Concluimos con este capítulo el texto de Claudio Eliano que refiere una historia de amor entre un delfín y un muchacho de Jaso. Y no sólo este texto sino la serie sobre delfines en textos clásicos.
Οὐ μέντοι μετὰ μακρὸν καὶ οὗτος ὁ ἀντέρως ἡττήθη τοῦ φθόνου. ῎Ετυχε γοῦν ὁ παῖς πλείω γυμναςάμενος, καὶ καμὼν ἑαυτὸν τῷ ὀχοῦντι κατὰ τὴν γαστέρα ἐπιβάλλει, καί πως ἔτυχεν ἡ τοῦ ζῴου ἄκανθα ἡ κατὰ τοῦ νώτου ὀρθὴ οὖσα, καὶ τῷ ὡραίῳ τὸν ὀμφαλὸν κεντεῖ. Εἶτά τινες φλέβες ὑπορρήγνυνται, καὶ αἵματος ἔπειτα ῥοὴ πολλή, καὶ ὁ παῖς ἐνταῦθα ἀποθνήσκει.
Mas no pasó mucho tiempo sin que este mutuo afecto sucumbiese a causa de la envidia (de los cielos). En efecto, el niño, que había hecho ejercicios demasiado violentos, agotado de cansancio, se echó boca abajo sobre su cabalgadura y, como la espina que el animal tiene en el lomo estaba erecta, rasgó ésta el ombligo del lindo muchacho. Se le rompieron algunas venas, la sangre comenzó a fluir copiosamente y la criatura murió allí mismo.
῞Οπερ οὖν ὁ δελφὶς συναισθόμενος ἐκ τοῦ βάρους (ἐπέκειτο γὰρ οὐ συνήθως κοῦφος, ἅτε μὴ τῷ πνεύματι ἑαυτὸν ἐλαφρίζων) καὶ θεαςάμενος πορφυροῦν ἐκ τοῦ αἵματος τὸ πέλαγος, τὸ πραχθὲν συνῆκεν καὶ ἐπιβιῶναι τοῖς παιδικοῖς οὐκ ἐτόλμησε. Πολλῇ τοίνυν τῇ ῥύμῃ χρησάμενος, ὥσπερ οὖν ῥόθιον σκάφος, εἶτα ἑαυτὸν ἐς τοὺς αἰγιαλοὺς ἑκὼν ἐξέβρασε, καὶ τὸν νεκρὸν συνεξήνεγκε, καὶ ἔκειντο ἄμφω ὃ μὲν τεθνεώς, ὃ δὲ ψυχορραγῶν.
Dándose cuenta el delfín de lo sucedido por el peso (que lo sentía inusualmente aumentado, ya que la truncada respiración no podía aligerarlo) y viendo la superficie del agua enrojecida de sangre, se cercioró de lo ocurrido y no quiso sobrevivir a su amante. Y, así, con todo el ímpetu de un navío que se desliza a través de rugientes olas, se dirigió a la playa, en donde quedó voluntariamente varado, llevando en su lomo el cuerpo muerto. Y allí yacían los dos: el muchacho muerto y el delfín exhalando el último aliento.
Λάιος δὲ ἐπὶ Xρυσίππῳ, ὦ καλὲ Εὐριπίδη, τοῦτο οὐκ ἔδρασε, καίτοι τοῦ τῶν ἀρρένων ἔρωτος, ὡς λέγεις αὐτὸς καὶ ἡ φήμη διδάσκει, ῾Ελλήνων πρώτιστος ἄρξας.
Pero Layo, amigo Eurípides, no se comportó así con Crisipo, si bien fue el primero entre los helenos, como tú dices y la fama pregona, en introducir el amor entre efebos.
᾿Αμειβόμενοι δὲ ᾿Ιασεῖς τὴν φιλίαν ἐκείνων τὴν ἰσχυράν, ἀπέφηναν τάφον κοινὸν ὡραίου μειρακίου καὶ δελφῖνος ἐρωτικοῦ, καὶ στήλην ἐπέστησαν. Καλὸς παῖς ἱππεύων ἐπὶ δελφῖνος ἦν. Καὶ νόμισμα δὲ ἀργύρου καὶ χαλκοῦ εἰργάσαντο, καὶ ἐνέθλασαν σημεῖον τὸ ἀμφοῖν πάθος, καὶ μνήμῃ παρέδοσαν ἔργον τοῦ τοσούτου θεοῦ τιμῶντες οἱ ἐκεῖθι.
Las gentes de Jaso, para recompensar la profunda amistad entre los dos, construyeron una tumba común para el agraciado muchacho y para el amoroso delfín y pusieron sobre ella una estela. Y en ella estaba representado un precioso niño cabalgando sobre un delfín. Acuñaron también una moneda de plata y bronce, en la que grabaron el infortunio de ambos y, al conmemorar así lo sucedido, rendían también homenaje a la intervención de dios tan poderoso.
Πυνθάνομαι δὲ καὶ ἐν τῇ ᾿Αλεξάνδρου πόλει κατὰ τὸν Πτολεμαῖον τὸν δεύτερον ἐρασθῆναι δελφῖνα ἔρωτα παραπλήσιον καὶ ἐν Δικαιαρχίᾳ τῆς ᾿Ιταλίας. ἅπερ οὖν εἰ ῾Ηρόδοτος ἔγνω, οὐκ ἂν ἐμοὶ δοκεῖν ἐθαύμασε τῶν ἐπ᾿ ᾿Αρίονι τῷ Μηθυμναίῳ ἣττον αὐτά.
Me he enterado de que también en Alejandría, durante el reinado de Tolomeo II, un delfín se enamoró de manera parecida, y lo mismo sucedió en Dicearquía de Italia. Lo cual, de haberlo conocido Heródoto, creo que no lo hubiera admirado menos que lo sucedido a Arión de Metimna.
Y concluiremos la serie con el texto que la suscitó. Y, de nuevo, es Aulo Gelio quien nos lo proporciona. Se trata del capítulo VIII del Libro VI de sus Noctes Atticae. Helo aquí:
Res ultra fidem tradita super amatore delphino et puero amato.
Delphinos venerios esse et amasios non modo historiae veteres, sed recentes quoque memoriae declarant. Nam et sub Caesaris Augusti imperio in Puteolano mari, ut Apion scriptum reliquit, et aliquot saeculis ante apud Naupactum, ut Theophrastus tradidit, amores flagrantissimi delphinorum cogniti compertique sunt. Neque hi amaverunt, quod sunt ipsi, genus, sed pueros forma liberali in naviculis forte aut in vadis litorum conspectos miris et humanis modis arserunt.
Historia inimaginable sobre el amor de un delfín y de un niño amado
Que los delfines pueden amar y ser amados, no sólo lo ponen de manifiesto las historias antiguas, sino también recuerdos de nuestros días. De hecho, no sólo sobre César Augusto, al mar de Puteólos, como Apión dejó escrito, y unos cuantos siglos antes, junto a Naupacto, según narró Teofrasto, fueron conocidos y comprobados entre los delfines algunos amantes encendidos de pasión. Y éstos no amaron animales de su misma especie, sino que fue por muchachos de una belleza singular, contemplados por ellos casualmente sobre las embarcaciones o en los bajos de las costas, de quienes se enamoraron de forma sorprendente y humana.
Verba subscripsi ᾿Απίωνος, eruditi viri, ex Aegyptiacorum libro quinto, quibus delphini amantis et pueri non abhorrentis consuetudines, lusus, gestationes, aurigationes refert eaque omnia sese ipsum multosque alios vidisse dicit:
Αὐτὸς δ’ αὖ εἶδον περὶ Δικαιαρχίας <παιδός> Ὑάκινθος ἐκαλεῖτο—πόθοις ἐπτοημένον δελφῖνα. Προσσαίνει τὴν φωνὴν αὐτοῦ τὴν ψυχὴν πτερούμενος ἐντὸς τάς τε ἀκάνθας ὑποστέλλων, μή τι τοῦ ποθουμένου χρωτὸς ἀμύξῃ φειδόμενος, ἱππηδόν <τε> περιβεβηκότα μέχρι διακοσίων ἀνῆγε σταδίων. Ἐξεχεῖτο ἡ Ῥώμη καὶ πᾶσα Ἰταλία τῆς Ἀφροδίτης ξυνορῶντες ἡνιοχούμενον ἰχθύν.
He transcrito las palabras de Apión, hombre erudito, sacadas del libro quinto de sus Egipcíacas, en las cuales describe los hábitos, los juegos, los paseos y las carreras de un delfín amante y de un muchacho que no lo desdeñaba, y dice que todo eso lo vio él mismo y muchos otros lo vieron. “Yo mismo vi cerca de Dicearquía un delfín henchido de pasión por un muchacho llamado Jacinto. A su voz, acudía moviendo la cola, mientras la pasión le daba alas, ocultando incluso las aletas para evitar arañar aquella piel estimada, lo hacía cabalgar como un caballo y se lo llevaba hasta una distancia de doscientos estadios. Se reunía Roma y toda Italia, para contemplar un cetáceo llevado por las riendas de Afrodita.
Ad hoc adicit rem non minus mirandam. «Postea» inquit «idem ille puer δελφινερώμενος morbo adfectus obit suum diem. At ille amans, ubi saepe ad litus solitum adnavit et puer, qui in primo vado adventum eius opperiri consueverat, nusquam fuit, desiderio tabuit exanimatusque est et in litore iacens inventus ab his, qui rem cognoverant, in sui pueri sepulcro humatus est.»
Añade a eso un caso no menos maravilloso. “Más tarde”, dice, “este mismo niño amado por el delfín afectado por una enfermedad perdió la vida. Y el animal enamorado, como volvió varias veces nadando a la ribera habitual y no apareció por ninguna parte el niño, que solía esperar junto al agua su llegada, se consumió de deseo, exhaló el último aliento, fue hallado yaciente en la playa y fue enterrado por quienes conocía la historia en la misma tumba que el niño amado”.
Y con esta curiosa y bella historia de amor entre un niño y un delfín, que, incluso en la muerte, quedaron unidos. Y también nuestra serie a la que hemos dado el nombre de un televisivo delfín de finales de los años 60 del pasado siglo, Flipper.