En 1911 compone Kavafis su poema más conocido y divulgado, Ítaca. Es un fragmento del mismo, en concreto el tercer verso, el que da título a nuestra serie sobre Kavafis (γεμάτος περιπέτειες, γεμάτος γνώσεις = lleno de aventuras, lleno de conocimientos).
En el poema de Kavafis Ítaca más que una meta es un referente y lo importante es el viaje en sí mismo, metáfora de la vida, a la que hay que dotar de riquezas materiales, intelectuales, espirituales y existenciales. Recordemos que en la Odisea Ulises, una vez llegado a Troya y cuando está con Penélope, le cuenta el encargo de Tiresias, que no es si no otro viaje:
αὐτὰρ ἐγὼ μυθήσομαι οὐδ᾽ ἐπικεύσω.
οὐ μέν τοι θυμὸς κεχαρήσεται· οὐδὲ γὰρ αὐτὸς
χαίρω, ἐπεὶ μάλα πολλὰ βροτῶν ἐπὶ ἄστε᾽ ἄνωγεν
ἐλθεῖν, ἐν χείρεσσιν ἔχοντ᾽ εὐῆρες ἐρετμόν,
εἰς ὅ κε τοὺς ἀφίκωμαι οἳ οὐκ ἴσασι θάλασσαν
ἀνέρες, οὐδέ θ᾽ ἅλεσσι μεμιγμένον εἶδαρ ἔδουσιν·
οὐδ᾽ ἄρα τοί γ᾽ ἴσασι νέας φοινικοπαρήιους,
οὐδ᾽ εὐήρε᾽ ἐρετμά, τά τε πτερὰ νηυσὶ πέλονται.
σῆμα δέ μοι τόδ᾽ ἔειπεν ἀριφραδές, οὐδέ σε κεύσω·
ὁππότε κεν δή μοι ξυμβλήμενος ἄλλος ὁδίτης
φήηι ἀθηρηλοιγὸν ἔχειν ἀνὰ φαιδίμωι ὤμωι,
καὶ τότε μ᾽ ἐν γαίηι πήξαντ᾽ ἐκέλευεν ἐρετμόν,
ἔρξανθ᾽ ἱερὰ καλὰ Ποσειδάωνι ἄνακτι,
ἀρνειὸν ταῦρόν τε συῶν τ᾽ ἐπιβήτορα κάπρον,
οἴκαδ᾽ ἀποστείχειν, ἔρδειν θ᾽ ἱερὰς ἑκατόμβας
ἀθανάτοισι θεοῖσι, τοὶ οὐρανὸν εὐρὺν ἔχουσι,
πᾶσι μάλ᾽ ἑξείης· θάνατος δέ μοι ἐξ ἁλὸς αὐτῶι
ἀβληχρὸς μάλα τοῖος ἐλεύσεται, ὅς κέ με πέφνηι
γήρας ὕπο λιπαρῶι ἀρημένον· ἀμφὶ δὲ λαοὶ
ὄλβιοι ἔσσονται· τὰ δέ μοι φάτο πάντα τελεῖσθαι.
Voy a declarártelo sin omitir cosa alguna. No se alegrará tu ánimo de saberlo, como yo no me alegro tampoco, pues Tiresias me ordenó que recorriera muchísimas ciudades, llevando en la mano un manejable remo, hasta llegar a aquellos hombres que nunca vieron el mar, ni comen manjares sazonados con sal, ni conocen las naves de purpúreos flancos, ni tienen noticia de los manejables remos que son como las alas de los bajeles. Para ello me dio una señal muy manifiesta, que no te quiero ocultar. Me mandó que, cuando encuentre otro caminante y me diga que voy con un bieldo sobre el gallardo hombro, clave en tierra el manejable remo, haga al soberano Poseidón hermosos sacrificios de un carnero, un toro y un verraco, y vuelva a esta casa donde ofreceré sagradas hecatombes a los inmortales dioses que poseen el anchuroso cielo, a todos por su orden. Me vendrá más adelante, y lejos del mar, una muy suave muerte, que me quitará la vida cuando esté abrumado por placentera vejez y a mi alrededor los ciudadanos serán dichosos. Todas estas cosas aseguró Tiresias que habían de cumplirse.
(Odisea XXIII, 264-284, traducción de Luis Segalà).
El viaje de la vida ha de ser largo, para que la experiencia nos enriquezca aún más y en él han de abundar los conocimientos y las aventuras. Pero en el viaje de la vida están presentes fieros enemigos, como los fueron para Odiseo los Lestrígones, el Cíclope o Poseidón. Estos terribles enemigos no saldrán a nuestro paso, si aplicamos un elevado pensamiento y la emoción nos toca cuerpo y alma. Esos monstruos, que Odiseo encuentra en su retorno, son una ilusión, son creaciones de la mente del viajero, obsesiones, temores o limitaciones, apatías, ignorancias, que la persona lleva en su interior. No los encontraremos, si no están presentes ya en nuestra mente, en nuestra alma, o ésta los saca a la luz y provocan en nosotros un efecto pernicioso que nos impida recorrer nuestro viaje en plenitud.
En ese viaje tendremos experiencias novedosas y nuevos conocimientos, entraremos en puertos desconocidos. Los perfumes y las joyas que podemos adquirir en mercados fenicios son otras tantas experiencias vitales, otros tantos conocimientos. Y ese viaje lo debemos ir hilando, como Penélope, y enriqueciendo nuestra vida (el viaje).
En el trasfondo del poema se halla Ulises, el rey de Ítaca que viaja de regreso a ella; un hombre expuesto a los caprichos de los dioses, con una vida sometida a las intervenciones divinas. Frente a ello se levanta la idea de Kavafis: el ser humano tiene ante sí un extenso camino, un largo viaje, una prolongada travesía, que pueden ir edificando, hilando. Y es capital tener en la mente esa idea de viaje.
Hay otro contraste con Ulises. Decíamos que el camino no debe ser sólo largo, sino también rico de conocimientos, aprendizajes, aventuras, etc. Unas riquezas muy diferentes de las que llegaron con Ulises a Ítaca.
Cuando así hubo hablado, penetró la diosa en la sombría cueva y fue en busca de los escondrijos; y Odiseo se fue llevando todas las cosas -el oro, el duro bronce y las vestiduras bien hechas- que le habían regalado los feacios.
Odisea, Libro XIII, traducción de Luis Segalà, vv. 366-369
El oro, el bronce y las bellas vestiduras son en Kavafis madreperlas, ámbares, nácares, ébanos y perfumes, metáforas del conocimiento, la sabiduría, la experiencia, el bagaje cultural…
Debemos ir a Egipto y aprender de los sabios. No hay que tener prisa en el viaje: cuanto más largo, mayor la experiencia, más la sabiduría, más profundo el conocimiento.
Como en la vida, lo importante no es adónde nos dirigimos, sino lo que vivimos en nuestro viaje, en nuestro aquí y nuestro ahora. Como en la vida, los peligros que encontraremos en ese viaje no son más que los que nosotros mismos llevamos dentro y, como en la vida, la belleza de lo que veamos y vivamos no será más que lo que nosotros nos hayamos atrevido a dar, a compartir.
Ítaca, como final del viaje de la vida, pasa a ser el lugar de los últimos días o la muerte, en un sentido más trascendental.
Finalmente, pues ya se ha escrito mucho sobre él, he aquí el poema y su traducción.
Ιθάκη (1911)
Σα βγεις στον πηγαιμό για την Ιθάκη,
να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος,
γεμάτος περιπέτειες, γεμάτος γνώσεις.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον θυμωμένο Ποσειδώνα μη φοβάσαι,
τέτοια στον δρόμο σου ποτέ σου δεν θα βρείς,
αν μέν᾿ η σκέψις σου υψηλή, αν εκλεκτή
συγκίνησις το πνεύμα και το σώμα σου αγγίζει.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον άγριο Ποσειδώνα δεν θα συναντήσεις,
αν δεν τους κουβανείς μες στην ψυχή σου,
αν η ψυχή σου δεν τους στήνει εμπρός σου.
Να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος.
Πολλά τα καλοκαιρινά πρωϊά να είναι
που με τι ευχαρίστησι, με τι χαρά
θα μπαίνεις σε λιμένας πρωτοειδωμένους·
να σταματήσεις σ᾿εμπορεία Φοινικικά,
και τες καλές πραγμάτειες ν’ αποκτήσεις,
σεντέφια και κοράλλια, κεχριμπάρια κ᾿ έβενους,
και ηδονικά μυρωδικά κάθε λογής,
όσο μπορείς πιο άφθονα ηδονικά μυρωδικά·
σε πόλεις Αιγυπτιακές πολλές να πας,
να μάθεις και να μάθεις απ᾿ τους σπουδασμένους.
Πάντα στον νου σου νάχεις την Ιθάκη.
Το φθάσιμον εκεί είν᾿ ο προορισμός σου.
Αλλά μη βιάζεις το ταξίδι διόλου.
Καλλίτερα χρόνια πολλά να διαρκέσει·
και γέρος πια ν᾿ αράξεις στο νησί,
πλούσιος με όσα κέρδισες στον δρόμο,
μη προσδοκώντας πλούτη να σε δώσει η Ιθάκη.
Η Ιθάκη σ᾿ έδωσε το ωραίο ταξίδι.
Χωρίς αυτήν δεν θάβγαινες στον δρόμο.
Αλλο δεν έχει να σε δώσει πια.
Κι αν πτωχική την βρεις, η Ιθάκη δεν σε γέλασε.
Ετσι σοφός που έγινες, με τόση πείρα,
ήδη θα το κατάλαβες η Ιθάκες τι σημαίνουν.
Aquí podemos escuchar la lectura en griego del poema.
ÍTACA (1911)
Cuando salgas en el viaje para Ítaca
desea que el camino sea largo,
y lleno de aventuras y de conocimientos.
A los Lestrígones y a los Cíclopes,
al irascible Posidón no temas,
pues nunca encuentros tales tendrás en tu camino,
si tu pensamiento se mantiene alto, si una exquisita
emoción te toca cuerpo y alma.
A los Lestrígones y a los Cíclopes,
al fiero Posidón no encontrarás,
a no ser que los lleves ya en tu alma,
a no ser que tu alma los ponga en pie ante ti.
Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que – ¡y con qué alegre placer! –
entres en puertos que ves por vez primera.
Detente en los mercados fenicios,
para adquirir sus bellas mercancías,
madreperlas y nácares, ébanos y ámbares,
y voluptuosos perfumes de todas las clases,
todos los voluptuosos perfumes que te puedas comprar.
Y vete a muchas ciudades de Egipto
y aprende, aprende de los sabios.
Mantén siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te va a ofrecer riquezas.
Ítaca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más que ofrecerte.
Aunque la encuentres pobre, Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido el significado de las Ítacas.
La traducción es de Ramón Irigoyen.
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