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Archive for 19 de abril de 2010

El segundo movimiento de la pieza está dedicado a Faetón. El mito es bastante extenso, pero no ha habido posibilidad de recortarlo más.

PHAETON who rode upon the chariot of the sun for one day and was hurled into the river Padus by a thunderbolt (FAETÓN que condujo el carro del Sol durante un día y fue arrojado al río Po por un rayo)..

Metamorfosis II, 150-328

FAETÓN

Occupat ille levem iuvenali corpore currum

statque super manibusque leves contingere habenas

gaudet et invito grates agit inde parenti.

Interea volucres Pyrois et Eous et Aethon,

Solis equi, quartusque Phlegon hinnitibus auras

flammiferis inplent pedibusque repagula pulsant.

quae postquam Tethys, fatorum ignara nepotis,

reppulit, et facta est inmensi copia caeli,

corripuere viam pedibusque per aera motis

obstantes scindunt nebulas pennisque levati

praetereunt ortos isdem de partibus Euros.

sed leve pondus erat nec quod cognoscere possent

Solis equi, solitaque iugum gravitate carebat;

utque labant curvae iusto sine pondere naves

perque mare instabiles nimia levitate feruntur,

sic onere adsueto vacuus dat in aera saltus

succutiturque alte similisque est currus inani.

Quod simulac sensere, ruunt tritumque relinquunt

quadriiugi spatium nec quo prius ordine currunt.

ipse pavet nec qua commissas flectat habenas

nec scit qua sit iter, nec, si sciat, imperet illis.

tum primum radiis gelidi caluere Triones

et vetito frustra temptarunt aequore tingui,

quaeque polo posita est glaciali proxima Serpens,

frigore pigra prius nec formidabilis ulli,

incaluit sumpsitque novas fervoribus iras;

te quoque turbatum memorant fugisse, Boote,

quamvis tardus eras et te tua plaustra tenebant.

Ut vero summo despexit ab aethere terras

infelix Phaethon penitus penitusque iacentes,

palluit et subito genua intremuere timore

suntque oculis tenebrae per tantum lumen obortae,

et iam mallet equos numquam tetigisse paternos,

iam cognosse genus piget et valuisse rogando,


Ocupa él con su juvenil cuerpo el leve carro 150

y se aposta encima, y de que a sus manos las leves riendas hayan tocado

se goza, y las gracias da de ello a su contrariado padre.

Entre tanto, voladores, Pirois, y Eoo y Eton,

del Sol los caballos, y el cuarto, Flegonte, con sus relinchos llameantes

las auras llenan y con sus pies las barreras baten. 155

Las cuales, después de que Tetis, de los hados ignorante de su nieto,

retiró, y hecha les fue provisión del inmenso cielo,

cogen la ruta y sus pies por el aire moviendo

a ellos opuestas hienden las nubes, y con sus plumas levitando

atrás dejan, nacidos de esas mismas partes, a los Euros. 160

Pero leve el peso era y no el que conocer pudieran

del Sol los caballos, y de su acostumbrado peso el yugo carecía,

y como se escoran, curvas, sin su justo peso las naves,

y por el mar, inestables por su excesiva ligereza, vanse,

así, de su carga acostumbrada vacío, da en el aire saltos 165

y es sacudido hondamente, y semejante es el carro a uno inane.

Lo cual en cuanto sintieron, se lanzan, y el trillado espacio

abandonan los cuadríyugos, y no en el que antes orden corren.

Él se asusta, y no por dónde dobla las riendas a él encomendadas,

ni sabe por dónde sea el camino, ni si lo supiera se lo imperaría a ellos. 170

Entonces por primera vez con rayos se calentaron los helados Triones

y, vedada, en vano intentaron en la superficie bañarse,

y la que puesta está al polo glacial próxima, la Serpiente,

del frío yerta antes y no espantable para nadie,

se calentó y tomó nuevas con esos hervores unas iras. 175

Tú también que turbado huiste cuentan, Boyero,

aunque tardo eras y tus carretas a ti te retenían.

Pero cuando desde el supremo éter contempló las tierras

el infeliz Faetón, que a lo hondo, y a lo hondo, yacían,

palideció y sus rodillas se estremecieron del súbito temor, 180

y le fueron a sus ojos tinieblas en medio de tanta luz brotadas,

y ya quisiera los caballos nunca haber tocado paternos,

ya de haber conocido su linaje le pesa, y de haber prevalecido en su ruego.


at pater omnipotens, superos testatus et ipsum,

qui dederat currus, nisi opem ferat, omnia fato

interitura gravi, summam petit arduus arcem,

unde solet nubes latis inducere terris,

unde movet tonitrus vibrataque fulmina iactat;

sed neque quas posset terris inducere nubes

tunc habuit, nec quos caelo demitteret imbres:

intonat et dextra libratum fulmen ab aure

misit in aurigam pariterque animaque rotisque

expulit et saevis conpescuit ignibus ignes.

consternantur equi et saltu in contraria facto

colla iugo eripiunt abruptaque lora relinquunt:

illic frena iacent, illic temone revulsus

axis, in hac radii fractarum parte rotarum

sparsaque sunt late laceri vestigia currus.

At Phaethon rutilos flamma populante capillos

volvitur in praeceps longoque per aera tractu

fertur, ut interdum de caelo stella sereno

etsi non cecidit, potuit cecidisse videri.

quem procul a patria diverso maximus orbe

excipit Eridanus fumantiaque abluit ora.

Naides Hesperiae trifida fumantia flamma

corpora dant tumulo, signant quoque carmine saxum:

hic  sitvs  est  Phaethon  cvrrvs  avriga  paterni

qvem  si  non  tenvit  magnis  tamen  excidit  avsis


Mas el padre omnipotente, los altísimos poniendo por testigos y a aquél mismo

que había dado sus carros, de que, si ayuda él no prestara, todas las cosas de un hado 305

desaparecerían grave, acude, arduo, al supremo recinto

desde donde suele las nubes congregar sobre las anchas tierras,

desde donde mueve los truenos, y sus blandidos rayos lanza.

Pero ni las que pudiera sobre las tierras congregar, nubes

entonces tuvo, ni las que del cielo mandara, lluvias: 310

truena, y balanceando un rayo desde su diestra oreja

lo mandó al auriga y, al par, de su aliento y de sus ruedas

lo expelió, y apacentó con salvajes fuegos los fuegos.

Constérnanse los caballos, y un salto dando en contrario

sus cuellos del yugo arrebatan, y sus rotas correas abandonan: 315

por allí los frenos yacen, por allí, del timón arrancado,

el eje, en esta parte los radios de las quebradas ruedas,

y esparcidos quedan anchamente los vestigios del lacerado carro.

Mas Faetón, con llama devastándole sus rútilos cabellos,

rodando cae en picado, y en un largo trecho por los aires 320

va, como a las veces desde el cielo una estrella, sereno,

aunque no ha caído, puede que ha caído parecer.

Al cual, lejos de su patria, en el opuesto orbe, el máximo

Erídano lo recibió, y le lavó, humeante, la cara.

Las náyades Vespertinas, por la trífida llama humeante, 325

su cuerpo dan a un túmulo, e inscriben también con esta canción la roca:

AQUÍ SITO QUEDA FAETÓN DEL CARRO AURIGA PATERNO

QUE SI NO LO DOMINÓ AUN ASÍ SUCUMBIÓ A UNAS GRANDES OSADÍAS.

Las traducciones de Ovidio son siempre de Ana Pérez Vega.

II. PHAETON

La música empieza con los cielos abiertos ante los caballos, que se lanzan hacia adelante, galopando por los aires, y rasgan las nubes. Pero los caballos del sol sienten que su carga es demasiado ligera; el carro que carece de su carga normal salta por el aire y es lanzado hacia arriba. No reconocen el carro que él conduce. Finalmente, cuando el desgraciado Faetón vislumbra abajo, a lo lejos, la extensión de tierra, se pone pálido, sus rodillas tiemblan con un terror repentino. Está tan completamente entumecido por el miedo que deja caer las riendas.

Caen de su mano, y quedan sueltas sobre las espaldas de los caballos. Inmediatamente galopan lejos, fuera de su curso, desenfrenados y por donde les lleva su impulso, ora elevándose hasta las alturas del cielo, ora lanzando hacia abajo su accidentado descenso. La tierra se incendia, incluso el propio Atlas tiene dificultades y apenas puede sostener los cielos incandescentes sobre sus hombros. La Tierra pide a Zeus que haga uso de sus rayos y Zeus, tras reunir a todos los dioses y ponerlos por testigos de que si él no acude a poner remedio se producirá la destrucción completa de la tierra, sube a su fortaleza y blandiendo el rayo junto a su oreja derecha lo lanza contra el auriga Faetón.

Faetón, con sus rubios cabellos chamuscados por las llamas, cae, dando vueltas, al abismo, describiendo en el aire un largo trazo, el gran río Erídano recibe su cuerpo carbonizado, y las ninfas lo entierran.

Aquí ésta la partitura:

BRITTEN SIX METAMORPHOSES_ FAETÓN

Y el correspondiente video con la ejecución del movimiento a cargo de Nicholas Daniel.

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