De la revista El Cultural destacamos estos fragmentos del artículo Wagner, ¿por qué escucharlo? que escribe Daniel Baremboim:
Con el tiempo fui consciente de la monstruosidad de sus textos e ideas antisemitas. Es un punto inevitable e injustificable de su biografía. Y debo reconocer que si alguien me concediera el deseo de pasar veinticuatro horas con algún gran compositor del pasado, Wagner nunca sería una opción. Me encantaría compartir un día con Mozart. Sería una experiencia divertida y edificante. No así con el Wagner “persona”, que me resulta absolutamente despreciable y que, en cierto sentido, es difícil de asociar a la música que escribió el Wagner “compositor”, impregnada de otras ideas y sentimientos, como la nobleza o la generosidad.
En el cruce entre el Wagner “persona” y el Wagner “compositor” se ha desarrollado durante décadas el debate en torno a la supuesta amoralidad de su música. Es posible identificar en sus óperas una terminología de inspiración antisemita pero no podemos encontrar un solo personaje judío. No hay nada ni remotamente parecido al Shylock shakespeariano de El mercader de Venecia en las diez grandes óperas de Wagner. Por supuesto que uno puede intuir en el maléfico Mime de Sigfrido o el escribano Beckmesser de Los maestros cantores de Núremberg un perfil cercano al antisemitismo, de la misma manera que se puede convertir fácilmente El holandés errante en El judío errante, pero esa asociación de ideas sólo ocurre cuando nuestra imaginación entra en contacto y en contexto con ciertas ideas.
Por otro lado, hay que distinguir entre el Wagner antisemita y el uso que los nazis hicieron de algunas de sus composiciones. A lo largo de toda mi carrera, me he cruzado con no pocas personas que no pueden escuchar música de Wagner. En pleno debate sobre la idoneidad de interpretar a Wagner en Israel, una señora vino a verme a Tel Aviv y me dijo: “¿Cómo es posible que quieras dirigir esta música?”. La mujer había visto con sus propios ojos cómo se llevaban a miembros de su familia a las cámaras de gas al son de la obertura de Los maestros cantores. “¿Por qué debo escuchar esto?”, me increpó. Mi respuesta fue simple: no hay ninguna razón por la que se deba escuchar nada. No creo que debamos forzar a nadie a enfrentarse a las óperas de Wagner. Pero el hecho de que su música haya inspirado sentimientos tan extremos, a favor y en contra, no nos exime de ciertas obligaciones cívicas.
Finalizado nuestro acercamiento a Wagner, pasamos al otro gran músico cuyo bicentenario de su nacimiento celebramos, Giuseppe Verdi.
Y de la misma fuente: Enciclopedia Salvat de Los Grandes Compositores. La ópera. El Posromanticismo. Capítulo 8: Las óperas de Verdi. Epígrafes “Ópera de personajes” y “Verdi traicionado”, extraemos este comentario sobre las más conocidad óperas de Verdi:
Ópera “de personajes”
A partir de este momento estas intermitentes oleadas melódicas ya no cesarían, inundando Rigoletto, Il trovatore y La traviata como un río caudaloso.
La linfa vital de una melodía maravillosamente espontánea y elocuente revierte en dichas obras en una estructura dramática cuyo esqueleto constitutivo parece ajustarse finalmente a lo que Verdi perseguía. El fruto de una larga y paciente obra de progresiva maduración acabó concretándose en una extraordinaria y perfecta situación teatral, que hizo de la ópera algo más que una sarta de arias para solista. El propio Verdi confirmó cuán consciente era de esta tentativa suya de renovación cuando escribía: “He ideado Rigoletto sin arias, sin finales, con un desfile interminable de duettos, porque así me convencía”. Verdi concibió la ópera como una “escena” articulada y varia, en la que las vivencias de los distintos personajes se captan en su progresión lógica y son psicológicamente creíbles. Hay que hacer, sin embargo, una precisión: cuando se habla de credibilidad psicológica, es preciso entenderla referida a la óptica particular del siglo XIX, totalmente distinta a la del realismo psicológico, y sobre todo a la del verismo. Las innumerables interpretaciones en clave verista del melodrama verdiano, que están tan lejos de haberse agotado, constituyen uno de los casos más rotundos de falsificación crítica e interpretativa en toda la historia de la música.
Con estas tres obras, Verdi alcanzó la perfección de lo que podríamos definir como ópera “de personajes”. En efecto, al hablar de Rigoletto acuden de inmediato a nuestra memoria las figuras arquetípicas del libertino, del bufón que esconde dolorosamente un corazón de padre, de la muchacha repitiéndose constantemente el nombre del enamorado, del sicario de voz profunda y nocturna. En cambio, la corte del duque libertino, la época en que sucede la acción y los personajes secundarios no son más que sombras, esbozos musicales prontamente olvidados. E igualmente ocurre con el París enloquecido de La traviata, con la gente que anima los salones de Violetta: maniquíes sin rostro o con la faz postiza de las máscaras. Incluso los gitanos y los caballeros de Il trovatore no son más que personajes de fábula, estilizados y elegantes como si hubieran sido sacados de una oleografía popular. Son los protagonistas los personajes que conmueven a Verdi, y estas tres óperas sólo perviven gracias a ellos.
Hasta aquí el texto sacado de Enciclopedia Salvat de Los Grandes Compositores. La ópera. El Posromanticismo. Capítulo 8: Las óperas de Verdi. Epígrafes “Ópera de personajes” y “Verdi traicionado”.
Ofrecemos ahora una primera entrega del catálogo de la obra verdiana, sacada de aquí.
Catálogo de obras de Verdi:
Óperas:
- Oberto, Conde de San Bonifacio (Teatro La Scala de Milán, 17 de noviembre de 1839) — Drama en dos actos de Temistocle Solera, sobre un libreto anterior de Antonio Piazza.
- Un giorno di regno (Un día de reino) (Teatro La Scala de Milán, 5 de septiembre de 1840) — Melodrama jocoso en dos actos de Felice Romani.
- Nabucco (Teatro La Scala de Milán, 9 de marzo de 1842) — Drama lírico en cuatro partes de Temistocle Solera.
- I Lombardi alla prima crociata (Los lombardos) (Teatro La Scala de Milán, 11 de febrero de 1843) — Drama lírico en cuatro actos de Temistocle Solera.
- Ernani(Teatro La Fenice de Venecia, 9 de marzo de 1844) — Drama lírico en cuatro actos de Francesco Maria Piave.
- I due Foscari (Teatro Argentina de Roma, 3 de noviembre de 1844) — Tragedia lírica en tres actos de Francesco Maria Piave.
- Giovanna d’Arco (Teatro La Scala de Milán, 15 de febrero de 1845) — Drama lírico en un prólogo y tres actos de Temistocle Solera.
- Alzira(Teatro San Carlo de Nápoles, 12 de agosto de 1845) — Tragedia lírica en un prólogo y dos actos de Salvatore Cammarano.
- Attila (Teatro La Fenice de Venezia, 17 de marzo de 1846) — Drama lírico en un prólogo y tres actos de Temistocle Solera.
- Macbeth(Teatro La Pergola, 14 de marzo de 1847) — Melodrama en cuatro partes de Francesco Maria Piave.
- I masnadieri (Teatro Her Majesty de Londres, 22 de julio de 1847) — Melodrama trágico en cuatro partes de Andrea Maffei.
- Jérusalem(Ópera de París, 26 de noviembre de 1847) — Ópera, en cuatro actos, con libreto de A. Royer y G. Vaëz, de un libro de Solera de 1843.
- Il corsaro (El corsario) (Teatro Grande de Trieste, 25 de octubre de 1848) — Melodrama en tres actos de Francesco Maria Piave.
- La battaglia di Legnano (Teatro Argentina de Roma, 27 de enero de 1849) — Tragedia lírica en cuatro actos de Salvatore Cammarano.
- Luisa Miller (Teatro San Carlo de Nápoles, 8 de diciembre de 1849) — Melodrama trágico en tres actos de Salvatore Cammarano.
- Stiffelio (Teatro Grande de Trieste, 16 de noviembre de 1850) — Melodrama en tres actos de Francesco Maria Piave.
- Rigoletto (Teatro La Fenice de Venecia, 11 de marzo de 1851) — Melodrama en tres actos de Francesco Maria Piave.
- Il trovatore (El trovador) (Teatro Apollo de Roma, 19 de enero de 1853) Drama en cuatro partes de Salvatore Cammarano y completado por Leone Emanuele Bardare sobre libreto del español Antonio García Gutiérrez.
- La Traviata (Teatro La Fenice de Venecia, 6 de marzo de 1853) — Melodrama en tres actos de Francesco Maria Piave.
- I vespri siciliani (Las vísperas sicilianas) (Ópera de París, 13 de junio de 1855) — Drama en cinco actos de Eugène Scribe y Charles Duveyrier.
- Simón Boccanegra (Teatro La Fenice de Venecia, 12 de marzo de 1857) — Melodrama en un prólogo y tres actos de Francesco Maria Piave, basado en una pieza teatral homónima de Antonio García Gutiérrez.
- Aroldo (revisión de Stiffelio) (Teatro Nuovo de Rimini, 16 de agosto de 1857) — Melodrama en cuatro actos de Francesco Maria Piave.
- Un ballo in maschera (Un baile de máscaras) (Teatro Apollo de Roma, 17 de febrero de 1859) — Melodrama en tres actos de Antonio Somma.
- La forza del destino (La fuerza del destino) (Teatro Imperial de San Petersburgo, 10 de noviembre de 1862) — Ópera en cuatro actos de Francesco Maria Piave.
- Don Carlos (Ópera de París, 11 de marzo de 1867) — Ópera en cinco actos de Joseph Méry y Camille Du Locle.
- Aida(Teatro de la Ópera del Cairo, 24 de diciembre de 1871) — Ópera en cuatro actos de Antonio Ghislanzoni.
- Otello(Teatro La Scala de Milán, 5 de febrero de 1887) — Drama lírico en cuatro actos de Arrigo Boito.
- Falstaff(Teatro La Scala de Milán, 9 de febrero de 1893) — Comedia lírica en tres actos de Arrigo Boito.
Tres de las óperas que compuso Giuseppe Verdi están basadas en obras de Shakespeare, en concreto Macbeth, Otello y Falstaff.