Aunque el día ya está terminando, creo que merece la pena decir algo sobre la fiesta de hoy, la de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, entre otras cosas porque me honro con llevar el de uno de ellos, y, además, del principal, San Miguel.
Que es el principal de los tres y goza de gran predicamento entre los santos lo confirma el hecho de que es el primero, tras Dios, Cristo, el Espíritu Santo y la Virgen, en las Letanías de los Santos.
Miguel es, pues, el principal de los arcángeles, ya que, según la tradición es llamado “Príncipe de los espíritus celestiales” y “Jefe de la milicia celestial”. De ahí que se considere como protector de la Iglesia y de cada cristiano. También lo han asumido como patrono los cuerpos de la policía local.
Quizá debamos decir que eso de la jerarquía celestial es algo complejo.
La clasificación más influyente fue creada por un autor desconocido cuyas obras nos han llegado atribuidas a Dionisio Areopagita (le llamamos, por eso, Pseudo-Dionisio Areopagita). El teólogo en cuestión vivió entre los siglos IV y V d. C. (en el Areópago-Grecia) y expuso su doctrina angelológica en su libro La Jerarquía Celeste, según el cual los ángeles se dividen en tres grupos: el primero compuesto de serafines, querubines y tronos, el segundo compuesto de dominaciones, virtudes y potestades, y el tercero compuesto de principados, arcángeles y ángeles. Los serafines están en la cima de la jerarquía y rodean el trono de Dios, son de color rojo y su atributo es el fuego. Los querubines simbolizan la sabiduría divina y son de color azul y oro. Los tronos representan la justicia divina y llevan toga y bastón de mando. El segundo grupo es responsable de los elementos naturales y de los cuerpos celestes, los dominios y los poderes llevan corona y cetro; las virtudes se refieren a la «Pasión de Cristo», y llevan a veces flores o símbolos de María. El tercer grupo establece la relación con la humanidad. Los principados protegen a las naciones, los arcángeles son mensajeros de Dios; en fin, los ángeles protegen a todos los humanos.
La postura oficial de la Iglesia Católica se fija en el concilio del año 745 en Roma, y el de 789, en Aquisgrán, los cuales rechazaron el uso de nombres de ángeles, salvo aquellos citados en la Biblia: Miguel, Gabriel y Rafael. La Iglesia ortodoxa griega y la Iglesia ortodoxa copta reverencian, no obstante, también a Uriel. Pero además existen muchas otras fuentes documentales y tradicionales que se refieren a otros ángeles: Baraquiel, Alamiel, Letiel, Laeiel. En el Apocalipsis Nova de Amadeo de Portugal se mencionan a Uriel, Sealtiel, Jehudiel, Barachiel.
La Iglesia reconoce siete arcángeles, pero los más conocidos son Miguel, Gabriel y Rafael, ya que sus nombres aparecen en la Biblia.
También San Gregorio Magno, en sus Homilías sobre los Evangelios 34, 7-10, habla sobre los ángeles.
Él nos informa del significado de los nombres de los arcángeles cuya fiesta celebramos hoy. Los tres nombres son hebreos. Así dice Gregorio Magno:
Miguel significa ¿quién como Dios?; Gabriel, la fortaleza de Dios; y Rafael, la medicina de Dios. Cuantas veces se realiza algo que exige un poder maravilloso, es enviado San Miguel, para que por la obra y por el nombre se muestre que nadie puede hacer lo que hace Dios. Por eso, a aquel antiguo enemigo que aspiró, en su soberbia, a ser semejante a Dios, diciendo: escalaré el cielo; sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono; me sentaré sobre el monte del testamento, al lado del septentrión; sobrepujaré la altura de las nubes y seré semejante al Altísimo (Is 14, 13-14); al fin del mundo, para que perezca en el definitivo suplicio, será dejado en su propio poder y habrá de pelear con el Arcángel San Miguel, como afirma San Juan: se trabó una batalla con el arcángel San Miguel (Ap 12, 7). De este modo, aquél que se erigió, soberbio, e intentó ser semejante a Dios, aprenderá—derrotado por San Miguel—que nadie debe alzarse altaneramente con la pretensión de asemejarse a Dios.
A María es enviado San Gabriel, que se llama la fortaleza de Dios, porque venía a anunciar a Aquél que se dignó aparecer humilde para pelear contra las potestades infernales. De Él dice el salmista: levantad, ¡oh príncipes!, vuestras puertas, y elevaos vosotras, ¡oh puertas de la eternidad!, y entrará el Rey de la gloria… (Sal 23, 7). Y también: el Señor de los ejércitos, ése es el Rey de la gloria (ibid. 10). Luego el Señor de los ejércitos y fuerte en las batallas, que venía a guerrear contra los poderes espirituales, debía ser anunciado por la fortaleza de Dios.
Asimismo Rafael significa, como hemos dicho, la medicina de Dios; porque cuando, haciendo oficio de médico, tocó los ojos de Tobías, hizo desaparecer las tinieblas de su ceguera. Luego es justo que se llamara medicina de Dios.
El significado de Miguel, en latín Quis ut Deus?, suele aparecer escrito en el escudo con el que se le suele representar en su lucha contra Satanás. Esa lucha está relatada en el Apocalipsis de Juan 12, 7-10.
καὶ ἐγένετο πόλεμος ἐν τῶ οὐρανῶ, ὁ Μιχαὴλ καὶ οἱ ἄγγελοι αὐτοῦ τοῦ πολεμῆσαι μετὰ τοῦ δράκοντος. Καὶ ὁ δράκων ἐπολέμησεν καὶ οἱ ἄγγελοι αὐτοῦ, καὶ οὐκ ἴσχυσεν, οὐδὲ τόπος εὑρέθη αὐτῶν ἔτι ἐν τῶ οὐρανῶ. Καὶ ἐβλήθη ὁ δράκων ὁ μέγας, ὁ ὄφις ὁ ἀρχαῖος, ὁ καλούμενος διάβολος καὶ ὁ Σατανᾶς, ὁ πλανῶν τὴν οἰκουμένην ὅλην. Καὶ ἐβλήθη εἰς τὴν γῆν, καὶ οἱ ἄγγελοι αὐτοῦ μετ᾽ αὐτοῦ ἐβλήθησαν. Καὶ ἤκουσα φωνὴν μεγάλην ἐν τῶ οὐρανῶ λέγουσαν, ἄρτι ἐγένετο ἡ σωτηρία καὶ ἡ δύναμις καὶ ἡ βασιλεία τοῦ Θεοῦ ἡμῶν καὶ ἡ ἐξουσία τοῦ Χριστοῦ αὐτοῦ, ὅτι ἐβλήθη ὁ κατήγωρ τῶν ἀδελφῶν ἡμῶν, ὁ κατηγορῶν αὐτοὺς ἐνώπιον τοῦ θεοῦ ἡμῶν ἡμέρας καὶ νυκτός.
Et factum est proelium magnum in caeo: Michaël et angeli eius proeliabantur cum dracone, et draco pugnabat, et angeli eius: et non valuerunt, neque locus inventus est eorum amplius in caelo. Et proiectus est draco ille magnus, serpens antiquus, qui vocatur diabolus, et Satanas, qui seducit universum orbem: et proiectus est in terram, et angeli eius cum illo missi sunt. Et audivi vocem magnam in caelo dicentem: Nunc facta est salus, et virtus, et regnum Dei nostri, et potestas Christi eius: quia proiectus est accusator fratrum nostrorum, qui accusabat illos ante conspectum Dei nostri die ac nocte.
Se declaró la guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; el dragón luchaba asistido de sus ángeles;pero no vencía, y perdieron su puesto en el cielo. El dragón gigante, la serpiente primitiva, llamada Diablo y Satanás, que engañaba a todo el mundo, fue arrojado a la tierra con todos sus ángeles. Escuché en el cielo una voz potente que decía: —Ha llegado la victoria, el poder y el reinado de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo; porque ha sido expulsado el que acusaba a nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios.
En la epístola de Judas 1, 9 leemos sobre Miguel:
ὁ δὲ Μιχαὴλ ὁ ἀρχάγγελος, ὅτε τῶ διαβόλῳ διακρινόμενος διελέγετο περὶ τοῦ μωϊσέως σώματος, οὐκ ἐτόλμησεν κρίσιν ἐπενεγκεῖν βλασφημίας, ἀλλὰ εἶπεν, ἐπιτιμήσαι σοι Κύριος.
Cum Michaël Archangelus cum diabolo disputans altercaretur de Moysi corpore, non est ausus iudicium inferre blasphemiæ: sed dixit: Imperet tibi Dominus.
Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: «Que el Señor te reprima».
En los evangelios apócrifos, Evangelio de Bartolomé IV, 12 también aparece Miguel:
Καὶ ἐμβριμησάμενος τοῖς ταρταρούχοις ἀγγέλοις ἔνευσεν τὸν Μιχαὴλ σαλπίσαι ἐν σάλπιγγι τῆς δυνάμεως καὶ εὐθέως ὁ Μιχαὴλ ἐσάλπισεν, καὶ ἀνῆλθεν ὁ Βελίαρ κατεχόμενος ὑπὸ ἑξακοσίων ἑξήκοντα [τριῶν] <ἀγγέλων> δεδεμένος πυρίνοις ἀλύσεσιν.
Y, habiendo lanzado una mirada de furor a los ángeles que custodiaban el Tártaro, indicó a Miguel que hiciera sonar la trompeta fuertemente. Cuando éste la hubo sonado, subió Belial aprisionado por 663 ángeles y atado con cadenas de fuego.
Miguel, y los demás arcángeles, vuelven a ser citados en este evangelio en el capítulo 4.
Sólo nos queda felicitar a los que llevan el nombre de Miguel, Miguel Ángel (o Miguela), Rafael (o Rafaela) y Gabriel (o Gabriela) y decir:
ἐξομολογήσομαί σοι Κύριε ἐν ὅλῃ καρδίᾳ μου ὅτι ἤκουσας τὰ ῥήματα τοῦ στόματός μου καὶ ἐναντίον ἀγγέλων ψαλῶ σοι.