El propio Ovidio en otra obra, Heroidas, dice:
erit] testis et Actaeon, quondam fera creditus illis,
ipse dedit leto cum quibus ante feras;
(Ovidio, Heroidas XX 103-104)
será testigo también Acteón, otrora tomado por un fiera por aquéllos,
con los cuales él mismo antes había dado muerte a las fieras.
Aún hay más referencias a Acteón en Ovidio, en este caso en los Tristia II, 103-106:
cur aliquid vidi? cur noxia lumina feci?
cur imprudenti cognita culpa mihi?
inscius Actaeon vidit sine veste Dianam:
praeda fuit canibus non minus ille suis.
scilicet in superis etiam fortuna luenda est,
nec veniam laeso numine casus habet.
¿Por qué tuve yo que ver algo? ¿Por qué torné culpables mis ojos? ¿Por qué, ¡imprudente de mí!, tuve yo conocimiento de aquel delito? Sin pretenderlo, Acteón contempló desnuda a Diana, y, sin embargo, no por ello fue menos presa de sus propios perros; y es que, a los ojos de los dioses, hasta el zar hay que expiarlo y un hecho casual no obtiene el perdón, si ha sido ofendida una divinidad.
La traducción es de José González Vázquez en Gredos.
Séneca, en su tragedia Edipo 751-763, también se refiere a Acteón. En una sorprendente ironía, Acteón repara en su aspecto al contemplarse en las aguas de una fuente donde se había bañado antes la diosa Diana.
Quid? Cadmei fata nepotis,
cum uiuacis cornua cerui
frontem ramis texere nouis
dominumque canes egere suum?
praeceps siluas montesque fugit
citus Actaeon agilique magis
pede per saltus ac saxa uagus
metuit motas zephyris plumas
et quae posuit retia uitat
donec placidi fontis in unda
cornua uidit uultusque feros,
ubi uirgineos fouerat artus
nimium saeui diua pudoris.
¿Qué decir de los hados del nieto de Cadmo,
Cuando unos cuernos de vigoroso ciervo
Le cubrieron la frente con sus ramas
Y acosaron los perros a su propio dueño?
Huye precipitado por selvas y por montes
El veloz Acteón y, ahora con pie más ágil,
Errante por gargantas y peñascos,
Teme las plumas movidas por el céfiro
Y evita redes que él mismo colocó;
Hasta que vio en las aguas de una apacible fuente
Sus cuernos y su aspecto de animal;
Allí había refrescado sus virginales miembros
La diosa del pudor demasiado cruel.
La traducción es de Jesús Luque Moreno, en Gredos.
También en Las Fenicias del propio Séneca, Edipo se refiere a dos personajes de fatal destino: Acteón y Penteo:
Ibo, ibo qua praerupta protendit iuga
meus Cithaeron, qua peragrato celer
per saxa monte iacuit Actaeon suis
noua praeda canibus, qua per obscurum nemus
siluamque opacae uallis instinctas deo
egit sorores mater et gaudens malo
uibrante fixum praetulit thyrso caput;
Iré, iré por donde extiende sus escarpadas crestas
Mi Citerón, por donde a pesar de haber recorrido rápidamente
A través de las rocas el monte, cayó muerto Acteón convertido
En nueva presa para sus propios perros, por donde a través del oscuro bosque
Y la foresta de un umbrío valle a sus compañeras excitadas por el dios
guió una madre y gozando de un furor
vibrante llevó atado al extremo de su tirso la cabeza de su hijo.
En las Metamorfosis o El asno de oro de Apuleyo, II, 4, en la descripción del atrio de la casa de Birrena, en la que hay una magnífica estatua de Diana, escoltada por una jauría de perros, y a cuyas espaldas se erguía una roca en forma de gruta; en la cornisa de la roca colgaban frutas y racimos, se dice:
Inter medias frondes lapidis Actaeon simulacrum curioso optutu in deam [sum] proiectus iam in ceruum ferinus et in saxo simul et in fonte loturam Dianam opperiens uisitur.
En medio de la enramada, un Acteón de piedra se adelanta hacia la diosa con indiscreta mirada; media cambiado ya en ciervo, se le ve a la vez en la piedra de la roca y en el agua de la fuente acechando la entrada de Diana en el baño.
La traducción es de Lisardo Rubio Fernández, en Gredos.
Estacio, en La Tebaida, IV, 572-574 escribe:
necdum ille aut habitus aut uersae crimina formae
mutat Aristaeo genitus: frons aspera cornu,
tela manu, reicitque canes in uulnus hiantes.
Y todavía aquél su aspecto o las manchas de su transformación
ha cambiado, el hijo de Aristeo; su frente áspera por los cuernos,
los dardos en la mano y mira los perros que con las fauces abiertas lo atacan.
Claudiano, en su Contra Rufino II, 418-420, dice:
sic mons Aonius rubuit, cum Penthea ferrent
Maenades aut subito mutatum Actaeona cornu
traderet insanis Latonia virgo Molossis
Así enrojeció de sangre el monte Aonio, cuando a Penteo llevaban
Las Ménades o a Acteón, súbitamente transformado en ciervo,
Entregó la virgen hija de Leto a sus locos perros molosos.
Plácido Lactancio (siglos IV o VI d. C.) en sus Narrationes fabularum quae in P. Ovidii Nasoni libri XV Metamorphoseon occurrunt, III, fabula II, escribió:
Actaeon, Aristaei et Autonoes filius, in cervum.
Diana cum in valle Gargaphie aestivo tempore fatigata ex adsidua venatione se ad fontem perlueret, Actaeon, Aristaei et Autonoes filius, eundem locum petens ad refrigerandum se et canes, quos exercuerat, feras persequens in conspectum deae incidit; qui ne eloqui posset, habitus eius in cervum ab ea conversus est, ita ut pro fera laceratus a suis canibus sit.
Acteón, hijo de Aristeo y Autónoe, en ciervo.
Cuando Diana en el valle de Gargafia, en el tiempo estival, cansada a causa de su asidua dedicación a la caza se bañaba en la fuente llamada Partenio, Acteón, el hijo de Aristeo y Autónoe, buscando este mismo lugar para refrescarse él y sus perros a los que había ejercitado mientras perseguía fieras, posó su vista en la diosa; él, sin poder hablar, fue convertido su aspecto en ciervo por la diosa, de modo que tomado por una fiera, fue despedazado por sus propios perros.
Fabio Fulgencio Plancíades, autor de principios de siglo VI d. C., en sus Mythologiae, III, 3, nos ha dejado esta
Fabula Acteonis
Curiositas semper periculorum germana detrimenta suis amatoribus nouit parturire quam gaudia. Acteon denique venator Dianam lavantem vidisse dicitur; qui in cervum conversus a canibus suis non agnitus eorumque morsibus devoratus est. Anaximenes qui de picturis antiquis disseruit libro secundo ait venationem Acteonem dilexisse; qui cum ad maturam pervenisset aetatem consideratis venationum periculis, id est quasi nudam artis suae rationem videns timidus factus est; inde et cor cervi habens, unde et Homerus ait: «oinobarès kunòs ommat’ ekon kradien d’elafoio», id est: ebriose, oculos canis habens et cor cervi. Sed dum periculum venandi fugiret, affectum tamen canum non dimisit, quos inaniter pascendo pene omnem substantiam perdidit; ob hanc rem a canibus suis devoratus esse dicitur.
La curiosidad siempre hermana de los peligros supo producir a sus seguidores más perjuicios que alegrías. El cazador Acteón se dice que vio a Diana lavándose; éste convertido en ciervo, no siendo reconocido por sus propios perros fue devorado por sus dentelladas. Anaxímenes que disertó en su libro segundo sobre los cuadros antiguos dice que Acteón amaba la caza; cuando llegó a la edad madura examinados los peligros de las cacerías, esto es, viendo casi la pobre razón de su arte se volvió tímido; desde entonces tenía un corazón de ciervo, de donde Homero dice: “borracho, teniendo ojos de perro y corazón de ciervo”. Pero aunque huía de los peligros de la caza, sin embargo no dejó su afecto por los perros, a los que alimentó inútilmente perdiendo todas sus fuerzas; por esa razón se dice que fue devorado por sus perros.
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