Siguiendo con nuestra serie sobre delfines, vamos con un autor que ofrece numerosas anécdotas de estos cetáceos: Claudio Eliano. En el libro I, capítulo 18, de su Historia de los animales, también conocido como De natura animalium, nos habla del instinto maternal del delfín hembra:
Θαυμάζουσιν ἄνθρωποι τὰς γυναῖκας ὡς ἄγαν φιλοτέκνους· ὁρῶ δὲ ὅτι καὶ τεθνεώτων υἱῶν ἢ θυγατέρων ἔζησαν μητέρες, καὶ τῷ χρόνῳ τοῦ πάθους εἰλήφασι λήθην τῆς λύπης μεμαρασμένης. δελφὶς δὲ ἄρα θῆλυς φιλοτεκνότατος ἐς τὰ ἔσχατα ζῴων ἐστί. Τίκτει μὲν γὰρ δύο **· ὅταν δὲ ἁλιεὺς · τρώσῃ τὸν παῖδα αὐτῆς τῇ τριαίνῃ · τῇ ἀκίδι βάλῃ **.
Se admiran los hombres del amor que las mujeres sienten por sus hijos; mas yo veo que madres, cuyos hijos o hijas murieron, continúan viviendo y, con el tiempo, se olvidan de sus sufrimientos, desaparecido ya el dolor. Por el contrario, el delfín hembra excede a todos los animales en el amor a su prole. Pare dos *** y cuando el pescador hiere a un hijo suyo con el arpón o le alcanza con la punta de un dardo ***.
῾Η μὲν ἀκὶς τὰ ἄνω τέτρηται, καὶ ἐνῆπται σχοῖνος μακρὰ αὐτῇ, οἱ δὲ ὄγκοι ἐσδύντες ἔχονται τοῦ θηρός. Καὶ ἕως μὲν ἔτι ῥώμης ὁ δελφὶς ὁ τραυματίας μετείληχε, χαλὰ ὁ θηρατὴς τὴν σχοῖνον, ἵνα μή ποτε ἄρα ὑπὸ τῆς βίας ἀπορρήξῃ αὐτήν, καὶ γένηταί οἱ δύο κακώ, ἔχων τε ἀπέλθῃ τὴν ἀκίδα ὁ δελφὶς καὶ ἀθηρίᾳ περιπέσῃ αὐτός· ὅταν δὲ αἴσθηται καμόντα καί πως παρειμένον ἐκ τοῦ τραύματος, ἡσυχῆ παρ᾿ αὐτὴν ἄγει τὴν ναῦν, καὶ ἔχει τὴν ἄγραν.
El dardo en la parte superior tiene un agujero y una larga cuerda lo traspasa, mientras que la punta, hundiéndose, hace presa en el cetáceo. Y mientras el delfín herido conserva su vigor, el pescador afloja la cuerda para que aquél no pueda romperla a causa de su violencia y para que a él mismo no le sobrevengan dos infortunios, a saber, que el delfín se marche con el dardo y que él quede burlado en su propósito; cuando advierte el pescador que el cetáceo se cansa y está algo debilitado por la herida, lleva la barca despacio cerca y saca a tierra su presa.
ἡ δὲ μήτηρ οὐκ ὀρρωδεῖ τὸ πραχθέν, οὐδὲ ἀναστέλλεται δείσασα, ἀλλ᾿ ἀπορρήτῳ φύσει τῷ πόθῳ τοῦ παιδὸς ἕπεται· καὶ δείματα ὁπόσα ἐθέλεις εἰ ἐπάγοις, ἣ δὲ οὐκ ἐκπλήττεται, τὸν παῖδα οὐχ ὑπομένουσα ἀπολιπεῖν ἐν ταῖς φοναῖς ὄντα, ἀλλὰ καὶ ἐκ χειρὸς αὐτὴν πατάξαι πάρεστιν· οὕτως ὁμόσε χωρεῖ τοῖς βάλλουσιν, ὥσπερ οὖν ἀμυνουμένη. καὶ ἐκ τούτων συναλίσκεται τῷ παιδί, σωθῆναι παρὸν καὶ ἀπελθεῖν αὐτήν.
Pero la madre no se asusta ante lo sucedido ni escapa amedrentada, sino que, por un misterioso instinto, sigue anhelante a su hijo. Y por más terrores que uno quiera poner frente a ella, no se asustará ni consentirá en abandonar a su hijo, que está en trance de muerte, sino que hasta es posible cogerla con la mano, ¡a tan poca distancia se pone de los pescadores, como si quisiera rechazarlos! Sucede, por fin, que los hombres la capturan juntamente con su hijo, siendo notorio que pudo salvarse con la huida
Εἰ δὲ ἄμφω τὰ ἔκγονα αὐτῇ παρείη, καὶ νοήσειε τετρῶσθαι τὸν ἕτερον καὶ ἄγεσθαι, ὡς προεῖπον, διώκει τὸν ὁλόληρον καὶ ἀπελαύνει τήν τε οὐρὰν ἐπισείουσα καὶ δάκνουσα τῷ στόματι, καὶ φυσὰ φύσημά τι ἄσημον μέν, ἧ δύναται, σύνθημα δὲ τῆς φυγῆς ἐνδιδοῦσα σωτήριον. καὶ ὃ μὲν ἀπαλλάττεται, μέ-νει δὲ αὐτὴ ἔστ᾿ ἂν αἱρεθῇ, καὶ συναποθνήσκει τῷ ἑαλωκότι.
Y si están con ella las dos crías y advierte que una de las dos ha sido herida y que se la llevan, como dije antes, persigue al que está ileso y le empuja moviendo su cola y dándole mordiscos; y, lo mejor que puede, da un resoplido indistinto, que es la contraseña salvadora para huir. El hijo se pone a salvo, pero ella se queda hasta que es capturada y muere juntamente con el otro hijo cautivo.
La traducción es de José María Díaz-Regañón López, en Gredos.
De nuevo, en esta miniserie sobre delfines, acudimos a Claudio Eliano, quien, en su Historia de los animales, libro II, capítulo 6, refiere la historia de un delfín y un muchacho de Poroselene (isla y ciudad entre Lesbos y Asia Menor).
Τὴν τῶν δελφίνων φιλομουσίαν καὶ τὸ τῶν αὐτῶν ἐρωτικόν, τὸ μὲν ᾄδουσι Κορίνθιοι, καὶ ὁμολογοῦσιν αὐτοῖς Λέσβιοι, τὸ δὲ ᾿Ιῆται· Τὰ μὲν ᾿Αρίονος τοῦ Μηθυμναίου ἐκεῖνοι, τά γε μὴν ἐν τῇ ᾿Ιῳ ὑπὲρ τοῦ παιδὸς τοῦ καλοῦ καὶ τῆς νήξεως αὐτοῦ καὶ τοῦ δελφῖνος οἱ ἕτεροι. λέγει δὲ καὶ Βυζάντιος ἀνήρ, Λεωνίδης ὄνομα, ἰδεῖν αὐτὸς παρὰ τὴν Αἰολίδα πλέων ἐν τῇ καλουμένῃ Ποροσελήνῃ πόλει δελφῖνα ἠθάδα καὶ ἐν λιμένι τῷ ἐκείνων οἰκοῦντα καὶ ὥσπερ οὖν ἰδιοξένοις χρώμενον τοῖς ἐκεῖθι.
Los corintios, y con ellos los lesbios, celebran el amor a la música de los delfines, y los habitantes de Íos, su condición afectuosa. Los lesbios cuentan la historia de Arión de Metimna, pero los habitantes de Íos cuentan lo concerniente al hermoso muchacho de la isla, a su diversión natatoria y al delfín. Un individuo de Bizancio llamado Leónidas cuenta que, mientras navegaba costeando la Eólide, vio con sus propios ojos, en la ciudad llamada Poroselene, un delfín domesticado que vivía en la playa y que se comportaba con los naturales como si fueran amigos personales.
Καὶ ἐπί γε τούτῳ ὁ αὐτὸς λέγει πρεσβῦτίν τινα καὶ γέροντα δὲ συνοικοῦντα αὐτῇ ἐκθρέψαι τόνδε τὸν τρόφιμον δελέατά οἱ προτείνοντας καὶ μάλα γε ἐφολκά. Καὶ μέντοι καὶ ὁμότροφός οἱ ἦν ὁ τῶν πρεσβυτῶν υἱός, καὶ ἐτιθηνοῦντο ἄμφω τὸν δελφῖνα καὶ τὸν παῖδα τὸν σφέτερον, καί πως ἐκ τῆς συντροφίας ἐλαθέτην ἐς ἔρωτα ἀλλήλων ὑπελθόντε ὅ τε ἄνθρωπος καὶ τὸ ζῷον, καί, τοῦτο δὴ τὸ ᾀδόμενον, ὑπέρσεμνος ἀντέρως ἐτιμᾶτο ἐν τοῖς προειρημένοις. ῾Ο τοίνυν δελφὶς ὡς μὲν πατρίδα ἐφίλει τὴν Ποροσελήνην, ὡς δὲ ἴδιον οἶκον ἠγάπα τὸν λιμένα, καὶ δὴ καὶ τὰ τροφεῖα τοῖς θρεψαμένοις ἀπεδίδου.
Y refiere que una pareja de ancianos alimentaba a este hijo adoptivo ofreciéndole los más apetitosos bocados. Además, el hijo de los ancianos era criado juntamente con el delfín y el matrimonio cuidaba de ambos, y, en cierta manera, a causa de la convivencia el muchacho y el cetáceo poco a poco llegaron a amarse el uno al otro sin darse cuenta y, como se repite vulgarmente, «una mutua y augustísima corriente amorosa creció” entre ellos. Resultó, pues, que el delfín amaba ya a Poroselene como a su patria y cogió tanto apego al puerto como a su propio hogar y, lo que es más, devolvía a los que habían cuidado de él el pago del alimento que le habían procurado.
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