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Archive for noviembre 2016

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Arrancapins, dibujo para la película «Gigantes. La leyenda de Tombatossals»

Vamos a abordar ya el capítulo tercero, Tombatossals i la Serena de la Mar a propósito de la conferencia pronunciada el pasado 16 de octubre en el Ateneo de Castellón por Carlos García Gual sobre las sirenas, seducciones y metamorfosis.

Narración radiofónica en Vox UJI Ràdio de los capítulos 2 (final) y 3 de Tombatossals

Del mismo haremos una sinopsis y aportaremos en el original valenciano y su traducción los momentos más significativos, esto es, las referencias a la Sirena.

Al comienzo del mismo, el gigante Tombatossals se acerca a la playa hollando con sus enormes pies la arena. Se pone el sol tras las montañas de la sierra cercana a la ciudad y la luna, grande, ilumina un mar con tonos rojizos, más tarde plateados y bruñidos. El gigante gime, de su corazón enamorado brotan suspiros y mientras las últimas gaviotas van a buscar su nido, Tombatossals dice:

–Qui no fóra gavina de la mar! –amb trista veu exclama.– Aus envejades, vosaltres la voreu, al clarejar de les blavoses aigües, ajocada en son paratge, afalagada de coralls i mareperles, amanyagada per dèntols, roncals i murells, somrient-se ab complacència de regina benvolguda ab el mollicó i les gambetes…! ¡Benaurades gavines de la mar! ¡Com deurà ésser d’encisadora i bella, quan los claríssims raigs del sol, al migjorn, la feriran a través dels miralls que la cubrixen, l’amada Serena de la Mar! ¡Oh, desventura meua, que sols vore-la puc, i encara breument, baix lo cel estelat en la nit entenebrida, fosca!

¡Quien fuera gaviota! ¡Envidiadas aves, vosotras la veréis, en la claridad de las azuladas aguas, tumbada en su paraje, halagada por corales y madreperlas, acariciada por dentones, rayas y salmonetes; sonriéndose con complacencia de reina querida junto al salmonete y las gambitas…! ¡Benditas gaviotas de la mar! ¡Cómo debe ser de encantadora y bella, cuando los clarísimos rayos del sol, al mediodía, la hieran a través de los espejos que la cubren, la amada Sirena de la mar! ¡Oh, desventura mía que sólo puedo verla, y brevemente, bajo el cielo estrellado de la noche tenebrosa y oscura!

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Bufanúvols, dibujo para la película «Gigantes. La leyenda de Tombatossals»

Interrumpe el soliloquio de Tombatossals su fiel, aunque un tanto patoso, amigo Cagueme, – que tiene como lema “Jo faig el que puc” (“Yo hago lo que puedo”) – quien le indica que hoy no se puede quejar porque la Luna presenta un buen redondel que ilumina el mar. Pero Tombatossals no está para bromas y dando una patada con sus enormes pies a una ola que rompe en la orilla deja empapado al pobre Cagueme que se vuelve a informar de la situación de su señor a los otros compañeros de “colla” (pandilla), Bufanúvols y Arrancapins. Está preocupado por la situación de su amigo, por quien siente lástima de verlo hablar a solas, cabizbajo, gimiendo, diciendo barbaridades y se pregunta si alguien lo ha embrujado y si habrá algún saludador que lo pueda curar.

Tras ser secado por los soplos de Bufanúvols, prosigue Cagueme mostrando su preocupación por Tombatossals a quien cree loco por hablar sin parar sin sentido, por caminar por la arena clavando su mirada en las azules aguas del Mediterráneo; no parece el mismo que otrora acometía grandes acciones y tenía maravillada a toda la corte del Rei Barbut. Camina por las aguas, sermoneando y haciendo reír a las lisas y doradas. Cagueme termina su preocupado parlamento con la frase:

Senyor, qui t’ha vist i qui te veu!… ¡La Serena de la Mar ens l’ha cabitombat…!

Señor, ¡quién te ha visto y quién te ve! ¡La sirena del mar nos lo ha trastornado!

Y aquellos hombres que eran capaces de hacer frente a cualquier obstáculo parecían más gallinas cluecas en remojo que esforzados varones de la “colla” de Tombatossals, pues veían que la situación no pintaba bien por el amor que sentía su amo.

–Ah, el voler, el voler! –clamaven– A quins extrems no mena quan domina en la pensa i és ademés mal correspost?

¡Ah, el amor, el amor! – exclamaban – ¿A qué extremos no conduce cuando domina en el pensamiento y es, además, mal correspondido?

Y esperaban quietos las órdenes de su amo mientras cuchicheaban en voz baja.

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Dibujo de Joan Baptista Porcar Ripollés en la edición de 1966 de la Societat Castellonenca de Cultura para la Caja de Ahorros de Castellón

Cagueme ya se hacía ilusiones culinarias:

–Males rostides de peix no tindrem si aquest casament aplega al vero –dia Cagueme llepant-se els llavis en adonar-se de la llepolia.

– Menudos asados de pescado tendremos, si esta boda llega a buen puerto -decía Cagueme lamiéndose los labios al darse cuenta de la sabrosa comida.

Mientras mantenían esta conversación los tres compañeros, Tombatossals persistía mirando fijamente al horizonte esperando la respuesta a los llantos de su lastimero grito, mientras la luna dibujaba en la arena la enorme sombre del gigante.

Sólo se oye el escalofriante ulular de los mochuelos que tan lastimosos s ele antojaban a Tombatossals que a su turbada vista huían las olas, se le doblaban las rodillas y le golpeaba dulce y ligeramente el rumor de las tranquilas aguas.

Nuestro héroe, en pleno delirio, con los ojos entornados, veía a su querida Sirena recostada en el lomo de una ballena, salpicando con las gotas de sus espiráculos la dorada y larga cabellera y el tentador medio cuerpo de la soñada reina del mar, que allí se revolvía rodeada y seguida de un lucido cortejo y escoltada de indómitos delfines y tiburones, de peces ángel y de atunes y vistosas langostas, castañolas, mantas, boquerones, galeras y cazones, al tiempo que les precedían un buen número de emperadores, que con su hiriente espada  preparaban el camino al numeroso desfile, asustando a los bancos de pageles y mabras, de peces plata y capuchones, de lisas y doradas, doncellas, lenguados, arañas y ratas que, al oír el hechizador cantar de su reina, se sumaban al séquito. Todo tipo de peces estaba allí presente, rodeando la majestad de la sirena que, magnífica y soberbia movía la plateada y partida cola, llena de orgullo y satisfacción. Una nube de juguetonas gaviotas, gavilanes y golondrinas de mar aleteaban por encima de aquel reino movedizo que parecía irse de merienda en el señalado día de pascua.

Hacia la orilla nadaban, dirigiendo su afanoso caminar hacia el gigante, que pretendía extender sus brazos, salir a su encuentro, entrar aguas adentro, pero no podía.

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Tombatossals, escultura de Melchor Zapata en la Avenida de Lledó, de Castellón

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Hero and Leander c.1875 Henry Hugh Armstead 1828-1905 Bequeathed by the artist 1906 http://www.tate.org.uk/art/work/N02054

Hero and Leander (c. 1875), mármol de 125 x 184 cm, de Henry Hugh Armstead (1828-1905). Tate Gallery, Londres

 

Siguiendo con el repaso al poema Hero y Leandro de Museo el Gramático, llegamos al verso 245, que atribuye el epíteto (δεινός) al amor (ἔρως).

  1. (Duro es Eros = 245 = Δεινὸς Ἔρως). Con este epíteto tradicional también denomina al Amor Virgilio, Geórgicas III, 258 (del exemplum de Leandro). Aquí tenemos 255-263:

ipse ruit dentesque Sabellicus exacuit sus  

et pede prosubigit terram, fricat arbore costas

atque hinc atque illinc umeros ad uulnera durat.

quid iuuenis, magnum cui uersat in ossibus ignem

durus amor? nempe abruptis turbata procellis

nocte natat caeca serus freta, quem super ingens

porta tonat caeli, et scopulis inlisa reclamant

aequora; nec miseri possunt reuocare parentes,

nec moritura super crudeli funere uirgo.

 

El mismo jabalí sabélico se lanza y aguza sus colmillos y escarba con los pies la tierra, se rasca las costillas contra un árbol y endurece sus espaldas para las heridas por uno y otro lado. ¿Qué pensar de aquel joven, a quien el irrefrenable amor mete en sus huesos violento fuego? En efecto, durante la ciega noche, cruza tardío a nado los mares agitados por la tempestad desencadenada; sobre su cabeza truena la inmensa puerta del cielo, y las olas, estrellándose contra las rocas, lo llaman hacia atrás; pero ni las desgracias de sus padres, ni la joven que, si él muere, morirá también con cruel muerte, lo pueden detener.

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La traducción es de Tomás de la Ascensión Recio García, en Gredos.

  1. (El fuego del amor me quema las entrañas = 246 = τὸ δ’ Ἔρωτος ἐμὲ φλέγει ἐνδόμυχον πῦρ). Según Ovidio, Heroidas XVIII, 89 s., Leandro no siente la frialdad de las aguas marinas debido al amor que en su corazón arde.

frigora ne possim gelidi sentire profundi,

qui calet in cupido pectore, praestat amor.

Quo magis accedo propioraque litora fiunt,

quoque minus restat, plus libet ire mihi.

Cum vero possum cerni quoque, protinus Addis

spectatrix animos, ut valeamque facis.

Nunc etiam nando dominae placuisse laboro,

atque oculis iacto bracchia nostra tuis.

Y en el mismo instante volvieron las fuerzas a mis fatigados brazos, y el mar me pareció más suave que antes. Que no pueda sentir el frío del helado abismo es obra del amor que arde en mi pecho enamorado. Cuanto más me acerco y más próxima se hace la playa, cuanto menos queda, más ganas tengo de avanzar. Pero cuando además se me puede ver, en seguida me das fuerzas tú, al contemplarme, y renuevas mi vigor. Entonces me esfuerzo por agradar a mi dueña también al nadar, y para tus ojos muevo los brazos.

La traducción es de Ana Pérez Vega, en Gredos

Las heroidas

  1. (Que las aguas caudalosas no sean tu temor = 247 = μὴ δείδιθι νήχυτον ὕδωρ). Cf. Mosco II, 154

θάρσει παρθενική, μὴ δείδιθι πόντιον οἶδμα.

“Ten ánimo, doncella, no temas las olas marinas”

  1. (Dueña del mar y de nuestras cuitas = 250 = καὶ κρατέει πόντοιο καὶ ἡμετέρων ὀδυνάων). Para el amante que debe emprender la travesía por mar es un consuelo saberlo: cf., Ovidio, Heroidas XIX, 159 s.

quod timeas, non est! auso Venus ipsa favebit

sternet et aequoreas aequore nata vias.

ire libet medias ipsi mihi saepe per undas,

sed solet hoc maribus tutius esse fretum.

nam cur hac vectis Phrixo Phrixique sorore

sola dedit vastis femina nomen aquis?

forsitan ad reditum metuas ne tempora desint,

aut gemini nequeas ferre laboris onus.

at nos diversi medium coeamus in aequor

obviaque in summis oscula demus aquis

atque ita quisque suas iterum redeamus ad urbes;

exiguum sed plus quam nihil illud erit.

vel pudor hic utinam, qui nos clam cogit amare,

vel timidus famae cedere vellet amor!

frixoyhele

Frixo y Hele: ilustración de un libro de 1902 en la que se reproduce un fresco de Pompeya datado entre el 45 y el 79 d. C.

No hay de qué temer; la propia Venus te ayudará en el peligro y ella, hija del mar, te extenderá en el mar un sendero. Muchas veces me entran ganas a mí misma de ir por las olas, pero veo que este mar suele ser más seguro para los hombres. ¿O por qué, si no, cuando Frixo y su hermana viajaron los dos por él, sólo la mujer dio nombre a este ancho mar? ¿Quizá temes que no haya tiempo suficiente para la vuelta, o que no puedas resistir el peso del doble esfuerzo? Pues acudamos a encontrarnos en medio del mar y crucemos nuestros besos alli en la superficie de las aguas, y después volvamos cada no uno de nuevo a nuestra ciudad;

Sobre Afrodita señora de las aguas, especialmente invocada por aquellos que se hacen a la mar:

Antología Palatina V, 11 (Anónimo)

ΑΔΕΣΠΟΤΟΝ

Εἰ τοὺς ἐν πελάγει σῴζεις, Κύπρι, κἀμὲ τὸν ἐν γᾷ

ναυαγόν, φιλίη, σῶσον ἀπολλύμενον.

ANÓNIMO

Si salvas a quienes están en el mar, Cipris, también a mí el náufrago perdido en tierra, querida, sálvame.

V, 17 (Getúlico);

ΓΑΙΤΟΥΛΙΚΟΥ

᾿Αγχιάλου ῥηγμῖνος ἐπίσκοπε, σοὶ τάδε πέμπω

ψαιστία καὶ λιτῆς δῶρα θυηπολίης·

αὔριον ᾿Ιονίου γὰρ ἐπὶ πλατὺ κῦμα περήσω,

σπεύδων ἡμετέρης κόλπον ἐς Εἰδοθέης.

οὔριος ἀλλ᾿ ἐπίλαμψον ἐμῷ καὶ ἔρωτι καὶ ἱστῷ,

δεσπότι καὶ θαλάμων, Κύπρι, καὶ ἠιόνων.

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El juicio de Paris (1904), óleo sobre lienzo de 215 x 331 cm., de Enrique Simonet Lombardo. Museo de Málaga

GETÚLICO

Supervisora de la costa donde rompen las olas, a ti te envío estas galletas para un sacrificio y estos presentes de un rito de iniciación. Pues mañana me lanzaré a una desenfrenada ola del mar Jónico, apresurándome al seno de nuestra Idotea. Así que, favorable, ilumíname a mí, a mi amor, a mi vela, señora Cipris de los tálamos y las riberas marinas.

 

IX, 143 (Antípatro)

ΑΝΤΙΠΑΤΡΟΥ

Λιτός τοι δόμος οὗτος, ἐπεὶ παρὰ κύματι πηγῷ

ἵδρυμαι νοτερῆς δεσπότις ἠιόνος, ἀλλὰ φίλος·

πόντῳ γὰρ ἐπὶ πλατὺ δειμαίνοντι

χαίρω καὶ ναύταις εἰς ἐμὲ σῳζομένοις.

ἱλάσκευ τὴν Κύπριν· ἐγὼ δέ σοι ἢ ἐν ἔρωτι

οὔριος ἢ χαροπῷ πνεύσομαι ἐν πελάγει.

ANTÍPATRO

Sencilla es esta mi casa, pues vivo junto a las fuertes olas de la señora de la húmeda playa, pero querida por mi; pues me alegro con el mar, vasto y terrible, y con los marineros que llegan salvos a mi. Suplica a Cipris y yo o te seré favorable en el mar o soplaré en el mar gris azulado

IX, 144 (Ánite).

ΑΝΥΤΗΣ

Κύπριδος οὗτος ὁ χῶρος, ἐπεὶ φίλον ἔπλετο τήνᾳ

αἰὲν ἀπ᾿ ἠπείρου λαμπρὸν ὁρῆν πέλαγος,

ὄφρα φίλον ναύτῃσι τελῇ πλόον· ἀμφὶ δὲ πόντος

δειμαίνει λιπαρὸν δερκόμενος ξόανον.

Inscripción para una estatua en madera de Afrodita, probablemente untada, a efectos de su mejor conservación, con aceite o cera, lo que podría ser causa también del epíteto del último verso, y situada junto al mar en un promontorio.

ÁNITE

De Cipris es este paraje, pues siempre se asoma

a mirar desde aquí las aguas centelleantes

para hacer agradable a los nautas el viaje, y contempla

el mar con respeto su espléndida estatua.

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Continuamos con la presencia de Sócrates, a propósito de una anécdota del alopecense con su mujer Jantipa en Aulo Gelio, en las comedias de Aristófanes.

En Aves 1553-1556 Aristófanes deja caer que Sócrates no era muy limpio:

ΧΟΡΟΣ:

Πρὸς δὲ τοῖς Σκιάποσιν λί-

μνη τις ἔστ’, ἄλουτος οὗ

ψυχαγωγεῖ Σωκράτης.

Coro

Cerca de los Esciápodos

hay un lago en el que Sócrates,

que nunca se lava, conjura las almas.

 

Nota: Esciápodos es el nombre parlante de un pueblo fabuloso. Formado mediante la combinación de skia (σκιά), sombra, y pous (πούς), pie, alude al extraordinario tamaño de sus pies, capaces de darles sombra. Su mención es una forma metafórica de referirse a la región de los muertos y las sombras. Sócrates es, a ojos de Aristófanes, un inquilino típico de esos lugares.

 

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Las ranas, Festival de Mérida, 2014

La tercera alusión a Sócrates enn Aristófanes la hallamos en Ranas 1491-1499

Χορός

χαρίεν οὖν μὴ Σωκράτει

παρακαθήμενον λαλεῖν,

ἀποβαλόντα μουσικὴν

τά τε μέγιστα παραλιπόντα

τῆς τραγῳδικῆς τέχνης.

τὸ δ᾽ ἐπὶ σεμνοῖσιν λόγοισι

καὶ σκαριφησμοῖσι λήρων

διατριβὴν ἀργὸν ποιεῖσθαι,

παραφρονοῦντος ἀνδρός.

Es grato dejar de parlotear sentado al lado de Sócrates, desentendiéndose de la música y abandonando las principales reglas del arte dramático. Y eso de fatuos discursos y banalidades farfullar, dedicándoles mucho tiempo, es propio del que está loco.

Las traducciones y notas de Aristófanes son de Luis M. Macía Aparicio, en Gredos.

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Imagen de Emblemata et aliquot nummis antiqui operis, cum emendatione et auctario copioso ipsius autoris, libro de emblemas publicado en 1564 o antes por Johannes Sambucus (János Zsámboky: 1531 – 1584): Fidípides y Estrepsíades discuten ante Sócrates, que está en un cesto colgante

Pero, por supuesto, donde más sufre Sócrates los ataques de Aristófanes es en la comedia Las nubes.

Aportemos, primero, lo que dice Albin Lesky en Historia de la literatura riega, capítulo La Ilustración y sus adversarios, páginas 463 y 464:

El problema culminante de la obra es siempre el retrato de Sócrates y su relación con la realidad. Durante mucho tiempo los intérpretes se contentaron con la fórmula de que Aristófanes, sin preocuparse por la verdadera naturaleza y actividad de Sócrates, le había identificado sin más con toda la sofística. El primero en oponerse a esta opinión fue Kierkegaard en su 7ª tesis de doctorado: Aristophanes in Socrate depingendo proxime ad verum accessit. En ambas concepciones se han sustituido verdades parciales por la total. Diversos análisis detenidos de los últimos años han puesto de manifiesto en el Sócrates de Las nubes una serie de rasgos que no son sofistas, sino justamente socráticos. Esto se hace más visible por la forma de vida ascética del hombre fortalecido contra las debilidades, y llega a penetrar en pormenores de su método y su doctrina. Tampoco el Sócrates que investiga en la naturaleza debiera causarnos tal sorpresa. En 423 seguramente ya había dejado atrás estas inquietudes, pero en Fedón (97 c) le hace hablar Platón de una fase de su vida en que ponía bastantes esperanzas en cuestiones de este tipo. Pero hay otros elementos que quedan en una insoluble contradicción, principalmente la relación de Sócrates con el arte de la sofística de hacer de la causa justa la injusta. No vale afirmar que no vemos a Sócrates enseñar esto personalmente, porque de todos modos Fidípides aprende sus dudosas habilidades en el frontisterio, y los dos versos 874 s. bastan para demostrar que esta referencia continúa en pie en la obra.

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Albin Lesky (1896-1981)

En conjunto, no es difícil de comprender todo esto. Aristófanes sabía bastante del Sócrates de 423 como para dibujarlo con una serie de rasgos acordes con la realidad. Pero, por otra parte, lo incluía sin el menor escrúpulo en su ataque contra la sofística. Podía hacerlo porque, sin las distinciones que hoy nos parecen naturales, Sócrates se presentaba y debía presentarse para el ateniense de aquel tiempo simplemente como el portador de un sospechoso elemento nuevo, de un modo de pensar que todo lo ponía en tela de juicio. Cuestión que no podemos dilucidar es saber hasta qué punto participaba Aristófanes del pensamiento de la mayoría o si sólo lo ponía al servicio de sus propósitos. Afirmar que ciertamente habría dado a su obra un doble fondo dejándonos ver, a través de toda la burla, una imagen de Sócrates dibujada con seriedad y opuesta a la sofística es una suposición que no tiene en cuenta la naturaleza de este género de poesía.

Si en la Apología de Platón (19 c) atribuye Sócrates a los ataques de la comedia una significación especial, hay que tener en cuenta que lo que en 423 era una alegre burla cómica cambió de aspecto en la época que siguió a la catástrofe de Atenas. Pero Platón comprendió bien al poeta, y en la inolvidable escena final del Banquete lo enfrenta en una seria conversación con Sócrates. El discurso de Aristófanes en el mismo diálogo muestra una congenialidad tal entre el poeta y el filósofo, que quisiéramos atribuirle el epigrama (14 D.) que el espíritu de Aristófanes llama un templo de las Gracias.

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Raffaele Cantarella (1898-1977)

Por su parte, Raffaele Cantarella, en La literatura griega clásica, Buenos Aires, 1971, Losada, página 336 – traducción de Antonio Camarero-, nos dice sobre la obra:

El hecho de que Aristófanes en el ardor de la polémica haya llegado a hacer de Sócrates un bufo maniquí, confundiéndolo con los sofistas de quienes fue su mayor adversario, es algo que escandalizó ya a los antiguos, quienes atribuyeron al poeta la responsabilidad de la condena a muerte del filósofo en el año 399, veinticinco años después de la comedia. Pero en realidad Aristófanes lanza sus dardos contra la nueva educación, de la que hace responsables, en bloque, a Sócrates y los sofistas, contra la nueva mentalidad, que no sólo a él le parecía corruptora y menospreciativa de los valores tradicionales, contra las nuevas corrientes de pensamiento consideradas por él como peligrosas todas para la juventud. Éste es, bajo la reidera apariencia, el verdadero argumento de la comedia; y si, para la polémica, se reviste de bromas, bufonadas y felicísimas parodias, en el alma del poeta, que piensa en los destinos de su ciudad, se tiñe de una profunda tristeza que le inspira algunos de los más bellos pasajes. Sucede así, no sólo en las partes propiamente líricas, donde la poesía alcanza la aérea ligereza de las celestes Nubes o celebra el elogio de Atenas con palabras dignas de Sófocles, sino también en los tetrámetros del agón en que se describe, con relieve escultórico, la espléndida juventud del adolescente bien educado, con el recuadro de la naturaleza florida de la primavera; y más aún en la dolorida nostalgia por la Atenas grande y bella del recuerdo y el sueño del poeta, que llena y conmueve tantas partes de la obra, como llenaba de enternecedor lamento filial el corazón de Dante la fuerte y virtuosa Florencia.

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Seguimos con la breve semblanza del autor del Tombatossals y de cómo fue la génesis de la obra, sacada del prólogo de nuestra edición del libro. Josep Pasqual Tirado iba publicando en la revista de la Sociedad Castellonense de Cultura graciosos relatos y el narrador, o, mejor dicho, creador de ellas, poco a poco, recogía dichos y hechos de informes, legendarios personajes que su fantasía, al extraer la savia racial, hacía brotar unas veces su humor permanente y otras los altibajos y contrastes de las escenas vivas y picantes en que se desarrollaban.

Escritos en primera instancia los relatos por el autor- retablo vivo de dispersos y medio perdidos romances – precisaron una ligazón y una estructura al ascender a la categoría de libro. El héroe y buena parte de los personajes eran figuras bastante conocidas, pero no bien configuradas; otras de contornos menos precisos dentro de los romances legendarios, son ahora unas y otras y las por él inventadas e incrustadas en la narración, a pesar de todo, muy vivas y muy nuestras, de una verosimilitud muy sugerente, de una tan matizada verdad en diversos detalles que se ve caminar a esos personajes a nuestro lado cada día y respirar casi al momento, más que con la fantasía, con ojos de viva realidad.

A pesar de todo, las hazañas de los legendarios personajes y sus paisajes le dan ocasión a una serie de actos en escenarios presentes y futuros, a diálogos coloristas y llanos impregnados, más o menos, de un sabroso arcaísmo a veces un poco enfático.

En la versión publicada en 1930- todavía vivía el autor, muerto en Castellón el 1 de enero de 1937, a los 53 años – sobre los dispersos artículos publicados en el Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, intervinieron, además de Ricardo Carreras, Bernat Artola en la cubierta y primeras letras de capítulo, Francisco Pérez Dolz en los dibujos y Luis Sales Boli, en las viñetas. Se lanzaron 1.036 ejemplares en los talleres del Hijo de J. Armengot.

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Tombatossals, dibujo para la película de animación «Gigantes. La leyenda de Tombatossals»

Lluís Meseguer, en Antologia d’escriptors castellonencs: Les lletres de Castelló de la Plana i les comarques valencianes del nord en les primeres dècades del segle xx (edición de la Academia Valenciana de Cultura) dice:

Desde un punto de vista comparativo, el fondo mítico-folklórico del grupo protagonista remite a mitos como el egipcio Osiris, el hebreo Goliat, el griego Hércules, el hindú Hyndra, San Cristóbal, el internacional Rey Momo, el francés Pantagruel, el ruso Vertogor, el búlgaro Kral o el castellano y extremeño Vuelcacerros.

Las fábulas catalanas, valencianas y mallorquinas, a las que pertenece Tombatossals, las de Juan del Oso (Joan Pelós), las de Esclafamuntanyes (Aplastamontañas) y otros, han tenido una rica manifestación literaria. Juan del Oso aparece documentado internacionalmente con formatos similares: Juan el Oso, Jean del Ours … Una fábula de «Jan del Ourse» aparece en el canto quinto de Mirèio de Mistral, y “Cuevas del Oso” y otros topónimos similares son muy documentados en las tierras de habla catalana. De todos modos, tal como estudié (Meseguer 1988), la versión de Pascual se relaciona, pero no se confunde, con las más próximas a la recogida oral: las de Antoni M. Alcover, Joan Amades o Enric Valor; y con las más impregnadas de sentido literario: la dramática de Apel·les Mestres y la poética de Josep Maria de Sagarra. Una comparación entre todas las versiones parifica nombres simbólicos (“Arrancapins” el más habitual, y también el mismo “Tombatossals”, que toma los nombres de “Giramuntanyes”,·”Regiramuntanyes”,”Escardapenyes” o “Esclafamuntanyes”) más que coincidencias argumentales .

En cuanto a la «invención» del paisaje castellonense, la actitud «mitológica» de Pascual presenta unas técnicas sincréticas, ingenuamente sincréticas, pero originales en su presentación literaria: los personajes alegóricos, las escenas de creaciones de espacios del término municipal, la conquista visionaria de las islas Columbretes y la fundación «histórica» de la ciudad, es decir, la referencia a la conquista jaimina (de Jaime I) con la estirpe del Rei Barbut.

En los enlaces que ofrecemos hay más información del autor y la obra.

Nosotros nos centramos en el capítulo tercero: Tombatossals i la Serena de la Mar (Tumbacolinas y la Sirena del Mar).

Ofreceremos el texto valenciano y la traducción de algún pasaje significativo; somos conscientes de que la traducción es una traición al texto original, que pierde todo el encanto.

Primero, no obstante, conviene que aportemos un avance del enamoramiento de Tombatossals, en el capítulo 2, Tombatossals y la corte del Rei Barbut.

Hacia el final de este capítulo, cuando Tombatossals y sus amigos salen de la corte, para regresar a su casa, éste lanza un fuerte suspiro y, acercando la mano a sus labios, lanza besos hacia el mar. La Infanta, hija del rey Barbut, pregunta a Cagueme qué le ocurre y éste le contesta:

–  Senyora meua, açò és la força del voler. Tombatossals és enamorat

– De qui? Digues, digues…

– Senyora, de la Serena de la Mar, de la subtil i noïble Serena de la Mar. D’ eixa lluenta i escatosa Serena de la Mar, mig peix i mig dona, que l’ha capficat i el fa variejar. Jo no sé si s’ha enamorat del pitral, de la cueta o de tota ella sancera. Tal volta siga de la cua remenejadora, tan bonica, tan àgil, d’una brillantor tan esmaltada, que permet nadar a la Serena en les blavoses aigües de la mar, pel camí de les escumes blanques i nacarades que darrere deixa. Si de la fembra com del porc se diu que no se tira res, que tot és aprofitable, àdhuc els piteus, jo vos dic, infanta angelical, de pèl apanollat, que en la Serena de la Mar tot té preu, tot és bo, àdhuc la cueta. Aixina s’ha ficat dins l’anima del gran Tombatossals; aixina el fa fer el borinot i el té mig alelat. Les vegades que l’amant passa les nits sense dormir, de posta a eixida de sol, mirant l’estelada, escoltant eixe suavíssim remor, somniant amb ella… Tombatossals, senyora, té un cor tendre i sucós com una pera tendral. Ell vol, quan vol, de cor i coradella. Eixe, eixe és qui a tant d’ esglai vos va moure, eixe és Tombatossals.

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El rei Barbut (El rey Barbudo), dibujo para la película de animación «Gigantes. La leyenda de Tombatossals»

 –  Señora mía, eso es la fuerza del querer. Tombatossals está enamorado.

– ¿De quién? Di, di …

– Señora, de la Sirena del Mar, de la sutil y no oída Sirena del Mar. De esa brillante y escamosa Sirena del Mar, medio pez y medio mujer, que lo ha trastornado y le hace delirar. Yo no sé si se ha enamorado del pecho, de la colita o de toda ella entera. Tal vez sea de la cola removedora, tan bonita, tan ágil, de una brillantez tan esmaltada, que permite nadar a la Sirena en las azules aguas de la mar, por el camino de las espumas blancas y nacaradas que detrás deja. Si de la hembra como del cerdo se dice que no se tira nada, que todo es aprovechable, incluso las pezuñas, yo os digo, infanta angelical, de pelo apanojado, que en la Sirena del Mar todo tiene precio, todo es bueno, hasta la cola. Así se ha metido dentro del alma del gran Tombatossals; así le hace hacer el botarate y lo tiene medio alelado. Las veces que el amante pasa las noches sin dormir, de puesta a salida de sol, mirando el cielo estrellado, escuchando ese suavísimo rumor, soñando con ella… Tombatossals, señora, tiene un corazón tierno y jugoso como una pera tierna. Él ama, cuando ama, de corazón y entrañas. Ese, ese es quien a tanto susto os movió, ese es Tombatossals.

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La «colla» de Tombatossals

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La despedida de Hero y Leandro (1837), óleo sobre lienzo de 236 x 146 cm., de Joseph Mallory Williams Turner. Tate Gallery, Londres

Estábamos repasando las posibles fuentes del verso 244 del poema Hero y Leandro de Museo el Gramático; el verso es éste:

τοίοις οἱ προσέλεκτο παρηγορέων φρένα μύθοις·

Nos referíamos a la principal fuente, la de Homero en Odisea V; veíamos los versos 406-423, pero hay otros pasajes del mismo quinto canto odisaico como 335 ss. (aquí 333-364):

τὸν δὲ ἴδεν Κάδμου θυγάτηρ, καλλίσφυρος Ἰνώ,

Λευκοθέη, ἣ πρὶν μὲν ἔην βροτὸς αὐδήεσσα,

νῦν δ’ ἁλὸς ἐν πελάγεσσι θεῶν ἐξέμμορε τιμῆς.

ἥ ῥ’ Ὀδυσῆ’ ἐλέησεν ἀλώμενον, ἄλγε’ ἔχοντα·

αἰθυίῃ δ’ εἰκυῖα ποτῇ ἀνεδύσετο λίμνης,

ἷζε δ’ ἐπὶ σχεδίης καί μιν πρὸς μῦθον ἔειπε·

«κάμμορε, τίπτε τοι ὧδε Ποσειδάων ἐνοσίχθων

ὠδύσατ’ ἐκπάγλως, ὅτι τοι κακὰ πολλὰ φυτεύει;

οὐ μὲν δή σε καταφθείσει, μάλα περ μενεαίνων.

ἀλλὰ μάλ’ ὧδ’ ἕρξαι, δοκέεις δέ μοι οὐκ ἀπινύσσειν·

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Leucótea da su velo a Ulises (1805) de John Flaxman

εἵματα ταῦτ’ ἀποδὺς σχεδίην ἀνέμοισι φέρεσθαι

κάλλιπ’, ἀτὰρ χείρεσσι νέων ἐπιμαίεο νόστου

γαίης Φαιήκων, ὅθι τοι μοῖρ’ ἐστὶν ἀλύξαι.

τῆ δέ, τόδε κρήδεμνον ὑπὸ στέρνοιο τανύσσαι

ἄμβροτον· οὐδέ τί τοι παθέειν δέος οὐδ’ ἀπολέσθαι.

αὐτὰρ ἐπὴν χείρεσσιν ἐφάψεαι ἠπείροιο,

ἂψ ἀπολυσάμενος βαλέειν εἰς οἴνοπα πόντον

πολλὸν ἀπ’ ἠπείρου, αὐτὸς δ’ ἀπονόσφι τραπέσθαι.»

ὣς ἄρα φωνήσασα θεὰ κρήδεμνον ἔδωκεν,

αὐτὴ δ’ ἂψ ἐς πόντον ἐδύσετο κυμαίνοντα

αἰθυίῃ εἰκυῖα· μέλαν δέ ἑ κῦμ’ ἐκάλυψεν.

αὐτὰρ ὁ μερμήριξε πολύτλας δῖος Ὀδυσσεύς,

ὀχθήσας δ’ ἄρα εἶπε πρὸς ὃν μεγαλήτορα θυμόν·

«ὤ μοι ἐγώ, μή τίς μοι ὑφαίνῃσιν δόλον αὖτε

ἀθανάτων, ὅ τέ με σχεδίης ἀποβῆναι ἀνώγει.

ἀλλὰ μάλ’ οὔ πω πείσομ’, ἐπεὶ ἑκὰς ὀφθαλμοῖσι

γαῖαν ἐγὼν ἰδόμην, ὅθι μοι φάτο φύξιμον εἶναι.

ἀλλὰ μάλ’ ὧδ’ ἕρξω, δοκέει δέ μοι εἶναι ἄριστον· 

ὄφρ’ ἂν μέν κεν δούρατ’ ἐν ἁρμονίῃσιν ἀρήρῃ,

τόφρ’ αὐτοῦ μενέω καὶ τλήσομαι ἄλγεα πάσχων·

αὐτὰρ ἐπὴν δή μοι σχεδίην διὰ κῦμα τινάξῃ,

νήξομ’, ἐπεὶ οὐ μέν τι πάρα προνοῆσαι ἄμεινον.»

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Ulises náufrago recibe el velo sagrado de Ino (1803) de Johann Heinrich Füssli (1741-1825). Basilea, colección privada.

Pero vióle Ino Leucotea, hija de Cadmo, la de pies hermosos, que antes había sido mortal dotada de voz, y entonces, residiendo en lo hondo del mar, disfrutaba de honores divinos. Y como se apiadara de Odiseo, al contemplarle errabundo y abrumado por la fatiga, transfigurose en mergo, salió volando del abismo del mar y, posándose en la balsa construida con muchas ataduras, díjole estas palabras:

—¡Desdichado! ¿Porqué Poseidón, que sacude la tierra, se airó tan fieramente contigo y te está suscitando multitud de males? No logrará anonadarte por mucho que lo anhele. Haz lo que voy a decir, pues me figuro que no te falta prudencia: quítate esos vestidos, deja la balsa para que los vientos se la lleven y, nadando con las manos, procura llegar a la tierra de los feacios, donde la Moira ha dispuesto que te salves. Toma, extiende este velo inmortal debajo de tu pecho y no temas padecer, ni morir tampoco. Y así que toques con tus manos la tierra firme, quítatelo y arrójalo en el vinoso ponto, muy lejos del continente, volviéndote a otro lado.

Dichas estas palabras, la diosa le entregó el velo, y transfigurada en mergo, tornó a sumergirse en el undoso ponto y las negruzcas olas la cubrieron. Mas el paciente divinal Odiseo estaba indeciso y, gimiendo, habló de esta guisa a su corazón magnánimo:

-¡Ay de mi! No sea que alguno de los mortales me tienda un lazo, cuando me da la orden de que desampare la balsa. No obedeceré todavía, que con mis ojos veo que está muy lejana la tierra donde, según afirman, he de hallar refugio; antes procederé de esta suerte por ser, a mi juicio, lo mejor: mientras los maderos están sujetados por las clavijas, seguiré aquí y sufriré los males que haya de padecer, y luego que las olas deshagan la balsa me pondré a nadar; pues no se me ocurre nada más provechoso.

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Tritón, Leucótea y Palemón (320 d. C.), mosaico de la Villa del Casale, Piazza Armerina, Sicilia

También 464 ss. (aquí 458-473):

ἀλλ’ ὅτε δή ῥ’ ἄμπνυτο καὶ ἐς φρένα θυμὸς ἀγέρθη,

καὶ τότε δὴ κρήδεμνον ἀπὸ ἕο λῦσε θεοῖο.

καὶ τὸ μὲν ἐς ποταμὸν ἁλιμυρήεντα μεθῆκεν,

ἂψ δ’ ἔφερεν μέγα κῦμα κατὰ ῥόον, αἶψα δ’ ἄρ’ Ἰνὼ

δέξατο χερσὶ φίλῃσιν· ὁ δ’ ἐκ ποταμοῖο λιασθεὶς

σχοίνῳ ὑπεκλίνθη, κύσε δὲ ζείδωρον ἄρουραν.

ὀχθήσας δ’ ἄρα εἶπε πρὸς ὃν μεγαλήτορα θυμόν·

«ὤ μοι ἐγώ, τί πάθω; τί νύ μοι μήκιστα γένηται;

εἰ μέν κ’ ἐν ποταμῷ δυσκηδέα νύκτα φυλάσσω,

μή μ’ ἄμυδις στίβη τε κακὴ καὶ θῆλυς ἐέρση

ἐξ ὀλιγηπελίης δαμάσῃ κεκαφηότα θυμόν·

αὔρη δ’ ἐκ ποταμοῦ ψυχρὴ πνέει ἠῶθι πρό.

εἰ δέ κεν ἐς κλειτὺν ἀναβὰς καὶ δάσκιον ὕλην

θάμνοισ’ ἐν πυκινοῖσι καταδράθω, εἴ με μεθείη

ῥῖγος καὶ κάματος, γλυκερὸς δέ μοι ὕπνος ἐπέλθοι,

δείδω μὴ θήρεσσιν ἕλωρ καὶ κύρμα γένωμαι.»

Cuando ya respiró y recobró el ánimo en su corazón, desató el velo de la diosa y arrojólo en el río, que corría hacia el mar: llevóse el velo una ola grande en la dirección de la corriente y pronto Ino lo tuvo en sus manos. Odiseo se apartó del río, echóse al pie de unos juncos, besó la fértil tierra y, gimiendo, a su magnánimo espíritu así le hablaba:

—¡Ay de mi! ¿Qué no padezco? ¿Qué es lo que al fin me va a suceder? Si paso la molesta noche junto al río, quizás la dañosa helada y el fresco rocío me acaben y exhale yo el último aliento a causa de mi debilidad; y una brisa glacial viene del río antes de rayar el alba. Y si subo al collado y me duermo entre los espesos arbustos de la selva umbría, como me dejen el frío y el cansancio y me venga dulce sueño, temo ser presa y pasto de las fieras.

Las traducciones son de Luis Segalà i Estalella, tomadas de Wikisource.

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Lluís Segalà i Estalella

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paideiajaeger

Proseguimos con Sócrates y vamos con el capítulo La herencia de Sócrates del libro III, En busca del centro divino, de la Paideia de Werner Jaeger.

Este capítulo II del citado libro de Jaeger se inicia con una cita en griego: ὁ ἀνεξέταστος βίος οὐ βιωτὸς ἀνθρώπῳ.

Pertenece a la Apología de Sócrates 38a de Platón y es pronunciada por Sócrates: una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre, la traduce Julio Calonge Ruiz, en Gredos.

Pongamos, ante todo, esta frase en contexto (Platón, Apología de Sócrates 38a):

ἐάντ᾽ αὖ λέγω ὅτι καὶ τυγχάνει μέγιστον ἀγαθὸν ὂν ἀνθρώπῳ τοῦτο, ἑκάστης ἡμέρας περὶ ἀρετῆς τοὺς λόγους ποιεῖσθαι καὶ τῶν ἄλλων περὶ ὧν ὑμεῖς ἐμοῦ ἀκούετε διαλεγομένου καὶ ἐμαυτὸν καὶ ἄλλους ἐξετάζοντος, ὁ δὲ ἀνεξέταστος βίος οὐ βιωτὸς ἀνθρώπῳ, ταῦτα δ᾽ ἔτι ἧττον πείσεσθέ μοι λέγοντι. Τὰ δὲ ἔχει μὲν οὕτως, ὡς ἐγώ φημι, ὦ ἄνδρες, πείθειν δὲ οὐ ῥᾴδιον.

Si, por otra parte, digo que el mayor bien para un hombre es precisamente éste, tener conversaciones cada día acerca de la virtud y de los otros temas de los que vosotros me habéis oído dialogar cuando me examinaba a mí mismo y a otros, y si digo que una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre, me creeríais aún menos. Sin embargo, la verdad es así, como yo digo, atenienses, pero no es fácil convenceros.

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Y tras ello, iniciemos, pues, les extractos del citado capítulo de la Paideia de Werner Jaeger con los dos primeros párrafos (página 389 de la edición del Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1988)

Sócrates es una de esas figuras imperecederas de la historia que se han convertido en símbolos. Del hombre de carne y hueso y del ciudadano ateniense nacido en el año 469 a. c. y condenado a muerte y ejecutado en el año 399 han quedado grabados pocos rasgos en la historia de la humanidad, al ser elevado por ésta al rango de uno de sus pocos «representantes». A formar esta imagen no contribuyó tanto su vida ni su doctrina, en la medida en que realmente profesaba alguna, como la muerte sufrida por él en virtud de sus convicciones.

En la Edad Media Sócrates no había pasado de ser un nombre famoso trasmitido a la posteridad por Aristóteles y Cicerón. A partir de ahora su estrella empieza a subir, al paso que la de Aristóteles, el príncipe del escolasticismo, comienza a declinar. Sócrates se convierte en guía de toda la Ilustración y la filosofía modernas; en el apóstol de la libertad moral, sustraído a todo dogma y a toda tradición, sin más gobierno que el de su propia persona y obediente sólo a los dictados de la voz interior de su conciencia; es el evangelista de la nueva religión terrenal y de un concepto de la bienaventuranza asequible en esta vida por obra de la fuerza interior del hombre y no basada en la gracia, sino en la tendencia incesante hacia el perfeccionamiento de nuestro propio ser. No es posible, sin embargo, reducir a estas fórmulas todo lo que Sócrates significó para los siglos que siguieron al fin de la Edad Media. Todas las nuevas ideas éticas o religiosas que surgían, todos los movimientos espirituales que se desarrollaban, invocaban su nombre. Y este resurgimiento de Sócrates no respondía a un interés puramente erudito; nacía de un entusiasmo directo por la personalidad espiritual de aquel hombre, revelada a través de las fuentes griegas recién descubiertas y principalmente a través de las obras de Jenofonte

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Werner Jaeger (fotografía de 1935)

Y seguimos con fragmentos de uno de los más distinguidos críticos de Sócrates, el poeta cómico Aristófanes. En Aves 1277-1285 usa un verbo basado en el nombre propio Sócrates (Σωκράτης), el verbo σωκρατέω = “hacer como Sócrates”, usado sólo en este verso 1282 de Las Aves de Aristófanes en toda la literatura griega.

Hay otro verbo (σωκρατίζω) que sólo encontramos en Alcifrón, Cartas de Cortesanas, 2 (De Leontion a Lamia):

μέχρι τίνος ὑπομενεῖ τις τὸν φιλόσοφον τοῦτον; ἐχέτω τὰς περὶ φύσεως αὐτοῦ κυρίας δόξας καὶ τοὺς διεστραμμένους κανόνας, ἐμὲ δὲ ἀφέτω τὴν φυσικῶς κυρίαν ἐμαυτῆς ἀστομάχητον καὶ ἀνύβριστον. ὄντως ἐγὼ πολιορκητὴν ἔχω τ[οι]οῦτον, οὐχ οἷον σὺ Λάμια Δημήτριον. μὴ γὰρ ἔστι σωφρονῆσαι διὰ τὸν ἄνθρωπον τοῦτον; καὶ σωκρατίζειν καὶ στωμύλλεσθαι θέλει καὶ εἰρωνεύεσθαι, καὶ Ἀλκιβιάδην τινὰ τὸν Πυθοκλέα νομίζει καὶ Ξανθίππην ἐμὲ οἱεται ποιήσειν. [καὶ] πέρας ἀναστᾶσα ὁποίποτε γῆν πρὸ γῆς φεύξομαι μᾶλλον ἢ τὰς ἐπιστολὰς αὐτοῦ τὰς ἀδιαπαύστους ἀνέξομαι. ὅ δὲ πάντων δεινότατον ἥδη καὶ ἀφορητότατον τετόλμηκεν, ὑπὲρ οὖ καὶ γνώμην βουλομένη λαβεῖν τί μοι ποιητέον ἐπέσταλκά σοι.

¿Durante cuánto tiempo podría alguien soportar a semejante filósofo? Que se guarde para él sus Principales máximas sobre la Naturaleza y su retorcido Canon y, en cambio. que a mí me deje ser dueña de mi persona de una forma natural y estar libre de cóleras e insolencias. Tal es, en realidad, Lamia, el asediador de cabellos blanquecinos que yo tengo y no, como tu Demetrio, un asediador de ciudades. Mas, ¿acaso es posible conseguir la serenidad de ánimo al estar en su compañía? Él pretende ser Sócrates, se las da de ingenioso, practica la ironía, y cree que Pitocles es un Alcibiades y que yo debo comportarme como Jantipa. Finalmente, poniéndome en camino hacia cualquier lugar, huiré de tierra en tierra con tal de no soportar sus incesantes cartas. Él ya se ha atrevido a la cosa más terrrible y más intolerable de todas. Por tal motivo te escribo, porque quiero recoger tu opinión sobre lo que debo hacer.

La traducción es de Elisa Ruiz García, en Gredos, quien nos dice en nota al pie que la cortesana Leontion fue amante de Epicuro y concubina de Metrodoro.

Aquí tenemos Aves:

Κῆρυξ

ὦ κλεινοτάτην αἰθέριον οἰκίσας πόλιν,

οὐκ οἷσθ᾽ ὅσην τιμὴν παρ᾽ ἀνθρώποις φέρει,

ὅσους τ᾽ ἐραστὰς τῆσδε τῆς χώρας ἔχεις.

πρὶν μὲν γὰρ οἰκίσαι σε τήνδε τὴν πόλιν,

ἐλακωνομάνουν ἅπαντες ἄνθρωποι τότε,

ἐκόμων ἐπείνων ἐρρύπων ἐσωκράτουν

σκυτάλι᾽ ἐφόρουν, νυνὶ δ᾽ ὑποστρέψαντες αὖ

ὀρνιθομανοῦσι, πάντα δ᾽ ὑπὸ τῆς ἡδονῆς

ποιοῦσιν ἅπερ ὄρνιθες ἐκμιμούμενοι.

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Heraldo

¡Oh tú, fundador de tan ilustrísima ciudad en el aire, no sabes cuánta es la gloria que entre los hombres te llevas y cuántos enamorados de estos lugares has conseguido! Antes de que tú fundaras esta ciudad todos los hombres estaban tontitos con Lacedemonia: se dejaban el pelo largo, ayunaban, andaban salidos, hacían de Sócrates y llevaban escítalas; pero ahora han cambiado y están locos con los pájaros y les encanta hacer todo a imitación suya.

 Nota: La referencia a Sócrates y su «laconismo» se entiende por el desinterés y el desprecio por las comodidades que le caracterizaron.

Las traducciones y notas de Aristófanes son de Luis M. Macía Aparicio, en Gredos.

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Glosada la conferencia de García Gual con la ayuda de la reseña de su libro de 2014 a cargo de Benamí Barros García, seguimos con esta serie de artículos sobre la sirena propia de la mitología castellonense.

Del turno de preguntas destaco la que se le hizo sobre la sardana L’Empordà, con música de Enric Morera y letra de Joan Maragall, y que te tenido la suerte de cantar con mi coralVicent Ripollés”. En efecto, el texto de Joan Maragall describe bellamente la creación y origen de la comarca de l’Empordà, fruto del amor de un pastor de la montaña y de una sirena del mar, refiriéndose a los elementos montañosos y marinos de la comarca gerundense. El texto de Maragall dice:

A dalt de la muntanya hi ha un pastor, a dintre de la mar hi ha una sirena. Ell canta al dematí, que el sol hi és bo, ella canta a les nits de lluna plena. Ella canta: «Pastor em fas neguit» Canta el pastor: «Em fas neguit sirena» «Si sabessis el mar com és bonic!» «Si veiessis la llum de la carena!» «Si hi baixessis, series mon marit!» «Si hi pugessis, ma joia fóra plena!» «Si sabessis el mar com és bonic!» «Si veiessis la llum de la carena!» La sirena es féu un xic ençà, un xic ençà el pastor de la muntanya, fins que es trobaren al bell mig del pla, i de l’amor plantaren la cabanya: fou l’Empordà!

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El pastor y la sirena

Arriba de la montaña hay un pastor, dentro del mar hay una sirena. Él canta por la mañana, que el sol es bueno, ella canta en las noches de luna llena. Ella canta: “Pastor, me causas desazón”. Canta el pastor: “Me causas desazón sirena”. “¡Si supieras cuán hermoso es el mar!” “¡Si vieras la luz de la cresta!” “¡Si bajaras, serías mi marido!” “¡Si subieras, mi alegría sería plena!” “¡Si supieras cuán hermoso es el mar!” “¡Si vieras la luz de la cresta!” “La sirena se hizo un poco hacia acá, un poco hacia aquí el pastor de la montaña, hasta que se encontraron en medio del llano, y del amor plantaron la cabaña:¡fue el Ampurdán!

No nos sustraemos a ofrecer esta hermosa obra coral.

En ese turno de preguntas no quisimos preguntar al conferenciante por otra sirena, porque no era cuestión adecuada al acto y porque seguramente, y con razón, Carlos García Gual no sabría que en la mitología de Castellón también tenemos nuestra sirena.

La conferencia nos ha servido, pues, para dar unas breves pinceladas del capítulo tercero, Tombatossals i la Serena de la Mar, del libro Tombatossals. Contalles de la terra, de Josep Pasqual Tirado.

Tombatossals, que podemos traducir por Tumbacolinas, es uno de los personajes mitológicos de Castellón. Surgidos como sus compañeros de “colla” o pandilla, Arrancapins (Arrancapinos), Bufanúvols (Soplanubes), Tragapinyols (Tragahuesos; un “pinyol” es el hueso de una fruta), Cagueme, el príncipe Garxolí del Senillar, el Rei Barbut (rey Barbudo) y sus hijos la Infantona, Tahor (al revés, Horta = Huerta) y Casse (al revés, Secà = Secano), que simbolizan las dos zonas agrícolas de la comarca, la huerta entre la ciudad y el mar, y el secano, entre la ciudad y las montañas circundantes, y otros de la fantasía y de las lecturas del agricultor ilustrado Josep Pasqual Tirado, están presentes en el imaginario colectivo castellonense y dan nombre a diversas asociaciones festivas e, incluso, colegios de la ciudad.

Del prólogo a la edición que tenemos, la de 1966 de la Sociedad Castellonense de Cultura, reimpresión de 1979, hemos sacado esta semblanza de Josep Pasqual Tirado.

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Nacido en Castellón el 12 de mayo de 1884 en el seno de una familia labradora de posición acomodada; tras aprender las primeras letras, comenzó el bachillerato en el Instituto Provincial de la ciudad, (nota nuestra: actual IES Francesc Ribalta, todavía en su sede del ex-convento de las monjas clarisas). Atraído y obligado por el cuidado del caudaloso patrimonio familiar se dedicó al cultivo de las fincas surcando la arcillosa tierra con el arado y regándola con el agua que discurría por las acequias de nuestra maravillosa Plana. No sin sudores ni fatigas, compaginó el cultivo de la tierra con la lectura y podemos decir que nos encontramos ante un labrador amante de las letras.

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Al comenzar en 1920 la publicación del Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura se incorporó a su redacción y el entonces director de la revista, Ricardo Carreras Balado, que le conocía bien, puso en sus manos libros como el Curial e Güelfa, el Tirant lo Blanch, el Decamerón y otros de nuestra buena literatura clásica que hicieron anidar en su alma relatos, episodios, hechos legendarios y aventuras semejantes por él vividas cada día en su vida de agricultor, que al convertirse en escritor, supo plasmar en un mundo real y ficticio a la vez organizado en una trama semi-novelesca.

No olvidó nunca el cultivador de las tierras patrias surcar al mismo tiempo su espíritu, donde frecuentes lecturas dirigidas a enriquecer su sensibilidad hicieron brotar de una grieta de Tossal Gros y Penyeta Roja (dos montañas próximas a la ciudad, de 354 y 288 metros de altitud, respectivamente, padres del gigante Tombatossals) el árbol fantástico del gigante, las ramas legendarias de su pandilla, desde las colinas a la ribera del mar, desde donde la escamosa señora de las aguas azules coqueteaba con el hombretón y valiente conquistador de matas e islas, mágico fundador mitológico de un pueblo. No renegó nunca el escritor del labrador, antes bien lo tenía a gala y, al contrario del caballero valenciano Pere Pardo de la Casta, no se avergonzaba de haber “… cavat, podat, laurat e fet hoffici de laurador, e de açò ha hòmens en la plana de Burriana, huy vius, qu l’han vist” (cavado, podado, labrado y hecho el oficio de labrador, y de esto hay hombres en la plana de Burriana, hoy vivos, que lo han visto).

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Tossal Gros

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Seguimos con el comentario de los versos 232 a 250 del poema Hero y Leandro, de Museo el Gramático. Hemos dedicados dos capítulos a glosar, con ejemplos de otros autores el verso 233 sobre el insomnio de Leandro, provocado por su amor hacia Hero. Este asunto del insomnio lo hemos relacionado, gracias a las notas de José Guilleromo Montes Cala, en su edición de Gredos, con autores como Apolonio de Rodas (Argonáuticas III, 744 ss.; 1191 ss.), Teócrito (Idilio II, 38 ss.), Meleagro (Antología Palatina V, 152 y 166), Ovidio (Heroidas XVIII, 25 ss.), Aquiles Tacio (Leucipa y Clitofonte I, 6, 2-4) y Platón (Fedro, 251).

Seguimos ahora con la nota al verso 241

  1. (También él se quemaba = συνεκαίετο= 241). Cf., para esta metáfora ígnea del amor, Ovidio, Heroidas XVIII, 85 ss.

Ut procul adspexi lumen, “meus ignis in illo est:

illa meum,” dixi, “litora lumen habent.”

Et subito lassis vires rediere lacertis,

visaque quam fuerat mollior unda mihi.

Frigora ne possim gelidi sentire profundi,

qui calet in cupido pectore, praestat amor.

Quo magis accedo propioraque litora fiunt,

quoque minus restat, plus libet ire mihi.

Cum vero possum cerni quoque, protinus Addis

spectatrix animos, ut valeamque facis.

Nunc etiam nando dominae placuisse laboro,

atque oculis iacto bracchia nostra tuis.

heroidasmexia

Cuando contemplé a lo lejos la luz, dije: “Mi fuego está en ella; mi luz esas riberas la poseen”. Y de pronto a mis agotados brazos volvieron las fuerzas y me pareció más dócil que antes el agua. Que no sienta el frío del helado abismo lo logra el amor que arde en mi corazón apasionado. Cuanto más me aproximo y más cercana se hace la ribera, y cuanto menos queda, más placer siento en avanzar. Mas cuando puedes también verme, inmediatamente acreces al mirarme mis fuerzas y haces que me encuentre bien. En ese momento me esfuerzo en agradar a mi dueña, incluso al nadar, y a tus ojos lanzo mis brazos.

La traducción es de Francisca Moya del Baño, en CSIC (Alma Mater).

La combustión “sincronizada” de una lámpara y del fuego del amor es un motivo ya atestiguado en la novela y la epigramática:

Aquí tenemos Teágenes y Cariclea VII, 9, 4 de Heliodoro:

Καὶ ἁπλῶς εἰς μανίαν λοιπὸν ἐλάνθανεν ὁ ἔρως ὑποφερόμενος, ἕως δή τις πρεσβῦτις ὄνομα Κυβέλη τῶν θαλαμηπόλων καὶ συνήθως τὰ ἐρωτικὰ τῇ Ἀρσάκῃ διακονουμένων εἰσδραμοῦσα εἰς τὸν θάλαμον, ἔλαθε γὰρ αὐτὴν οὐδ´ ὁτιοῦν τῶν γινομένων ἅτε λύχνου φαίνοντος καὶ οἷον συνεξάπτοντος τῇ Ἀρσάκῃ τὸν ἔρωτα.

En definitiva, el amor que había sobrevenido iba a convertirse en auténtica locura de un modo insensible, si no hubiera sido porque una vieja llamada Cíbele, una antigua doncella que habitualmente era cómplice en las intrigas amorosas de Ársace, entró corriendo en la alcoba y vio absolutamente todo lo que allí dentro sucedía, gracias a la luz de un candil encendido que unido al amoroso fuego de Ársace parecía ilumiNar la estancia entera.

La traducción es de Emilio Crespo Güemes, en Gredos.

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Y ahora Antología Palatina V, 279 (Paulo Silenciario):

ΠΑΥΛΟΥ ΣΙΛΕΝΤΙΑΡΙΟΥ

Δηθύνει Κλεόφαντις· ὁ δὲ τρίτος ἄρχεται ἤδη

λύχνος ὑποκλάζειν ἦκα μαραινόμενος.

αἴθε δὲ καὶ κραδίης πυρσὸς συναπέσβετο λύχνῳ

μηδέ μ᾿ ὑπ᾿ ἀγρύπνοις δηρὸν ἔκαιε πόθοις.

ἆ πόσα τὴν Κυθέρειαν ἐπώμοσεν ἕσπερος ἥξειν·

ἀλλ᾿ οὔτ᾿ ἀνθρώπων φείδεται οὔτε θεῶν.

PAULO SILENCIARIO

Cleofantis se demora. Ya ya el tercer candil comienza a extinguirse, apagándose poco a poco. ¡Ojalá el fuego de mi corazón se extinga con la lámpara, y no me consuma por más tiempo, presa de los deseos y privado de sueño! ¡Cuántas veces prometió que la Citerea vendría al atardecer! Pero no trata con consideración ni a los hombres ni a los dioses.

También en Antología Palatina, IX, 627 (Mariano Escolástico).

ΜΑΡΙΑΝΟΥ ΣXΟΛΑΣΤΙΚΟΥ

Τδ᾿ ὑπὸ τς πλατνους ἁπαλῷ τετρυμένος ὕπνῳ

εὗδεν ῎Ερως Νύμφαις λαμπάδα παρθέμενος.

Νύμφαι δ᾿ ἀλλήλῃσι· Τί μέλλομεν; αἴθε δὲ τούτῳ

σβέσσομεν, εἶπον, ὁμοῦ πῦρ κραδίης μερόπων.

Λαμπὰς δ᾿ ὡς ἔφλεξε καὶ ὕδατα, θερμὸν ἐκεῖθεν

Νύμφαι ᾿Ερωτιάδες λουτροχοεῦσιν ὕδωρ

MARIANO ESCOLÁSTICO

Las durmió bajo los plátanos consumido por un tierno sueño. Había proporcionado Eros una lámpara a las ninfas. Las Ninfas se dijeron unas a otras: “¿Qué vamos a hacer? ¡Ojalá apaguemos juntamente con él”, dijeron, “el fuego del corazón de los hombres!”. Y cuando la lámpara incendió incluso las aguas, las Ninfas de Eros vertieron en el baño un agua caliente.

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2. (Tales palabras de consuelo = τοίοις μύθοις= 244). Este discurso de Leandro está obviamente inspirado en aquellos otros que Odiseo dirige a su corazón en Odisea V.

407 ss. (aquí 406-423):

καὶ τότ’ Ὀδυσσῆος λύτο γούνατα καὶ φίλον ἦτορ,

ὀχθήσας δ’ ἄρα εἶπε πρὸς ὃν μεγαλήτορα θυμόν·

«ὤ μοι, ἐπεὶ δὴ γαῖαν ἀελπέα δῶκεν ἰδέσθαι

Ζεύς, καὶ δὴ τόδε λαῖτμα διατμήξας ἐπέρησα,

ἔκβασις οὔ πῃ φαίνεθ’ ἁλὸς πολιοῖο θύραζε·

ἔκτοσθεν μὲν γὰρ πάγοι ὀξέες, ἀμφὶ δὲ κῦμα

βέβρυχεν ῥόθιον, λισσὴ δ’ ἀναδέδρομε πέτρη,

ἀγχιβαθὴς δὲ θάλασσα, καὶ οὔ πως ἔστι πόδεσσι

στήμεναι ἀμφοτέροισι καὶ ἐκφυγέειν κακότητα·

μή πώς μ’ ἐκβαίνοντα βάλῃ λίθακι ποτὶ πέτρῃ

κῦμα μέγ’ ἁρπάξαν· μελέη δέ μοι ἔσσεται ὁρμή.

εἰ δέ κ’ ἔτι προτέρω παρανήξομαι, ἤν που ἐφεύρω

ἠϊόνας τε παραπλῆγας λιμένας τε θαλάσσης,

δείδω μή μ’ ἐξαῦτις ἀναρπάξασα θύελλα

πόντον ἐπ’ ἰχθυόεντα φέρῃ βαρέα στενάχοντα,

ἠέ τί μοι καὶ κῆτος ἐπισσεύῃ μέγα δαίμων

ἐξ ἁλός, οἷά τε πολλὰ τρέφει κλυτὸς Ἀμφιτρίτη·

οἶδα γὰρ ὥς μοι ὀδώδυσται κλυτὸς ἐννοσίγαιος.»

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Entonces desmayaron las rodillas y el corazón de Odiseo, y el héroe, gimiendo, a su magnánimo espíritu así le hablaba:

—¡Ay de mi! Después que Zeus me concedió que viese inesperada tierra, y acabe de surcar este abismo, ningún paraje descubro por donde consiga salir del espumoso mar. Por defuera hay agudos peñascos a cuyo alrededor braman las olas impetuosamente, y la roca se levanta lisa; y aquí es el mar tan hondo que no puedo afirmar los pies para librarme del mal. No sea que, cuando me disponga a salir, ingente ola me arrebate y de conmigo en el pétreo peñasco; y me salga en vano mi intento. Mas, si voy nadando, en busca de una playa o de un puerto de mar, temo que nuevamente me arrebate la tempestad y me lleve al ponto, abundante en peces, haciéndome proferir hondos suspiros; o que una deidad incite contra mi algún monstruo marino, como los que cría en gran abundancia la ilustre Anfitrite; pues sé que el ínclito dios que bate la tierra está enojado conmigo.

 

La traducción es de Luis Segalà i Estalella, tomada de Wikisource.

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DiogenesDeVita

Introducida la paciencia de Sócrates con su mujer Jantipa, como nos recuerda Aulo Gelio y corroboran Diógenes Laercio o San Juan Crisóstomo, finalizamos el texto de Gelio.

5. Haec verba Varronis “tollere” et “ferre” lepide quidem composita sunt, sed “tollere” apparet dictum pro “corrigere”.

6. Id etiam apparet eiusmodi vitium uxoris, si corrigi non possit, ferendum esse Varronem censuisse, quod ferri scilicet a viro honeste potest; vitia enim flagitiis leviora sunt.

5 Resultan muy apropiadas las palabras de Varrón, tollere [eliminar] y ferre [soportar]. Ahora bien, tollere significa aquí corrigere [corregir].

6 Lo cual quiere decir que, según Varrón, cuando un defecto de la esposa no puede ser corregido, hay que soportarlo, siempre que se trate de algo que un hombre honesto pueda soportar, pues los vicios son más soportables que la deshonra.

Finalizada la referencia a Sócrates en Aulo Gelio, correspondiente a Noches Áticas I, XVII, vamos a seguir durante algunos capítulos simultaneando dos tipos de textos: de una parte, unos extractos del Libro Tercero (En busca del centro divino), Capítulo II (la herencia de Sócrates) del magnífico libro Paideia: los ideales de la cultura griega, de Werner Jaeger; de otra, fuentes clásicas que nos dan información sobre el sabio griego.

Y, puesto que en el primer capítulo hemos hablado de la mujer de Sócrates, Jantipa, y Diógenes Laercio nos decía que el sabio ateniense tenía dos mujeres, aportamos dos testimonios contrarios, uno que confrima el hecho y otro que lo niega.

El primero, que lo confirma, aunque de forma muy matizada, es Plutarco, Vida de Arístides, 27, 3 p. 335 c-d:

Δημήτριος δ’ ὁ Φαληρεὺς καὶ Ἱερώνυμος ὁ Ῥόδιος καὶ Ἀριστόξενος ὁ μουσικὸς καὶ Ἀριστοτέλης, εἰ δὴ γε τὸ Περὶ εὐγενείας βιβλίον ἐν τοῖς γνησίοις Ἀριστοτέλους θετέον, ἱστοροῦσι Μυρτὼ θυγατριδῆν Ἀριστείδου Σωκράτει τῷ σοφῷ συνοικῆσαι, γυναῖκα μὲν ἑτέραν ἔχοντι, ταύτην δ’ἀναλαβόντι χηρεύουσαν διὰ πενίαν καὶ τῶν ἀναγκαίων ἐνδεομένην.

Y Demetrio Falereo, Jerónimo Rodio, Aristóxeno el músico y Aristóteles, si es que el libro De la nobleza se ha de colocar entre los genuinos de este filósofo, refieren que con Mirto, nieta de Aristides, se casó el sabio Sócrates, pues, aunque tenía otra mujer, recogió en su casa a ésta, por verla viuda y falta de todo medio de subsistir.

 

vidaaristides

En cambio, Ateneo de Naucratis, El Banquete de los sofistas XIII, 2:

καὶ γὰρ τὰς γαμετὰς ὁ καλὸς ἡμῶν ἑστιάτωρ ἐπαινῶν Ἕρμιππον ἔφη ἐν τοῖς περὶ Νομοθετῶν ‘ἱστορεῖν ὅτι ἐν Λακεδαίμονι εἰς οἴκημά τι σκοτεινὸν πᾶσαι ἐνεκλείοντο αἱ κόραι, συνεγκλειομένων καὶ τῶν ἀγάμων νεανίσκων: καὶ ἕκαστος ἧς ἐπιλάβοιτο, ταύτην ἀπῆγεν ἄπροικον. διὸ καὶ Λύσανδρον ἐζημίωσαν, ὅτι καταλιπὼν τὴν προτέραν ἑτέραν ἐβουλεύετο περικαλλεστέραν ἀγαγέσθαι. Κλέαρχος δ᾽ ὁ Σολεὺς ἐν τοῖς περὶ Παροιμιῶν ἐν Λακεδαίμονι, φησί, τοὺς ἀγάμους αἱ γυναῖκες ἐν ἑορτῇ τινι περὶ τὸν βωμὸν ἕλκουσαι ῥαπίζουσιν, ἵνα τὴν ἐκ τοῦ πράγματος ὕβριν φεύγοντες φιλοστοργῶσί τε καὶ ἐν ὥρᾳ προσίωσι τοῖς γάμοις. ἐν δὲ Ἀθήναις πρῶτος Κέκροψ μίαν ἑνὶ ἔζευξεν, ἀνέδην τὸ πρότερον οὐσῶν τῶν συνόδων καὶ κοινογαμίων ὄντων. διὸ καὶ ἔδοξέ τισιν διφυὴς νομισθῆναι, οὐκ εἰδότων τῶν πρότερον διὰ τὸ πλῆθος τὸν πατέρα.

᾿Εκ τούτων οὖν τις ὁρμώμενος μέμψαιτ’ ἂν τοὺς περιτιθέντας Σωκράτει δύο γαμετὰς γυναῖκας, Ξανθίππην καὶ τὴν ᾿Αριστείδου Μυρτώ, οὐ τοῦ δικαίου καλουμένου (οἱ χρόνοι γὰρ οὐ συγχωροῦσιν) ἀλλὰ τοῦ τρίτου ἀπ’ ἐκείνου. Εἰσὶ δὲ Καλλισθένης, Δημήτριος ὁ Φαληρεύς, Σάτυρος ὁ περιπατητικός, ᾿Αριστόξενος, οἷς τὸ ἐνδόσιμον ᾿Αριστοτέλης ἔδωκεν ἱστορῶν τοῦτο ἐν τῷ περὶ Εὐγενείας ·

Pues nuestro admirable anfitrión, alabando las mujeres casadas, dijo que Hermipo afirmó en su libro Sobre los legisladores, que en Lacedemonia todas las muchachas acostumbraban a encerrarse en un cuarto oscuro, mientras que un número de hombres jóvenes solteros eran encerrados con ellas; y cualquier muchacha que cada uno de los jóvenes agarraba se la llevaba lejos como su esposa, sin dote. Por lo cual castigaron a Lisandro, porque dejó a su primera esposa, y deseaba casarse con otra que fuera, con mucho, más bella. Pero Clearco de Solos, en su tratado Sobre los Proverbios, dice, que en Lacedemonia las mujeres, en un cierto festival, arrastran los hombres solteros a un altar, y luego los abofetean con el fin de que, para evitar el insulto de tal tratamiento, se vuelvan más cariñosos, y en el tiempo oportuno puedan dirigir sus pensamientos al matrimonio.

Pero en Atenas, Cécrope fue el primero que casó a un hombre con una sola mujer, puesto que antes las uniones se realizaban al azar, y los hombres tenían sus esposas en común. Por lo cual, decidieron llamarle διφυὴς (de doble naturaleza) porque antes de su tiempo la gente no sabía quiénes eran sus padres, en razón de la cantidad de hombres que podrían haberlo sido.

A partir de estos textos se podría legítimamente criticar a aquellos autores que atribuyen dos esposas a Sócrates, a Jantipa y a Mirto, la hija de Arístides, no el llamado Justo (pues los tiempos no concuerdan), sino el tercero de su descendencia. Estos autores son Calístenes, Demetrio Falereo, Sátiro el Peripatético, Aristóxeno, a los que sirvió de antecedente Aristóteles en su Sobre la Nobleza.

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Otros textos en los que aparece Jantipa los hallamos en las Historias curiosas (Variae Historiae) de Claudio Eliano.

Claudio Eliano, Historias curiosas IX, 7: en este texto Jantipa habla de la impertubabilidad de su esposo

ἡ Ξανθίππη ἔφη μυρίων μεταβολῶν τὴν πόλιν καὶ αὐτοὺς κατασχουσῶν ἐν πάσαις ὅμοιον τὸ Σωκράτους πρόσωπον καὶ προϊόντος ἐκ τῆς οἰκίας καὶ ἐπανιόντος θεάσασθαι: ἥρμοστο γὰρ πρὸς πάντα ἐπιεικῶς, καὶ ἦν ἵλεως ἀεὶ τὴν διάνοιαν καὶ λύπης ὑπεράνω πάσης καὶ φόβου κρείττων παντός.

Jantipa afirmaba que, a pesar de los innumerables trastornos que habían afectado tanto a la ciudad {como a sus habitantes), en todas aquellas circunstancias siempre vio la misma expresión en el rostro de Sócrates, tanto al salir de casa como a su regreso. Él se adaptaba bien a todas las circunstancias y fue siempre de una inteligencia benévola, porque estuvo por encima de todas las desgracias y supo vencer todos los miedos.

 

En Claudio Eliano, Historias curiosas IX, 29, aparece Jantipa, impresionada por los regalos de Alcibíades. Sócrates decide no aceptarlos. Además, en otro episodio, da una lección, en dos sentidos, a unos jóvenes.

τῆς νυκτὸς ἤδη προηκούσης ἐπάνεισί ποτε ἀπὸ δείπνου Σωκράτης. νεανίσκοι γοῦν ἀκόλαστοι προμαθόντες ἐνελόχησαν ἐπανιόντα, δᾷδας ἔχοντες ἡμμένας καὶ Ἐριννύων πρόσωπα. ἔθος δὲ ἦν αὐτοῖς καὶ ἄλλοις προσπαίζειν διὰ τὴν σχολὴν τὴν ἐπὶ τὰ χείρω. οὓς ἰδὼν ὁ Σωκράτης οὐ διεταράχθη, ἀλλ᾽ ἐπιστὰς ἠρώτα οἷα καὶτοὺς ἄλλους ἢ ἐν Λυκείῳ ἢ ἐν Ἀκαδημείᾳ.

ἑορτῆς οὔσης παρὰ τοῖς Ἀθηναίοις ἐφιλοτιμήσατο Ἀλκιβιάδης δῶρα πολλὰ πέμψαι τῷ Σωκράτει. τῆς οὖν Ξανθίππης καταπλαγείσης καὶ τὸν Σωκράτην λαβεῖν αὐτὰ ἀξιούσης, ὃ δὲ ἔφη ῾ἀλλὰ καὶ ἡμεῖς τῇ φιλοτιμίᾳ τῇ τοῦ Ἀλκιβιάδου παραταξώμεθα μὴ λαβεῖν τὰ πεμφθέντα ἀντιφιλοτιμησάμενοι.᾿ ἐπεὶ δέ τις ἔφη πρὸς αὐτὸν ὅτι μέγα ἐστὶν ὧν ἐπιθυμεῖ τις τούτων τυχεῖν, ὃ δὲ ῾ἀλλὰ μεῖζόν ἐστι τὸ μηδὲ ἐπιθυμεῖν τὴν ἀρχήν.᾿

En cierta ocasión volvía Sócrates de un banquete bien entrada la noche. Unos jóvenes desenfrenados, que sabían que regresaría por ese camino, lo esperaban emboscados con antorchas en las manos y máscaras de Erinias. Estos jóvenes tenían la costumbre de burlarse de todos aprovechando la vida ociosa de la que disfrutaban. Cuando Sócrates los vio, no se sintió desconcertado, sino que se detuvo y empezó a interrogarles, tal y como hacía con los demás en el Liceo o la Academia.

Con ocasión de una fiesta en Atenas, Alcibíades tuvo a mucho honor enviar regalos a Sócrates. Jantipa quedó muy impresionada y pidió a Sócrates que los aceptara. Pero éste le contestó: «Hagamos frente a la generosidad de Alcibíades y compitamos con él no aceptando sus envíos». Y cuando alguien le dijo que era una gran cosa ver realizados todos los deseos, él le contestó: «Pero más grande es aún no albergar ningún deseo».

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Sócrates reprendiendo a Alcibíades en casa de una cortesana (1857), óleo sobre lienzo de 278 x 226 cm., de Germán Hernández Amores. Museo del Prado

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Seguimos con la reseña del libro de Carlos García Gual, Sirenas. Seducciones y Metamorfosis, a cargo de Benamí Barros García en la revista Amaltea, a propósito de la conferencia pronunciada por el citado catedrático de griego palmesano el pasado 14 de octubre en el Ateneo de Castellón sobre el mismo asunto que trata el libro.

Da comienzo la segunda parte del libro, “Más allá del mundo antiguo”, con un capítulo compuesto de “tres comentarios renacentistas” (Boccaccio, Natale Conti y Pérez de Moya) y una sugestiva reflexión o explicación cercenada por la ausencia de textos antiguos que corroboren lo defendido (p. 95) sobre la aparición en el imaginario colectivo de las colas de pez de las sirenas (pp. 91-95). Tras esta explicación, y no es casual, se inicia el capítulo cuarto, dedicado a la conceptualización de las sirenas como “peligrosas rameras” que ninguna divinidad pudo salvar de “ser sometidas a la interpretación alegórica, que, regateando la veracidad de los relatos míticos y sus figuras fabulosas, hacía de los mitos considerados meras ficciones fantásticas” (p. 97). Estas, ahora, criaturas capaces de despojar de todo a los viajeros conllevan un verdadero peligro “para la salud del alma” (p. 98). Y con esto llegan las clásicas dicotomías de la luz y la sombra, de la belleza y la perdición, propias del cristianismo. Supone en este punto el texto de García Gual un complemento extraordinario a la necesaria obra de Hugo Rahner sobre la interpretación cristiana de los mitos griegos, publicada en español (Herder, 2003) sesenta años después de su aparición en lengua original…

Con la majestuosa y reveladora sirena solitaria y romántica de Waterhouse a la izquierda, se emprende un bello y bien pausado caminar a través de los emblemas y metáforas (capítulo V, pp. 109-122), a través de un paisaje de sirenas que parecen ser solo metáfora de la desviación del deber.

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La Sirena (1901), óleo sobre lienzo. 98 x 67 cm., de John William Waterhouse  The Royal Academy of Arts. Londres

Variaciones y transformaciones que se alejan del mito original oscilando entre la belleza peligrosa, la mulier formosa superne y la femme fatale, pero algunas de tanta hermosura, que merecen ser alabadas por su libertad o apropiación del mito, como ocurre con el magnífico soneto de Lope de Vega (n. 71, p. 119): “Ir y quedarme, y con quedar partirse, / partir sin alma, y ir con alma ajena, / oír la dulce voz de una sirena, / y no poder del árbol desasirse…”. También leemos a Góngora, Quevedo, Petrarca y muchos otros en los que se da una “fórmula abreviada del sentido simbólico esencial del relato mítico, reducido ya a imagen y con sentido moral. El emblema deviene metáfora visual” (p. 119). Y como elemento visual puede ser avistado por numerosos viajeros (capítulo VI, p. 123-141). Aumenta la confusión de las sirenas con otros seres del agua y del mar, desde las nereidas hasta las mermaids y ondinas. Y en esta disimulada prosopagnosia histórica para con las sirenas llegará la interpretación romántica, que contribuye a bifurcar su imagen y sentido (p. 132) …

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Imágenes de los amores imposibles (capítulo VII, p. 141-156), las sirenas representan la poderosa y magnética belleza y miden la resistencia del héroe. Entre los textos analizados más sugerentes podemos destacar El pescador y su alma de Oscar Wilde (pp. 146-150), donde los papeles parecen invertirse y la sirena figura atrapada, dormida, en espera del beso del héroe. Inscrito en el ideario de que “los amores con una sirena suelen acabar mal” (p. 150), el relato de Wilde supone una revisión de las funciones de los actores del mito, en cuyo elenco no figura Circe desde hace mucho tiempo atrás.

Llegamos al capítulo VIII, “Un abordaje fracasado” (pp. 153-156), centrado en La Odisea de Derek Walcott, donde Ulises (Odiseo) combate en dos encuentros contra mermaids y sirenas, sucesivamente. El capítulo, especialmente breve en extensión y comentario, parece estar explícitamente aislado del resto de textos.

El cuarto y último intermedio, “Otros textos sueltos” (pp. 177-186), se basa en textos de Agustí Bartra, Augusto Monterroso, Ignacio Sanz, Luis Martínez de Merlo, Luis Alberto de Cuenca, Walter de la Mare, José Emilio Pacheco y Julio Torri. Da entonces comienzo el noveno capítulo, “Reivindicación de las sirenas” (pp. 187-198), título que es ya exhortación en la mente de un lector que avanza por las interpretaciones de Maurice Blanchot (parcialmente traducido), Tzvetan Todorov, Citati, Adorno y Horkheimer. Contra estos dos últimos alza su voz García Gual para salir en defensa de Ulises (p. 191, también en pp. 195-198).

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Ulises y las Sirenas (1909), óleo sobre lienzo, de 177 x 213 cm., de Herbert James Draper. Ferens Art Gallery. Kingston upon Hull, Gran Bretaña

La “Coda final” (pp. 199-201) está dedicada al porqué del nombre de sirena para referirse al objeto de sonido estridente o, según la definición actual de la Real Academia Española, al “pito que se oye a mucha distancia y que se emplea en los buques, automóviles, fábricas, etc., para avisar”. “La homonimia alberga una cruel ironía” (p. 200), dirá García Gual. Tras el mito reducido a símbolo, a objeto que genera una estridencia alejada del otrora melodioso canto, y justamente antes de que caiga de nuevo el telón negro sobre los ojos del lector, la breve “Nota bibliográfica” (pp. 203-204) se presenta como un atisbo de esperanza, como un breve himno que deja constancia de la perdurabilidad de las sirenas en el imaginario colectivo y, por tanto, de las posibilidades e importancia de su estudio.

García Gual consigue que el mito homérico resuene a lo largo de las páginas con fuerza, que el lector atisbe el porqué de las transformaciones y, sobre todo, lo incita a buscar, a descubrir posibles conexiones y lazos a través del tiempo entre las diferentes caracterizaciones y reformulaciones de aquellas sirenas, “taimados monstruos” (p. 10) acostumbrados al “intersticio de los dos mundos” (p. 25), que han sabido sobrevivir y ser testigos del peso de tantos siglos. Dejemos a las sirenas que nos canten lo que somos y seamos capaces de escuchar su canto.

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De la mayor parte de ello habló García Gual en su conferencia en el Ateneo castellonense, charla bella y oportunamente ilustrada con interesantes imágenes, como dijimos más arriba, de la cerámica griega, de la pintura pompeyana, de códices medievales, de autores románticos o prerrafaelitas o de pintores contemporáneos.

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