La locución latinaNon licet omnibus adire Corinthum, traducida al pie de la letra, significa No está permitido a todos ir a Corinto. El poeta Horacio, en Epístolas I, XVII, 36, realiza una variante de la frase, cuando escribe: Non cuiuis homini contingit adire Corinthum (= no a cualquier persona se permite ir a Corinto).
Situémosla en contexto (Epístolas, I, XVII, 33-45):
Res gerere et captos ostendere ciuibus hostis
attingit solium Iouis et caelestia temptat;
principibus placuisse uiris non ultima laus est.
Non cuiuis homini contingit adire Corinthum.
Sedit qui timuit ne non succederet; esto;
quid? Qui peruenit, fecitne uiriliter? Atqui
hic est aut nusquam quod quaerimus. Hic onus horret,
ut paruis animis et paruo corpore maius;
hic subit et perfert. Aut uirtus nomen inane est,
aut decus et pretium recte petit experiens uir.
Dirigir las operaciones militares, mostrar a los ciudadanos los enemigos capturados, es casi como alcanzar el trono de Júpiter y experimentar honores divinos, pero no es la más pequeña de las hazañas el haberse ganado el afecto de los poderoso. No a cualquier persona le es concedido ir a Corinto. El que tuvo miedo de no triunfar permaneció sentado, ¡bien hecho!, pero el que lo consiguió, ¿no actuó con más hombría? En eso está, no en ninguna otra cosa, el fondo de la cuestión. Uno rechaza la carga como algo excesivo para sus escasos ánimos y su pequeño cuerpo; el otro, la acepta y la lleva hasta el final. O el valor es una simple y vacía palabra, o el hombre que lo intenta merece alcanzar la recompensa y la gloria.
La traducción es de Alfonso Cuatrecasas, en Planeta.
La antigua Corinto, situada sobre el istmo que separaba el mar Jónico del Egeo, a mitad camino entre Atenas y Esparta, sacó de esta ubicación privilegiada para las conexiones comerciales y de sus dos puertos un gran desarrollo económico y comercial. Ciudad rica y bulliciosa, se caracterizó por un estilo de vida desenfrenado, pero muy caro. En el templo de Afrodita ricos mercaderes y funcionarios gastaban grandes sumas de dinero para conseguir los favores de mil prostitutas sagradas. Lais, la más famosa de ellas, por su extraordinaria habilidad, recibía recompensas definidas como “enormes”. El verbo κορινθιάζομαι (Korinthiazomai), que encontramos en el fragmento 345 del Cócalos de Aristófanes, había asumido el significado de fornicar. De aquí la frase de Horacio. Por extensión del significado, hoy se entiende que la posibilidad de acceder a cualquier cosa, está reservada a pocos por la falta de medios económicos, materiales o intelectuales de la mayoría.
La locución, frase o proverbio οὐ παντὸς ἀνδρὸς ἐς Κόρινθον ἔσθ᾿ ὁ πλοῦς quizá se documente en el poeta cómico del siglo V a. C. Aristófanes (fr. dubium 928 Kassel-Austin; aunque el Aristófanes citado pudiera no ser el poeta cómico sino el filólogo de los siglos III-II a.C. del mismo nombre, fr.362 Slater).
En Elio Arístides (Discursos 40, 508) leemos:
τίς γὰρ οὐκ οἶδεν ὑμῶν ὅτι πρῶτον μὲν οὐ πολλῶν τὰ τοιαῦτα παιδεύειν, οὐ μᾶλλον γε ἢ νόμους τιθέναι καὶ γνώμας ἐν δήμῳ λέγειν; ἢ τὸν μὲν εἰς Κόρινθον πλοῦν οὐ παντὸς ἀνδρὸς εἶναι πιστεύομεν;
Porque ¿quién de vosotros no sabe que en primer lugar no está al alcance de muchos enseñar tales cosas, ni legislar y decir sentencias en público? ¿Acaso no creemos que no está al alcance de cualquiera la navegación a Corinto.
οὐ παντὸς ἀνδρὸς ἐς Κόρινθον ἔσθ᾿ ὁ πλοῦς (No está al alcance de cualquiera la navegación a Corinto) es, por tanto, una frase bastante usada en la Antigüedad clásica y que Víctor Hugo, por su formación, conoce bien. La ciudad portuaria de Corinto tenía bien ganada fama de ser un centro diversión muy caro (especialmente sus afamadas prostitutas).
El fragmento 902 Kock (902a Edmonds) de Aristófanes es éste:
Οὐ παντὸς ἀνδρὸς ἐς Κόρινθον ἔσθ’ ὁ πλοῦς.
Es un pentámetro yámbico. Miguel Apostolio (Collectio Paroemiarum, Centuria XIII, 60), Focio (Lexikon, o667) y Pausanias el Aticista (Ἀττικῶν ὀνομάτων συναγωγή, o39) también lo recogen. Pausanias añade:
Οὐ παντὸς ἀνδρὸς ἐς Κόρινθον ἔσθ’ ὁ πλοῦς: διὰ τὸ τὰς ἑταίρας ὑπὲρ τῶν Ἑλλήνων εὔξασθαι, φασίν, ἐν τῷ μεγάλῳ πολέμῳ τῇ Ἀφροδίτῃ: ἢ διὰ τὸ δυσείσβολον εἶναι τὸν πλοῦν: ἢ ἐπεὶ πολλαὶ ἦσαν ἑταῖραι καὶ τῶν πλουσίων μόνων ὁ πλοῦς.
No para todo hombre es posible la navegación a Corinto debido al hecho de que las cortesanas, dicen, oraron a Afrodita en nombre de los griegos en la gran guerra. O porque el viaje es poco accesible, o porque las cortesanas eran muchas y el viaje era prerrogativa de sólo hombres ricos.
El raro adjetivo δυσείσβολος, “difícil de penetrar”, se usa en referencia a territorios que son difíciles de invadir o de viajar hacia ellos. Aquí se aplica el viaje por mar (πλοῦς) a un lugar. Hay también seguramente un juego de palabras sexual.
En italiano tenemos el refrán: Non tutti possono andaré a Roma e vedere il Papa
Toscano: Non tutti possono avere la casa in piazza
Francés: Il n’est pas donné à tous d’aller a Corinthe.
Alemán: Es kann nicht jeder um Ablass nach Rom ziehen / Nicht jedem fällt es zu nach Korinth zu gelangen.
Inglés: Every one cannot dwell at Rotheras (una villa en Herefordshire)
La Wikipedia, en francés, en la entrada Prostitución en la Grecia Antigua, y en el apartado Prostitución sagrada dice:
La Grèce ne connaît pas de prostitution sacrée d’ampleur comparable à celle qui existe au Proche-Orient ancien. Les seuls cas connus concernent les franges du monde grec (en Sicile, à Chypre, dans le royaume du Pont ou en Cappadoce).
En Grèce même, Corinthe constitue une exception: à l’époque romaine, Strabon témoigne que l’Acrocorinthe héberge plus d’un millier d’esclaves du temple (ἱεροσοὐλος / hierodoulos), prostituées (ἑταίρας / hetairas), vouées par des citoyens à la déesse, source des richesses de la ville. C’est, selon lui, l’origine du proverbe “il n’est pas donné à n’importe qui d’aller à Corinthe”, qui met l’accent à la fois sur le caractère agréable du séjour là-bas, mais aussi sur son coût. Athénée confirme la pratique: “Quand de simples citoyens prient la déesse d’exaucer leurs désirs, ils s’empressent d’ajouter que, si leur vœu se réalise, ils lui amèneront, comme témoignage de leur gratitude, des prostituées.” Déjà en 464 av. J. C., un dénommé Xénophon de Corinthe, vainqueur de la course à pied et du pentathlon aux Jeux olympiques, dédie à Aphrodite, en signe de remerciement, cent jeunes filles au temple de la déesse. Il commande à Pindare un chant de gala qui célèbre les “filles très accueillantes, servantes de Péitho [la persuasion] en la fastueuse Corinthe”.
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