Este mes de agosto pasé unos días en Nueva York. Me tira lo clásico y traté de buscar referentes clásicos en la ciudad de los rascacielos, aunque no era mi objetivo principal, y me detuve poco en buscar referentes. Un segundo y tercer viajes a la Gran Manzana, que tengo pendientes, quizás me permitan más relajación en la búsqueda de lo clásico.
Pero algo clásico vi y aquí lo muestro sin demasiados comentarios.
Vi titanes, como el Prometeo de Rockefeller Plaza y el Atlas de la 5ª Avenida.
El Atlas del Rockefeller Center es una escultura que se puede admirar en la 5ª avenida, justo enfrente de la catedral de San Patricio. Es obra de 1936 de Lee Lawrie y Rene Chambellan, en bronce y estilo art déco, y la mayor del Rockefeller Center con 13, 7 metros de altura y está en la puerta del International Building. En ella, el eje norte-sur del gran orbe de bronce apunta a la Estrella Polar, y en uno de sus anillos se encuentran representadas las 12 constelaciones por las que pasa el Sol a lo largo de un año (visto desde la Tierra). Sobre los hombros de Atlas también puede observarse una especie de viga curvada con los símbolos tradicionales de Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, y Neptuno.
El Prometeo es una estatua dorada con los brazos extendidos y medio cuerpo en el aire. Es obra de Paul Manship y preside la Outdoor Plaza. Es un poco irónico que sea Prometeo, el titán conocido por robar el fuego a los dioses griegos para entregarlo a los hombres, el que vigile a los patinadores sobre hielo en invierno, cuando la plaza se convierte en pista de hielo. A principios de la década de 1930, el día de la entrega de la estatua dorada, un espectador murmuró que Prometeo parecía caer del tejado y estar a punto de estrellarse contra el suelo. La broma circuló y pronto toda la multitud se estaba riendo. La prensa se hizo eco de la anécdota y desde entonces poca gente se ha tomado en serio la estatua. Actualmente, sin embargo, Prometeo encaja a la perfección en el entorno. Lleva en su mano derecha la antorcha que ha robado a Zeus y su postura es un tanto forzada.
El vuelo del héroe mítico se coloca en una eclíptica (trayectoria aparente del Sol respecto a la Tierra) y se dirige con respecto a la Zodíaco, hacia las constelaciones de Piscis y Acuario, con la de Aries a la espaldas, como señalando el inminente paso de la Era de Piscis a la de Acuario (la Nueva Era).
La elección del color oro es también un símbolo, nada se deja al azar. Se refiere a la Kabala, que incorpora un capítulo de Génesis protagonizado por el patriarca Jacob (capítulo XXVIII): el oro es la representación oculta del último Mundo (La Verdad) hacia la que el alma progresa y al que se asocia como planeta el Sol.
Detrás de la estatua se puede leer una frase de Esquilo:
Prometheus, teacher in every art, brought the fire that hath proved to mortals a means to mighty ends.
Prometeo, maestro de todo arte, llevó el fuego que ha revelado a los mortales un medio para poderosos intentos.
Son los versos 109 a 111 de la tragedia de Esquilo Prometeo encadenado:
Ναρθηκοπλήρωτον δὲ θηρῶμαι πυρὸς
πηγὴν κλοπαίαν, ἣ διδάσκαλος τέχνης
πάσης βροτοῖς πέφηνε καὶ μέγας πόρος.
Hay alguna referencia clásica en el friso o panel en bronce de Alfred Janniot (1934) en el French Building, que da también a la 5ª avenida, muy cerca del Atlas. Representa a París y Nueva York uniendo sus manos, con las figuras debajo de la Poesía, la Belleza y la Elegancia. Son éstas precisamente las que no pueden negar una inspiración clásica. Nos pueden recordar a tres diosas griegas, Atenea, Afrodita o Hera.
La figura central, Belleza, adopta una postura que recuerda a numerosas Venus o Afroditas (postura, cabellos, palomas). La Elegancia adopta una postura púdica, sujetando con su mano izquierda el cabello y con su derecha la túnica que la cubre a la altura de sus partes erógenas.
Finalmente, en la parte inferior izquierda del panel hay un caballo alado, que podemos identificar con Pegaso.
Un poco más abajo, en la misma 5ª, entre las calles 40 y 42, se alza el majestuoso edificio de la Biblioteca Pública de Nueva York, de estilo neoclásico, obra de Carrère y Hastings. Dos leones de mármol custodian la escalera exterior.
El edificio tiene tres puertas, la central flanqueada por cuatro columnas, dos a cada lado. Las puertas laterales tienen una columna en su lado exterior. Son de estilo jónico, pero con capiteles corintios. El friso liso, presenta dos figuras masculinas en los extremos y dos parejas de figuras femeninas en el centro. En los espacios intermedios se lee, a la izquierda The Astor Library, en el centro The Lenox Library y, a la derecha, The Tilden Trust. Las dos primeras eran bibliotecas existentes cuyos contenidos se trasladaron a la nueva biblioteca creada por iniciativa de Samuel J. Tilden, que dedicó en su testamento sus bienes y fortuna a “crear y mantener una biblioteca pública y una sala de lectura en la ciudad de Nueva York”.
Dentro de la biblioteca, en el techo de la rotonda Mc Graw, encontramos una pintura de Edward Laning donde hallamos de nuevo a Prometeo, en concreto, Prometeo bajando el fuego desde el cielo, una metáfora sobre la influencia de la lectura.
El dios Hermes-Mercurio corona otro emblemático edificio de la ciudad de los rascacielos, en este caso entre la 42 y la 45 y entre Lexington y Vanderbilt, la Gran Central Terminal, la gran estación de trenes de la ciudad. El grupo escultórico de 1.500 toneladas, obra de Jules-Félix Coutan, en efecto, presenta a Mercurio, el dios del comercio latino (y de la velocidad, más apropiada para una estación de tren), flanqueado por Minerva (diosa de la sabiduría) y Hércules (símbolo de la fuerza). A los pies de Hermes-Mercurio, que lleva en su mano izquierda el caduceo con dos serpientes enroscadas, también propias de su hijo Asclepio, y una túnica que parece movida por el viento, hay un reloj dorado incrustado en una luneta semicircular, bajo el cual leemos el nombre del edificio (Grand Central Terminal). A cada lado del reloj hay una cornucopia, otro referente clásico.
El dios Mercurio que está tocado con su típico pétaso con alas tiene tras sí un águila de grandes alas que se abren a cada lado del dios. Atenea-Minerva está sentada a la izquierda del dios en posición pensativa apoyando su cabeza en su mano izquierda, que, a su vez, descansa sobre su rodilla izquierda. Lleva un lápiz (o un estilo) y parece estar leyendo un pergamino que se apoya en su pierna derecha. A la izquierda de la diosa se aprecia lo que parece una esfera terrestre, libros y una trompeta.
Por su parte, Hércules mira hacia Mercurio y sostiene con su mano derecha una maza. A sus pies un ancla y bajo su brazo izquierdo lo que parece un fajo de espigas. Es curioso que también apreciamos una cornucopia, un ancla y un caduceo con serpientes en un panel cerámico de Castellón.
Cuando este grupo escultórico de la Grand Terminal se instaló en 1914 se consideró el mayor del mundo con sus 14,6 metros de alto. El reloj, el ejemplo más grande de trabajo en cristal de Louis Comfort Tiffany, tiene una circunferencia de 4 metros.
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