El poeta Calímaco en su Himno dedicado al baño de Palas hace una alusión a nuestro personaje:
πόσσα μὲν ἁ Καδμηὶς ἐς ὕστερον ἔμπυρα καυσεῖ,
πόσσα δ᾽ Ἀρισταῖος,τὸν μόνον εὐχόμενοι
παῖδα, τὸν ἁβατὰν ᾿Ακταίονα, τυφλὸν ἰδέσθαι.
καὶ τῆνος μεγάλας σύνδρομος ᾿Αρτέμιδος
ἔσσεται ἀλλ‘ οὐκ αὐτὸν ὅ τε δρόμος αἵ τ‘ ἐν ὄρεσσι
ῥυσεῦνται ξυναὶ τᾶμος ἑκαβολίαι,
ὁππόταν οὐκ ἐθέλων περ ἴδῃ χαρίεντα λοετρά
δαίμονος· ἀλλ‘ αὐταὶ τὸν πρὶν ἄνακτα κύνες
τουτάκι δειπνησεῦντι· τὰ δ‘ υἱέος ὀστέα μάτηρ
λεξεῖται δρυμὼς πάντας ἐπερχομένα·
(Calímaco, Himnos, V (Al baño de Palas), 108-117)
¡Cuántas víctimas quemará, andando el tiempo, la Cadmeide (Autónoe, hija de Cadmo y madre de Acteón) en el ara sacrificial, cuántas Aristeo, suplicando ver ciego a su hijo único, el adolescente Acteón! Y, sin embargo, éste será compañero de correrías de Artemis la grande; y ni esas correrías compartidas, ni las flechas que juntos arrojarán en las montañas, podrán salvarlo cuando, involuntariamente, vea el placentero baño de la diosa; sus propios perros se lo cenarán, a él, que fuera su amo; y la madre recorrerá todos los bosques, recogiendo los huesos del hijo.
Traducción de Luis Alberto de Cuenca y Máximo Brioso.
Llega ahora un asiduo en nuestro blog, Higino que también escribió sobre Acteón. En su fábula destacan los nombres de los perros y perras del cazador que, a la postre, lo despedazaron.
DIANA.
Diana cum in ualle opacissima cui nomen est Gargaphia aestiuo tempore fatigata ex assidua uenatione se ad fontem cui nomen est Parthenius perlueret, Actaeon Cadmi nepos Arist<a>ei et Autonoes filius, eundem locum petens ad refrigerandum se et canes quos exercuerat feras persequens, in conspectum deae incidit; qui ne loqui posset, in ceru<u>m ab ea est conuersus. Ita pro ceruo laceratus est a suis canibus. Quorum nomina, masculi Melampus Ichnobates [Echnobas] Pamphagos Dorceus Oribasus Nebrophonus L<a>elaps Theron Pterelas Hylaeus Nape Ladon Poemenis [Therodanapis] Aura Lacon Harpyia <Aello> Dromas Thous Canache Cyprius Sticte Labros Arcas Agriodus Tigris H<y>lactor Alce Harpalus Lycisca Melaneus Lachne Leucon. Item tres qui eum [Gnosius] consumpserunt feminae Melanch<a>etes Agre Ther<i>damas Oresitrophos. Item alii auctores tradunt haec nomina: Acamas Syrus <L>eon Stilbon Agrius Charops Aethon Cor<us> Boreas Draco Eudromus Dromius Zephyrus Lampus H<a>emon Cyllopo<d>es Harpalicus Machimus Ichneus <M>el<a>mpus Ocydromus Borax Ocythous Pach<ylu>s Obrimus; feminae Argo Aret<h>usa Vrania Theriope Dinomache Dioxippe Echione Gorgo Cyllo <H>arpyia Lync<e>ste Leaen<a> Lac<a>ena Ocyp<e>te Ocydrome Oxyr<h>oe Orias Sagnos Theriphone Volatos Chediaetros.
(Higino, Fábula 181)
Cuando Diana en el muy umbrío valle de Gargafia, en el tiempo estival, cansada a causa de su asidua dedicación a la caza se bañaba en la fuente llamada Partenio, Acteón, el nieto de Cadmo e hijo de Aristeo y Autónoe, buscando este mismo lugar para refrescarse él y sus perros a los que había ejercitado mientras perseguía fieras, posó su vista en la diosa; él, sin poder hablar, fue convertido en ciervo por la diosa. De este modo, tomado por un ciervo, fue despedazado por sus propios perros. Los nombres de éstos eran: machos: Melampo, Icnóbates, Pánfago, Dorceo, Oríbaso, Nebrófono, Lélape, Terón, Ptérelas, Hileo, Nape, Ladón, Pémenis, Aura, Lacón, Harpía, Aelo, Dromas, Too, Cánaque, Ciprio, Esticte, Labro, Arcas Agridunte, Tigre, Hiláctor, Alce, Hárpalo, Licisca, Melaneo, Lacne, Leucón. También tres que lo devoraron, las hembras Melanquetes, Agre, Teridamante, Oresítrofo. También otros autores aportan estos nombres: Acamante, Siro. León, Estilbón, Agrio, Cárope, Etón, Coro, Bóreas, Dragón, Eudromo, Dromio, Céfiro, Lampo, Hemón, Cilópodes, Harpálico, Máquimo, Icneo, Melampo, Ocidromo, Bórax, Ocítoo, Páquilo, Obrimo; las hembras: Argo, Aretusa, Urania, Teríope, Dinomaques, Dioxipe, Equión, Gorgo, Cilo, Harpía, Linceste, Leena, Lacena, Ocipete, Ocidrome, Oxirroe, Orias, Sagnos, Terífone, Cedietro
Varrón, en sus Res rusticae, aconseja que los perros deben estar bien alimentados. No podemos descuidar su alimentación, no sea que se procuren el alimento de los rebaños o, como en el caso de Acteón, conviertan a su propio dueño en su alimento.
Cibatus canis prop[r]ior hominis quam ovis. Pascitur enim eduliis et ossibus, non herbis aut fronde. Diligenter ut habeat cibaria providendum. Fames enim hos ad quaerendum cibum ducet, si non praebebitur, et a pecore abducet; nisi si, ut quidam putant, etiam illuc pervenerint, proverbium ut tollant anticum vel etiam ut mython aperiant de Actaeone atque in dominum adferant dentes. (…)
(Varrón, Res Rusticae II, IX, VIII)
La comida del perro es más propia del hombre que de la oveja. Pues come alimentos y huesos, no hierbas u hojas. Conviene prever con diligencia que tenga comida. De otro modo el hambre los llevará a buscar comida, si no se le suministra, y la conseguirá del rebaño; a no ser que, como algunos piensan, lleguen incluso al punto de renovar el antiguo proverbio, o incluso a descubrir el mito de Acteón, y le claven los dientes al propio dueño.
Este mito ha tenido también su sitio en el ballet.
En 1844 Jules Perrot creó Esmeralda, ballet inspirado en la novela de Víctor Hugo Nuestra Señora de París, con música de Cesare Pugni. En 1886, Marius Petipa realizó una nueva versión, y con música de Riccardo Drigo agregó varios bailables. Uno de ellos fue el pas de deux Diana y Acteón, que muestra la rivalidad en las artes de la caza de esos famosos personajes mitológicos.
[…] Melanquetes, el primero, […]
[…] con el trabajo realizado por sus divinas ornatrices, pues no tengo yo las alas para huir de los canes de Acteón ni la determinación de Leónidas en su […]