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Archive for febrero 2014

Ir a Corinto (I)

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De nuevo vamos a referirnos a la novela de Víctor Hugo Los miserables, porque en ella encontramos una nueva alusión a un verso horaciano. Verso que es adaptación de una frase griega referida a la ciudad de Corinto.

En este caso comenzamos con lo que Hugo escribe y su traducción y después rastrearemos brevemente los orígenes de la frase. Para empezar debemos referirnos a una famosa taberna sita en la calle de la Chanvrerie de la que Víctor Hugo nos habla en el tomo IV de su obra, en el libro duodécimo titulado con el nombre de la taberna: Corinto.

Víctor Hugo, Les misérables:

Tome IV – L’idylle rue Plumet et l’épopée rue Saint-Denis

Livre Douzième – Corinthe

Au fond de cette espèce de cul-de-sac, à l’angle de la tranchée de droite, on remarquait une maison moins élevée que les autres et formant une sorte de cap sur la rue.

C’est dans cette maison, de deux étages seulement, qu’était allégrement installé depuis trois cents ans un cabaret illustre. Ce cabaret faisait un bruit de joie au lieu même que le vieux Théophile a signalé dans ces deux vers:

Là branle le squelette horrible

D’un pauvre amant qui se pendit.

 L’endroit étant bon, les cabaretiers s’y succédaient de père en fils.

Du temps de Mathurin Régnier, ce cabaret s’appelait le Pot-aux-Roses, et comme la mode était au rébus, il avait pour enseigne un poteau peint en rose. Au siècle dernier, le digne Natoire, l’un des maîtres fantasques aujourd’hui dédaignés par l’école roide, s’étant grisé plusieurs fois dans ce cabaret à la table même où s’était soûlé Régnier, avait peint par reconnaissance une grappe de raisin de Corinthe sur le poteau rose. Le cabaretier, de joie, en avait changé son enseigne et avait fait dorer au-dessous de la grappe ces mots: au Raisin de Corinthe. De là ce nom, Corinthe. Rien n’est plus naturel aux ivrognes que les ellipses. L’ellipse est le zigzag de la phrase. Corinthe avait peu à peu détrôné le Pot-aux-Roses. Le dernier cabaretier de la dynastie, le père Hucheloup, ne sachant même plus la tradition, avait fait peindre le poteau en bleu.

 

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Los miserables

Cuarta Parte

Capítulo Segundo: Corinto

…En el fondo de aquella especie de callejón y en la esquina de la derecha se veía una casa más baja que las demás formando una especie de cabo sobre la calle.

En esta casa, que sólo tiene tres pisos, estaba instalada, hacía tres siglos, una ilustre taberna, que producía siempre un ruido alegre en el mismo sitio que el viejo Teófilo ha indicado en estos versos:

Allí se mece el cuerpo

de un amante que se ahorcó.

El sitio era bueno, y los taberneros se sucedían de padres a hijos.

En tiempo de Maturin Rognier esta taberna se llamaba el Tiesto de Rosas, y como los jeroglíficos estaban de moda, tenía por muestra un poste pintado de color de rosa. En el último siglo, el digno Nataire, uno de los maestros caprichosos despreciados por la escuela rígida, se había achispado muchas veces en esta taberna, en la misma mesa en que se había también embriagado Regnier; había pintado, en señal de agradecimiento, un racimo de uvas de Corinto sobre el poste de color de rosa. El tabernero, lleno de alegría, había cambiado la muestra, y había hecho pintar en letras doradas, por bajo de racimo, estas palabras. “A las pasas de Corinto.” De aquí el nombre de Corinto. Nada es más propio de los borrachos que la elipsis. Corinto destronó al Tiesto de Rosas.

Gavroche_(Les_Misérables)

Más adelante, la taberna se convierte en el punto donde el grupo del A B C, además de Gavroche y otros, construye una barricada el 5 de junio de 1832.

Durante la construcción de la barricada un carruaje, un ómnibus, tirado por dos caballos pasa por el extremo de la calle y da lugar a la alusión horaciana de Hugo.  Decir que un ómnibus, según el Diccionario de la RALE, es un

Vehículo de transporte colectivo para trasladar personas, generalmente dentro de las poblaciones.

Pero Víctor Hugo se refiere a un carruaje tirado por caballos. En su obra nombra otros carruajes como el tílburi o el faetón. En efecto, hay todo un elenco de carruajes distintos: berlinas, bombés, calesas, landós, carretelas, coches de ciudad, cupés, furgones, tílburis, faetones, galeras, góndolas, ómnibus y tartanas.

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Pero vamos ya con la alusión a Corinto.

Víctor Hugo, Les misérables:

Tome IV – L’idylle rue Plumet et l’épopée rue Saint-Denis

Livre Douzième – Corinthe

III La nuit commence à se faire sur Grantaire

Matelote et Gibelotte s’étaient mêlées aux travailleurs. Gibelotte allait et venait chargée de gravats. Sa lassitude aidait à la barricade. Elle servait des pavés comme elle eût servi du vin, l’air endormi.

Un omnibus qui avait deux chevaux blancs passa au bout de la rue.

Bossuet enjamba les pavés, courut, arrêta le cocher, fit descendre les voyageurs, donna la main «aux dames», congédia le conducteur, et revint ramenant voiture et chevaux par la bride.

— Les omnibus, dit-il, ne passent pas devant Corinthe. Non licet omnibus adire Corinthum.

Un instant après, les chevaux dételés s’en allaient au hasard par la rue Mondétour, et l’omnibus couché sur le flanc complétait le barrage de la rue.

Mame Hucheloup, bouleversée, s’était réfugiée au premier étage.

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Los miserables

Cuarta Parte

Capítulo Segundo: Corinto. Alegría preparatoria

Matelote y Gibelote se habían mezclado con los trabajadores. Gibelote iba y venía cargada de maderos; su laxitud se empleaba en la barricada, y servía adoquines como hubiera servido vino: adormecida.

Un ómnibus que llevaba dos caballos blancos pasó por el extremo de la calle. Bossuet saltó por encima de los materiales, corrió, detuvo al cochero, hizo bajar a los viajeros, dio la mano “a las señoras”, despidió al conductor y volvió trayendo el coche y los caballos de la brida.

–          Los ómnibus – dijo – no pasan por delante de Corinto. “Non licet omnibus adire Corynthum”.

Un instante después los caballos desenganchados se iban al acaso por la calle de Mondetour, y el ómnibus volcado completaba la barricada.

La tía Hucheloup, trastornada, se había refugiado en el primer piso.

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teatroacropolis

Entre los poemas proscritos de Kavafis tenemos uno que nos gusta especialmente, en el que el autor realiza un elogio de la tragedia. Kavafis reconoce (¿cómo no?) que este género literario fue alumbrado por un pueblo, el griego, y una ciudad en concreto, Atenas. Pero se convirtió en universal y ascendió al Olimpo, donde los dioses contemplan las desgracias de los héroes griegos, de vida terrible y vacía. El pueblo de Atenas veía y admiraba la tragedia en su forma primigenia, pero eran los dioses en el Olimpo quienes gozaban de los versos de Sófocles, Eurípides, Esquilo o Agatón, en una elevación sobrehumana de la tragedia, cuyos versos deleitaban a los olímpicos.

 

Η ΑΡΧΑΙΑ ΤΡΑΓΩΔΙΑ (1897)

Η αρχαία τραγωδία, η αρχαία τραγωδία

είναι ιερά κ’ ευρεία ως του σύμπαντος καρδία.

Την εγέννησεν εις δήμος, μία πόλις Ελληνίς,

αλλ’ ευθύς εκείνη έπτη, κ’ έστησεν εν ουρανοίς

                        την σκηνήν.

Εν θεάτρω Ολυμπίω, εν αξία των κονίστρα,

ο Ιππόλυτος, ο Aίας, Άλκηστις και Κλυταιμνήστρα,

την ζωήν μας διηγούνται την δεινήν και την κενήν

και ελέους θείου πίπτει εις την γην την αλγεινήν

                        η ρανίς.

Υπό την μικροτέραν της μορφήν την τραγωδίαν

έβλεπε και εθαύμαζε των Aθηνών ο δήμος.

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Η τραγωδία ήκμαζεν εντός του σαπφειρίνου

θεάτρου τ’ ουρανού. Εκεί ακροατάς της είχε

τους αθανάτους. Κ’ οι θεοί, επί εδρών μεγάλων

εκ καθαρού αδάμαντος, ήκουον εν αφάτω

ευχαριστήσει τους καλούς του Σοφοκλέους στίχους,

του Ευριπίδου τους παλμούς, το ύψος τους Aισχύλου,

και του λεπτού Aγάθωνος Aτθίδας φαντασίας.

Aντάξιοι υποκριταί των υψηλών δραμάτων

ήσαν αι Μούσαι, ο Ερμής και ο σοφός Aπόλλων,

ο προσφιλής Διόνυσος, η Aθηνά κ’ η Ήβη.

Και επληρούντο τ’ ουρανού με ποίησιν οι θόλοι·

αντήχουν οι μονόλογοι, εύγλωττοι και πενθούντες·

και οι χοροί, ακένωτοι πηγαί της αρμονίας·

κ’ οι ευφυείς διάλογοι με τας βραχείας φράσεις.

Η φύσις όλη ευλαβής εσίγα, μη ταράξη

την θεσπεσίαν εορτήν, θόρυβος τρικυμίας.

Aκίνητοι και ευλαβείς, αήρ, και γη, και πόντος

εφρούρουν των μεγάλων των θεών την ηρεμίαν.

Και κάποτε τοις ήρχετο ηχώ από τα άνω,

ολίγων στίχων έπνεεν άυλος ανθοδέσμη,

με «Εύγε, εύγε» των θεών, τρίμετροι μεμιγμένοι.

Κ’ έλεγεν ο αήρ τη γη, κ’ η γραία γη τω πόντω·

«Σιγή, σιγή· ακούσωμεν. Εντός του ουρανίου

θεάτρου, την παράστασιν τελούν της Aντιγόνης.»

Η αρχαία τραγωδία, η αρχαία τραγωδία

είναι ιερά κ’ ευρεία ως του σύμπαντος καρδία.

Την εγέννησεν εις δήμος, μία πόλις Ελληνίς,

αλλ’ ευθύς εκείνη έπτη, κ’ έστησεν εν ουρανοίς

                        την σκηνήν.

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Εν θεάτρω Ολυμπίω, εν αξία των κονίστρα,

ο Ιππόλυτος, ο Aίας, Άλκηστις και Κλυταιμνήστρα,

διηγούνται την ζωήν μας την δεινήν και την κενήν

και ελέους θείου πίπτει εις την γην την αλγεινήν

                        η ρανίς.

 

Kavafis reconoce que la tragedia es creación ateniense, y es sagrada e infinita y de su cuna ateniense se encumbró al cielo. Luego hace alusión a la mitología como trasfondo de la tragedia (cita a Hipólito, Ayante, Alcestis, Clitemestra) e imagina que las tragedias se representaban en el Olimpo, causando deleite a los inmortales, que escuchaban y contemplaban con placer las obras de Esquilo, Eurípides, Sófocles o Agatón.

Todo se pliega a la representación de la tragedia en el teatro del Olimpo; hay dioses y musas como actores y la naturaleza no osa molestar a los dioses en su placer.

 

LA ANTIGUA TRAGEDIA (1897)

La antigua tragedia, la antigua tragedia

es sagrada e infinita como el corazón del universo.

Un pueblo la alumbró, una ciudad griega,

pero pronto se elevó y en los cielos situó

a la escena.

En el teatro del Olimpo, en una arena a su medida,

Hipólito, Ayante, Alcestis y Clitemestra

nos narran su vida, terrible y vacía,

y en esta tierra doliente cae la gota de la compasión divina.

El pueblo de Atenas veía y admiraba

en su forma inicial la tragedia.

La tragedia maduraba en el teatro celestial

tallado en zafiro. Allí tenía sus oyentes

inmortales. Y los dioses en sus tronos excelsos

de prístino diamante escuchaban con inefable

placer los bellos versos de Sófocles,

al palpitante Eurípides, la altura de Esquilo,

la fantasía ática del sutil Agatón.

Intérpretes equivalentes de sublimes dramas

eran las Musas, Hermes y el sabio Apolo,

el amable Dioniso, Atena y Hebe.

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Las bóvedas del cielo rebosaban de poesía,

resonaban los monólogos, elocuentes y elegiacos;

y los coros, fuentes inagotables de armonía;

y los vigorosos diálogos de frases sucintas.

La naturaleza entera callaba reverente porque ningún estruendo

turbaba la fiesta sobrehumana.

Inmóviles y reverentes, el aire, la tierra y el mar

guardaban el sosiego de los dioses excelsos.

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Y en ocasiones les llegaba un eco de lo alto,

que exhalaba un incorpóreo ramillete de unos pocos versos

y trímetros mezclados con el «Bravo, bravo» de los dioses.

Y el aire decía a la tierra y la vieja tierra al mar:

«Silencio, silencio, escuchemos. En el teatro del cielo

empieza a representarse Antígona».

La antigua tragedia, la antigua tragedia

es sagrada e infinita como el corazón del universo.

Un pueblo la alumbró, una ciudad griega,

pero pronto se elevó y en los cielos situó

 a la escena.

En el teatro del Olimpo, en una arena a su medida,

Hipólito, Ayante, Alcestis y Clitemestra

narran nuestra vida, terrible y vacía,

y en esta tierra doliente cae la gota de la compasión divina.

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Y hasta aquí esta serie de capítulos dedicada al 150 aniversario del nacimiento de Kavafis, celebrado en 2013. La serie la iniciamos el 12 de abril de 2013 y en ella hemos repasado y comentado algunos poemas del poeta alejandrino, dedicados o con alusiones al mundo claáico.

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Caesarion

Dejábamos en el aire el fragmento 110 de las Aetia de Calímaco. He aquí, pues, el fragmento 110 de las Aetia, conservado en dos papiros el PSI 1092 (que conserva 20 líneas, versos 44 a 64, de los cuales los primeros 11 están casi completos; y el POxy (Papiro de Oxirrinco) 2258 C que nos ha conservado tres secciones dispersas (vv.43-55, 65-78, y 89-94), aunque ha sufrido un gran daño y muy frecuentemente raya en la ilegibilidad).

Πάντα τὸν ἐν γραμμαῖσιν ἰδὼν ὅρον ᾗ τε φέρονται

†ημεΚόνωνἔβλεψενἐνἠέριτὸνΒερενίκης

βόστρυχονὃνκείνηπᾶσινἔθηκεθεοῖς

[σύμβολον ἐννυχίης…ἀεθλοσύνης?]

[μεγάθυμον?]

σήντεκάρηνὤμοσασόντεβίον

…].[

ἀμνά]μ?ω?[ν Θείης ἀργὸς ὑ]π?ε?ρ?φέ?[ρ]ε?τ?[αι,

βουπόροςἈρσινόη?ςμητρὸςσέο,καὶδιὰμέ?[σσου

45

ΜηδείωνὀλοαὶνῆεςἔβησανἌθω.

τίπλόκαμοιῥέξωμεν,ὅτοὔρεατοῖασιδή[ρῳ

εἴκουσιν;Χαλύβωνὡςἀπόλοιτογένος,

γειόθενἀντέλλοντα,κακὸνφυτόν,οἵμινἔφηναν

ἄρτι[ν]εότμητόνμεκόμαιποθέεσκονἀδε[λφεαί,

50

καὶπρόκατεγνωτὸςΜέμνονοςΑἰθίοπος

ἵετοκυκλώσαςβαλιὰπτερὰθῆλυςἀήτης,

ἵ?ππ?ο[ς]ἰοζώνουΛοκρίδοςἈρσινόης,

.[.]ασε?δὲπνοιῇμ?ε,διἠέραδὑγρὸνἐνείκας

55

Κύπρ]ιδοςεἰςκόλπους ἔθηκε



 ·

αὐτήμινΖεφυρῖτιςἐπὶχρέο[ς

….Κ]ανωπίτουναιέτιςα[ἰγιαλοῦ.

ὄφραδὲ]μὴνύμφηςΜινωίδοςο[

…..]οςἀνθρώποιςμοῦνονἐπι.[



,

60

P._Oxy._LII_3679

φάες]ι?νἐνπολέεσσινἀρίθμιοςἀλλ?[γένωμαι

καὶΒερ]ενίκειοςκαλὸςἐγὼπλόκαμ[ος,

ὕδασι]λ?ουόμενόνμεπαρἀθα?[νάτουςἀνιόντα

Κύπρι]σ?ἐνἀρχαίοιςἄστρον[ἔθηκενέον.

πρόσθεμὲνἐρχομεν..μ?ε?τ?οπωρ?ι?ν?ὸνὨκ]ε?α?νό?ν?δε



].ο[

ἀ]λ?λ’εἰκα?[ι














 ]…..ν

]..ιτη[

70

μὴ











]κ?οτέσῃ[ς,Ῥαμνουσιάς·οὔτ]ι?ςἐρύξει

βοῦςἔπος






]η…[





].[


].βη

].[.]ε?λε?.[







].θράσος[στ]έρεςἄλλοι

]ν?δινειε.[







]ο?σ?οσο[.]τ?εκ.[.]ω·

οὐτάδεμοιτοσσήνδε?φέρ?ε?ι?χάρι?ν?ὅσ?[σο]νἐκείνης

75

]σχάλλωκορυφῆςοὐκέ?τ?ι?θιξό?μεν[ος,

ἧςἄπο,παρ[θ]ενίημὲνὅτἦνἔτι,πολλπέπωκα

λιτά,γυναικείωνδοὐκἀπέλαυσαμύρων.

το.[














]ν?θι?[

92

γεί?[τονες








]ως[

α.[





].Ὑδροχ[όος]καὶ[





Ὠαρίων.

χ[


],φίλητεκέεσσι.[

 

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Estaba yo recién cortada y mis hermanas me lloraban cuando, de pronto, con un rápido batir de alas, el dulce soplo del céfiro me lleva a través de las nubes del éter y me deposita en el venerable seno de la divina noche Cypris. Y a fin de que yo, la hermosa melena de Berenice, apareciese fija en el cielo brillando para los humanos en medio de innumerables astros, Cypris me colocó, como nueva estrella, en el antiguo coro de los astros.

Finalmente, he aquí el poema de Kavafis y la traducción de Ramón Irigoyen.

Καισαρίων (1918)

Εν μέρει για να εξακριβώσω μια εποχή,

εν μέρει και την ώρα να περάσω,

την νύχτα χθες πήρα μια συλλογή

επιγραφών των Πτολεμαίων να διαβάσω.

Οι άφθονοι έπαινοι κ᾿ οι κολακείες

εις όλους μοιάζουν. Ολοι είναι λαμπροί,

ένδοξοι, κραταιοί, αγαθοεργοί·

καθ᾿ επιχείρησίς των σοφοτάτη.

Αν πεις για τες γυναίκες της γενιάς, κι αυτές,

όλες οι Βερενίκες κ᾿οι Κλεοπάτρες θαυμαστές.

Οταν κατόρθωσα την εποχή να εξακριβώσω

θάφινα το βιβλίο αν μια μνεία μικρή,

κι ασήμαντη, του βασιλέως Καισαρίωνος

δεν είλκυε την προσοχή μου αμέσως…

Α, να, ήρθες συ με την αόριστη

γοητεία σου. Στην ιστορία λίγες

γραμμές μονάχα βρίσκονται για σένα,

κ᾿ έτσι πιο ελεύθερα σ᾿ έπλασα μες στο νού μου.

Σ᾿ έπλασα ωραίο κ’ αισθηματικό.

Η τέχνη μου στο πρόσωπό σου δείνει

μιαν ονειρώδη συμπαθητική εμορφιά.

Και τόσο πλήρως σε φαντάσθηκα,

που χθες την νύχτα αργά, σαν έσβυνεν

η λάμπα μου -άφισα επίτηδες να σβύνει-

εθάρεψα που μπήκες μες στην κάμαρά μου,

με φάνηκε που εμπρός μου στάθηκες ως θα ήσουν

μες στην κατακτημένην Αλεξάνδρεια,

χλωμός και κουρασμένος, ιδεώδης εν τη λύπη σου,

ελπίζοντας ακόμη να σε σπλαχνισθούν

οι φαύλοι – που ψιθύριζαν το «Πολυκαισαρίη» 

cleopatra y cesar

CESARIÓN (1918)
En parte para puntualizar sobre una época,

y en parte también para pasar el rato,

ayer noche me puse a leer una colección

de inscripciones sobre los Ptolomeos.

Los elogios sin cuento y las adulaciones

son parecidos para todos. Todos son ilustres,

gloriosos, poderosos, bienhechores;

y todas sus empresas sapientísimas.

En cuanto a las mujeres de su estirpe, también ellas,

todas son Berenices y Cleopatras admirables.

Cuando sobre la época logré documentarme,

habría dejado el libro, si una mención breve,

e insignificante, sobre el rey Cesarión,

no hubiera arrastrado mi atención al punto …

Ah, hete aquí hallado con tu indefinido

encanto. Para ti en la historia

apenas sólo existen unas líneas

y así más libremente te modelé en mi espíritu.

Te modelé sentimental y bello.

Mi arte da a tu rostro una belleza

soñadora y simpática.

Y tan intensamente te he soñado,

que ayer noche, ya tarde, apagada

mi lámpara – dejé que se apagara adrede –

llegué a creer que entrabas en mi cuarto

y me pareció que estabas ante mí de pie, como debiste estar

en la Alejandría conquistada,

cansado y pálido, ideal en tu pena,

esperando todavía que tuvieran

piedad de ti los viles que murmuraban «Demasiados Césares».

Cleopatra

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estelaeleusis

Relieve votivo original, en mármol pentélico, de ca 435 a. C., hallado en Eleusis

Como conclusión a la estela eleusina que se ofrece en el MET, citamos a Apolodoro quien, en  su Biblioteca Mitológica I, 5, 1, nos habla también sobre Deméter y Triptólemo:

μαθοσα δ παρ᾿ Ἑρμιονων τι Πλοτων ατν ρπασεν, ργιζομνη θεος κατλιπεν ορανν, εκασθεσα δ γυναικὶ ἧκεν ες λευσνα. καπρτον μν πτν π᾿ κενης κληθεσαν γλαστον κθισε πτραν παρ τ Καλλχορον φραρ καλομενον. πειτα πρς Κελεν λθοσα τν βασιλεοντα ττε λευσινων, νδον οσν γυναικν, καλεγουσν τοτων παρ᾿ ατς καθζεσθαι, γραῖά τις Ἰάμβη σκψασα τν θεν ποησε μειδισαι. δι τοτο ν τος θεσμοφοροις τς γυνακας σκπτειν λγουσιν.

ντος δ ττο ΚελεογυναικΜετανερπαιδου, τοτο τρεφεν Δημτηρ παραλαβοσα· βουλομνη δατὸ ἀθνατον ποισαι, τς νκτας ες πρ κατετθει τβρφος καπεριρει τς θνητς σρκας ατο. Καθ᾿ ἡμραν δπαραδξως αξανομνου το Δημοφντος (τοτο γρ ν νομα τ παιδ) πετρησεν Μετνειρα (Πραξιθα), κακαταλαβοσα ες πρ γκεκρυμμνον νεβησε· διπερ τμν βρφος πτο πυρς νηλθη, θε δ ατν ξφηνε. Τριπτολμδτπρεσβυτρτν Μετανερας παδων δφρον κατασκευσασα πτηνν δρακντων τν πυρν δωκεν, τν λην οκουμνην δι᾿ ορανοαρμενος κατσπειρε. Πανασις δ Τριπτλεμον λευσνος λγει· φησγρ Δμητρα πρς ατν λθεν. Φερεκδης δφησιν ατν κεανοκαΓς.

Margarita Rodríguez de Sepúlveda, en Gredos, traduce:

Informada por los hermionenses de que Plutón la había raptado, se irritó contra los dioses, abandonó el cielo y, bajo la apariencia de una mujer, llegó a Eleusis. Se sentó primero en una roca llamada por ella Agélasto (sin risa), cerca del pozo Calícoro (de la bella danza), y luego fue a casa de Céleo, entonces rey de los eleusinos; dentro, unas mujeres la invitaron a sentarse entre ellas, y una anciana, Yambe, con bromas hizo sonreír a la diosa. Dicen que por eso las mujeres bromean en las Tesmoforias.

Metanira, esposa de Céleo, tenía un hijo y Deméter se encargó de criarlo: queriendo hacerlo inmortal, por la noche lo ponía en el fuego para despojarlo de sus carnes mortales. Como Demofonte – pues éste era el nombre del niño – durante el día crecía extraordinariamente, Praxítea estuvo al acecho y, al descubrirlo sumergido en el fuego, gritó: por eso la criatura se abrasó y la diosa hubo de darse a conocer. Para Triptólemo, el mayor de los hijos de Metanira, dispuso un carro de dragones alados y le dio trigo con el que, cruzando el cielo, sembró toda la tierra habitada. Paniasis dice que Triptólemo era hijo de Eleusis, pues afirma que fue él a quien se dirigió Deméter; en cambio según Ferecides era hijo de Océano y Gea.

Otro asiduo de este blog es Higino. Su fábula 147 nos habla de Triptólemo:

TRIPTOLEMVS

Cum Ceres Proserpinam filiam suam quaereret, deuenit ad Eleusinum regem, cuius uxor Cothonea puerum Triptolemum pepererat, seque nutricem lactantem simulauit. Hanc regina libens nutricem filio suo recepit. Ceres cum uellet alumnum suum immortalem reddere, interdiu lacte diuino alebat, <noctu> clam in igne obruebat. Itaque praeterquam solebant mortales crescebant; et sic fieri cum mirarentur parentes, eam obseruauerunt. Cum Ceres eum uellet in ignem mittere, pater expauit. Illa irata Eleusinum exanimauit, at Triptolemo alumno suo aeternum beneficium tribuit. Nam fruges propagat<um> currum draconibus iunctum tradidit, quibus uehens orbem terrarum frugibus obseuit. Postquam domum rediit, <C>eleus eum pro benefacto interfici iussit. Sed re cognita, iussu Cereris Triptolemo regnum dedit, quod ex patris nomine Eleusin[um] nominauit, <Cere>rique sacrum instituit quae Thesmophoria Graece dicuntur.

 TRIPTÓLEMO

Cuando Ceres buscaba a su hija Proserpina, llegó al rey Eleusis, cuya mujer Cotona había dado a luz al niño Triptólemo, y simuló que ella era una nodriza. A ésta la reina la recibió con gusto como nodriza para su hijo. Ceres, como quisiera volver inmortal al niño por ella criado, de día lo amamantaba con leche divina, de noche ocultamente lo metía en el fuego. De esta forma los mortales crecían más de que lo que solían hacerlo. Y así fue que los padres se sorprendieron, empezaron a vigilarla. Cuando Ceres quiso meterlo en el fuego, el padre se espantó. Ella, enojada, mató a Eleusis, pero a Triptólemo, el niño que estaba a su cargo, le concedió un don eterno. Porque le confió el carro para propagar los cereales, uncido a los dragones con los que él se desplazó y sembró de granos la superficie de la tierra. Una vez que regresó a su casa, Celeo ordenó matarlo acusándolo de demagogo, pero cuando se difundió la noticia, por orden de Ceres, le entregó a Triptólemo el reino, que llamó Eleusis, a causa del nombre de su padre, e instauró el culto de Ceres, que los griegos denominan Tesmoforias.

Siguiendo el recorrido por el enorme MET, pude admirar la magnífica sección de cerámica ática y también la de escultura arcaica griega, en la que destaca este “kouros” del período arcaico, fechado ca. 590-580 a.C., en mármol de Naxos, con una altura, sin plinto, de 194.6 cm; una altura de la cabeza de 30.5 cm; una longitud de cara de 22.6 cm; y una anchura de espalda de 51.6 cm.

Este kouros es una de las más antiguas estatuas de mármol de una figura humana tallada en Ática. La postura rígida, con la pierna izquierda hacia delante y los brazos a los lados, deriva del arte egipcio. La pose proporcionó una fórmula clara y simple que fue utilizada por los escultores griegos a lo largo del siglo VI a. C. En esta figura temprana, predominan las formas geométricas, casi abstractas, y los detalles anatómicos se ofrecen en bellos patrones análogos. La estatua señalaba la tumba de un joven aristócrata ateniense.

MET31

Y finalizamos el breve recorrido clásico por el MET con el bellísimo sarcófago en mármol de 86.4 x 215.9 x 92.1 cm que representa El triunfo de Dioniso y las Estaciones. Pertenece al período tardío imperial, en la época del emperador Publico Licinio Galieno (218-268); está fechado hacia 260-270

Este sarcófago de mármol romano altamente adornado y muy bien conservado llegó al Museo Metropolitano procedente de la colección de los duques de Beaufort y antiguamente se mostraba en su casa de campo, Badminton House, en Gloucestershire, Inglaterra. Una inscripción en la parte posterior inacabada del sarcófago nos informa de que se instaló allí en 1733. En contraste con la áspero y antiestética parte trasera, los laterales y la parte frontal del sarcófago están decorados con cuarenta figuras humanas y de animales talladas en alto relieve. La figura central es la del dios Dioniso sentado en una pantera, pero está un tanto eclipsada por cuatro figuras de pie, más grandes, que representan las cuatro estaciones (de izquierda a derecha, invierno, primavera, verano y otoño). Las figuras son inusuales en tanto que las estaciones son generalmente representadas como mujeres, pero aquí se muestran como jóvenes robustos. Alrededor de estas cinco figuras centrales están situadas otras figuras báquicas y objetos de culto, todos tallados en una escala más pequeña. En los extremos redondeados del sarcófago hay otros dos grupos de grandes figuras, de manera similar entremezcladas con otras menores. En el extremo izquierdo, está representada la Madre Tierra reclinada en el suelo, acompañada de un sátiro y un joven que lleva frutos. En el extremo derecho, una figura masculina con barba, probablemente para identificarse con la personificación de un dios-río, se reclina delante de dos jóvenes con alas, tal vez representando dos estaciones adicionales.

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El sarcófago es un exquisito ejemplo de arte funerario romano, que muestra todo el virtuosismo del taller donde fue tallado. El mármol proviene de una cantera en el Mediterráneo oriental y fue enviado probablemente a Roma, donde se trabajó. Sólo una persona muy rica y poderosa hubiera podido encargar y comprar un sarcófago tal, y probablemente fue realizado por un miembro de una de las viejas familias aristocráticas de Roma. El tema de la obra – el triunfo de Dioniso y las estaciones – es poco probable, sin embargo, que hubiera tenido un significado especial para el fallecido , en particular porque es claro que el diseño fue copiado de un libro de patrones de un escultor.

Otro sarcófago, ahora en el Hessisches Landesmuseum en Kassel, Alemania, tiene la misma composición de Dioniso flanqueado por las cuatro estaciones, aunque el tratamiento y la talla de las figuras son muy diferentes. En el sarcófago de Badminton las figuras están talladas en alto relieve y así dotan a la tupida escena de múltiples zonas de luz y sombra, lo que permite el desvío de la mirada de una figura a otra sin esfuerzo. También hay que imaginar que ciertos detalles estaban destacados en color e incluso con dorados, haciendo de toda la composición un tour de force visual.

Muy pocos sarcófagos romanos de esta calidad han sobrevivido. Aunque el sarcófago Badminton ha perdido su cubierta, el hecho de que fuera encontrado a principios del siglo XVIII y poco después se instalara en la Sala Badminton significa que se ha conservado casi intacto y que sólo unos pocos detalles menores se han perdido.

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Y hasta aquí este breve repaso, somero y un tanto sui generis, de presencia de elementos clásicos en Nueva York tomados al vuelo en una visita estival a tan sugerente ciudad.

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Carpe carpas

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Los lectores perdonarán el artículo que hoy propongo. Es una pequeña anécdota sobre una variación de una famosa frase horaciana. El conocido carpe diem. He de decir, primero, que en una ocasión vi una pintada en un parque de mi ciudad que rezaba: “carpe noctem”. Toda una filosofía de vida escrita por alguien que, por lo menos, controlaba las declinaciones latinas.

La anécdota no es nuestra, sino de Víctor Hugo en su magnífica novela Los miserables.

Carpe diem = “Aprovecha la hora presente, el día presente. Goza del día de hoy“. Carpe es la segunda persona del singular del imperativo de presente del verbo carpo (recoger, aprovechar) y diem el acusativo singular de dies, diei. Fragmento de un verso de Horacio (Odas, I, XI, 8) que resume la filosofía epicúrea: hay que aprovechar los placeres que nos proporciona el momento presente y despreocuparse de lo demás; el tiempo huye rápidamente; no debemos adivinar qué nos darán los dioses, hemos de vivir simplemente el día de hoy y desconfiar del día de mañana, que ni tan siquiera sabemos si podremos disfrutar. Se ha convertido en un tópico literario propio del Renacimiento y del Barroco o de otras épocas, cuando los autores exaltan los placeres de la vida.

Situémosla en contexto: Odas de Horacio, Libro I, carmen XI, verso 8:

Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi

finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios

temptaris numeros. Ut melius quidquid erit pati,

seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,

quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare

Tyrrhenum: sapias, vina liques, et spatio brevi

spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida

aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

 

CarpeDiemscrabble

No quieras saber, pues ello nos está vedado, qué fin, Liconoe, han señalado para mí y para ti los dioses. Y no interrogues a los cálculos babilónicos. ¡Cuánto mejor es sufrir todo lo que pueda suceder! Y ora Júpiter te conceda más de un invierno, ora sea éste el último que ahora quebranta el mar Tirreno contra los acantilados de desgastadas rocas, sé prudente. Filtra tus vinos y, ya que la vida es corta, ajusta esperanza larga. Mientras hablamos, el tiempo celoso huyó. Atiende al día presente, y no te fíes lo más mínimo del porvenir.

Y vamos ya con la anécdota de Víctor Hugo. El autor recuerda el aforismo relacionando diem con horas (acusativo plural de hora, horae), que se puede considerar sinónimo de diem.

Les Miserábles

Tome IV – L’idylle rue Plumet et l’épopée rue Saint-Denis

Livre douzième – Corinthe

Le père Hucheloup était peut-être né chimiste, le fait est qu’il fut cuisinier; on ne buvait pas seulement dans son cabaret, on y mangeait. Hucheloup avait inventé une chose excellente qu’on ne mangeait que chez lui, c’étaient des carpes farcies qu’il appelait carpes au gras. On mangeait cela à la lueur d’une chandelle de suif ou d’un quinquet du temps de Louis XVI sur des tables où était clouée une toile cirée en guise de nappe. On y venait de loin. Hucheloup avait, un beau matin, jugé à propos d’avertir les passants de sa «spécialité» ; il avait trempé un pinceau dans un pot de noir, et comme il avait une orthographe à lui, de même qu’une cuisine à lui, il avait improvisé sur son mur cette inscription remarquable:

CARPES HO GRAS

carpaconpatatas

Un hiver, les averses et les giboulées avaient eu la fantaisie d’effacer l’S qui terminait le premier mot et le G qui commençait le troisième ; et il était resté ceci:

CARPE HO RAS

Le temps et la pluie aidant, une humble annonce gastronomique était devenue un conseil profond.

De la sorte il s’était trouvé que, ne sachant pas le français, le père Hucheloup avait su le latin, qu’il avait fait sortir de la cuisine la philosophie, et que, voulant simplement effacer Carême, il avait égalé Horace. Et ce qui était frappant, c’est que cela aussi voulait dire : entrez dans mon cabaret.

Rien de tout cela n’existe aujourd’hui. Le dédale Mondétour était éventré et largement ouvert dès 1847, et probablement n’est plus à l’heure qu’il est. La rue de la Chanvrerie et Corinthe ont disparu sous le pavé de la rue Rambuteau.

Comme nous l’avons dit, Corinthe était un des lieux de réunion, sinon de ralliement, de Courfeyrac et de ses amis. C’est Grantaire qui avait découvert Corinthe. Il y était entré à cause de Carpe Horas et y était retourné à cause des Carpes au gras. On y buvait, on y mangeait, on y criait; on y payait peu, on y payait mal, on n’y payait pas, on était toujours bienvenu. Le père Hucheloup était un bonhomme.

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Los miserables

Cuarta Parte: Idilio en calle Plumet y epopeya en calle Saint-Denis

Capítulo Segundo – Corinto

El tío Hucheloup había nacido quizá químico; el hecho es que era cocinero; en su taberna, no sólo se bebía, sino que se comía. Hucheloup había inventado una cosa excelente que no se comía más que en su casa: carpas rellenas, que él llamaba “carpes au gras” (carpas con manteca). Comíanse a la luz de una vela de sebo, o de un quinqué del tiempo de Luis XVI, en mesas que tenían, a guisa de mantel, un hule clavado, y acudían a saborear aquel plato desde muy lejos. Hucheloup, de repente, había creído conveniente anunciar a los transeúntes “su especialidad”; había mojado un pincel en una olla de pintura negra, y como tenía una ortografía propia, lo mismo que un arte culinario propio, había improvisado esta notable inscripción:

“CARPES HO GRAS”.

Un invierno, la lluvia y los chaparrones habían tenido el capricho de borrar la “S” con que acababa la primera palabra y la “G” con que empezaba la tercera, y había quedado esto:

“CARPE HO RAS”

De modo que, con el auxilio del tiempo y de la lluvia, aquel humilde anuncio gastronómica se había convertido en un consejo profundo.

Así, pues, el tío Hucheloup, que no sabía francés, se había encontrado con que sabía latín, con que había hecho salir de la cocina de la filosofía y con que, queriendo simplemente eclipsar al gran concierto Careme, se había igualado a Horacio. Pero lo más notable era que también esto quería decir: “Entrad en mi taberna”.

Nada de esto existe hoy. El dédalo Mondetour fue abierto en 1847, y probablemente no existe en este momento; las calles de la Chanvrerie y de Corinto han desaparecido bajo el empedrado de la calle Rambuteau.

Como hemos dicho, Corinto era uno de los puntos de reunión, ya que no el cuarto general de Courfeyrac y sus amigos. Grantaire había sido el descubridor de Corinto. Había entrado allí a causa del “carpe ho ras”, y había vuelta a casa del “carpe au gras”. Allí se bebía, se comía, se gritaba, se pagaba poco, se pagaba mal, no se pagaba, y siempre se encontraba buen recibimiento. El tío Hucheloup era un buen hombre.

 

Y hasta aquí esta anécdota a propósito de un aforismo latino.

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Antes de ofrecer el poema de Kavafis Cesarión y su traducción conviene que hablemos un poco sobre otro nombre propio del poema: Berenice.

Berenice II (h. 269 a. C. – 221 a. C.) era hija del rey Magas de Cirene y de Apama, hija de Antíoco I Sóter. Su matrimonio con Ptolomeo III Evergetes, tercer gobernante de la Dinastía Ptolemaica del Antiguo Egipto, posibilitó la re-anexión de Cirene a Egipto. En efecto, Berenice era de Cirene (actual Libia) y el nombre se mantiene en el topónimo Bengasi o Benghazi.

Su madre Apama, partidaria de una alianza con la dinastía seléucida de Siria, intentó frustar dicho matrimonio prometiendo a Berenice con el príncipe macedonio Demetrio el Bello, pero ella urdió un plan para asesinarlo, tras lo cual casó con Ptolomeo III. Tuvo cuatro hijos con él: el futuro Ptolomeo IVArsínoe III, Magas, y Berenice, esta última muerta en su infancia.

Tras la muerte de su esposo en 221 a. C., su hijo Ptolomeo (probablemente asociado al trono junto a ella) la mandó envenenar, temiendo que pretendiera nombrar sucesor a su hermano Magas.

Estando ya incluida en el culto dinástico junto a su esposo con el nombre de Los Evergetes (Benefactores), a su muerte Ptolomeo creó en su honor un sacerdocio anual, el Athlophoros.

Berenice II fue además la primera reina del Egipto ptolemaico que hizo acuñar monedas con su efigie.

Es famosa por el poema La cabellera de Berenice (Βερενίκης πλόκαμος) que escribió el poeta helenístico griego Calímaco, a propósito del nombre que dio a una nueva estrella Conón de Samos, astrónomo y cortesano de la corte de Ptolomeo en Alejandría.

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En Wikipedia podemos leer la historia de este hecho:

Cuando Ptolomeo subió al trono, su primera misión consistió en ir a Siria para luchar contra el rey Seleuco II y vengar el asesinato de su hermana y de su sobrino (que era el heredero al trono de esta región de Asia). Combatió largamente y obtuvo muchas victorias, pero en su ausencia, su esposa Berenice languidecía y estaba llena de temores por la vida de su esposo. En su desconsuelo, un día fue al templo de Afrodita y allí juró ante la diosa que sacrificaría para ella su hermosa cabellera (que era la admiración de todos cuantos la conocían), en el caso en que Evergetes regresara vivo y vencedor. Así fue, y ese mismo día, el día de su regreso, Berenice cumplió su promesa.

Pero por la noche alguien llegó hasta el templo y robó la cabellera. Se rumoreó que lo hizo un sacerdote del templo de Serapis, dios egipcio, indignado por el hecho de que la reina hiciera un sacrificio a una deidad griega. La desesperación de Berenice y el furor de Ptolomeo ante el hecho del hurto fueron grandes. Pero ante ellos llegó el astrónomo Conón de Samos para calmarlos. Su ciencia era muy venerada; había escrito siete libros sobre astronomía y todo el mundo conocía su gran amistad con el famoso Arquímedes de Siracusa. Conón mostró a los reyes una agrupación de estrellas, y les contó que esa constelación acababa de aparecer en el firmamento y que sin duda se trataba de la cabellera de Berenice, que había sido transportada allí por la diosa Afrodita, a quien se le había ofrecido. Después, el sabio Conón dibujó una larga melena de estrellas en el globo celeste del Museo de Alejandría.

En su obra Catasterismos, Eratóstenes de Cirene (276-194 a. C.), contemporáneo y de la misma ciudad que Berenice, cuando habla de Leo se refiere al final a la Cabellera de Berenice:

ὁρῶνται δὲ καὶ ὑπὲρ αὐτὸν ἐν τριγώνῳ κατὰ τὴν κέρκον ἀμαυροὶ ἑπτά, οἳ καλοῦνται Πλόκαμοι Βερενίκης Εὐεργέτιδος.

Se divisan igualmente por encima de Leo siete estrellas de escaso brillo formando un triángulo po la parte de la cola; se las conoce con el nombre de Cabellera de Berenice la Bienhechora.

El poeta y gramático griego, Calímaco de Cirene, que había sido bibliotecario de la Biblioteca de Alejandría durante muchos años, inmortalizó a la reina Berenice y su magnífica cabellera en una elegía.

Posteriormente, el poeta latino Catulo realizó una traducción del poema en su Carmen 66. He aquí la traducción de Ana Pérez vega de unos fragmentos del mismo:

Quien todas las luces distinguió del gran cosmos,

     quien de las estrellas los ortos reveló y sus óbitos,

cómo el flámeo brillo del arrebatador sol se oscurece,

     cómo se retiran en tiempos las estrellas ciertos,

cómo a Trivia, furtivamente por las latmias rocas relegándola,

     un dulce amor de su órbita la revoca aérea:

el mismo a mí, aquel Conón, en el celeste umbral me vio:

     de la cabeza de Berenice la melena,

fulgiendo con claror, a mí, a quien ella, a todos los dioses,

     sus flexibles brazos tendiendo, prometió,

en el tiempo en que el rey, por su nuevo himeneo acrecido,

     a devastar las fronteras asirias había ido,

dulces portando las huellas de la nocturna riña,

     la que por unos virgíneos despojos había sostenido.

comaberenicesyBootes

¿Acaso olvidado te has del buen logro por el que conseguiste un regio

     matrimonio, lo que no, más fuerte, osare alguien?

Pero en ese momento, afligida, su marido despidiendo, qué palabras hablaste,

     Júpiter, cuán a menudo enjugaste tus luces con la mano. 30

¿Quién a ti te ha mudado, tan gran dios? ¿Acaso es que los amantes

     no largamente de su querido cuerpo separarse quieren?

para que no solamente en la varia luz del cielo

     de las sienes de Ariadna fijada

la áurea corona quedara, sino que nos también fulgiéramos,

     votados despojos de una flava cabeza:

mojadita, del oleaje saliendo hacia los templos de los dioses a mí,

     como constelación nueva entre las antiguas, la diosa me puso.

De la Virgen y del salvaje León tocando, así pues,

     las luces, a Calisto unida, la Licaonia,

me torno al ocaso, conductora yo delante del tardo Boyero,

     que apenas en el vespertino, alto Océano se sumerge.

Sidney_Hall,_Boötes,_Canes_Venatici,_Coma_Berenices,_and_Quadrans_Muralis,_1825

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