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Archive for septiembre 2010

Michael, quis ut Deus?

Aunque el día ya está terminando, creo que merece la pena decir algo sobre la fiesta de hoy, la de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, entre otras cosas porque me honro con llevar el de uno de ellos, y, además, del principal, San Miguel.

Que es el principal de los tres y goza de gran predicamento entre los santos lo confirma el hecho de que es el primero, tras Dios, Cristo, el Espíritu Santo y la Virgen, en las Letanías de los Santos.

Miguel es, pues, el principal de los arcángeles, ya que, según la tradición es llamado “Príncipe de los espíritus celestiales” y “Jefe de la milicia celestial”. De ahí que se considere como protector de la Iglesia y de cada cristiano. También lo han asumido como patrono los cuerpos de la policía local.

Quizá debamos decir que eso de la jerarquía celestial es algo complejo.

La clasificación más influyente fue creada por un autor desconocido cuyas obras nos han llegado atribuidas a Dionisio Areopagita (le llamamos, por eso, Pseudo-Dionisio Areopagita). El teólogo en cuestión vivió entre los siglos IV y V d. C. (en el Areópago-Grecia) y expuso su doctrina angelológica en su libro La Jerarquía Celeste, según el cual los ángeles se dividen en tres grupos: el primero compuesto de serafines, querubines y tronos, el segundo compuesto de dominaciones, virtudes y potestades, y el tercero compuesto de principados, arcángeles y ángeles. Los serafines están en la cima de la jerarquía y rodean el trono de Dios, son de color rojo y su atributo es el fuego. Los querubines simbolizan la sabiduría divina y son de color azul y oro. Los tronos representan la justicia divina y llevan toga y bastón de mando. El segundo grupo es responsable de los elementos naturales y de los cuerpos celestes, los dominios y los poderes llevan corona y cetro; las virtudes se refieren a la «Pasión de Cristo», y llevan a veces flores o símbolos de María. El tercer grupo establece la relación con la humanidad. Los principados protegen a las naciones, los arcángeles son mensajeros de Dios; en fin, los ángeles protegen a todos los humanos.

La postura oficial de la Iglesia Católica se fija en el concilio del año 745 en Roma, y el de 789, en Aquisgrán, los cuales rechazaron el uso de nombres de ángeles, salvo aquellos citados en la Biblia: Miguel, Gabriel y Rafael. La Iglesia ortodoxa griega y la Iglesia ortodoxa copta reverencian, no obstante, también a Uriel. Pero además existen muchas otras fuentes documentales y tradicionales que se refieren a otros ángeles: Baraquiel, Alamiel, Letiel, Laeiel. En el Apocalipsis Nova de Amadeo de Portugal se mencionan a Uriel, Sealtiel, Jehudiel, Barachiel.

La Iglesia reconoce siete arcángeles, pero los más conocidos son Miguel, Gabriel y Rafael, ya que sus nombres aparecen en la Biblia.

También San Gregorio Magno, en sus Homilías sobre los Evangelios 34, 7-10, habla sobre los ángeles.

Él nos informa del significado de los nombres de los arcángeles cuya fiesta celebramos hoy. Los tres nombres son hebreos. Así dice Gregorio Magno:

Miguel significa ¿quién como Dios?; Gabriel, la fortaleza de Dios; y Rafael, la medicina de Dios. Cuantas veces se realiza algo que exige un poder maravilloso, es enviado San Miguel, para que por la obra y por el nombre se muestre que nadie puede hacer lo que hace Dios. Por eso, a aquel antiguo enemigo que aspiró, en su soberbia, a ser semejante a Dios, diciendo: escalaré el cielo; sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono; me sentaré sobre el monte del testamento, al lado del septentrión; sobrepujaré la altura de las nubes y seré semejante al Altísimo (Is 14, 13-14); al fin del mundo, para que perezca en el definitivo suplicio, será dejado en su propio poder y habrá de pelear con el Arcángel San Miguel, como afirma San Juan: se trabó una batalla con el arcángel San Miguel (Ap 12, 7). De este modo, aquél que se erigió, soberbio, e intentó ser semejante a Dios, aprenderá—derrotado por San Miguel—que nadie debe alzarse altaneramente con la pretensión de asemejarse a Dios.

A María es enviado San Gabriel, que se llama la fortaleza de Dios, porque venía a anunciar a Aquél que se dignó aparecer humilde para pelear contra las potestades infernales. De Él dice el salmista: levantad, ¡oh príncipes!, vuestras puertas, y elevaos vosotras, ¡oh puertas de la eternidad!, y entrará el Rey de la gloria… (Sal 23, 7). Y también: el Señor de los ejércitos, ése es el Rey de la gloria (ibid. 10). Luego el Señor de los ejércitos y fuerte en las batallas, que venía a guerrear contra los poderes espirituales, debía ser anunciado por la fortaleza de Dios.

Asimismo Rafael significa, como hemos dicho, la medicina de Dios; porque cuando, haciendo oficio de médico, tocó los ojos de Tobías, hizo desaparecer las tinieblas de su ceguera. Luego es justo que se llamara medicina de Dios.

El significado de Miguel, en latín Quis ut Deus?, suele aparecer escrito en el escudo con el que se le suele representar en su lucha contra Satanás. Esa lucha está relatada en el Apocalipsis de Juan 12, 7-10.

κα γένετο πόλεμος ν τ οραν, Μιχαλ κα ο γγελοι ατο το πολεμσαι μετ το δράκοντος. Κα δράκων πολέμησεν κα ο γγελοι ατο, κα οκ σχυσεν, οδ τόπος ερέθη ατν τι ν τ οραν. Κα βλήθη δράκων μέγας, φις ρχαος, καλούμενος διάβολος κα Σατανς, πλανν τν οκουμένην λην. Καὶ βλήθη ες τν γν, κα ο γγελοι ατο μετ ατο βλήθησαν. Κα κουσα φωνν μεγάλην ν τ οραν λέγουσαν, ρτι γένετο σωτηρία κα δύναμις κα βασιλεία το Θεο μν κα ξουσία το Χριστο ατο, τι βλήθη κατήγωρ τν δελφν μν, κατηγορν ατος νώπιον το θεο μν μέρας κα νυκτός.

Et factum est proelium magnum in caeo: Michaël et angeli eius proeliabantur cum dracone, et draco pugnabat, et angeli eius: et non valuerunt, neque locus inventus est eorum amplius in caelo. Et proiectus est draco ille magnus, serpens antiquus, qui vocatur diabolus, et Satanas, qui seducit universum orbem: et proiectus est in terram, et angeli eius cum illo missi sunt. Et audivi vocem magnam in caelo dicentem: Nunc facta est salus, et virtus, et regnum Dei nostri, et potestas Christi eius: quia proiectus est accusator fratrum nostrorum, qui accusabat illos ante conspectum Dei nostri die ac nocte.

Se declaró la guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; el dragón luchaba asistido de sus ángeles;pero no vencía, y perdieron su puesto en el cielo. El dragón gigante, la serpiente primitiva, llamada Diablo y Satanás, que engañaba a todo el mundo, fue arrojado a la tierra con todos sus ángeles. Escuché en el cielo una voz potente que decía: —Ha llegado la victoria, el poder y el reinado de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo; porque ha sido expulsado el que acusaba a nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios.

En la epístola de Judas 1, 9 leemos sobre Miguel:

δ Μιχαλ ρχάγγελος, τε τ διαβόλ διακρινόμενος διελέγετο περ το μωϊσέως σώματος, οκ τόλμησεν κρίσιν πενεγκεν βλασφημίας, λλ επεν, πιτιμήσαι σοι Κύριος.

Cum Michaël Archangelus cum diabolo disputans altercaretur de Moysi corpore, non est ausus iudicium inferre blasphemiæ: sed dixit: Imperet tibi Dominus.

Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: «Que el Señor te reprima».

En los evangelios apócrifos, Evangelio de Bartolomé IV, 12 también aparece Miguel:

Καὶ ἐμβριμησάμενος τος ταρταροχοις γγλοις νευσεν τν Μιχαλ σαλπσαι ν σάλπιγγι τῆς δυνάμεως καὶ εὐθέως Μιχαὴλ ἐσάλπισεν, κα νλθεν Βελαρ κατεχμενος π ξακοσων ξκοντα [τριν] <γγλων> δεδεμνος πυρνοις λσεσιν.

Y, habiendo lanzado una mirada de furor a los ángeles que custodiaban el Tártaro, indicó a Miguel que hiciera sonar la trompeta fuertemente. Cuando éste la hubo sonado, subió Belial aprisionado por 663 ángeles y atado con cadenas de fuego.

Miguel, y los demás arcángeles, vuelven a ser citados en este evangelio en el capítulo 4.

Sólo nos queda felicitar a los que llevan el nombre de Miguel, Miguel Ángel  (o Miguela), Rafael (o Rafaela) y Gabriel (o Gabriela) y decir:

ξομολογσομα σοι Κριε ν λ καρδίᾳ μου τι κουσας τ ῥήματα το στματς μου κα ναντον γγλων ψαλ σοι.

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En el primer artículo de esta serie ofrecimos una introducción a las cantatas profanas, y entre ellas las mitológicas, de Bach y el texto clásico que está en la base de la primera de estas cantatas que analizamos, es decir, la disputa de Febo y Pan que aparece en las Metamorfosis de Ovidio para la cantata BWV 201 Geschwinde, ihr wirbelnden Winde.

Seguimos ahora con esta cantata de la que ofrecemos texto y traducción, y otros datos.

Resulta evidente que Bach aprovechó la ocasión para expresar sus opiniones sobre la crítica musical de su tiempo, y concretamente para ridiculizar las nuevas tendencias musicales. Según la antigua leyenda griega, narrada por Ovidio, Febo, que representa la tradición, y Pan, que encarna las nuevas tendencias, compiten en la interpretación de la flauta y la lira. Entre los jueces, Tmolo está por Febo, mientras que Midas prefiere el canto torpe de Pan. Para castigar su falta de discernimiento, Apolo le pone orejas de asno.

El personaje que Bach quería ridiculizar era Johann Adolf Schiber, defensor elocuente de las nuevas teorías estéticas y detractor por lo tanto de la música de Bach, a la que tildaba de artificial y compleja.

Se han documentado dos actuaciones de Bach en el texto de la cantata. La primera de ellas, en la segunda mitad de la década de 1730, fue probablemente consecuencia a los ataques que lanzó contra su música Adolf Scheibe en 1737. La de 1749 y el cambio del texto del último recitativo fueron probablemente consecuencia de una disputa a cuenta de un director de docencia en Freiberg, llamado Biedermann, cuyo programa escolar mantenía que una cultura musical demasiado intensiva era perjudicial para los jóvenes. Puede que Bach reaccionase a las pruebas para el cargo de director de coro por las que había tenido que pasar Gottlieb Harrer, un protegido del Conde Heinrich von Brühl, el 8 de junio de 1749.

De las partes de esta sátira musical sobresalen el suntuoso coro inicial, la primera aria de Febo (V) acompañada por las cuerdas con sordina, el oboe d’amore y la flauta, y que muestra mucha destreza en la complejidad rítmica y el manejo de los matices.

Se supone que, en este aria,  Bach no estaba tan interesado en relatar con exactitud el antiguo relato de los amores de Apolo y Jacinto como en utilizarlo como una representación del conflicto entonces vigente entre un «estilo serio, métrico y altamente artístico» frente a un «estilo ligero, simplemente agradable»; a través de Febo, Bach realiza algún alegato a favor de su propia causa, de su propia música, tan exigente. Por ello, los estudiosos de Bach han prestado especial atención a la cantata y, en particular, al aria de Febo. Según Philipp Spitta, el aria en sol menor, «muy hermosa y escrita con evidente pasión, es un autorretrato de Bach».

También destaca el aria de Pan (VII) donde los violines tocan una desenfadada melodía mientras acompañan el canto del dios. El aria de Tmolo (IX), «Febo, tu melodía ha dado origen al encantamiento». Se oye en el continuo una plácida melodía y sobre ella el oboe d’amore proclama el entusiasmo del dios por «los fascinantes poderes vocales de Apolo».

Cuando Midas defiende su opinión (XI) Bach indica en la música que es el juicio de un asno y que Midas merece su castigo: las orejas de asno.

El cantante describe esas largas orejas mientras que los violines imitan el rebuzno. Muy notable es también el coro final cuyo texto dice: «Alégrese el corazón con la música muy dulce de flautas violas, arpas y voces. Y olvídese la burla, pues el Arte al mundo embelesa y a los grandes dioses regocija«.

Momus (Soprano), Mercurius (Alto), Tmolus (Tenor I), Midas (Tenor II), Phoebus (Bajo I), Pan (Bajo II)

1. (Coro)

Tromba I/II, Tamburi, Flauto traverso I/II, Oboe I/II, Violino I/II, Viola, Continuo

Geschwinde,

Ihr wirbelnden Winde,

Auf einmal zusammen zur Höhle hinein!

Dass das Hin- und Widerschallen

Selbst dem Echo mag gefallen

Und den Lüften lieblich sein.


1 Coro [Soprano, Contralto, Tenor I, Tenor II, Bajo I, Bajo II]

¡Corred, vientos turbulentos,

de inmediato hacia vuestra caverna!

Para que el ir y venir de la música

sea agradable incluso para Eco

y placentera para las brisas.

2. Recitativo [Bajo I Bajo II Soprano]

Continuo

Phoebus

Und du bist doch so unverschämt und frei,

Mir in das Angesicht zu sagen,

Dass dein Gesang

Viel herrlicher als meiner sei?

Pan

Wie kannst du doch so lange fragen?

Der ganze Wald bewundert meinen Klang;

Das Nymphenchor,

Das mein von mir erfundnes Rohr

Von sieben wohlgesetzten Stufen

Zu tanzen öfters aufgerufen,

Wird dir von selbsten zugestehn:

Pan singt vor allen andern schön.

Phoebus

Vor Nymphen bist du recht;

Allein, die Götter zu vergnügen,

Ist deine Flöte viel zu schlecht.

Pan

Sobald mein Ton die Luft erfüllt,

So hüpfen die Berge, so tanzet das Wild,

So müssen sich die Zweige biegen,

Und unter denen Sternen

Geht ein entzücktes Springen für:

Die Vögel setzen sich zu mir

Und wollen von mir singen lernen.

Momus

Ei! hört mir doch den Pan,

Den großen Meistersänger, an!

El recitativo se puede escuchar aquí.


2 Recitativo [Bajo I, Bajo II, Soprano]

Febo:

Y, ¿eres tan desvergonzado y atrevido

para osar decirme a la cara

que tu canto

es mucho más exquisito que el mío?

Pan:

¿Cómo puedes preguntarlo aún?

Toda la foresta admira mi música.

El coro de las ninfas

que, con la caña que he descubierto

con sus siete tubos bien arreglados

han sido tantas veces invitadas a danzar

lo admitirán por propia voluntad:

Pan canta con más belleza que nadie.

Febo:

Tienes razón en lo de las ninfas;

mas para contentar a los dioses

tu flauta es demasiado mezquina.

Pan:

Tan pronto como mis notas llenan el aire,

las colinas saltan, el bosque danza,

las ramas han de inclinarse

y bajo las estrellas

una mágica conmoción sucede:

las aves se sientan a mi lado

y quieren aprender de mí cómo cantar.

Momus:

¡Hey! ¡Escuchad a Pan,

el gran maestro de canto!

3. Aria [Soprano]

Continuo

Patron, das macht der Wind.

Dass man prahlt und hat kein Geld,

Dass man das für Wahrheit hält,

Was nur in die Augen fällt,

Dass die Toren weise sind,

Dass das Glücke selber blind,

Patron, das macht der Wind.

Aquí el aria de Momo.


3 Aria (Momus) [Soprano]

Señor, esto no es sino viento…

cuando uno se jacta y no tiene blanca,

cuando uno piensa que es la verdad

sólo lo que tiene frente a los ojos,

cuando los necios son listos,

cuando la propia fortuna es ciega…

Señor, esto no es sino viento.


4. Recitativo [Contralto, Bajo I, Bajo II]

Continuo

Mercurius

Was braucht ihr euch zu zanken?

Ihr weichet doch einander nicht.

Nach meinen wenigen Gedanken,

So wähle sich ein jeder einen Mann,

Der zwischen euch das Urteil spricht;

Laßt sehn, wer fällt euch ein?

Phoebus

Der Tmolus soll mein Richter sein,

Pan

Und Midas sei auf meiner Seite.

Mercurius

So tretet her, ihr lieben Leute,

Hört alles fleißig an

Und merket, wer das Beste kann!

El número 4 se puede escuchar en este lugar.


4 Recitativo [Contralto, Bajo I, Bajo II]

Mercurio:

¿Por qué necesitáis porfiar?

Nunca os pondréis de acuerdo.

En mi humilde opinión

cada uno debería elegir a alguien

para que pronunciase un juicio sobre vosotros.

Veamos, ¿qué os parece?

Febo:

Tmolo será mi juez

Pan:

Y Midas estará a mi lado.

Mercurio:

¡Entonces adelantaos, gentes amadas,

escuchad diligentes todo

y apreciad quién puede hacerlo mejor!

Llega ahora el aria de Febo, y nos centraremos en su supuesta carga homoerótica.

El aria de Febo es probablemente la primera aria claramente homoerótica de la historia de la música. Los expertos, como puede probarse con muchas citas, la tienen en gran estima. Pero la mayoría de los autores que escribieron acerca de esta cantata pasaron por alto su contenido homoerótico y se ciñeron al análisis musical, pues, aparentemente el aria no encajaba con la imagen tradicional de Bach que el maestro describiese una relación homoerótica amorosa.

Para más información sobre el trasfondo musical del aria, un espectador que hubiese presenciado las actuaciones de Bach podría haber consultado el libro. “Gründliches Lexicon Mythologicum”, una enciclopedia de la mitología clásica de Benjamin Hederich, publicada en Leipzig en 1724, según la cual “Jacinto era un joven de extraordinaria belleza, por quien no sólo Thamyris concibió un tipo de amor contra natura sino que también Céfiro y Apolo se enamoraron de él al instante. Pero como estimó a éste más digno que a aquél, el segundo se molestó y, durante una competición de tiro de disco, que Apolo tiró hacia lo alto, Céfiro sopló y el disco dio en la cabeza de Jacinto, que quedó postrado en el suelo mientras que Apolo perseguía a Céfiro con sus flechas, transformando a la vez a Jacinto en la flor del mismo nombre.”

Bach no fue el único compositor en tratar el tema de «Apolo y Jacinto». A los once años de edad, Wolfgang Amadeus Mozart compuso una comedia escolar en latín «Apolo et Hyacinthus», representada por primera vez en 1767 en Salzburgo. No obstante, el autor del libreto, el padre benedictino Rufinus Widl, transformó profundamente el relato. Dado que la representación de una obra de contenido homoerótico en una escuela católica resultaba imposible por cuestiones de orden moral, el pater añadió un personaje femenino, Melia, hermana de Jacinto, de quién hizo que Apolo se enamorase. Otro trabajo que abordó el asunto, fue la cantata de cámara «Apolo y Jacinto» improvisaciones para chémbalo, alto y ocho instrumentos solistas, con letra de Georg Trakl, compuesta por Hans Werner Henze [*1926] en 1948).

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Nosotros pasamos ahora a repasar, de forma sucinta, la presencia de Alcestis en los textos clásicos. Ya en el texto de Souvirón hemos visto que Apolodoro nos habla de ella, en concreto en Biblioteca I, 9, 15

Ἀδμήτου δὲ βασιλεύοντος τῶν Φερῶν, ἐθήτευσεν Ἀπόλλων αὐτῷ μνηστευομένῳ τὴν Πελίου θυγατέρα Ἄλκηστιν. ἐκείνου δὲ δώσειν ἐπαγγειλαμένου τὴν θυγατέρα τῷ καταζεύξαντι ἅρμα λέοντος καὶ κάπρου, Ἀπόλλων ζεύξας ἔδωκεν· ὁ δὲ κομίσας πρὸς Πελίαν Ἄλκηστιν λαμβάνει. θύων δὲ ἐν τοῖς γάμοις ἐξελάθετο Ἀρτέμιδι θῦσαι· διὰ τοῦτο τὸν θάλαμον ἀνοίξας εὗρε δρακόντων σπειράμασι πεπληρωμένον. Ἀπόλλων δὲ εἰπὼν ἐξιλάσκεσθαι τὴν θεόν, ᾐτήσατο παρὰ μοιρῶν, ἵνα, ὅταν Ἄδμητος μέλλῃ τελευτᾶν, ἀπολυθῇ τοῦ θανάτου, ἂν ἑκουσίως τις ὑπὲρ αὐτοῦ θνήσκειν ἕληται. ὡς δὲ ἦλθεν ἡ τοῦ θνήσκειν ἡμέρα, μήτε τοῦ πατρὸς μήτε τῆς μητρὸς ὑπὲρ αὐτοῦ θνήσκειν θελόντων, Ἄλκηστις ὑπεραπέθανε. καὶ αὐτὴν πάλιν ἀνέπεμψεν ἡ Κόρη, ὡς δὲ ἔνιοι λέγουσιν, Ἡρακλῆς <πρὸς αὐτὸν ἀνεκόμισε> μαχεσάμενος Ἅιδῃ.

Cuando Admeto reinaba en Feras y pretendía a Alcestis, hija de Pelias, Apolo estuvo a su servicio. Pelias había prometido entregar su hija al que fuera capaz de uncir al mismo carro un león y un jabalí; Apolo lo hizo y se los entregó a Admeto, quien los llevó a Pelias y obtuvo a Alcestis. Pero en sus bodas al ofrecer sacrificios se olvidó de Ártemis, por eso al abrir el tálamo lo encontró lleno de serpientes enroscadas; Apolo le dijo que aplacara a la diosa, y consiguió de las Moiras que, cuando Admeto estuviera a punto de morir, pudiera librase si alguien aceptaba voluntariamente ocupar su lugar. Cuando llegó el día de su muerte ni su padre ni su madre consintieron en morir por él, pero sí Alcestis. Core la envió de nuevo arriba, o, según otros, la rescató Heracles luchando con Hades.

En la Ilíada de Homero encontramos una referencia a Alcestis, en el canto II, verso 715:

Ο δ Φερς νμοντο παρα Βοιβηδα λμνην

Βοβην κα Γλαφρας κα ϋκτιμνην ᾿Ιαωλκν,

τν ρχ᾿ ᾿Αδμτοιο φλος πάϊς νδεκα νην

Εμηλος, τν π᾿ ᾿Αδμτ τκε δα γυναικν

῎Αλκηστις Πελαο θυγατρν εδος ρστη.

Los que moraban en Feras, situada a orillas del lago Bebeis, Beba, Gláfiras y Yaolco bien edificada, habían llegado en once naves al mando de Eumelo, hijo querido de Admeto y de Alcestes, divina entre las mujeres, que era la más hermosa de las hijas de Pelias.

Higino habla de Alcestis en su fábula 51:

ALCESTIS.

Alcestim Peliae et Anax<i>bies <Bian>tis filiae filiam complures proci petebant in coniugium; Pelias uitans eorum condiciones repudiauit et simultatem constituit, ei se daturum qui feras bestias ad currum iunxisset et Alcestim in coniugio auexisset. Itaque Admetus ab Apolline petiit ut se adiuuaret. Apollo autem quod ab eo in seruitut<e> liberaliter esset acceptus, aprum et leonem ei iunctos tradidit, quibus ille Alcestim auexit. Et illud ab Apolline accepit, ut pro se alius uoluntarie moreretur. Pro quo cum neque pater neque mater mori uoluisset, uxor se Alcestis obtulit et pro eo uicaria morte interiit; quam postea Hercules ab inferis reuocauit.

Muchos nobles pedían en matrimonio a Alcestis, hija de Pelias y Anaxibia, hija de Biante. Pelias, evitando sus condiciones, lo rechazó y estableció un certamen diciendo que se la concedería a aquel que unciera unas fieras salvajes a un carro y condujera en él a Alcestis en la boda. Así pues, Admeto pidió a Apolo que le ayudara. Apolo, en efecto, puesto que había sido recibido generosamente por él como esclavo, le entregó uncidos un jabalí y un león, con los que aquél condujo a Alcestis. Y obtuvo de Apolo que otro pudiera morir por él voluntariamente. En su lugar, cuando ni su padre ni su madre quisieron morir, se ofreció su esposa Alcestis y por él pereció en una muerte sustitutiva; a ésta después Hércules la rescató de los infiernos.

Diodoro Sículo en su Biblioteca Histórica IV, 52 1-2 nos cuenta:

φασὶν αὐτὴν κατ μόνας ἐντυχοῦσαν τῷ Πελί παρακαλέσαι ταῖς θυγατράσι διακελεύσασθαι συνεργεῖν καὶ πράττειν ἅπερ ἂν αὐταῖς προστάττῃ· προσήκειν γὰρ τῷ τοῦ βασιλως σματι μ δουλικας χερσν, λλ τας τν τκνων θεραπευθντα τυχεν τς παρ θεν εεργεσας. διπερ το Πελου τας θυγατρσι διαρρδην επντος πντα πρττειν σα ν Μδεια προστττ περ τ σμα το πατρς, τς μν παρθνους τομους οσας τ κελευμενον πιτελεν, τν δ Μδειαν νυκτς πιγενομνης κα το Πελου πρς πνον τραπντος λγειν ς ναγκαον ν λβητι καθεψσαι τ σμα το Πελου. Προσντως δ τν παρθνων δεξαμνων τν λγον, τραν ατν πινοσαι πστιν τν π᾿ατς λεγομνων· τρεφομνου γρ κριο πολυετος κατ τν οκαν, παγγελασθαι τας κραις τοτον πρτερον καθεψσειν κα ποισειν π᾿ρχς ρνα. συγκαταθεμνων δ᾿ατν, μυθολογοσι τν Μδειαν κατ μλη διελοσαν τ σμα το κριο καθεψσαι, κα δι τινων φαρμκων παρακρουσαμνην ξελεν κ το λβητος ρνς εδωλον. νταθα τν παρθνων καταπλαγεισν, κα πστεις τς παγγελας γησαμνων νδεχομνας χειν, πουργσαι τος προστγμασι. κα τς μν λλας πσας τν πατρα τυπτοσας ποκτεναι, μνην δ᾿Αλκηστιν δι᾿εσεβεας περβολν ποσχσθαι το γεννσαντος.

Dicen que ella (Medea) tras haberse reunido en privado con Pelias le instó a ordenar a sus hijas a cooperar con ella y hacer lo que les mandara. Porque decía que convenía que el cuerpo del rey recibiera el favor de los dioses siendo cuidado por las manos, no de criadas, sino de sus propias hijas. Por lo tanto habiendo dado Pelias instrucciones explícitas a sus hijas, para que hicieran todo lo que ordenara Medea con respecto al cuerpo de su padre, y estando las muchachas dispuestas a llevar a cabo sus órdenes, Medea, entonces, dice la historia, cuando llegó la noche y Pelias quedó dormido, comunicó a las hijas que era necesario que el cuerpo de Pelias fuera hervido en un caldero. Pero cuando las doncellas recibieron su propuesta con hostilidad, ideó un segundo plan que creía que podía ser aceptado. Había un carnero viejo en casa, y ordenó a las doncellas que primero lo hirvieran y así lo convertirían de nuevo en un cordero. Cuando estuvieron de acuerdo en esto, se nos dice que Medea después de cortar miembro a miembro el cuerpo del carnero lo coció y, a continuación, usando de un engaño por medio de ciertas drogas, sacó del caldero una imagen que parecía un cordero. Entonces las doncellas se quedaron atónitas, y estaban tan convencidas de que habían recibido todas las pruebas posibles de que ella iba a hacer lo que prometía, que llevaron a cabo sus órdenes. Y mientras todas las demás golpearon a su padre y lo mataron, Alcestis fue la única que, debido a su gran piedad, no puso las manos sobre aquél, que la había engendrado.


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Bach no destacó especialmente en el uso de los elementos mitológicos en su música. Como se sabe, la gran mayoría de su obra coral y vocal está consagrada al terreno religioso (cantatas para los domingos, Magnificat, misas, oratorios de Navidad, Ascención y Pascua, Pasiones), ya que Johann Sebastian fue esencialmente un músico de iglesia. Aunque era organista, y al órgano dedicó toda su vida, sabía muy bien que, según la concepción eclesiástica tradicional, la música religiosa es, ante todo y sobre todo, música vocal.

De las 221 cantatas que compuso, 196 son religiosas y sólo 25 profanas y es entre éstas donde hallaremos las de temática mitológica.

Las cantatas profanas ocupan los números de catálogo BWV 201 a 222, además de la BWV 249a (Entfliehet, verschwinder, entweichet, ihr Sorgen), cantata pastoril para el cumpleaños del Duque Christian de Sajonia-Weisenfels

Son:

201: Geschwinde, ihr wirbelnden Winde (Disputa de Febo y Pan; ¿pensada para el Café Zimmermann?) Mitológica.

202: Weichet nur, betrübte Schatten (cantata de bodas). Alusiones mitológicas.

203: Amore traditore (acontecimiento desconocido).

204: Ich bin in mir vergnügt (acontecimiento desconocido).

205: Zerreißet, zersprenget, zertrümmert die Gruft (Eolo apaciguado; para el cumpleaños de Augustus Friedrich Müller, profesor en Leipzig). Mitológica.

206: Schleicht, spielende Wellen, und murmelt gelinde! (cantata de los ríos; cumpleaños de Augusto III). Alusiones mitológicas.

207: Vereinigte Zwietracht der wechselnden Saiten (elección de Gottlieb Kortte como profesor en Leipzig)

207a: Auf, schmetternde Töne der muntern Trompeten (cumpleaños del Elector Augusto III)

208: Was mir behagt, ist nur die muntre Jagd! (cantata de caza; para los cumpleaños del Duque Christian de Sajonia-Weisenfels y el Duque August de Weimar). Mitológica.

209: Non sa che sia dolore (¿despedida a Johann Matthias Gesner en su destino a Ansbach?).

210: O holder Tag, erwünschte Zeit (cantata de boda).

211: Schweigt stille, plaudert nicht (cantata del café; para el Café Zimmermann y el Collegium Musicum).

212: Mer hahn en neue Oberkeet (cantata campesina burlesca; homenaje a Carl Heinrich von Dieskau).

213: Laßt uns sorgen, laßt uns wachen (Hércules en la encrucijada; cumpleaños del Príncipe Friedrich Christian). Mitológica.

214: Tönet, ihr Pauken! Erschallet, Trompeten! (cumpleaños de Maria Josepha, reina de Polonia y Electora). Mitológica.

215: Preise dein Glücke, gesegnetes Sachsen (coronación de Augusto III, como rey de Polonia).

216: Vergnügte Pleißenstadt [fragmento] (boda de Johann Heinrich Wolff y Susanna Regina Hempel).

221: Wer sucht die Pracht, wer wünscht den Glanz (acontecimiento desconocido).

222: Mein Odem ist schwach (acontecimiento desconocido).

De todas ellas nos centraremos en cinco: las BWV 201, 205, 208, 213 y 214.

De cada una de ellas ofreceremos la letra en alemán y su traducción aproximada al español (lo advertimos ya), y un comentario, más o menos extenso, sobre algunos aspectos relativos a sus personajes, fuentes, o particularidades del texto.

Para la confección de esta serie sobre Bach nos ha sido de inestimable ayuda la magnífica página sobre las cantatas de Bach de Julio Sánchez Reyes, de donde hemos tomado buena parte de la información.

Cantata BWV 201: Geschwinde, ihr wirbelnden Winde (Der Streit zwischen Phoebus und Pan)

Cantata 201: Febo y Pan

Kantata 201: Geschwinde, ihr wirbelnden Winde (Corred, vientos turbulentos)

Cantata Profana compuesta en Leipzig

El «drama per musica» «Der Streit zwischen Phoebus und Pan BWV 201», nos da cuenta del desafío entre los dioses del Olimpo, Febo Apolo, creador de la cítara y el dios rural Pan, inventor de la flauta. El texto fue escrito por un funcionario de correos y poeta aficionado de Leipzig, Christian Friedrich Henrici, llamado Picander, y fue publicado en 1732. Se desconoce si esta cantata, de cerca de una hora de duración, responde a algún encargo concreto. Según, C. L. Hilgenfeldt en su biografía de Bach, publicada en 1850, la cantata fue escrita probablemente en 1725 para la corte de Sajonia. No obstante, las características del papel y la escritura de la partitura revelan que no fue escrita antes del otoño de 1729. Klaus Häfner da por sentado que la BWV 201, así como otras dos cantatas de la misma duración, de las que sólo sobrevivió uno de los textos de Picander, formaba una especie de trilogía producida por Bach cuando se hizo cargo de la dirección del «Collegium Musicum» en la primavera de 1729.

Cuando compuso este «dramma per musica» en el verano de 1729, Bach llevaba pocas semanas, según acabamos de decir, como director del Collegium Musicum de Leipzig. Y ese mismo verano, durante un concierto del Collegium, lo dirigió con el concurso de estudiantes universitarios. Se trata de una obra satírica con texto de Picander, quien se inspiró en las «Metamorfosis» de Ovidio. El libretista lo tituló «Desafío de Febo y Pan» y lo incluyó en sus «Poemas satíricos serios y jocosos».

Los personajes mitológicos son Momo (diosa de la burla), soprano, Mercurio (dios del comercio), contralto, Tmolo (dios lidio y juez), tenor, Midas (rey frigio y también juez), tenor, Febo (dios de la sabiduría y protector de las musas), bajo, y Pan (divinidad de los bosques), bajo.

En un concurso de canto, Febo es secundado por Tmolo, el otro por Midas. Momo y Mercurio son observadores imparciales.

La fuente literaria para el texto puede estar en las Metamorfosis de Ovidio, libro XI, versos 146 a 193:

Ille perosus opes silvas et rura colebat

Panaque montanis habitantem semper in antris,

pingue sed ingenium mansit, nocituraque, ut ante,

rursus erant domino stultae praecordia mentis.

nam freta prospiciens late riget arduus alto

Tmolus in ascensu clivoque extensus utroque

Sardibus hinc, illinc parvis finitur Hypaepis.

Pan ibi dum teneris iactat sua sibila nymphis

et leve cerata modulatur harundine carmen

ausus Apollineos prae se contemnere cantus,

iudice sub Tmolo certamen venit ad inpar.

Monte suo senior iudex consedit et aures

liberat arboribus: quercu coma caerula tantum

cingitur, et pendent circum cava tempora glandes.

isque deum pecoris spectans ‘in iudice’ dixit

‘nulla mora est.’ calamis agrestibus insonat ille

barbaricoque Midan (aderat nam forte canenti)

carmine delenit; post hunc sacer ora retorsit

Tmolus ad os Phoebi: vultum sua silva secuta est.

ille caput flavum lauro Parnaside vinctus

verrit humum Tyrio saturata murice palla

instructamque fidem gemmis et dentibus Indis

sustinet a laeva, tenuit manus altera plectrum;

artificis status ipse fuit. tum stamina docto

pollice sollicitat, quorum dulcedine captus

Pana iubet Tmolus citharae submittere cannas.

Iudicium sanctique placet sententia montis

omnibus, arguitur tamen atque iniusta vocatur

unius sermone Midae; nec Delius aures

humanam stolidas patitur retinere figuram,

sed trahit in spatium villisque albentibus inplet

instabilesque imas facit et dat posse moveri:

cetera sunt hominis, partem damnatur in unam

induiturque aures lente gradientis aselli.

ille quidem celare cupit turpique pudore

tempora purpureis temptat relevare tiaris;

sed solitus longos ferro resecare capillos

viderat hoc famulus, qui cum nec prodere visum

dedecus auderet, cupiens efferre sub auras,

nec posset reticere tamen, secedit humumque

effodit et, domini quales adspexerit aures,


voce refert parva terraeque inmurmurat haustae

indiciumque suae vocis tellure regesta

obruit et scrobibus tacitus discedit opertis.

creber harundinibus tremulis ibi surgere lucus

coepit et, ut primum pleno maturuit anno,

prodidit agricolam: leni nam motus ab austro

obruta verba refert dominique coarguit aures.

La traducción que sigue es de Ana Pérez Vega

Midas (II): Febo y Pan

Él, aborreciendo las riquezas, los bosques y los campos honraba,

y a Pan, que habita siempre en las cuevas montanas,

pero zafio permaneció su ingenio, y de dañarle como antes

de nuevo habían a su dueño los interiores de su estúpida mente.

150Pues los mares oteando ampliamente se yergue, arduo en su alto

ascenso, el Tmolo, y por sus pendientes ambas extendiéndose,

en Sardes por aquí, por allí en la pequeña Hipepa termina.

Pan allí, mientras tiernas a las nifas lanza sus silbos

y leve modula, en su encerada caña, su canción,

155osando despreciar ante sí de Apolo sus cantos,

bajo el Tmolo, éste de juez, a un certamen acude disparejo.

En su propio monte el anciano juez se sentó, y sus oídos

libera de árboles: de encina su melena azul sólo

ciñe, y penden, alrededor de sus cóncavas sienes, bellotas.

160Y éste, al dios del ganado contemplando: “En el juez”,

dijo, “ninguna demora hay.” Por dentro sus cálamos agrestes hace sonar él

y con su bárbara canción a Midas –pues era el caso que acompañaba él

al cantor– cautiva. Después de él sagrado el Tmolo volvió su rostro

hacia el rostro de Febo: a su semblante siguió su bosque.

165Él, en su cabeza flava de laurel del Parnaso ceñido,

barre la tierra con su capa saturada de tirio múrice y,

guarnecida su lira de gemas y diente indios,

la sostiene por la izquierda, sujeta la mano segunda el plectro.


De un artista su porte mismo era. Entonces los hilos con docto

170pulgar inquieta, por cuya dulzura cautivado,

a Pan ordena el Tmolo a esa cítara someter sus cañas.

El juicio y la sentencia del santo monte place

a todos; se la rebate aun así e injusta se la llama

en el discurso de Midas solo. Y el Delio sus oídos

175sandios no soporta que retengan su figura humana,

sino que las alarga en su espacio y de vellos blanquecientes las colma,

y no estables por debajo las hace y les otorga el poder moverse:

lo restante es de humano. En una parte se le condena

y se viste las orejas del que lento avanza, el burrito.

180Él ciertamente esconderlo desea, y con vergonzoso pudor

sus sienes con purpurinas tiaras intenta consolar.

Pero, el que solía sus largos cabellos cortar a hierro

había visto esto, su sirviente, el cual, como tampoco a traicionar

el desdoro visto se atreviera, deseando sacarlo a las auras,

185y tampoco pudiera callarlo aun así, se aleja y la tierra

perfora y de su dueños cuáles haya contemplado las orejas

con voz refiere baja y a la tierra dentro lo murmura, vaciada,

y la delación de su voz con tierra restituida

sepulta y de esos hoyos tapados tácito se aparta.

190Espeso de cañas trémulas allí a levantarse un bosque

comenzó y, tan pronto maduró al año pleno,

traicionó a su agricultor, pues movido por el austro lene

las sepultadas palabras refiere y del señor arguye las orejas.


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Seguimos en este segundo capítulo con el libro de Bernardo Souvirón, Hijos de Homero, y lo que este autor nos cuenta de Alcestis, la exageración de lo que el profesor Souvirón llama el modelo positivo de mujer.

Ésta es la historia de Alcestis, la mujer que llegó a morir en lugar de su marido. Se trata, sin duda, de una historia que santifica la fidelidad de la mujer; pero, a mi juicio, es algo más.

En primer lugar, se nos presenta a una mujer hermosa pero que, al contrario de Pandora o de Helena, se muestra piadosa y casi inconsciente de su belleza, por lo que ni siquiera concibe que pueda utilizarla como arma contra el hombre. En este sentido, Alcestis supone un verdadero contrapunto. Sin embargo, éste no constituye, a mi juicio, más que un aspecto lateral. Lo fundamental está en el sacrificio que una mujer debe estar dispuesta a hacer por su marido; un sacrificio que tiene dos caras. La primera consiste en la sumisión absoluta de la esposa al esposo dentro del marco institucional y social del matrimonio; la segunda, la entrega de una vida, de valor intrínsecamente menor, para preservar otra cuyo valor es, por naturaleza, mayor. La propia Alcestis cree que es una mujer que actúa con cordura y con equilibrio cuando, tomada ya su terrible decisión, dice de su lecho matrimonial:

[…] a ti alguna otra mujer te poseerá, quizá más afortunada que yo, pero no más sensata. (Eurípides, Alcestis, 181 .

σ δ᾿ λλη τις γυν κεκτσεται,

σφρων μν οκ ν μλλον, ετυχς δ᾿ ἴσως.

La palabra “sensata” (sófron = σώφρων), utilizada aquí para definir un comportamiento que la razón sólo podría calificar como insensato, demuestra, una vez más, el camino por el que actúan esta clase de mitos. La imaginación acepta lo que parece inaceptable a la razón, porque aquellos a quienes van dirigidos los mitos, la gente común, no necesitan razonar (incluso no deben razonar) sino imaginar.

En relación con este proceso de imaginar, es importante también la fijación de un premio que compense el sacrificio que ha de hacerse. En el caso de Alcestis (y en otros casos), el premio ya no es cosa de los hombres sino de los dioses. El comportamiento ejemplar acaba por ser recompensado por los dioses, que abogan por un orden en la tierra y lo garantizan con su poder. Naturalmente, la posición de sumisión de la mujer es parte fundamental de ese orden bendecido por los dioses y Alcestis es recompensada por ello. En el Banquete de Platón (una obra de época clásica) Fedro explicita muy claramente lo que estoy diciendo:

τοτου δ κα Πελου θυγτηρ ῎Αλκηστις κανν μαρτυραν παρχεται πρ τοδε το λγου ες τος Ελληνας, θελσασα μνη πρ το ατς νδρς ποθανεν, ντων ατ πατρς τε κα μητρς, ος κενη τοσοτον περεβλετο τ φιλ δι τὸν ἔρωτα, ὥστε ἀποδεῖξαι αὐτοὺς ἀλλοτρίους ὄντας τῷ ὑεῖ καὶ ὀνόματι μόνον προσήκοντας, καὶ τοῦτ᾿ ἐργασαμένη τὸ ἔργον οὕτω καλὸν ἔδοξεν ἐργσασθαι οὐ μόνον ἀνθρώποις ἀλλἀ καὶ θεοῖς, ὥστε πολλῶν πολλ καὶ καλἀ ἐργασαμένων εὐαριθμήτοις δή τισιν ἔδοσαν τοῦτο γέρας οἱ θεοί, ἐξ Αιδου ἀνεῖναι πλιν τὴν ψυχήν

[…] Y de esto ofrece suficiente testimonio ante los griegos la hija de Pelias, Alcestis, ya que fue la única que estuvo decidida a morir por su marido, a pesar de que éste tenía padre y madre. A ambos ella los superó tanto con su amor, que les hizo aparecer como extraños ante su hijo y como padres sólo por el nombre. Al actuar de esta manera no sólo los hombres, sino también los dioses, creyeron que Alcestis había llevado a cabo una acción verdaderamente hermosa y, admirados por ello, hicieron que su alma regresara del Hades, a pesar de que sólo a unos pocos los dioses han concedido este privilegio. (Platón, Banquete, 179b y ss.).


Las palabras de Fedro están llenas de significado. De una parte condenan a los padres de Admeto, a los que califica de “extraños” (allótríoi = ἀλλοτρίοι) para su hijo por no acceder a morir por él. Es de resaltar que justamente el comportamiento lógico es considerado por Fedro como ajeno al amor, y, de paso, quienes actúan de acuerdo con la razón son, curiosamente, los “extraños”. Por el contrario, el comportamiento lógicamente absurdo de Alcestis es bendecido por los mortales e inmortales, hasta el punto de que éstos recompensan a Alcestis de una manera verdaderamente insólita.

Desde mi punto de vista, resulta evidente que las razones de esta recompensa extraordinaria (algo que sólo consiguen personajes ejemplares como Orfeo, Ulises o Teseo) no están tanto en el gesto de amor de Alcestis como en su aceptación de una doble sumisión que debe considerarse inherente a su condición de mujer: la social en relación con el marido, y la natural en relación con el hombre. Si las cosas son aceptadas de esta manera (el marido y el hombre son depositarios de una superioridad social, de un lado, y natural, de otro) la conducta de Alcestis ya no parece tan inadecuada, tan ilógica. Ella acepta morir porque, desde esta nueva perspectiva, es lógico que la mujer (inferior) asuma la muerte para permitir que siga viviendo el hombre (superior).

Una de las maneras en que el mito actúa es produciendo en la gente una imagen que, como ya hemos dicho, se fija en la esfera no racional de nuestro pensamiento. Pero una vez fijada, el paso del tiempo se encarga de hacer que esa imagen sea considerada primero natural y luego lógica.

De esta forma se produce una de las confusiones más rentables desde un punto de vista político o religioso de la historia del ser humano: la que nos lleva a confundir un hecho cultural con un hecho natural.

(Nota al pie de Bernardo Souvirón: Esta oposición entre naturaleza (phýsis = φύσις) de un lado y convención (nómos = νόμος) de otro, produjo una discusión muy fecunda entre los intelectuales de la Atenas del siglo V a. C.).

Esta confusión es, finalmente, la que nos ha llevado no sólo a creer que la mujer es naturalmente inferior al hombre sino a creer también, por ejemplo, que la homosexualidad es una enfermedad y no, simplemente, una opción; o a certificar con absoluta rotundidad que la guerra es un hecho natural y no cultural; o que lo es la esclavitud. En realidad, considerar la guerra o la esclavitud como sucesos propios de la naturaleza del ser humano (y por tanto, algo que está ahí desde siempre, que no puede evitarse, pues intentarlo sería tanto como ir contra naturam) es uno de los sofismas más extendidos y aceptados en la historia.

(Nota: Un sofisma es una mentira con apariencia de verdad. Aún hoy, cuando el sofisma de la inferioridad de la mujer empieza a ser desmontado, éste de la guerra parece más vigente que nunca).


En todo caso, la figura de Alcestis debió de ser considerada por la gente común como algo exagerada. Si se me permite el anacronismo, Alcestis tiene la traza de una santa, con todo el punto de exageración que eso supone para quienes, como la gran mayoría de las personas corrientes, están íntimamente convencidos de que no lo son. Es evidente que hacía falta crear otro mito femenino, que contribuyera a asentar este modelo positivo de mujer frente a los negativos que representaban Pandora o Helena; un mito que, junto a los que ya hemos estudiado, contribuyera decisivamente a crear el tipo de mujer que la nueva sociedad indoeuropea necesitaba, descargándolo de los rasgos de exageración que están presentes en el modelo de Alcestis. Un tipo de mujer, en suma, que fuera siempre fiel al marido sin necesidad de morir por él.

Ese mito, decisivo en el modelo femenino hasta hoy mismo, es el mito de Penélope, la esposa de Ulises, rey de Ítaca. Su creación, o, mejor dicho, su recreación, presentaba algunas dificultades que, no obstante, fueron vencidas por Homero, quien, en la Odisea, fijó para siempre en nuestra imaginación y en nuestra memoria, la historia de esta pareja ejemplar.

Hasta aquí el texto de Bernardo Souvirón en su magnífico e interesantísimo libro Hijos de Homero.

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Iniciamos con este artículo una larga serie sobre la tragedia Alcestis de Eurípides y su plasmación en la ópera Alceste de Gluck. El trabajo surge de la lectura del libro Hijos de Homero de Bernardo Souvirón y de la clasificación de los modelos femeninos en los mitos griegos, donde Alcestis representa el modelo positivo. Como la serie será larga y se puede correr el riesgo de “perderse”, ofrecemos a modo de índice inicial lo que trateremos y en qué capítulos, por si los lectores quieren “elegir” qué capítulos leer en vistas a su contenido. Ni que decir tiene que nos gustaría que se leyera la serie completa, aunque somos conscientes de las exigencias que conlleva. Ofrecemos sin más el mencionado índice:

1. Hijos de Homero de Souvirón: mitos sobre la mujer, el modelo de Alcestis. (capítulos I y II)

2. Fuentes literarias clásicas sobre Alcestis: Apolodoro, Homero, Higino, Diodoro Sículo, Claudio Eliano, Ovidio, Luciano de Samosata. (capítulos III, IV y V)

3.  Alcestis: valoración, estructura y argumento en Guzmán Guerra (Alianza Editorial), Medina González y López Férez (Gredos), Lesky (Historia de la literatura griega, en Gredos), Cantarella (La literatura griega clásica, en editorial Losada). (capítulos VI y VII)

4. Estructura y texto casi completo, con comentario de las sentencias. (capítulos VIII a XIII)

5.  Alceste de Gluck, una ópera reformista. Diferencias entre las versiones italiana y francesa (capítulos XIV y XV)

6.  La versión italiana de Alceste: sinopsis y libreto italiano y su traducción, con comentarios sobre citas mitológicas y coincidencias y divergencias con respecto a la tragedia. (capítulos XVI a XXVI)

Y comenzamos.

En su magnífico libro Hijos de Homero, Bernardo Souvirón se muestra convencido de la existencia de una cultura matriarcal en el área del Egeo y más concretamente en Creta. En el libro aborda los mecanismos que se utilizaron por parte de los micénicos o aqueos para sustituirla por un nuevo paradigma basado en el predominio del varón y de la guerra. El vehículo de transmisión de la nueva sociedad creada con la llegada a Grecia de los primeros pueblos indoeuropeos fue el mito.

Souvirón afirma:

“Lo que voy a intentar desarrollar ahora es la idea de que el éxito del modelo aqueo, basado en la preponderancia absoluta del varón y en el uso de la violencia y de la guerra como norma gloriosa de conducta y como escala de valores éticos, se sustenta en la desaparición de la mujer de toda actividad pública relevante; en el encierro de la mujer dentro del estrecho ámbito de la vida doméstica”.

Souvirón sigue:

“¿Cómo fue posible que unos extranjeros llegados a Grecia en los albores del siglo XX a. C. consiguieran, al cabo de relativamente poco tiempo, no ya derrotar militarmente a pueblos que no estaban preparados para la guerra, sino imponer su modelo se sociedad a quienes eran depositarios de una civilización infinitamente más refinada material y espiritualmente? Y ya que esto fue así, ¿cómo lo hicieron?; ¿qué vehículo utilizaron para domeñar, primero, la fuerza de los otros, y para destruir, después, sus creencias, su modelo? Mi respuesta es que lo hicieron a través del mito”.

Según Souvirón, los mitos fueron los encargados de, con el paso de cuatro generaciones, hacer creer que los señores indoeuropeos fueran considerados señores “desde siempre”, y su modelo de sociedad empezara a concebirse como el único posible. Y para el profesor Souvirón, el énfasis se puso en la mujer con el resultado de que, al cabo de esas tres o cuatro generaciones, fue considerada, ya para siempre, como un ser inferior, maligno, impuro, indigno, fuente de todos los problemas y necesario sólo por una razón insoslayable: la generación de hijos.

El autor expone luego varios mitos que, pasados por Roma que los asumió, reelaboró y transmitió, han perdurado en todas las épocas y han formado parte de nuestras artes plásticas, de nuestra música y de nuestra literatura hasta el día de hoy. Lo importante no es que hayan perdurado los mitos, sino el modelo que representan.

Souvirón trata los siguientes mitos:

a)  El nacimiento del mal: el mito de Pandora.

b)  La concreción del mal: el mito de Helena.

c)  El modelo positivo: el mito de Alcestis.

d)  La concreción del modelo positivo: el modelo de Penélope.

e)  Las consecuencias del desafío al modelo positivo: el mito de Antígona.

De estos mitos nos vamos a fijar en el de Alcestis. Primero ofreceremos lo que dice Souvirón:

c) El modelo positivo: el mito de Alcestis

La leyenda de Alcestis es una exageración del modelo positivo. Se trata de un mito menos conocido que los analizados hasta ahora, ya que quedó anulado por otros que, puestos en circulación con el mismo fin, enraizaron mejor en la mentalidad del pueblo griego, primero, y en las estructuras culturales de Occidente, después. Aun así, es muy revelador, por lo que voy a contarlo en esencia.

Alcestis era una de las hijas de Pelias, rey de Yolco y tío de Jasón. Desde muy pronto se mostró como la más bella de todas ellas y, a la postre, también la más piadosa, pues fue la única que no participó en el asesinato de su padre, inmolado por sus propias hijas tras ser engañadas por Medea.

(Añado ahora, entre paréntesis, lo que Souvirón dice en nota a pie de página sobre este hecho: Un asesinato propiciado por una de las encarnaciones más brutales del modelo negativo, Medea. Con sus artes de bruja indujo a las hijas de Pelias a cometer el crimen con la promesa de que con ello su padre rejuvenecería. Sólo Alcestis, movida por su amor filial, no participó en el engaño de Medea).

Cuando Alcestis era ya una mujer, Admeto, rey de Feras, se presentó en casa de Pelias para pedir su mano. Pelias le impuso condiciones que aquél cumplió gracias a la ayuda del dios Apolo, con el que Admeto había tenido una estrecha relación.

(Aquí aporto otra nota a pie de página: El dios Apolo se vio obligado a servir a un mortal en dos ocasiones. En una de ellas, recibió este castigo de Zeus, irritado con él por la muerte de los Cíclopes. En efecto, el hijo de Apolo, Asclepio (identificado después con el dios de la medicina), llegó a adquirir una gran habilidad en las artes médicas. Ésta llegó a tal extremo que, incluso, resucitaba a los muertos. Zeus, preocupado con este acceso repentino de los hombres a la inmortalidad, lo fulminó con el rayo. Presa de inmenso dolor, como no podía enfrentarse con Zeus, Apolo dio muerte a los Cíclopes, forjadores del rayo asesino de su hijo. Zeus decidió enviar a Apolo al Tártaro, pero, gracias a la intervención de Leto, madre de Apolo, consintió en imponerle un castigo menor, aunque humillante: ponerse al servicio del rey Admeto como boyero).

Eurípides, en su obra Alcestis, nos dice que el matrimonio fue un modelo de amor conyugal, sólo empañado por un descuido de Admeto justamente el día de la boda. Éste, en efecto, conmovido por la emoción del momento, se olvidó de ofrecer sacrificios a Ártemis, la hermana gemela de Apolo, una diosa implacable que, irritada, llenó de serpientes la cama matrimonial de los nuevos esposos y condenó a morir a Admeto. Apolo intercedió por él ante las Parcas, pero sólo consiguió que éstas aceptaran la muerte de otra persona en su lugar.

Cuando llegó el día fijado por las Parcas para la muerte de Admeto, ni su padre ni su madre, ya ancianos, con sus vidas ya vividas, consintieron en morir por él, su único hijo. Sólo su esposa Alcestis, con al vida aún por vivir, con los proyectos aún por hacer, se brindó a hacer ese sublime sacrificio.

(Nueva nota al pie de página: Tal es el argumento de la Alcestis de Eurípides. Véase también Apolodoro, Biblioteca, 19, 15 y ss., y Esquilo, Euménides, 723 yss., donde se dice que Apolo emborrachó a las Parcas para conseguir su objetivo.)

Ofrecemos el pasaje de Las Euménides que cita Souvirón:

Xο. τοιατ᾿ δρασας κα Φρητος ν δμοις·

Μορας πεισας φθτους θεναι βροτος.

Απ. οκουν δκαιον τν σβοντ᾿ εεργετεν,

λλως τε πάντως χτε δεμενος τχοι;

Xο. σ τοι παλαις διανομὰς καταφθσας

οἴν παρηπφησας ρχαας θεάς.

Corifeo: Algo así hiciste también en la casa de Feres: convenciste a las Moiras para que hicieran inmortal a un mortal.

Apolo: ¿Es que no es justo conceder bienes al que te venera y, sobre todo, al llegar la ocasión en que lo necesita?

Corifeo: Tú engañaste con vino a las viejas deidades y te aprovechaste de ello para destruir la antigua distribución de los destinos.

Alcestis, pues, muere en lugar de su marido. Sin embargo, cuando llega al Hades, Perséfone, la esposa del dios de los muertos, compadeciéndose de la muchacha y de su abnegado comportamiento, la devuelve al mundo de los vivos.

Así debió ser la versión popular del mito de Alcestis, la imagen grabada en al imaginación de los antiguos griegos.

No obstante, Eurípides introdujo una novedad, (Nota al pie: O bien la tomó de Frínico, que compuso una Alcestis antes que él. Esto parece lo más probable a la luz de algunos testimonios indirectos de las fuentes), la intervención de Hércules, que llega al palacio de Admeto en el momento en que todos se lamentan por la muerte de su esposa. Hércules, siempre decidido a realizar hazañas imposibles, decide ayudar a su viejo amigo, compañero de batallas y fatigas en la expedición de la nave Argo: entabla combate con Tánato, la Muerte, y le devuelve viva y más hermosa que nunca a su esposa.

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¿Lisias se agota?

No, no es que el orador ateniense tuviera una débil constitución física. Con el título nos referimos a que en la Opción A del examen de Griego II de las PAU de septiembre se ha repetido el mismo texto que en la Opción A del examen de septiembre de 2008.

El texto es éste:

πειδ δ τ παιδίον γένετο μν, μήτηρ ατ θήλαζεν· να δ μή, πότε λοσθαι δέοι, κινδυνεύ κατ τς κλίμακος καταβαίνουσα, γ μν νω διτώμην, α δ γυνακες κάτω.

La traducción podría ser:

Cuando nació nuestro hijo, la madre lo criaba, y para que no corriera peligro, bajando por la escalera, cuando fuera necesario bañarlo, yo vivía arriba y las mujeres abajo.

El hecho de retomar un texto que ya ha salido en las pruebas es índice de que los textos susceptibles de ser objeto de traducción ya se agotan, como el coordinador de la materia dijo en una reunión en Castellón. Ante ello, nos podemos preguntar: ¿qué sentido tiene traducir un texto de 50 ó 25 párrafos que sólo permite echar mano de siete u ocho para las PAU? ¿No es mejor una antología con nivel asequible, que permite una mayor variedad de autores y facilitaría la labor de quienes se encargan de poner el examen?

Desde luego, repetir un mismo texto, además en idéntica convocatoria, sólo dos años después nos viene a decir que, al menos el discurso I de Lisias está agotado, so pena de preguntar fragmentos más difíciles, algo que no creo que se les ocurra a los coordinadores.

Es curioso comparar ambos exámenes.

2008:

Notas: διτώμην imperfecto de διαιτάω, διαιτῶ.

2010:

Notas: νω “arriba” (la “planta superior”) / κάτω: “abajo” (“la planta baja”)

2008:

Título del fragmento: Eratóstenes decide, para mayor comodidad de su esposa lactante, trasladarse al primer piso.

2010:

Título del fragmento: El acusado explica la nueva distribución de su casa en razón del nacimiento de su hijo.

2008:

Morfología y sintaxis

Analizar γένετο y καταβαίνουσα.

Comentar sintácticamente el optativo δέοι. ¿Qué verbo hay que suplir en la última frase del pasaje?

2010:

Morfología y sintaxis

¿Qué clase de oración es πειδ δ τ παιδίον γένετο μν?

Analizar las formas θήλαζεν y καταβαίνουσα.

2008:

Etimología: indica dos derivados modernos de cada uno de los étimos παῖς y γυνακες.

2010:

Etimología: indica dos (sic; sin duda es un error por “dos”) derivados modernos de cada uno de los étimos γυνακες (γυνή) y οἶκος.

2008:

Cultura: La situación de la mujer

2010:

Cultura: Instituciones de la democracia ateniense (Asamblea, Consejo, arcontes, prítanos, sistema judicial).

Desde junio de 2006, y contando con dos opciones y dos convocatorias por curso, ha habido 20 preguntas de Cultura. Y hablando de las preguntas de cultura, éstas son las que se han hecho desde que se adoptó el actual temario. Ya incluimos las de septiembre de 2010.

Situación de la mujer: 4 veces

Instituciones: 3 veces

Grupos sociales: 3 veces

Misterios y oráculos: 3 veces

Drama: 1 vez

Oratoria: 1 vez

Historiografía: 1 vez

Espacios y monumentos de la Atenas clásica: 1 vez

Guerra del Peloponeso: 1 vez

Guerras Médicas: 1 vez

Dioses y festividades atenienses: 1 vez

En la Opción B el texto ha sido éste:

Περ δ τς μς ππικς, ς οτος τλμησε μνησθναι πρς μς, οτε τν τχην δεσας οτε μς ασχυνθες, ο πολς λγος.

La traducción podría ser:

Y respecto al asunto hípico, que éste se ha atrevido a recordar ante vosotros, sin temer la suerte ni sentir vergüenza por vosotros, no hay mucho que decir.

Lo primero de todo es que, por suerte para mis alumnos, el texto que salió en junio y el que ha salido en septiembre fueron objeto de examen en clase; el primero, como examen final de verdad y el segundo como simulacro para dicho examen final. Se realizaron los días 27 y 26 de mayo, respectivamente.

En la Opción B se da este título: el inválido justifica sus aptitudes hípicas, que no me acaba de buscar, como tampoco que se les diga a los alumnos que ἱππική significa “destreza hípica”. Hay traducciones que dicen “dotes de cabalista” (Luis Gil en Alma Mater), próxima a la que se da en las PAU. Yo más bien creo que se refiere al hecho de que el inválido tiene que trasladarse, por su oficio, a lugares alejados y, para ello, hace uso de caballos. No creo que eso signifique que tenga destreza hípica. Uno puede ir a caballo, pero no dedicarse a la doma o al salto de obstáculos con caballo.

Las preguntas de esta Opción B son:

Sintaxis: ¿Qué clase de oración es ς οτος τλμησε μνησθναι πρς μς?

Morfología: analiza las formas δεσας y μς.

Etimología: indica dos derivados modernos de cada uno de los étimos griegos περ y πολύς, πολλή, πολύ.

Cultura: Grupos sociales: libres, metecos, extranjeros, esclavos y bárbaros.

Comparando ambas opciones tenemos que el texto de la A tiene 29 palabras y el de la B 22.

El texto A tiene tres subordinadas: una temporal (πειδ δ τ παιδίον γένετο μν), una final (να δ μήκινδυνεύ κατ τς κλίμακος καταβαίνουσα) y otra temporal (πότε λοσθαι δέοι) y un participio apositivo (καταβαίνουσα).

El B una subordinada de relativo (con un pronombre relativo en genitivo por ser régimen verbal = ς οτος τλμησε μνησθναι πρς μς) y dos participios apositivos, con valor causal (δεσας, ασχυνθες). Puede resultar dificultosa la última frase (ο πολς λγος) y que el alumno no sepa ver un verbo copulativo omitido en esta oración nominal pura. La traducción de la frase literal puede colar ante el corrector, aunque es probable que el alumno haya traducido el texto y sepa traducir por algo así como “no hay mucho que contar”.

En resumen, podemos decir que los textos no han sido demasiado complicados, tal vez más fácil la Opción B, en nuestra modesta opinión.

Los respectivos encabezamientos de los textos no nos convencen demasiado (curiosa la divergencia de título en la Opción A de 2008 y 2010).

Las cuestiones de sintaxis, morfología y etimología, muy asequibles; también la de cultura.

Y finalizamos este artículo con una referencia a la Opción A del examen de Literatura Universal.

Se aporta un texto del Edipo Rey de Sófocles, en concreto los versos 1045 a 1075 del Episodio 3º. Es un diálogo entre el mensajero, Edipo, Yocasta y el Coro, en el que la reina tebana intenta disuadir a Edipo de que siga con sus investigaciones sobre su origen y la mancha que sufre Tebas.

Las cuestiones que se plantean al alumno son:

  1. Sitúe el presente diálogo en la línea argumental de Edipo rey, y justifique la importancia temática de este momento.
  2. Caracterice la función de los personajes que aparecen en el fragmento.
  3. Tomando el fragmento seleccionado como punto de partida, exponga cuáles son las principales interpretaciones acerca de Edipo rey.
  4. Tema: “Los grandes poetas latinos: Virgilio, Horacio, Ovidio”.

La Opción B presenta un poema (El Albatros) de Las flores del mal, de Charles Baudelaire, por cuya importancia en la historia de la poesía moderna se pregunta. También se piden las claves poéticas de Las flores del mal y responder al tema: “El espíritu de la vanguardia: el Surrealismo”.

Como se puede apreciar, un profesor de clásicas también podría impartir Literatura Universal.

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Finalizamos nuestra breve serie sobre San Juan Crisóstomo con un nuevo fragmento de su extensa obra.

El segundo ejemplo es de las Homilías al pueblo de Antioquía, Xll, 4-5. En esta obra, en la que alude a Adán, Caín y Abel, los griegos o Pablo de Tarso y su actuación en el Areópago, quiere demostrar que el conocimiento de lo bueno y de lo malo era un don primero de la naturaleza. Además afirma:

No, es evidente que los antiguos pusieron las leyes inspirándose en la ley que Dios infundió al hombre al plasmarlo, y por ella se inventaron las artes y todo lo demás.


En el fondo, es una reflexión sobre la ley natural, la no escrita, la que está grabada en la conciencia y el corazón de los humanos, lógicamente inspirada o dictada por Dios. Vamos ya con el texto griego:

Ημαρτεν ὁ ᾿Αδἀμ τὴν ἁμαρτίαν τὴν πρώτην, καὶ μετ τὴν ἁμαρτίαν εὐθέως ἐκρύπτετο· εἰ δὲ μὴ ᾔδει κακόν τι ἐργασμενος, τίνος ἕνεκεν ἐκρύπτετο; Οὐδὲ γρ γρμματα ἦν, οὐ νόμος, οὐ Μωσῆς· πόθεν οὖν ἔγνω τὴν ἁμαρτίαν καὶ κρύπτεται; Καὶ οὐ κρύπτεται μόνον, ἀλλ καὶ ἐγκαλούμενος, ἐφ᾿ ἕτερον πειρᾶται μετατιθέναι τὴν αἰτίαν, λέγων· Η γυνὴ ν ἔδωκς μοι, αὕτη ἔδωκέ μοι ἐκ τοῦ ξύλου, καὶ ἔφαγον· κἀκείνη πλιν ἐφ᾿ ἕτερον μετγει τὸ ἔγκλημα, τὸν ὄφιν…

Πάλιν ἐπὶ τοῦ Κάϊν καὶ τοῦ ῎Αβελ τὸ αὐτὸ τοῦτο ἔστιν ἰδεῖν. Πρῶτον μὲν γἀρ ἀπήρξαντο τῷ Θεῷ τῶν οἰκείων πόνων. Μὴ γἂρ δὴ ἀπὸ τῆς ἁμαρτίας μόνον, ἀλλὰ καὶ ἀπὸ τῆς ἀρετῆς δείξωμεν, ὅτι ἀμφοτέρων ἦν ἐπιστημονικὸς ὁ ἄνθρωπος. ῞Οτι μὲν οὖν ᾔδει τὴν ἁμαρτίαν κακὸν ὃν ὁ ἄνθρωπος, ἔδειξεν ὁ ᾿Αδἀμ· ὅτι δὲ καὶ τὴν ἀρετὴν ἠπίστατο καλὸν ὂν, ἐδήλωσε πάλιν ὁ ῎Αβελ. Οὐ γὰρ παρά τινος μαθὼν, οὐδὲ νόμου περὶ ἀπαρχῶν διαλεγομένου τότε ἀκούσας, ἀλλ’ οἴκοθεν καὶ παρἀ τοῦ συνειδότος διδαχθεὶς τὴν θυσίαν ἐκείνην ἀνήνεγκε. Διἀ τοῦτο οὐ καταφέρω κάτω τὸν λόγον, ἀλλ᾿ ἐπὶ τῶν προτέρων αὐτὸν ἀνθρώπων γυμνάζω, ὅτε οὔπω γράμματα, οὔτε νόμος, οὔτε προφῆται καὶ δικασταὶ, ἀλλὰ μόνος ὁ ᾿Αδἀμ μετἀ τῶν παίδων ἦν, ἵνα μάθῃς ὅτι ἐν τῇ φύσει προαπέκειτο τῶν καλῶν καὶ τῶν οὐ τοιούτων ἡ γνῶσις…

᾿Αλλ᾿ ῞Ελλην οὐκ ἀνέχεται τούτων. Φέρε οὖν καὶ πρὸς ἐκεῖνον διαλεχθῶμεν, καὶ ὅπερ ἐπὶ τῆς κτίσεως ἐποιήσαμεν, οὐκ ἀπὸ τῶν Γραφῶν μόνον, ἀλλ καὶ ἀπὸ λογισμῶν τοὺς πρὸς ἐκείνους κινήσαντες ἀγῶνας, τοῦτο καὶ ἐπὶ τοῦ συνειδότος ποιῶμεν νῦν· καὶ γρ καὶ τοῦτο τὸ κεφλαιον ὁ Παῦλος ἐκίνησε πρὸς ἐκείνους ἀγωνιζόμενος. Τί ποτ᾿ οὖν ἐστιν ὃ λέγουσιν; Οὐκ ἔστιν ἡμῖν αὐτοδίδακτος νόμος ἐν τῷ συνειδότι, φησὶ, κείμενος, οὐδὲ τῇ φύσει τοῦτο ἐγκατέθηκεν ὁ Θεός. Πόθεν οὖν, εἰπέ μοι, πόθεν περὶ γμων, περὶ φόνων, περὶ διαθηκῶν, περὶ παρακαταθηκῶν, περὶ τοῦ μὴ πλεονεκτεῖν ἀλλήλους, περὶ μυρίων ἑτέρων νόμους ἔγραψαν οἱ παρ᾿ αὐτοῖς νομοθέται;  Οὗτοι μὲν γρ οἱ νῦν σως παρ τῶν πρώτων ἔμαθον, καὶ ἐκεῖνοι παρ τῶν προτέρων, καὶ παρ τῶν ἄνω πλιν οὗτοι· οἱ δὲ ἐξ ἀρχῆς καὶ πρῶτοι παρ᾿ αὐτοῖς νόμους θέντες, παρ τίνος ἔμαθον; οὐκ εὔδηλον ὅτι παρ τοῦ συνειδότος; οὐ γρ ν ἕχοιεν εἰπεῖν ὅτι Μωϋσεῖ συνεγένοντο, ὅτι προφητῶν ἤκουσαν· πῶς γρ Ελληνες ὅντες; ᾿

Αλλ᾿ εὔδηλον ὅτι ἀπὸ τοῦ νόμου ὃν ἔθηκεν ὁ Θεὸς τῷ ἀνθρώπῳ, ἐξ ἀρχῆς αὐτὸν πλττων, ἀπὸ τούτου καὶ νόμους ἔθηκαν, καὶ τέχνας εὕροντο, καὶ τ ἄλλα πντα καὶ γρ καὶ αἱ τέχναι οὕτω συνέστησαν τῶν ἐξ ἀρχῆς αὐτοδικτως ἐπ᾿ αὐτἀς ἐλθόντων· οὕτω καὶ δικαστήρια γέγονε, οὕτω καὶ κολσεις ὡρίσθησαν, ὅπερ οὖν καὶ ὁ Παῦλός φησιν. ᾿Επειδὴ γρ πολλοὶ τῶν Ελλήνων ἀντιλέγειν ἔμελλον, καὶ λέγειν ὅτι, Πῶς κρινεῖ ὁ Θεὸς τοὺς ἀνθρώπους τοὺς πρὸ Μωϋσέως; οὐ νομοθέτην ἔπεμψεν, οὐ νόμον εἰσήνεγκεν, οὐ προφήτην ἀπέστειλεν, οὐκ ἀπόστολον, οὐκ εὐαγγελιστήν· πῶς οὖν εὐθύνας ἀπαιτεῖ; βουλόμενος ὁ Παῦλος δεῖξαι, ὅτι αὐτοδίδακτον εἶχον νόμον, καὶ τ πρακτέα σαφῶς ᾔδεσαν, ἀκουσον πῶς φησιν· ῞Οταν γρ ἔθνη, τ μὴ νόμον ἔχοντα, φύσει τ τοῦ νόμου ποιῇ, οὗτοι νόμον μὴ ἔχοντες ἑαυτοῖς εἰσι νόμος, οἵτινες ἐνδείκνυνται τὸ ἔργον τοῦ νόμου γραπτὸν ἐν ταῖς καρδίαις αὐτῶν. Πῶς χωρὶς γραμμτων; Συμμαρτυρούσης αὐτῶν τῆς   συνειδήσεως καὶ μεταξὺ ἀλλήλων τῶν λογισμῶν κατηγορούντων, καὶ ἀπολογουμένων ἐν ἡμέρ ὅτε κρινεῖ Θεὸς τὰ κρυπτὰ τῶν ἀνθρώπων κατὰ τὸ εὐαγγέλιόν μου διὰ ᾿Ιησοῦ Xριστοῦ· καὶ πάλιν·Οσοι γὰρ ἀνόμως ἥμαρτον, ἀνόμως καὶ ἀπολοῦνται· καὶ ὅσοι ἐν νόμῳ ἥμαρτον, διὰ νόμου κριθήσονται. Τί ἐστιν, ᾿Ανόμως ἀπολοῦνται; Οὐχὶ τοῦ νόμου κατηγοροῦντος, ἀλλὰ τῶν λογισμῶν καὶ τοῦ συνειδότος. Εἰ δὲ μὴ εἶχον νόμον τὸν τοῦ συνειδότος, οὐδὲ ἀπολέσθαι αὐτοὺς ἁμαρτάνοντας ἔδει· πῶς γάρ, εἰ ἀνόμως ἥμαρτον; ᾿Αλλ᾿ ἀνόμως ὅταν εἴπῃ, οὐ τοῦτο λέγει, ὅτι οὐκ εἶχον νόμον, ἀλλ᾿ ὅτι οὐκ εἶχον νόμον γραπτὸν, τὸν δὲ τῆς φύσεως νόμον εἶχον. Καὶ πάλιν· Δόξα δὲ, καὶ τιμὴ, καὶ εἰρήνη παντὶ τῷ ἐργαζομένῳ τὸ ἀγαθὸν, ᾿Ιουδαίῳ τε πρῶτον καὶΕλληνι. Ταῦτα δὲ ἔλεγε περὶ τῶν ἄνω χρόνων διαλεγόμενος τῶν πρὸ τῆς παρουσίας τοῦ Xριστοῦ. ΚαὶΕλληνα ἐνταῦθα καλεῖ οὐ τὸν εἰδωλολάτρην, ἀλλὰ τὸν προσκυνοῦντα μὲν τὸν Θεὸν μόνον, οὐκ ἐνδεδεμένον δὲ τῇ τῶν ᾿Ιουδαóκῶν παρατηρήσεων ἀνάγκῃ, σαββατισμοῖς λέγω καὶ περιτομῇ καὶ καθαρισμοῖς διαφόροις, ἀλλὰ φιλοσοφίαν καὶ εὐσέβειαν ἅπασαν ἐπιδεικνύμενον. Καὶ πάλιν περὶ τοῦ αὐτοῦ διαλεγόμενός φησι· Θυμὸς καὶ ὀργὴ, θλῖψις καὶ στενοχωρία ἐπὶ πᾶσαν ψυχὴν ἀνθρώπου κατεργαζομένου τὸ κακὸν, ᾿Ιουδαίου τε πρῶτον, καὶ ῞Ελληνος. Πλιν ἐνταῦθα ῞Ελληνα καλεῖ τὸν ἀπηλλαγμένον τῆς παρατηρήσεως τῆς ᾿Ιουδαóκῆς. Εἰ τοίνυν μήτε νόμου ἤκουσε, μήτε μετ ᾿Ιουδαίων ἀνεστρφη, πῶς ἔσται αὐτῷ θυμὸς καὶ ὀργὴ καὶ θλῖψις ἐργαζομένῳ τὸ κακόν; ᾿Επειδὴ συνειδὸς εἶχεν ἔνδον ἐνηχοῦν αὐτῷ, καὶ διδσκον καὶ παιδεῦον παντα. Πόθεν δῆλον τοῦτο; ᾿Αφ᾿ ὧν ἑτέρους ἁμαρτνοντας ἐκόλασεν, ἀφ᾿ ὧν νόμους ἔθηκεν, ἀφ᾿ ὧν τ δικαστήρια ἐκθισε. Τοῦτο γρ αὐτὸ δηλῶν ὁ Παῦλος ἔλεγε περὶ τῶν ἐν κακί ζώντων· Οἵτινες τὸ δικαίωμα τοῦ Θεοῦ ἐπιγνόντες, ὅτι οἱ τὰ τοιαῦτα πράσσοντες ἄξιοι θανάτου εἰσὶν, οὐ μόνον αὐτὰ ποιοῦσιν, ἀλλὰ καὶ συνδοκοῦσι τοῖς πράσσουσι. Καὶ πόθεν ᾔδεισαν, φησὶν, ὅτι θέλημα Θεοῦ ἐστι τοὺς ἐν πονηρίᾳ ζῶντας θανάτῳ κολἀζεσθαι; πόθεν; ᾿Εξ ὧν ἑτέρους ἐδίκαζον ἁμαρτάνοντας. Εἰ γὰρ μὴ νομίζεις κακὸν εἶναι τὸν φόνον, ἐπειδὰν λάβῃς ἀνδροφόνον, ὑπὸ τῇ σῇ ψήφῳ μὴ κολάσῃς· εἰ μὴ νομίζεις κακὸν εἶναι τὸ μοιχεύειν, ἐπειδὰν ἐμπέσῃ μοιχὸς, ἄφες αὐτὸν τῆς τιμωρίας. Εἰ δὲ ἐν τοῖς ἑτέρων ἁμαρτήμασι καὶ νόμους γράφεις, καὶ τιμωρίας ὁρίζεις, καὶ ἀκριβὴς εἶ δικαστὴς, ποίαν ἂν σχοίης ἀπολογίαν ἐν οἷς αὐτὸς ἁμαρτάνεις, λέγων ἀγνοεῖν τὰ πρακτέα; ᾿Εμοίχευσας, καὶ οὐ κἀκεῖνος. Τίνος οὖν ἕνεκεν ἐκεῖνον μὲν κολάζεις, σαυτὸν δὲ συγγνώμης ἀξιοῖς; Εἰ γὰρ μὴ ᾔδεις κακὸν εἶναι τὴν μοιχείαν, οὐδὲ ἕτερον τιμωρεῖσθαι ἔδει· εἰ δὲ ἕτερον μὲν κολάζεις, σὺ δὲ νομίζεις διαφεύγειν τὴν κόλασιν, πῶς ἂν ἔχοι λόγον τῶν αὐτῶν ἁμαρτημάτων μὴ τὰς αὐτὰς διδόναι δίκας;


Επεὶ οὖν ἑκάστῳ κατὰ τἀ ἔργα ἀποδίδωσι, καὶ νόμον διὰ τοῦτο φυσικὸν ἡμῖν ἐνέθηκε, καὶ γραπτὸν ὕστερον ἔδωκεν, ἵνα εὐθύνας ἀπαιτήσῃ τῶν ἁμαρτημάτων, καὶ ἵνα κατορθοῦντας στεφανώσῃ· μετὰ πολλῆς οὖν τῆς σπουδῆς, καὶ ὥσπερ εἰς δικαστήριον ἀπαντήσεσθαι μέλλοντες φοβερὸν, τὰ καθ᾿ ἑαυτοὺς οἰκονομήσωμεν, εἰδότες ὡς μηδεμιᾶς ἀπολαύσομεν συγγνώμης, εἰ μετὰ φυσικὸν καὶ γραπτὸν νόμον, καὶ διδασκαλίαν τοσαύτην, καὶ συνεχῆ παραίνεσιν, τῆς ἡμετέρας ἀμελήσαιμεν σωτηρίας.

Cometió Adán el primer pecado, e inmediatamente tras el pecado se escondió. Ahora bien, de no saber que había obrado mal, ¿qué necesidad tenía de ocultarse? Porque entonces no había Escrituras ni Ley de Moisés. ¿Por dónde, pues, conoció el pecado y se escondió? Y no sólo se oculta, sino que, acusado, trata de echar la culpa a otro, diciendo: la mujer que me diste me dio del árbol y comí (Gn 2, 12). Y ella, a su vez, echa la culpa a la serpiente (…).

Lo mismo cabe ver en la historia de Caín y Abel. Ellos fueron los primeros en ofrecer a Dios las primicias de sus trabajos. Yo quiero demostraros que el hombre no sólo es capaz de conocer el pecado, sino también la virtud. Que el hombre conoce ser un mal el pecado lo demostró Adán, y que sabe que la virtud es un bien lo puso de manifiesto Abel. Si éste ofreció aquel sacrificio, no es porque lo aprendiera de nadie, ni porque hubiera oído entonces alguna ley que hablara de las primicias; él mismo, su propia conciencia, fue su maestro. De ahí que no baje con mi discurso a tiempos posteriores, sino que me detenga en los primeros hombres, cuando no había letras, ni ley, ni profetas, ni maestros. Allí estaba Adán solo con sus hijos, y por ahí podemos comprender que el conocimiento de lo bueno y de lo malo era un don primero de la naturaleza.

(…) Sin embargo, los griegos no soportan esto. Pues vamos a discurrir también contra ellos, y sigamos en el tema de la conciencia el procedimiento que usamos en el de la creación. No los combatiremos sólo por las Escrituras, sino también por argumentos de razón. Ya Pablo los venció en su lucha con ellos sobre este capítulo.


¿Qué dicen los griegos? No tenemos—afirman—una ley que la conciencia conozca por sí misma, ni infundió Dios nada de eso en nuestra naturaleza. Entonces, decidme, ¿en qué se inspiraron los legisladores de ellos para establecer leyes acerca del matrimonio, del homicidio, de los testamentos, depósitos, avaricia, e infinitas cosas más? Los actuales acaso se inspiraron en sus antecesores, éstos en otros, y otros en los más antiguos; pero estos antiguos y quienes al principio legislaron entre ellos, ¿en qué se inspiraron? ¡Evidentemente, en su conciencia! Porque no van a decir que trataron con Moisés y oyeron a los profetas. ¡No serian entonces gentiles! No, es evidente que los antiguos pusieron las leyes inspirándose en la ley que Dios infundió al hombre al plasmarlo, y por ella se inventaron las artes y todo lo demás.

Del mismo modo se constituyeron tribunales y se determinaron castigos. Que es lo mismo que dice Pablo. Muchos gentiles le iban a replicar y decían: ¿cómo puede juzgar Dios a los hombres anteriores a Moisés, cuando no les envió un legislador, ni les propuso una ley, ni les mandó un profeta, ni un apóstol, ni un evangelista? ¿Qué derecho tiene a pedirles cuentas? Mas escucha la respuesta de Pablo, para demostrarles que tenían una ley que se sabe de suyo y conocían claramente lo que debían hacer: cuando los gentiles, que no tienen ley, hacen naturalmente lo que manda la ley, éstos, que no tienen ley, son ley para sí mismos y demuestran que lo que manda la ley está escrito en sus corazones (Rm 1, 14-15).

¿Cómo puede hallarse escrito sin letras? Porque lo atestigua su propia conciencia y las diferentes reflexiones que allá en su interior ya los acusan, ya los defienden, como se verá aquel día en que Dios juzgará lo oculto de los hombres por medio de Jesucristo, según el Evangelio que yo predico (Rm 2, 15-16). Y poco antes: cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán, y cuantos con la ley pecaron, por medio de la ley serán juzgados (Rm 2, 12). ¿Qué quiere decir que perecerán sin ley? Que no los acusará la ley, sino sus razonamientos y su conciencia. Ahora bien, de no tener la ley de su conciencia, no debieran siquiera perecer pecando. ¿Cómo perecer si pecaron sin ley? Mas cuando el Apóstol dice que pecaron sin ley, no quiere decir que no tenían ley en absoluto, sino que no tenían ley escrita, pero si la ley de la naturaleza.


En otro pasaje, el Apóstol escribe: gloria, honor y paz a todo el que obra el bien, el judío primeramente y luego el griego (Rm 2, 10). Al hablar así, se refería a los tiempos remotos anteriores al advenimiento de Cristo. Y llama aquí griego o gentil no al idólatra, sino al adorador de un Dios único, pero no ligado por necesidad a las observancias judaicas del sábado, de la circuncisión o de diversas purificaciones. Se trata, en fin, de un gentil que practique toda la virtud y religión. Pues hablando de estos gentiles, dice en otro lugar: indignación e ira, tribulación y angustia aguardan al alma de todo hombre que obra mal, del judío primeramente y luego del griego (Rm 2, 9). También aquí llama griego al que está libre de la observancia judaica. Ahora bien, si no ha oído la ley ni se ha educado con los judíos, ¿cómo puede ser objeto de indignación y de ira, de tribulación y angustia, caso de obrar mal? Porque tiene dentro la conciencia que le da voces y le enseña e instruye sobre todo.

¿Cómo se prueba eso? Porque el propio gentil castiga a los que pecan, pone leyes y establece tribunales. Pablo lo pone de manifiesto cuando dice de los que viven en maldad: los cuales, no obstante conocer la justicia de Dios, no echaron de ver que los que hacen tales cosas son dignos de muerte; y no sólo los que las hacen, sino también los que aprueban a los que las hacen (Rm 1, 32). ¿Y por dónde sabían, se dirá, que Dios quiere castigar de muerte a los que viven en maldad? Pues por el hecho de castigar ellos a los que pecan. Porque si no piensan que el homicidio sea un crimen, que no castiguen por sentencia al asesino convicto. Si no piensan que el adulterio sea un mal, que absuelvan de toda pena al adúltero que cae en sus manos. Ahora bien, respecto a los pecados de otros promulgas leyes, determinas penas y eres juez severo, ¿qué excusa puedes tener en lo que tú mismo pecas, con achaque de no saber lo que se debe hacer? Habéis cometido un adulterio tú y el otro; ¿qué razón hay para que al otro lo castigues y tú te tengas por digno de perdón? Si no sabías que el adulterio es un crimen, tampoco había que castigar al otro. Mas si castigas a otro y tú piensas escapar al castigo, ¿qué lógica es ésa que, siendo los pecados iguales, no lo sean las penas? (…)


En conclusión, puesto que Dios ha de pagar a cada uno según sus obras, y nos puso la ley natural y más tarde la escrita, a fin de pedirnos cuentas de nuestros pecados y coronarnos por nuestras virtudes, ordenemos con gran cuidado nuestra vida, como quienes han de comparecer ante el tribunal severo, sabiendo que, si después de la ley natural y la escrita, después de tanta predicación y continua exhortación, todavía descuidamos nuestra salud, no habrá para nosotros perdón alguno.

La traducción se ha obtenido de aquí.

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Piquito de oro (II)

Como ejemplo de la obra de San Juan Crisóstomo, de quien hablamos en el anterior capítulo,  publicado ayer, ofrecemos dos fragmentos de su ingente obra.

El primero sacado de las Homilías sobre el Evangelio de San Mateo. Es la Homilía XV, capítulos 6 y 7.  Es un bonito texto, más en griego, que habla de la labor de los apóstoles, como sal de la tierra, llamados a escocer, a base de exhortaciones, al pueblo de Israel y a toda la humanidad. Su labor será difícil y padecerán irrisión, persecución y mofa, pero ¡qué bello es ser transmisor de virtudes como la justicia, la paz, la mansedumbre, la equidad! Sí, hay que corregir la insipidez de la vida.

Lo ofrecemos en griego y en castellano, con traducción sacada de aquí:

Υμεῖς ἐστε τὸ λας τῆς γῆς· δεικνὺς ὅτι ἀναγκαίως ταῦτα ἐπιτττε· Οὐ γρ ὑπὲρ τῆς καθ᾿ ἑαυτοὺς ζωῆς, ἀλλ᾿ ὑπὲρ τῆς οἰκουμένης, φησὶν, ἁπσης ὁ λόγος ἔσται ὑμῖν. Οὐδὲ γρ εἰς δύο πόλεις, καὶ δέκα, καὶ εκοσιν, οὐδὲ εἰς ἓν ἔθνος ὑμᾶς ἀποστέλλω, καθπερ τοὺς προφήτας, ἀλλ᾿ εἰς γῆν καὶ θλατταν καὶ τὴν οἰκουμένην πασαν, καὶ ταύτην κακῶς διακειμένην. Τῷ γρ εἰπεῖν, Υμεῖς ἐστε τὸ λας τῆς γῆς, ἔδειξε μωρανθεῖσαν πασαν τὴν ἀνθρωπίνην φύσιν, καὶ κατασαπεῖσαν ὑπὸ τῶν ἁμαρτημτων. Δι τοι τοῦτο ταύτας παρ᾿ αὐτῶν ἐπιζητεῖ τς ἀρετς, α μλιστα πρὸς τὴν τῶν πολλῶν ἐπιμέλειν εἰσιν ἀναγκαῖαι καὶ χρήσιμοι. Ο τε γρ πρᾶος καὶ ἐπιεικὴς καὶ ἐλεήμων καὶ δίκαιος, οὐκ εἰς αὐτὸν συγκλείει τ κατορθώματα μόνον, ἀλλ καὶ εἰς τὴν ἑτέρων ὠφέλειαν τς καλς ταύτας ὑπερχεῖσθαι παρασκευζει πηγς. Ο δ᾿ αὖ καθαρὸς τὴν καρδίαν καὶ εἰρηνοποιὸς, καὶ ἐλαυνόμενος ὑπὲρ τῆς ἀληθείας, πλιν πρὸς τὸ κοινῇ συμφέρον τὸν βίον καθίσταται. Μὴ τοίνυν νομίσητε, φησὶν, ἐπὶ τοὺς τυχόντας ἀγῶνας ἕλκεσθαι, μηδὲ ὑπὲρ μικρῶν τινων εἶναι τὸν λόγον ὑμῖν· Υμεῖς ἐστε τὸ ἀλας τῆς γῆς. Τί οὖν; τ σεσηπότα αὐτοὶ διώρθωσαν; Οὐδαμῶς. Οὔτε γρ δυνατὸν τἀ διεφθορότα ἤδη ἐπιπσσοντας λας ὠφελεῖν. Οὐ δὴ τοῦτο ἐποίουν· ἀλλἀ ἀνανεωθέντα πρότερον καὶ παραδοθέντα αὐτοῖς, καὶ τῆς δυσωδίας ἀπαλλαγέντα ἐκείνης, τότε ἥλιζον, κατέχοντες καὶ διατηροῦντες ἐν τῇ νεαρότητι ταύτῃ, ν παρ τοῦ Δεσπότου παρέλαβον. Τὸ μὲν γρ ἀπαλλαγῆναι τῆς σηπεδόνος τῶν ἁμαρτημτων, τοῦ Xριστοῦ κατόρθωμα γέγονε· τὸ δ᾿ αὖ πλιν μηκέτι ἐπ᾿ ἐκείνην ἐπανελθεῖν, τῆς τούτων σπουδῆς καὶ ταλαιπωρίας ἔργον ἦν. Ορς πῶς κατ μικρὸν δείκνυσι καὶ τῶν προφητῶν ὄντας βελτίους; Οὐ γρ τῆς Παλαιστίνης διδασκλους εἶναί φησιν, ἀλλ τῆς γῆς ἁπἀσης· καὶ οὐχ ἁπλῶς διδασκλους, ἀλλ καὶ φοβερούς. Τὸ γρ δὴ θαυμαστὸν τοῦτό ἐστιν, ὅτι οὐ κολακεύοντες, οὐδὲ θεραπεύοντες, ἀλλ᾿ ἐπιστύφοντες ὥσπερ τὸ λας, οὕτω ποθεινοὶ πᾶσι γεγόνασι. Μὴ τοίνυν θαυμσητε, φησὶν, εἰ τοὺς ἄλλους ἀφεὶς ὑμῖν διαλέγομαι, καὶ πρὸς τοσούτους ἕλκω κινδύνους. ᾿Εννοήσατε γρ ὅσαις πόλεσι καὶ δήμοις καὶ ἔθνεσι μέλλω πέμπειν ὑμᾶς ἐπισττας. Διἀ τοῦτο οὐχ ὑμᾶς εἶναι βούλομαι φρονίμους μόνον, ἀλλ καὶ ἑτέρους τοιούτους ποιεῖν. Τοὺς δὲ τοιούτους πολὺ δεῖ συνετοὺς εἶναι, ἐν οἷς ἡ τῶν ἄλλων κινδυνεύεται σωτηρία, καὶ τοσαύτην αὐτοῖς τὴν περιουσίαν εἶναι τῆς ἀρετῆς, ὡς καὶ ἄλλοις μεταδιδόναι τῆς ὠφελείας. Εἰ γρ τοιοῦτοι μὴ γένοισθε, οὐδὲ ὑμῖν αὐτοῖς ἀρκέσετε.


ζ. Μὴ τοίνυν δυσχερνητε, ὡς ἐπαχθῶν ὄντων τῶν λεγομένων. Τοῖς μὲν γρ ἄλλοις μωρανθεῖσι δυνατὸν ἐπανελθεῖν δι᾿ ὑμῶν· ὑμεῖς δὲ, εἰ τοῦτο πθοιτε, μεθ᾿ ἑαυτῶν καὶ ἑτέρους προσαπολεῖτε. Ωστε ὅσῳ μεγλα ἐγχειρίζεσθε πργματα, τοσούτῳ καὶ μείζονος δεῖσθε σπουδῆς. Διό φησιν· ῍Αν δὲ τὸ λας μωρανθῇ, ἐν τίνι ἁλισθήσεται; Εἰς οὐδὲν ἰσχύει ἔτι, εἰ μὴ βληθῆναι ἔξω, καὶ καταπατεῖσθαι  ὑπὸ τῶν ἀνθρώπων. Οἱ μὲν γρ ἄλλοι μυρικις πίπτοντες, δύνανται τυχεῖν συγγνώμης· ὁ δὲ διδσκαλος, ἐἀν τοῦτο πθῃ, πσης ἀπεστέρηται ἀπολογίας. Ινα γρ μὴ ἀκούοντες, Οταν ὀνειδίσωσιν ὑμᾶς καὶ διώξωσι, καὶ επωσι πᾶν πονηρὸν ῥῆμα καθ᾿ ὑμῶν, δειλισωσιν εἰς μέσον προελθεῖν, λέγει, ὅτι ῍Αν μὴ πρὸς ταῦτα ἦτε παρατεταγμένοι, εἰκῆ ἐξελέγητε. Οὐ γρ τὸ κακῶς ἀκούειν χρὴ δεδοικέναι, ἀλλ τὸ συνυποκρινομένους φαίνεσθαι· τότε γρ μωρανθήσεσθε καὶ καταπατηθήσεσθε. ᾿Εἀν δὲ μένητε αὐτοὺς ἐπιστύφοντες, εἶτα κακῶς ἀκούητε, χαίρετε. Τοῦτο γρ ἁλὸς ἔργον ἐστὶ, τὸ δκνειν καὶ λυπεῖν τοὺς χαύνους. Ωστε ἀναγκαίως ἡ κακηγορία ἕπεται, οὐδὲν ὑμᾶς βλπτουσα, ἀλλ καὶ μαρτυροῦσα ὑμῶν τῇ στερῥότητι. ῍Αν δὲ φοβηθέντες αὐτὴν, προδῶτε τὴν προσήκουσαν ὑμῖν σφοδρότητα, πολλῷ χαλεπώτερα πείσεσθε, καὶ κακῶς ἀκούοντες καὶ καταφρονούμενοι παρ πντων. Τοῦτο γρ ἐστι, καταπατεῖσθαι. Εἶτα ἐφ᾿ ἕτερον ὑψηλότερον ἄγει παρἀδειγμα· Υμεῖς ἐστε τὸ φῶς τοῦ κόσμου. Πλιν τοῦ κόσμου, οὐκ ἔθνους ἑνὸς, οὐδὲ εκοσι πόλεων, ἀλλ τῆς οἰκουμένης ἁπσης· καὶ φῶς, νοητὸν, καὶ τῆς ἀκτῖνος ταύτης πολὺ βέλτιον, ὥσπερ οὖν καὶ λας πνευματικόν. Καὶ πρότερον λας, καὶ τότε φῶς· ἵνα μθῃς ἡλίκον τῶν κατεστυμμένων ῥημτων τὸ κέρδος, καὶ τῆς σεμνῆς διδασκαλίας τὸ ὄφελος. Καὶ γρ σφίγγει, καὶ οὐκ ἀφίησι διαρῥεῦσαι, καὶ διαβλέψαι ποιεῖ πρὸς ἀρετὴν χειραγωγοῦσα

Τούτῳ μὲν οὖν τὴν ἑαυτοῦ δύναμιν ἐνδείκνυται· τῷ δὲ ἑξῆς τὴν παρῥησίαν ἀπαιτεῖ τὴν παρ᾿ αὐτῶν, οὕτω λέγων· Οὐδὲ καίουσι λύχνον καὶ τιθέασιν ὑπὸ τὸν μόδιον, ἀλλ᾿ ἐπὶ τὴν λυχνίαν, καὶ λάμπει πᾶσι τοῖς ἐν τῇ οἰκίᾳ. Οὕτω λαμψάτω τὸ φῶς ὑμῶν ἔμπροσθεν τῶν ἀνθρώπων, ὅπως ἴδωσιν ὑμῶν τὰ καλὰ ἔργα, καὶ δοξάσωσι τὸν Πατέρα ὑμῶν τὸν ἐν τοῖς οὐρανοῖς. ᾿Εγὼ μὲν γὰρ ἧψα τὸ φῶς, φησί· τὸ δὲ μεῖναι καιόμενον, τῆς ὑμετέρας γενέσθω σπουδῆς· οὐ δι᾿ ὑμᾶς αὐτοὺς μόνον, ἀλλὰ καὶ διὰ τοὺς μέλλοντας τῆς αὐγῆς ἀπολαύειν ταύτης, καὶ πρὸς τὴν ἀλήθειαν χειραγωγεῖσθαι. Οὐ γὰρ δὴ δυνήσονται αἱ κακηγορίαι συσκιάσαι ὑμῶν τὴν λαμπηδόνα, ἐἀν ὑμεῖς ἦτε μετὰ ἀκριβείας βιοῦντες, καὶ οὕτως ὡς μέλλοντες ἅπασαν ἐπιστρέφειν τὴν οἰκουμένην. ῎Αξιον τοίνυν τῆς χάριτος ἐπιδείξασθε βίον, ἵν᾿ ὥσπερ ἐκείνη πανταχοῦ κηρύττεται, οὕτω καὶ αὕτη ἐκείνῃ συντρέχῃ. Εἶτα καὶ ἕτερον κέρδος τίθησι μετὰ τῆς τῶν ἀνθρώπων σωτηρίας, ἱκανὸν αὐτοὺς ἐναγωνίους ποιῆσαι, καὶ εἰς πᾶσαν ἀγαγεῖν σπουδήν. Οὐ γἀρ δὴ τὴν οἰκουμένην διορθώσετε, φησὶ, μόνον, ὀρθῶς βιοῦντες, ἀλλὰ καὶ τὸν Θεὸν δοξάζεσθαι παρασκευάσετε· ὥσπερ οὖν τὰ ἐναντία ποιοῦντες, καὶ τοὺς ἀνθρώπους ἀπολεῖτε, καὶ τοῦ Θεοῦ τὸ ὄνομα βλασφημεῖσθαι ποιήσετε.


Vosotros sois la sal de la tierra (Mt 5, 13). Vosotros no habéis de preocuparos sólo de vuestra propia vida, sino de la de toda la tierra. A vosotros no os envío, como hice con los profetas, a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte, ni siquiera a una entera nación. No. Vuestra misión se extenderá a la tierra y al mar, sin más límites que los del mundo mismo. Y a una tierra que encontraréis mal dispuesta.

En efecto, por el hecho mismo de decirles: vosotros sois la sal de la tierra, el Señor les mostró que toda la humanidad estaba insípida y podrida a causa de los pecados. Por eso exige de sus Apóstoles aquellas virtudes que especialmente son necesarias para el aprovechamiento de los demás. El que es manso, modesto, misericordioso y justo, no guarda para sí solo estas virtudes, sino que procura que estas aguas tan hermosas se derramen abundantemente para provecho de los otros hombres. Del mismo modo, el que es limpio de corazón, el pacífico, el que es perseguido por causa de la verdad, dispone también su vida para común utilidad.

No penséis—dice el Señor a sus discípulos—que os lanzo a combates sin importancia, y que os encomiendo negocios de poca monta. No. Vosotros sois la sal de la tierra. Entonces, ¿curaron los Apóstoles lo que estaba podrido? De ninguna manera. Lo que el Señor renovaba y a ellos entregaba, lo que El libraba del mal olor de la podredumbre, eso salaban ellos, conservándolo y manteniéndolo en la novedad que del Señor había recibido. Porque librar de la podredumbre de los pecados fue hazaña exclusiva de Cristo; mas hacer que los hombres no volvieran a pecar fue ya obra del celo y del trabajo de sus Apóstoles. ¿Veis cómo poco a poco el Señor les va haciendo ver que son superiores a los profetas? Porque no les llama maestros de sola Palestina, sino de la tierra entera; y no sólo los hace maestros, sino temibles.


Ahí está la maravilla: que los Apóstoles no se hicieron amables a todo el mundo porque adulasen y halagaran a todos, sino escociendo vivamente como la sal. No os sorprendáis—les dice—si, dejando por un momento a los demás, hablo ahora con vosotros y os invito a tamaños peligros. Considerad a cuántas ciudades y pueblos y naciones deseo enviaros como maestros. Por eso no quiero que seáis prudentes vosotros solos, sino que hagáis también prudentes a los demás. ¡Y qué prudencia han de tener aquellos de quienes depende la salvación de las almas! ¡Qué abundancia de virtud en quienes han de ser provecho para los otros! Porque, si no sois tales que podáis servir de provecho a los demás, tampoco os bastaréis para vosotros mismos. No os irritéis, como si lo que os digo fuera cosa molesta. Si los demás se tornan insípidos, vosotros podéis devolverles el sabor; pero, si esto os sucediera a vosotros, con vuestra pérdida arrastraríais también a los demás. Por tanto, cuantos mayores asuntos llevéis entre manos, mayor fervor y celo necesitaréis. Por eso les advierte: si la sal se torna insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Para nada vale ya, sino para ser arrojada y pisoteada de las gentes (Mt 5, 13). Los otros, en efecto, aunque mil veces desfallezcan, mil veces pueden obtener perdón; pero, si cae el maestro, no tiene defensa posible (…). Había dicho el Señor a sus discípulos: cuando os insulten y persigan, y digan toda palabra mala contra vosotros… (Mt 5, 11). Para que no se acobardaran al oír esto, y rehusaran salir al campo de batalla, ahora parece decirles: si no estáis preparados a sufrir todas estas cosas, vana ha sido vuestra elección. Lo que debéis temer no es que se os maldiga, sino el ser envueltos en la común hipocresía. En ese caso os habríais tornado insípidos, y seríais pisoteados por la gente. Pero si seguís frotando con sal, y por ello os maldicen, alegraos entonces. Ésa es precisamente la función de la sal: escocer y molestar a los corrompidos. La maledicencia os seguirá forzosamente, pero no os hará ningún daño, sino que dará testimonio de vuestra firmeza. Pero si por miedo a la murmuración abandonáis el ímpetu que debéis tener, entonces sufriréis más graves daños. En primer lugar, se os maldecirá lo mismo; y luego, seréis la irrisión de todo el mundo; porque eso quiere decir ser pisoteado. El Señor pasa ahora a otra comparación más alta: vosotros sois la luz del mundo (Mt 5, 14).

Nuevamente se nos habla del mundo; no de una sola nación, ni de veinte ciudades, sino de la tierra entera. Se nos habla de una luz inteligible, mucho más preciosa que los rayos del sol, como también la sal había que entenderla espiritualmente. Y pone primero la sal, luego la luz, para que te des cuenta de la utilidad de las palabras enérgicas y el provecho de una enseñanza seria. Ella nos ata fuertemente y no nos permite disolvernos. Ella nos hace abrir los ojos, llevándonos como de la mano a la virtud. (…) Después de haberles mostrado su propio poder, el Señor les exige franqueza y libertad, diciéndoles: nadie enciende una lámpara y la pone debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, a fin de que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos (Mt 5, 15-16). Es como si les dijera: yo he encendido la luz; pero que siga ardiendo, depende ya de vuestro afán apostólico. Y eso no sólo para alcanzar vuestra propia salvación, sino también la de aquellos que han de gozar de su resplandor, y ser así conducidos como de la mano hacia la verdad. Si vosotros vivís con perfección, como conviene a los que han recibido la misión de convertir a todo el mundo, las calumnias no podrán echar ni una sombra sobre vuestro resplandor.

Llevad, pues, una vida digna de la gracia; a fin de que, así como la gracia se predica en todas partes, también vuestra vida esté de acuerdo con la gracia.

Por fin, además de la salvación de los hombres, el Señor les señala otro provecho, que es suficiente por sí solo para incitarles a la pelea y llevarles al más intenso fervor. Porque—les dice—viviendo rectamente, no sólo corregiréis a toda la tierra, sino que glorificaréis a Dios; de manera semejante a como, si no vivís virtuosamente, no sólo perderéis a los hombres sino que haréis que sea blasfemado el nombre de Dios.


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Piquito de oro (I)

Los lectores de este espacio saben que, de cuando en cuando, nos gusta recordar a personajes o figuras importantes de la antigüedad, especialmente religiosas, en el día en el que se celebra su fiesta u onomástica.

Hoy, 13 de septiembre, es San Juan Crisóstomo.

El título del artículo es la traducción, un tanto popular, del “apellido” con el que se conoce a Juan de Antioquía.

En efecto, “Crisóstomo” significa “boca de oro” y la denominación responde a la elocuencia y buen hablar del santo.

Es, quizás, oportuno que recordemos algunas otras palabras en cuya composición esntre el étimo griego χρυσός (oro):

CRIS-, CRISO- de χρυσός “oro“.

crisálida: Ninfa de los insectos lepidópteros que presenta manchas doradas, de donde su nombre. En los insectos con metamorfosis completa, estado quiescente previo al de adulto (Del griego χρυσαλλς, –δος, crisálida, de χρυσς, oro, por su frecuente color dorado).

crisantemo: Planta perenne de la familia de las Compuestas, con tallos anuales, casi leñosos, de seis a ocho decímetros de alto, hojas alternas, aovadas, con senos y hendiduras muy profundas, verdes por encima y blanquecinas por el envés, y flores abundantes, pedunculadas, solitarias, axilares y terminales, de colores variados, pero frecuentemente moradas. Procede de China y se cultiva en los jardines, donde florece durante el otoño. Literalmente flor (ἀνθέμιον, ἄνθος) de oro.

crisobalanáceo: (De Chrysobalănus, nombre de un género de plantas, del griego χρυσς, oro, y βλανος, bellota).

Bot. Se dice de las plantas leñosas angiospermas, dicotiledóneas, siempre verdes, que viven en los países tropicales, especialmente en América Meridional. Dan frutos en drupa, comestibles, y son muy parecidas a las rosáceas, de las que difieren por tener flores zigomorfas, con los filamentos de los estambres más o menos soldados, y por otros caracteres anatómicos; p. ej., el hicaco.

crisoberilo: (Del latín chrysoberyllus, y éste del griego χρυσοβρυλλος, berilo de oro).

Piedra preciosa de color verde amarillento, con visos opalinos, compuesta de alúmina, glucina y algo de óxido de hierro.

crisocalco: aleación de cobre y cinc de color dorado.

crisocola: (Del gr. χρυσς, oro, y κλλα, cola)

Sustancia que los antiguos empleaban par soldar el oro. Era un hidrosilicato de cobre, con algo de sílice y agua.

crisografía: arte de escribir con tinta de oro sobre el pergamino.

crisólito: (Del latín chrysolĭthus, y éste del griego χρυσλιθος, piedra de oro).

Geol. Olivino o silicato natural de hierro y magnesio, de color verdoso, particularmente cuando tiene calidad de piedra preciosa.

crisomélido: (Del latín científico Chrysomelĭdae, y éste formado a partir del gr. χρυσομηλολνθιον, escarabajito dorado).

Zool. Se dice de los insectos coleópteros, tetrámeros, con el cuerpo ovalado, la cabeza recibida en el tórax hasta los ojos; antenas cortas, alas y élitros. A veces tienen colores brillantes y de aspecto metálico. Se nutren de vegetales, por lo cual muchos son perjudiciales a las plantas.

crisopeya: Arte con que se pretendía transmutar los metales en oro. ποιέω “hacer“.

Crisóstomo: apelativo dado a San Juan de Antioquía (Crisóstomo) por su facundia y dotes oratorias. Boca de oro.

Una vez establecida la relación del nombre con otras palabras y explicada brevemente su etimología, pasamos a otro apartado que, también en otras ocasiones, hemos tenido: la presentación que de la figura del santo hace el actual papa Benedicto XVI.

En el discurso del pontífice nosotros damos, cuando nos ha sido posible hallarla, la cita en griego que el papa aporta.

Audiencia General de Benedicto XVI: San Juan Crisóstomo, “pastor de almas a tiempo completo”

¡Queridos hermanos y hermanas!:

Este año se cumple el decimosexto centenario de la muerte de San Juan Crisóstomo (407-2007). Juan de Antioquía, llamado Crisóstomo, esto es, «Boca de oro» por su elocuencia, puede decirse que sigue vivo hoy, también por sus obras. Un anónimo copista dejó escrito que éstas «atraviesan todo el orbe como rayos fulminantes». Sus escritos también nos permiten a nosotros, como a los fieles de su tiempo, que repetidamente se vieron privados de él a causa de sus exilios, vivir con sus libros, a pesar de su ausencia. Es cuanto él mismo sugería desde el exilio en una carta (Cf. A Olimpiade, Carta 8,45).

Nacido en torno al año 349 en Antioquía de Siria (actualmente Antalya, en el sur de Turquía), desarrolló allí el ministerio presbiteral durante cerca de once años, hasta el año 397, cuando, nombrado obispo de Constantinopla, ejerció en la capital del Imperio el ministerio episcopal antes de los dos exilios, seguidos en breve distancia uno del otro, entre el año 403 y el 407. Nos limitamos hoy a considerar los años antioquenos del Crisóstomo.


Huérfano de padre en tierna edad, vivió con su madre, Antusa, quien le transmitió una exquisita sensibilidad humana y una profunda fe cristiana. Frecuentados los estudios inferiores y superiores, coronados por los cursos de filosofía y de retórica, tuvo como maestro a Libanio, pagano, el más célebre rétor del tiempo. En su escuela, Juan se convirtió en el más grande orador de la antigüedad tardía griega. Bautizado en el año 368 y formado en la vida eclesiástica por el obispo Melecio, fue por él instituido lector en 371. Este hecho marcó la entrada oficial de Crisóstomo en el cursus eclesiástico. Frecuentó, de 367 a 372, el Asceterio, un tipo de seminario de Antioquía, junto a un grupo de jóvenes, algunos de los cuales fueron después obispos, bajo la guía del famoso exégeta Diodoro de Tarso, que encaminó a Juan a la exégesis histórico-literal, característica de la tradición antioquena.

Se retiró después durante cuatro años entre los eremitas del cercano monte Silpio. Prosiguió aquel retiro otros dos años que vivió solo en una gruta bajo la guía de un «anciano». En ese período se dedicó totalmente a meditar «las leyes de Cristo», los Evangelios y especialmente las Cartas de Pablo. Enfermándose, se encontró en la imposibilidad de cuidar de sí mismo y por ello tuvo que regresar a la comunidad cristiana de Antioquia (Cf. Palladio, Vita, 5). El Señor –explica el biógrafo— intervino con la enfermedad en el momento justo para permitir a Juan seguir su verdadera vocación. En efecto, escribirá él mismo que, puesto en la alternativa de elegir entre el gobierno de la Iglesia y la tranquilidad de la vida monástica, habría preferido mil veces el servicio pastoral (Cf. Sobre el sacerdocio, 6,7: ε τις αρεσν μοι προτθει, πο μλλον βουλομην εδοκιμεν ν τ τς ᾿Εκκλησας προστασ κατὰ τὸν τῶν μοναχῶν βίον, μυρίαις ἂν ψήφοις τὸ πρότερον ἐδεξάμην ἔγωγε): precisamente a éste se sentía llamado el Crisóstomo. Y aquí se realizó el giro decisivo de su historia vocacional: ¡pastor de almas a tiempo completo! La intimidad con la Palabra de Dios, cultivada durante los años del eremitismo, había madurado en él la urgencia de predicar el Evangelio, de dar a los demás cuanto él había recibido en los años de meditación. El ideal misionero le lanzó así, alma de fuego, a la atención pastoral.


Entre el año 378 y el 379 regresó a la ciudad. Diácono en 381 y presbítero en 386, se convirtió en célebre predicador en las iglesias de su ciudad. Pronunció homilías contra los arrianos, seguidas de aquellas conmemorativas de los mártires antioquenos y de otras sobre las principales festividades litúrgicas: se trata de una gran enseñanza de la fe en Cristo, también a la luz de sus Santos. El año 387 fue el «año heroico» de Juan, el de la llamada «revuelta de las estatuas». El pueblo derribó las estatuas imperiales en señal de protesta contra el aumento de los impuestos. En aquellos días de Cuaresma y de angustia con motivo de los inminentes castigos por parte del emperador, pronunció sus veintidós vibrantes Homilías de las estatuas, orientadas a la penitencia y a la conversión. Le siguió el período de serena atención pastoral (387-397).

El Crisóstomo se sitúa entre los Padres más prolíficos: de él nos han llegado 17 tratados, más de 700 homilías auténticas, los comentarios a Mateo y a Pablo (Cartas a los Romanos, a los Corintios, a los Efesios y a los Hebreos) y 241 cartas. No fue un teólogo especulativo. Transmitió, en cambio, la doctrina tradicional y segura de la Iglesia en una época de controversias teológicas suscitadas sobre todo por el arrianismo, esto es, por la negación de la divinidad de Cristo. Es por lo tanto un testigo fiable del desarrollo dogmático alcanzado por la Iglesia en el siglo IV-V. Su teología es exquisitamente pastoral; en ella es constante la preocupación de la coherencia entre el pensamiento expresado por la palabra y la vivencia existencial. Es éste, en particular, el hilo conductor de las espléndidas catequesis con las que preparaba a los catecúmenos a recibir el Bautismo. Próximo a la muerte, escribió que el valor del hombre está en el «conocimiento exacto de la verdad y rectitud en la vida» (Carta desde el exilio). Las dos cosas, conocimiento de la verdad y rectitud de vida, van juntas: el conocimiento debe traducirse en vida. Toda intervención suya se orientó siempre a desarrollar en los fieles el ejercicio de la inteligencia, de la verdadera razón, para comprender y traducir en la práctica las exigencias morales y espirituales de la fe.


Juan Crisóstomo se preocupa de acompañar con sus escritos el desarrollo integral de la persona, en las dimensiones física, intelectual y religiosa. Las diversas etapas del crecimiento son comparadas a otros tantos mares de un inmenso océano: «El primero de estos mares es la infancia (Κα πρτον πλαγος στιν δεν τ τς παιδικς λικας) » (Homilía 81,5 sobre el Evangelio de Mateo). En efecto «precisamente en esta primera edad se manifiestan las inclinaciones al vicio y a la virtud». Por ello la ley de Dios debe ser desde el principio impresa en el alma «como en una tablilla de cera» (Homilía 3,1 sobre el Evangelio de Juan: κα γὰρ ατη μάλιστα λικα τοτων δεται τν κουσμάτων. ᾿Απαλ γρ οσα, ταχως ναποτθεται τὰ λεγμενα, καθάπερ τινς σφραγδος τς κροάσεως ν κηρ τ διανοίᾳ τῇ τούτων ἐντυπουμένης. ῎Αλλως τε καὶ βίος αὐτοῖς τότε ἀρχὴν ἔχει πρὸς κακίαν ἀποκλῖναι ἀρετήν): de hecho es ésta la edad más importante. Debemos tener presente cuán fundamental es que en esta primera fase de la vida entren realmente en el hombre las grandes orientaciones que dan la perspectiva justa a la existencia. Crisóstomo por ello recomienda: «Desde la más tierna edad abasteced a los niños de armas espirituales y enseñadles a persignar la frente con la mano» (Homilía 12,7 sobre la Primera Carta a los Corintios: λλ᾿ κ πρτης λικας πνευματικος ατὰ περιφράττετε πλοις, κα τ χειρ παιδεετε σφραγζειν τ μτωπον). Llegan después la adolescencia y la juventud: «A la infancia le sigue el mar de la adolescencia, donde los vientos soplan violentos…, porque en nosotros crece… la concupiscencia (Μετ τατην τν λικαν το μειρακου διαδχεται θλαττα, νθα σφοδρ τ πνεματα… τς πιθυμας μν αξανομνης)» (Homilía 81,5 sobre el Evangelio de Mateo). Llegan finalmente el noviazgo y el matrimonio: «A la juventud le sucede la edad de la persona madura, en la que sobrevienen los compromisos de familia: es el tiempo de buscar esposa» (Ibíd. Μετ τοτο πλιν τερον μρος τς λικας, τ τν νδρν πεισιν, ν τ τς οκονομας πκειται· τε γυν, κα γμος, κα παιδοποια, κα οκας προστασα, κα πολλα τν φροντδων νιφδες.). Del matrimonio él recuerda los fines, enriqueciéndolos –con la alusión a la virtud de la templanza– de una rica trama de relaciones personalizadas. Los esposos bien preparados cortan así el camino al divorcio: todo se desarrolla con gozo y se pueden educar a los hijos en la virtud. Cuando nace el primer hijo, éste es «como un puente; los tres se convierten en una sola carne, dado que el hijo reúne a las dos partes» (Homilía 12,5 sobre la Carta a los Colosenses: κα γφυρ τς στι τ παιδον. ῞Ωστε ο τρες σάρξ γνονται μα, το παιδς κατρωθεν κατρους συνάπτοντος), y los tres constituyen «una familia, pequeña Iglesia» (Homilía 20,6 sobre la Carta a los Efesios: κα οκα γρ ᾿Εκκλησα στ μικρά).

La predicación del Crisóstomo tenía lugar habitualmente en el curso de la liturgia, «lugar» en el que la comunidad se construye con la Palabra y la Eucaristía. Aquí la asamblea reunida expresa la única Iglesia (Homilía 8,7 sobre la Carta a los Romanos), la misma palabra se dirige en todo lugar a todos (Homilía 24,2 sobre la Primera Carta a los Corintios) y la comunión eucarística se hace signo eficaz de unidad (Homilía 32,7 sobre el Evangelio de Mateo). Su proyecto pastoral se insertaba en la vida de la Iglesia, en la que los fieles laicos con el Bautismo asumen el oficio sacerdotal, real y profético. Al fiel laico él dice: «También a ti el Bautismo te hace rey, sacerdote y profeta» (Homilía 3,5 sobre la Segunda Carta a los Corintios: Οτω κα σ γν βασιλες, κα ερες, κα προφτης ν τ λουτρ). Surge de aquí el deber fundamental de la misión, porque cada uno en alguna medida es responsable de la salvación de los demás: «Éste es el principio de nuestra vida social… ¡no interesarnos sólo en nosotros!» (Homilía 9,2 sobre el Génesis). Todo se desenvuelve entre dos polos: la gran Iglesia y la «pequeña Iglesia», la familia, en recíproca relación.

Como podéis ver, queridos hermanos y hermanas, esta lección del Crisóstomo sobre la presencia auténticamente cristiana de los fieles laicos en la familia y en la sociedad, es hoy más actual que nunca. Roguemos al Señor para que nos haga dóciles a las enseñanzas de este gran Maestro de la fe».


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