Mañana domingo, 25 de enero, se celebra la Fiesta de la Conversión de San Pablo. Aquí hay una muy buena información.
Siempre me ha llamado la atención el hecho de que, iconográficamente, este episodio siempre o casi siempre ha contado con la presencia de un caballo. Son muchos los ejemplos.
Caravaggio, en dos ocasiones, Murillo, Mazzola, Miguel Ángel, Berdusán en el retablo de San Pablo de la parroquia de San Jorge en Tudela, Brueghel, un video o un comic para un catecismo escolar nos presentan al caballo de marras.
Pero además la expresión “caerse del caballo como san Pablo” está presente en innúmeras páginas de Internet o se pronuncia como prototipo de una conversión, incluso de una rectificación.
Como ejemplo copiamos esta respuesta de un conocido foro (el de Answers de Yahoo, donde hay, por cierto, muchas “perlas”):
No hace mucho tiempo que trace un paralelo entre San Pablo y yo, y me di cuenta que de la misma forma en que Saulo (Pablo), cayó del caballo cuando perseguía a los cristianos, yo caí del caballo del ego. Dios me sumergió en lo mas profundo del abismo y pese a mis conocimientos teologales producto de mi ego, me costaba salir. La humillación dio paso a la humildad, ésta a la plenitud de la fe, de allí a la esperanza, para llegar a la purificación de mi caridad.
No entramos ahora en el contenido de esta sentida confesión, muy bellamente expresada, sino que resaltamos la referencia al caballo de Saulo.
Y sin embargo, en ningún momento en los textos bíblicos, es decir, en Hechos de los Apóstoles 9, 1-9, 22, 6-11 y 26, 12-18 se cita al caballo o aparece alguna expresión que nos pueda hacer pensar que Saulo iba a caballo; es más algunos detalles y la normal en aquella época nos inclinan a pensar que iba a pie.
Es un ejemplo de cómo una suposición o una mala interpretación de un texto, ayudada por una extensa y larga iconografía, ha llegado a imponerse.
Aquí tenemos Hechos 9, 1-9 en griego, latín y español. La narración está en tercera persona:
ὁ δὲ Σαῦλος, ἔτι ἐμπνέων ἀπειλῆς καὶ φόνου εἰς τοὺς μαθητὰς τοῦ κυρίου, προσελθὼν τῶ ἀρχιερεῖ ᾐτήσατο παρ᾽αὐτοῦ ἐπιστολὰς εἰς Δαμασκὸν πρὸς τὰς συναγωγάς, ὅπως ἐάν τινας εὕρῃ τῆς ὁδοῦ ὄντας, ἄνδρας τε καὶ γυναῖκας, δεδεμένους ἀγάγῃ εἰς Ἰερουσαλήμ. ἐν δὲ τῶ πορεύεσθαι ἐγένετο αὐτὸν ἐγγίζειν τῇ Δαμασκῶ, ἐξαίφνης τε αὐτὸν περιήστραψεν φῶς ἐκ τοῦ οὐρανοῦ, καὶ πεσὼν ἐπὶ τὴν γῆν ἤκουσεν φωνὴν λέγουσαν αὐτῶ, Σαοὺλ Σαούλ, τί με διώκεις; εἶπεν δέ, τίς εἶ, Κύριε; ὁ δέ, ἐγώ εἰμι ᾿Ιησοῦς ὃν σὺ διώκεις· ἀλλὰ ἀνάστηθι καὶ εἴσελθε εἰς τὴν πόλιν, καὶ λαληθήσεταί σοι ὅ τί σε δεῖ ποιεῖν. οἱ δὲ ἄνδρες οἱ συνοδεύοντες αὐτῶ εἱστήκεισαν ἐνεοί, ἀκούοντες μὲν τῆς φωνῆς μηδένα δὲ θεωροῦντες. ἠγέρθη δὲ Σαῦλος ἀπὸ τῆς γῆς, ἀνεῳγμένων δὲ τῶν ὀφθαλμῶν αὐτοῦ οὐδὲν ἔβλεπεν· χειραγωγοῦντες δὲ αὐτὸν εἰσήγαγον εἰς Δαμασκόν. καὶ ἦν ἡμέρας τρεῖς μὴ βλέπων, καὶ οὐκ ἔφαγεν οὐδὲ ἔπιεν.
Saulus autem adhuc spirans minarum et cædis in discipulos Domini, accessit ad principem sacerdotum, et petiit ab eo epistolas in Damascum ad synagogas: ut si quos invenisset hujus viæ viros ac mulieres, vinctos perduceret in Jerusalem. Et cum iter faceret, contigit ut appropinquaret Damasco: et subito circumfulsit eum lux de cælo. Et cadens in terram audivit vocem dicentem sibi: Saule, Saule, quid me persequeris? Qui dixit: Quis es, domine? Et ille: Ego sum Jesus, quem tu persequeris: durum est tibi contra stimulum calcitrare. Et tremens ac stupens dixit: Domine, quid me vis facere? Et Dominus ad eum: Surge, et ingredere civitatem, et ibi dicetur tibi quid te oporteat facere. Viri autem illi qui comitabantur cum eo, stabant stupefacti, audientes quidem vocem, neminem autem videntes. Surrexit autem Saulus de terra, apertisque oculis nihil videbat. Ad manus autem illum trahentes, introduxerunt Damascum. Et erat ibi tribus diebus non videns, et non manducavit, neque bibit.
Saulo, que todavía respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara, hombres o mujeres. Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo envolvió de improviso con su resplandor. Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». El preguntó: «¿Quién eres tú Señor?». «Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le respondió la voz. Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí se te dirá qué debes hacer». Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber.
Hay, en efecto, expresiones en los textos que nos inducen a pensar que Saulo y sus compañeros iban a pie.
Es cierto que ya estaban cerca de Damasco, pero aún así las expresiones griega (χειραγωγοῦντες δὲ αὐτὸν εἰσήγαγον εἰς Δαμασκόν), latina (Ad manus autem illum trahentes, introduxerunt Damascum) y española (Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.) claramente demuestran que todos, Saulo y acompañantes, iban a pie (de Jerusalén a Damasco hay 190 km.), modo muy común de viajar en aquel tiempo, y no a lomo de caballo o de camello, como la imaginación lo ha pintado con tanta frecuencia.
En Hechos 22, 6-11. Aquí habla el propio Pablo en primera persona ante el pueblo de Jerusalén que ha intentado matarlo:
ἐγένετο δέ μοι πορευομένῳ καὶ ἐγγίζοντι τῇ Δαμασκῶ περὶ μεσημβρίαν ἐξαίφνης ἐκ τοῦ οὐρανοῦ περιαστράψαι φῶς ἱκανὸν περὶ ἐμέ, ἔπεσά τε εἰς τὸ ἔδαφος καὶ ἤκουσα φωνῆς λεγούσης μοι, Σαοὺλ Σαούλ, τί με διώκεις; ἐγὼ δὲ ἀπεκρίθην, τίς εἶ, Κύριε; εἶπέν τε πρός με, ἐγώ εἰμι Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὃν σὺ διώκεις. οἱ δὲ σὺν ἐμοὶ ὄντες τὸ μὲν φῶς ἐθεάσαντο τὴν δὲ φωνὴν οὐκ ἤκουσαν τοῦ λαλοῦντός μοι. εἶπον δέ, τί ποιήσω, Κύριε; ὁ δὲ Κύριος εἶπεν πρός με, ἀναστὰς πορεύου εἰς Δαμασκόν, κἀκεῖ σοι λαληθήσεται περὶ πάντων ὧν τέτακταί σοι ποιῆσαι. ὡς δὲ οὐκ ἐνέβλεπον ἀπὸ τῆς δόξης τοῦ φωτὸς ἐνέβλεπον ἐκείνου, χειραγωγούμενος ὑπὸ τῶν συνόντων μοι ἦλθον εἰς Δαμασκόν.
Factum est autem, eunte me, et appropinquante Damasco media die, subito de cælo circumfulsit me lux copiosa: et decidens in terram, audivi vocem dicentem mihi: Saule, Saule, quid me persequeris? Ego autem respondi: Quis es, domine? Dixitque ad me: Ego sum Jesus Nazarenus, quem tu persequeris. Et qui mecum erant, lumen quidem viderunt, vocem autem non audierunt ejus qui loquebatur mecum. Et dixi: Quid faciam, domine? Dominus autem dixit ad me: Surgens vade Damascum: et ibi tibi dicetur de omnibus quæ te oporteat facere. Et cum non viderem præ claritate luminis illius, ad manum deductus a comitibus, veni Damascum.
En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que me decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Le respondí: «¿Quién eres, Señor?», y la voz me dijo: «Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues». Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Yo le pregunté: «¿Qué debo hacer, Señor?». El Señor me dijo: «Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer». Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco.
Este segundo relato nos da varios detalles interesantes que Lucas, en su breve narración (Capítulo 9:3-8), omite. Nos informa de la luz del cielo que resplandeció en rededor (ἐξαίφνης τε αὐτὸν περιήστραψεν φῶς ἐκ τοῦ οὐρανοῦ frente a περὶ μεσημβρίαν ἐξαίφνης ἐκ τοῦ οὐρανοῦ περιαστράψαι φῶς ἱκανὸν περὶ ἐμέ); se añade «como a mediodía» y el adjetivo ἱκανὸν “intensa”.
Respecto al relato anterior hay menos información sobre la percepción que del hecho tuvieron sus acompañantes; en el primer relato oyeron la voz, pero no vieron nada; en el segundo, en cambio, ven la luz, pero no oyen nada: οἱ δὲ ἄνδρες οἱ συνοδεύοντες αὐτῶ εἱστήκεισαν ἐνεοί, ἀκούοντες μὲν τῆς φωνῆς μηδένα δὲ θεωροῦντες. ἠγέρθη δὲ Σαῦλος ἀπὸ τῆς γῆς, ἀνεῳγμένων δὲ τῶν ὀφθαλμῶν αὐτοῦ οὐδὲν ἔβλεπεν· χειραγωγοῦντες δὲ αὐτὸν εἰσήγαγον εἰς Δαμασκόν (Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.) frente a οἱ δὲ σὺν ἐμοὶ ὄντες τὸ μὲν φῶς ἐθεάσαντο τὴν δὲ φωνὴν οὐκ ἤκουσαν τοῦ λαλοῦντός μοι … ὡς δὲ οὐκ ἐνέβλεπον ἀπὸ τῆς δόξης τοῦ φωτὸς ἐκείνου, χειραγωγούμενος ὑπὸ τῶν συνόντων μοι ἦλθον εἰς Δαμασκόν (Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba … Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco).
Este relato explica que la orden de entrar en Damasco, en donde se le diría qué hacer, fue en contestación a su pregunta, «¿Qué debo hacer, Señor?»
En efecto, frente a ἀλλὰ ἀνάστηθι καὶ εἴσελθε εἰς τὴν πόλιν, καὶ λαληθήσεταί σοι ὅ τί σε δεῖ ποιεῖν (Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí se te dirá qué debes hacer) de 9, 6, tenemos εἶπον δέ, τί ποιήσω, Κύριε; ὁ δὲ Κύριος εἶπεν πρός με, ἀναστὰς πορεύου εἰς Δαμασκόν, κἀκεῖ σοι λαληθήσεται περὶ πάντων ὧν τέτακταί σοι ποιῆσαι (Yo le pregunté: «¿Qué debo hacer, Señor?». El Señor me dijo: «Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer») de 22, 10
Por otro lado, Pablo no dice lo que duró su ceguera; nada informa de su ayuno y oración. En 9, 9 se nos dice καὶ ἦν ἡμέρας τρεῖς μὴ βλέπων, καὶ οὐκ ἔφαγεν οὐδὲ ἔπιεν frente al silencio de 22, 11.
Hasta aquí este primer artículo dedicado a la Conversión de San Pablo.
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