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Archive for May 2016

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Concluimos con este capítulo el texto de Claudio Eliano que refiere una historia de amor entre un delfín y un muchacho de Jaso. Y no sólo este texto sino la serie sobre delfines en textos clásicos.

 

Οὐ μέντοι μετὰ μακρὸν καὶ οὗτος ὁ ἀντέρως ἡττήθη τοῦ φθόνου. ῎Ετυχε γοῦν ὁ παῖς πλείω γυμναςάμενος, καὶ καμὼν ἑαυτὸν τῷ ὀχοῦντι κατὰ τὴν γαστέρα ἐπιβάλλει, καί πως ἔτυχεν ἡ τοῦ ζῴου ἄκανθα ἡ κατὰ τοῦ νώτου ὀρθὴ οὖσα, καὶ τῷ ὡραίῳ τὸν ὀμφαλὸν κεντεῖ. Εἶτά τινες φλέβες ὑπορρήγνυνται, καὶ αἵματος ἔπειτα ῥοὴ πολλή, καὶ ὁ παῖς ἐνταῦθα ἀποθνήσκει.

Mas no pasó mucho tiempo sin que este mutuo afecto sucumbiese a causa de la envidia (de los cielos). En efecto, el niño, que había hecho ejercicios demasiado violentos, agotado de cansancio, se echó boca abajo sobre su cabalgadura y, como la espina que el animal tiene en el lomo estaba erecta, rasgó ésta el ombligo del lindo muchacho. Se le rompieron algunas venas, la sangre comenzó a fluir copiosamente y la criatura murió allí mismo.

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 ῞Οπερ οὖν ὁ δελφὶς συναισθόμενος ἐκ τοῦ βάρους (ἐπέκειτο γὰρ οὐ συνήθως κοῦφος, ἅτε μὴ τῷ πνεύματι ἑαυτὸν ἐλαφρίζων) καὶ θεαςάμενος πορφυροῦν ἐκ τοῦ αἵματος τὸ πέλαγος, τὸ πραχθὲν συνῆκεν καὶ ἐπιβιῶναι τοῖς παιδικοῖς οὐκ ἐτόλμησε. Πολλῇ τοίνυν τῇ ῥύμῃ χρησάμενος, ὥσπερ οὖν ῥόθιον σκάφος, εἶτα ἑαυτὸν ἐς τοὺς αἰγιαλοὺς ἑκὼν ἐξέβρασε, καὶ τὸν νεκρὸν συνεξήνεγκε, καὶ ἔκειντο ἄμφω ὃ μὲν τεθνεώς, ὃ δὲ ψυχορραγῶν.

Dándose cuenta el delfín de lo sucedido por el peso (que lo sentía inusualmente aumentado, ya que la truncada respiración no podía aligerarlo) y viendo la superficie del agua enrojecida de sangre, se cercioró de lo ocurrido y no quiso sobrevivir a su amante. Y, así, con todo el ímpetu de un navío que se desliza a través de rugientes olas, se dirigió a la playa, en donde quedó voluntariamente varado, llevando en su lomo el cuerpo muerto. Y allí yacían los dos: el muchacho muerto y el delfín exhalando el último aliento.

 

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Λάιος δὲ ἐπὶ Xρυσίππῳ, ὦ καλὲ Εὐριπίδη, τοῦτο οὐκ ἔδρασε, καίτοι τοῦ τῶν ἀρρένων ἔρωτος, ὡς λέγεις αὐτὸς καὶ ἡ φήμη διδάσκει, ῾Ελλήνων πρώτιστος ἄρξας.

Pero Layo, amigo Eurípides, no se comportó así con Crisipo, si bien fue el primero entre los helenos, como tú dices y la fama pregona, en introducir el amor entre efebos.

 ᾿Αμειβόμενοι δὲ ᾿Ιασεῖς τὴν φιλίαν ἐκείνων τὴν ἰσχυράν, ἀπέφηναν τάφον κοινὸν ὡραίου μειρακίου καὶ δελφῖνος ἐρωτικοῦ, καὶ στήλην ἐπέστησαν. Καλὸς παῖς ἱππεύων ἐπὶ δελφῖνος ἦν. Καὶ νόμισμα δὲ ἀργύρου καὶ χαλκοῦ εἰργάσαντο, καὶ ἐνέθλασαν σημεῖον τὸ ἀμφοῖν πάθος, καὶ μνήμῃ παρέδοσαν ἔργον τοῦ τοσούτου θεοῦ τιμῶντες οἱ ἐκεῖθι.

Las gentes de Jaso, para recompensar la profunda amistad entre los dos, construyeron una tumba común para el agraciado muchacho y para el amoroso delfín y pusieron sobre ella una estela. Y en ella estaba representado un precioso niño cabalgando sobre un delfín. Acuñaron también una moneda de plata y bronce, en la que grabaron el infortunio de ambos y, al conmemorar así lo sucedido, rendían también homenaje a la intervención de dios tan poderoso.

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 Πυνθάνομαι δὲ καὶ ἐν τῇ ᾿Αλεξάνδρου πόλει κατὰ τὸν Πτολεμαῖον τὸν δεύτερον ἐρασθῆναι δελφῖνα ἔρωτα παραπλήσιον καὶ ἐν Δικαιαρχίᾳ τῆς ᾿Ιταλίας. ἅπερ οὖν εἰ ῾Ηρόδοτος ἔγνω, οὐκ ἂν ἐμοὶ δοκεῖν ἐθαύμασε τῶν ἐπ᾿ ᾿Αρίονι τῷ Μηθυμναίῳ ἣττον αὐτά.

Me he enterado de que también en Alejandría, durante el reinado de Tolomeo II, un delfín se enamoró de manera parecida, y lo mismo sucedió en Dicearquía de Italia. Lo cual, de haberlo conocido Heródoto, creo que no lo hubiera admirado menos que lo sucedido a Arión de Metimna.

Y concluiremos la serie con el texto que la suscitó. Y, de nuevo, es Aulo Gelio quien nos lo proporciona. Se trata del capítulo VIII del Libro VI de sus Noctes Atticae. Helo aquí:

Res ultra fidem tradita super amatore delphino et puero amato.

Delphinos venerios esse et amasios non modo historiae veteres, sed recentes quoque memoriae declarant. Nam et sub Caesaris Augusti imperio in Puteolano mari, ut Apion scriptum reliquit, et aliquot saeculis ante apud Naupactum, ut Theophrastus tradidit, amores flagrantissimi delphinorum cogniti compertique sunt. Neque hi amaverunt, quod sunt ipsi, genus, sed pueros forma liberali in naviculis forte aut in vadis litorum conspectos miris et humanis modis arserunt.

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 Historia inimaginable sobre el amor de un delfín y de un niño amado

Que los delfines pueden amar y ser amados, no sólo lo ponen de manifiesto las historias antiguas, sino también recuerdos de nuestros días. De hecho, no sólo sobre César Augusto, al mar de Puteólos, como Apión dejó escrito, y unos cuantos siglos antes, junto a Naupacto, según narró Teofrasto, fueron conocidos y comprobados entre los delfines algunos amantes encendidos de pasión. Y éstos no amaron animales de su misma especie, sino que fue por muchachos de una belleza singular, contemplados por ellos casualmente sobre las embarcaciones o en los bajos de las costas, de quienes se enamoraron de forma sorprendente y humana.

 Verba subscripsi ᾿Απίωνος, eruditi viri, ex Aegyptiacorum libro quinto, quibus delphini amantis et pueri non abhorrentis consuetudines, lusus, gestationes, aurigationes refert eaque omnia sese ipsum multosque alios vidisse dicit:

Αὐτὸς δ’ αὖ εἶδον περὶ Δικαιαρχίας <παιδός> Ὑάκινθος ἐκαλεῖτο—πόθοις ἐπτοημένον δελφῖνα. Προσσαίνει τὴν φωνὴν αὐτοῦ τὴν ψυχὴν πτερούμενος ἐντὸς τάς τε ἀκάνθας ὑποστέλλων, μή τι τοῦ ποθουμένου χρωτὸς ἀμύξῃ φειδόμενος, ἱππηδόν <τε> περιβεβηκότα μέχρι διακοσίων ἀνῆγε σταδίων. Ἐξεχεῖτο ἡ Ῥώμη καὶ πᾶσα Ἰταλία τῆς Ἀφροδίτης ξυνορῶντες ἡνιοχούμενον ἰχθύν.

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He transcrito las palabras de Apión, hombre erudito, sacadas del libro quinto de sus Egipcíacas, en las cuales describe los hábitos, los juegos, los paseos y las carreras de un delfín amante y de un muchacho que no lo desdeñaba, y dice que todo eso lo vio él mismo y muchos otros lo vieron. “Yo mismo vi cerca de Dicearquía un delfín henchido de pasión por un muchacho llamado Jacinto. A su voz, acudía moviendo la cola, mientras la pasión le daba alas, ocultando incluso las aletas para evitar arañar aquella piel estimada, lo hacía cabalgar como un caballo y se lo llevaba hasta una distancia de doscientos estadios. Se reunía Roma y toda Italia, para contemplar un cetáceo llevado por las riendas de Afrodita.

 Ad hoc adicit rem non minus mirandam. «Postea» inquit «idem ille puer δελφινερώμενος morbo adfectus obit suum diem. At ille amans, ubi saepe ad litus solitum adnavit et puer, qui in primo vado adventum eius opperiri consueverat, nusquam fuit, desiderio tabuit exanimatusque est et in litore iacens inventus ab his, qui rem cognoverant, in sui pueri sepulcro humatus est.»

Añade a eso un caso no menos maravilloso. “Más tarde”, dice, “este mismo niño amado por el delfín afectado por una enfermedad perdió la vida. Y el animal enamorado, como volvió varias veces nadando a la ribera habitual y no apareció por ninguna parte el niño, que solía esperar junto al agua su llegada, se consumió de deseo, exhaló el último aliento, fue hallado yaciente en la playa y fue enterrado por quienes conocía la historia en la misma tumba que el niño amado”.

Y con esta curiosa y bella historia de amor entre un niño y un delfín, que, incluso en la muerte, quedaron unidos. Y también nuestra serie a la que hemos dado el nombre de un televisivo delfín de finales de los años 60 del pasado siglo, Flipper.

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En esta serie sobre Hero y Leandro, iniciada con motivo de la audición en el programa El mundo de la fonografía de Radio Clásica del poema sinfónico Ero e Leandro de Alfredo Catalani, con la Orquesta Sinfónica de Roma y Francesco La Vecchia, estamos repasando las fuentes sobre esta pareja mitológica. Tras ver su presencia en Ovidio, Virgilio o la Antología Palatina, estamos haciendo un promenorizado repaso a Hero y Leandro, de Museo. Llegamos a los versos 67-83 de nuestra bella obra, que estamos recorriendo de la mano de la traducción y las valiosísimas notas de José Guillermo Montes Cala, en su edición de Gredos. No ofrecemos todas las notas, sino una amplia selección, a la que nosotros añadimos los textos originales y la traducción de los autores y obras que cita Montes Cala.

 

Ὣς ἡ μὲν περὶ πολλὸν ἀριστεύουσα γυναικῶν,

Κύπριδος ἀρήτειρα, νέη διεφαίνετο Κύπρις.

δύσατο δ’ ἠιθέων ἁπαλὰς φρένας οὐδέ τις αὐτῶν

ἦεν, ὃς οὐ μενέαινεν ἔχειν ὁμοδέμνιον Ἡρώ. 70

ἡ δ’ ἄρα, καλλιθέμεθλον ὅπῃ κατὰ νηὸν ἀλᾶτο,

ἑσπόμενον νόον εἶχε καὶ ὄμματα καὶ φρένας ἀνδρῶν.

καί τις ἐν ἠιθέοισιν ἐθαύμασε καὶ φάτο μῦθον

«καὶ Σπάρτης ἐπέβην, Λακεδαίμονος ἔδρακον ἄστρον,

ἧχι μόθον καὶ ἄεθλον ἀκούομεν ἀγλαϊάων 75

τοίην δ’ οὔ ποτ’ ὄπωπα νέην ἰδανήν θ’ ἁπαλήν τε.

ἦ τάχα Κύπρις ἔχει Χαρίτων μίαν ὁπλοτεράων.

παπταίνων ἐμόγησα, κόρον δ’ οὐχ εὗρον ὀπωπῆς.

αὐτίκα τεθναίην λεχέων ἐπιβήμενος Ἡροῦς.

οὐκ ἂν ἐγὼ κατ’ Ὄλυμπον ἐφιμείρω θεὸς εἶναι 80

ἡμετέρην παράκοιτιν ἔχων ἐνὶ δώμασιν Ἡρώ.

εἰ δέ μοι οὐκ ἐπέοικε τεὴν ἱέρειαν ἀφάσσειν,

τοίην μοι, Κυθέρεια, νέην παράκοιτιν ὀπάσσαις.»

(c) Bridgend County Borough Council; Supplied by The Public Catalogue Foundation

(c) Bridgend County Borough Council; Supplied by The Public Catalogue Foundation

Hero and Leander (1925), óleo sobre lienzo de 58,5 x 58,5 cm., de Christopher Williams. Collection: Bridgend County Borough Council

 

Así ella, con creces entre las mujeres primera y de Cipris sacerdotisa, cual Cipris rediviva se dejaba ver. Metióse en las tiernas entrañas de los jóvenes y no había varón que no muriera de ganas por compartir con Hero su lecho. Y por cualquier lugar del templo de bellos cimientos que pasara, tras de sí tenía la mente y los ojos y los corazones de los hombres. Y cierto mozo quedó pasmado y habló de este modo: “También a Esparta fui y vi la ciudad del lacedemonio, donde oímos hablar de una reñida competición de bellezas; mas como ella no he visto jamás tan tierna y vistosa: quizá Cipris sea dueña de una de las más jóvenes Gracias. Acecharla fue mi quebranto, mas de mirarla colmo no hallé. ¡Muera al instante, si al lecho de Hero hubiera yo subido! No querría yo ser un dios en el Olimpo, siempre que Hero fuera la esposa que tuviera en casa. Mas si no me está bien ni tocar a tu sacerdotisa, concédeme, Citerea, una esposa joven como ella”.

 

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Venus marina o anadyomene (1838), óleo sobre lienzo de 65 x 55 cm., de Théodore Chassériau. Museo del Louvre. París

  1. (Con creces entre las mujeres primera). También Antia en Jenofonte de Éfeso, Habrócomes y Antia I, 2, 5, destaca entre la nutrida fila de muchachas que forma el cortejo procesional en la fiesta de Ártemis.

Ἦρχε δὲ τῆς τῶν παρθένων τάξεως Ἀνθία, θυγάτηρ Μεγαμήδους καὶ Εὐίππης, ἐγχωρίων. Ἦν δὲ τὸ κάλλος τῆς Ἀνθίας οἷον θαυμάσαι καὶ πολὺ τὰς ἄλλας ὑπερεβάλλετο παρθένους. Ἔτη μὲν τεσσαρεσκαίδεκα ἐγεγόνει, ἤνθει δὲ αὐτῆς τὸ σῶμα ἐπ᾽ εὐμορφίαι, καὶ ὁ τοῦ σχήματος κόσμος πολὺς εἰς ὥραν συνεβάλλετο· κόμη ξανθή, ἡ πολλὴ καθειμένη, ὀλίγη πεπλεγμένη, πρὸς τὴν τῶν ἀνέμων φορὰν κινουμένη· ὀφθαλμοὶ γοργοί, φαιδροὶ μὲν ὡς κόρης, φοβεροὶ δὲ ὡς σώφρονος· ἐσθὴς χιτὼν ἁλουργής, ζωστὸς εἰς γόνυ, μέχρι βραχιόνων καθειμένος, νεβρὶς περικειμένη, γωρυτὸς ἀνημμένος, τόξα [ὅπλα], ἄκοντες φερόμενοι, κύνες ἑπόμενοι

Iba al frente de la fila de las muchachas Antia, hija de Megamedes y Evipe, ambos ciudadanos de Éfeso. Era la belleza de Antia digna de admiración y sobrepasaba en mucho a las demás muchachas. Tenía catorce años y su cuerpo estaba en la flor de la belleza, y el adorno de su figura contribuía aún más a su gracia. Cabellos rubios, en su mayor parte sueltos, sólo en parte trenzados, movidos al impulso de la brisa. Ojos ardientes, luminosos como de muchacha, pero también intimidadores, como de mujer virtuosa. Su vestido era una túnica purpúrea, ceñida a su cuerpo hasta las rodillas y que caía sobre los brazos, una piel de ciervo que la envolvía y un carcaj que colgaba de su hombro. Llevaba arco y flechas y la seguían unos perros.

Traducción de Julia Mendoza, en Gredos.

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  1. (Ganas de compartir con Hero su lecho). Motivo homérico: cf. Odisea XVIII 213 (cf. I, 366), referente a los deseos de los pretendientes de Penélope,

Odisea XVIII 213:

πάντες δ’ ἠρήσαντο παραὶ λεχέεσσι κλιθῆναι. = Odisea I, 366,

oportunamente recordado en Caritón, V, 5, 9.

Εἰσῆλθεν οὖν εἰς τὸ δικαστήριον, οἵαν ὁ θεῖος ποιητὴς τὴν Ἑλένην ἐπιστῆναί φησι τοῖς ἀμφὶ Πρίαμον καὶ Πάνθοον ἠδὲ Θυμοίτην δημογέρουσιν: ὀφθεῖσα δὲ θάμβος ἐποίησε καὶ σιωπήν, πάντες δ᾿ἠρήσαντο παραὶ λεχέεσσι κλιθῆναι: καὶ εἴγε Μιθριδάτην ἔδει πρῶτον εἰπεῖν, οὐκ ἂν ἔσχε φωνήν. Ὥσπερ γὰρ ἐπί τι τραῦμα παλαιὸν τὴν ἐρωτικὴν ἐπιθυμίαν σφοδροτέραν αὖθις ἐλάμβανε πληγήν.

Así pues entró en el tribunal cual el divino dice que Helena se presentó ante los ancianos que estaban alrededor de Príamo, Pántoo y Zimoetes, su contemplación produjo asombro y silencio y todos desearon poder acostarse en su lecho, y si verdaderamente Mitrídates hubiera tenido que hablar en primer lugar, no hubiera tenido voz. Como ante un objeto maravilloso de amor experimentó de nuevo más violentamente la herida de su antigua pasión.

 Traducción de María Cruz Herrero Ingelmo, en Akal / Clásica.

El Banquete de platón

  1. (Y cierto mozó quedó pasmado). Es la reacción lógica de quien se acerca a lo bello: cf. Platón, Banquete 206d:

Τὰ δὲ ἐν τῷ ἀναρμόστῳ ἀδύνατον γενέσθαι. ᾿Ανάρμοστον δ᾽ ἐστὶ τὸ αἰσχρὸν παντὶ τῷ θείῳ, τὸ δὲ καλὸν ἁρμόττον. Μοῖρα οὖν καὶ Εἰλείθυια ἡ Καλλονή ἐστι τῇ γενέσει. Διὰ ταῦτα ὅταν μὲν καλῷ προσπελάζῃ τὸ κυοῦν, ἵλεών τε γίγνεται καὶ εὐφραινόμενον διαχεῖται καὶ τίκτει τε καὶ γεννᾷ· ὅταν δὲ αἰσχρῷ, σκυθρωπόν τε καὶ λυπούμενον συσπειρᾶται καὶ ἀποτρέπεται καὶ ἀνείλλεται καὶ οὐ γεννᾷ, ἀλλὰ ἴσχον τὸ κύημα χαλεπῶς φέρει. ῞Οθεν δὴ τῷ κυοῦντί τε καὶ ἤδη σπαργῶντι πολλὴ ἡ πτοίησις γέγονε [206e] περὶ τὸ καλὸν διὰ τὸ μεγάλης ὠδῖνος ἀπολύειν τὸν ἔχοντα.

Pero es imposible que este proceso llegue a producirse en lo que es incompatible, e incompatible es lo feo con todo lo divino, mientras que lo bello es, en cambio, compatible. Así, pues, la Belleza es la Moira y la Ilitía del nacimiento. Por esta razón, cuando lo que tiene impulso creador se acerca a lo bello, se vuelve propicio y se derrama contento, procrea y engendra; pero cuando se acerca a lo feo, ceñudo y afligido se contrae en sí mismo, se aparta, se encoge y no enegendra, sino que retiene el fruto de su fecundidad y lo soporta penosamente. De ahí, precisamente, que al que está fecundado y ya abultado le sobrevenga el fuerte arrebato por lo bello, porque libera al que lo posee de los grandes dolores del parto.

 

La traducción es de Marcos Martínez Hernández, en Gredos, quien aporta en nota al pie sobre Ilitía:

Ilitía es la diosa que presidía los alumbramientos, en los que estaban presentes una o varias Moiras que asignaban al recién nacido el lote que le correspondía en vida. La Belleza personificada asume, aquí, los papeles de ambas en toda clase de parto, material y espiritual.

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Trípode ático de figuras negras, atribuido al pintor C;  ca 570 – 565 a. C. Musée du Louvre, París. 

Lado A: Atenea nace de la cabeza de Zeus, sentado en un trono. A cada lado de Zeus hay una pareja de Ilitías que levantan sus brazos para liberar a Atenea.

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En el anterior capítulo, y a modo de introducción, constatamos la, en nuestra opinión, abundancia de personas que abusan de la palabrería, la verborrea, la chafardería y la vana locuacidad, para poner a caldo a conocidos o vecinos, narrar sus insustanciales aventuras o prejuzgar, juzgar y condenar (tres en uno) al prójimo, sin pararse a pensar en las consecuencias de sus palabras, en la productividad, calidad, conveniencia u oportunidad de su dispersa e inane cháchara.

A glosar, ilustrar y completar esta observación nuestra (que puede ser equivocada y no compartida por nuestros lectores) coadyuva Aulo Gelio y sus Noches Áticas, con el capítulo XV del libro I, cuyo título es, ya de por sí, una declaración de intenciones:

Quam inportunum vitium plenumque odii sit futtilis inanisque loquacitas et quam multis in locis a principibus utriusque linguae viris detestatione iusta culpata sit.

De cómo es de impertinente y enojosa una vana y frívola locuacidad, y de cómo en muchos lugares ha sido reprobada por insignes autores griegos y latinos, en una justa detestación.

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Tras ofrecer los párrafos 1 y 2, con traducción castellana, basada en la catalana del sacerdote Cebrià Montserrat, en la Fundación Bernat Metge, vamos con el resto del texto

[3] Ulixen contra Homerus, virum sapienti facundia praeditum, vocem mittere ait non ex ore, sed ex pectore, quod scilicet non ad sonum magis habitumque vocis quam ad sententiarum penitus conceptarum altitudinem pertineret, petulantiaeque verborum coercendae vallum esse oppositum dentium luculente dixit, ut loquendi temeritas non cordis tantum custodia atque vigilia cohibeatur, sed et quibusdam quasi excubiis in ore positis saepiatur.

 [3] Por el contrario, Homero dice de Ulises, varón de señalada elocuencia, que las palabras le surgían no de los labios sino del corazón, por cuanto él se fijaba más en la recóndita profundidad de los conceptos que en el tono de la expresión de la voz; y dice, con mucho acierto, que los dientes son como una traba con que la naturaleza ha querido refrenar las osadías de la lengua, para que la irreflexión en el hablar fuera contenida no sólo por el miramiento y vigilancia interiores, sino también por una especie de pretil situado dentro de la misma boca.

 

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[4] Homerica, de quibus supra dixi, haec sunt:

Ἀλλ’ ὁτε δή ῥ’ ὄπα τε μεγάλην ἐκ στήθεος ἵει, (Ilíada III, 221; V, 22; XIX, 492)

et:

Τέκνον ἐμὸν, ποῖόν σε ἔπος φύγεν ἕρκος ὀδόντων. (Odisea I, 64; V, 22; XIX, 492).

[4] Las palabras de Homero que antes mencionaba son éstas:

“Pero cuando lanzaba del pecho su sonora voz”

y

“¿Qué palabra te ha huido del cerco de tus dientes?”

 

[5] M. Tullii quoque verba posui, quibus stultam et inanem dicendi copiam graviter et vere detestatus est:

[6]. «Dummodo» inquit «hoc constet neque infantiam eius, qui rem norit, sed eam explicare dicendo non queat, neque inscientiam illius, cui res non subpetat, verba non desint, esse laudandam: quorum si alterum sit optandum, malim equidem indisertam prudentiam quam stultam loquacitatem.« (Cicerón, De oratore III, 35, 142)

[5] Quiero transcribir también unas palabras de M. Tulio en las cuales censura severamente la estulta y vacía abundancia de palabras: [6] “Con la condición de que no se tiene que alabar la sequedad de quienes no pueden expresar lo que saben, ni la necedad de los ignorantes que se expresan con facilidad. Si yo tuviera que escoger entre estos dos defectos preferiría, sin duda, una inculta prudencia a una necia locuacidad”.

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[7] Item in libro de oratore primo verba haec posuit: «Quid enim est tam furiosum quam verborum vel optimorum atque ornatissimorum sonitus inanis nulla subiecta sententia nec scientia?» [8] Cumprimis autem M. Cato atrocissimus huiusce vitii insectator est. [9] Namque in oratione, quae inscripta est si se Caelius tribunus plebis appellasset: «numquam» inquit «tacet, quem morbus tenet loquendi tamquam veternosum bibendi atque dormiendi. Quod si non coveniatis, cum convocari iubet, ita cupidus orationis conducat, qui auscultet. Itaque auditis, non auscultatis, tamquam pharmacopolam. Nam eius verba audiuntur; verum se nemo committit, si aeger est.»

[7] En el libro primero Del orador  puso estas palabras: ¿Queréis locura más grande que el vano rumor de unas palabras, aunque sean de las más escogidas y rotundas, sin ningún tipo de expresión ni sentido?”. (De oratore I, 12, 15)

[8] Más que nadie, M. Catón se las tuvo con mucha dureza con este defecto. [9] En su discurso titulado Si Celio se llamó tribuno del pueblo: “No calla nunca, dice, aquél que tiene la inclinación de hablar, tal como el hidrópico no para de beber, ni el dormilón de dormir; porque si no acudís cuando él grita que se acuda, el deseoso de hablar es capaz de alquilar personas que le escuchen. Y de esta manera, lo oís, no lo escucháis, como se oye al sacamuelas. Porque se escuchan sus palabras, pero nadie se fía cuando está enfermo”

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Aquiles golpeando a Tersites (siglo II d. C.). Relieve del sarcófago de Aurelia Botania Demetria, conservado en el Museo Arqueológico de Antalya (Turquía)

[10] Idem Cato in eadem oratione eidem M. Caelio tribuno plebi vilitatem obprobrans non loquendi tantum, verum etiam tacendi: «frusto» inquit «panis conduci potest, vel uti taceat vel uti loquatur.» [11] Neque non merito Homerus unum ex omnibus Thersitam ἀμετροεπῆ et ἀκριτόμυθον appellat verbaque illius multa et ἄκοσμα strepentium sine modo graculorum similia esse dicit. Quid enim est aliud ἐκολῴα?

[10] El propio Catón en el discurso arriba mencionado, reprochando la villanía de M. Celio, tribuno del pueblo, no sólo en el hablar, sino también en el callar, dice: “Con un bocado de pan se le puede comprar, o bien para que calle o bien para que hable”. [11] Con mucho acierto Homero llama a Tersites “desmesurado charlatán” e “impertinente por excelencia”, y compara su desagradable habladuría al escandaloso gorjeo de los arrendajos. ¿Qué otro sentido tiene, en efecto, la palabra ἐκολῴα?

El verbo  aparece en Ilíada II, 212, en el episodio de Tersites y su enfrentamiento con Odiseo; significa en griego “alborotar”; en el mismo verso aparece ἀμετροεπής; la palabra ἄκοσμα aparece en Ilíada II, 213 y en Ilíada II, 246 podemos leer el vocativo ἀκριτόμυθε.

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Marco Celio fue tribuno de la plebe en el 184 a. C. De él, además de lo que apunta Aulo Gelio, Catón decía:

“Se apea de su caballo percherón, luego da pasitos de danza, luego dispensa ridiculeces”. En otro pasaje: “Además canta cuando se le antojó, a veces representa versos griegos, cuanta chistes, cambia las voces, da pasitos de danza”.

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Ulises golpeando a Tersites

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Iniciamos en el capítulo anterior de esta serie sobre delfines en fuentes clásicas el texto de Claudio Eliano, Historia de los animales, libro II, capítulo 6, en la que refiere la historia de un delfín y un muchacho de Poroselene. Seguimos con ella.

Καὶ τούτων γε ἐκεῖνος ἦν ὁ τρόπος. Τέλειος ὢν τῆς ἀπὸ χειρὸς τροφῆς ἐδεῖτο ἥκιστα, ἤδη γε μὴν καὶ περαιτέρω προνέων καὶ περινηχόμενος καὶ σκοπῶν ἄγρας ἐναλίους τὰ μὲν ἑαυτῷ δεῖπνον εἶχε, τὰ δὲ τοῖς οἰκείοις ἀπέφερεν· οἵ δὲ ᾔδεσαν τοῦτο καὶ μέντοι καὶ ἀνέμενον τὸν ἐξ αὐτοῦ φόρον ἀσμένως. Καὶ μία μὲν ἦν ἥδε ἡ πρόσοδος, ἐκείνη δὲ ἄλλη. ῎Ονομα τῷ δελφῖνι ὡς τῷ παιδὶ οἱ θρεψάμενοι ἔθεντο· Καὶ ὁ παῖς τῇ συντροφίᾳ θαρρῶν, τοῦτο αὐτὸν ἐπί τινος προβλῆτος στὰς τόπου ἐκάλει, καὶ ἅμα τῇ κλήσει καὶ ἐκολάκευεν·

Y he aquí cómo lo hacía. Cuando se hizo grande y ya no necesitaba coger el alimento de la mano, sino que podía atreverse a alejarse nadando y a rodear y perseguir a las presas del mar, capturaba unas para alimentarse, pero otras se las llevaba a sus amigos, y éstos estaban enterados de ello y se complacían en esperar la parte que les traía. Ésta era una ganancia. La otra, la siguiente: los padres adoptivos pusieron al delfín como al muchacho un nombre y éste, con la confianza que otorga la común crianza, colocado de pie sobre un promontorio, lo llamaba por su nombre y al llamarlo empleaba tiernas palabras.

 ὃ δέ, εἴτε πρὸς εἰρεσίαν ἡμιλλᾶτό τινα, εἴτ᾿ ἐκυβίστα τῶν ἄλλων ὅσοι περὶ τὸν χῶρον ἐπλανῶντο ἀγελαῖοι κατασκιρτῶν, εἴτ᾿ ἐθήρα ἐπειγούσης τῆς γαστρὸς αὐτόν, ἐπανῄει καὶ μάλα γε ὤκιστα δίκην ἐλαυνομένης νεὼς πολλῷ τῷ ῥοθίῳ, καὶ πλησίον τῶν παιδικῶν γενόμενος συμπαίστης τε ἦν καὶ συνεσκίρτα, καὶ πῇ μὲν τῷ παιδὶ παρενήχετο, πῇ δὲ ὁ δελφὶς οἷα προκαλούμενος εἶτα μέντοι ἐς τὴν ἅμιλλαν τὴν πρὸς αὑτὸν τὰ παιδικὰ ὑπῆγε. καὶ τὸ ἔτι θαῦμα, ἀπέστη καὶ τῆς πρώτης ποτὲ καὶ δὴ καὶ ὑπενήξατο αὐτῷ, οἷα νικώμενος ἡδέως δήπου. Ταῦτα τοίνυν ἐκεκήρυκτο, καὶ τοῖς πλέουσιν ὅραμα ἐδόκει σὺν καὶ τοῖς ἄλλοις ὅσα ἡ πόλις ἀγαθὰ εἶχε, καὶ τοῖς πρεσβύταις καὶ τῷ μειρακίῳ πρόσοδος ἦν.

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El delfín, ya estuviera entablando una porfía con un navío provisto de remos, o buceando y saltando con desprecio de todos los demás peces, que, en bandadas, merodeaban por el lugar, o estuviera cazando porque se lo pedía el apetito, salía a la superficie con toda rapidez como un navío que avanza levantando grandes olas y, acercándose a su amado, jugueteaba y se zambullía con él. Unas veces nadaba a su vera, otras veces parecía como si el delfín quisiera desafiar e incluso animar a su amado a competir con él. Y lo que es más admirable, a veces renunciaba a ser el primero en la competición y se quedaba rezagado como si sintiera placer en resultar derrotado. Todos estos sucesos fueron divulgados clamorosamente, y a todos los que arribaban a la isla les parecía éste el espectáculo más estupendo de cuantos podía ofrecer la ciudad. Y para los viejos y el muchacho todo esto constituía una fuente de ingresos.

La traducción es de José María Díaz-Regañón López, Madrid, en Gredos.

Eliano, de nuevo, refiere una historia de amor entre un delfín y un muchacho de Jaso que ya reportaba Plutarco en el capítulo 36 del De sollertia animalium (Sobre la inteligencia de los animales):

῎Ερωτα δελφῖνος ἐν ᾿Ιασῷ ἐς μειράκιον καλὸν πάλαι ᾀδόμενον ἄμοιρον μνήμης τῆς ἐξ ἐμοῦ ἀπολιπεῖν οὔ μοι δοκεῖ, καὶ διὰ ταῦτα εἰρήσεται.

Τὸ γυμνάσιον τὸ τῶν ᾿Ιασέων ἐπίκειται τῇ θαλάσσῃ, καὶ οἵ γε ἔφηβοι μετὰ τοὺς δρόμους καὶ τὰς κονίστρας κατιόντες ἐνταῦθα ἀπολοῦνται κατὰ τι ἔθος ἀρχαῖον. Διανηχομένων οὖν αὐτῶν ἑνὸς τοῦ τὴν ὥραν ἐκπρεπεστάτου ἐρἀ δελφὶς ἔρωτα δριμύτατον. Καὶ τὰ μὲν πρῶτα πλησίον γενόμενος ἐφόβησέ τε καὶ ἐξέπληξεν αὐτόν, εἶτα μέντοι τῇ συνηθείᾳ φιλίαν τινὰ καὶ εὔ-νοιαν ἐς ἑαυτὸν ἐκ τοῦ παιδὸς ἰσχυρἀν ἐπηγάγετο. ᾿Αθύρειν γοῦν μετ᾿ ἀλλήλων ὑπήρξαντο, καὶ πῆ μὲν ἡμιλλάσθην παρανηχομένω τε καὶ ἐρίζοντε, πῆ δὲ ὁ παῖς ἀναβαίνων ὡς πῶλον ἱππότης, ὑπονηχομένου τοῦ ἐραστοῦ γαῦρος ἐφέρετο.

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No me parece lícito dejar en el olvido el amor que, en Jaso, dispensaba un delfín a un hermoso muchacho y que, desde antiguo, se viene celebrando. Debo, por lo tanto, recordarlo.

El gimnasio de la ciudad está situado a orillas del mar. Los efebos se dirigen a él y, según una costumbre antigua, se bañan allí después de practicar sus carreras y de luchar en la arena. Un delfín amaba con amor apasionado a uno de los nadadores de belleza sobresaliente. Al principio, al acercarse al muchacho, sentía éste temor y sobresalto, pero después, con la costumbre, el muchacho llegó a sentir un cálido sentimiento de amistad y simpatía hacia el delfín. Comenzaron a jugar el uno con el otro y, unas veces, competían nadando el uno junto al otro y, otras veces, montándose el muchacho, como un jinete en su caballo, era conducido ufano a lomos de su amante.

 Καὶ ἦν τοῖς ᾿Ιασεῦσι καὶ τοῖς ξένοις τὸ πραττόμενον ἀξιόζηλον. Προῄει μὲν γὰρ τὰ παιδικὰ ὁ δελφὶς φέρων ἐπὶ πλεῖστον τῆς θαλάσσης καὶ ἐς ὅσον τῷ παιδὶ εἶχεν ὀχουμένῳ καλῶς· Εἶτα ὑπέστρεφεν καὶ ἦγε τοῦ αἰγιαλοῦ πλησίον, καὶ ἀλλήλων διαλυόμενοι ὃ μὲν ἐς τὸ πέλαγος, ὃ δὲ ἐς τὰ οἰκεῖα ἐπανῄεσαν. ᾿Απήντα δὲ ὁ δελφὶς ἐς τὸν καιρὸν τῆς τῶν γυμνασίων ἀφέσεως, ὅ τε παῖς ἥδετο τῇ προσδοκίᾳ τῇ τοῦ φίλου καὶ τῇ σὺν αὐτῷ παιδιά, καὶ πρὸς τῷ κάλλει τῷ φυσικῷ περίβλεπτος ἦν, οἷα δήπου μὴ μόνον τοῖς ἀνθρώποις, ἀλλὰ καὶ τοῖς ἀλόγοις δοκῶν ὡραιότατος.

Y el pueblo de Jaso y los extranjeros se llenaban de admiración ante el suceso. Porque el delfín bogaba en un largo trecho del mar con su amante en el lomo y el tiempo que al jinete le apetecía. Luego daba la vuelta y lo dejaba cerca de la playa y, despidiéndose el uno del otro, el delfín se adelantaba en el mar y el muchacho iba a su casa. El delfín aparecía a la hora en que cesaban las actividades gimnásticas y el muchacho se alegraba de encontrar a su amigo que lo estaba esperando y de jugar con él, y, además de su natural belleza, suscitaba la admiración de todos, el que no sólo a los hombres, sino también a los irracionales apréciales el muchacho de extraordinaria amabilidad.

niñadelfin

 

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retoricaftonio

Ofrecíamos en el anterior capítulo el texto de Nono, Dionisíacas X, 189 y siguientes, donde hallábamos el verso ἐκ ποδὸς ἀργυφέοιο ῥόδων ἐρυθαίνετο λειμών (a causa de su plateado pie ambulante, el prado enrojecía de rosas) relacionado con el verso 62 del Hero y Leandro de Museo: καὶ ῥόδα λευκοχίτωνος ὑπὸ σφυρὰ λάμπετο κούρης (Y al pasar la muchacha de blanco lucíanle también rosas debajo de sus tobillos).

Con esta mención de los tobillos de Hero, el poeta parece querer hacerse eco del conocido precepto de Aftonio, Ejercicios de retórica 37, pues con la mención de los tobillos de Hero, el poeta parece querer hacerse eco del conocido precepto de este retórico de Antioquía, respecto a la écfrasis de personas, a saber: que toda descripción debe ir de la cabeza a los pies. Los Προγυμνάσματα de Aftonio son una compilación de ejercicios que abarcaban los distintos géneros de la composición retórica.

Ἔκφρασίς ἐστὶ λόγος περιηγηματικὸς ὑπ᾿ ὄψιν ἄγων ἐναργῶς τὸ δηλούμενον. ᾿Εκφραστέον δὲ πρόσωπά τε, καὶ πράγματα, καιρούς τε καὶ τόπους, ἄλωγα ζῶα καὶ πρὸς τούτοις φυτά· πρόσωπα μέν, ὥσπερ ῞Ομηρος·

Γυρὸς ἔην ὤμοισι, μελάγχροος, οὐλοκάρηνος.

Πραγματα δέ, ὡς ναυμαχίας ἢ πεζομαχίας, ὥσπερ ὁ συγγραφέυς· καιρούς δέ, ὡς ἔαρ ἢ θέρος, φράζων ὁπόσα παρ᾿ αὐτὰ τῶν ἀνθέων προέρχεται· τόπους δέ, ὡς αὐτὸς ὁ Θουκυδίδης τὸν λιμένα τῶν Θεσπρωτῶν εἶπε Χειμέριον, καθάπερ ἔχει σχήματος. ἐκφράζοντας δὲ δεῖ πρόσωπα μὲν ἀπὸ τῶν πρώτων ἐπὶ τὰ τελευταῖα ἰέναι τουτέστιν ἀπὸ κεφαλῆς ἐπὶ πόδας· πράγματα δὲ ἀπὸ τῶν πρὸ αὐτῶν τε καὶ ἐν αὐτοῖς καὶ ὅσα ἐκ τούτων ἐκβαίνειν φιλεῖ· καιροὺς δὲ καὶ τόπους ἐκ τῶν περιεχόντων καὶ ἐν αὐτοῖς ὑπαρχόντων. Τῶν δὲ ἐκ φράσεων αἱ μέν εἰσιν ἁπλαῖ, αἱ δὲ συνεζευγμέναι. Καὶ ἁπλαῖ μέν, ὡς αἱ πεζομαχίας ἢ ναυμαχίας διεξερχόμεναι· συνεζευγμέναι δέ, ὡς αἱ πράγματα καὶ καιροὺς ἅμα συνάπτουσαι, ὥσπερ ὁ Θουκυδίδης τὴν ἐν Σικελίᾳ νυκτομαχίαν ἐκφράζει· μετὰ γὰρ τῆς μάχης ὅπως ἐπράττετο καὶ νυκτὸς ὅπως εἶχεν ὡρίσατο. ᾿Εκφράζοντας δὲ δεῖ τόν τε χαρακτῆρα ἀνειμένον ἐκφέρειν, καὶ διαφόροις ποικίλλειν τοῖς σχήμασι, καὶ ὅλως ἀπομιμεῖσθαι τὰ ἐκφραζόμενα πραγματα.

 

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Aquí tenemos la traducción del número 37:

Una descripción es una composición que expone en detalle y presenta ante los ojos de manera manifiesta el objeto mostrado. Se han de describir personajes y hechos, circunstancias y lugares, animales y, además, árboles. Personajes, como hace Homero:

Era redondeado de hombros, de piel morena, de cabello rizado; (1)

hechos, como combates navales y terrestres, tal como hizo el historiador (2), circunstancias, como primavera y verano, manifestando cuántas flores nacen durante ellas; lugares, como el propio Tucidides llamó “Quimerion” al puerto de los tesprotos, según el aspecto que presenta (3). Es necesario que quienes describen personajes vayan desde el principio hasta el final, esto es, de la cabeza a los pies; si acciones, que empiecen por las anteriores, luego las contemporáneas y, después cuantas suelen producirse como consecuencia de éstas; si circunstancias y lugares, que partan de los elementos que los rodean y que se dan en ellos.

De las descripciones, unas son simples, otras compuestas. Simples, como las que narran combates terrestres y navales; compuestas, como las que combinan a un tiempo hechos y circunstancias, tal como Tucidides describe el combate nocturno de Sicilia, pues además de describir cómo se desarrollaba el combate precisó también cómo tenía lugar por la noche.

Es necesario que quienes describen presenten un estilo suelto (4) y que lo adornen con las diferentes figuras, y, en una palabra, que reproduzcan fielmente los objetos que describen.

 La traducción es de Mª Dolores Reche Martínez, en Gredos.

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Mapa topográfico de Corfú, antigua Corcira (copyright: Eric Gaba (Sting – fr:Sting)

Notas:

1 Homero, Odisea XIX, 246.

2 Es decir, Tucídides, I, 29; 62, etc.

῾Ως δὲ ὁ κῆρύξ τε ἀπήγγειλεν οὐδὲν εἰρηναῖον παρὰ τῶν Κορινθίων καὶ αἱ νῆες αὐτοῖς ἐπεπλήρωντο οὖσαι ὀγδοήκοντα (τεσσαράκοντα γὰρ Ἐπίδαμνον ἐπολιόρκουν), ἀνταναγαγόμενοι καὶ παραταξάμενοι ἐναυμάχησαν· καὶ ἐνίκησαν οἱ Κερκυραῖοι παρὰ πολὺ καὶ ναῦς πέντε καὶ δέκα διέφθειραν τῶν Κορινθίων.

Y una vez que el heraldo no les trajo ninguna palabra de paz de parte de los corintios, y que sus naves, que eran ochenta (pues había cuarenta y tres bloqueando Epidamno) tuvieron la tripulación completa, se hicieron a la mar, dispusieron las naves en línea de combate y trabaron batalla; y vencieron completamente los corcirenses, echando a pique quince naves corintias.

 La traducción es de Francisco Rodríguez Adrados, en Editorial Hernando.

 

3 Tucídides, I 46. Se trataba de un cabo y, como tal, era batido por las olas en invierno; de ahi su nombre Cheimérion = “Invernal”, “Tempestuoso.

᾿Επειδὴ δὲ προσέμειξαν τῆι κατὰ Κέρκυραν ἠπείρωι ἀπὸ Λευκάδος πλέοντες, ὁρμίζονται ἐς Ξειμέριον τῆς Θεσπρωτίδος γῆς. ἔστι δὲ λιμήν, καὶ πόλις ὑπὲρ αὐτοῦ κεῖται ἀπὸ θαλάσσης ἐν τῇ Ἐλαιάτιδι τῆς Θεσπρωτίδος Ἐφύρη. ἐξίησι δὲ παρ’ αὐτὴν Ἀχερουσία λίμνη ἐς θάλασσαν· διὰ δὲ τῆς Θεσπρωτίδος Ἀχέρων ποταμὸς ῥέων ἐσβάλλει ἐς αὐτήν, ἀφ’ οὗ καὶ τὴν ἐπωνυμίαν ἔχει. ῥεῖ δὲ καὶ Θύαμις ποταμός, ὁρίζων τὴν Θεσπρωτίδα καὶ Κεστρίνην, ὧν ἐντὸς ἡ ἄκρα ἀνέχει τὸ Ξειμέριον

Y una vez que viniendo de Léucade llegaron a la costa meridional que está enfrente de Corcira, anclaron en Quimerion, en Tesprotia. Se trata de un puerto encima del cual hay una ciudad llamada Efire, situada lejos del mar, en la región del puerto de Elea, en Tesprotia. Cerca de ella desemboca en el mar la laguna Aquerusia; el río Aqueronte, que corre a través de Tesprotia, desemboca en ella, y le da nombre; también corre allí el río Tiamis, que limita Tesprotia y Cestrina, y entre uno y otro río se eleva el cabo Quimerion.

 La traducción es de Francisco Rodríguez Adrados, en Editorial Hernando.

Acheroussia Lake and Acheron River, during the Antiquity

Lago Aquerusia y río Aqueronte  en la Antigüedad

 The original uploader was Harrygouvas at Greek Wikipedia – Ιδρυμα Μουσείο Τεχνών και Επιστημών Πρέβεζας, Χαράλαμπος Γκούβας. Licensed under CC BY-SA 3

4 Gr. Aneiménon (ἀνειμένον). Se trata del estilo libre de periodos y razonamientos, caracterizado por su sencillez Commentarium in Aphthonii Progymnasmata de J. Sardiano, editado por H. Rabe, en Leipzig, 1928, página 223, 21-22).

5. (Que mentira es de gentes de antaño de que tres son las Gracias habidas). Estos versos 63-64 se refieren, desde luego, al célebre pasaje hesiódico de Teogonía v. 907.

τρεῖς δέ οἱ Εὐρυνόμη Χάριτας τέκε καλλιπαρῄους,

Ὠκεανοῦ κούρη, πολυήρατον εἶδος ἔχουσα,

Ἀγλαΐην τε καὶ Εὐφροσύνην Θαλίην τ᾽ ἐρατεινήν·

Eurínome, hija del Océano, de encantadora belleza, le dio las tres Gracias de hermosas mejillas, Aglaya, Eufrósine y la deliciosa Talía.

 La traducción es de Aurelio Pérez Jiménez, en Gredos.

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Las tres Gracias, escultura en bronce de Juan Bautista Adsuara Ramos. Museo de Bellas Artes de Castellón.

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Inanis loquacitas (I)

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No sé a Ustedes, pero a mí me parece que hay gente que habla mucho, demasiado. Los podemos oír mientras vamos en tren, autobús o metro, o bien sentados en un banco de un parque, o incluso de un templo; nos amenizan el viaje o la espera dando rienda suelta a una verborrea frívola, vacua, narrando sus, a veces, insulsas vicisitudes; otras personas hablan mucho, pero no dicen nada: se enfrascan en conversaciones, o disertaciones, que ocupan mucho tiempo, pero, al final de su exposición, te preguntas: ¿y qué nos dicho en verdad esta persona?.

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Un tercer grupo, muy abundante en nuestro país, es el de aquellos que hablan a tontas y a locas, sin informarse, prejuzgando, juzgando y condenando actitudes de otros, sin aplicar el triple filtro socrático, mientras son incapaces de aplicar una mínima dosis de autocrítica a sus propias actitudes. Son los que ven la mota en ojo ajeno y no la viga en el propio: lo leemos en Lucas 6, 41-42:

τί δὲ βλέπεις τὸ κάρφος τὸ ἐν τῶ ὀφθαλμῶ τοῦ ἀδελφοῦ σου, τὴν δὲ δοκὸν τὴν ἐν τῶ ἰδίῳ ὀφθαλμῶ οὐ κατανοεῖς; πῶς δύνασαι λέγειν τῶ ἀδελφῶ σου, ἀδελφέ, ἄφες ἐκβάλω τὸ κάρφος τὸ ἐν τῶ ὀφθαλμῶ σου, αὐτὸς τὴν ἐν τῶ ὀφθαλμῶ σοῦ δοκὸν οὐ βλέπων; ὑποκριτά, ἔκβαλε πρῶτον τὴν δοκὸν ἐκ τοῦ ὀφθαλμοῦ σοῦ, καὶ τότε διαβλέψεις τὸ κάρφος τὸ ἐν τῶ ὀφθαλμῶ τοῦ ἀδελφοῦ σου ἐκβαλεῖν

¿Por qué te fijas en la mota que lleva tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la mota de tu ojo, cuando no ves la viga del tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás distinguir para sacar la mota del ojo de tu hermano.

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En el país de la picaresca, del enchufe, de la corrupción a pequeña escala nos ponemos las manos en la cabeza por la corrupción (ahora en época de crisis y postcrisis, no en la de vacas flacas) de otros, generalizamos, metemos a todos en el mismo saco, no aplicamos la presunción de inocencia, hundimos la reputación (y la vida) de personas, que luego se demuestra que son inocentes y le damos a la sin hueso con una ligereza que asusta. La misma chafardería (palabra procedente del catalán xafardejar y ésta de safareig (lavadero-, por ser lugar habitual para los chismorreos y cotilleos, cuando era costumbre lavar allí la ropa; procedente, a su vez, del árabe vulgar ṣahrîǧ¸ “charco”, probablemente de origen iranio) es aplicable a la gente que gusta y se recrea en hablar de intimidades del prójimo.

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Espacios dados a esta verborrea son las tertulias políticas, en las que se repiten argumentos glosando la actualidad, o en bodrios que cuesta entender sean seguidos por una cuota de televidentes tan amplia como la ¿tertulia? o ¿debate? de Gran Hermano o la, para mí, surrealista presencia en la parrilla de televisión de programas como Sálvame Deluxe. Creo que son los mejores ejemplos de esta inanis loquacitas.

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Se atribuye a Zenón de Citio, fundador de la escuela estoica, la frase nos han sido dadas dos orejas, pero sólo una boca, para que podamos oír más y hablar menos. Literalmente lo hallamos así en Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos VII, 1 (Zenón), 23:

Πρὸς τὸ φλυαροῦν μειράκιον, «Διὰ τοῦτο,» εἶπε, «δύο ὦτα ἔχομεν, στόμα δὲ ἕν, ἵνα πλείονα μὲν ἀκούωμεν, ἥττονα δὲ λέγωμεν.»

A un joven que hablaba demasiado, le dijo: “Tenemos dos orejas, y una boca para oír mucho y hablar poco”.

Y en el 24, Diógenes añade:

Ἐν συμποσίῳ κατακείμενος σιγῇ τὴν αἰτίαν ἠρωτήθη· ἔφη οὖν τῷ ἐγκαλέσαντι ἀπαγγεῖλαι πρὸς τὸν βασιλέα ὅτι παρῆν τις σιωπᾶν ἐπιστάμενος.

Hallándose una vez en un convite sin hablar ni palabra alguna, y preguntándole la causa de su silencio, respondió: “Dirás al rey que hay uno aquí que sabe callar”.

La traducción es de José Ortiz y Sainz, en Gredos.

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Busto de mármol de Zenón de Citio de la colección Farnese. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles

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Parece que Zenón tenía justa fijación en la oportunidad al hablar, porque en el 21 dice también:

Νεανίσκου πολλὰ λαλοῦντος ἔφη, «Τὰ ὦτά σου εἰς τὴν γλῶτταν συνερρύηκεν.»

A un joven que hablaba mucho, le dijo: “Tus orejas se han confundido ya con la lengua”.

José Ortiz dice en nota al pie:

Como si dijéramos: “Tu lengua habla ya tanto cuanto tus orejas oyen, puesto que éstas oyen muchas voces a un tiempo”.

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Para ilustrar esta necia locuacidad viene, de nuevo, en nuestro auxilio Aulo Gelio y sus Noches Áticas, en este caso el capítulo XV del libro I, que ofreceremos con traducción castellana, basada en la catalana del sacerdote Cebrià Montserrat, en la Fundación Bernat Metge.

Quam inportunum vitium plenumque odii sit futtilis inanisque loquacitas et quam multis in locis a principibus utriusque linguae viris detestatione iusta culpata sit.

[1] Qui sunt leves et futtiles et inportuni locutores quique nullo rerum pondere innixi verbis uvidis et lapsantibus diffluunt, eorum orationem bene existimatum est in ore nasci, non in pectore; linguam autem debere aiunt non esse liberam nec vagam, sed vinclis de pectore imo ac de corde aptis moveri et quasi gubernari. [2] Sed enim videas quosdam scatere verbis sine ullo iudicii negotio cum securitate multa et profunda, ut loquentes plerumque videantur loqui sese nescire.

De cómo es de impertinente y enojosa una vana y frívola locuacidad, y de cómo en muchos lugares ha sido reprobada por insignes autores griegos y latinos, en una justa detestación.

[1] A propósito de aquéllos que hablan ligeramente y frívolamente y de una manera inoportuna, y de aquéllos que, sin sopesar las cosas, dejan ir palabras insípidas y resbaladizas, se ha dicho con razón que sus palabras les manan de la boca, no del corazón. Se ha dicho que la lengua no tiene que ser libre y ociosa, sino que tiene que moverse y casi ser gobernada por vínculos que viene del fondo del pecho y el corazón. [2] Mira, en efecto, cómo a muchos las palabras les fluyen de forma abundante sin nada de sentido, a pesar del aplomo y firmeza con que hablan, de donde se deriva que muchos hablan como si olvidaran a menudo que lo están haciendo.

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Siguiendo con nuestra serie sobre delfines, vamos con un autor que ofrece numerosas anécdotas de estos cetáceos: Claudio Eliano. En el libro I, capítulo 18, de su Historia de los animales, también conocido como De natura animalium, nos habla del instinto maternal del delfín hembra:

Θαυμάζουσιν ἄνθρωποι τὰς γυναῖκας ὡς ἄγαν φιλοτέκνους· ὁρῶ δὲ ὅτι καὶ τεθνεώτων υἱῶν ἢ θυγατέρων ἔζησαν μητέρες, καὶ τῷ χρόνῳ τοῦ πάθους εἰλήφασι λήθην τῆς λύπης μεμαρασμένης. δελφὶς δὲ ἄρα θῆλυς φιλοτεκνότατος ἐς τὰ ἔσχατα ζῴων ἐστί. Τίκτει μὲν γὰρ δύο **· ὅταν δὲ ἁλιεὺς · τρώσῃ τὸν παῖδα αὐτῆς τῇ τριαίνῃ · τῇ ἀκίδι βάλῃ **.

Se admiran los hombres del amor que las mujeres sienten por sus hijos; mas yo veo que madres, cuyos hijos o hijas murieron, continúan viviendo y, con el tiempo, se olvidan de sus sufrimientos, desaparecido ya el dolor. Por el contrario, el delfín hembra excede a todos los animales en el amor a su prole. Pare dos *** y cuando el pescador hiere a un hijo suyo con el arpón o le alcanza con la punta de un dardo ***.

 ῾Η μὲν ἀκὶς τὰ ἄνω τέτρηται, καὶ ἐνῆπται σχοῖνος μακρὰ αὐτῇ, οἱ δὲ ὄγκοι ἐσδύντες ἔχονται τοῦ θηρός. Καὶ ἕως μὲν ἔτι ῥώμης ὁ δελφὶς ὁ τραυματίας μετείληχε, χαλὰ ὁ θηρατὴς τὴν σχοῖνον, ἵνα μή ποτε ἄρα ὑπὸ τῆς βίας ἀπορρήξῃ αὐτήν, καὶ γένηταί οἱ δύο κακώ, ἔχων τε ἀπέλθῃ τὴν ἀκίδα ὁ δελφὶς καὶ ἀθηρίᾳ περιπέσῃ αὐτός· ὅταν δὲ αἴσθηται καμόντα καί πως παρειμένον ἐκ τοῦ τραύματος, ἡσυχῆ παρ᾿ αὐτὴν ἄγει τὴν ναῦν, καὶ ἔχει τὴν ἄγραν.

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El dardo en la parte superior tiene un agujero y una larga cuerda lo traspasa, mientras que la punta, hundiéndose, hace presa en el cetáceo. Y mientras el delfín herido conserva su vigor, el pescador afloja la cuerda para que aquél no pueda romperla a causa de su violencia y para que a él mismo no le sobrevengan dos infortunios, a saber, que el delfín se marche con el dardo y que él quede burlado en su propósito; cuando advierte el pescador que el cetáceo se cansa y está algo debilitado por la herida, lleva la barca despacio cerca y saca a tierra su presa.

ἡ δὲ μήτηρ οὐκ ὀρρωδεῖ τὸ πραχθέν, οὐδὲ ἀναστέλλεται δείσασα, ἀλλ᾿ ἀπορρήτῳ φύσει τῷ πόθῳ τοῦ παιδὸς ἕπεται· καὶ δείματα ὁπόσα ἐθέλεις εἰ ἐπάγοις, ἣ δὲ οὐκ ἐκπλήττεται, τὸν παῖδα οὐχ ὑπομένουσα ἀπολιπεῖν ἐν ταῖς φοναῖς ὄντα, ἀλλὰ καὶ ἐκ χειρὸς αὐτὴν πατάξαι πάρεστιν· οὕτως ὁμόσε χωρεῖ τοῖς βάλλουσιν, ὥσπερ οὖν ἀμυνουμένη. καὶ ἐκ τούτων συναλίσκεται τῷ παιδί, σωθῆναι παρὸν καὶ ἀπελθεῖν αὐτήν.

Pero la madre no se asusta ante lo sucedido ni escapa amedrentada, sino que, por un misterioso instinto, sigue anhelante a su hijo. Y por más terrores que uno quiera poner frente a ella, no se asustará ni consentirá en abandonar a su hijo, que está en trance de muerte, sino que hasta es posible cogerla con la mano, ¡a tan poca distancia se pone de los pescadores, como si quisiera rechazarlos! Sucede, por fin, que los hombres la capturan juntamente con su hijo, siendo notorio que pudo salvarse con la huida

Εἰ δὲ ἄμφω τὰ ἔκγονα αὐτῇ παρείη, καὶ νοήσειε τετρῶσθαι τὸν ἕτερον καὶ ἄγεσθαι, ὡς προεῖπον, διώκει τὸν ὁλόληρον καὶ ἀπελαύνει τήν τε οὐρὰν ἐπισείουσα καὶ δάκνουσα τῷ στόματι, καὶ φυσὰ φύσημά τι ἄσημον μέν, ἧ δύναται, σύνθημα δὲ τῆς φυγῆς ἐνδιδοῦσα σωτήριον. καὶ ὃ μὲν ἀπαλλάττεται, μέ-νει δὲ αὐτὴ ἔστ᾿ ἂν αἱρεθῇ, καὶ συναποθνήσκει τῷ ἑαλωκότι.

Y si están con ella las dos crías y advierte que una de las dos ha sido herida y que se la llevan, como dije antes, persigue al que está ileso y le empuja moviendo su cola y dándole mordiscos; y, lo mejor que puede, da un resoplido indistinto, que es la contraseña salvadora para huir. El hijo se pone a salvo, pero ella se queda hasta que es capturada y muere juntamente con el otro hijo cautivo.

 

La traducción es de José María Díaz-Regañón López, en Gredos.

 

De nuevo, en esta miniserie sobre delfines, acudimos a Claudio Eliano, quien, en su Historia de los animales, libro II, capítulo 6, refiere la historia de un delfín y un muchacho de Poroselene (isla y ciudad entre Lesbos y Asia Menor).

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Τὴν τῶν δελφίνων φιλομουσίαν καὶ τὸ τῶν αὐτῶν ἐρωτικόν, τὸ μὲν ᾄδουσι Κορίνθιοι, καὶ ὁμολογοῦσιν αὐτοῖς Λέσβιοι, τὸ δὲ ᾿Ιῆται· Τὰ μὲν ᾿Αρίονος τοῦ Μηθυμναίου ἐκεῖνοι, τά γε μὴν ἐν τῇ ᾿Ιῳ ὑπὲρ τοῦ παιδὸς τοῦ καλοῦ καὶ τῆς νήξεως αὐτοῦ καὶ τοῦ δελφῖνος οἱ ἕτεροι. λέγει δὲ καὶ Βυζάντιος ἀνήρ, Λεωνίδης ὄνομα, ἰδεῖν αὐτὸς παρὰ τὴν Αἰολίδα πλέων ἐν τῇ καλουμένῃ Ποροσελήνῃ πόλει δελφῖνα ἠθάδα καὶ ἐν λιμένι τῷ ἐκείνων οἰκοῦντα καὶ ὥσπερ οὖν ἰδιοξένοις χρώμενον τοῖς ἐκεῖθι.

Los corintios, y con ellos los lesbios, celebran el amor a la música de los delfines, y los habitantes de Íos, su condición afectuosa. Los lesbios cuentan la historia de Arión de Metimna, pero los habitantes de Íos cuentan lo concerniente al hermoso muchacho de la isla, a su diversión natatoria y al delfín. Un individuo de Bizancio llamado Leónidas cuenta que, mientras navegaba costeando la Eólide, vio con sus propios ojos, en la ciudad llamada Poroselene, un delfín domesticado que vivía en la playa y que se comportaba con los naturales como si fueran amigos personales.

Καὶ ἐπί γε τούτῳ ὁ αὐτὸς λέγει πρεσβῦτίν τινα καὶ γέροντα δὲ συνοικοῦντα αὐτῇ ἐκθρέψαι τόνδε τὸν τρόφιμον δελέατά οἱ προτείνοντας καὶ μάλα γε ἐφολκά. Καὶ μέντοι καὶ ὁμότροφός οἱ ἦν ὁ τῶν πρεσβυτῶν υἱός, καὶ ἐτιθηνοῦντο ἄμφω τὸν δελφῖνα καὶ τὸν παῖδα τὸν σφέτερον, καί πως ἐκ τῆς συντροφίας ἐλαθέτην ἐς ἔρωτα ἀλλήλων ὑπελθόντε ὅ τε ἄνθρωπος καὶ τὸ ζῷον, καί, τοῦτο δὴ τὸ ᾀδόμενον, ὑπέρσεμνος  ἀντέρως ἐτιμᾶτο ἐν τοῖς προειρημένοις. ῾Ο τοίνυν δελφὶς ὡς μὲν πατρίδα ἐφίλει τὴν Ποροσελήνην, ὡς δὲ ἴδιον οἶκον ἠγάπα τὸν λιμένα, καὶ δὴ καὶ τὰ τροφεῖα τοῖς θρεψαμένοις ἀπεδίδου.

 Y refiere que una pareja de ancianos alimentaba a este hijo adoptivo ofreciéndole los más apetitosos bocados. Además, el hijo de los ancianos era criado juntamente con el delfín y el matrimonio cuidaba de ambos, y, en cierta manera, a causa de la convivencia el muchacho y el cetáceo poco a poco llegaron a amarse el uno al otro sin darse cuenta y, como se repite vulgarmente, «una mutua y augustísima corriente amorosa creció” entre ellos. Resultó, pues, que el delfín amaba ya a Poroselene como a su patria y cogió tanto apego al puerto como a su propio hogar y, lo que es más, devolvía a los que habían cuidado de él el pago del alimento que le habían procurado.

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Frontispicio de las Noches Áticas de Aulo Gelio en la edición de Gronovius (1688)

Dejábamos el anterior capítulo con el texto latino del capítulo 9 del libro V de las Noches Áticas de Aulo Gelio, en el que se refiere una anécdota de uno de los hijos de Creso, de quien no sabemos el nombre, y que era mudo. Ya sabemos que el otro hijo, muerto en una cacería e joven, era Atis.

Aquí tenemos la traducción hecha con la ayuda de la versión catalana del sacerdote Cebrià Montserrat en la Fundación Bernat Metge:

Anécdota referente a un hijo mudo de Creso, tomada de los libros de Heródoto.

Un hijo del rey Creso, cuando ya tenía, por edad, capacidad de hablar, seguía sin hacerlo y, habiendo llegado ya a la plena adolescencia, no podía articular una sola palabra. Durante mucho tiempo, pues, pasó por mudo e incapaz de hablar. Cuando su padre fue derrotado en una gran batalla y fue tomada la ciudad en la que se encontraba, viendo el joven príncipe que un soldado enemigo lo embestía con la espada desenvainada, ignorando que fuera el rey, abrió la boca afanándose por hablar y aquel esfuerzo y empuje impetuoso deshizo el nudo que le trababa la lengua y comenzó a hablar pronunciando palabras claras y bien articuladas, para que el soldado no matara a Creso. Entonces el enemigo bajó la espada, el rey quedó con vida y el joven comenzó a hablar en adelante sin interrupción. Heródoto narra este hecho en su Historia e inserta las siguientes palabras que, según él dice, fueron las primeras que pronunció el hijo de Creso: “Hombre, no mates a Creso”.

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Se cuenta también de un atleta samio, de nombre Equecles, que no habiendo sido antes capaz de hablar, por una causa similar empezó a hablar. Habiendo notado, en efecto, que en una lucha de carácter sagrado no se hacía de buena fe el sorteo entre ellos mismos (los samios) y sus adversarios y que se cambiaba el nombre de uno de los favoritos, atacó de repente al que sacaba las suertes, haciéndole saber a grandes gritos que se daba cuenta de lo que hacía. Y liberado de la atadura que tenía en la lengua se expresó todo el resto de su vida sin entorpecimiento ni tartamudeo.

Evidentemente, esta anécdota nos lleva, como indica Aulo Gelio, a Heródoto, y en concreto a sus Historias, I, 85:

κατ᾽ αὐτὸν δὲ Κροῖσον τάδε ἐγίνετο. ἦν οἱ παῖς, τοῦ καὶ πρότερον ἐπεμνήσθην, τὰ μὲν ἄλλα ἐπιεικής, ἄφωνος δέ. ἐν τῇ ὦν παρελθούσῃ εὐεστοῖ ὁ Κροῖσος τὸ πᾶν ἐς αὐτὸν ἐπεποιήκεε, ἄλλα τε ἐπιφραζόμενος, καὶ δὴ καὶ ἐς Δελφοὺς περὶ αὐτοῦ ἐπεπόμφεε χρησομένους. ἡ δὲ Πυθίη οἱ εἶπε τάδε.

Λυδὲ γένος, πολλῶν βασιλεῦ, μέγα νήπιε Κροῖσε,

μὴ βούλου πολύευκτον ἰὴν ἀνὰ δώματ᾽ ἀκούειν

παιδὸς φθεγγομένου. τὸ δέ σοι πολὺ λώιον ἀμφὶς

ἔμμεναι· αὐδήσει γὰρ ἐν ἤματι πρῶτον ἀνόλβῳ.

ἁλισκομένου δὴ τοῦ τείχεος, ἤιε γὰρ τῶν τις Περσέων ἀλλογνώσας Κροῖσον ὡς ἀποκτενέων, Κροῖσος μέν νυν ὁρέων ἐπιόντα ὑπὸ τῆς παρεούσης συμφορῆς παρημελήκεε, οὐδὲ τί οἱ διέφερε πληγέντι ἀποθανεῖν· ὁ δὲ παῖς οὗτος ὁ ἄφωνος ὡς εἶδε ἐπιόντα τὸν Πέρσην, ὑπὸ δέους τε καὶ κακοῦ ἔῤῥηξε φωνήν, εἶπε δὲ «ὤνθρώπε, μὴ κτεῖνε Κροῖσον.» οὗτος μὲν δὴ τοῦτο πρῶτον ἐφθέγξατο, μετὰ δὲ τοῦτο ἤδη ἐφώνεε τὸν πάντα χρόνον τῆς ζόης.

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Estátero de oro, con representación de un león y una cabra, acuñado en tiempos de Creso.

Y en cuanto al propio Creso, he aquí lo que le ocurrió. Tenía un hijo —al que ya he hecho alusión con anterioridad, dotado de todas las cualidades, pero mudo. Pues bien, durante su ya pretérito poderío. Creso lo había intentado todo por él y, entre otras soluciones que había considerado, había enviado a consultar el oráculo de Delfos sobre su caso. Y la Pitia le contesto lo siguiente:

Hijo de Lidia, rey de muchos pueblos, Creso, grandísimo necio,

No pretendas oír en tu morada el tono anhelado

De la voz de tu hijo. Más te vale que eso quede lejos,

Pues a hablar comenzara en un funesto día.

Efectivamente, al ser tomada la plaza, un persa, sin reconocer a Creso, se iba hacia el con ánimo de darle muerte. Por su parte Creso, en medio de su presente desastre, al ver que se le echaba encima, no había tomado precaución alguna ni le importaba lo mas mínimo morir bajo sus golpes; sin embargo, su hijo, el mudo en cuestión, al ver atacar al persa, presa de angustiosa zozobra, rompió a hablar y exclamó: “ !Soldado, no mates a Creso!”. Esas fueron, pues, sus primeras palabras y, en lo sucesivo, ya pudo hablar durante toda su vida.

Valerio Máximo, en el libro I, 8 de sus Factorvm et dictorvm memorabilivm libri novem, ext. 4, se refiere al atleta samio citado:

Hoc modo fortuna saeviens uocem ademit, illo propitia donavit. Echecles Samius athleta mutus, cum ei victoriae, quam adeptus erat, titulus et praemium eriperetur, indignatione accensus vocalis evasit.

De este modo la fortuna, enfurecida, le (se refiere a la mujer del ateniense Nausímenes que contempló el estupro de su hijo e hija y enmudeció) quitó la voz, a este otro, propicia, se la dio. Equecles, el samio, un atleta mudo, cuando le era arrebatado el título y premio de la victoria, que había alcanzado, enardecido por la indignación, habló.

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Otra alusión al hijo mudo de Creso la hallamos en Cicerón, De divinatione I, 53, 121:

Idemque mittit et signa nobis eius generis qualia permulta historia tradidit, quale scriptum illud videmus: si luna paulo ante solis ortum defecisset in signo Leonis, fore ut armis Dareus et Persae ab Alexandro et Macedonibus [proelio] vincerentur Dareusque moreretur; et si puella nata biceps esset, seditionem in populo fore, corruptelam et adulterium domi; et si mulier leonem peperisse visa esset, fore, ut ab exteris gentibus vinceretur ea res publica, in qua id contigisset. Eiusdem generis etiam illud est quod scribit Herodotus, Croesi filium, cum esset infans, locutum; quo ostento regnum patris et domum funditus concidisse. Caput arsisse Servio Tullio dormienti quae historia non prodidit? Ut igitur qui se tradidit quieti praeparato animo cum bonis, cogitationibus, tum rebus ad tranquillitatem adcommodatis, certa et vera cernit in somnis, sic castus animus purusque vigilantis et ad astrorum et ad avium reliquorumque signorum et ad extorum veritatem est paratior.

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Él (el espíritu divino) es, pues, quien nos manda las diferentes señales de que hablan todas las historias, en la que vemos que si la Luna desaparece poco antes de que salga el Sol, en la constelación de León, era señal de que Darío y los persas serían vencidos por Alejandro y los macedonios, y hasta de qué moriría Darío; o bien, si nacía en alguna parte una niña con dos cabezas, el pueblo estaba amenazado de sedición y la familia de mancha y adulterio. Si una mujer soñaba que daba a luz un león, la república en que esto ocurría debía caer bajo el dominio extranjero. De este género es lo que nos refiere Heródoto: el hijo de Creso, niño mudo, había hablado, y el prodigio anunciaba la total ruina del reino de su padre y de su familia. ¿Qué historia no habla de la cabeza de Servio Tullio, coronada de llamas durante su sueño? Pero así como el que se entrega al descanso distingue claramente la verdad de sus sueños si su espíritu está tranquilo y si le ha nutrido con buenos pensamientos, así también la pureza e inocencia del alma es la mejor preparación para observar los astros, las aves y demás señales, como para el descubrimiento de la verdad.

Traducción de Francisco Navarro y Calvo y Luis David de los Arcos, obtenida de aquí.

Y así finalizamos esta serie, iniciada para dar cuenta de la anécdota de un hijo mudo de Creso, que nos ha servido finalmente para hacer un repaso de las fuentes clásicas grecolatinas sobre la interesante figura del rey de Lidia., del cual hay más información en este lugar.

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Solon before Croesus / Solón ante Creso (ca. 1650-1652), óleo sobre lienzo de 61 x 89 cm., de Nikolaus Knüfer. J. Paul Getty Museum, Los Ángeles

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Tate; (c) Tate; Supplied by The Public Catalogue Foundation

Tate; (c) Tate; Supplied by The Public Catalogue Foundation

The parting of Hero and Leander (1827), óleo y hoja de metal sobre lienzo de 118 x 118 cm, de William Etty. Tate Gallery de Londres

Y proseguimos nuestro recorrido por el poema Hero y Leandro de Museo el Gramático llegando ya a los versos 55- 66.

 

Ἡ δὲ θεῆς ἀνὰ νηὸν ἐπῴχετο παρθένος Ἡρὼ 55

μαρμαρυγὴν χαρίεσσαν ἀπαστράπτουσα προσώπου

οἷά τε λευκοπάρῃος ἐπαντέλλουσα Σελήνη.

ἄκρα δὲ χιονέης φοινίσσετο κύκλα παρειῆς

ὡς ῥόδον ἐκ καλύκων διδυμόχροον. ἦ τάχα φαίης

Ἡροῦς ἐν μελέεσσι ῥόδων λειμῶνα φανῆναι·60

χροιὴ γὰρ μελέων ἐρυθαίνετο, νισσομένης δὲ

καὶ ῥόδα λευκοχίτωνος ὑπὸ σφυρὰ λάμπετο κούρης.

πολλαὶ δ’ ἐκ μελέων χάριτες ῥέον. οἱ δὲ παλαιοὶ

τρεῖς Χάριτας ψεύσαντο πεφυκέναι· εἷς δέ τις Ἡροῦς

ὀφθαλμὸς γελόων ἑκατὸν Χαρίτεσσι τεθήλει. 65

ἀτρεκέως ἱέρειαν ἐπάξιον εὕρατο Κύπρις.

 

Por el templo de la diosa caminaba la virgen Hero, y el grato fulgor del relámpago despedía de su rostro, como la luna de albas mejillas cuando se levanta. Por sus bordes redondos purpureaban sus mejillas de nieve, como la rosa que del cáliz brota bicolor. Dirías tal vez que en los miembros de Hero asomaba un prado de rosas, pues la piel de sus miembros teñíase del color del rubor. Y al pasar la muchacha de blanco lucíanle también rosas debajo de sus tobillos. Gracias sin cuento fluían de sus miembros. Que mentira es de gentes de antaño de que tres son las Gracias habidas. Un solo ojo de Hero riente en Gracias a ciento abundaba. ¡Bien supo hallar Cipris sacerdotisa que la mereciera!

 

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Las tres Gracias (1630 – 1635), óleo sobre tabla de madera de roble de 220,5 x 182 cm de Peter Paulus Rubens. Museo del Prado, Madrid

  1. (Como la luna de albas mejillas…) Comienza aquí, con la detallada écfrasis de la belleza de Hero, una larga serie de paralelos con Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte I, 4, un pasaje de inspiración platónica y ciertamente emblemático de la teoría erótica antigua. También el rostro de Leucipa fue a los ojos de Clitofonte como un relámpago, lo cual le hace comparar a la heroína con Selene:

ἐν μέσοις δὲ ἦν γυνὴ μεγάλη καὶ πλουσία τῇ στολῇ. Ὡς δὲ ἐνέτεινα τοὺς ὀφθαλμοὺς ἐπ᾿ αὐτήν, ἐν ἀριστερᾷ παρθένος ἐκφαίνεταί μοι, καὶ καταστράπτει μου τοὺς ὀφθαλμοὺς τῷ προσώπῳ. Ὡς δὲ ἐνέτεινα τοὺς ὀφθαλμοὺς ἐπ᾿ αὐτήν, ἐν ἀριστερᾷ παρθένος ἐκφαίνεταί μοι, καὶ καταστράπτει μου τοὺς ὀφθαλμοὺς τῷ προσώπῳ. Τοιαύτην εἶδον ἐγώ ποτε ἐπὶ ταύρῳ γεγραμμένην Σελήνην: ὄμμα γοργὸν ἐν ἡδονῇ: κόμη ξανθή, τὸ ξανθὸν οὖλον: ὀφρὺς μέλαινα, τὸ μέλαν ἄκρατον: λευκὴ παρειά, τὸ λευκὸν ἐς μέσον ἐφοινίσσετο καὶ ἐμιμεῖτο πορφύραν, οἵαν εἰς τὸν ἐλέφαντα Λυδία βάπτει γυνή: τὸ στόμα ῥόδων ἄνθος ἦν, ὅταν ἄρχηται τὸ ῥόδον ἀνοίγειν τῶν φύλλων τὰ χείλη. Ὡς δὲ εἶδον, εὐθὺς ἀπωλώλειν: κάλλος γὰρ ὀξύτερον τιτρώσκει βέλους καὶ διὰ τῶν ὀφθαλμῶν ἐς τὴν ψυχὴν καταρρεῖ: ὀφθαλμὸς γὰρ ὁδὸς ἐρωτικῷ τραύματι.

Πάντα δέ με εἶχεν ὁμοῦ, ἔπαινος, ἔκπληξις, τρόμος, αἰδώς, ἀναίδεια: ἐπῄνουν τὸ μέγεθος, ἐκπεπλήγμην τὸ κάλλος, ἔτρεμον τὴν καρδίαν, ἔβλεπον ἀναιδῶς, ᾐδούμην ἁλῶναι: τοὺς δὲ ὀφθαλμοὺς ἀφέλκειν μὲν ἀπὸ τῆς κόρης ἐβιαζόμην, οἱ δὲ οὐκ ἤθελον, ἀλλ᾿ ἀνθεῖλκον ἑαυτοὺς ἐκεῖ τῷ τοῦ κάλλους ἑλκόμενοι πείσματι, καὶ τέλος ἐνίκησαν.

Lawrence Alma-Tadema mujer griega

A Greek woman (mujer griega, 1869), óleo sobre lienzo de 47 x 66 cm. de Sir Lawrence Alma-Tadema. Colección privada

En medio venía una señora alta y con un rico atuendo. Y al fijar en ella la mirada, a su izquierda se me muestra una mocita cuyo rostro fue un relámpago a mis ojos. Como ella yo vi en una ocasión pintada a Selene sobre un toro: una mirada placenteramente inquietante; una melena rubia, de un rubio ensortijado; negras cejas, del negro más puro; mejilla blanca, con un blanco que hacia su centro enrojecía e imitaba el color de la púrpura en que bañan el marfil las mujeres de Lidia, y la boca era una rosa cuando la rosa comienza a abrir los labios de sus pétalos. Nada más verla, al punto estuve perdido, pues la belleza hiere más profundamente que un dardo y se desliza por los ojos hasta el alma, ya que el ojo es la vía para la herida amorosa. Y toda clase de impresiones me dominaban a la vez: admiración, pasmo, temblor, vergüenza, desvergüenza. Admiraba su estatura, me pasmaba de su belleza, me palpitaba el corazón, la miraba con impudor, me daba vergüenza de ser sorprendido así. Me forzaba a desprender mis ojos de la muchacha, pero ellos no querían: al contrario, se aferraban allí, arrastrados por la seducción de la belleza, y triunfaron al final.

La traducción es de Máximo Brioso Sánchez, en Gredos.

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La comparación expresa con la luna ya se encuentra en Ovidio, Heroidas XVIII, 71 y siguientes:

Quantum, cum fulges radiis argentea puris,

concedunt flammis sidera cuncta tuis,

tanto formosis formosior omnibus illa est;

si dubitas, caecum, Cynthia, lumen habes.’

haec ego vel certe non his diversa locutus

per mihi cedentes sponte ferebar aquas.

unda repercussae radiabat imagine lunae

et nitor in tacita nocte diurnus erat.

“Cuanto ceden a tu fulgor los astros todos cuando brillas plateada con rayos resplandecientes, tanto entre todas las hermosas es ella la más hermosa. Si lo dudas, Cintia, es que tienes ciegos los ojos” Diciendo yo esto, o algo similar a esto, me conducía de noche a través de unas ondas que cedían a mi impulso. El mar resplandecía por la imagen de la luna en él reflejada, y claridad del día había en la noche callada.

La traducción es de Francisca Moya del Baño, en Alma Mater (CSIC).

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  1. (Debajo de sus tobillos). Podemos compararlo con Nono, Dionisíacas X, 189 s.

ἐκ μελέων δ᾽ ὅλον εἶαρ ἐφαίνετο: νισσομένου δὲ

ἐκ ποδὸς ἀργυφέοιο ῥόδων ἐρυθαίνετο λειμών:

εἰ δὲ βοογλήνων φαέων εὐφεγγέι κύκλῳ

ὀφθαλμοὺς ἐλέλιζεν, ὅλη σελάγιζε Σελήνη.

τὸν μὲν ἔχων Διόνυσος ὁμέψιον, ἁβρὸν ἀθύρων,

εἴρετο θαμβαλέην προχέων ἐπὶ κάλλεϊ φωνὴν

ὡς βροτός, ἀθανάτην δὲ δολοπλόκος ἔκρυφε μορφήν:

 

De su rosada boca brotaba una voz de dulce acento, y la primavera toda surgía de entre sus miembros; a causa de su plateado pie ambulante, el prado enrojecía de rosas; y si tornaba sus ojos con su muy brillante círculo de resplandores como ojos de buey; Selene toda brillaba. Dioniso lo tenía como compañero de juegos, y con él se divertía tiernamente; le hablaba como mortal, con una voz admirada por su belleza y, urdidor de astucias, ocultaba su inmortal naturaleza.

 Este texto pertenece a la historia de Ámpelo (que significa “cepa de vid”), joven amado por Dioniso, hijo de un sátiro y una ninfa. Ocupa el final de este canto X de las Dionisíacas y los dos siguientes.

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Proseguimos con algunas fuentes clásicas sobre los delfines. Nosotros ya dedicamos en nuestro anterior blog, que sigue en barbecho en la red, allá por el 2007, una serie a los delfines con motivo de la aparición en los exámenes de Latín II de selectividad de un texto de Plinio el Viejo sobre estos graciosos y simpáticos animalitos. El texto era una fusión de los capítulos 20 y 24 del libro IX de la Historia Natural, ambos referidos al delfín, en concreto a la especie delphinus delphis, que habita en el Mediterráneo y cuyo tamaño oscila entre los 2’5 y los 4 metros de longitud. Éstos son los fragmentos:

20 Velocissimum omnium animalium, non solum marinorum, est delphinus, ocior volucre, acrior telo, ac nisi multum infra rostrum os illi foret medio paene in ventre, nullus piscium celeritatem eius evaderet.(…)

24. Delphinus non homini tantum amicum animal, verum et musicae arti, mulcetur symphoniae cantu, set praecipue hydrauli sono.

Y esto lo que apareció en el examen de las PAU de aquel junio de 2007:

Velocissimus omnium animalium, non solum marinorum, est delphinus, ocior volucre, acrior telo, ac, nisi multum infra rostrum os illi esset medio paene in ventre, nullus piscium celeritatem eius evaderet. (…). Delphinus non homini tantum amicus est, verum et musicae arti.

La traducción del fragmento que hace Josefa Cantó, en Cátedra Letras Universales es ésta:

“El delfín es el más veloz de todos los animales, no sólo de los marinos; es más rápido que un pájaro, más agudo que un dardo y si no tuviese la boca mucho más abajo que el hocico, casi en mitad del vientre, ningún pez escaparía a su rapidez. El delfín no es sólo un animal amigo del hombre, sino que además se amansa con la música, (con el canto armónico y sobre todo con el sonido del órgano hidráulico).

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Lago Lucrino

En el capítulo 25, del mismo libro IX, Plinio refiere esta historia:

Divo Augusto principe Lucrinum lacum invectus pauperis cuiusdam puerum ex Baiano Puteolos in ludum litterarium itantem, cum meridiano immorans appellatum eum simonis nomine saepius fragmentis panis, quem ob iter ferebat, adlexisset, miro amore dilexit. pigeret referre, ni res Maecenatis et Fabiani et Flavii Alfii multorumque esset litteris mandata. Quocumque diei tempore inclamatus a puero, quamvis occultus atque abditus, ex imo advolabat pastusque e manu praebebat ascensuro dorsum, pinnae aculeos velut vagina condens, receptumque Puteolos per magnum aequor in ludum ferebat simili modo revehens pluribus annis, donec morbo extincto puero subinde ad consuetum locum ventitans tristis et maerenti similis ipse quoque, quod nemo dubitaret, desiderio expiravit.

Durante el reinado del divino Augusto, un delfín que había entrado en el lago Lucrino tomó mucho cariño a un niño pobre que desde Bayas iba a Puteólos a la escuela, porque se detenía a mediodía, lo llamaba con el nombre de Simón y a menudo lo atraía con trozos de pan que llevaba para el camino – no contaría esta historia si no estuviese recogida en las obras de Mecenas, Fabiano, Flavio Alfio y muchos otros -; en cualquier momento del día en que lo llamase el niño, aunque estuviese oculto y escondido, el delfín acudía desde las profundidades y, después de comer de su mano, le ofrecía el lomo para que montase, escondiendo los aguijones de su aleta dorsal como en una vaina, y una vez arriba lo llevaba a Puteólos a la escuela a través del mar inmenso y lo devolvía de la misma forma, durante varios años; cuando, a causa de una enfermedad, murió el niño, el delfín volvió una y otra vez al lugar acostumbrado, triste, semejante a quien ha perdido a un ser querido, hasta que murió de nostalgia, sin que a nadie le cupiese duda del motivo.

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Notas al pie en la edición de Cátedra a este capítulo:

Simón: es un juego de palabras; el nombre propio con el que el niño se dirige al delfín tiene que ver con el adjetivo simus (chato), puesto que el hocico era uno de sus rasgos más relevantes.

El Lucrino está situado cerca de la costa de la Campania y era lugar de veraneo en la Antigüedad; Bayas era otro lugar de veraneo situado entre Cumas y Puteolum (hoy Pozzuoli).

En los capítulos 26 a 33 Plinio sigue relatándonos historias de delfines.

Recuperando algún otro texto clásico que nos habla sobre los delfines y que usamos en aquel año 2007; he aquí la sorprendente (¿o no?) fábula 75 (305, en la edición de Chambry) de Esopo, titulada El mono y el delfín. En ella, encontramos una reacción violenta de un delfín ante las mentiras de un mono al que ha rescatado. Pese a que no adjudicaríamos a un delfín tal reacción, no es de extrañar en las fábulas este comportamiento extremo, que castiga las mezquindades de los animales, que deben ser siempre referidas a los seres humanos. Éste es el texto griego

ΔΕΛΦΙΣ ΚΑΙ ΠΙΘΗΚΟΣ

῎Εθος ἐστὶ τοῖς πλέουσιν ἐπάγεσθαι κύνας Μελιταίους καὶ πιθήκους πρὸς παραμυθίαν τοῦ πλοῦ. Καὶ δή τις πλεῖν μέλλων πίθηκον συνανήνεγκε. Γενομένων δὲ αὐτῶν κατὰ τὸ Σούνιον (ἐστὶ δὲ τοῦτο ᾿Αθηναίων ἀκρωτήριον) συνέβη χειμῶνα σφοδρὸν γενέσθαι. Περιτραπείσης δὲ τῆς νηὸς καὶ πάντων διακολυμβώντων καὶ ὁ πίθηκος ἐνήχετο. Δελφὶς δὲ θεασάμενος αὐτὸν καὶ οἰόμενος ἄνθρωπον εἶναι ὑπεξελθὼν διεκόμιζεν. ῾Ως δὲ ἐγένετο κατὰ τὸν Πειραιᾶ, τὸν τῶν ᾿Αθηναίων λιμένα, ἐπυνθάνετο τοῦ πιθήκου, εἰ τὸ γένος ᾿Αθηναῖός ἐστι. Τοῦ δὲ εἰπόντος καὶ λαμπρῶν γε ἐνταῦθα τετυχηκέναι γονέων, ἐκ δευτέρου ἠρώτα αὐτόν, εἰ ἐπίσταται τὸν Πειραιᾶ. Καὶ ὃς ὑπολαβὼν αὐτὸν ἄνθρωπον λέγειν ἔφασκε καὶ φίλον αὐτοῦ εἶναι καὶ συνήθη. Καὶ ὁ δελφὶς ἀγανακτήσας κατὰ τῆς αὐτοῦ ψευδολογίας βαπτίζων αὐτὸν ἀπέπνιξεν.

πρὸς ἄνδρα ψευδολόγον.

fabulasgredos

Y ahora nuestra traducción, que no pretende ser literal:

El delfín y el mono

Es costumbre de los que viajan por mar llevar consigo perrillos de malta y monos para entretenerse durante la travesía. Y uno que iba a emprender viaje por mar llevaba consigo un mono. Cuando estaban a la altura de Sunion (que es un promontorio del Ática) sucedió que se desencadenó una violenta tempestad. Habiendo zozobrado la nave y salvándose todos a nado, también el mono nadaba. Y un delfín, viéndolo, y creyendo que se trataba de un hombre, salió a su encuentro y lo transportó (en sus lomos). Cuando estuvo en el Pireo, el puerto de Atenas, preguntó al mono si era ateniense de linaje. Al responder aquél que sí y que tenía allí parientes ilustres, le volvió a preguntar si conocía a Pireo. Y el mono suponiendo que se refería a un hombre, dijo que era amigo íntimo suyo. Y el delfín, irritado por sus mentiras, lo hundió en el agua y lo ahogó.

(La fábula está dirigida) al hombre mentiroso.

Fabula-el-Mono-y-el-Delfin

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