En la escena sexta y última del Acto II tenemos rastros del episodio 1º de la tragedia y, en concreto, del parlamento de la sirvienta (versos 152-198). La diferencia estriba en que los hechos son narrados por la criada en la tragedia, mientras que son realizados en la escena en la ópera.
En su parlamento la criada nos dice que Alcestis, tras lavarse con agua de río, se vistió y adornó y, situada ante el altar de Hestia, dice:
¡Señora, me voy ya bajo tierra, por última vez te suplicaré postrada seas tutora de mis niños, y al uno una querida esposa unas y a la otra un noble marido!¡Y que no como su madre mueran mis hijos antes de tiempo, mas felices en la tierra paterna completen una vida dulce!
Todos los altares de la casa de Admeto recorrió haciendo libaciones y orando; de los retoños cortó una rama de mirto, sin lamentarse, sin gemir: ni lo que la esperaba cambió los colores de su hermosura.
Calzabigi, por su parte, en el libreto dejó escrito:
Vesta, tú que has sido y eres
mi primera diosa tutelar,
como a hijos tuyos,
recibe a mis hijos en este día.
Y que en ti encuentren,
ahora que yo seré una fría sombra errante,
una madre tan amante
como la que murió.
La dedicatoria de la petición y la propia petición son las mismas en ambos textos.
Luego sigue explicándonos la criada:
Y después precipitóse en la alcoba y en el lecho, y allí lloró y dice:
—¡Oh cama donde perdí mi virginidad con este hombre por quien muero, adiós! No te odio: sólo a mí matas; por no traicionarte a ti y a mi marido muero. Te tendrá a ti cualquier otra mujer: no más fiel que yo, más feliz acaso.
Cae de rodillas y la besa, y los vellocinos se empapan de la marejada de sus ojos. Después que se sació con muchas lágrimas, echa a andar, la cabeza desmayada, arrastrándose desde el lecho y muchas veces salía de su alcoba y volvía, y se dejaba caer de nuevo en la cama.
También Calzabigi hace referencia al tálamo:
¡Ay, casto! ¡Ay, amado lecho nupcial!
Mi dulce refugio, mi único cariño,
puesto que de este destino funesto
quiso defenderme
el piadoso el cielo,
si a otra nueva esposa acoges
ella podrá ser más amada y más hermosa
que tu mísera y difunta Alcestis:
¡pero nunca más tierna, ni más fiel!
Obsérvense los claros paralelismos entre la apelación al lecho nupcial y la constatación de que otra mujer lo podrá ocupar. Los dos textos coinciden en que esa mujer será más amada y más hermosa (ópera) o más feliz (tragedia), pero no más fiel (ambas obras).
Y el paralelismo se completa con la escena de la despedida de los hijos, de nuevo narrada por la criada en la tragedia y sin intervención de los niños, y representada en escena en la ópera con una breve intervención de Eumelo y Aspasia.
En la tragedia:
Los niños agarrados del halda de su madre gritaban, y ella los alzaba en sus brazos y los acariciaba, al uno o al otro, despidiéndose para morir. Y gritaban todos los esclavos en la casa y gemían por su señora.
En la ópera el episodio es más largo.
¡Amadas prendas de mi púdico amor,
tiernos hijos, abrazad a vuestra madre!
¡Ah, quizás estos sean
nuestros últimos besos!
…
EUMELO
¡Ah, madre querida!
¡Oh dioses, me besas y lloras!
Y quieres dejarme
y hablas de morir.
ASPASIA
¡Ay, madre amada!
¡Oh dioses, me abrazas,
querida madre, y suspiras!
Y abandonarme quieres.
EUMELO, ASPASIA
¡Pobre de nosotros!
¡Hijos, queridos hijos! ¡Oh, dioses!
Desdichadamente tengo que morir.
En vano os apretáis contra mi seno
y me estrecháis con amorosos brazos.
¡Ay, cuán pronto estos dulces lazos
serán desatados!
Esta piedad y este llanto
no pueden ayudarme…
Pero obsérvese que lo que dice Alcestis en la ópera es lo narrado por la criada en la tragedia. Como decimos la despedida se prolonga por más tiempo, hasta el final del Acto II.
Escena VI
Alcestis pide a Ismene que la ayuda en los ritos funerarios por ella misma. Encomienda a Vesta a sus hijos y se despide del tálamo, que tal vez reciba otra mujer, aunque no más tierna y más fiel que ella. Alcestis se despide, desolada, de sus hijos.
Scena Sesta
ALCESTE
Oh tenerezza! Oh amore!
Degni d’altra fortuna
e troppo presto estinti!
Ah, già s’avanza il momento fatale!
Ad ora, ad ora illanguidir mi sento,
mi sento indebolir.
M’abbaglia il giorno,
mi s’aggrava il respiro,
un fuoco interno consumandomi va.
Diletta Ismene, amorose compagne,
negli estremi momenti
assistetemi ancora.
A me togliete queste misere pompe:
a me recate le ghirlande, i profumi,
l’ultime offerte mie abbiano i numi.
ISMENE
Oh, come rapida nel suo bel fiore
La vita amabile per te fuggi!
CORTIGIANI
Oh, come rapida la vita amabile
per te fuggi!
ISMENE
Qual rosa tenera che in sull’albore
gelido borea inaridì.
CORTIGIANI
Oh, come rapida, ecc.
ISMENE
Così bella!
CORTIGIANI
Così giovane! Così casta! Così cara!
Crudel preda a morte avara,
giusti dei, perché sarà?
ISMENE
Quel bel volto e quel bel riso…
CORTIGIANI
Lo splendor di que’ bei lumi…
Ah perché, ah perché, pietosi numi,
sempre a noi s’asconderà?
ALCESTE
(S’accosta all’ara, e brucia de’ profumi)
Vesta, tu che fosti e sei
tutelar mio primo nume,
per tuoi figli i figli miei,
deh, ricevi in questo dì.
Ed in te trovino allora
ch’io sarò fredd’ombra errante,
una madre così amante
come quella che morì.
TUTTI
Oh, come rapida nel suo bel fiore, ecc.
ALCESTE
Oh casto, oh caro nuzial mio letto,
mia dolce cura, mio solo affetto,
finchè da queste stelle funeste
volle difendermi
pietoso il ciel,
se un’altra accogli sposa novella
sarà più cara, sarà più bella
della tua misera estinta Alceste:
ma non più tenera, né più fedel.
ISMENE
Così bella, così giovane,
dar se stessa in braccio a morte.
Fra i lamenti, fra le lagrime,
e de’ figli e del consorte…
TUTTI
Non v’è sorte oh Dio più barbara,
non v’è affanno più crudel.
ISMENE
Regina, ecco i tuoi figli.
(prendendo i figli e conducendoli ad Alceste)
Escena Sexta
ALCESTIS
¡Ah, ternura! ¡Oh, amor!
¡Dignos de otra suerte
y tan pronto extinguidos!
¡Ah, ya se aproxima el momento fatal!
Ahora, ahora me siento languidecer,
ya me siento desfallecer.
Me ciega la luz del día,
mi respiración se hace más pesada,
un fuego interior me empieza a consumir.
Querida Ismene, amorosa compañera,
en los momentos finales
asísteme aún.
Apuremos estas míseras pompas:
dadme las guirnaldas, los perfumes,
que mis últimas ofrendas sean para los dioses.
ISMENE
¡Ay, qué rápido de su hermosa flor
huye la amable vida!
CORTESANOS
¡Ay, qué rápido
la vida amable huye de ti!
ISMENE
Cual tierna rosa que en la alborada
el viento helado secó.
CORTESANOS
¡Ay, qué rápido, etcétera.
ISMENE
¡Tan bella!
CORTESANOS
¡Tan joven! ¡Tan casta! ¡Tan amada!
Cruelmente la muerte avara la arrebata,
justos dioses, ¿por qué será?
ISMENE
Ese hermoso rostro y esa hermosa sonrisa…
CORTESANOS
El esplendor de esos hermosos ojos…
¿Ay, por qué? ¿Ay, por qué, piadosos dioses,
siempre a nosotros se ha de ocultar?
ALCESTIS
(Se acerca al altar y quema perfumes)
Vesta, tú que has sido y eres
mi primera diosa tutelar,
como a hijos tuyos,
recibe a mis hijos en este día.
Y que en ti encuentren,
ahora que yo seré una fría sombra errante,
una madre tan amante
como la que murió.
TODOS
¡Ay, qué rápido, etcétera
ALCESTIS
¡Ay, casto! ¡Ay, amado lecho nupcial!
Mi dulce refugio, mi único cariño,
puesto que de este destino funesto
quiso defenderme
el piadoso el cielo,
si a otra nueva esposa acoges
ella podrá ser más amada y más hermosa
que tu mísera y difunta Alcestis:
¡pero nunca más tierna, ni más fiel!
ISMENE
Tan hermosa, tan joven,
entregarse a sí misma
en brazos de la muerte.
Entre los lamentos, entre las lágrimas, de sus hijos y de su cónyuge…
TODOS
No hay destino ¡oh, dioses! más cruel,
no hay angustia más profunda.
ISMENE
Reina, he aquí a tus hijos.
(conduce a los niños junto a Alcestis)