Lo encontré en un rincón del Departamento de Griego, en la reestructuración y adecentado del mismo, sito en la última planta del noble edificio de nuestro instituto y recayente a la avenida del rey Jaime I. Ha sobrevivido a las obras que se realizaron en el centro. Mide 154 x 198 centímetros. Me produjo una gran ilusión que el departamento tuviera esta joyita, ahora un poco atenuada, la ilusión digo, porque la jefa del Departamento de Geografía e Historia me dijo que estaba en préstamo o cesión al de Griego, que debía ser fotografiado y devuelto a dicho departamento. De hecho, hay otros cuarenta mapas de una época similar. Sin ir más lejos hay en el departamento de Griego otro mapa de Europa del 350 después de Cristo, de Justus Perthes.
No todos los días se encuentra uno un mapa de Grecia del año 1912. Por ello, adelantándome a las intenciones de mi colega de Geografía, he fotografiado el mapa.
En efecto. Allí estaba, en un rincón tras un armario. Un gran mapa de Grecia, Creta, las islas del Egeo y Asia menor.
Su título, que figura en la parte inferior izquierda es:
GRAECIAE
ANTIQUAE
TABULA IN USUM SCHOLARUM DESCRIPTA
AB
HENRICO KIEPERT
EMENDATA
Editionem tredecimam curavit
HANS PHILIPP
Fue editado en Berlín por Dietrich Reimer (Ernst Vohsen) en 1912:
Berolini edidit Ditericus Reimer (Ernestus Vohsen) 1912.
La primer edición del mapa, como también se puede leer en el mismo, es de 1894:
Copyright 1894 by Dietrich Reimer (Ernst Vohsen) Berlin.
Está a una escala de 1 / 500.000.
Tabulae modulus = 1/500.000.
Marca con distintos colores los diferentes dialectos de los territorios de Grecia (jónicos, dóricos, griegos del noroeste, arcadios, eolios y otros de cuyo origen no hay constancia – gentes de quarum origine nihil constat -).
Presenta también una comparación de medidas: estadios olímpicos griegos (stadia olympica), millas romanas (milia passuum Romana), millas geográficas alemanas (miliaria geographica Germanorum), millas geográficas o náuticas inglesas, francesas e italianas (miliaria geographica Anglorum, Gallorum, Italorum), millas inglesas (miliaria Anglica), leguas francesas (leugae Francicae) y miriámetros (myriametra).
La altitud de las montañas se da en metros y en pies ingleses, como se encarga de aclarar una nota en la parte inferior del mapa:
Altitudo montium et locorum duplicibus numeris indicatur, quorum ii quibus littera m subjungitur metra, ii quibis nota (_ ’) apposita est, pedes Anglicos indicant.
El autor del mapa es Heinrich Kiepert, de quien se puede leer algo en el enlace.
Por otro lado, A. Cepas, D. Plácido y F. J. Sánchez Palencia, del Departamento. de Historia Antigua y Arqueología. CEH del CSIC y Miembros del Comité Español de la TIR (Tabvla Imperii Romani), en el artículo Tabvla Imperii Romani, publicado por Ediciones de la Universidad de Salamanca en 1995-1996 nos hablan de Heinrich Kiepert, así como del filólogo y cartógrafo alemán Karl Wilhelm Ludwig Müller.
Kiepert, cuya obra finalizará su hijo Richard, es un directo seguidor de C. Ritter (Talbert, 1991, 13) y es considerado uno de los fundadores, junto con A. von Humboldt, de la Geografía moderna. El pensamiento de Ritter queda materialmente definido en el subtítulo de su Erkunde: «Geografía de acuerdo con la Naturaleza y la Historia del hombre, o Geografía General Comparada, como fundamento seguro para el estudio y conocimiento de las ciencias físicas e históricas».
Poseía una visión empírica e inductiva de la Geografía en la que priman los datos observables sobre las conjeturas o hipótesis, pero sin limitarse a un descriptivismo, sino buscando los principios o leyes de organización en la relación entre la humanidad y el medio para alcanzar en último término la realidad que subyacía bajo ellos. Dentro de este claro teleologismo, la Geografía y la Historia eran para él inseparables (Estébanez, 1982, 26-28).
Müller, por su parte, es bien conocido dentro de los estudios clásicos por sus ediciones de historiadores y geógrafos griegos. Su trabajo para el Atlas of Ancient Geography editado por Smith y Grove (1872-74) se concibió como un complemento de los diccionarios y enciclopedias sobre el mundo clásico y bíblico de la época, de la misma forma que lo fueron los mapas que ilustran su obra sobre Tolomeo o los geógrafos griegos menores.
En este sentido no se diferencia mucho de la concepción general de la historia de la cartografía en el siglo XIX, entendida como una auxiliar de la historia de la geografía y más particularmente como una historia de los descubrimientos y las exploraciones geográficas.
La geografía histórica que practican Kiepert y Müller supone para los estudios de la Antigüedad algo similar realmente a los descubrimientos que por entonces se están produciendo en los jóvenes continentes. Cual Livingston o Stanley, Müller y Kiepert desvelaron por primera vez la imagen física, es decir, la imagen adaptada a la moderna visión del mundo, de los autores antiguos. Ya no se trataba de representaciones esquemáticas o estereotipadas, sino de algo contrastable, de un redescubrimiento que permitía ulteriores comprobaciones. Como ha indicado Harley (1987, 17) se trataba ante todo de reconstruir la geografía histórica del pasado.
De esta forma los mapas de Kiepert o Müller son concebidos simplemente como una evidencia antes inalcanzable técnicamente para servir de soporte geográfico descriptivo a una historia política en el sentido más tradicional del término. En palabras del propio Hübner (1888, 27) y como elocuente resumen de lo dicho: «El estudio de los geógrafos antiguos exige que se fije en mapas lo que sobre el estado de los conocimientos geográficos de cada época puede averiguarse».
Schulten en el preámbulo de su obra Geografía y Etnografía antiguas de la Península Ibérica, 2 vols., CSIC, Madrid, 1959 y 1963 escribe:«Desde que Karl Ritter inició la Geografía Histórica, es forzosa la compenetración de la geografía y de la Historia; porque la tierra es la residencia del hombre y el escenario de sus hechos. Geografía e Historia se entrecruzan y completan continuamente, no sólo en la descripción de campañas y batallas, sino también en otros aspectos… En la época de Karl Ritter, Ernst Curtius y Heinrich Kiepert, se destacó con fuerza esta relación estrecha entre la Geografía y la Historia; pero luego, en época dominada por las ciencias naturales, fue descuidada, y sólo recientemente ha logrado otra vez mayor aprecio.»
La geografía histórica que practican Kiepert y Müller supone para los estudios de la Antigüedad algo similar realmente a los descubrimientos que por entonces se están produciendo en los jóvenes continentes. Cual Livingston o Stanley, Müller y Kiepert desvelaron por primera vez la imagen física, es decir, la imagen adaptada a la moderna visión del mundo, de los autores antiguos. Ya no se trataba de representaciones esquemáticas o estereotipadas, sino de algo contrastable, de un redescubrimiento que permitía ulteriores comprobaciones. Como ha indicado Harley («The map and the development of the History of Cartography», The History of Cartography. I. Cartography in Prehistoric, Ancient and Medieval Europe and the Mediterranean (f. B. Harley – D. Woodward eds.), I, The Univ. of Chicago Press, Chicago and Londres, 1987, 17) se trataba ante todo de reconstruir la geografía histórica del pasado.
Y hasta aquí esta breve reseña de un hallazgo que nos ha provocado una efímera y parcial ilusión, ya que, como hemos indicado, el mapa se trasladará unos despachos más allá, aunque seguirá perteneciendo ése y otros muchos otros mapas antiguos al centro y esta colección cartográfica seguirá constituyendo una de las joyas del IES Ribalta.
Enhorabuena, nosotros tenemos en el Jorge Juan casi toda la colección con uno del Imperio Romano de 3mx2m. Mételes en la cabeza a la dirección la neccesidad de enmarcarlo para su conservación, porque si no en el momento que lo cuelguen se van a ir perdiendo los colores y como le dé el sol, es el acabose. Si te dejan pásale una aspiradora para quitarle el polvo, con mucho cuidado y mira muy bien si no hay algún nido de hongos. Te recomiendo pedir información en el archivo histórico local sobre la conservación. Y en cuanto a los ministerios y otras administraciones públicas, olvídate, si tienen ya un ejemplar no le van a prestar ningún interés.
Bueno, eso va a ser tarea del Departamento de Geografía, «propietario» del mapa. Están ahora en tareas de catalogación y fotografiado de los mapas. Por mi parte, le pasé un trapo para quitarle el polvo. Los centros «históricos», como el tuyo, tienen la suerte de poseer esas joyas. Sir ir más lejos, aquí tenemos un museo de Ciencias Naturales, con cientos de especies animales y minerales, y una biblioteca que me queda por explorar, pero debe tener un buen fondo de clásicas, ya que en el departamento no está.
Te confieso que no conocía tu centro y me ha sorprendido gratamente. La verdad es que es un lujo trabajar en lugares así. Ya verás, me ha resultado muy familiar el Museo de Ciencias Naturales y los aparatos científicos. Suerte tenéis de tener un módulo de biblioteconomía, que os habrá permitido tener los fondos un poco más organizados. Nosotros estamos este año intentando darle orden y conservación a la biblitoeca, como siempre al final los de clásicas terminamos entre libros, aunque confieso que es un verdadero placer. Una de las curiosidades del centro es que tiene una sala de mapas, cosa que nunca había visto, donde se organizan los mapas enrollados en posición horizontal sujetados por perchas de madera especiales. Sí podemos presumir de tener una buena biblitoeca de clásicas para un centro de enseñanza, evidentemente debido a la labor de los profesores que han pasado por allí.
am……… que interesante 🙂 ;*