“Cuando se puede evitar un mal es necedad aceptarlo” (Publio Terencio Afer)
Éste es el encabezamiento que lleva el comunicado o carta de algunas antiguas nadadoras del equipo nacional de natación sincronizada que ayer saltó a los medios de comunicación y que incluye duras críticas a la exseleccionadora nacional Anna Tarrés, en cuyo artículo de la Wikipedia ya se ha incorporado el asunto de la carta con la cita de Terencio como título. No es nuestro objetivo valorar ni el comunicado, ni la labor de la entrenadora, pues desconocemos los entresijos de los entrenamientos y la relación con sus nadadoras.
Sólo queremos fijarnos en la cita del escritor latino y aportar otras del mismo autor y de otros, latinos o griegos, que pueden servir de utilidad o de reflexión para los lectores.
En concreto, la usada por las nadadoras está presente de forma profusa en Internet, pero no hemos conseguido averiguar en qué obra y verso del autor latino aparece exactamente, si es que realmente pertenece al comediógrafo nacido en Cartago.
De todas las demás citas, tal vez la más conocida frase de Terencio la hallamos en el verso 77 (acto I, escena 1, verso 25) del Heauton Timoroumenos (El atormentador de sí mismo),
Homo sum; humani nihil a me alienum puto que podemos traducir como «Hombre soy; nada humano me es ajeno.”
Sum es la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo sum (ser). Humani es el genitivo singular del adjetivo humanus, -a, -um (humano) que actúa aquí como genitivo partitivo del pronombre indefinido nihil (nada), complemento directo del verbo puto (considerar); el adjetivo en acusativo singular neutro alienum hace de complemento predicativo (considerar alguna cosa o persona de alguna manera). La preposición de ablativo a y el ablativo singular del pronombre personal de primera persona me indican respecto a quién es ajeno lo humano.
La frase se suele citar para expresar el sentimiento de la solidaridad humana. Es realmente una frase hermosa que indica una implicación de la persona por la situación de sus congéneres, que debe llevar a trabajar por su dignidad, por la salvaguarda de sus derechos y por una convivencia realmente solidaria y fraterna de los seres humanos.
Séneca, en sus Epístolas morales a Lucilio, Libro XV, epístola 95, 53, escribió:
Ille versus et in pectore et in ore sit:homo sum, humani nihil a me alienum puto. Habeamus in commune: <in commune> nati sumus. Societas nostra lapidum fornicationi simillima est, quae, casura nisi in vicem obstarent, hoc ipso sustinetur.
Esté siempre en nuestro corazón y en nuestra boca aquel verso hombre soy y nada de lo humano lo considero ajeno a mí. Tengamos las cosas en común, pues hemos nacido para la comunidad. Nuestra sociedad es muy semejante al abovedado, que debiendo desplomarse si unas piedras no sostuvieran a las otras, se aguanta por este apoyo mutuo.
La traducción es de Ismael Roca Meliá, en Gredos, quien escribe en nota al pie:
Terencio, Heauton Timoroumenos, 77. En la comedia terenciana es Cremes quien pronuncia tales palabras, interesándose por la penosa condición de Menedemo, su vecino. El verso es celebérrimo, y Bickel (Historia de la literatura Romana, Géneros literarios y autores, El drama) lo relaciona con la primera de las “sentencias monósticas” de Menandro: “es preciso que siendo uno hombre se interese por las cosas humanas” = (Ἄνθρωπον ὄντα δεῖ φρονεῖν τἀνθρώπινα), sentencia que pudiera interpretarse en un sentido muy distinto. Sin embargo, el verso, en el contexto de la comedia, asume una dignidad ética que lo relaciona con la sabiduría popular de siempre. El sentido de Séneca se clarifica por lo que dice a continuación y lo evidencia en De ira III 43, 3: “mientras estamos entre los hombres cultivemos el trato humano” (Interim, dum trahimus, dum inter homines sumus, colamus humanitatem).
También Cicerón, De Finibus, III, 19, 63, se refiere al verso terenciano:
Ex hoc nascitur ut etiam communis hominum inter homines naturalis sit commendatio, ut oporteat hominem ab homine ob id ipsum, quod homo sit, non alienum videri.
De aquí nace que sea también natural aquel sentimiento, común a todos los hombres, en virtud del cual ningún hombre, por el hecho mismo de ser hombre, puede parecer extraño a otro hombre.
La traducción es de Víctor-José Herrero Llorente, en Gredos, quien escribe en nota al pie:
Para los estoicos, la tendencia de los hombres a unirse en sociedad es inherente a su naturaleza racional; todos se sienten hermanados al tener en común la razón, que es propiedad esencial. Esta expresión parece una reminiscencia del famoso verso de Terencio: homo sum, humani nihil a me alienum puto “Soy hombre; nada de lo que es humano lo considero ajeno a mí” (Heauton. 77)
El escritor español Gerardo Diego, miembro de la generación del 27, glosando a Terencio ha escrito en su obra Versos humanos:
Versos humanos, ¿por qué no? Soy hombre
y nada humano debe serme ajeno.
Pena, amor, amistad. Si hay quien se asombre,
si hay quien se escandalice, es que no es hombre.
SIN PALABRAS, PERO SÍ MUCHO PARA MEDITAR. SOY HOMBRE Y POR ESO ME ASOMBRO Y DEBO RAZONAR.
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