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Archive for 10 de septiembre de 2012

Seguimos con la pregunta sobre los satélites de Júpiter y ahora vamos con Calisto.

  1. ¿Por qué los satélites de Júpiter son Ío, Ganimedes, Europa, Calisto, Metis, Adrastea, Amaltea, Tebe?

La ninfa Calisto, nuestra tercera protagonista, de la que se había enamorado Zeus, se había consagrado a Ártemis y, por tanto, a la virginidad. Zeus se unió a ella adoptando la figura de la diosa Ártemis, pues Calisto rehuía a los hombres. De la unión nació Árcade. Calisto estaba encinta, cuando un día Ártemis y sus compañeras decidieron bañarse en una fuente; Calisto hubo de desnudarse y su falta fue descubierta. Indignada, Ártemis la transformó en osa, y luego, por instigación de Hera, o por su propia cólera, la mató de un flechazo. Zeus convirtió a Calisto en constelación: la Osa Mayor.

Las fuentes sobre Calisto son variadas. Tenemos a Apolodoro:

Εὔμηλος δὲ καί τινες ἕτεροι λέγουσι Λυκάονι καὶ θυγατέρα Καλλιστὼ γενέσθαι· Ἡσίοδος μὲν γὰρ αὐτὴν μίαν εἶναι τῶν νυμφῶν λέγει, Ἄσιος δὲ Νυκτέως, Φερεκύδης δὲ Κητέως. αὕτη σύνθηρος Ἀρτέμιδος οὖσα, τὴν αὐτὴν ἐκείνῃ στολὴν φοροῦσα, ὤμοσεν αὐτῇ μεῖναι παρθένος. Ζεὺς δὲ ἐρασθεὶς ἀκούσῃ συνευνάζεται, εἰκασθείς, ὡς μὲν ἔνιοι λέγουσιν, Ἀρτέμιδι, ὡς δὲ ἔνιοι, Ἀπόλλωνι βουλόμενος δὲ Ἥραν λαθεῖν εἰς ἄρκτον μετεμόρφωσεν αὐτήν. Ἥρα δὲ ἔπεισεν Ἄρτεμιν ὡς ἄγριον θηρίον κατατοξεῦσαι. εἰσὶ δὲ οἱ λέγοντες, ὡς Ἄρτεμις αὐτὴν κατετόξευσεν, ὅτι τὴν παρθενίαν οὐκ ἐφύλαξεν. ἀπολομένης δὲ Καλλιστοῦς Ζεὺς τὸ βρέφος ἁρπάσας ἐν Ἀρκαδίᾳ δίδωσιν ἀνατρέφειν Μαίᾳ, προσαγορεύσας Ἀρκάδα· τὴν δὲ Καλλιστὼ καταστερίσας ἐκάλεσεν ἄρκτον.

(Apolodoro, Biblioteca Mitológica III, 8, 2)

Eumelo y otros dicen que Licaón tuvo también una hija, Calisto; Hesíodo en cambio la cree una de las ninfas, Asio la da por hija de Nicteo, y Ferécides, de Ceteo. Ésta era compañera de Ártemis en la caza, vestía como ella y le había jurado mantenerse virgen. Pero Zeus, enamorado de ella, y adoptando la apariencia de Ártemis según unos, de Apolo según otros, la violó. Queriendo ocultarla a Hera, la transformó en osa, pero Hera convenció a Ártemis para que disparase sus flechas como a un animal salvaje. Algunos dicen que Ártemis la flechó por no haber conservado su virginidad. Al morir Calisto, Zeus tomó al niño, al que llamó Árcade, y lo encargó a Maya que lo criara en Arcadia; a Calisto la catasterizó con el nombre de Osa.

 La traducción es de Margarita Rodríguez de Sepúlveda, en Gredos.

Eratóstenes en sus Catasterismos I, dedicado a la Osa Mayor, nos habla de la hija de Licaón:

Cuenta Hesíodo que era hija de Licaón y que vivía en la región de Arcadia, y que se dedicaba a cazar las fieras del monte como compañera de Ártemis. Fue seducida por Zeus, aunque consiguió que Ártemis no lo advirtiera; más tarde, cuando estaba a punto de dar a luz, un día que se bañaba, la diosa se percató de su estado. La diosa se enojó con ella por ese motivo y la metamorfoseó en una fiera; y ella, bajo su nuevo aspecto de osa, dio a luz a Arcadio. Unos cabreros la cazaron en el monte y la regalaron junto con su retoño a Licaón. Pasado el tiempo se atrevió a entrar al recinto sagrado de Zeus, contraviniendo la ley; fue perseguida por su propio hijo y por los habitantes de Arcadia, y a punto estuvo de morir ejecutada en la aplicación de la mencionada ley. Pero Zeus la liberó de morir en gracia a su antigua relación y la elevó al firmamento. Denominó a esta constelación Osa Mayor, a causa de su primer incidente.

La constelación tiene siete estrellas de escaso brillo en su cabeza, dos sobre cada uno de sus hombros; una más brillante sobre los omóplatos, una sobre el pecho (una sobre la garra delantera), una brillante sobre el lomo, dos sobre las garras traseras, dos en el extremo de la pata y tres sobre la cola. Todas suman veintitrés.

La traducción es de Antonio Guzmán Guerra en Alianza Editorial (8219).

El astrónomo Higino en Astronomica II, 1, que algunos dicen que es el mismo que escribió las Fábulas, nos habla también de Calisto:

Igitur, ut supra diximus, initium est nobis Arctos maxima. Hanc autem Hesiodus ait esse Callisto nomine, Lycaonis filiam, eius qui in Arcadia regnauit; eamque studio uenationis inductam, ad Dianam se adplicuisse, a qua non mediocriter esse dilectam propter utriusque consimilem naturam. Postea autem ab Ioue conpressam, ueritam Dianae suum dicere euentum. Quod diutius celare non potuit; nam iam utero ingrauescente, prope diem partus in flumine corpus exercitatione defessum cum recrearet, a Diana cognita est non conseruasse uirginitatem. Cui dea pro magnitudine suspicionis non minorem retribuit poenam. Erepta enim facie uirginali, in ursae speciem est conuersa, quae Graece ἄρκτοςappellata. In ea figura corporis Arcada procreauit. Sed, ut ait Amphis comoediarum scriptor, Iuppiter simulatus effigiem Dianae, cum uirginem uenantem ut adiutans persequeretur, amotam a conspectu ceterorum conpressit. Quae rogata a Diana quid ei accidisset, quod tam grandi utero uideretur, illius peccato id euenisse dixit. Itaque propter eius responsum, in quam figuram supra diximus, eam Diana conuertit. Quae cum in silua ut fera uagaretur, a quibusdam Aetolorum capta, ad Lycaonem pro munere in Arcadiam cum filio est deducta. Ibi dicitur inscia legis in Iouis Lycaei templum se coniecisse; quam confestim filius est secutus. Itaque cum eos Arcades insecuti interficere conarentur, Iuppiter memor peccati ereptam Callisto cum filio inter sidera conlocauit, eamque Arctum, filium autem Arctophylaca nominauit, de quo posterius dicemus. Nonnulli etiam dixerunt, cum Callisto ab Ioue esset conpressa, Iunonem indignatam in ursam eam conuertisse; quam Dianae uenanti obuiam factam, ab ea interfectam, et postea cognitam inter sidera conlocatam. Sed alii dicunt, cum Callisto Iuppiter esset in siluam persecutus, Iunonem suspicatam id quod euenit, contendisse ut eum manifesto diceret deprehendisse. Iouem autem, quo facilius suum peccatum tegeretur, in ursae speciem conuersam reliquisse. Iunonem autem in eo loco pro uirgine ursam inuenisse; quam Dianae uenanti, ut eam interficeret, demonstrasse. Quod factum ut perspiceretur Iouem aegre tulisse, effigiem ursae stellis figuratam constituisse.

Así pues, como arriba dijimos, empezaremos con la Osa Mayor. Hesíodo dice que ésta era Calisto, la hija de Licaón, que reinó en Arcadia y que llevada por el afán de la caza se consagró a Diana por la cual fue muy amada a causa del carácter similar de una y otra. Pero después, cuando fue violada por Júpiter, temió contar a Diana su caso. Pero no pudo por más tiempo ocultarlo; pues estando ya su embarazo avanzado, cerca del día del parto, cuando ejercitaba su cuerpo cansado por la práctica de la caza en un río, fue conocido por Diana que no conservaba su virginidad. A ella la diosa por la magnitud de la sospecha no dio a cambio menor castigo. Arrebatado, en efecto, su rostro de doncella, fue convertida en osa, que en griego se dice ἄρκτος. Con este aspecto engendró a Arcas. Pero, como dice el escritor de comedias Anfis, Júpiter, tomado el aspecto de Diana, cuando seguía como ayudante a la virgen cazadora, alejada de las miradas de los demás la violó. Cuando Diana le preguntó qué le había sucedido al aparecer con un vientre tan grande, dijo que había sucedido por una falta suya. Y así, por su respuesta, en la figura que más arriba hemos dicho la convirtió Diana. Cuando vagaba por el bosque como una fiera, fue capturada por un etolio y llevada como regalo a Licaón a Arcadia con su hijo. Allí se dice que, desconocedora de la ley, se refugió en el templo de Zeus Licio; al instante la siguió su hijo. Y así cuando los arcadios, tras perseguirles, intentaban matarlos, Júpiter acordándose de su falta arrebató a Calisto y la colocó junto a su hijo entre las estrellas; y la llamó a ella Osa y a su hijo Guardián de la Osa (Arturo), de lo cual hablaremos después. Algunos también han dicho que Calisto, cuando fue poseída por Júpiter, Juno, indignada, la convirtió en osa; y al salir al paso de Diana mientras cazaba, fue muerta por ésta y tras ser después reconocida fue colocada entre las estrellas. Pero otros dicen que, cuando Júpiter persiguió a Calisto en el bosque, Juno sospechando lo que había ocurrido, intentaba que dijera abiertamente que él la había poseído. Pero que Júpiter, para ocultar más fácilmente su pecado, la había abandonado convertida en osa. Y que Juno había encontrado en aquel lugar en lugar de una doncella una osa que había mostrado a Diana cazadora para que la matara. Y para demostrar que Júpiter había soportado mal este hecho, había colocado una figura de osa en las estrellas.

 El propio Higino en su fábula 177 nos habla también de Calisto:

CAL<LI>STO.

Cal<li>sto Lycaonis filia ursa dicitur facta esse ob iram Iunonis quod cum Ioue concubuit. Postea Iouis in stellarum numero rettulit, quae Septentrio appellatur, quod signum loco non mouetur neque occidit. <T>et<hy>s enim Oceani uxor nutrix Iunonis prohibet eam in oceanum occidere. Hic ergo Septentrio maior, de qua in Creticis uersibus “tuque Lycaoniae mutatae semine nymphae, quam gelido raptam de uertice Nonacrinae oceano prohibet semper se tinguere <T>et<hy>s, ausa suae quia sit quondam succumbere alumnae”. Haec igitur ursa a Graecis Helice appellatur. Haec habet stellas in capite septem non claras, in utraque aure duas, in armo unam, in pectore claram unam, in pede priore unam, in extrema coxa claram unam, in femine posteriori duas, in pede extremo duas, in caude tres, omnis numero uiginti.

Calisto, hija de Licaón, se dice que fue convertida en osa a causa de la cólera de Juno porque tuvo una relación amorosa con Júpiter. Después Júpiter la colocó en el número de las estrellas, la que se llama Septentrión. Esta constelación ni se mueve ni se pone. En efecto, Tetis, la esposa de Océano y nodriza de Juno le prohíbe ponerse en el mar. Éste es el gran Septentrión, de quien se dice en los versos créticos:

“Y tú, semilla de la mutada ninfa Licaónide, a la cual, tras ser raptada de las cimas de la Arcadia, Tetis prohíbe siempre sumergirse en el océano, porque te atreviste a yacer otrora con el esposo de su hija de leche”. Esta osa, pues, es llamada por los griegos Hélice. Tiene siete estrellas poco brillantes en su cabeza, dos en cada oreja, una en la espalda, una en el pecho muy clara, otra en la pata delantera y una brillante en el extremo de la cola; otras dos en la parte posterior del muslo, en la punta del pie otras dos y tres en al cola; en total veinte.

 

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