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Archive for 25 de abril de 2010

Los lectores de este espacio ya saben que, de cuando en cuando, nos gusta referirnos a las lecturas de la liturgia dominical cristiana, o a otros personajes relacionados con la Biblia o los evangelios, por varios motivos:

– por sus contenidos morfológicos, sintácticos o léxicos de su griego original.

– por sus contenidos teológicos o cristológicos, que creemos de valor para la actualidad.

– por sus referencias a hechos, situaciones, personajes o expresiones que nos parece importante recordar.

Así, nos hemos referido ya a personajes como Job y San Jerónimo, al Nacimiento de Jesús, a la liturgia del día de Navidad, al martirio de San Esteban, el episodio de la matanza de los Inocentes, a los magos de Oriente, a Gregorio de Nisa, a la conversión de Saulo y la ausencia del caballo, a la doctrina social de la Iglesia respecto al trabajo, a Cecilia y Filemón, a los santos Cirilo y Metodio, a San José o a la parábola del hijo pródigo.

También en nuestro anterior blog nos referimos a la voz de Jesús de Nazaret.

Hoy se lee en la liturgia de este cuarto Domingo de Pascua un texto de los Hechos de los Apóstoles que hace referencia a un gesto habitual y muy expresivo de la antigua Palestina: sacudirse el polvo de los pies.

Los judíos, al regresar de un país pagano y entrar en Palestina,  tenían por costumbre sacudirse las sandalias y la ropa antes de entrar, para no contaminar su tierra con el polvo de los países extranjeros.

Sobre el polvo en la Biblia unas breves notas:

En hebreo polvo se dice “avaq, aphar”; en griego: κονίορτος, χοῦς, κόνις.

En el clima cálido y seco del antiguo Oriente Próximo, el polvo era una realidad que ocasionaba prácticas tales como lavarse los pies al entrar en una casa (Juan 13 1, 17). Simbólicamente echarse polvo en la cabeza era una señal común de duelo o arrepentimiento (Job 2, 12; Apocalipsis 18, 19). Sacudirse el polvo de los pies era una señal de no tener más responsabilidad por el lugar donde se había levantado el polvo, dejando así esa zona para el juicio de Dios (Mateo 10, 14; Lucas 9, 5; 10, 11; Hechos 13, 51).

Al decir que los seres humanos eran de polvo (1 Corintios 15, 47-49), Pablo se estaba haciendo eco de un tema fuerte del Antiguo Testamento que dice que el hombre fue hecho del polvo y vuelve al polvo (Génesis 2, 7; 3, 19; Job 4, 19; 17, 16).

El texto de los Hechos tiene un precedente en Mateo 10, 14, en la perícopa que trata sobre las instrucciones a los Doce en su misión:

κα ς ν μ δέξηται μς μηδ κούσ τος λόγους μν, ξερχόμενοι ξω τς οκίας τς πόλεως κείνης κτινάξατε τν κονιορτν τν ποδν μν.

Et quicumque non receperit vos neque audierit sermones vestros, exeuntes foras de domo vel de civitate illa, excutite pulverem de pedibus vestris.

Y si alguno no recibiera ni escuchara vuestras palabras, saliéndoos afuera de aquella casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.

Es curioso cómo Mateo usa el mismo verbo en imperativo de aoristo (κτινάξατε) que Lucas usa en Hechos como participio, también de aoristo, en voz media (κτιναξάμενοι). El verbo es ἐκτινάσσω “quitar sacudiendo, sacudirse”. El mismo verbo, y el mismo sustantivo para polvo (κονιορτός).

La frase de Jesús sobre el marcharse sacudiéndose el polvo de los pies cuando no son recibidos, debía servir para hacer entender a la gente que los apóstoles no habían ido por interés, para sacarles dinero u otras cosas; que, más aún, no querían llevarse ni siquiera su polvo. Habían acudido por su salvación y, rechazándoles, se privaban a sí mismos del mayor bien del mundo.

El segundo evangelista, Marcos 6, 11, también recoge la expresión, también aquí inserto en la perícopa de la misión de los apóstoles:

κα προσκαλεται τος δώδεκα, κα ρξατο ατος ποστέλλειν δύο δύο, κα δίδου ατος ξουσίαν τν πνευμάτων τν καθάρτων, κα παρήγγειλεν ατος να μηδν αρωσιν ες δν ε μ άβδον μόνον, μ ρτον, μ πήραν, μ ες τν ζώνην χαλκόν, λλ ποδεδεμένους σανδάλια κα μ νδύσησθε δύο χιτνας.

κα λεγεν ατος ῞Οπου ἐὰν εσέλθητε ες οκίαν, κε μένετε ως ν ξέλθητε κεθεν. κα ς ν τόπος μ δέξηται μς μηδ κούσωσιν μν, κπορευόμενοι κεθεν κτινάξατε τν χον τν ποκάτω τν ποδν μν ες μαρτύριον ατος.

Et vocavit Duodecim: et coepit eos mittere binos, et dabat illis potestatem in spiritus immundos; et præcepit eis ne quid tollerent in via, nisi virgam tantum: non peram, non panem, neque in zona aes, sed calceatos sandaliis et ne induerentur duabus tunicis. Et dicebat eis: “Quocumque introieritis in domum, illic manete donec exeatis inde. Et quicumque locus non receperit vos nec audierint vos, exeuntes inde excutite pulverem de pedibus vestris in testimonium illis.

Y llama a los Doce, y empezó a enviarlos de dos a dos, y les daba potestad sobre los espíritus inmundos; y les ordenó que nada tomasen para el camino sino un bastón solamente, no pan, no alforja, no calderilla en la faja; sino calzados con sandalias, y que no vistiesen dos túnicas. Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de aquel lugar. Y si algún lugar no os acogiera, y no os escucharan, saliendo de allí sacudid el polvo de debajo de vuestros pies como testimonio contra ellos.

Marcos usa otra palabra para polvo (χος), pero el mismo imperativo que Mateo (κτινάξατε), y hace una variación respecto a Mateo, que decía: τν ποδν μν (de vuestros pies); Marcos, en cambio, dice: τν ποκάτω τν ποδν μν (el de debajo de vuestros pies). Pero, sobre todo, añade la expresión: ες μαρτύριον ατος (in testimonium illis, como testimonio contra ellos).

Termina, pues, la instrucción de Jesús a sus enviados con el símbolo de “sacudirse el polvo de los pies”. Es una forma de expresar, con un gesto, que la Buena Noticia que están llamados a proclamar sus enviados, puede ser rechazada en determinados ambientes, pero no por ello deben ellos desanimarse en su trabajo. Por el contrario, deben buscar otros horizontes, con nuevos ánimos y dejando atrás todo lo que les impida proseguir su tarea evangelizadora. Quienes no acojan el mensaje de salvación serán como los que dejan pasar la oportunidad sin aprovecharla. Peor para ellos.

Sacudirse el polvo de los pies significa romper relaciones, pero sin guardar odio. Hay mucho campo abierto. Hay mucha mies por delante. El sentido del fracaso es extraño a los enviados. Se trata de dejar asentado, testimoniado, el rechazo de quienes no quieren tener nada que ver con la predicación de los Doce. Por ello los predicadores deberán alejarse de ellos, dejando claro que no son de esas personas, con las que no están en comunión. De este modo resplandece la fuerza de la predicación, que no es una cuestión cualquiera, opinable y discutible, que se puede aceptar o rechazar como cualquier otra opinión. La predicación de los Doce exige adhesión y por ello, ante un eventual rechazo ellos no deben insistir (Mc 6, 11) ni mendigar pacientemente simpatías. El evangelio es un don que sitúa a los hombres ante una decisión ineludible.

El tercer evangelista, Lucas 9, 5, presenta alguna variación:

κα σοι ν μ δέχωνται μς, ξερχόμενοι π τς πόλεως κείνης τν κονιορτν π τν ποδν μν ποτινάσσετε ες μαρτύριον π ατούς.

Et quicumque non receperint vos, exeuntes de civitate illa pulverem pedum vestrorum excutite in testimonium supra illos.

Y cuando quiera que algunos no os acogieran, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies para testimonio contra ellos.

Usa, como Mateo, κονιορτν, pero varía insertando la preposición π (“de”, indicando procedencia u origen), y cambiando el verbo (ya no ἐκτινάσσω), sino ἀποτινάσσω, de significado muy afín. Como Marcos añade el colofón ες μαρτύριον, “como testimonio”, pero varía y dice π ατούς, en lugar de ατος.

El sacudir el polvo significa que no deben aceptar “humilde y sumisamente” el rechazo, sino que deben exteriorizar el hecho de que han sido despreciados, haciendo evidente la ruptura de la comunión que se ha producido. Tienen que subrayar el hecho de que los que no han querido escuchar se han perdido algo importante para sus vidas. En Marcos quizás sea un último recurso para que los otros reaccionen todavía positivamente. En Mateo y Lucas es un testimonio de condena ligado al juicio final. El rechazo de los mensajeros es un rechazo de Jesús.

En el fondo, una persona sola se apega a lo que tiene, no comparte lo suyo ni lo ajeno, busca asegurarse, y Jesús quiere que se confíe más en la providencia de Dios y que se esté disponible a caminar libre, sin ataduras. Por último, el envío termina con el “sacudirse el polvo de los pies” porque la persona es tan libre que hasta puede rechazar la Buena Noticia. Hay que sacudirse de lo negativo del camino para buscar nuevos horizontes. En este sentido, todos podemos buscar la verdad, regresar a Dios, convertirnos, superar la maldad con la acción del Espíritu Santo.

Jesús dice a sus enviados que si no es recibido el mensaje, sacudan el polvo de sus pies y se vayan, y es claro que no quiere que obliguen a nadie a aceptar el mensaje. Es más coherente con la «política de Dios» ser menos en número – por ser celosamente respetuosos de la libertad religiosa -, que ser más cuantitativamente a base de bajar el nivel de la calidad evangélica de los métodos evangelizadores.

En otro pasaje de Lucas (10, 11):

ες ν δ ν πόλιν εσέλθητε κα μ δέχωνται μς, ξελθόντες ες τς πλατείας ατς επατε Kα τν κονιορτν τν κολληθέντα μν κ τς πόλεως μν ες τος πόδας πομασσόμεθα μν· πλν τοτο γινώσκετε τι γγικεν βασιλεία το Θεο.

In quamcumque autem civitatem intraveritis et non receperint vos, exeuntes in plateas eius dicite: Etiam pulverem qui adhaesit nobis ad pedes de civitate vestra, extergimus in vos; tamen hoc scitote, quia appropinquavit regnum Dei.

Y en la ciudad en la que entrareis y no os recibieran, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies lo sacudimos sobre vosotros; sabed, sin embargo, que está cerca el reino de Dios”.

la expresión se utiliza en el sentido de sentir que se ha cumplido con el deber de predicar, aunque los oyentes no hayan cumplido con el deber de seguir el camino predicado. Sacudirse el polvo significa, pues, que se rompen las relaciones, aunque sin guardar malos recuerdos. La fe se propone, no debe imponerse. En adelante, la responsabilidad no es de los que han dado el mensaje, sino de los que no lo han aceptado. La frase final, sin embargo, deja clara la predicación que se ha intentado transmitir.

Y llegamos a nuestro texto (Hechos 13, 51):

ο δ ᾿Ιουδαοι παρώτρυναν τς σεβομένας γυνακας τς εσχήμονας κα τος πρώτους τς πόλεως, κα πήγειραν διωγμν π τν Παλον κα Βαρναβν, κα ξέβαλον ατος π τν ρίων ατν. ο δ κτιναξάμενοι τν κονιορτν τν ποδν π ατος λθον ες ᾿Ικόνιον, ο τε μαθητα πληροντο χαρς κα Πνεύματος ῾Αγίου.

Iudaei autem concitaverunt mulieres religiosas et honestas, et primos civitatis et excitaverunt persecutionem in Paulum et Barnabam, et eiecerunt eos de finibus suis. At illi excusso pulvere pedum in eos, venerunt Iconium; discipuli quoque replebantur gaudio et Spiritu Sancto.

Pero los judíos incitaron a las mujeres distinguidas, que adoraban a Dios, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los arrojaron de su territorio. Y éstos, habiendo sacudido el polvo de los pies contra ellos, se fueron a Iconio; y los discípulos se llenaban de gozo y de Espíritu Santo.

Sacudir el polvo de sus pies no es, pues, ningún tipo de venganza que los discípulos deberían tomar después de que una ciudad se negara a oír el mensaje de la Jesús. Una actitud así no estaría de acuerdo con otras de Jesús, que nos enseña a caminar una milla extra, a dar la otra mejilla e incluso a amar a nuestro enemigos.

Lo que Jesús quería decir a sus discípulos con la expresión “sacudirse el polvo de los pies” era que se deshicieran de la carga emocional negativa que el rechazo les podía haber causado y que dejaran en la propia ciudad todo sentimiento de rencor, ira o resentimiento causado por la experiencia hostil. “Sacudirse el polvo de los pies” era la orden. Dejar en aquella etapa, dejar atrás, aquello que podría impedirles de avanzar. El polvo de un camino hostil debía quedar en el camino hostil, y así estarían libres para “avanzar” por nuevos y libres caminos. Y así Pablo y Bernabé dejan Antioquía de Pisidia y marchan a Iconio.

Ésa fue la experiencia de los discípulos, cuando vivieron este mandamiento que Jesús les dio. En nuestro texto (Hechos 13, 51) ellos se sacudieron el polvo de los pies de la ciudad que les rechaza, pero en el siguiente versículo, después de haber sido obedientes y dejado atrás aquella experiencia dolorosa, y una vez en un nuevo escenario (Iconio) se dice: “y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”. Y a continuación siguieron la jornada que les estaba propuesta, animados, con alegría, siendo obedientes al Señor.

Ése es el sentido de la expresión.

Destacar también que en versículo 46 Lucas ha usado un participio de aoristo bastante raro, que aparece muy poco en griego; tal vez sólo en cinco ocasiones, además de la que nos ocupa. Dos en San Juan Crisóstomo, justamente en sus Homilías sobre los Hechos de los Apóstoles al citar este pasaje. Otra en Eusebio de Cesarea (De martyribus Palaestinae 11, 7) y otra en la Historia Eclesiástica (IV, 9, 4) de Hermias Sozomenus.

Se trata del participio de aoristo παρρησιασάμενοι, del verbo  παρρησιάζομαι, que significa “hablar con toda libertad, hablar con franqueza o sin contemplaciones”, y que deriva del sustantivo  παρρησία, que significa “libertad de expresión, franqueza, sinceridad”

También Francisco de Asís experimentó en su Italia natal el rechazo al Evangelio y obró según nos dicen los textos que hemos estudiado:

A los siete días, un joven de condición humilde, después de oír misa en San Jorge (era la fiesta de este santo), se fue con ellos a Rivotorto, y Francisco lo recibió muy contento, invitándolo a alegrarse por haber sido «elegido por Dios como caballero y servidor suyo amado en la perfecta observancia del Evangelio».Pocos días después, ambos se fueron de gira «apostólica» por la Marca de Ancona, dejando a todo el mundo perplejo por la manera extraña de vestir y de saludar y por su aspecto desaliñado. Dos niños los tomaron por el «coco», unos campesinos los confundieron con hechiceros que embrujaban al ganado, las muchachas corrían asustadas y la mayoría los tomaba por locos, más Francisco animaba a fray Gil, anunciándole que la orden llegaría a ser como el pescador que saca la red llena de peces y selecciona a los más grandes. En Gualdo Tadino fueron tan mal recibidos, que Francisco no dudó en sacudirse el polvo de los pies, como dice el Evangelio.

Obtenido de aquí.

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