Otro que no puede faltar, tratándose de personajes que cambian de aspecto, es Ovidio y sus Metamorfosis.
Éste es el relato del episodio del baño de Diana, el desafortunado encuentro de Acteón con dicha escena, su conversión en ciervo y su muerte a manos de sus perros.
Vallis erat piceis et acuta densa cupressu,
nomine Gargaphie succinctae sacra Dianae,
cuius in extremo est antrum nemorale recessu
arte laboratum nulla: simulaverat artem
ingenio natura suo; nam pumice vivo
et levibus tofis nativum duxerat arcum;
fons sonat a dextra tenui perlucidus unda,
margine gramineo patulos incinctus hiatus.
hic dea silvarum venatu fessa solebat
virgineos artus liquido perfundere rore.
quo postquam subiit, nympharum tradidit uni
armigerae iaculum pharetramque arcusque retentos,
altera depositae subiecit bracchia pallae,
vincla duae pedibus demunt; nam doctior illis
Ismenis Crocale sparsos per colla capillos
colligit in nodum, quamvis erat ipsa solutis.
excipiunt laticem Nepheleque Hyaleque Rhanisque
et Psecas et Phiale funduntque capacibus urnis.
dumque ibi perluitur solita Titania lympha,
ecce nepos Cadmi dilata parte laborum
per nemus ignotum non certis passibus errans
pervenit in lucum: sic illum fata ferebant.
qui simul intravit rorantia fontibus antra,
sicut erant, nudae viso sua pectora nymphae
percussere viro subitisque ululatibus omne
inplevere nemus circumfusaeque Dianam
corporibus texere suis; tamen altior illis
ipsa dea est colloque tenus supereminet omnis.
qui color infectis adversi solis ab ictu
nubibus esse solet aut purpureae Aurorae,
is fuit in vultu visae sine veste Dianae.
quae, quamquam comitum turba est stipata suarum,
in latus obliquum tamen adstitit oraque retro
flexit et, ut vellet promptas habuisse sagittas,
quas habuit sic hausit aquas vultumque virilem
perfudit spargensque comas ultricibus undis
addidit haec cladis praenuntia verba futurae:
‘nunc tibi me posito visam velamine narres,
sit poteris narrare, licet!’ nec plura minata
dat sparso capiti vivacis cornua cervi,
dat spatium collo summasque cacuminat aures
cum pedibusque manus, cum longis bracchia mutat
cruribus et velat maculoso vellere corpus;
additus et pavor est: fugit Autonoeius heros
et se tam celerem cursu miratur in ipso.
ut vero vultus et cornua vidit in unda,
‘me miserum!’ dicturus erat: vox nulla secuta est!
ingemuit: vox illa fuit, lacrimaeque per ora
non sua fluxerunt; mens tantum pristina mansit.
quid faciat? repetatne domum et regalia tecta
an lateat silvis? pudor hoc, timor inpedit illud.
Dum dubitat, videre canes, primique Melampus
Ichnobatesque sagax latratu signa dedere,
Cnosius Ichnobates, Spartana gente Melampus.
inde ruunt alii rapida velocius aura,
Pamphagos et Dorceus et Oribasos, Arcades omnes,
Nebrophonosque valens et trux cum Laelape Theron
et pedibus Pterelas et naribus utilis Agre
Hylaeusque ferox nuper percussus ab apro
deque lupo concepta Nape pecudesque secuta
Poemenis et natis comitata Harpyia duobus
et substricta gerens Sicyonius ilia Ladon
et Dromas et Canache Sticteque et Tigris et Alce
et niveis Leucon et villis Asbolos atris
praevalidusque Lacon et cursu fortis Aello
et Thoos et Cyprio velox cum fratre Lycisce
et nigram medio frontem distinctus ab albo
Harpalos et Melaneus hirsutaque corpore Lachne
et patre Dictaeo, sed matre Laconide nati
Labros et Argiodus et acutae vocis Hylactor
quosque referre mora est: ea turba cupidine praedae
per rupes scopulosque adituque carentia saxa,
quaque est difficilis quaque est via nulla, sequuntur.
ille fugit per quae fuerat loca saepe secutus,
heu! famulos fugit ipse suos. clamare libebat:
‘Actaeon ego sum: dominum cognoscite vestrum!’
verba animo desunt; resonat latratibus aether.
prima Melanchaetes in tergo vulnera fecit,
proxima Theridamas, Oresitrophos haesit in armo:
tardius exierant, sed per conpendia montis
anticipata via est; dominum retinentibus illis,
cetera turba coit confertque in corpore dentes.
iam loca vulneribus desunt; gemit ille sonumque,
etsi non hominis, quem non tamen edere possit
cervus, habet maestisque replet iuga nota querellis
et genibus pronis supplex similisque roganti
circumfert tacitos tamquam sua bracchia vultus.
at comites rapidum solitis hortatibus agmen
ignari instigant oculisque Actaeona quaerunt
et velut absentem certatim Actaeona clamant
ad nomen caput ille refert et abesse queruntur
nec capere oblatae segnem spectacula praedae.
vellet abesse quidem, sed adest; velletque videre,
non etiam sentire canum fera facta suorum.
undique circumstant, mersisque in corpore rostris
dilacerant falsi dominum sub imagine cervi,
nec nisi finita per plurima vulnera vita
ira pharetratae fertur satiata Dianae.
(Ovidio, Metamorfosis III, 155-250)
Un valle había, de píceas y agudo ciprés denso, 155
por nombre Gargafie, a la ceñida Diana consagrado,
del cual en su extremo receso hay una caverna boscosa,
por arte ninguna labrada: había imitado al arte
con el ingenio la naturaleza suyo, pues, con pómez viva
y leves tobas, un nativo arco había trazado. 160
Un manantial suena a diestra, por su tenue onda perlúcido,
y por una margen de grama estaba él en sus anchurosas aberturas ceñido.
Aquí la diosa de las espesuras, de la caza cansada, solía
sus virgíneos miembros con líquido rocío regar.
El cual después que alcanzó, de sus ninfas entregó a una, 165
la armera, su jabalina y su aljaba y sus arcos destensados.
Otra ofreció al depuesto manto sus brazos.
Las ligaduras dos de sus pies quitan; pues más docta que ellas
la isménide Crócale, esparcidos por el cuello sus cabellos,
los traba en un nudo, aunque los había ella sueltos. 170
Recogen licor Néfele y Híale y Ránide,
y Psécade, y Fíale, y lo vierten en sus capaces urnas.
Y mientras allí se lava la Titania en su acostumbrada linfa,
he aquí que el nieto de Cadmo, diferida parte de sus labores,
por un bosque desconocido con no certeros pasos errante, 175
llega a esa floresta: así a él sus hados lo llevaban.
El cual, una vez entró, rorantes de sus manantiales, en esas cavernas,
como ellas estaban, desnudas sus pechos las ninfas se golpearon
al verle un hombre, y con súbitos aullidos todo
llenaron el bosque, y a su alrededor derramadas a Diana 180
con los cuerpos cubrieron suyos; aun así, más alta que ellas
la propia diosa es, y hasta el cuello sobresale a todas.
El color que, teñidas del contrario sol por el golpe,
el de las nubes ser suele, o de la purpúrea aurora,
tal fue en el rostro, vista sin vestido, de Diana. 185
La cual, aunque de las compañeras por la multitud rodeada suyas,
a un lado oblicuo aun así se estuvo y su cara atrás
dobló y, aunque quisiera prontas haber tenido sus saetas,
las que tuvo, así cogió aguas y el rostro viril
regó con ellas, y asperjando sus cabellos con vengadoras ondas, 190
añadió estas, del desastre futuro prenunciadoras, palabras:
«Ahora para ti, que me has visto dejado mi atuendo, que narres
-si pudieras narrar- lícito es». Y sin más amenazar,
da a su asperjada cabeza del vivaz ciervo los cuernos,
da espacio a su cuello y lo alto aguza de sus orejas, 195
y con pies sus manos, con largas patas muta
sus brazos, y vela de maculado vellón su cuerpo;
añadido también el pavor le fue. Huye de Autónoe el héroe,
y de sí, tan raudo, en la carrera se sorprende misma.
Pero cuando sus rasgos y sus cuernos vio en la onda: 200
«Triste de mí», a decir iba: voz ninguna le siguió.
Gimió hondo: su voz aquélla fue, y lágrimas por una cara
no suya fluyeron; su mente solamente prístina permaneció.
¿Qué haría? ¿Volvería, pues, a su casa y a sus reales techos,
o se escondería en los bosques? El temor esto, el pudor le impide aquello. 205
Mientras duda, lo vieron los canes, y el primero Melampo
e Icnóbates el sagaz con su ladrido señales dieron:
gnosio Icnóbates, de la espartana gente Melampo.
Después se lanzan los otros, que la arrebatadora brisa más rápido,
Pánfago y Dorceo y Oríbaso, árcades todos, 210
y Nebrófono el vigoroso y el atroz, con Lélape, Terón,
y por sus pies Ptérelas, y por sus narices útil Agre,
e Hileo el feroz, recién golpeado por un jabalí,
y de un lobo concebida Nape, y de ganados perseguidora
Pémenis, y de sus nacidos escoltada Harpía dos, 215
y atados llevando sus ijares el sicionio Ladón,
y Dromas y Cánaque y Esticte y Tigre y Alce,
y de níveos Leucón, y de vellos Ásbolo negros,
y el muy vigoroso Lacón, y en la carrera fuerte Aelo,
y Too y veloz, con su chipriota hermano, Licisca, 220
y en su negra frente distinguido en su mitad con un blanco,
Hárpalo, y Melaneo, e hirsuta de cuerpo Lacne,
y de padre dicteo pero de madre lacónide nacidos
Labro y Agriodunte, y de aguda voz Hiláctor,
y cuantos referir largo es: esa multitud, con deseo de presa, 225
por acantilados y peñas y de acceso carentes rocas,
y por donde quiera que es difícil, o por donde no hay ruta alguna, le persiguen.
Él huye por los lugares que él había muchas veces perseguido,
ay, de los servidores huye él suyos. Gritar ansiaba:
«¡Acteón yo soy, al dueño conoced vuestro!». 230
Palabras a su ánimo faltan: resuena de ladridos el éter.
Las primeras heridas Melanquetes en su espalda hizo,
las próximas Teródamas, Oresítropo prendióse en su antebrazo:
más tarde había salido, pero por los atajos del monte
anticipada la ruta fue; a ellos, que a su dueño retenían, 235
la restante multitud se une y acumula en su cuerpo sus dientes.
Ya lugares para las heridas faltan; gime él, y un sonido,
aunque no de un hombre, cual no, aun así, emitir pueda
un ciervo, tiene, y de afligidas quejas llena los cerros conocidos,
y con las rodillas inclinadas, suplicante, semejante al que ruega, 240
alrededor lleva, tácito, como brazos, su rostro.
Mas sus compañeros la rabiosa columna con sus acostumbrados apremios,
ignorantes, instigan, y con los ojos a Acteón buscan,
y, como ausente, a porfía a Acteón llaman
-a su nombre la cabeza él vuelve- y de que no esté se quejan 245
y de que no coja, perezoso, el espectáculo de la ofrecida presa.
Querría no estar, ciertamente, pero está, y querría ver,
no también sentir, de los perros suyos los fieros hechos.
Por todos lados le rodean, y hundidos en su cuerpo los hocicos
despedazan a su dueño bajo la imagen de un falso ciervo, 250
y no, sino terminada por las muchas heridas su vida,
la ira se cuenta saciada, ceñida de aljaba, de Diana.
La traducción es de Ana Pérez Vega, sacada de aquí.
[…] Athenaze, mientras lamentan entre sollozas el fin del proyecto Alesia. Haylos más osados que el Acteón de Ovidio y que, conjurando a los espíritus malignos, muestran un ánimo más digno de elogio que el del […]
Because of you in pinpoint of this blog. That’s all I can say. You most unequivocally be subjected to made this blog into something thats visual acuity time and important. You distinctly be conversant with with so much involving the subject, youve covered so assorted bases. Mammoth attributes from this dole out of the internet. Again, gratefulness you with a prejudice this blog.»
hay que demandar a la señora Ana Pérez Vega, no es un mala traducción, es sencillamente un crimen lo que ha hecho
gracias!!!!
he estado buscando el original latino por algún tiempo
pareces ser el único que se ha tomado la molestia de subirlo…
ahora
¿la traducción no es un poco brutal o sólo a mi me parece?