Termina el 2009 y mañana será 2010 ¡ya!
Diez años ¿o nueve? del siglo XXI. Parece que fue ayer cuando se discutía si el siglo XXI se iniciaba en el 2000 o en el 2001.
A mi mente acuden textos clásicos sobre el tiempo y su fugacidad.
Virgilio en Geórgicas III, 284 escribió:
Sed fugit interea, fugit inreparabile tempus,
Pero huye entretanto, huye el tiempo irrecuperable
Otro lugar relacionado con la fugacidad del tiempo en la literatura latina es Horacio (Carmina, II, XIV):
Eheu fugaces, Postume, Postume,
labuntur anni nec pietas moram
rugis et instanti senectae
adferet indomitaeque morti,
non si trecenis quotquot eunt dies,
amice, places inlacrimabilem
Plutona tauris, qui ter amplum
Geryonen Tityonque tristi
conpescit unda, scilicet omnibus,
quicumque terrae munere vescimur,
enaviganda, sive reges
sive inopes erimus coloni.
Frustra cruento Marte carebimus
fractisque rauci fluctibus Hadriae,
frustra per autumnos nocentem
corporibus metuemus Austrum:
visendus ater flumine languido
Cocytos errans et Danai genus
infame damnatusque longi
Sisyphus Aeolides laboris,
linquenda tellus et domus et placens
uxor, neque harum quas colis arborum
te praeter invisas cupressos
ulla brevem dominum sequetur.
absumet heres Caecuba dignior
servata centum clavibus et mero
tinguet pavimentum superbo,
pontificum potiore cenis.
Ay! Póstumo, Póstumo, fugaces
los años se van en un suspiro y la piedad
no hará que se retrasen las arrugas
ni la inminente vejez ni la indomable muerte.
No, amigo, por más que cada día
intentes aplacar con trescientos toros
al inexorable Plutón, que por tres veces
con sus funestas aguas, que sin duda todos
cuantos vivimos de los dones de la tierra
habremos de surcar, ya seamos reyes,
ya colonos sin recursos.
En vano escaparemos al sangriento Marte
y a las olas del Hadria que al romper rugen,
en vano sustraeremos nuestro cuerpo
en el otoño al dañino Austro;
forzoso es visitar al negro Cocito, que discurre
con lánguida corriente, y al infame linaje
condenado a interminable esfuerzo;
forzoso es abandonar la tierra y la casa
y la placentera esposa, y ninguno de estos
árboles que cuidas, sino el odioso ciprés,
seguirá al que fue su señor tan poco tiempo.
Heredero más digno apurará el Cécubo
guardado con cien llaves y teñirá
el pavimento con ese magnífico vino,
mejor que el de las cenas de los pontífices.
Traducción: Manuel de Paz Sánchez
Sí, se va el 2009 y somos un año más viejos, lo que preocupaba mucho a Mimnermo:
ἡμεῖς δ᾿ , οἷά τε φύλλα φύει πολυάνθεμος ὥρη
ἔαρος, ὅτ᾿ αἶψ᾿ αὐγῆις αὔξεται ἠελίου,
τοῖς ἴκελοι πήχυιον ἐπὶ χρόνον ἄνθεσιν ἥβης
τερπόμεθα, πρὸς θεῶν εἰδότες οὔτε κακὸν
οὔτ᾿ ἀγαθόνἦ Κῆρες δὲ παρεστήκασι μέλαιναι,
ἡ μὲν ἔχουσα τέλος γήραος ἀργαλέου,
ἡ δ᾿ ἑτέρη θανάτοιο· μίνυνθα δὲ γίνεται ἥβης
καρπός, ὅσον τ᾿ ἐπὶ γῆν κίδναται ἠέλιος.
Nosotros, cual las hojas que cría la estación florida
De primavera, apenas se difunde a los rayos del sol,
Semejantes a ellas, por breve tiempo gozamos de flores
De juventud, sin conocer por los dioses ni el mal
Ni el bien. Pero al lado se presentan las Keres oscuras,
La una con el embozo de la funesta vejez,
La otra con el de la muerte. Un instante dura el fruto
De la juventud, mientras se esparce sobre la tierra el sol.
La traducción es de Carlos García Gual.
Los versos siguientes son en exceso pesimistas y no casan con nuestro artículo que quiere sólo glosar la velocidad del tiempo.
Mimnermo recogía las palabras de Homero (Ilíada, VI, 145-149):
οἵη περ φύλλων γενεὴ τοίη δὲ καὶ ἀνδρῶν.
φύλλα τὰ μέν τ᾿ ἄνεμος χαμάδις χέει,
ἄλλα δέ θ᾿ ὕλη τηλεθόωσα φύει, ἔαρος δ᾿ ἐπιγίγνεται ὥρη
ἦ ὣς ἀνδρῶν γενεὴ ἣ μὲν φύει ἣ δ᾿ ἀπολήγει.
Cual la generación de las hojas, así la de los hombres.
Esparce el viento las hojas por el suelo
y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera:
de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.
La traducción es de Luis Segalà.
Acude también a nuestra mente la reflexión de Séneca (Epístolas Morales a Lucilio I, XII, 6):
Unus autem dies gradus vitae est. Tota aetas partibus constat et orbes habet circumductos maiores minoribus: est aliquis qui omnis conplectatur et cingat hic pertinet a natali ad diem extremum; est alter qui annos adulescentiae excludit; est qui totam pueritiam ambitu suo adstringit; est deinde per se annus in se omnia continens tempora, quorum multiplicatione vita componitur; mensis artiore praecingitur circulo; angustissimum habet dies gyrum, sed et hic ab initio ad exitum venit, ab ortu ad occasum.
Ideo Heraclitus, cui cognomen fecit orationis obscuritas, ‘unus’ inquit ‘dies par omni est’. Hoc alius aliter excepit. Dixit enim parem esse horis, nec mentitur; nam si dies est tempus viginti et quattuor horarum, necesse est omnes inter se dies pares esse, quia nox habet quod dies perdidit. Alius ait parem esse unum diem omnibus similitudine; nihil enim habet longissimi temporis spatium quod non et in uno die invenias, lucem et noctem, et in alternas mundi vices plura facit ista, non <alia> alias contractior, alias productior.
Itaque sic ordinandus est dies omnis tamquam cogat agmen et consummet atque expleat vitam.
Pacuvius, qui Syriam usu suam fecit, cum vino et illis funebribus epulis sibi parentaverat, sic in cubiculum ferebatur a cena ut inter plausus exoletorum hoc ad symphoniam caneretur: βεβίωται, βεβίωται.
Nullo non se die extulit. Hoc quod ille ex mala conscientia faciebat nos ex bona faciamus, et in somnum ituri laeti hilaresque dicamus, vixi et quem dederat cursum fortuna peregi.
Crastinum si adiecerit deus, laeti recipiamus. Ille beatissimus est et securus sui possessor qui crastinum sine sollicitudine expectat; quisquis dixit ‘vixi’ cotidie ad lucrum surgit.
Ismael Roca traduce:
Ahora bien, un día es un peldaño en la vida. Toda la existencia consta de partes y presenta círculos mayores descritos alrededor de otros más pequeños. Hay uno que rodea y los envuelve a todos; éste comprende desde el nacimiento hasta el último día; hay otro que delimita los años de la adolescencia, otro que encierra en su ámbito toda la niñez. Luego, como unidad aparte, está el año que incluye en sí todas las estaciones de cuya multiplicación se compone la vida; al mes lo rodea un círculo más estrecho; la órbita más corta la describe el día; también ésta se extiende desde el principio al fin, desde el orto hasta el ocaso.
Por ello Heráclito, que se ganó el sobrenombre de “oscuro” por la “obscuridad” de su exposición, dijo: “Un día es igual a otro cualquiera”, sentencia que cada cual interpretó de modo distinto. Así hubo uno que dijo era igual en cuanto a las horas y no se equivocó; porque si el día es el espacio de veinticuatro horas, es preciso que todos los días sean iguales entre sí, toda vez que la noche gana lo que el día perdió. Otro interpretó que un día era igual a todos por razón de semejanza, ya que el espacio de tiempo más prolongado nada contiene que no se halle en un solo día: claridad y noche; y en los cambios sucesivos de estación la noche unas veces más corta, otras más larga, mantiene iguales los días.
Así, pues, hay que organizar cada jornada como si cerrara la marcha y terminara y completara la vida.
Pacuvio (nota al pie: se trata con toda verosimilitud del legado que, en la época de Tiberio, sustituyó a Elio Lamia en el gobierno de Siria, al ser éste retenido en Roma por el emperador. Fue así como Pacuvio, por derecho de usucapción, es decir, por el ejercicio del poder durante largo tiempo, hizo suya la provincia), que se hizo dueño de Siria por derecho de uso, después de haber celebrado exequias en su honor con libaciones y banquetes fúnebres muy sonados, se hacía conducir de la cena a su aposento mientras en medio de los aplausos de sus favoritos se cantaba con acompañamiento de música: “la vida ha terminado, la vida ha terminado”. (nota al pie: costumbre extraña, pero frecuente en la época imperial entre gente refinada: la de simular, después de una opípara cena, el propio funeral. El verbo parentare, “celebrar un sacrificio fúnebre”, alude a las parentalia, fiestas anuales que se celebraban del 13 al 21 de febrero en honor de los difuntos de la familia, y que terminaban con un banquete). Ningún día dejó de celebrar su propio entierro.
Esto mismo que él realizaba con mala conciencia, practiquémoslo nosotros con noble intención y en el momento de entregarnos al sueño digamos alegres y contentos:
He vivido, he consumado la carrera que me había asignado la fortuna (nota al pie: Virgilio, Eneida, IV, 653: frase de Dido a punto de suicidarse).
Si Dios nos otorga además un mañana, recibámoslo con júbilo. Es muy feliz y dueño seguro de sí aquel que espera el mañana sin inquietud. Todo el que dice. “he vivido”, al levantarse recibe cada día una ganancia.
Acaba, en fin, un año más de vida, de experiencias, de aprendizajes.
Hemos caminado en invierno:
Hemos visto demonios de cerca:
Nos hemos vestido de romano:
Hemos vuelto a caminar en primavera:
Volvimos a Tarraco:
Hemos conocido un poco mejor la provincia.
Y estuvimos en la «caput» mundi.
Se va el 2009 y mañana saludaremos al 2010. ¡Que sea… como deba ser!
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