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Archive for diciembre 2016

jornada-paz-2016

Proseguimos con nuestro resumen del mensaje del papa Francisco para el Día Mundial de la Paz de este inminente 2017.

La violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos.

La Buena Noticia

3. También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: “Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos” (Mc 7, 21). Pero el mensaje de Cristo, ante esta realidad, ofrece una respuesta radicalmente positiva: él predicó incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5, 44) y a poner la otra mejilla (cf. Mt 5, 39). Cuando impidió que la adúltera fuera lapidada por sus acusadores (cf. Jn 8, 1-11) y cuando, la noche antes de morir, dijo a Pedro que envainara la espada (cf. Mt 26, 52), Jesús trazó el camino de la no violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad (cf. Ef 2, 14-16). Por esto, quien acoge la Buena Noticia de Jesús reconoce su propia violencia y se deja curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su vez en instrumento de reconciliación, según la exhortación de san Francisco de Asís: “Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones”.

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La raíz doméstica de una política no violenta

5. Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. Es parte de aquella alegría que presenté, en marzo pasado, en la Exhortación apostólica Amoris laetitia, como conclusión de los dos años de reflexión de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón. Desde el seno de la familia, la alegría se propaga al mundo y se irradia a toda la sociedad. Por otra parte, una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero. En este sentido, hago un llamamiento a favor del desarme, como también de la prohibición y abolición de las armas nucleares: la disuasión nuclear y la amenaza cierta de la destrucción recíproca, no pueden servir de base a este tipo de ética. Con la misma urgencia suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños.

Mi llamamiento

6. La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también a la aportación competente de tantos cristianos en la elaboración de normativas a todos los niveles. Jesús mismo nos ofrece un «manual» de esta estrategia de construcción de la paz en el así llamado Discurso de la montaña. Las ocho bienaventuranzas (cf. Mt 5, 3-10) trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos —dice Jesús—, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.

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Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades. Es el desafío de construir la sociedad, la comunidad o la empresa, de la que son responsables, con el estilo de los trabajadores por la paz; de dar muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio. Esto exige estar dispuestos a “aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”. Trabajar de este modo significa elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social. La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el mundo está íntimamente interconectado. Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que «las tensiones y los opuestos [puedan] alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida», conservando «las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna”…

En conclusión

«Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla”. En el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. “Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz”.

Hasta aquí el mensaje de Francisco para el 2017.

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El 1 de enero, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de la Paz, que este año  (faltan dos días) 2017 cumple 50 ediciones, ya que la primera la instituyó Pablo VI, el 1 de enero de 1968. El inicio de aquel primer mensaje era éste:

Nos dirigimos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar «El Día de la Paz» en todo el mundo, el primer día del año civil, 1 de enero de 1968. Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura.

Nos pensamos que esta propuesta interprete las aspiraciones de los Pueblos, de sus Gobernantes, de las Entidades internacionales que intentan conservar la Paz en el mundo, de las Instituciones religiosas tan interesadas en promover la Paz, de los Movimientos culturales, políticos y sociales que hacen de la Paz su ideal, de la Juventud, —en quien es más viva la perspicacia de los nuevos caminos de la civilización, necesariamente orientados hacia un pacífico desarrollo—, de los hombres sabios que ven cuán necesaria sea hoy la Paz y al mismo tiempo cuán amenazada.

Más adelante añade Giovanni Battista Montini:

La Paz se funda subjetivamente sobre un nuevo espíritu que debe animar la convivencia de los Pueblos una nueva mentalidad acerca del hombre, de sus deberes y sus destinos. Largo camino es aún necesario para hacer universal y activa esta mentalidad; una nueva pedagogía debe educar las nuevas generaciones en el mutuo respeto de las Naciones, en la hermandad de los Pueblos, en la colaboración de las gentes entre sí y también respecto a su progreso y desarrollo. Los organismos internacionales, instituidos para este fin, deben ser sostenidos por todos, mejor conocidos, dotados de autoridad y de medios idóneos para su gran misión. La «Jornada de la Paz» debe hacer honor a estas Instituciones y rodear su trabajo de prestigio, de confianza y de aquel sentido de expectación que debe tener en ellas vigilante el sentido de sus gravísimas responsabilidades y fuerte la conciencia del mandato que se les ha confiado.

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Una advertencia hay que recordar. La paz no puede estar basada sobre una falsa retórica de palabras, bien recibidas porque responden a las profundas y genuinas aspiraciones de los hombres, pero que pueden también servir y han servido a veces, por desgracia, para esconder el vacío del verdadero espíritu y de reales intenciones de paz, si no directamente para cubrir sentimientos y acciones de prepotencia o intereses de parte. Ni se puede hablar legítimamente de paz, donde no se reconocen y no se respetan los sólidos fundamentos de la paz: la sinceridad, es decir, la justicia y el amor en las relaciones entre los Estados y, en el ámbito de cada una de las Naciones, de los ciudadanos entre sí y con sus gobernantes; la libertad de los individuos y de los pueblos, en todas sus expresiones. cívicas, culturales, morales, religiosas; de otro modo no se tendrá la paz —aun cuando la opresión sea capaz de crear un aspecto exterior de orden y de legalidad—, sino el brotar continuo e insofocable de revueltas y de guerras.

Y añadía este precioso párrafo:

En necesario siempre hablar de Paz. Es necesario educar al mundo para que ame la Paz, la construya y la defienda; contra las premisas de la guerra que renacen (emulaciones nacionalistas, armamentos, provocaciones revolucionarias, odio de razas, espíritu de venganza, etc.) y contra las insidias de una táctica de pacifismo que adormece al adversario o debilita en los espíritus el sentido de la justicia, del deber y del sacrificio, es preciso suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones futuras el sentido y el amor de la Paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor (cfr. Juan XXIII, Pacem in terris).

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Pues bien, Jorge Mario Bergoglio, o sea el papa Francisco, ha escrito también su mensaje, el cuarto, para esta jornada con el muy sugerente título de “La no violencia: un estilo de política para la paz”.

Destacamos algunos fragmentos del mismo:

Este es el Mensaje para la 50 Jornada Mundial de la Paz. En el primero, el beato Papa Pablo VI se dirigió, no sólo a los católicos sino a todos los pueblos, con palabras inequívocas: «Ha aparecido finalmente con mucha claridad que la paz es la línea única y verdadera del progreso humano (no las tensiones de nacionalismos ambiciosos, ni las conquistas violentas, ni las represiones portadoras de un falso orden civil)». Advirtió del «peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón, es decir de las negociaciones fundadas en el derecho, la justicia, la equidad, sino sólo por los de las fuerzas espantosas y mortíferas». Por el contrario, citando Pacem in terris de su predecesor san Juan XXIII, exaltaba “el sentido y el amor de la paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor”. Impresiona la actualidad de estas palabras, que hoy son igualmente importantes y urgentes como hace cincuenta años.

En esta ocasión deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos. Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas.

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En nuestro anterior capítulo, y con ayuda de las notas de José Guillermo Montes Cala en su edición de Gredos, la expresión acabó con el olor a salitre = ἁλίπνοον ἔσβεσεν ὀδμήν = verso 265 del poema Hero y Leandro de Museo, y en general, de estos versos en los que Hero recibe a Leandro:

Desde el umbral en silencio se abrazó a su jadeante esposo, de cuyos cabellos aún goteaba la espuma de la mar, y lo condujo a lo más profundo de su alcoba, engalanada para una novia. Limpió toda su piel y ungió su cuerpo con aceite que olía a rosas y acabó con el olor a salitre. Y abrazada en el blanco lecho a su esposo, que aún jadeaba, pronunció palabras de amor conyugal:

Sin duda, estos versos se hacen eco de las típicas escenas homéricas de agasajo a un huésped (cf., por ejemplo, Odisea III, 464 ss.).

τόφρα δὲ Τηλέμαχον λοῦσεν καλὴ Πολυκάστη,

Νέστορος ὁπλοτάτη θυγάτηρ Νηληϊάδαο.

αὐτὰρ ἐπεὶ λοῦσέν τε καὶ ἔχρισεν λίπ’ ἐλαίῳ,

ἀμφὶ δέ μιν φᾶρος καλὸν βάλεν ἠδὲ χιτῶνα,

ἔκ ῥ’ ἀσαμίνθου βῆ δέμας ἀθανάτοισιν ὁμοῖος·

πὰρ δ’ ὅ γε Νέστορ’ ἰὼν κατ’ ἄρ’ ἕζετο, ποιμένα λαῶν.

οἱ δ’ ἐπεὶ ὤπτησαν κρέ’ ὑπέρτερα καὶ ἐρύσαντο,

δαίνυνθ’ ἑζόμενοι· ἐπὶ δ’ ἀνέρες ἐσθλοὶ ὄροντο

οἶνον οἰνοχοεῦντες ἐνὶ χρυσέοις δεπάεσσιν.

αὐτὰρ ἐπεὶ πόσιος καὶ ἐδητύος ἐξ ἔρον ἕντο,

τοῖσι δὲ μύθων ἦρχε Γερήνιος ἱππότα Νέστωρ·

 

En esto lavaba a Telémaco la bella Policasta, hija menor de Néstor Nelida. Después que lo hubo lavado y ungido con pingüe aceite, vistióle un hermoso manto y una túnica, y Telémaco salió del baño, con el cuerpo parecido al de los inmortales, y fue a sentarse junto a Néstor, pastor de pueblos. Asados los cuartos delanteros, retiráronlos de las llamas, y sentándose todos, celebraron el banquete. Varones excelentes se levantaban a escanciar el vino en áureas copas. Y una vez saciado el deseo de comer y de beber, Néstor, el caballero gerenio, comenzó a decirles.

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Telémaco y Néstor de Henry Howard

En concreto, para la acción de quitar el molesto olor a salitre del cuerpo de Leandro, cf. la similar acción de Idotea en Odisea IV, 445 s.:

ἀμβροσίην ὑπὸ ῥῖνα ἑκάστῳ θῆκε φέρουσα

ἡδὺ μάλα πνείουσαν, ὄλεσσε δὲ κήτεος ὀδμήν.

nos puso en las narices una poca de ambrosía, la cual, despidiendo olor suave, quitó el hedor de aquellos monstruos (focas).

Las traducciones son de Luis Segalà.

Y abordamos ahora los versos 268 a 280 del poema Hero y Leandro de Museo del Gramático

 

«Νυμφίε, πολλὰ μόγησας, ἃ μὴ πάθε νυμφίος ἄλλος,

νυμφίε, πολλὰ μόγησας· ἅλις νύ τοι ἁλμυρὸν ὕδωρ

ὀδμή τ’ ἰχθυόεσσα βαρυγδούποιο θαλάσσης. 270

δεῦρο τεοὺς ἱδρῶτας ἐμοῖς ἐνικάτθεο κόλποις.»

Ὣς ἡ μὲν παρέπεισεν. ὁ δ’ αὐτίκα λύσατο μίτρην

καὶ θεσμῶν ἐπέβησαν ἀριστονόου Κυθερείης.

ἦν γάμος, ἀλλ’ ἀχόρευτος· ἔην λέχος, ἀλλ’ ἄτερ ὕμνων.

οὐ ζυγίην Ἥρην τις ἐπευφήμησεν ἀείδων, 275

οὐ δαΐδων ἤστραπτε σέλας θαλαμηπόλον εὐνὴν

οὐδὲ πολυσκάρθμῳ τις ἐπεσκίρτησε χορείῃ,

οὐχ ὑμέναιον ἄειδε πατὴρ καὶ πότνια μήτηρ.

ἀλλὰ λέχος στορέσασα τελεσσιγάμοισιν ἐν ὥραις

σιγὴ παστὸν ἔπηξεν, ἐνυμφοκόμησε δ’ ὀμίχλη 280

 

“Esposo, que tantas penas llevas pasadas, como ningún otro esposo ha padecido; esposo, que tantas penas llevas pasadas: más que de sobra has tenido en el agua salada y con el olor a pescado de la mar de ronco fragor. Ven aquí, descansa en mi regazo tus sudores.”

Así eran las palabras que ella pronunciara. Y él enseguida le soltó el cinto y sumergiéronse en los preceptos de una sincera Citerea. Hubo boda, pero sin bailes. Hubo lecho, pero sin himnos. A Hera conyugal nadie la ensalzó con su canto, ninguna antorcha dio su nupcial luz al techo, nadie dio los saltos sin cuento que en la danza se dan, no cantaban el himeneo padre y señora madre, sino que el Silencio les arregló la cámara nupcial, extendiéndoles un lecho a tiempo de consumar el matrimonio, y a la novia acicaló la Oscuridad.

 

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Hero y Leandro (1613-1621), óleo sobre tabla de 42 x 96 cm., de Domenico FettiKunsthistorisches Museum, Vienna.

  1. (Tantas penas llevas pasadas = πολλὰ μόγησας). Al igual que Odiseo (cf. Odisea V, 223).

εἰ δ’ αὖ τις ῥαίῃσι θεῶν ἐνὶ οἴνοπι πόντῳ,

τλήσομαι ἐν στήθεσσιν ἔχων ταλαπενθέα θυμόν·

ἤδη γὰρ μάλα πολλὰ πάθον καὶ πολλὰ μόγησα

κύμασι καὶ πολέμῳ· μετὰ καὶ τόδε τοῖσι γενέσθω.

Y si alguno de los dioses quisiera aniquilarme en el vinoso ponto, lo sufriré con el ánimo que llena mi pecho y tan paciente es para los dolores; pues he padecido mucho así en el mar como en la guerra, y venga este mal tras de los otros.

La traducción es de Luis Segalà.

  1. (De una sincera Citerea = ἀριστονόου Κυθερείης = 273)

Para el sentido del dificil ἀριστονόος (aristonoos), cf. Nono, Paráfrasis del Evangelio según San Juan XIX 183 s. (hablando sobre el agua y la sangre manadas del costado lanceado de Cristo):

ἀνὴρ δ᾿, ὅστις ὄπωπεν, ἑῷ πιστώσατο μύθῳ μαρτυρίην ἀτίνακτον· ἀριστονόοιο δὲ κείνου ἴδμεν ὅτι ζαθέη καὶ ἐτήτυμος ἔπλετο φωνή.

Y el hombre, que lo vio, testimonió con su palabra un testimonio firme y de este hombre sincero sabemos que su palabra es sagrada y verdadera.

El texto de san Juan 19, 35, es:

καὶ ὁ ἑωρακὼς μεμαρτύρηκεν, καὶ ἀληθινὴ αὐτοῦ ἐστιν ἡ μαρτυρία, καὶ ἐκεῖνος οἶδεν ὅτι ἀληθῆ λέγει, ἵνα καὶ ὑμεῖς πιστεύ[ς]ητε.

El que lo vio lo atestigua y su testimonio es fidedigno; sabe que dice la verdad, para que creáis vosotros.

Italy, Lombardy region, Como, Church of Sant Abbondio, apse. Life of Christ, detail - Crucifixon, fr

Vida de Cristo (detalle: crucifixión), iglesia de San Abbondio, ábside; Como, Lombardía, Italia

Hero resulta convincente (vv. 268-271), porque ella ama de veras a Leandro (v. 267), asi que ahora la reaccion amorosa del joven es inmediata (v. 272). Aquí, lógicamente, “Citerea” es una metonimia por “amo”, como ya lo era “Afrodita” en el v. 182.

  1. (Hubo boda, pero sin bailes = ἦν γάμος, ἀλλ’ ἀχόρευτος). Descripciones muy similares a ésta de los versos 274-280 pueden leerse en Antología Palatina VII, 188 (Antonio Talo):

ΑΝΤΩΝΙΟΥ ΘΑΛΛΟΥ

Δύσδαιμον Κλεάνασσα, σὺ μὲν γάμῳ ἔπλεο, κούρη,

ὥριος, ἀκμαίης οἷά τ᾿ ἐφ᾿ ἡλικίης

ἀλλὰ τεοῖς θαλάμοισι γαμοστόλος οὐχ ῾Υμέναιος

οὐδ᾿ Ἥρης ζυγίης λαμπάδες ἠντίασαν,

πένθιμος ἀλλ᾿ ᾿Αίδης ἐπεκώμασεν, ἀμφὶ δ᾿ ᾿Ερινὺς

φοίνιος ἐκ στομάτων μόρσιμον ἧκεν ὄπα·

ἤματι δ᾿ ᾧ νυμφεῖος ἀνήπτετο λαμπάδι παστάς,

τούτῳ πυρκαΐῆς, οὐ θαλάμων ἔτυχες.

Desdichada Cleanasa, tú alcanzaste el matrimonio, virgen, madura, en la plenitud de tu edad. Pero a tus esponsales no acudieron ni Himeneo el que prepara las bodas, ni las lámparas de Hera Zygia, sino que irrumpió el lúgubre Hades y con él la sangrienta Erinis entonó el canto fúnebre. El día en que la cámara nupcial se iluminó con las antorchas, no te tocó en suerte el tálamo, sino la pira.

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Aoristos por Navidad

Recupero para hoy un artículo publicado el día de Navidad de 2008.

¡Feliz Navidad! Bon Nadal! Καλά Χριστούγεννα. Felix Fastumque Natale!

Quisiera haber publicado este artículo antes, pero las “obligaciones” familiares del día de hoy han hecho que aparezca cercana ya la medianoche.

La liturgia católica de la misa de hoy, día de Navidad (distinta de la Misa de medianoche o del Gallo), nos presenta tres lecturas y un salmo que destacan por su belleza y por su profundidad teológica. No somos teólogos, así que no vamos a arriesgarnos a decir barbaridades sobre los textos bíblicos, pero sí que queremos dar a conocer estas lecturas, tanto por la belleza de su contenido, como por la particularidad morfológica de su fuente original griega, y también por el uso musical de alguno de ellos.

El primer texto (Isaías 52, 7-10) empieza de forma preciosa destacando la belleza de los pies del mensajero que anuncia la paz, trae buenas noticias y anuncia la salvación.

ὡς ὥρα ἐπὶ τῶν ὀρέων ὡς πόδες εὐαγγελιζομένου ἀκοὴν εἰρήνης ὡς εὐαγγελιζόμενος ἀγαθά ὅτι ἀκουστὴν ποιήσω τὴν σωτηρίαν σου λέγων Σιων βασιλεύσει σου ὁ Θεός ὅτι φωνὴ τῶν φυλασσόντων σε ὑψώθη καὶ τῇ φωνῇ ἅμα εὐφρανθήσονται ὅτι ὀφθαλμοὶ πρὸς ὀφθαλμοὺς ὄψονται ἡνίκα ἂν ἐλεήσῃ κύριος τὴν Σιων ῥηξάτω εὐφροσύνην ἅμα τὰ ἔρημα ᾿Ιερουσαλημ ὅτι ἠλέησεν Κύριος αὐτὴν καὶ ἐρρύσατο ᾿Ιερουσαλημ καὶ ἀποκαλύψει Κύριος τὸν βραχίονα αὐτοῦ τὸν ἅγιον ἐνώπιον πάντων τῶν ἐθνῶν καὶ ὄψονται πάντα τὰ ἄκρα τῆς γῆς τὴν σωτηρίαν τὴν παρὰ τοῦ Θεοῦ.

Quam pulchri super montes pedes annuntiantis et prædicantis pacem; annuntiantis bonum, prædicantis salutem, dicentis Sion: Regnabit Deus tuus! Vox speculatorum tuorum: levaverunt vocem, simul laudabunt, quia oculo ad oculum videbunt cum converterit Dominus Sion. Gaudete, et laudate simul, deserta Jerusalem, quia consolatus est Dominus populum suum; redemit Jerusalem. Paravit Dominus brachium sanctum sum in oculis omnium gentium; et videbunt omnes fines terræ salutare Dei nostri.

Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!» ¡Una voz! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque con sus propios ojos ven el retorno del Señor a Sión. Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque ha consolado el Señor a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha desnudado el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y han visto todos los cabos de la tierra la salvación de nuestro Dios.

El texto, aunque en esta ocasión tomado de la epístola a los Romanos 10, 15, que cita a Isaías y a Nahum (1, 15: Ecce super montes pedes evangelizantis, et annuntiantis pacem), mereció en El Mesías de Handel un aria de soprano preciosa, que no nos sustraemos a ofrecer.

 

Y aquí en versión moderna:

El salmo 97 es muy conocido. Destaca las maravillas realizadas por Dios; su fidelidad, su misericordia y su lealtad. Invita a toda la tierra a elevar un canto de alabanza y ofrece un rico vocabulario musical, por cuanto hace a verbos e instrumentos.

Es también un texto que ha merecido la atención de compositores, bien en la parte Cantate Domino, bien en Viderunt omnes, bien en Jubilate Deo o incluso del Psallite Domino.

Monteverdi compuso un bello Cantate Domino.

 

Del Viderunt omnes la pieza maestra es la de Pérotin que se puede oír aquí.

El compositor Jacques Fonces compuso una Missa Psallite Domino in cithara.

El Jubilate Deo ha tenido muchas adaptaciones como ésta de Giovanni Gabrieli:

ᾄσατε τῷ Κυρίῳ ᾆσμα καινόν ὅτι θαυμαστὰ ἐποίησεν Κύριος

ἔσωσεν αὐτῷ ἡ δεξιὰ αὐτοῦ καὶ ὁ βραχίων ὁ ἅγιος αὐτοῦ ἐγνώρισεν

Κύριος τὸ σωτήριον αὐτοῦ ἐναντίον τῶν ἐθνῶν ἀπεκάλυψεν τὴν δικαιοσύνην αὐτοῦ

ἐμνήσθη τοῦ ἐλέους αὐτοῦ τῷ ᾿Ιακωβ καὶ τῆς ἀληθείας αὐτοῦ τῷ οἴκῳ ᾿Ισραηλ

εἴδοσαν πάντα τὰ πέρατα τῆς γῆς τὸ σωτήριον τοῦ Θεοῦ ἡμῶν

ἀλαλάξατε τῷ Θεῷ πᾶσα ἡ γῆ ᾄσατε καὶ ἀγαλλιᾶσθε καὶ ψάλατε

ψάλατε τῷ Κυρίῳ ἐν κιθάρᾳ ἐν κιθάρᾳ καὶ φωνῇ ψαλμοῦ

ἐν σάλπιγξιν ἐλαταῖς καὶ φωνῇ σάλπιγγος κερατίνης

ἀλαλάξατε ἐνώπιον τοῦ βασιλέως Κυρίου

Cantate Domino canticum novum, quia mirabilia fecit.

Salvavit sibi dextera eius, et brachium sanctum eius.

Notum fecit Dominus salutare suum; in conspectu gentium revelavit justitiam suam.

Recordatus est misericordiæ suæ, et veritatis suæ domui Israël.

Viderunt omnes termini terræ salutare Dei nostri.

Jubilate Deo, omnis terra; cantate, et exsultate, et psallite.

Psallite Domino in cithara; in cithara et voce psalmi; in tubis ductilibus, et voce tubae corneae.

Jubilate in conspectu regis Domini

Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria, revela su justicia a la vista de los pueblos. Se acordó de su lealtad y fidelidad para la Casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Vitorea al Señor, tierra entera, gritad, aclamad, tañed: tañed la cítara para el Señor, la cítara al son de instrumentos. Con clarines y al son de trompetas vitoread ante el Señor y Rey.

Retumbe el mar y cuanto contiene, el orbe y cuantos lo habitan; batan palmas los ríos, aclamen juntas las montañas

delante del Señor, que ya llega a regir la tierra. Regirá el orbe con justicia, a los pueblos con rectitud.

El texto de la carta a los Hebreos destaca por la presencia de aoristos.

En forma de participio, bien sea sigmático: λαλσας, ποιησμενος, bien temático γενμενος.

En indicativo sigmático: λάλησεν, ποησεν, κάθισεν, atemático: θηκεν o temático: επεν.

En subjuntivo sigmático: εσαγάγ y en imperativo sigmático: προσκυνηστωσαν.

Las restantes formas verbales del texto son:

Participios de presente activos: ν, φρων y medios (aunque sustantivados): οκουμνην

Indicativos de presente temático: λγει y atemático: ε

Indicativos de perfecto: κεκληρονμηκεν, γεγννηκα.

Indicativos de futuro: σομαι, σται

Πολυμερῶς καὶ πολυτρόπως πάλαι ὁ Θεὸς λαλήσας τοῖς πατράσιν ἐν τοῖς προφήταις ἐπ᾽ ἐσχάτου τῶν ἡμερῶν τούτων ἐλάλησεν ἡμῖν ἐν υἱῶ, ὃν ἔθηκεν κληρονόμον πάντων, δι᾽ οὖ καὶ ἐποίησεν τοὺς αἰῶνας· ὃς ὢν ἀπαύγασμα τῆς δόξης καὶ χαρακτὴρ τῆς ὑποστάσεως αὐτοῦ, φέρων τε τὰ πάντα τῶ ῥήματι τῆς δυνάμεως αὐτοῦ, καθαρισμὸν τῶν ἁμαρτιῶν ποιησάμενος ἐκάθισεν ἐν δεξιᾷ τῆς μεγαλωσύνης ἐν ὑψηλοῖς, τοσούτῳ κρείττων γενόμενος τῶν ἀγγέλων ὅσῳ διαφορώτερον παρ᾽ αὐτοὺς κεκληρονόμηκεν ὄνομα.

τίνι γὰρ εἶπέν ποτε τῶν ἀγγέλων, υἱός μου εἶ σύ, ἐγὼ σήμερον γεγέννηκά σε; καὶ πάλιν, ἐγὼ ἔσομαι αὐτῶ εἰς πατέρα, καὶ αὐτὸς ἔσται μοι εἰς υἱόν;

ὅταν δὲ πάλιν εἰσαγάγῃ τὸν πρωτότοκον εἰς τὴν οἰκουμένην, λέγει, καὶ προσκυνησάτωσαν αὐτῶ πάντες ἄγγελοι Θεοῦ.

Multifariam, multisque modis olim Deus loquens patribus in prophetis: novissime, diebus istis locutus est nobis in Filio, quem constituit hæredem universorum, per quem fecit et sæcula: qui cum sit splendor gloriae, et figura substantiae eius, portansque omnia verbo virtutis suae, purgationem peccatorum faciens, sedet ad dexteram majestatis in excelsis: tanto melior angelis effectus, quanto differentius prae illis nomen haereditavit.

Cui enim dixit aliquando angelorum: Filius meus es tu, ego hodie genui te? Et rursum: Ego ero illi in patrem, et ipse erit mihi in filium?

Et cum iterum introducit primogenitum in orbem terræ, dicit: Et adorent eum omnes angeli Dei.

Muchas veces y de muchas formas habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En esta etapa final nos ha hablado por medio de un Hijo, a quien nombró heredero de todo, por quien creó el universo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser, y sustenta todo con su palabra poderosa. Realizada la purificación de los pecados, tomó asiento en el cielo a la diestra de la Majestad; tanto superior a los ángeles, cuanto es más excelente el Nombre que ha heredado. Pues, ¿a cuál de los ángeles le dijo jamás: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy? Y en otro lugar: Yo seré para él un padre, él será para mí un hijo. Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren.

Pero si de aoristos hablamos, el comienzo del evangelio de Juan, por otra parte de una riqueza teológica muy profunda, es muy generoso, destacando sobre todo los radicales temáticos.

Tenemos: γνετο (5), ἦλθεν (2), κατέλαβεν, παρλαβον, λαβον, γενσθαι (infinitivo), επον, λάβομεν.

Luego tenemos radicales atemáticos (γνω) y de verbos atemáticos (δωκεν, δθη – pasivo).

Aoristos sigmáticos en indicativo (γεννθησαν – pasivo-, σκνωσεν – activo, θεασμεθα, ξηγσατο -medios), y subjuntivo (μαρτυρήσῃ (2), πιστεύσωσιν).

La riqueza verbal del fragmento se completa con:

Indicativos de presente: φωτίζει, μαρτυρε

Indicativos de imperfecto: ν (11)

Perfectos: γγονεν (2), κκραγεν, ἑώρακεν

Participios: ἀπεσταλμένος (perfecto medio), ἐρχόμενον y ρχμενος (presente medio), πιστεουσιν (presente activo sustantivado), λγων y ν (presente activo).

᾿Εν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος. οὖτος ἦν ἐν ἀρχῇ πρὸς τὸν Θεόν.

πάντα δι᾽ αὐτοῦ ἐγένετο, καὶ χωρὶς αὐτοῦ ἐγένετο οὐδὲ ἕν ὃ γέγονεν· ἐν αὐτῶ ζωὴ ἦν, καὶ ἡ ζωὴ ἦν τὸ φῶς τῶν ἀνθρώπων· καὶ τὸ φῶς ἐν τῇ σκοτίᾳ φαίνει, καὶ ἡ σκοτία αὐτὸ οὐ κατέλαβεν.

᾿Εγένετο ἄνθρωπος ἀπεσταλμένος παρὰ Θεοῦ, ὄνομα αὐτῶ ᾿Ιωάννης· οὖτος ἦλθεν εἰς μαρτυρίαν, ἵνα μαρτυρήσῃ περὶ τοῦ φωτός, ἵνα πάντες πιστεύσωσιν δι᾽ αὐτοῦ. οὐκ ἦν ἐκεῖνος τὸ φῶς, ἀλλ᾽ ἵνα μαρτυρήσῃ περὶ τοῦ φωτός. ἦν τὸ φῶς τὸ ἀληθινόν, ὃ φωτίζει πάντα ἄνθρωπον, ἐρχόμενον εἰς τὸν κόσμον. ᾿Εν τῶ κόσμῳ ἦν, καὶ ὁ κόσμος δι᾽ αὐτοῦ ἐγένετο, καὶ ὁ κόσμος αὐτὸν οὐκ ἔγνω.

εἰς τὰ ἴδια ἦλθεν, καὶ οἱ ἴδιοι αὐτὸν οὐ παρέλαβον. ὅσοι δὲ ἔλαβον αὐτόν, ἔδωκεν αὐτοῖς ἐξουσίαν τέκνα Θεοῦ γενέσθαι, τοῖς πιστεύουσιν εἰς τὸ ὄνομα αὐτοῦ, οἳ οὐκ ἐξ αἱμάτων οὐδὲ ἐκ θελήματος σαρκὸς οὐδὲ ἐκ θελήματος ἀνδρὸς ἀλλ᾽ ἐκ θεοῦ ἐγεννήθησαν.

Καὶ ὁ λόγος σὰρξ ἐγένετο καὶ ἐσκήνωσεν ἐν ἡμῖν, καὶ ἐθεασάμεθα τὴν δόξαν αὐτοῦ, δόξαν ὡς μονογενοῦς παρὰ πατρός, πλήρης χάριτος καὶ ἀληθείας. ᾿Ιωάννης μαρτυρεῖ περὶ αὐτοῦ καὶ κέκραγεν λέγων, οὖτος ἦν ὃν εἶπον, ὁ ὀπίσω μου ἐρχόμενος ἔμπροσθέν μου γέγονεν, ὅτι πρῶτός μου ἦν.

ὅτι ἐκ τοῦ πληρώματος αὐτοῦ ἡμεῖς πάντες ἐλάβομεν, καὶ χάριν ἀντὶ χάριτος· ὅτι ὁ νόμος διὰ Μωϊσέως ἐδόθη, ἡ χάρις καὶ ἡ ἀλήθεια διὰ ᾿Ιησοῦ Χριστοῦ ἐγένετο. Θεὸν οὐδεὶς ἑώρακεν πώποτε· μονογενὴς Θεὸς ὁ ὢν εἰς τὸν κόλπον τοῦ πατρὸς ἐκεῖνος ἐξηγήσατο.

In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum. Hoc erat in principio apud Deum. Omnia per ipsum facta sunt: et sine ipso factum est nihil, quod factum est. In ipso vita erat, et vita erat lux hominum: et lux in tenebris lucet, et tenebrae eam non comprehenderunt.

Fuit homo missus a Deo, cui nomen erat Joannes. Hic venit in testimonium ut testimonium perhiberet de lumine, ut omnes crederent per illum. Non erat ille lux, sed ut testimonium perhiberet de lumine.

Erat lux vera, quæ illuminat omnem hominem venientem in hunc mundum. In mundo erat, et mundus per ipsum factus est, et mundus eum non cognovit. In propria venit, et sui eum non receperunt. Quotquot autem receperunt eum, dedit eis potestatem filios Dei fieri, his qui credunt in nomine eιus: qui non ex sanguinibus, neque ex voluntate carnis, neque ex voluntate viri, sed ex Deo nati sunt.

Et Verbum caro factum est, et habitavit in nobis: et vidimus gloriam ejus, gloriam quasi unigeniti a Patre plenum gratiae et veritatis. Joannes testimonium perhibet de ipso, et clamat dicens: Hic erat quem dixi: Qui post me venturus est, ante me factus est: quia prior me erat.

Et de plenitudine ejus nos omnes accepimus, et gratiam pro gratia: quia lex per Moysen data est, gratia et veritas per Jesum Christum facta est.

Deum nemo vidit umquam: unigenitus Filius, qui est in sinu Patris, ipse enarravit.

 

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios,  y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Es por otra parte un texto precioso de leer y de meditar, con frases tan impactantes como la última: A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

O ese Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada (acampó, plantó su tienda (su σκην), dice en griego literalmente) entre nosotros. Ese Et Verbum caro factum est, et habitavit in nobis, que ha tenido composiciones como la de John Sheppard,

me recuerda la frase del Credo Et incarnatus est a la que Mozart diera forma musical sublime en su Misa en Do menor KV 427. Oyendo esta música, ¿cómo no creer en la Encarnación de Dios?

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Seguimos con lo que dice Werner Jaeger en el capítulo V (La comedia de Aristófanes), dentro del libro II (Culminación y crisis del espíritu ático) de su Paideia; en él se nos habla del Sócrates aristofánico:

 

El Sócrates de la comedia no tiene nada de aquella energía moral que le atribuyeran Platón y otros socráticos. Si Aristófanes lo hubiera conocido en aquel aspecto, no lo hubiera utilizado para sus designios. Su héroe es un ilustrador alejado del pueblo y un hombre de ciencia ateo. En esta figura se personifica lo cómico típico del sabio vanidoso y pagado de sí mismo mediante algunos rasgos tomados de Sócrates. Para aquel que tenga en la mente la imagen de Sócrates que nos ofrece Platón, esta caricatura carece de gracia. La verdadera gracia reside en el descubrimiento de ocultas semejanzas y aquí no vemos semejanza alguna. Sin embargo, Aristófanes no entraba ni en la forma ni en el contenido de las conversaciones socráticas, y las características diferenciales entre el espíritu socrático y el sofístico, señaladas por Platón, se desvanecían para el poeta cómico ante sus fundamentales semejanzas: para ambos era preciso analizarlo todo y no había nada tan grande y santo que estuviera fuera de toda discusión y no necesitara una fundamentación racional. El afán por los conceptos de Sócrates parecía superar incluso al de los sofistas. No es posible exigir del poeta, para el cual el racionalismo de moda, en cualquier forma que fuese, le parecía igualmente demoledor, finas matizaciones entre uno y otro. Muchos se lamentaban de ciertos efectos perjudiciales derivados de la nueva educación. Por primera vez aquí se ofrece de un modo total la imagen espiritual del gran peligro que es preciso conjurar. Aristófanes ve con mirada clarividente la disolución de toda la herencia espiritual del pasado y no es capaz de mirarlo impasiblemente.

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Argumento de Las Nubes, sacado del Slideshare de Xavi Villaplana

Verdad es que se hubiera visto en la mayor perplejidad si alguien le hubiera preguntado su «íntima convicción» relativa a los antiguos dioses. Pero como poeta cómico encontraba risible que los meteorólogos calificaran el éter de divino y trataba de representarlo de un modo vivaz en la plegaria de Sócrates al Torbellino que, como se decía, había formado la sustancia primera, o a las Nubes, cuyas formas inmateriales suspendidas en el aire ofrecían una semejanza tan evidente con las nebulosas doctrinas de los filósofos. Después de dos siglos de las más atrevidas especulaciones de la filosofía natural, durante los cuales los sistemas se destruían entre sí, la atmósfera se hallaba demasiado llena de escepticismo ante los resultados del pensamiento humano para aceptar, sin más, la seguridad con que se presentaba ante la masa inculta la educación intelectual de los partidarios de la ilustración. El único resultado indudable era el mal uso que los discípulos de la nueva sabiduría hacían de ella en la vida práctica y la falta de escrúpulos con que empleaban el arte de la argumentación verbal. Así, Aristófanes tuvo la idea de traer a la escena, como personajes alegóricos, el logos justo e injusto que distinguían los sofistas en cada caso, para ofrecer ante los espectadores el cuadro cómico de la moderna educación con el triunfo del discurso injusto sobre el justo.

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Y puesto que en Las Nubes se habla de educación, por cuanto que es una crítica a la educación ejercida por los sofistas, con los cuales se mezcla a Sócrates, es momento de que aportemos algo de lo que escribe Jaeger en el apartado Sócrates, educador, dentro del capítulo II (La herencia de Sócrates), del libro III (En busca del centro divino), páginas 403, 404, 407, 409 y 410:

Sócrates es el fenómeno pedagógico más formidable en la historia de Occidente. Como antes Solón había hecho, ahora, cuando se ven socavados en el campo moral el Estado y la sociedad, aparece Sócrates que se adentra en el alma misma, para penetrar en el cosmos moral…

Según los datos del Fedón, se entregó con grandes esperanzas a la lectura del libro de Anaxágoras. Alguien se lo había facilitado, dándole a entender seguramente que encontraría en él lo que buscaba. Ya antes se había mantenido escéptico frente a la explicación de la naturaleza por los físicos. Anaxágoras le decepcionó igualmente a pesar de que el comienzo de su obra suscitó en él ciertas esperanzas. Después de hablar del espíritu como el principio sobre el que descansa la formación del mundo, Anaxágoras no recurre para nada en el transcurso del libro a este método de explicación, sino que lo reduce todo a causas materiales, lo mismo que los demás físicos…

Por eso, al igual que en algunos otros jóvenes filósofos de la naturaleza —baste recordar el nombre de Empédocles—, la fisiología humana ocupa en él un lugar mayor que en ninguna de las antiguas teorías presocráticas de la naturaleza. Esto respondía, naturalmente, al interés de Sócrates y a su modo de plantear el problema. Aquí nos encontramos con el lado positivo que hay en su actitud ante la «ciencia natural» de su tiempo y que frecuentemente se desconoce

Él procede, como acertadamente observa Aristóteles, de un modo exclusivamente inductivo. Su método tiene algo de la sobriedad del método empírico de los médicos…

Para conocer la posición que Sócrates ocupaba en la filosofía antigua y su giro antropocéntrico, es importante que no perdamos de vista su relación con aquel gran poder espiritual de sus días. Las referencias al ejemplo de la medicina abundan sorprendentemente en él. Y no son casuales, sino que guardan relación con la estructura esencial de su pensamiento, más aún, con la conciencia de sí mismo y el ethos de toda su actuación. Sócrates es un verdadero médico. Hasta el punto de que, según Jenofonte, no se preocupaba menos de la salud física de sus amigos que de su bienestar espiritual. Pero es sobre todo el médico del hombre interior.

La prueba de la adecuación del cosmos a un fin da entender claramente, por el modo como Sócrates enfoca aquí la naturaleza física del hombre, que el giro teleológico coincide también en él, íntimamente, con aquella actitud empírico-médica. Actitud explicable a la vista de la concepción teleológica de la naturaleza y del hombre que por primera vez se abría paso conscientemente en la medicina de la época, ganando cada vez mayor precisión a partir de entonces, hasta que encuentra su expresión filosófica definitiva en la concepción biológica del mundo de Aristóteles.

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Hacemos una pausa en el repaso al capítulo 3 del Tombatossals, dedicado a la sirena del mar y queremos aportar ahora el prólogo al Tombatossals en la editorial Edicions 3 i 4, escrito por Lluís Meseguer y que nos da un precisa, acertada y clara visión de la obra, relacionándola con aspectos como la ciudad de Castellón, su cultura, tradición, sociedad y geografía, con la lengua valenciana y con la mitología y el folklore universales. He aquí el texto de Meseguer, traducido por nosotros del valenciano:

Tombatossals: las aventuras y la voz de los siglos

La obra que ahora leerás es, quizás, la obra narrativa valenciana más interesante y especial de las primeras décadas del siglo veinte. Y su curiosa calidad proviene no sólo de sus méritos literarios, sino, sobre todo, de la capacidad singular de evocar un mundo de leyendas y vivencias sociales ya perdidas de la memoria oral del País Valenciano. Tombatossals (1930), conjunto de narraciones publicadas en un momento histórico crucial, el de la aparición de la modernidad social y cultural en nuestra sociedad, contiene una especial enciclopedia de las tradiciones y los valores de nuestros antepasados colectivos, y un testimonio literario de los grandes cambios contemporáneos acontecidos en la solemnidad de la historia y en la sencillez profunda de la vida cotidiana.

No debe extrañar, por tanto, que el autor de esta obra singular haya sido un valenciano auténticamente vinculado a la tradición popular: un labrador, Josep Pascual Tirado (1884-1937). La ciudad que ensalza con el tamaño y el atractivo de la leyenda, es la suya: Castellón de la Plana. Los terrenos y lugares de que habla son los que cultivaba él mismo con su gente. Las historias que cuenta esta obra proceden del fondo del folclore universal y pertenecen al tesoro de cuentos, cuentos y leyendas expresado en los países que comparten nuestra lengua. Por ello, finalmente, se puede leer con la emoción de sensaciones afectivas comparables a las que cualquier persona cultivada puede sentir en degustar las grandes narraciones representativas de culturas enteras: la Odisea de Homero, el Quijote de Cervantes, o el Simplicissimus de Grimmelshausen.

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Y también se puede leer comparándola con los cuentos recogidos o inventados por Perrault, Grimm, o incluso Verne. A un nivel local, digamos, el propio de la cultura histórica del pueblo valenciano, los referentes equivalentes serían el clásico Tirant lo Blanc de Martorell, o los cuentos valencianos formalizados durante las últimas décadas por Enric Valor. Como después verás, Tombatossals es una creación sincrética: tiene relaciones literarias con aquella máxima obra narrativa medieval y con los cuentos populares de transmisión oral.

 1. Castellón de la Plana, la tierra del gigante Tombatossals

El espacio mágico de las aventuras míticas que conocerás es el del término municipal de una ciudad que ocupa un lugar especial en nuestro país, ya que, por razones geográficas, ha mantenido una fecunda vecindad histórica con las tierras catalanas del Norte. Y en términos políticos y económicos, es capital de unas comarcas montañosas o marineras donde la industrialización y la modernidad llegaron tardíamente y con desigual intensidad. La obra, justamente, es una divertida y apasionada crónica de los cambios derivados de la urbanización de la ciudad, y de la correlativa sensación de pérdida de los valores de la tradición.

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Algunos escritores castellonenses actuaron como testigos costumbristas y nostálgicos de los cambios sociales. Gracias, por tanto, a la vecindad con Cataluña y un cierto tradicionalismo -nada reñido con la condición política liberal de los sectores sociales más importantes de la ciudad-, Castellón ha podido ofrecer a toda la sociedad valenciana una intelectualidad y una literatura auténtica y representativa, a la vez local y universalista: Salvador Guinot, José Ribelles Comín, mosén Joaquín García Girona, Bernat Artola

Para explicar la génesis de Tombatossals, cabe mencionar la Sociedad Castellonense de Cultura, fundada en 1919, auténtica cuna de la obra, ya que, en las páginas de su prestigioso Boletín, sobre todo en los años 1922 hasta 1924, vieron la luz las narraciones que luego constituyeron el libro que ahora leerás. De todos los eruditos castellonenses, dos fueron fundamentales para amparar el chorro de la creatividad tradicional del autor de este libro: Ricardo Carreras y Ángel Sánchez Gozalbo. Resulta interesante remarcar esta hermandad entre el mundo intelectual y los sectores populares.

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Bernat Artola i Tomàs

Castellón de la Plana, antes de los cambios de su fisonomía provocados por la evolución de la demografía en las últimas décadas, era un pueblo grande de base agrícola, donde el término (es decir, la orografía y los cultivos) tenía una importancia fundamental. A la agricultura se añadían, en la villa o parte urbana, un sector artesano, comercial e incipientemente industrial, y una minoría de funcionarios de la administración. Esta minoría, que solía ser iletrada, procedía generalmente de fuera del País y traía consigo un cambio fundamental: el de la lengua.

Por ello, un autor como Josep Pascual Tirado era fácil de leer y entender en la época en que vivió, es decir, en una sociedad que se expresaba siempre en valenciano, por lo conservó para nosotros, y por el mundo entero, un tesoro verbal y cultural impresionante. Y lo hizo con dos estilos: uno costumbrista, representado por unas narraciones incluidas en el libro De la meua garbera (De mi hacina) (1935) y uno de mitológico, representado por este Tombatossals.

2. Folclore y mitología: la voz de los siglos

La literatura folclórica es un instrumento fundamental de transmisión legendaria y de construcción de los mitos de cada sociedad. Por ello, buena parte de las historias que este libro contiene, las podemos leer, en otras versiones catalanas, baleares y valencianas, presididas por protagonistas similares (aunque con nombre diferente: normalmente Don Juan de I’Ós o Esclafamuntanyes). Las versiones más destacables son las de Apeles Mestres, Joan Amades, Josep Maria de Sagarra, Antoni Maria Alcover y Enric Valor.

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Hero y Leandro de Robin Monroe (FineArtAmerica)

Analizábamos en nuestro anterior capítulo la expresión ἀσθμαίνοντα νυμφίον (a su jadeante esposo) de los versos 266-267 del poemita Hero y Leandro de Museo y establecíamos, con ayuda de las notas de José Guillermo Montes Cala, en su edición de Gredos, un paralelismo con Heroidas XVIII 103-116.

Pues bien, también hay ecos en Heroidas XIX, 60-64:

Bracchia nunc umeris umida ferre meis,

nunc dare quae soleo, madidis velamina membris,

pectora nunc nostro iuncta fovere sinu

multaque praeterea linguae reticenda modestae

quae fecisse iuvat, facta referre pudet.

 

Porque me parece que te veo nadando ya cerca, y ahora creo que echas tus brazos mojados a mis hombros, ahora creo que te pongo el mismo manto de siempre por tu cuerpo empapado, ahora creo que en tu seno calientas mi pecho; y muchas más cosas que tiene que callar una lengua pudorosa, cosas que da gusto hacer, pero da vergüenza contar.

 

Y en XIX 189 y siguientes:

Dummodo pervenias excussaque saepe per undas

inicias umeris bracchia lassa meis.

Sed mihi, caeruleas quotiens obvertor ad undas,

nescio quid pavidum frigore pectus habet.

Nec minus hesternae confundor imagine noctis,

quamvis est sacris illa piata meis.

Namque sub aurora iam dormitante lucerna

somnia quo cerni tempore vera solent,

stamina de digitis cecidere sopore remissis

collaque pulvino nostra ferenda dedi.

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Con tal de que llegues aquí y me eches al cuello los brazos cansados de tanto agitar el mar. Pero a mí cada vez que me pongo frente al azul de las olas un no sé qué espantoso me sobrecoge y me hiela el pecho. No menos me preocupa la visión de ayer por la noche, aunque la he expiado con sacrificios. Era casi al amanecer, cuando ya la lámpara dormitaba, en ese momento en que aparecen los sueños verídicos; las hebras se me cayeron de entre las manos, rendidas por el sopor, y deje que en la almohada se recostase mi cuello

La traducción es de Ana Pérez Vega, en Gredos.

Con este pasaje de los versos 260 y siguientes tiene también muchas afinidades Antología Palatina IX, 362, 7 ss., donde se describe cómo Aretusa recibe a un exhausto Alfeo.

ἡ δέ σε κεκμηῶτα καὶ ἀσθμαίνοντα λαβοῦσα,

φῦκος ἀποσμήξασα καὶ ἄνθεα πικρὰ θαλάσσης

χείλεα μὲν στομάτεσσι συνήρμοσεν· οἷα δὲ νύμφη

νυμφίον ἀμφιχυθεῖσα περίπλοκον ἡδέι δεσμῷ

κείμενον ἐν κόλποισιν ᾿Ολύμπιον εὔνασεν ὕδωρ…

καὶ φονίῃ ῥαθάμιγγι λιβὰς κατεκίρνατο πηγή,

οὐδὲ Συρακοσίης ἔτι σοι μέλεν ἵμερος εὐνῆς

πορφυρέῃ δ᾿ἀνέκοπτες ὕδωρ πεπιεσμένον αἰδοῖ

φειδόμενος καὶ πόντον ὁμοῦ καὶ λέκτρα μιῆναι.

Πολλάκι δ᾿ εὐναίων ὀάρων βεβιημένος ὁρμῇ

αὐτὴν ἐς φιλότητα χυτῆς ἀλόχοιο περήσας

ἑστήκεις ἄχραντον ὁρῶν ᾿Αρεθούσιον ὕδωρ

ἡ δέ σε παπταίνουσα Πελωριάδος κατὰ πέτρης

δάκρυσι κυμαίνοντα, κατοικτείρουσα καὶ αὐτὴ

εὐειδὴς ᾿Αρέθουσα φίλους ἀνεκόπτετο μαζούς,

καὶ δρόσος οἷα ῥόδοισιν ἐτήκετο· μυρομένῳ δὲ

Πισαίῳ ποταμῷ Σικελὴ προσεμύρετο πηγή.

οὐδὲ Δίκην ἔλαθεν πανδερκέα φοίνιος ἀνὴρ

῾Ελλάδος ἀμώων ἄγαμον στάχυν, ᾧ ἔπι πολλαὶ

ἡρώων ἄλοχοι, μινυώρια τέκνα τεκοῦσαι

μαψιδίως, ὠδῖνας ἀνεκλαύσαντο γυναῖκες …

 

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 Fuente de Aretusa (Siracusa)

Y ella acogiéndote agotado y jadeante, tras limpiar las algas marinas y flores salobres del mar, sus labios contra los tuyos unió; y como una novia apretando tu corriente de Olimpia en la dulce unión de su abrazo, te calma para que duermas tendido en su seno… Y tu límpida fuente fue manchada por gotas de sangre y ya no más se llenó tu corazón con el deseo de un amor siracusano. Pero tú retuviste las aguas, reprimido por una sonrojante vergüenza, evitando manchar el tálamo y el mar; sí, a menudo arrastrado por el ardor del encuentro íntimo, hubieras cruzado el mar hacia tu amada líquida novia, pero te detuviste al ver las puras aguas de Aretusa. Y ella observándote surgir entre lágrimas de la roca Peloria, se hubiera apiadado de ti. Y ella, la bella Aretusa, se golpeaba los tiernos pechos, y se derretía como el rocío en las rosas. Y la fuente sícula respondía con un lloroso lamento a las lágrimas del río de Pisa. Pero no escapó a los ojos de la Justicia que todo lo ve, aquel hombre asesino que segó la virgen cosecha de Grecia, por la que tantas esposas de héroes lloraron por los hijos de efímera vida cuyos dolores de parto habían sufrido en vano.

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Grabado de Bernard Picart (1673 – 1733) que representa a Alfeo intentando capturar a Aretusa.

4. (Acabó con el olor a salitre = ἁλίπνοον ἔσβεσεν ὀδμήν = 265). Cf. el recibimiento de Helena a Paris en Coluto, 254 ss.

Aquí está Coluto, El rapto de Helena, 254 y siguientes:

ἡ δὲ φιλοξείνων θαλάμων κληῖδας ἀνεῖσα

ἐξαπίνης Ἑλένη μετεκίαθε δώματος αὐλὴν

καὶ θαλερῶν προπάροιθεν ὀπιπεύουσα θυράων

ὡς ἴδεν, ὣς ἐκάλεσσε καὶ ἐς μυχὸν ἤγαγεν οἴκου

καί μιν ἐφεδρήσσειν νεοπηγέος ὑψόθεν ἕδρης

ἀργυρέης ἐπέτελλε: κόρον δ᾽ οὐκ εἶχεν ὀπωπῆς

ἄλλοτε δὴ χρύσειον ὀισαμένη Κυθερείης

κοῦρον ὀπιπεύειν θαλαμηπόλον—ὀψὲ δ᾽ ἀνέγνω,

ὡς οὐκ ἔστιν Ἔρως: βελέων δ᾽ οὐκ εἶδε φαρέτρην—

πολλάκι δ᾽ ἀγλαΐῃσιν ἐυγλήνοισι προσώπων

παπταίνειν ἐδόκευε τὸν ἡμερίδων βασιλῆα:

ἀλλ᾽ οὐχ ἡμερίδων θαλερὴν ἐδόκευεν ὀπώρην

πεπταμένην χαρίεντος ἐπὶ ξυνοχῇσι καρήνου.

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Helena descorrió de repente los cerrojos de sus hospitalarias habitaciones y salió al patio del palacio; y observó delante de las puertas al joven y, nada más verlo, lo llamó y lo condujo al fondo del palacio y lo invitó a sentarse sobre un asiento de plata recién construido. Y no se saciaba de mirarlo, creyendo a veces ver en el al áureo hijo de Citerea, el protector del tálamo; pero en seguida se dio cuenta de que no se trataba de Eros; pues no observó la aljaba con las flechas. Otras muchas veces, por la belleza de su rostro de hermosos ojos, le parecía estar mirando al rey de las viñas; pero no distinguía el abundante fruto de las vides desparramado por su gracioso cuello.

La traducción es de Emilio y Manuel Fernández-Galiano, en Gredos.

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Varia Historia, edición de 1668 de Tanaquil Faber.

En este capítulo finalizamos con Historias curiosas II, 13 de Claudio Eliano, fragmento en el que el escritor de Preneste se refiere a la activa participación de Aristófanes en el complot ideado por el círculo de Ánito y Meleto contra Sócrates, auqnue destaca que también el desprecio del Alopecense por la comedia le acarreó la inmisericorde crítica en Las nubes. Claudio Eliano añade, además, que, verosímilmente, Aristófanes recibió dinero de Ánito y Meleto por perpetrar aquella inmoral comedia.

κα τ μν το δράματος τοιατα: δ Σωκράτης σπάνιον μν πεφοίτα τος θεάτροις, ε ποτε δ Εριπίδης τς τραγδίας ποιητς γωνίζετο καινος τραγδος, τότε γε φικνετο. κα Πειραιο δ γωνιζομένου το Εριπίδου κα κε κατει: χαιρε γρ τ νδρ διά τε τν σοφίαν ατο κα τν ν τος μέτροις ρετήν. δη δέ ποτε ατν ρεσχελν λκιβιάδης Κλεινίου κα Κριτίας Καλλαίσχρου κα κωμδν κοσαι παρελθόντα ς τ θέατρον ξεβιάσαντο. δ ατος οκ ρέσκετο, λλ δεινς κατεφρόνει ῾ἅτε νρ σώφρων κα δίκαιος κα γαθς κα π τούτοις σοφόσ νδρν κερτόμων κα βριστν κα γις λεγόντων οδέν: περ λύπει δεινς ατούς. κα τατα ον τς κωμδίας ν ατ τ σπέρματα, λλ ο μόνον παρ το νύτου κα Μελήτου μολόγηται.

Esa fue la historia de aquella pieza teatral. Sócrates rara vez iba al teatro, pero si Eurípides, el dramaturgo, concursaba con nuevas tragedias, entonces sí acudía. E incluso cuando Eurípides concursaba en el Pireo, hasta allí bajaba. Es evidente que este autor le complacía tanto por su sabiduría como por su perfección poética. En cierta ocasión, Alcibíades, hijo de Clinias, y Critias, hijo de Calescres, entre bromas se lo llevaron al teatro a ver la representación de unas comedias. Pero a Sócrates en nada le agradaron. Y puesto que era un hombre prudente, justo, bueno y, por encima de todo, sabio, mostró un enorme desprecio por unos individuos irrespetuosos e insolentes que carecían de valores. Y aquello disgustó mucho a los comediógrafos. También este episodio fue germen de aquella comedia compuesta contra él, y no sólo lo concertado por Ánito y Meleto.

εἰκὸς δὲ καὶ χρηματίσασθαι ὑπὲρ τούτων Ἀριστοφάνην. καὶ γὰρ βουλομένων, μᾶλλον δὲ ἐκ παντὸς συκοφαντῆσαι τὸν Σωκράτη σπευδόντων ἐκείνων, καὶ αὐτὸν δὲ πένητα ἅμα καὶ κατάρατον ὄντα,τί παράδοξον ἦν ἀργύριον λαβεῖν ἐπ᾽ οὐδενὶ ὑγιεῖ; καὶ ὑπὲρ μὲν τούτων αὐτὸς οἶδεν: εὐδοκίμει δ᾽ οὖν αὐτῷ τὸ δρᾶμα. καὶ γάρ τοι καὶ τὸ τοῦ Κρατίνου τοῦτο συνέβη εἴ ποτε ἄλλοτε καὶ τότε, τῷ θεάτρῳ νοσῆσαι τὰς φρένας. καὶ ἅτε ὄντων Διονυσίων πάμπολύ τι χρῆμα τῶν Ἑλλήνων σπουδῇ τῆς θέας ἀφίκετο. περιφερομένου τοίνυν ἐν τῇ σκηνῇ τοῦ Σωκράτους καὶ ὀνομαζομένου πολλάκις, οὐκ ἂν δὲ θαυμάσαιμι εἰ καὶ βλεπομένου ἐν τοῖς ὑποκριταῖς ῾δῆλα γὰρ δὴ ὅτι καὶ οἱ σκευοποιοὶ ἔπλασαν αὐτὸν ὡς ὅτι μάλιστα ἐξεικάσαντεσ᾽.

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Resulta verosímil que Aristófanes ganara dinero con su obra. Pues si aquellos dos querían o, mejor dicho, lo que con más ardor deseaban era calumniar a Sócrates, ¿qué hay de extraño en que Aristófanes, que era pobre, además de una persona execrable, hubiese recibido dinero por aquella inmoralidad? Pero sobre este punto sólo él sabe la verdad; Su obra fue muy apreciada, y en aquella ocasión, más que en ninguna otra, se hizo realidad el dicho de Cratino: el público enloqueció en el teatro. Puesto que se estaban celebrando las Dionisiacas, una gran multitud de griegos había acudido atraída por el espectáculo. Así, cuando Sócrates empezó a pasearse por la escena y a ser nombrado con frecuencia, no me sorprende que fuera reconocido entre los demás intérpretes, porque es evidente que los encargados de la caracterización de los personajes habían modelado su máscara para que tuviera el mayor parecido posible.

ἀλλ᾽ οἵ γε ξένοι῾τὸν γὰρ κωμῳδούμενον ἠγνόουν᾽ θροῦς παρ᾽ αὐτῶν ἐπανίστατο, καὶ ἐζήτουν ὅστις ποτὲ οὗτος ὁ Σωκράτης ἐστίν. ὅπερ οὖν ἐκεῖνος αἰσθόμενος ῾καὶ γάρ τοι καὶ παρῆν οὐκ ἄλλως οὐδὲ ἐκ τύχης, εἰδὼς δὲ ὅτε κωμῳδοῦσιν αὐτόν: καὶ δὴ καὶ ἐν καλῷ τοῦ θέατρου ἐκάθητὀ, ἵνα οὖν λύσῃ τὴν τῶν ξένων ἀπορίαν, ἐξαναστὰς παρ᾽ ὅλον τὸ δρᾶμα ἀγωνιζομένων τῶν ὑποκριτῶν ἑστὼς ἐβλέπετο. τοσοῦτον ἄρα περιῆν τῷ Σωκράτει τοῦ κωμῳδίας καὶ Ἀθηναίων καταφρονεῖν.

Pero los extranjeros, que desconocían a quién se estaba parodiando, armaron un cierto alboroto tratando de averiguar quién era aquel Sócrates. Cuando Sócrates se dio cuenta de aquel clamor —pues estaba presente, y no por azar, sino porque sabía que lo parodiaban en una comedia; y precisamente por eso se había sentado en un lugar preeminente del teatro—, para disolver las dudas de los extranjeros, se puso en pie y así permaneció, a la vista de todos, mientras los actores re­ presentaban la obra. Tan grande era el desprecio que Sócrates sentía por la comedia y los atenienses.

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Y tras Claudio Eliano y sus Historias curiosas II, 13, nos vamos a Jaeger y su Paideia, para ofrecer un fragmento del capítulo V (La comedia de Aristófanes), dentro del libro II (Culminación y crisis del espíritu ático), páginas 336 y 337, del citado libro, en el que Werner Jaeger nos habla del Sócrates aristofánico:

Sin embargo, pocos años más tarde, se revela en Las nubes cuán profunda era la aversión del poeta contra la nueva orientación del espíritu. Pronto aquel primer ensayo no le pareció ya suficiente. Ahora había descubierto el modelo que parecía estar predestinado a ser el héroe de una comedia sobre la moderna educación filosófica. Era Sócrates de Alopeké, el hijo de un picapedrero y de una comadrona. Tenía la gran ventaja sobre los sofistas, que sólo raramente visitaban Atenas, de ser un original más eficaz en la escena, por ser conocido de toda la ciudad. El capricho de la naturaleza había cuidado incluso de su máscara cómica dándole aquel aspecto de sileno, con la nariz arremangada, los labios protuberantes y los ojos saltones. Sólo había que exagerar lo grotesco de su figura. Aristófanes amontonó sobre su víctima todas las características de la clase a que evidentemente pertenecía: sofistas, retóricos y filósofos de la naturaleza, o, como se decía entonces, meteorólogos. Aunque en realidad se pasaba casi todo el día en el mercado, colocó misteriosamente a su fantástico Sócrates en una estrecha tienda de pensador, donde, suspendido en un columpio en lo alto del patio, «investigaba el sol» con el cuello torcido, mientras sus discípulos, sentados en el suelo, hundían en la arena sus pálidos semblantes para sondear el mundo subterráneo. Se suele considerar a Las nubes desde el punto de vista de la historia de la filosofía y, en el mejor de los casos, se le disculpa. Summum ius, summa iniuria. Es una iniquidad hacer comparecer al burlesco Sócrates de la comedia ante el tribunal de la estricta justicia histórica. Ni aun Platón, que revela la fatal participación de aquella caricatura en la muerte de su maestro, aplica semejante medida. Reúne en el Simposio la luminosa figura del sabio con la del poeta y no cree ultrajar los manes de Sócrates atribuyéndole un papel de tanta importancia en aquel círculo.

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Bufanúvols, lienzo en técnica media mixta de 80 x 60 cm de Joan Pla. Artelista

Dejábamos en el anterior capítulo a nuestro gigante mitológico castellonense soñando con la sirena del mar, de quien se ha enamorado perdidamente.

Mientras este delirio tenía Tombatossals, sus compañeros se atiborraban de dátiles; tras un breve consejo, deciden acudir al encuentro de su jefe, pues no oyen ni sus lamentos ni les llegan señales de su existencia. Y cuando llegan a la playa, ven al gigante con los pies en el agua, tumbado, sujetando con la palma de su mano, capaz de mover losas y rocas, la cabeza y dormido. Y buena señal de que soñaba daban las angustiosas palabras que escapaban de sus labios, secos y trémulos:

–¡Oh tu, aimia Serena de la Mar! Si a majestat teua li sembla petita cosa aquest humil serf, si tan preciós voler has encarrilar a més alt i extremat personatge, dis-me, dis-me en què vols que em guanye ta voluntat i content, com vols que gust done als teus desitjos?

– ¡Oh, tú, amada sirena de la mar! Si a tu majestad le parece poca cosa este siervo, si tan precioso amor has dirigido a un personaje más alto y extremado, dime, dime, ¿en qué quieres que me gane tu voluntad y contento? ¿Cómo quieres que dé gusto a tus deseos?

Ante tal parlamento los tres compañeros creen que alguien ha embrujado a su señor y Arrancapins pide a Bufanúvols que sople ligeramente y lo despierte, pero éste se niega alegando que no saben qué puede ver su año en sus delirios de amor ni saben nada de la sirena, alegando que no es nuevo, ni malo, que su señor se ilusione en a la reina de las aguas, ya que él lo es de los llanos y montañas; y les pide que lo dejen soñar con grandes empresas, que su delirio les mueve a chacota, pero que su firmeza y constancia harán que llegue a realizar sus deseos.

Cagueme, en oposición a Bufanúvols, es partidario de despertarlo, mientras Arrancapins, resignado, se da cuenta de que la astuta sirena es idolatrada por el amor incondicional de Tombatossals.

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La «colla» de Tombatossals, de la película «Gigantes. La leyenda de Tombatossals»

Y hubiera acabado la conversación en fuerte discusión, si su señor, con gran decisión, no hubiera iniciado este parlamento:

–Amada Serena de la Mar… Tu tindràs ací, en aquesta vora i riba, lo paratge delitós pel que estàs adalerada… i dins la mar un lloc on les revoltes onades mai apleguen, fidel semblança dels meus braços anhelosos, i llavors seràs meua, i la fragància dels pins ens abellirà més i més, quan aplegades seran les hores de nostre dolcíssim dir de cançons, de carinyos, galanies i esperances.

– Amada Sirena de la mar… Tú tendrás aquí, en esta orilla y ribera, el paraje deleitoso del que estás anhelante… Y dentro del mar un lugar donde las revueltas olas no lleguen nunca, fiel semblanza de mis brazos anhelantes. Y entonces será mía…y la fragancia de los pinos nos seducirán más y más, cuando lleguen las horas de nuestro dulcísimo decir de canciones, halagos, galanías y esperanzas.

Como tres estacas, alelados, seguían rodeando a su jefe que, finalmente, despierta de su sueño y les cuenta su ensueño y su conversación con la sirena. Y a los pocos días Tombatossals reúne a sus amigos y les hace saber sus propósitos y deseos:

–Mireu, jo vull i així ho mano, que vora la mar i en aquell paratge on vaig caure dormit com un algep, boig i ansiós esperant a l’amada Serena de la Mar, siga cobert tot d’una flairosa arbreda que forme una ombrosa selva, que aixina ella ho volia… I així ho mano, perquè després de tot per això sóc l’amo… Aleshores, que s’òmpliga de cudols i llosmos i tossals sancers, si falta fan, un bon rodal de mar apresonat com per dos braços.

– Mirad, yo quiero, y así lo ordeno, que a la orilla del mar y en aquel paraje donde quedé dormido como un tronco, loco y ansioso esperando a la amada Sirena del mar, sea cubierto de una olorosa arboleda que forme una umbrosa selva, pues así ella lo quería… Y así lo ordeno, porque, después de todo, soy el señor… Por tanto, que se llene de piedras y losas y colinas enteras, si falta hace, una buena porción de mar apresada como por dos brazos.

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Y tras barajar proyectos, hacer cálculos, mirar planos, hace enmiendas y añadidos, quedó dispuesta la gran obra que tenían que emprender, para lo cual se dirigieron a las montañas, en la zona del castillo de Montornés, propiedad del príncipe Garxolí del Senillar, rica en umbrosos pinares.

(Podemos traducir este nombre salido de la imaginación de Pascual Tirado como “Tuerto del Carrizal”, el enemigo declarado de Tombatossals, a quien más tarde declarará la guerra).

En pocos días dejaron pelada la zona, causando un gran enojo en Garxolí.

Los árboles arrancados de los dominios del príncipe del Senillar eran trasplantados a la orilla del mar. Ni que decir tiene que quien más trabajo tuvo fue Arrancapins que, como su nombre (Arrancapinos) indica tenía como especialidad la de arrancar de raíz cualquier árbol. No le anduvo a la zaga Bufanúvols (Soplanubes) que, a base de soplidos, enviaba por vía aérea los pinos de una zona a otra, de la montaña al mar, donde Tombatossals, ayudado por Cagueme que, como siempre, hacía lo que podía.

Los pinos eran plantados al tuntún, sin alinearlos, pero no dejando un resquicio por donde el sol pudiera entrar. El gigante Tombatossals, llevado por el deseo de ver en aquel nuevo paraje a la sirena adormecida entre sus brazos y dejándose hacer cosquillas en la nuca, trabajaba sin descanso.

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Arrancapins (2006), escultura de Melchor Zapata. Segunda de las esculturas en hierro encargadas al artista para conmemorar el 750 aniversario de la fundación (1251) de la ciudad y en recuerdo de los personajes que formaban la «colla» de ‘Tombatossals’, obra de Josep Pascual Tirado

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Y continuamos en esta ya dilatada serie, iniciada el 23 de diciembre de 2015, con motivo de la emisión en el programa de Radio Clásica “El mundo de la fonografía”, que dirige José Luis Pérez de Arteaga del poema sinfónico de 1884 Ero e Leandro de Alfredo Catalani (1854-1893). El objeto de la serie es revisar, con las notas y traducción de José Guillermo Montes Cala, en Gredos, del poema Hero y Leandro de Museo el Gramático.

Y llegamos ya a los versos 251 a 267:

 

Ὣς εἰπὼν μελέων ἐρατῶν ἀπεδύσατο πέπλα

ἀμφοτέραις παλάμῃσιν, ἑῷ δ’ ἔσφιγξε καρήνῳ,

ἠιόνος δ’ ἐξῶρτο, δέμας δ’ ἔρριψε θαλάσσῃ.

λαμπομένου δ’ ἔσπευδεν ἀεὶ κατεναντία λύχνου

αὐτὸς ἐὼν ἐρέτης, αὐτόστολος, αὐτόματος νηῦς. 255

Ἡρὼ δ’ ἠλιβάτοιο φαεσφόρος ὑψόθι πύργου,

λεπταλέαις αὔρῃσιν ὅθεν πνεύσειεν ἀήτης,

φάρεϊπολλάκι λύχνον ἐπέσκεπεν, εἰσόκε Σηστοῦ

πολλὰ καμὼν Λείανδρος ἔβη ποτὶ ναύλοχον ἀκτήν.

καί μιν ἑὸν ποτὶ πύργον ἀνήγαγεν. ἐκ δὲ θυράων 260

νυμφίον ἀσθμαίνοντα περιπτύξασα σιωπῇ

ἀφροκόμους ῥαθάμιγγας ἔτι στάζοντα θαλάσσης

ἤγαγε νυμφοκόμοιο μυχοὺς ἔπι παρθενεῶνος

καὶ χρόα πάντα κάθηρε. δέμας δ’ ἔχρισεν ἐλαίῳ

εὐόδμῳ ῥοδέῳ καὶ ἁλίπνοον ἔσβεσεν ὀδμήν. 265

εἰσέτι δ’ ἀσθμαίνοντα βαθυστρώτοις ἐνὶ λέκτροις

νυμφίον ἀμφιχυθεῖσα φιλήτορας ἴαχε μύθους·

 

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Hero y Leandro (1676), grabado sobre cobre de 7 x 8,6 cm., de François Chauveau. Montpellier, Médiathèque centrale d’agglomération Émile Zola

Así dijo y con ambas manos despojó de vestiduras su atractivo cuerpo y las lió a su cabeza. Sobre la costa se incorporó y cuan largo era zambullóse en la mar. Y se afabana en siempre tener de cara la luz del candil, él que era su remero, su pasajero, su propia nave. Y Hero, con la lumbre en lo alto de la escarpada torre, de allí donde el viento soplaba con una ligera brisa, con su velo una y otra vez al candil abrigo le daba, hasta que Leandro alcanzara, luego de mil fatigas, la orilla de Sesto, de su nave acogedora. Y lo subió a su torre.

Desde el umbral en silencio se abrazó a su jadeante esposo, de cuyos cabellos aún goteaba la espuma de la mar, y lo condujo a lo más profundo de su alcoba, engalanada para una novia. Limpió toda su piel y ungió su cuerpo con aceite que olía a rosas y acabó con el olor a salitre. Y abrazada en el blanco lecho a su esposo, que aún jadeaba, pronunció palabras de amor conyugal:

 

  1. (Las lió a su cabeza = 252 = ἑῷ δ’ ἔσφιγξε καρήνῳ). A diferencia de Ovidio, Heroidas XVIII 33 y 58, donde Leandro, tras haber dejado la ropa en la arena, emprende desnudo la travesía.

Aquí está Heroidas XVIII 33

ter mihi deposita est in sicca vestis harena;

Tres veces dejé la ropa en la arena seca;

Y aquí el verso 58-59:

nec mora, deposito pariter cum veste timore

iactabam liquido bracchia lenta mari.

Sin tardar, quitándome a la vez la ropa y el miedo,

agité en las transparentes aguas mis flexibles brazos

Traducción de Ana Pérez Vega, en Gredos.

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Quizá Museo tomó inspiración para este detalle en Odisea XIV, 348 ss., donde Odiseo relata a Eumeo cómo, tras cubrir su cabeza con los andrajos, se echó a andar con los remos de sus brazos.

Aquí tenemos el texto odisaico:

αὐτὰρ ἐμοὶ δεσμὸν μὲν ἀνέγναμψαν θεοὶ αὐτοὶ

ῥηϊδίως· κεφαλῇ δὲ κατὰ ῥάκος ἀμφικαλύψας,

ξεστὸν ἐφόλκαιον καταβὰς ἐπέλασσα θαλάσσῃ

στῆθος, ἔπειτα δὲ χερσὶ διήρεσα ἀμφοτέρῃσι

νηχόμενος, μάλα δ’ ὦκα θύρηθ’ ἔα ἀμφὶς ἐκείνων.

ἔνθ’ ἀναβάς, ὅθι τε δρίος ἦν πολυανθέος ὕλης,

κείμην πεπτηώς. οἱ δὲ μεγάλα στενάχοντες

φοίτων· ἀλλ’ οὐ γάρ σφιν ἐφαίνετο κέρδιον εἶναι

μαίεσθαι προτέρω, τοὶ μὲν πάλιν αὖτις ἔβαινον

νηὸς ἔπι γλαφυρῆς· ἐμὲ δ’ ἔκρυψαν θεοὶ αὐτοὶ

ῥηϊδίως, καί με σταθμῷ ἐπέλασσαν ἄγοντες

ἀνδρὸς ἐπισταμένου· ἔτι γάρ νύ μοι αἶσα βιῶναι.»

Luis Segalà traduce así:

Pero los propios dioses desligáronme fácilmente las ataduras; y entonces, liándome yo los andrajos a la cabeza, me deslicé por el pulido timón, di a la mar el pecho, nadé con ambas manos, y muy pronto me hallé alejado de aquellos y fuera de su alcance. Salí del mar adonde hay un bosque de florecientes encinas y me quedé echado en tierra; ellos no cesaban de agitarse y de proferir hondos suspiros, pero al fin no les pareció ventajoso continuar la busca y tornaron a la cóncava nave; y los dioses me encubrieron con facilidad y me trajeron a la majada de un varón prudente, porque quiere el hado que mi vida sea más larga.

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2. (Su remero, su pasajero, su propia nave = 255 = αὐτὸς ἐὼν ἐρέτης, αὐτόστολος, αὐτόματος νηῦς).

Cf. el estrecho paralelo con Ovidio, Heroidas XVIII, 148.

idem navigium, navita, vector ero!

Yo solo seré el barco, el marinero y el timonel.

Museo también imita aquí a Nono, Paráfrasis del Evangelio según san Juan VI, 83.

τηλεπόροις λιμένεσσιν ὁμίλεεν αὐτομάτη νηῦς.

La barca llegó por si misma a puertos lejanos.

No obstante, la imagen de la nave como símbolo del enamorado en la travesía del amor pertenece, como ya se ha anotado, a la rica tradición del navigium amoris.

3. (A su jadeante esposo = ἀσθμαίνοντα νυμφίον = 266-267).

Cf. Ovidio, Heroidas XVIII, 103 s., XIX, 60 ss., 189 s.

Aquí está Heroidas XVIII, 103-116:

Eque tuis demptos umeris mihi tradis amictus

et madidam siccas aequoris imbre comam.

Cetera nox et nos et turris conscia novit

quodque mihi lumen per vada monstrat iter.

Non magis illius numerari gaudia noctis

Hellespontiaci quam maris alga potest;

quo brevius spatium nobis ad furta dabatur,

hoc magis est cautum, ne foret illud iners.

Iamque fugatura Tithoni coniuge noctem

praevius Aurorae Lucifer ortus erat;

oscula congerimus properata sine ordine raptim

et querimur parvas noctibus esse moras.

Atque ita cunctatus monitu nutricis amaro

frigida deserta litora turre peto.

Me recibes en un abrazo y me das unos besos felices, unos besos, ¡grandes dioses!, que merecen ser buscados cruzando el mar; te quitas tu capa de los hombros y me la das y me secas el pelo empapado de agua marina. Lo demás lo sabe la noche, y nosotros, y la almena, nuestra cómplice, y la lumbre que me ensena el sendero a través del mar. Tan innumerables como las algas marinas del Helesponto fueron las delicias de aquella noche. Cuanto menos tiempo se concedía a nuestro amor escondido, tanto más cuidábamos de que no pasara en balde. Y ya la esposa de Titono estaba a punto de poner en fuga a la noche, y había salido el Lucero, precursor de Aurora. Amontonamos besos apresurados, sin orden ni concierto, y nos quejamos de que tan cortas fueran las horas de la noche. Y tras esa demora, que me valió la agria advertencia de la nodriza, dejo la torre en busca de la playa fría.

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Hero encuentra a Leandro (1880), óleo sobre lienzo de 200 x 140 cm., de Ferdinand Keller Colección privada

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