γὰρ καὶ ἀπὸ τῆς θεοῦ νεωτέρας τε οὔσης πολὺ ἢ τῆς ἑτέρας, καὶ μετεχούσης ἐν τῇ γενέσει καὶ θήλεος καὶ ἄῤῥενος. ὁ δὲ τῆς Οὐρανίας πρῶτον μὲν οὐ μετεχούσης θήλεος ἀλλ᾽ ἄῤῥενος μόνον [καὶ ἔστιν οὗτος ὁ τῶν παίδων ἔρως] ἔπειτα πρεσβυτέρας, ὕβρεως ἀμοίρου· ὅθεν δὴ ἐπὶ τὸ ἄῤῥεν τρέπονται οἱ ἐκ τούτου τοῦ ἔρωτος ἔπιπνοι, τὸ φύσει ἐῤῥωμενέστερον καὶ νοῦν μᾶλλον ἔχον ἀγαπῶντες

Charles_Gleyre_-_Venus_Pandemos

Venus Pandemos (1854) de Charles Gleyre

Por tanto, el Eros de Afrodita Pandemo es, en verdad, vulgar y lleva a cabo lo que se presente. Éste es el amor con el que aman los hombres ordinarios. Tales personas aman, en primer lugar, no menos a las mujeres que a los mancebos; en segundo lugar, aman en ellos más sus cuer­pos que sus almas y, finalmente, aman a los menos inteli­gentes posible, con vistas sólo a conseguir su propósito, despreocupándose de si la manera de hacerlo es bella o no. De donde les acontece que realizan lo que se les pre­sente al azar, tanto si es bueno como si es lo contrario. Pues tal amor proviene de la diosa que es mucho más jo­ven que la otra y que participa en su nacimiento de hembra y varón (1). El otro, en cambio, procede de Urania, que, en primer lugar, no participa de hembra, sino únicamente de varón (2) -y es éste el amor de los mancebos (3)-, y, en segundo lugar, es más vieja y está libre de violencia. De aquí que los inspirados por este amor se dirijan preci­samente a lo masculino, al amar lo que es más fuerte por naturaleza y posee más inteligencia.

La traducción es de M. Martínez Hernández, en Gredos que aporta estas notas:

1 Es decir, Zeus y Dione.

2 Urano, que es mutilado por Crono mucho antes de que naciera Zeus, hijo de éste.

3 Esta frase se ha considerado tradicionalmente como una glosa interpolada.

Anotada esta atribución de la dedicataria del poema a la Afrodita Urania, nosotros preferimos la opción de la musa Urania, entre otras cosas por el verso 12 (atenta a la armonía de los astros) y especialmente el verso 16 (Musa la más divina de las nueve). Por ello nos centraremos en ella.

Hesíodo, en Teogonía 53 y siguientes, nos habla del nacimiento de las Musas:

Musas

Atenea junto a las Musas (ca. 1560) de Frans Floris

τὰς ἐν Πιερίῃ Κρονίδῃ τέκε πατρὶ μιγεῖσα

Μνημοσύνη, γουνοῖσιν Ἐλευθῆρος μεδέουσα,

λησμοσύνην τε κακῶν ἄμπαυμά τε μερμηράων.

ἐννέα γάρ οἱ νυκτὸς ἐμίσγετο μητίετα Ζεὺς

νόσφιν ἀπ᾽ ἀθανάτων ἱερὸν λέχος εἰσαναβαίνων·

ἀλλ᾽ ὅτε δή ῥ᾽ ἐνιαυτὸς ἔην, περὶ δ᾽ ἔτραπον ὧραι

μηνῶν φθινόντων, περὶ δ᾽ ἤματα πόλλ᾽ ἐτελέσθη,

ἣ δ᾽ ἔτεκ᾽ ἐννέα κούρας ὁμόφρονας, ᾗσιν ἀοιδὴ

μέμβλεται ἐν στήθεσσιν, ἀκηδέα θυμὸν ἐχούσαις,

τυτθὸν ἀπ᾽ ἀκροτάτης κορυφῆς νιφόεντος Ὀλύμπου.

[ἔνθα σφιν λιπαροί τε χοροὶ καὶ δώματα καλά.

πὰρ δ᾽ αὐτῇς Χάριτές τε καὶ Ἵμερος οἰκί᾽ ἔχουσιν

ἐν θαλίῃς· ἐρατὴν δὲ διὰ στόμα ὄσσαν ἱεῖσαι

μέλπονται πάντων τε νόμους καὶ ἤθεα κεδνὰ

ἀθανάτων κλείουσιν, ἐπήρατον ὄσσαν ἱεῖσαι.]

Las alumbró en Pieria, amancebada con el padre Crónida, Mnemósine, señora de las colinas de Eleuter, como olvido de males y remedio de preocupaciones. Nueve noches se unió con ella el prudente Zeus subiendo a su lecho sagrado, lejos de los Inmortales. Y cuando ya era el momento y dieron la vuelta las estaciones, con el paso de los meses, y se cumplieron muchos días, nueve jóvenes de iguales pensamientos, interesadas sólo por el canto y con un corazón exento de dolores en su pecho, dio a luz aquella, cerca de la más alta cumbre del nevado olimpo.

Allí forman alegres coros y habitan suntuosos palacios. Junto a ellas viven, entre fiestas, las Gracias e Hímero. Y una deliciosa voz lanzando por su boca, cantan y celebran las normas y sabias costumbres de todos los Inmortales, [lanzando al viento su encantadora voz]

musesteatre

Las nueve Musas en el arco del escenario del Teatro Principal de Castellón

Más adelante aporta sus nombres (75-79):

ταῦτ᾽ ἄρα Μοῦσαι ἄειδον, Ὀλύμπια δώματ᾽ ἔχουσαι,

ἐννέα θυγατέρες μεγάλου Διὸς ἐκγεγαυῖαι,

Κλειώ τ᾽ Εὐτέρπη τε Θάλειά τε Μελπομέενη τε

Τερψιχόρη τ᾽ Ἐρατώ τε Πολύμνιά τ᾽ Οὐρανίη τε

Καλλιόπη θ᾽· ἣ δὲ προφερεστάτη ἐστὶν ἁπασέων.

Esto cantaban las Musas que habitan las mansiones olímpicas, las nueve hijas nacidas del poderoso Zeus: Clio, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Caliope. Esta es la más importante de todas, pues ella asiste a los venerables reyes.

La traducción es de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díaz, en Gredos.

Los traductores, autores también de la introducción y notas, nos ofrecen la traducción de los nombres en nota al pie:

Los nueve nombres que nos da Hesíodo significan respectivamente: La que da fama, La muy encantadora, La festiva, La que canta, La que ama el baile, La deliciosa, La de variados himnos, La celestial y La de bella voz.

Celestial, eso significa Urania (Οὐρανίη).

Más adelante añaden en su nota al pie:

En cuanto al origen del nombre Urania, Bruno Snell lo ha explicado por el adjetivo Olímpicas de v. 25, señalando que “Hesíodo significa con ello que la Poesía, como dice Homero, llega hasta el cielo hacia allí propagada por las Musas por encima del espacio y el tiempo”, pero nos parece más afortunada la explicación de Friedländer que se basa en la frase “que reina en el cielo” de v. 71.

Hasta aquí las notas al pie en la edición de Gredos.

uraniateatrocastellon

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bucefalo3

En el anterior capítulo nos referíamos al texto del capítulo 2, del libro V de las Noctes Atticae de Aulo Gelio en el que se hablaba de la muerte de Bucéfalo, de algunas de sus particularidades y de cómo le fue dedicada una ciudad, que es la actual Jhelum en el Panyab paquistaní.

Respecto a la muerte de Bucéfalo, Flavio Arriano, en su Anábasis de Alejandro Magno V, 19, nos dice que no fue por causa de herida alguna, sino por el cansancio y su edad, pues ya tenía 30 años:

῞Ινα δὲ ἡ μἀχη ξυνέβη καὶ ἔνθεν ὁρμηθεὶς ἐπέρασε τὸν ᾿Υδἀσπην ποταμὸν πόλεις ἔκτισεν ᾿Αλέξανδρος. καὶ τὴν μὲν Νίκαιαν τῆς νίκης τῆς κατ᾿ ᾿Ινδῶν ἐπώνυμον ὠνόμασε, τὴν δὲ Βουκεφάλαν ἐς τοῦ ἵππου τοῦ  Βουκεφάλα τὴν μνήμην, ὃς ἀπέθανεν αὐτοῦ, οὐ βληθεὶς πρὸς οὐδενός, ἀλλἀ ὑπὸ καύματος τε καὶ ἡλικίας (ἦν γὰρ ἀμφὶ τὰ τριάκοντα ἔτη) καματηρὸς γενόμενος, πολλὰ δὲ πρόσθεν ξυγκαμών τε καὶ συγκινδυνεύσας ᾿Αλεξάνδρῳ, ἀναβαινόμενός τε πρὸς μόνου ᾿Αλεξάνδρου [ὁ Βουκεφάλας οὗτος], ὅτι τοὺς ἄλλους πάντας ἀπηξίου ἀμβάτας, καὶ μεγέθει μέγας καὶ τῷ θυμῷ γενναῖος. σημεῖον δέ οἱ ἦν βοὸς κεφαλὴ ἐγκεχαραγμένη, ἐφ᾿ ὅτῳ καὶ τὸ ὄνομα τοῦτο λέγουσιν ὅτι ἔφερεν· οἱ δὲ λέγουσιν ὅτι λευκὸν σῆμα εἶχεν ἐπὶ τῆς κεφαλῆς, μέλας ὢν αὐτός, ἐς βοὸς κεφαλὴν μάλιστα εἰκασμένον. οὗτος ὁ ἵππος ἐν τῇ Οὐξίων χώρᾳ ἀφανὴς ἐγένετο ᾿Αλεξάνδρῳ, καὶ ᾿Αλέξανδρος προεκήρυξεν ἀνὰ τὴν χώραν πάντας ἀποκτενεῖν Οὐξίους, εἰ μὴ ἀπάξουσιν αὐτῷ τὸν ἵππον· καὶ ἀπήχθη εὐθὺς ἐπὶ τῷ κηρύγματι. τοσήδε μὲν σπουδὴ ᾿Αλεξάνδρῳ ἀμφ᾿ αὐτὸν ἦν, τόσος δὲ ᾿Αλεξάνδρου φόβος τοῖς βαρβάροις. καὶ ἐμοὶ ἐς τοσόνδε τετιμήσθω ὁ Βουκεφάλας οὗτος ᾿Αλεξάνδρου ἕνεκα.

Alejandro fundó dos ciudades, una donde la batalla se llevó a cabo, y la otra en el lugar donde se comenzó a cruzar el río Hidaspes; a la primera la llamó Nicea, en conmemoración de su victoria sobre los indios, y a la segunda Bucéfala en memoria de su caballo Bucéfalo, que murió allí, no por haber sido herido por cualquier arma, sino por los efectos de la fatiga y la vejez; contaba ya con una treintena de años y estaba muy desgastado por el agotamiento. Este Bucéfalo había compartido muchas penurias y peligros con Alejandro durante muchos años; no se dejaba montar por nadie que no fuera el rey, porque rechazaba a otros jinetes. Era a la vez de tamaño inusual y generoso de temple. La cabeza de un buey la tenía grabada como una marca distintiva, y, de acuerdo con algunos autores, ésa fue la razón por la que recibió aquel nombre; pero dicen otros que, aunque era negro por completo, tenía una mancha blanca en la testa que tenía un notorio parecido con la cabeza de un buey. En la tierra de los uxios, este caballo se lo robaron a Alejandro, quien inmediatamente envió una proclama por todo el país diciendo que iba a matar a todos los habitantes a menos que el caballo fuese devuelto. Como resultado de esta proclama, el animal fue traído de nuevo sin tardanza ante él. Lo cual ilustra cuan intenso era el cariño que Alejandro sentía por el caballo, y el grande temor a Alejandro que los bárbaros albergaban. Permitidme que rinda este pequeño homenaje de mi parte a este Bucéfalo por deferencia a su amo.

(La traducción se ha sacado de aquí.

 

AlejandroyPoro, detalle

Alejandro, detalle de Alejandro y Poro (1673), de Charles Le Brun

Todo este capítulo de Aulo Gelio tiene dos referentes textuales.

El primero, en orden cronológico, es la Historia Natural, libro VII, 42, 154 de Plinio el Viejo (23-79 d. C.). Aquí lo tenemos, con la traducción de Susana González Marín, en Cátedra:

Eidem Alexandro et equi magna raritas contigit. Bucephalan eum vocarunt sive ab aspectu torvo sive ab insigni taurini capitis armo inpressi. XIII talentis ferunt ex Philonici Pharsalii grege emptum, etiam tum puero capto eius decore. Neminem hic alium quam Alexandrum regio instratu ornatus recepit in sedem, alias passim recipiens. Idem in proeliis memoratae cuiusdam perhibetur operae, Thebarum oppugnatione vulneratus in alium transire Alexandrum non passus, multa praeterea eiusdem modi, propter quae rex defuncto ei duxit exequias urbemque tumulo circumdedit nomine eius.

(Plinio el Viejo, Historia Natural VIII, 42, 154)

A Alejandro le tocó en suerte un caballo de gran rareza. Bucéfalo le llamaron o por su aspecto feroz o por una marca en forma de una cabeza de toro en su lomo. Dicen que fue comprado por trece talentos procedente de la manada de Filónico de Farsalia; Alejandro, entonces todavía un niño, se había prendado de su belleza. El caballo, una vez engalanado con los arreos reales, no permitió que lo montara ningún otro más que Alejandro, mientras en otro tiempo se lo permitía a cualquiera. En los combates se cuenta de él cierta hazaña memorable: herido en el sitio de Tebas no toleró que Alejandro pasara a otro caballo; y ofreció muchos episodios similares por lo que, cuando murió, el rey le rindió funerales y situó alrededor de su tumba una ciudad con su nombre.

La traductora aporta estas notas:

Un talento son 6.000 dracmas.

El sitio de Tebas fue en el año 335 a. C.

Bucéfalo murió en la India herido en la batalla de Idaspe, en el 326 a. C., según algunos, y allí junto al río Jhelam, fundó Alejandro la ciudad de Bucéfala, cfr. Plinio 6, 77.

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Alejandro y Poro (1673), óleo sobre lienzo de 4’70 x 12, 64 m., de Charles Le Brun. Museo del Louvre, París. Galería Sully, 2º piso, sala 32

Nosotros aportamos este texto:

Hinc deinde accolunt Indum, adverso eo scandente demonstratione, Mathoae, Bolingae, Gallitalutae, Dimuri, Megari, Ardabae, Mesae, Abisari, Silae; mox deserta in CCL, quibus exuperatis Organagae, Abortae, Brasuertae, et ab his solitudines prioribus pares. dein Sorofages, Arbae, Marogomatrae, Umbritae Ceaeque, quorum XII nationes singulisque binae urbes, Asini, trium urbium incolae; caput eorum Bucephala, Alexandri regis equo, cui fuerat hoc nomen, ibi sepulto conditum.

Desde aquí en adelante habitan el Indo, según sabemos por claros indicios, los matoas, bolinges, galitalutas, dimuros, megaros, ardabas, mesas, abisaros y silas; después hay unos desiertos de doscientas cincuenta millas, pasados los cuales están los organagas, abortas, brasuertas, y desde ellos desiertos semejantes a los anteriores. Luego están los sorofages, arbas, marogomatras, umbritas y ceas, de los cuales hay trece naciones y dos ciudades cada una, y los asinos, habitantes de tres ciudades; su capital es Bucéfala, edificada en memoria del caballo del rey Alejandro, que tuviera este nombre, allí sepultado.

jhelumciudad

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icaremarkevitch

Terminamos con éste los artículos dedicados al vuelo de Ícaro, a propósito de las dos obras (música de ballet y poema sinfónico) que compuso Igor Markevitch, la segunda de las cuales se escuchó en el programa radiofónico El mundo de la fonografía, que dirige José Luis Pérez de Arteaga en Radio Clásica.

Como fuentes sobre el mito hemos traído aquí a Apolodoro, Jenofonte, Luciano de Samosata, Pausanias, Arriano, Estrabón e Higino.

No puede faltar casi nunca Ovidio, con sus Metamorfosis. En este caso la historia de Dédalo e Ícaro aparece en el libro VIII, 183-235. Ofrecemos dos fragmentos:

(…) Puer Icarus una

stabat et, ignarus sua se tractare pericla,

ore renidenti modo, quas vaga moverat aura,

captabat plumas, flavam modo pollice ceram

mollibat lusuque suo mirabile patris

impediebat opus. Postquam manus ultima coepto

inposita est, geminas opifex libravit in alas

ipse suum corpus motaque pependit in aura;

Instruit et natum ‘medio’ que ‘ut limite curras,

Icare,’ ait ‘moneo, ne, si demissior ibis,

unda gravet pennas, si celsior, ignis adurat:

inter utrumque vola.

frederichleighton-dedalo-e-icaro-1869

Daedalus and Icarus (ca. 1869), óleo sobre lienzo de 138 x 106 cm, de Lord Frederick Leighton (1830-1896). Colección privada

Junto a él se encontraba el niño Ícaro, y, sin saber que estaba manejando su propio peligro, ya con gozoso semblante se apoderaba de las plumas que una brisa pasajera había dispersado, ya moldeaba la cera con el pulgar y con su juego estorbaba el admirable trabajo de su padre. Una vez que la obra hubo recibido la última mano, el artífice balanceó su propio cuerpo sobre las dos alas, y agitando los aires se cernió en ellos; dio también instrucciones a su hijo diciéndole: “Te advierto, Ícaro, que debes correr siguiendo una línea central, para evitar que las olas hagan pesadas las plumas si vas demasiado bajo, y que el fuego las haga arder si demasiado alto: vuela entre ambos extremos (…)”.

Hos aliquis tremula dum captat harundine pisces,

aut pastor baculo stivave innixus arator

vidit et obstipuit, quique aethera carpere possent,

credidit esse deos. Et iam Iunonia laeva

parte Samos (fuerant Delosque Parosque relictae)

dextra Lebinthos erat fecundaque melle Calymne,

cum puer audaci coepit gaudere volatu

deseruitque ducem caelique cupidine tractus

altius egit iter. Rapidi vicinia solis

mollit odoratas, pennarum vincula, ceras;

tabuerant cerae: nudos quatit ille lacertos,

remigioque carens non ullas percipit auras,

oraque caerulea patrium clamantia nomen

excipiuntur aqua, quae nomen traxit ab illo.

Los vio alguien que estaba tratando de sorprender peces con temblorosa caña, o algún pastor apoyado en el báculo, o algún labrador en la esteva, y se quedaron atónitos y creyeron que eran dioses quienes así podían surcar el aire. Y ya tenían a su izquierda Samos, la isla de Juno (Delos y Paros habían quedado atrás), y a la derecha Lebinto y a Calimna feraz en miel, cuando el muchacho empezó a gozarse en su atrevido vuelo, abandonó a su guía, y, arrastrado por la pasión de surcar el cielo, levantó más su trayectoria. La vecindad del ardiente sol ablanda la aromática cera que sujetaba las plumas; la cera se ha derretido: agita él sus brazos desnudos, y, desprovisto de los remos, no hace presa en aire alguno, y aquella boca que gritaba el nombre de su padre viene a sumergirse en las azules aguas, que de él tomaron nombre.

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La caduta di Icaro (1606-1607), óleo sobre cobre de 40 x 52 cm, de Carlo Saraceni. Museo Nazionale di Capodimonte, Nápoles, sala 22.

La traducción es de Antonio Ruiz de Elvira, en la colección Alma Mater del CSIC.

El último de los escritores a los que recurrimos en estas fuentes es Diodoro Sículo que en su Biblioteca Histórica IV, 77, 9 también se refiere a Ícaro:

τὸν οὖν Δαίδαλον πυθόμενον τὴν ἀπειλὴν τοῦ Μίνωος διὰ τὴν κατασκευὴν τῆς βοός φασι φοβηθέντα τὴν ὀργὴν τοῦ βασιλέως ἐκ τῆς Κρήτης ἐκπλεῦσαι, συνεργούσης τῆς Πασιφάης καὶ πλοῖον δούσης πρὸς τὸν ἔκπλουν. Μετὰ δὲ τούτου τὸν υἱὸν ῎Ικαρον φυγόντα κατενεχθῆναι πρός τινα νῆσον πελαγίαν, πρὸς ἣν τὸν ῎Ικαρον παραβόλως ἀποβαίνοντα πεσεῖν εἰς θάλατταν καὶ τελευτῆσαι, ἀφ᾿ οὗ καὶ τὸ πέλαγος ᾿Ικάριον ὀνομασθῆναι καὶ τὴν νῆσον ᾿Ικαρίαν κληθῆναι. τὸν δὲ Δαίδαλον ἐκ τῆς νήσου ταύτης ἐκπλεύσαντα κατενεχθῆναι τῆς Σικελίας πρὸς χώραν ἧς βασιλεύοντα Κώκαλον ἀναλαβεῖν τὸν Δαίδαλον, καὶ διὰ τὴν εὐφυΐαν καὶ δόξαν ποιήσασθαι φίλον ἐπὶ πλέον.

Dicen que Dédalo, al enterarse de la amenaza de Minos por la construcción de la vaca, por temor a la ira del rey huyó por mar de Creta, colaborando con él Pasífae y proporcionándole un barco para su huida. Y que con él huyó su hijo Ícaro y se detuvieron en una isla en mar abierto, y que Ícaro al desembarcar en ella de forma temeraria cayó al mar y murió, por lo que el mar se denominó Icario y la isla fue llamada Icaria. Sin embargo Dédalo tras zarpar de esta isla arribó a Sicilia, al territorio sobre el que reinaba Cócalo, que acogió a Dédalo y por su talento y fama lo hizo su amigo íntimo.

τινὲς δὲ μυθολογοῦσι, κατὰ τὴν Κρήτην ἔτι Δαιδάλου διατρίβοντος καὶ ὑπὸ τῆς Πασιφάης κρυπτομένου, Μίνωα μὲν τὸν βασιλέα βουλόμενον τιμωρίας ἀξιῶσαι τὸν Δαίδαλον, καὶ μὴ δυνάμενον εὑρεῖν, τά τε πλοῖα πάντα τὰ κατὰ τὴν νῆσον ἐρευνᾶν καὶ χρημάτων πλῆθος ἐπαγγέλλεσθαι δώσειν τῷ τὸν Δαίδαλον ἀνευρόντι. ἐνταῦθα τὸν Δαίδαλον ἀπογνόντα τὸν διὰ τῶν πλοίων δρασμόν, κατασκευάσαι παραδόξως πτέρυγας πεφιλοτεχνημένας καὶ διὰ κηροῦ θαυμαστῶς ἠσκημένας· ἐπιθέντα δὲ ταύτας τῷ τε τοῦ υἱοῦ σώματι καὶ τῷ ἑαυτοῦ παραδόξως ἐκπετασθῆναι καὶ διαδρᾶναι τὸ πλησίον τῆς Κρήτης νήσου πέλαγος.

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El vuelo de Ícaro, fresco de Giovanni Stefano Danedi, en la Sala de la Mitología, Villa Frisiani Mereguetti, Corbetta (Milán)

Pero algunos mitógrafos relatan así la historia: Dédalo permaneció durante un tiempo en Creta, ocultado por Pasífae, y el rey Minos, deseando tomarse la venganza de Dédalo y no pudiendo hallarlo, buscó todos los barcos que había en la isla y anunció que daría una gran cantidad de dinero al que descubriera a Dédalo. Entonces, Dédalo, desesperando de la huida por barco, construyó admirablemente unas alas hábilmente diseñadas y maravillosamente fijadas con cera y colocándolas en el cuerpo de su hijo y en el suyo propio huyó volando de forma increíble y escapó por el mar cercano a la isla de Creta.

καὶ τὸν μὲν ῎Ικαρον διὰ τὴν νεότητα μετέωρον τὴν πτῆσιν ποιούμενον πεσεῖν εἰς τὸ πέλαγος, τακέντος διὰ τὸν ἥλιον τοῦ συνέχοντος τὰς πτέρυγας κηροῦ, αὐτὸν δὲ παρὰ τὴν θάλατταν πετόμενον καὶ παρ᾿ ἕκαστον τέγγοντα τὰς πτέρυγας διασωθῆναι παραδόξως εἰς τὴν Σικελίαν.

Pero Ícaro, por la inexperiencia de su juventud, voló demasiado alto y cayó al mar, al derretirse la cera que mantenía unidas las alas por la acción del sol, mientras que Dédalo, al volar cerca del mar y humedecer constantemente las alas, se salvó de forma increíble y llegó a Sicilia.

Y una leve alusión la hallamos en Suetonio, Vida de los Doce Césares, Nerón, 12, 2. Del fragmento podemos colegir cuál era el cariz de los espectáculos montados en la arena del anfiteatro. En este caso, se representó la infausta cópula de un toro con una novilla de madera, en la cual algunos pensaban que se escondía una actriz que hacía de Pasífae. También pudieron ver los espectadores una recreación del vuelo de Ícaro, pero el actor que hacía de hijo de Dédalo no tenía demasiada pericia y aterrizó, a las primeras de cambio, junto al palco imperial, salpicando de sangre al propio Nerón. Conociendo al personaje, debió entrarle un ataque de locura. Suetonio no lo dice, pero temo por el infortunado actor.

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Dédalo e Ícaro (1777), óleo sobre lienzo de 196 x 145 cm, de Pyotr Ivanovich Sokolov (1753—1791). Galería Tretyakov, Moscú

Exhibuit et naumachiam marina aqua innantibus beluis; item pyrrichas quasdam e numero epheborum, quibus post editam operam diplomata civitatis Romanae singulis optulit. Inter pyrricharum argumenta taurus Pasiphaam ligneo iuvencae simulacro abditam iniit, ut multi spectantium crediderunt; Icarus primo statim conatu iuxta cubiculum eius decidit ipsumque cruore respersit. Nam perraro praesidere, ceterum accubans, parvis primum foraminibus, deinde toto podio adaperto spectare consueverat.

Ofreció asimismo una naumaquia con monstruos marinos nadando en agua salada, y unas danzas pírricas ejecutadas por efebos, que recibieron individualmente, al término de la representación el diploma de la ciudadanía romana. Entre los temas escenificados en estas danzas, un toro montó a Pasífae, escondida dentro de una novilla de madera según creyeron muchos espectadores; Ícaro, al primer intento, cayó cerca del palco de Nerón y salpicó al emperador de sangre. En efecto, éste no solía presidir el espectáculo más que en muy contadas ocasiones; por lo general lo presenciaba tendido en un lecho, al principio a través de pequeñas aberturas y luego con el podio totalmente descubierto.

La traducción es de Rosa Mª Agudo Cubas, en Gredos.

Hasta aquí las fuentes sobre Ícaro. Y, por supuesto, al final de nuestros artículos ofrecemos la obra de Markevitch, que los inspiró.

 

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