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Archive for 27 de abril de 2010

Finalizamos estos artículos dedicados a glosar algunos paralelismos entre la lira de Orfeo y la flauta de Tamino, a propósito de la audición de La flauta mágica desde el Met de Nueva York. Con ese pretexto hemos recordado algunos pasajes de las óperas L’Orfeo de Monteverdi, Orfeo ed Euridice de Gluck y la propia Die Zauberflöte de Mozart. Siempre es un placer para los sentidos, doble para nosotros, si tenemos en cuenta la inspiración mítica de las tres óperas.

En un anterior artículo decíamos:

Resulta también claro que, tanto Orfeo como Tamino, no basan su triunfo en la recuperación de sus respectivas amadas, Eurídice y Pamina, sólo en su instrumento, sino en la fuerza de su amor por ellas.

Pues bien, en la escena 8 del Acto II, Pamina nos habla del origen de la flauta de Tamino, pero antes nos ratifica en esta idea del amor como conductor; la flauta tendrá como papel el de protectora:

PAMINA

Ich werde aller Orten

An deiner Seite sein;

Ich selbsten führe dich,

Die Liebe leitet mich!

(Sie nimmt ihn bei der Hand.)

Sie mag den Weg mit Rosen streun,

Weil Rosen stets bei Dornen sein.

Spiel du die Zauberflöte an;

Sie schütze uns auf uns’rer Bahn.

Es schnitt in einer Zauberstunde

Mein Vater sie aus tiefstem Grunde

Der tausendjähr’gen Eiche aus,

Bei Blitz und Donner,

Sturm und Braus.

Nun komm und spiel’ die Flöte an,

Sie leite uns auf grauser Bahn.

PAMINA

En todas partes

estaré a tu lado.

Yo misma te guiaré,

el amor me conducirá

(le toma de la mano)

Él sembrará de rosas el camino,

pues rosas y espinas van unidas.

Y si tú tocas tu flauta mágica,

ella nos protegerá en el camino.

En una hora mágica mi padre

la talló de lo más hondo

de una encina milenaria,

entre truenos y relámpagos,

tempestades y huracanes.

Ven y toca la flauta,

nos guiará por el camino de espanto.

El video es más amplio que el texto ofrecido; en él se recoge desde la intervención de Los hombres de la Armadura hasta la superación de las pruebas del fuego y el agua con la ayuda del sonido de la flauta.

Si en L’Orfeo de Monteverdi vemos cómo con su lira y su canto Orfeo es capaz de dormir a Caronte (Acto III):

ORFEO

A lei volt’ ho ‘l camin per l’ aer cieco,

a l’ Inferno non già, ch’ ovunque stassi

tanta bellezza il paradiso hà seco.

Orfeo son io che d’ Euridice i passi

segue per queste tenebrose arene,

ove giammai per uom mortal non vassi.

O de le luci mie luci serene

s’un vostro sguardo può tornarmi in vita,

Ahi, chi nega il conforto à le mie pene?

Sol tu, nobile Dio, puoi darmi aita,

nè temer dei, ché sopra un’ aurea cetra

Sol di corde soavi armo le dita

contra cui rigida alma invan s’ impetra.

CARONTE

Ben mi lusinga alquanto

dilettandomi il core,

sconsolato cantore,

il tuo pianto e ‘l tuo canto.

Ma lunge, ah, lunge sia da questo petto

pietà, di mio valor non degno effetto.

ORFEO

Ahi, sventurato amante!

Sperar dunque non lice

ch’ odan miei prieghi i cittadin d’Averno?

Onde qual ombra errante

d’insepolto cadavero infelice,

privo sarò del cielo e de l’Inferno?

Così vuol empia sorte

ch’ in questi orror di morte

da te mio cor lontano,

chiami tuo nome in vano,

e pregando e piangendo io mi consumi?

Rendetemi il mio ben, tartarei Numi.

Sinfonia

Ei dorme, e la mia cetra,

se pietà non impetra

ne l’ indurato core, almen il sonno

fuggir al mio cantar gli occhi non ponno.

Sù dunque a che più tardo?

Tempo è ben d’ approdar sù l’ altra sponda,

s’alcun non è ch’ il nieghi,

Vaglia l’ ardir se foran vani i preghi.

È vago fior del tempo l’occasion,

ch’ esser dee colta a tempo.

Mentre versan quest’ occhi amari fiumi

rendetemi il mio ben tartarei Numi.


ORFEO

Hacia ella, a través de las tinieblas, yo he caminado,

y no hacia el infierno pues en todas partes donde hay

tanta belleza se encuentra el paraíso.

Soy yo, Orfeo, quien sigue los pasos de Eurídice

a través de estas llanuras tenebrosas

a las que jamás llagará mortal alguno.

Ojos amados, luz serena, si una sola

de vuestras miradas puede devolverme la vida,

¿quién negará el reconfortamiento a mis penas?

Tú sólo, noble dios, puedes socorrerme,

tú no tienes nada que temer, pues con una lira de oro

no poseo otras armas que suaves acentos

contra los que un alma severa, en vano, se endurecerá.

CARONTE

Tu me adulas alegrando mi corazón,

inconsolable cantor, por tus llantos y tu canto.

Pero lejos de mí, lejos de mi corazón,

una piedad, en verdad, poco digna de mi dignidad.

ORFEO

¡Ay, desgraciado amante! ¿No me está permitido esperar que los habitantes

del Averno escuchen mis plegarias?

¿Sombra errante de un desgraciado cuerpo sin sepultura, yo seré, pues,

privado del cielo y del infierno?

Así, una suerte cruel quiere que en este horror de muerte

lejos de ti, mi bien amado,

¿clame en vano tu nombre y me consuma en plegarias y llantos?

Devolvedme mi bien, dioses del Tártaro.

Sinfonía

El duerme, y si mi lira

no despierta la piedad

en este corazón endurecido, mis cantos hacen, al menos, que sus ojos no puedan resistir al sueño.

Vamos pues, ¿por qué tardar más?

Es momento de abordar la otra orilla

ya que nadie me lo puede impedir.

Utilicemos la audacia allí donde las plegarias no sirvieron. La ocasión es una bella flor

que debe ser recogida a su hora.

Mientras mis ojos vierten torrentes de lágrimas amargas devolvedme mi bien, dioses del Tártaro.

En la ópera de Mozart, los poderes de la flauta se ponen de manifiesto, como hemos dicho, en el final del Acto I, cuando los sones del instrumento son capaces de congregar a animales de variadas especies que bailan a su son:

Tamino (freudig):

Sie lebt! Ich danke euch dafür.

(Er nimmt seine Flöte heraus)

O wenn ich doch imstande wäre,

Allmächtige, zu eurer Ehre.

Mit jedem Tone meinen Dank

Zu schildern, wie er hier, entsprang.

(Aufs Herz deutend. Er spielt, sogleich kommen Tiere von allen Arten hervor, ihm zuzuhören. Er hört auf, und sie fliehen. Die Vögel pfeifen dazu.)

Wie stark ist nicht dein Zauberton,

Weil, holde Flöte, durch dein Spielen

Selbst wilde Tiere Freude fühlen.

Doch Pamina, nur Pamina bleibt davon!

(Er spielt)

Pamina! Pamina! Höre, höre mich!

Umsonst!

(Er spielt)

Wo? Ach, wo find’ ich dich?

(Er spielt, Papageno antwortet von innen mit seinem Flötchen.)

Ha, das ist Papagenos Ton!

(Er spielt. Papageno antwortet)

Vielleicht sah er Pamina schon,

Vielleicht eilt sie mit ihm zu mir!

Vielleicht führt mich der Ton zu ihr.

(Er eilt ab. Papageno und Pamina eilen herbei.)


Tamino

¿Vive? Os doy las gracias.

(Saca su flauta)

¡Oh, si yo pudiese,

dioses omnipotentes, para honraros,

describir con cada sonido mi gratitud,

tal como aquí.

(señala su corazón),

aquí ha surgido!

(Toca la flauta; enseguida aparecen animales de todas clases, que acuden a escucharlo. Deja de tocar y los animales huyen.)

Qué poderoso es tu mágico sonido,

Ya que, flauta querida, cuando te escuchan,

Hasta los animales salvajes se alegran.

¡Sólo Pamina no aparece!

¡Pamina! ¿Escucha, escúchame!

¡Es inútil!

¿Dónde, ay, dónde te encontraré?

(Toca su flauta. Papageno responde desde dentro con la suya)

¡Ah, ése es el sonido de Papageno!

(Toca; Papageno responde.)

¡Tal vez él haya visto ya a Pamina,

Tal vez ella se apresure con él hacia mí!

Tal vez este sonido me conduzca a ella.

(Sale deprisa. Entran Pamina y Papageno).

Y hasta aquí estas breves notas dispersas, y un tanto caóticas, sobre el paralelismo Orfeo /Tamino que nacieron de la escucha en Radio Clásica de la ópera mozartiana el pasado sábado 10 de abril.

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