La frase que da título a nuestro artículo es un juego de palabras que el polígrafo Marco Terencio Varrón (De Lingua Latina V, 73, 6: Honos ab [honesto] onere: itaque honestum dicitur quod oneratum, et dictum: “onus est honos qui sustinet rem publicam”) nos testimonia como de uso frecuente entre los romanos para referirse a la gran responsabilidad de los cargos, sobre todo, políticos, y que de alguna manera responde a la expresión “es más fácil obedecer que mandar“. La expresión significa “Carga es el cargo“. En castellano se emplea también una paronomasia para indicar lo mismo: “los cargos son cargas“.
A la vista de los frecuentes casos de corrupción política que inundan páginas de periódicos e informativos de radio y televisión, de los despilfarros de dinero público en estudios y proyectos intrascendentes, cuando no ridículos e innecesarios, de las ayudas y subvenciones a organismos, ONGs de dudoso provecho social y otras entidades con fines dudosos, todo ello en plena crisis económica y cuando muchos ciudadanos lo están pasando muy mal, parece que los cargos no son cargas, más bien al contrario, para más políticos y, en general, hombres y mujeres públicos, de los que debieran el cargo parece haberse convertido en un medio para medrar y prosperar social y económicamente. De ahí los interrogantes del título del artículo.
Muchos políticos parecen olvidar que son servidores del pueblo, que están en política para servir y no para ser servidos y que la política, en mayúsculas, va mucho más allá de la defensa de unos intereses partidistas, ideológicos, personales o económicos, y se encamina a lograr el bien del pueblo, a fomentar la convivencia, a reparar heridas del pasado, y no reabrirlas, a aplicar en la política la justicia, la verdad, la coherencia, la rectificación, la petición de excusas, a ser ecuánimes, a reconocer en el oponente político la razón, cuando la tiene, a no usar los medios de comunicación o los tribunales en beneficio propio del partido, a trabajar por la prosperidad de los ciudadanos de la circunscripción a la que representan, a estar cerca del pueblo y no encerrados en despachos, etc.
He decidido ofrecer una breve visión de las magistraturas en la antigua Atenas, usando para ello lo que nos dice Aristóteles en su Constitución de los Atenienses. Es cierto que ya en Atenas existía corrupción y demagogia, pero podemos pedir para nuestros políticos un comportamiento más democrático y una honradez mayor, como la que teóricamente se exigía a un magistrado atenienses, especialmente si manejaba dinero de la ciudad.
En el capítulo 55 escribe Aristóteles, en la traducción de Manuela García Valdés, en Gredos:
Αὗται μὲν οὖν αἱ ἀρχαὶ κληρωταί τε καὶ κύριαι τῶν εἰ[ρη]μένων [πράξε]ων εἰσίν. οἱ δὲ καλούμενοι ἐννέα ἄρχοντες τὸ μὲν ἐξ ἀρχῆς ὃν τρόπον καθίσταντο, [εἴρ]ηται· [νῦν] δὲ κληροῦσιν θεσμοθέτας μὲν ἓξ καὶ γραμματέα τούτοις, ἔτι δ᾿ἄρχοντα καὶ βασιλ[έ]α καὶ πολέμαρχον, κατὰ μέρος ἐξ ἑκάστης φυλῆς. δοκιμάζονται δ᾿οὗτοι πρῶτον μὲν ἐν τῇ β[ουλ]ῇ τοῖς φ, πλὴν τοῦ γραμματέως, οὗτος δ᾿ ἐν δικαστηρίῳ μόνον ὥσπερ οἱ ἄλλοι ἄρχοντ[ες] (πάντες γὰρ καὶ οἱ κληρωτοὶ καὶ οἱ χειροτονητοὶ δοκιμασθέντες ἄρχουσιν), οἱ δ᾿ἐννέα ἄ[ρ]χοντες ἔν τε τῇ βουλῇ καὶ πάλιν ἐν δικαστηρίῳ. καὶ πρότερον μὲν οὐκ ἦρχεν ὅντ[ιν᾿] ἀποδοκιμάσειεν ἡ βουλή, νῦν δ᾿ἔφεσίς ἐστιν εἰς τὸ δικαστήριον, καὶ τοῦτο κύριόν ἐστι τῆς δοκιμ[α]σίας. ἐπερωτῶσιν δ᾿, ὅταν δοκιμάζωσιν, πρῶτον μὲν ‘τίς σοι πατὴρ καὶ πόθεν τῶν δήμων, καὶ τίς πατρὸς πατήρ, καὶ τίς μήτηρ, καὶ τίς μητρὸς πατὴρ καὶ πόθεν τῶν δήμων‘; μετὰ δὲ ταῦτα εἰ ἔστιν αὐτῷ ᾿Απόλλων Πατρῷος καὶ Ζεὺς ῾Ερκεῖος, καὶ ποῦ ταῦτα τἀ ἱερά ἐστιν, εἶτα ἠρία εἰ ἔστιν καὶ ποῦ ταῦτα, ἔπειτα γονέας εἰ εὖ ποιεῖ, [καὶ] τὰ τέλη <εἰ> τελεῖ, καὶ τὰς στρατείας εἰ ἐστράτευται. ταῦτα δ᾿ ἀνερωτήσας, ‘κάλει‘ φησὶν ‘τούτων τοὺς μάρτυρας‘. ἐπειδὰν δὲ παράσχηται τοὺς μάρτυρας, ἐπερωτᾷ ‘τούτου βούλεταί τις κατηγορεῖν‘; κἂν μὲν ᾖ τις κατήγορος, δοὺς κατηγορίαν καὶ ἀπολογίαν, οὕτω δίδωσιν ἐν μὲν τῇ βουλῇ τὴν ἐπιχειροτονίαν, ἐν δὲ τῷ δικαστηρίῳ τὴν ψῆφον· ἐὰν δὲ μηδεὶς βούληται κατηγορεῖν, εὐθὺς δίδωσι τὴν ψῆφον· καὶ πρότερον μὲν εἷς ἐνέβαλλε τὴν ψῆφον, νῦν δ᾿ ἀνάγκη πάντας ἐστὶ διαψηφίζεσθαι περὶ αὐτῶν, ἵνα ἄν τις πονηρὸς ὢν ἀπαλλάξῃ τοὺς κατηγόρους, ἐπὶ τοῖς δικασταῖς γένηται τοῦτον ἀποδοκιμάσαι. δοκιμασθέν<τες> δὲ τοῦτον τὸν τρόπον, βαδίζουσι πρὸς τὸν λίθον ἐφ᾿ ο[ὗ] τὰ τόμι᾿ ἐστίν, ἐφ᾿ οὗ καὶ οἱ διαιτηταὶ ὀμόσαντες ἀποφαίνονται τὰς διαίτας, καὶ οἱ μάρτυρες ἐξόμνυνται τὰς μαρτυρίας· ἀναβάντες δ᾿ ἐπὶ τοῦτον ὀμνύουσιν δικαίως ἄρξειν καὶ κατὰ τοὺς νόμους, καὶ δῶρα μὴ λήψεσθαι τῆς ἀρχῆς ἕνεκα, κἄν τι λάβωσι ἀνδριάντα ἀναθήσειν χρυσοῦν. ἐντεῦθεν δ᾿ ὀμόσαντες εἰς ἀκρόπολιν βαδίζουσιν καὶ πάλιν ἐκεῖ ταὐτὰ ὀμνύουσι, καὶ μετὰ ταῦτ᾿ εἰς τὴν ἀρχὴν εἰσέρχονται.
Éstas son, pues, las magistraturas designadas por sorteo y tienen todas las atribuciones dichas. Sobre los llamados nueve arcontes ya se ha dicho el modo cómo desde el principio eran nombrados. Ahora designan por sorteo seis tesmótetas y un secretario para ellos, y además el arconte, el rey y el polemarco por turno de cada tribu. Éstos son examinados primeramente en el Consejo de los Quinientos, menos el secretario, éste sólo es examinado en el tribunal como los demás magistrados (pues todos los que son designados por sorteo y por elección ejercen el cargo después de ser examinados); y los nueve arcontes son examinados en el Consejo y después en el tribunal. Y antes no era arconte el que era desaprobado por el Consejo, pero ahora hay apelación al tribunal y éste decide soberanamente acerca del examen.
Cuando hacen el examen, preguntan primeramente: “¿Quién es tu padre y de cuál de los demos, y quién el padre de tu padre, y quién tu madre, y quién el padre de tu madre y de cuál de los demos?” Después de esto, si participa de algún culto a Apolo Paterno y a Zeus Herceo (nota: dioses del hogar de los atenienses), y dónde están estos santuarios; luego si tiene tumbas y dónde están, después si trata bien a sus padres, si paga los impuestos, y si ha cumplido el servicio militar. Después de haber preguntado esto dice: “Llama a los testigos de esto”. Después que presenta los testigos, pregunta: “¿Alguien quiere decir algo contra éste?” Y si hay alguien que le acuse, después de conceder acusación y defensa, entonces permite en el Consejo votación a mano alzada y en el tribunal con piedrecitas. Si ninguno quiere protestar se pasa inmediatamente a la votación. Y antes un solo juez echaba el voto, mas ahora todos forzosamente han de emitir el voto acerca de los candidatos, para que si alguno, debido a su maldad, a leja a los acusadores, esté en manos de los jueces desaprobarlo.
Tras ser aprobados de esta manera, van hacia la piedra (nota: la piedra del altar) en la que están las porciones de las víctimas, sobre la cual también los árbitros, después de jurar, dan a conocer sus decisiones, y los testigos juran para deponer. Se suben a ella y juran que desempeñarán el cargo con justicia y de acuerdo con las leyes y que no recibirán regalos gracias a su cargo y que si algo reciben dedicarán una estatua de oro. Desde allí, después de jurar, caminan hacia la Acrópolis y allí juran de nuevo lo mismo, y después de esto entran en posesión del cargo.
Capítulo 56:
Λαμβάνουσι δὲ καὶ παρέδρους ὅ τ᾿ ἄρχων καὶ ὁ βασιλεὺς καὶ ὁ πολέμαρχος δύο ἕκαστος, οὓς ἀν βούληται, καὶ οὗτοι δοκιμάζονται ἐν τῷ δικαστηρίῳ πρὶν παρεδρεύειν, καὶ εὐθύνας διδόασιν ἐπὰν παρεδρεύσωσιν. καὶ ὁ μὲν ἄρχων εὐθὺς εἰσελθὼν πρῶτον μὲν κηρύττει, ὅσα τις εἶχεν πρὶν αὐτὸν εἰσελθεῖν εἰς τὴν ἀρχήν, ταῦτ᾿ ἔχειν καὶ κρατεῖν μέχρι ἀρχῆς τέλους. ἔπειτα χορηγοὺς τραγῳδοῖς καθίστησι τρεῖς, ἐξ ἁπάντων ᾿Αθηναίων τοὺς πλουσιωτάτους.
El arconte, el rey y el polemarco reciben también como asesores a los dos que cada uno quiera, y éstos son examinados en el tribunal antes de ejercer su función, y deben rendir cuentas una vez que la hayan desempeñado (obsérvese que ya existía entonces la figura del asesor, hoy tan frecuente en la política).
Y el arconte nada más entrar en posesión del cargo, primero hace anunciar por heraldos que lo que cada uno tenía antes de entrar él en el cargo, eso tendrá y conservará hasta el fin de su magistratura. Después nombra a tres coregos para los poetas trágicos, los más ricos de todos los atenienses.