Tras ofrecer en el anterior capítulo de esta serie un resumen de la introducción, a cargo de Elisa Ruiz, a su edición en Gredos de los Caracteres de Teofrasto, vamos
con los dos capítulos que nos interesan.
Teofrasto, en efecto, en sus Caracteres, dedica dos capítulos a dos “defectos” que, según decía Elisa Ruiz en su introducción, podrían parecer lo mismo, pues habla de la charlatanería en el capítulo 3 y de la locuacidad en el 7. Veamos cómo las diferencia:
ΑΔΟΛΕΣΧΙΑΣ Γ’
Ἡ δὲ ἀδολεσχία ἐστὶ μὲν διήγησις λόγων μακρῶν καὶ ἀπροβουλεύτων, ὁ δὲ ἀδολέσχης τοιοῦτός ἐστιν, [2] οἷος, ὃν μὴ γινώσκει, τούτῳ παρακαθεζόμενος πλησίον πρῶτον μὲν τῆς αὑτοῦ γυναικὸς εἰπεῖν ἐγκώμιον· εἶτα ὃ τῆς νυκτὸς εἶδεν ἐνύπνιον, τοῦτο διηγήσασθαι· εἶθ’ ὧν εἶχεν ἐπὶ τῷ δείπνῳ, τὰ καθ’ ἕκαστα διεξελθεῖν. [3] εἶτα δὴ προχωροῦντος τοῦ πράγματος λέγειν, ὡς πολὺ πονηρότεροί εἰσιν οἱ νῦν ἄνθρωποι τῶν ἀρχαίων, καὶ ὡς ἄξιοι γεγόνασιν οἱ πυροὶ ἐν τῇ ἀγορᾷ, καὶ ὡς πολλοὶ ἐπιδημοῦσι ξένοι, καὶ τὴν θάλατταν ἐκ Διονυσίων πλόϊμον εἶναι, καὶ εἰ ποιήσειεν ὁ Ζεὺς ὕδωρ πλεῖον, τὰ ἐν τῇ γῇ βελτίω ἔσεσθαι, καὶ ὃ ἀγρὸν εἰς νέωτα γεωργήσει, καὶ ὡς χαλεπόν ἐστι τὸ ζῆν, καὶ ὡς Δάμιππος μυστηρίοις μεγίστην δᾷδα ἔστησεν, καὶ πόσοι εἰσὶ κίονες τοῦ Ὠιδείου, καὶ Χθὲς ἤμεσα, καὶ Τίς ἐστιν ἡμέρα τήμερον; [4] κἂν ὑπομένῃ τις αὐτόν, μὴ ἀφίστασθαι, [καὶ] ὡς Βοηδρομιῶνος μέν ἐστι τὰ μυστήρια, Πυανοψιῶνος δὲ τἀπατούρια, Ποσιδεῶνος δὲ [τὰ] κατ’ ἀγροὺς Διονύσια. [5] [Παρασείσαντα δὴ δεῖ τοὺς τοιούτους τῶν ἀνθρώπων καὶ διαράμενον ἀπαλλάττεσθαι, ὅστις ἀπύρευτος βούλεται εἶναι· ἔργον γὰρ συναρκεῖσθαι τοῖς μήτε σχολὴν μήτε σπουδὴν διαγινώσκουσιν.]
De la charlatanería.
La charlatanería es una propensión a hablar mucho y fuera de propósito. El charlatán es un individuo capaz de sentarse al lado de alguien a quien no conoce y, para empezar, le hace el canto de su propia esposa; luego, le cuenta lo que ha soñado la noche anterior; después, describe con todo lujo de detalles lo que tuvo para cenar. A continuación, pasando de un tema a otro, afirma que los hombres de hoy son mucho peores que los de antaño, y que el trigo en el mercado está a muy buen precio, y que hay una gran afluencia de extranjeros, y que a partir de las Dionisias el mar es de nuevo navegable, y que si Zeus mandara más lluvia, mejoraría la situación del campo, y lo que cultivará en su tierra el año próximo, y que la vida está difícil, y que Damipo ha consagrado una antorcha grandísima en los Misterios, y cuántas son las columnas del Odeón, y “Ayer vomité” y “¿Qué día es hoy?”. Si se le aguanta, él no ceja: “en el mes de Boedromión se celebran los Misterios; en el de Pianepsión, las Apaturias, y en el de Posideón, las Dionisias rurales”.
[Es preciso huir a todo meter de tales individuos, si se quiere evitar una calentura. Pues resulta trabajoso pararle los pies a los que no distinguen entre la actividad y el ocio].
ΛΑΛΙΑΣ Ζ’
Ἡ δὲ λαλιά, εἴ τις αὐτὴν ὁρίζεσθαι βούλοιτο, εἶναι ἂν δόξειεν ἀκρασία τοῦ λόγου, ὁ δὲ λάλος τοιοῦτός τις, [2] οἷος τῷ ἐντυγχάνοντι εἰπεῖν, ἂν ὁτιοῦν πρὸς αὐτὸν φθέγξηται, ὅτι οὐθὲν λέγει καὶ ὅτι αὐτὸς πάντα οἶδεν καὶ, ἂν ἀκούῃ αὐτοῦ, μαθήσεται· καὶ μεταξὺ δὲ ἀποκρινομένῳ ἐπιβάλλειν εἴπας· Σὺ μὴ ἐπιλάθῃ, ὃ μέλλεις λέγειν, καὶ Εὖ γε, ὅτι με ὑπέμνησας, καὶ Τὸ λαλεῖν ὡς χρήσιμόν που, καὶ Ὃ παρέλιπον, καὶ Ταχύ γε συνῆκας τὸ πρᾶγμα, καὶ Πάλαι σε παρετήρουν, εἰ ἐπὶ τὸ αὐτὸ ἐμοὶ κατενεχθήσῃ· καὶ ἑτέρας ἀρχὰς τοιαύτας πορίσασθαι, ὥστε μηδὲ ἀναπνεῦσαι τὸν ἐντυγχάνοντα. [3] καὶ ὅταν γε τοὺς καθ’ ἕνα ἀπογυμνώσῃ, δεινὸς καὶ ἐπὶ τοὺς ἀθρόους [καὶ] συνεστηκότας πορευθῆναι καὶ φυγεῖν ποιῆσαι μεταξὺ χρηματίζοντας. [4] καὶ εἰς τὰ διδασκαλεῖα δὲ καὶ εἰς τὰς παλαίστρας εἰσιὼν κωλύειν τοὺς παῖδας προμανθάνειν· τοσαῦτα καὶ προσλαλεῖν τοῖς παιδοτρίβαις καὶ διδασκάλοις. [5] καὶ τοὺς ἀπιέναι φάσκοντας δεινὸς προπέμψαι καὶ ἀποκαταστῆσαι εἰς τὴν οἰκίαν. [6] καὶ πυθόμενος [τὰ ἀπὸ] τῆς ἐκκλησίας ἀπαγγέλλειν, προσδιηγήσασθαι δὲ καὶ τὴν ἐπ’ Ἀριστοφῶντος τότε γενομένην τῶν ῥητόρων μάχην [καὶ τὴν Λακεδαιμονίοις ὑπὸ Λυσάνδρου], καὶ οὕς ποτε λόγους αὐτὸς εἴπας εὐδοκίμησεν ἐν τῷ δήμῳ, καὶ κατὰ τῶν πληθῶν γε ἅμα διηγούμενος κατηγορίαν παρεμβαλεῖν, ὥστε τοὺς ἀκούοντας ἤτοι ἐπιλαθέσθαι ἢ νυστάξαι ἢ μεταξὺ καταλιπόντας ἀπαλλάττεσθαι. [7] καὶ συνδικάζων δὲ κωλῦσαι κρῖναι καὶ συνθεωρῶν θεάσασθαι καὶ συνδειπνῶν φαγεῖν λέγων, ὅτι χαλεπὸν τῷ λάλῳ ἐστὶ σιωπᾶν, καὶ ὡς ἐν ὑγρῷ ἐστιν ἡ γλῶττα, καὶ ὅτι οὐκ ἂν σιωπήσειεν, οὐδ’ εἰ τῶν χελιδόνων δόξειεν εἶναι λαλίστερος. [8] καὶ σκωπτόμενος ὑπομεῖναι καὶ ὑπὸ τῶν αὑτοῦ παιδίων, ὅταν αὐτὸν ἤδη καθεύδειν βουλόμενα κελεύῃ λέγειν· Τάτα, λαλεῖν τι ἡμῖν, ὅπως ἂν ἡμᾶς ὕπνος λάβῃ.
De la locuacidad
La locuacidad, si alguien quisiera definirla, parecería ser una incontinencia de palabra. El locuaz es un individuo de estas características: ante cualquier cosa que le haya dicho la persona con quien se ha encontrado, él replicará que no es así, que está muy bien informado y que, si le presta atención, le pondrá al corriente del asunto. Mientras que aquél le contesta, él le interrumpe diciendo: «No te vayas a olvidar de lo que quieres contar», y «Haces bien en recordármelo», y «¡Qué interesante es cambiar impresiones!», y «Algo que pasé por alto», y «Has captado al vuelo el asunto» y «Desde hace un rato yo estaba esperando para ver si llegabas a la misma conclusión», y le gratifica con otras salidas como éstas, de forma que el interlocutor no tiene tiempo ni de respirar. Después que ha dejado fuera de juego a todos, uno por uno, aún tiene arrestos para acercarse a los que forman una tertulia y provoca que salgan huyendo, aunque estuvieran hablando de sus negocios. Asimismo, cuando entra en las escuelas y palestras, impide que los alumnos continúen sus tareas, hasta tal punto distrae la atención de los que dirigen los entrenamientos gimnásticos y de los maestros. A los que le dicen que se van, él es capaz de seguirlos y de acompañarles hasta la puerta de sus casas.
Cuando está al corriente, informa de los asuntos de la asamblea y, además, pasa a contar el enfrentamiento verbal entre oradores que tuvo lugar hace ya tiempo, durante el arcontado de Aristofonte, y los discursos que él mismo llegó a pronunciar ante sus conciudadanos con gran éxito. Al tiempo que sigue con su relato, lanza invectivas contra la multitud, de manera que sus oyentes pierden el hilo, cabecean o se marchan, dejándole con la palabra en la boca. Impide con su verborrea que se desarrolle el juicio, cuando forma parte de un jurado, que se contemple el espectáculo en el teatro y que se coma a gusto en una cena. Asegura que para un hablador es un tormento permanecer callado, que la lengua está en su elemento y que, aunque corriera el riesgo de parecer más charlatán que las golondrinas, no podría estar en silencio. Incluso soporta las burlas de sus propios hijos, los cuales, cuando quieren dormirse, le suplican que les hable: «Papá, cuéntanos algo para que nos entre sueño”.
Notas:
Aristofonte: Se refiere al proceso de la Corona que se celebró en el año 330 a. C. y que tuvo como protagonistas a Esquines y Demóstenes.
τῶν χελιδόνων δόξειεν εἶναι λαλίστερος (parecer más charlatán que las golondrinas): frase proverbial que, con diversas variantes, aparece en otros autores.
Y con estas dos magníficas descripciones de Teofrasto finalizamos nuestra breve serie sobre la locuacidad de nuestros compatriotas. Recuerden: tenemos una boca y dos orejas y el Sumo Hacedor no dejó nada al azar. Alguna razón hay para ello.