Mientras tomábamos café en la cafetería de profesores y trabajadores del CET (Complex Educatiu de Tarragona), lo comentábamos: era la quinta vez que yo venía al Camp d’Aprenentatge, la sexta ocasión en que lo hacía Esther y la tercera vez de Mª José.
Ya he hablado en otra ocasión de esta actividad; en el año 2009 y en el 2010.
Este año 2011, pues, ha sido la quinta vez que venía al Camp. Como el curso pasado compartimos actividad, autobús, habitaciones y todo lo demás tres centros: el IES Francesc Tàrrega de Vila-real, que aportaba 15 alumnos, el IES Vila-roja d’Almassora con 11 y el IES Matilde Salvador que acudía con 20. En total, pues, éramos 46 alumnos y tres profesores que a las 08’00 horas del pasado miércoles 19 de enero de 2011 partíamos desde el IES Matilde Salvador hacia Tarragona en este flamante autobús, conducido por Sergio.
Una vez en la autopista se dieron las convenientes explicaciones sobre la normativa del Complex Educatiu, se pasó la hoja para el reparto de alumnos en las habitaciones y se procedió al cobro de 3 euros, para afrontar una medida acertada, novedad de este año, consistente en el pago de una fianza de 150 euros, destinada a arreglar los posibles desperfectos que los alumnos pudieran causar con su mal comportamiento. Por fortuna, el último día, puesto que no hubo ningún desperfecto, el CET nos devolvió la fianza y, a su vez, los profesores devolvimos a los alumnos sus tres euros.
Parada técnica en el área de servicio del Baix Ebre, para necesidades fisiológicas y un café con leche y continuamos el viaje hacia Tarragona. En la salida de Vila-seca salimos de la AP-7 y nos incorporamos al kilómetro 1153 de la A7, para, enseguida, abandonarla por la salida Vila-seca, La Pineda y tomar la TV-3178. Tras pasar junto al Santuario de la Virgen de la Pineda, nos incorporamos a la C-31B, o Autovía de Salou, que nos llevó al Complex Educatiu.
En el CET están ubicados los IES Cal·lípolis i Pere Martell, la Escola Solc de educación especial, una Residencia para estudiantes, estructurada en cinco colegios, tres masculinos y dos femeninos, un comedor para 1.000 personas, un teatro también con capacidad para 1.000 espectadores, los servicios educativos del Centro de Recursos Pedagógicos (CRP), el de Equipos de Asesoría Pedagógica (EAP), el Centro de Recursos para deficientes auditivos (CREDA), equipos de asesoramiento en lengua, educación intercultural y cohesión social (ELIC), el de Tecnologías de la Información y la comunicación (TIC), pistas deportivas cubiertas y al aire libre, biblioteca, gerencia, bar-cafetería, y el Camp d’Aprenentatge de la ciudad de Tarragona. Todo ello en el lugar que ocupó la antigua Universidad Laboral de Tarragona, creada en 1956.
A nuestra llegada nos dieron las llaves y nos instalamos en el ala derecha del Colegio Mayor femenino Mercé Rodoreda que, este año, estaba vacío y nos aprestamos a dirigirnos al Camp d’Aprenentatge, donde ya estaban Joana Virgili, directora del Camp, galardonada el 7 de octubre de 2010 con el Premio Marta Mata para maestros y profesores en reconocimiento a su esfuerzo por la labor docente en el Camp d’Aprenentatge de la ciudad de Tarragona y por su apoyo al profesorado a través de planteamientos pedagógicos de alta calidad, Jordi Tortosa y Marta Segura.
La charla introductoria, no sin algunos problemas con el monitor de la sala, debido a cambios en el sistema informático, estuvo a cargo de Joana Virgili, quien nos introdujo en la Tarragona romana. Nos explicó la disposición de la ciudad, la ubicación de los principales lugares (murallas, recinto de culto, plaza de representación o forum provincial, forum local, anfiteatro, pretorio, circo, teatro, necrópolis, termas, vías, tipos de viviendas (domus, insulae y villae), puerto, etc., para luego hacer un breve, pero completo repaso de la vida cotidiana de los romanos, desde el nacimiento y aceptación de un hijo, la crianza y educación, los juegos, los enterramientos, los vestidos, etc.
Finalizada la charla, que duró, aproximadamente desde las 12’00 hasta las 13’10, nos fuimos a nuestra primera comida en el inmenso comedor del CET: pizza o garbanzos de primero, hamburguesas con patatas fritas o pescado de segundo, ensalada y pera o manzana de postre.
Este año no había merienda; la crisis ha llegado también aquí y este año no hemos podido disfrutar de las palmeras o las cañas de chocolate o crema. ¡Una lástima!
A las 15’15 el autobús del Camp nos llevó a la confluencia de la Rambla Vella con el Passeig de les Palmeres, en la rotonda que se asoma al anfiteatro y que está flanqueada por los restos del circo. Allí nos esperaba Joana Virgili para la actividad del juego de la Tarraco romana, consistente en una especie de gymkana sobre cuatro itinerarios por el casco antiguo de la ciudad, en la que había que seguir un plano con indicaciones, medir diferentes elementos, fotografiar otros, dibujar los de más allá o responder preguntas a partir de la observación directa de los restos arqueológicos de un área coincidente con los antiguos espacios del circo, la plaza de representación, las murallas, el pretorio, y el recinto de culto.
Igual que el año pasado, también yo participé en la prueba, en compañía de Rodrigo, alumno del IES Vila-roja de Almassora. Mano a mano medimos sillares, contamos pasos, descubrimos pilastras ocultas, determinamos el grosor de columnas, fotografiamos inscripciones y muros, descubrimos escaleras que comunicaban espacios de la antigua Tarraco situados en actuales comercios y regresamos a la Plaza de la Font, donde se ubica el Ayuntamiento de la ciudad, justo en la arena y la spina del antiguo circo. Nuestro recorrido fue: Plaza de la Font, Calle del Cos de Bou, Pujada de la Misericòrdia, Plaza del Rey, Calle Santa Ana, Plaza de Santiago Russinyol, Calle Mayor y Bajada del Roser.
De vuelta a la Plaza de la Font nos volvimos al CET donde realizamos los talleres de juegos romanos y lámparas, desde las 18’00 a las 19’50. Me di una vuelta por ambos: caminé sobre zancos en el primero e hice fotos en el segundo, debido a mi innata nulidad en el trabajo manual.
Terminados los talleres, nos fuimos a cenar. Vino después la operación ducha. Este día se ducharon antes los chicos que sufrimos, al comienzo el agua fría que luego salió ya caliente. Nos fuimos a las salas de juego y fueron a ducharse las chicas que, tras el oportuno aseo, se quedaron ya en pijama y en sus habitaciones.
Esta primera noche fue un tanto caótica, con demasiados gritos, innumerables paseos por el pasillo, que parecía Manhattan en hora punta, multitud de alumnos con incontinencia, a juzgar por sus continuas visitas a los servicios, el penetrante ruidito de los muelles de los somieres de las literas que sonaban por la presión ejercida por cuerpos nerviosos, animadas conversaciones en todas las habitaciones, intercambios de ocupantes en las habitaciones y, en fin, una inusual actividad a las 0’00 horas. Mientras tanto la luna, que estaba en fase de Llena en este miércoles 19 de enero, se elevaba en la noche tarraconense y debía reflejarse en el cercano mar, ya que el CET limita con las instalaciones del puerto. Eso comentábamos Mª José y yo mientras hacíamos guardia nocturna en el pasillo.
Volvimos a nuestras habitaciones, cuando se instauró una aparente calma. Cierto bullicio que me despertó hacia la 1’30 de la madrugada me impulsó a dejar algunas cosas claras. Vuelta la calma, me volví a acostar y el sueño, seguramente, me hizo no apreciar que muchos seguían despiertos.
Jueves, 20 de enero, festividad de San Sebastián. Las 7’15 y diana. Cuesta movilizar a 46 personas de entre 15 y 18 años y hacer que se arreglen y estén listas para desayunar a las 08’00, pero lo conseguimos, aunque alguno se quedó “olvidado”. Pudo desayunar gracias a la oportuna presencia de una encargada del CET que estaba haciendo la primera revisión de habitaciones.
Vuelta a las habitaciones para la limpieza bucal y para coger el material y a subir al autobús que a las 09’15 nos llevó hasta la Baixada del Roser. Allí nos esperaban Marta y Jordi para visitar las murallas y el anfiteatro.
Iniciamos, no obstante, la actividad con la visita a la maqueta que se halla en un edificio del Museu de Tarragona en la plaza del Pallol. Tras ello, recorrimos la muralla por su parte exterior, coincidiendo en su parte interior con las calles de la Baixada del Roser, calle de la Guitarra y Pla de Palau. Vimos las torres del Arzobispo, del Cabiscol y de Minerva, apreciamos las obras de consolidación y protección de la muralla que cede en algunos puntos, vimos las marcas en alfabeto ibero de algunos sillares, vimos las estatuas de Augusto, el laurel traído desde el Capitolio romano, la loba capitolina con su Rómulo y Remo nuevos, tras haber sido robados los antiguos, la fuente de la vida, los sillares ciclópeos de la torre del Cabiscol o las cabezas de enemigos vencidos en los muros de la torre de Minerva.
Salimos de la muralla por el Paseo de Sant Antoni que recorrimos hasta llegar al Anfiteatro, que ha sido adecentado en su entrada y alrededores con pasillos, mejores accesos y jardines con variadas especies botánicas. En el anfiteatro fue martirizado un 21 de enero del 259, con sus compañeros diáconos Eulogio y Augurio, San Fructuoso, patrón de Tarragona, junto con San Magín y Santa Tecla.
Tras las explicaciones de Jordi sobre las partes del edificio, su uso, el tipo de espectáculos que en él se realizaban, algunas curiosidades sobre aspectos de los gladiadores, las fieras que eran llevadas a Tarraco, la importancia de los espectáculos en la carrera y propaganda política, dimos una vuelta por la cavea y la arena del edificio y nos fuimos a coger el autobús que nos llevó de nuevo al CET.
Hoy toca comida romana y a fe que sigue el dicho latino ab ovo usque ad mala, porque se inició con huevos rellenos de atún, acompañados de lechuga y aceitunas negras, siguió con carne de cerdo mezclada con manzana que tenía un aspecto de paté con guarnición de cebolla, manzana, dátiles y almendra y finalizó con una rica manzana asada. La verdad es que los platos, sobre todo el segundo, eran muy elaborados. El cocinero, al que felicitamos nos explicó su preparación y nos dijo que en la elaboración habían participado alumnos de la Escuela de Hostelería. La visita al cocinero nos permitió comprobar la magnitud de la cocina, las verdaderas entrañas del comedor.
A las 15’15 el autobús nos llevó de nuevo a Tarragona, para visitar el pretorio y el circo. Marta nos hizo estudiar la imponente torre del Pretorio, una de las dos grandes torres que se hallaban en los ángulos meridionales del Forum Provincial de Tarraco. Aunque posteriormente se convirtió en castillo real aún conserva la estructura primitiva de acceso al forum. En su interior admiramos un año más el imponente sarcófago de Hipólito y disfrutamos en su parte superior de una bonita vista de la ciudad y el mar.
Seguimos con el circo, cuyas magníficas bóvedas resultan espectaculares a la luz artificial, y nos colocamos en las gradas más solicitadas en época romana, y las únicas hoy conservadas, aquéllas que se hallaban en la parte este de la spina, la opuesta a las carceres, desde donde salían las cuádrigas, y donde se producían los frenazos de los carros al llegar al extremo de la pista, algo así como las curvas más cerradas de los modernos circuitos de motos o coches de fórmula Uno.
Finalizada la visita, tuvimos más de dos horas libres por Tarragona que los profesores aprovechamos para visitar las ruinas del teatro de Tarraco, que se hallaba justo fuera de la muralla sureste de la ciudad, muy cerca del mar y de la actual estación de Renfe. Se accede desde la Rambla Nova, bajando por la Calle de la Unión; el acceso está en la confluencia de las calles Unión y Misericordia. Tras tomar un café con leche volvimos al habitual punto de encuentro, donde el bus nos recogió a las 19’30.
Llegados al CET, cenamos una sopita y empanada gallega y realizamos la operación ducha, en orden inverso al primer día: primero chicas y luego chicos. A las 23’00 tuvo lugar en el pasillo de nuestra residencia una dramatización sonora del mito del nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus. Los papeles de Metis y Atenea, mudos, los representó, muy bien por cierto, una chica del IES Francesc Tàrrega (creo que se llamaba Anna), el de Zeus lo hizo Héctor, también del Francesc Tàrrega, y el de Hefesto, Roberto del Matilde Salvador. Los espectadores, enfrentados a cada parte del pasillo chicos y chicas, tuvieron también parte en la representación con sendas actuaciones sonoras que intentaban representar los terribles dolores de cabeza de Zeus, al completarse la gestación de Atenea en su cuerpo, y el grito de guerra que la diosa dio nada más surgir de la testa de Zeus, adulta y armada ya con lanza, casco y escudo. Finalizada la representación y realizadas unas convenientes observaciones, se dio el toque de silencio. Esta noche servidor durmió como un lirón y parece que la noche se desarrolló plácidamente.
Viernes 21 de enero, festividad de San Fructuoso, patrón de Tarragona. Tras el desayuno, nos recoge el bus alas 09’30 y nos dirigimos a visitar la Villa dels Munts, en la localidad de Altafulla, el pueblo de las brujas.
A fe que Caius Valerius Avitus, duumvir de Tarraco en la segunda mitad del siglo II d. C., y su esposa Faustina se construyeron una hermosa villa en un lugar majestuoso, un pequeño cerro con vistas al mar y a tan solo 500 metros de la arena de la playa. Dividida en dos partes, una rústica, cerca de la Via Augusta, en las vertientes norte y oeste del cerro, donde destacan depósitos, cisternas y construcciones de agua necesarias para los cultivos, la casa y las termas, y una urbana, formada por una domus, jardines y dos conjuntos termales que se halla orientada al sur y de cara al mar, es un lugar muy interesante en el que pasamos, pese al frío, un buen momento debido al agradable sol que brillaba y a las preciosas vistas de un mar tranquilo.
La zona noble de la villa está distribuida en torno a un pasillo de dos pisos, el superior con galería porticada, con una parte orientada al este y otra al sur. Hay un criptopórtico o pasillo semisubterráneo, pavimentado con un mosaico de motivos geométricos – nudos salomónicos y cuadrados – donde dan las habitaciones nobles de la villa como son los comedores, la biblioteca y otras salas de recepción. Los muros muestran restos de pinturas murales con motivos geométricos y curiosos grafitos. Se han localizado hermosos mosaicos de las musas Talía, Euterpe y su madre Mnemósine. Aquí se halló la fuente adornada con la pintura de Océano y la inscripción de Caius Valerius Avitus y Faustina.
Jordi nos explicó las partes rústica y de residencia y Nuria las termas con sus diferentes espacios: laconicum o sauna, frigidarium, tepidarium, vestibulum, atrium, apodyterium, natatio, letrinas. Al tiempo nos hizo una explicación de las prácticas de aseo de los romanos, con los instrumentos utilizados (strigili, volsella, auriscalpium, dentiscalpium), el sistema de calefacción (hypocaustum), de los perfumes y otros objetos de higiene personal y de las tres funciones de las termas: higiénica, deportiva y social.
Finalizada la visita als Munts, partimos hacia la Torre de los Escipiones, para realizar la foto oficial y despedirnos de Jordi y Nuria.
Llegados al CET, última comida (migas y filete de pollo con papas, además de una naranja), retorno de llaves, recuperación de la fianza, carga de equipajes y salida hacia Tarragona. Llegamos al MNAT (Museo Nacional Arqueológico de Tarragona), donde tras el ya preceptivo video sobre Tarraco, ubi ver aeternum est, se desarrolló una actividad de búsqueda de distintas piezas del museo (miliarios, columnas, mosaicos, lucernas, vasos, inscripciones, estatuas, etc.). Resultó un poco “despistadora”, porque había piezas cambiadas de sala, lo que dificultó la búsqueda, pero creo que se nos pasó la hora en el museo muy rápidamente.
De vuelta a tomar el autobús salimos de la ciudad. Ya en la autopista corregimos la actividad del museo e hicimos un breve examen sobre nuestra estancia. Tras la parada en el área de Benicarló y el reparto de los objetos de cerámica realizados en el taller de lámparas, llegamos a nuestro destino hacia las 19’30.
Salvo dos leves incidencias relativas a la salud de dos alumnas, la estancia se desarrolló con total normalidad, destacando la puntualidad y el buen comportamiento general de los alumnos, que podría haber sido un tanto mejor en algunos momentos, evitando hacer corrillos, y haciendo más preguntas a los monitores. Pero, en general, nuestra valoración es positiva y creo que ha sido una bonita experiencia, en todos los sentidos (convivencia, aprendizaje, responsabilidad, seguimiento de horarios, fraternización, trabajo) para nuestros alumnos y una nueva ocasión para los profesores de intercambiar opiniones y de acompañar a sus alumnos en su itinerario formativo, mediante una actividad rica en conocimientos, diversa en actividades y de grato recuerdo.
El video que sigue pretende ser un resumen de la misma.
¡Enhorabuena por la crónica y por la existencia de profesores como vosotros!
La verdad es que en estas actividades extraescolares se tiene una visión distinta de las cosas y se descubre que la educación va mucho más allá del aula y de la mera transmisión de conocimientos.
Una convivencia de tres días entre 46 alumnos puede aportar a éstos muchos valores que, tal vez, no se adquieran en el aula.
Desde luego, los tres profesores hemos intentado que todo saliera bien, aunque la propia planificación del Camp d’aprenentatge ayuda mucho: horarios, autobuses y guías puntuales, monitores pacientes, preparados y adaptados a cualquier circunstancia, magníficos materiales y talleres, etc.
Yo, por lo menos, he disfrutado y me lo he pasado bien.
Miguel Angel, felicidades por esta magnífica salida cultural y por las fotos y el vídeo. Envidia me dan vuestros alumnos tan bien acompañados y con un sinfin de actividades interesantes, que seguro que no olvidarán facilmente el resto de sus vidas.
Gracias, Montse. La verdad es que siempre estoy muy a gusto en Tarragona. Cuando repaso las actividades que hacemos, las considero un privilegio. No sé si los alumnos son conscientes de que, entre todos, profesores acompañantes y monitores del Camp, les llevamos en bandeja de plata. Nos llevan a Tarragona desde el CET en bus, y nos devuelven; nos explican la Tarraco romana, nos preparan un gymkana sobre la misma; nos hacen un recorrido didáctico por las murallas, el circo, el pretorio y el anfiteatro. Nos llevan a Altafulla para ver la villa dels Munts o les preparamos una actividad para el museo. Encima los despertamos, los empujamos para que vayan a desayunar, los llevamos al comedor, les preparamos alguna actividad nocturna y (¡que lo sepan!) les dejamos cierta manga ancha por las noches.
Muchos turistas quisieran ese programa en sus visitas culturales.
Como dices, creo que en un futuro recordarán estas actividades con simpatía y cariño. Tal vez quede más esto que la monotonía de las clases.
Un saludo muy cordial.